Capítulo 57: La decisión definitiva.
Capítulo 57: La decisión definitiva.
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Más tarde, en ese mismo día...
Hannah: ¡Uff! ¡Por fin libres!
Las clases volvieron a finalizar nuevamente. Algunas alumnas se dirigieron a la cafetería para comer y descansar un poco. Otras, como de costumbre, fueron a dejar primeramente sus cosas a su habitación, como en el caso del equipo azul.
Barbara: No recordaba que las clases fueran así de pesadas.
Diana: Con el tiempo, el sufrimiento de uno será bien recompensado. En cambio, el estudio es un honor que no muchos tienen.
Las tres entraron a su habitación. Hannah y Barbara dejaron sus cosas antes de tumbarse cada una en su respectiva cama, pero Diana notó algo ligeramente diferente en el cuarto. La habitación se veía un poco más vacía.
Diana: ¿Hm?
Diana se detuvo para analizar a su alrededor, buscando aquella cosa que no le cuadraba. Barbara notó el desasosiego de Diana.
Barbara: ¿Sucede algo, Diana?
Diana: Veo la habitación un poco diferente.
Hannah y Barbara se levantaron para buscar la diferencia. Hannah fue la que rápido notó el detalle.
Hannah: Un momento, ¿dónde están las cosas de México?
Eso era, Diana por fin notó lo que faltaba, al igual que Barbara, gracias a la detallista de su amiga.
Las cosas del mexicano ya no estaban en la habitación.
Barbara: ¡Es cierto! ¡Su maleta y guitarra no están!
Hannah: ¿Dónde están? ¿Se las llevaron?
Barbara: ¡¿No pensarás que un ladrón entró a la academia?!
Hannah: ¡¿Otro intruso?!
Y aunque fuese una hipotesis muy probable, la respuesta era otra.
Diana no comprendía cuándo y cómo pasó esto, pero ella tenía tres posibles respuestas.
Mente de Diana: (Él... se las llevó)
Pero ahora la pregunta es: ¿Adónde?
Diana aún no le contaba a sus amigas sobre que su amigo se despertó del coma. Ella esperó a que la noticia sea oficial de parte de las maestras, pero no dijeron nada. Durante la clase, esperó algún comunicado, pero no fue así.
Diana teorizó que tal vez se las llevó a la enfermería, pero su teoría se derrumbó al mismo tiempo que su corazón se contrajo. Ella sitió un pequeño dolor en el corazón, obligándola a agarrarse el pecho.
Sus piernas comenzaron a temblar al mismo tiempo que un escalofrío la rodeaba.
De repente, Diana salió corriendo de la habitación, atemorizada de que su compañero haya preferido irse a casa en lugar de quedarse, tal como se lo contó el primo el día en que le hizo preguntas.
Barbara: ¡D-Diana, ¿dónde vas?!
Sus amigas, preocupadas (y asustadas de que el supuesto ladrón siga en la habitación), siguieron a su amiga y líder del grupo.
~
Barbara: ¡Diana, espera!
Hannah: ¡¿Qué es lo que sucede?!
Las chicas lograron localizarla antes de que se les perdiera completamente. Diana salió de las habitaciones del Este para ir a la enfermería.
Ella se detuvo frente la puerta de la enfermería, siendo alcanzada por sus amigas.
Hannah: ¡Diana, no nos asustes! ¡¿Sucedió algo malo?!
Diana no respondió y golpeó la puerta, con urgencia. La enfermera la abrió poco después.
Enfermera: Ah, buenas tardes, señorita Cavendish. ¿Le ayudo en algo?
Diana: ¡Él!... ¡¿Dónde está?!
La enfermera parpadeó dos veces al no comprender el comportamiento de la alumna.
Enfermera: ¿Quién? ¿El chico? Vino hace unas horas y dijo algo sobre ir con su primo. Después se fue y, desde entonces, no lo he vuelto a ver.
Hannah: ¿De qué están hablando?
Barbara: ¿Qué tiene que ver México?
Mientras que Diana estaba atónita, la enfermera miró a las dos chicas que acompañaban a Diana.
Enfermera: ¿No les han dicho todavía?
Barbara: ¿Decir, qué?
Enfermera: Desde anoche... él despertó del coma.
≈
Hace poco...
Holbrooke: Joven Tenochtitlan... ¿Qué tiene el destino preparado para usted?
En el despacho de la directora, ella estaba haciendo un poco de papeleo. Desde que dejó al joven mexicano en la cafetería, no se ha vuelto a cruzar con él, aunque intentó buscarlo.
Las maestras también querían verlo, pero no lo vieron por ningún lado.
Después de las clases, la profesora Anne Finnelan fue con la directora para saber más a detalle sobre el chico. La directora le contó todo, mas no su ubicación actual por no poseer esa información.
Finnelan: Esto es extraño. Ninguna alumna ha dicho nada sobre él. Tal parece que aún no saben que despertó, pero ahora no sabemos dónde se encuentra.
La directora se recargó sobre su escritorio, usando sus codos y uniendo las manos.
Holbrooke: Aún había algo que quería proponerle al chico, después de clases.
Finnelan: ¿Qué es, directora?
Holbrooke: Luna Nova se encuentra insegura más que antes. Sin él, algo terrible hubiera pasado. Mi idea es... tenerlo como alumno y guardián de Luna Nova.
Finnelan: ¿Guardián de Luna Nova?
Holbrooke: Claro, si él acepta serlo.
La profesora analizó la idea.
Finnelan: Supongo que es buena idea, pero sería un poco cruel tenerlo aquí nada más por eso.
Holbrooke: O tal vez su papel siempre fue ese. Recuerda que fue una de las Brujas Ancestrales quien lo trajo aquí.
Finnelan: Lo recuerdo perfectamente, directora. Pero lo que intento decir es que él no es una herramienta. Lo desprecié al comienzo, sí, pero después comprendí que él es un humano como todos los demás; fuerte, pero no invencible. Pudo morir, y yo...
La profesora hizo una pausa, bajando ligeramente la cabeza.
Finnelan:... yo viviría intranquila, sabiendo que él murió pasa salvarnos a pesar de mi antiguo desprecio hacia él. Si ahora prefiere estar tranquilo, fuera del peligro, por mí está bien. Hay personas especialistas, fuerzas especiales que pueden ocupar ese cargo en vez de un niño en pleno desarrollo que aún sigue comprendiendo la magia.
La directora bajó la mirada, pensando en ello.
Holbrooke: Lo sé... Pero él es especial, no tengo duda de ello. Ninguna fuerza especial podría hacer lo que él hizo, ni mucho menos con magia. ¡Hizo algo histórico!
La profesora Finnelan se volvió hacia la directora.
Finnelan: ¡Histórico o no, casi le costó la vida! ¡Presentó problemas del corazón por días, deteniéndose a cada rato! ¡¿Has pensado tan siquiera en su familia que aún desconoce de su paradero?!
Ese argumento dejó helada a la directora. Ciertamente, sí, la directora se le olvidó ese detalle muy especial. Tan maravillada estaba con el muchacho y su extraña relación con Woodward que se le olvidó que está aquí por y en contra de su voluntad.
Holbrooke: Q-qué descuidada soy... No pensé en eso.
Finnelan: Directora, sé que le emociona la idea de tenerlo aquí, pero hay prioridades antes que las emociones.
La directora asintió, dándole la razón a la profesora.
Holbrooke: Entonces hay que encontrarlo primero y presentarle esa propuesta.
La profesora asintió.
Finnelan: El único a quien nos falta preguntarle sobre él es a...
Pero ahí fue cuando una idea se le cruzó a las dos. Aún había un lugar dónde buscar, uno donde habría alguien cercano a él.
≈
Poco después...
La directora y la profesora salieron del edificio para ir hacia la casa de las criaturas mágicas. Al acercarse, oyeron música, voces, risas y diversión proveniendo desde el interior.
La directora abrió un poco la puerta para que las dos vieran qué sucedía. Para su sorpresa y alegría, ahí se encontraba el mexicano, bailando con María en pareja como lo hacían en fiestas mexicanas (le estaba enseñando a bailar), mientras que su primo tocaba la guitarra, el español un acordeón y los demás aplaudían. Kamcia también bailaba con el joven arriba de ella, los dos contentos ante el ambiente.
Primo/T/N: Te voy a preguntar una pregunta~♪
Que quiero que me contestes con una contestación~♪
Yo te responderé con una respuesta~♪
Y si me entiendes, quedaremos entendidos~♪
Directora y maestra sonrieron al ver al mexicano, sano y vigoroso. Ellas entraron, lamentablemente interrumpiendo la pequeña fiesta.
Holbrooke: Buenos días a todos.
La música se detuvo, dejando confundido al mexicano y a María.
T/N: ¿Épale, qué pasó?
El mexicano se dio cuenta que los ojos de todos veían algo detrás de él. Él y María volteraron para saber qué era, y se sorprendieron cuando vieron a la directora junto a la profesora Finnelan.
T/N: ¡Ah, buenos días, directora!
Todos: 'Tardes'.
Corrigieron todos, al unísono. La directora sonrió y conestó, igual que el mexicano:
Holbrooke: Buenos días, joven Tenochtitlan.
Finnelan: Buenas tardes, muchacho.
El mexicano miró a la profesora Finnelan, sorpendiéndose de verla.
T/N: ¡Ah! ¡P-profesora F-Finnelan!
Un poco asustado, soltó a María para inclinarse levemente ante la presencia de la profesora más estricta que ha conocido.
T/N: ¡B-buenas tardes, profesora Finnelan!
Todos guardaron silencio al ver al mexicano comportarse de ese modo. La profesora se extrañó al ver al mexicano actuar así ante su presencia.
Finnelan:... Yo jamás le pedí una reverencia.
Dijo la profesora Finnelan.
T/N: Pero sí pidió respeto hacia usted, profesora Finnelan.
Informó el mexicano, aún en reverencia.
Finnelan: Tampoco hay que exagerar con los modales, muchacho. Ponte firme, ahórrese eso cuando estés en presencia de alguien más importante.
El mexicano hizo caso, optando una postura más formal.
Finnelan: Aunque debo de decir... que estoy realmente feliz de verlo, joven Tenochtitlán. Se ve que se encuentra mucho mejor.
El mexicano sonrió.
T/N: Sí. Me siento todavía mal por perderme un mes de mi vida, pero lo recuperaré de algún modo.
Finnelan: Lamento que haya sido por salvarnos-
T/N: ¡Nonono!
Interrumpió el mexicano, moviendo las manos de manera rápida.
T/N: ¡Digo, fue mi elección! ¡Pude simplemente ignorar la situación, pero no fue así! ¡Si hice algo, fue por mi propia decisión! A-además, nadie sabía que eso iba a pasar. Fue inesperado, sobre todo si todos estábamos durmiendo bien dormidos.
La profesora sonrió, pudiendo oír por fin palabras dignas de un caballero y guerrero en aquel joven mexicano que consideró 'vago' desde los primeros días.
Finnelan: Me alegra que seas así. Me equivoqué con usted al inicio, y pido su perdón por ser un poco grosera con usted.
T/N: ¿Un poco?
Cuestionó el mexicano, ladeando un poco la cabeza. La directora dio una risa ahogada, tapándose la boca con una mano. El mexicano se ganó la mirada molesta de la profesora Finnelan.
T/N: ¡D-Digo, sí, la perdono, profesora Finnelan!
Exclamó el mexicano, haciendo una reverencia.
Primo: ¿Cómo que eran groseras con mi primo?
Cuestionó el primo, con un tono burlesco en su voz por lo gracioso que se le hizo eso.
Español: Y luego soy yo el grosero con su especie.
T/N/Primo: ¿Cómo que «especie», cabrón? ¡Ya te dijimos que no somos animales! ¡Tú eres un loco con la perspectiva de la realidad completamente alterada que ve cosas que no son reales y-
El mexicano y el primo comenzaron a defender a su país, pero el español literalmente veía a dos monos hacer berrinche y un montón de «¡Uh, uh, uh! ¡Uga, uga, nopal'uga, taco'uga!».
Español: 0_0 Hostia...
T/N: ¡Y por eso es que Singenio Derbéz debe morir!
Primo: ¡Y fin de la discusión!
T/N: ¡Gracias por su atención!
Primo/T/N: ¡Buenas tardes, y adiós!
Todos aplaudieron ante las palabras conmovedoras de los mexicanos, salvo tres personas: El español, la directora y la profesora quienes no entendieron nada.
La directora y la profesora se miraron entre sí.
Finnelan: Definitivamente son familia.
La directora asintió, sonriendo.
Pero aún había algo qué responder...
La directora se aclaró la garganta, llamando la atención del mexicano.
Holbrooke: Joven Tenochtitlan, quería preguntarle algo, si no es mucha molestia.
El mexicano le prestó más atención, guardando silencio y asintiendo para que continúe la directora.
Holbrooke: La amenaza de Drácula fue algo que estaba más allá de nuestras manos, y los constantes enemigos que nos han visitado nos han dejado severamente preocupadas.
El mexicano hizo una mueca y le dio la razón, moviendo la cabeza.
Holbrooke: Pero gracias a usted, pudimos sobrevivir a esa terrible calamidad. Lo pensé a detalle, y llegué a una conclusión...
La directora se acercó al mexicano para estar de frente solamente para hacerle una simple pregunta. El mexicano se hincó sobre su rodilla, inconscientemente. Una sonrisa se dibujaba en el rostro del mexicano por tantos agasajos que aventó la directora hacia su persona.
Poniendo su mano sobre el hombro del mexicano, la directora continuó.
Holbrooke: ¿Joven Tenochtitlan, aceptarías ser nombrado 'El Guardián de Luna Nova' para proteger la academia y sus alumnas de los peligros desconocidos?
La sonrisa del mexicano se dobló hacia abajo al instante y un escalofrío lo recorrió completamente. Si fuera muy descuidado, rápidamente soltaría un «¡No, estás loca!».
La profesora Finnelan estaba atenta a tu respuesta. Aún no aprobaba la idea y entendería a la perfección si el mexicano rechaza la propuesta, y se hizo una idea al ver la reacción en tu rostro.
El primo se sintió incómodo, y el español contento.
Mente del español: (¡¡Boleto gratis de avión, venid a míííííí!!)
Rascándose la cabeza, el mexicano habló.
T/N:... Hijoles, directora... yo...
Los ojos de la directora se abrieron más, con un brillo de esperanza. El mexicano hizo una mueca, pensando qué decir.
T/N: Yo... n-no puedo...
Y esa esperanza fue destrozada por completo. La profesora Finnelan cerró los ojos. No estaba feliz de tener la razón, pero tampoco molesta por la decisión del chico.
T/N: ¡N-no me malentienda! Me gustó el tiempo que pasé aquí, pero... corrí tanto peligro en el castillo que lo que más temía era morir y no volver a casa. Mi familia nunca sabría que yo hubiera muerto y se quedarían con la duda toda la vida. Claro, si es que Drácula no aniquila a la humanidad primero.
Holbrooke: Pero... por favor, joven Tenochtitlan, piénselo mejor. Usted es muy valioso y muy fuerte. Sin ti, estaremos en peligro. Necesitamos de su protección.
El mexicano se sintió halagado. Se rascó el cuello, también dudando de sus palabras.
T/N: No sé... Dudo que estén en peligro después de todo. Además, creo que yo tuve parte de la culpa a todo esto.
La directora y la profesora se confundieron por las palabras del joven mexicano.
Holbrooke: ¿Usted? ¿Pero a qué te refieres?
T/N: Drácula y otros monstruos y criaturas constantemente me confundían por alguien más y decían cosas de las que aún no comprendo, así que no sé si esté bien que yo siga aquí. Yo podría ser el imán del peligro.
Holbrooke: Estarás bien, joven Tenochtitlan. Estarás aquí como guardián, pero nosotras también cuidaremos de usted y te brindaremos todo lo necesario para que estés sano y fuerte.
El mexicano cerró los ojos y puso su mano en su barbilla, analizando eso.
T/N: No lo sé... Tampoco es que yo quisiera un trato de reyes o algo así. Me gustó el como me trataban antes de lo de Drácula... -_- Exceptuando el maltrato por mi apariencia.
La profesora Finnelan bajó un poco la cabeza por la verguenza.
Finnelan: L-le prometo que no volverá a pasar... ¡Pero la mala educación no la dejaré pasar!
El mexicano soltó una risa.
T/N: Bien.
El mexicano aplaudió y se frotó las manos, poniéndose de pie.
T/N: No tengo ni idea de por qué estoy emocionado, pero ya tomé una nueva decisión de hacia dónde quiero ir...
Primo: Primo, no me digas que...
T/N: Sep, así es...
La directora abrió levemente los ojos: de ellos desprendía otra vez el brillo esperanzador; la profesora Finnelan sintió nervios por saber la respuesta del mexicano, el primo no podía respirar bien por el suspenso y el español estaba rezando mentalmente.
El mexicano volteó a ver a su primo y a los demás, sonriendo.
T/N: ¿Hay un baño aquí? Me anda de las aguas.
Todos dejaron escapar un gruñido al oír al mexicano, encorvándose o casi cayéndose al suelo de espaldas. La tensión desapareció rápidamente.
Joven: Sí... Hay uno atrás.
T/N: ¡Qué bien!
≈
T/N: Mj, mj, mj~♪
El mexicano estaba haciendo lo suyo mientras pensaba en qué responder. Movía el rifle para atacar/inundar la mini ciudad ficticia que creó.
Mente de T/N: (Bien, aquí requiero de seriedad...)
El mexicano se mordía el interior del cachete al pensar.
Mente de T/N: (Veamos, tengo dos opciones: la primera y la segunda. Si escojo irme, estaré tranquilo, pero un poco angustiado de saber qué pasará aquí; si escojo quedarme, probablemente no vuelva a casa en un buen rato, y tengo miedo de enfrentar a alguien realmente poderoso; posiblemente yo pierda, y más sabiendo que no tengo al fuego azul de mi lado...)
El mexicano dejó de mear y se la sacudió al ver que no había papel. Además, lo que dijo es verdad; el fuego azul ya no podía manifestarse como antes. Según teoriza él, lo agotó de tanto uso sopreexplotador que le dio en esta corta noche del secuestro. Eso medio lo preocupó.
Sí, tiene el poder oscuro todavía, pero, si lo usa por tanto tiempo, pasará lo peor, según lo visto por él.
Mente de T/N: (Claro... ahora lo recuerdo... Drácula, o como se llame realmente, me dijo que él era el primero; vendrán más después... Puta madre, eso complica más mi decisión...)
Él suspiró, guardándosela.
Mente de T/N: (Ni modo... De todos modos, le debo eso al mundo después de tanto daño que le causé... A todos, de hecho...)
≈
El mexicano volvió con los demás, después de terminar su debate.
Español: ¿Ya sabéis qué responder, panoli?
T/N: Seh...
El mexicano respiró hondo, antes de responder a la verdadera pregunta.
T/N: Directora, profesora Finnelan, personas aquí presentes... y español.
Español: Tu madre.
Las dos mujeres tragaron saliva, sintiendo nervios, otra vez.
T/N: No vencí a Drácula solo, ustedes lo saben; es algo imposible para un solo hombre. Allá tuve de mi lado un poder misterioso: 'El fuego azul', como yo lo llamé.
Finnelan: Sí, recordamos haberlo visto por primera vez en la carrera de escobas, cuando usted salvó a la señorita Kagari de caerse.
T/N: Bien, pos ya no tengo ese poder. Lo gasté todo apostándole mi vida, aquella noche; así que no sé si pueda protegerlas del todo, pero haré mi mejor esfuerzo.
El primo abrió los ojos por completo y las mujeres jadearon.
Primo: ¡Primo, tú-!
T/N: Sí.
Contestó el mexicano, interrumpiendo a su primo. El mexicano agachó la cabeza por unos instantes y después la levantó, abriendo los ojos con determinación.
T/N: ¡Directora Holbrooke, acepto la propuesta de ser el guardián de esta academia!
La directora sonrió, juntando ambas manos; la profesora Finnelan exhaló con tranquilidad, agradecida, pero temiendo por la vida del mexicano; su primo estaba entre triste y feliz, pues su primo terminaría su escuela en otro país, pero eso es lo que lo pone triste: no verlo en un tiempo no determinado; pero el más contento era el español que se acercó al mexicano, tomando su mano y besándola.
Español: ¡Muchas gracias, indio! ¡Ahora tendré un boleto de avión gratis!
T/N: No, no me beses la mano...
Dijo el mexicano, tranquilo y sin quitar la mano a pesar de que el español seguía besándolo.
T/N:... porque vengo del baño y no me las he lavado.
El mexicano no soportó y comenzó a reírse de manera fuerte, contagiándole la risa a su primo, al joven y a María. El español, asqueado, aventó la mano del mexicano y escupió al suelo, intentando purificar su boca.
Español: ¡Hijo de-!
Él volvió a escupir al suelo.
La directora rio un poco por la escena, pero estaba, en serio, muy contenta por la decisión del mexicano quien seguía riendo sin parar, sosteniéndose el estómago.
Primo: ¡No te pases, primo!
Exclamó el primo, entre risas. El mexicano le contestó de la misma manera.
T/N: ¿¡Yo qué, wey!? ¡Él por andar de ofrecida!
Unos momentos más pasaron para que se calmaran las risas. El mexicano ahora se andaba quejando por el dolor de estómago que resultó después de tanto reír.
T/N: Ay, wey... Je, je... ay, wey... ay, mi pancita, ja, ja... Oh, jo, jo, jo...
El mexicano estaba recargado en la pared para no caerse.
Ahora que estaban más tranquilos, volvieron al tema.
Primo: A ver, primo, entonces tú te quedarás aquí y yo regreso a México, ¿no?
T/N: Sep.
Español: ¿Y no podríais pagarme el boleto? Es que no tengo pasta.
El mexicano pensó.
T/N: Seh, ¿por qué no? Tú también me ayudaste allá, así que esa sería mi recompensa.
Español: ¡Gracias, chaval!
El español te iba a agarrar la mano, pero se acordó a tiempo y se alejó. Usted sonrió, riendo levemente.
T/N: Bueno, entonces los dejo allá en la estación de trenes para que de ahí vayan al aereopuerto más cercano. Espero que sepas cómo está estructurado Inglaterra porque yo no sé ni dónde queda la pulquería más cercana.
El mexicano le dijo al español. Este último asintió. Después, el mexicano se giró para ver a la directora y a la profesora.
T/N: ¿Podrían llevarnos al pueblo, al otro lado del portal? Es que no tengo escoba y aún no sé usarla a la perfección.
La directora junto la profesora asintieron.
Holbrooke: Por supuesto. Avísenos cuando estén listos.
El mexicano asintió y se giró hacia su primo y los demás.
T/N: ¿Tons qué? ¿Están listos?
La respuesta que recibió el mexicano fue afirmativa; todos ya tenían sus cosas (las cuales no eran muchas, a decir verdad).
T/N: ¡Pos 'ámonos!
≈
Ellos estaban frente al portal Ley Line. El primo y los demás, apesar de las cosas que vieron en el castillo, estaban sorprendidos de ver el hipnotizante portal verde.
Primo: Uy... Se ve peligroso.
Español: ¿No vamos a morir si entramos?
T/N: Nah... yo espero que no.
Eso no les dio confianza.
El mexicano vio a la directora y a la profesora Finnelan con sus escobas. Él vio al español, a su primo, a María y al joven y se dio cuenta que faltaría escobas, según él.
T/N: Ah, caray. ¿No nos faltarán escobas?
Joven: Tranquilo, Kamcia puede pasar por ahí con facilidad.
El mexicano volteó hacia el joven, con curiosidad.
T/N: ¿En serio?
Joven: ¡Sí! Este caballo es sorprendente.
Kamcia relinchó, parándose en dos patas y dando afirmación a todo lo mencionado.
T/N: 0_0 Orales... Bueno, supongo que estaremos bien con eso.
El mexicano se subió a la escoba de la profesora Finnelan mientras que el español y el primo se fueron con la directora. Al mexicano aún le incomodaba montar una escoba, así que buscaba una postura en la cual se sienta cómodo.
≈
Primo: Ay, wey... Mi mente...
Español: Este portal me mareó un mogollón...
Por fin habían llegado a la torre Ley Line, donde el mexicano fue por primera vez a Luna Nova. El viaje por el portal fue bonito... salvo por los tres hombres grandes.
El mexicano se bajó de la escoba, con las piernas temblorosas y con los ojos en espiral. Él se apoyó en una pared para no carse.
T/N: @_@ Agh... N-no lo recordaba así...
Finnelan: Será mejor que usted se acostumbre, joven Tenochtitlán. Usted está en camino a ser un mago experto.
T/N: @_@ C-con ser mago me conformo. Ser experto ya es avaricia...
Finnelan: Tonterías. Un joven como usted no puede desperdiciar un potencial como el suyo.
T/N: @_@ Tomaré ese halago...
El mexicano se agarró la cabeza para recomponerse.
T/N: A ver, creo que ya estoy mejor. Directora, profesora, ustedes me esperarán aquí, ¿verdad?
La directora asintió al igual que la profesora Finnelan.
Holbrooke: Por supuesto.
El mexicano sonrió.
T/N: ¡Vamos, primo, el tiempo es oro!
El mexicano salió de la torre, acompañado de su primo y el español, pero el mexicano se tropezó y cayó al suelo, ocasionando que los dos hombres se tropezaran con él y cayeran sobre él.
T/N: Aún sigo mareado, vali...
Primo/Español: Por dos...
~
Unos segundos después, todos bajaron de la colina, dejando solas a la directora y a la profesora Finnelan. Ella aprovecharon para platicar.
Finnelan: Así que aceptó quedarse...
Holbrooke: No esperaba menos. Ese chico es muy valioso para el mundo. Es nuestro héroe.
Finnelan: Espero que no se sienta obligado; de lo contrario, me sentiría mal conmigo misma.
Holbrooke: Yo también, Anne, pero te aseguro que él no está obligado ni se siente obligado; solo... no está acostumbrado al mundo de la magia. Cuando comprenda todo, estará igual de emocionado que cuando aceptó estudiar aquí.
Finnelan: Eso espero. Cuando él dijo que Woodward, una de las Antiguas Brujas Ancestrales, lo trajo hacia Luna Nova, sospeché por un poco sobre que él tenía algo especial, una conexión con la bruja fundadora de Luna Nova. Después de lo que hizo en el castillo de Drácula y conocerlo mejor, me he dado cuenta que, en efecto, él es especial y que no fue coincidencia que Woodward lo haya traído aquí, precisamente.
Holbrooke sonrió.
Holbrooke: Él tiene un pasado misterioso, pero insiste en no hablar de ello, así que no me entrometeré. Pero ahora sé que su pasado seguramente estuvo lleno de gloria y heroísmo y, sobre todo, conectado con Woodward.
La profesora inhaló y exhaló, con una sonrisa en su rostro.
Finnelan: Eso también espero.
≈
T/N: A ver, tenga su lana, compadre.
El mexicano sacó unos billetes que agarró de su equipaje, antes de cruzar la Ley Line, y se lo repartió entre el primo y el español.
T/N: No sé cuánto te cobren, pero ahí te va unos quinientos mil dólares.
El primo y el español abrieron los ojos por completo al ver la cantidad. María y el joven no reaccionaron como ellos, pues hace mucho que no han sabido del valor del dinero.
Primo: ¿P-para el hijo de Hernán Cortés y yo?
T/N: No, pa'ti. Ahorita le doy su parte al gachupín.
Los dos hombres se miraron entre sí, boquiabiertos.
Español: ¿De dónde sacaste tanto dinero, chaval?
T/N: Lo compré.
Bromeó el mexicano, contando los billetes que le iba a entregar al español.
Primo: Oye, primo, en serio, ¿de dónde sacates tanta lana, tú?
T/N: En la sastrería.
El primo gruñó.
Prim: Primo...
El mexicano puso los ojos en balnco y dejó escapar un suspiro, no permitiendo que interrumpiera con lo suyo. Contando los billetes, el mexicano contestó.
T/N: Mira, la verdad ya la sabes... pero este dinero me lo "regalaron", pues se me fue otorgado cuando la bruja me secuestró y me trajo para Europa. Sospecho que era de mi dinero que tengo guardado por alguna cuenta bancaria del mundo.
Español: ¿Entonces te dio todo tu dinero en efectivo?
T/N: ¿Eh? Nah... Ni siquiera llamaría 'propina' lo que me dio.
El mexicano le entregó su parte del dinero al español. Los dos hombres tragaron saliva cuando escucharon la declaración del mexicano.
T/N: Si mi dinero fuera una persona, ni la mugre de las uñas me dieron.
Español: ¿Y no te pesa darnos esto? Digo, es mucho, y en el aereopuerto nos pueden pillar.
T/N: Ese dinero me da asco; lo gané a cambio de vidas. Tal vez dé todo a una fundación para cuidar a los niños o para hallar una cura para el cáncer. Además, hay una solución para que no los detengan con el dinero.
Español: ¿Cuál?
El mexicano sonrió y unas risas se le escaparon.
T/N: Métanselo por el fundillo.
Primo: ¡Primo!
El mexicano soltó una carcajada cuando el español lo juzgó con la mirada.
T/N: ¡Ya, pues, ya!
El mexicano sacó dinero para darle a María, pero el joven lo detuvo.
Joven: ¡No hace falta! ¡Kamcia puede crear portales!
El mexicano se extrañó cuando escuchó la declaración del joven, dejando de contar el dinero.
T/N: Ah, caray. ¿A poco sí?
María: Oh, sí. Este caballo usó eso en el castillo. No sé cuál sea su límite, pero es impresionante.
T/N: ¿Límite?...
El mexicano miró al suelo para pensar en ello. Recordó las palabras del Charro Negro.
«Soy una entidad sin fronteras ni límites».
«Yo soy una leyenda. Soy alguien inmortal. Alguien poderoso. ¡No hay Dios ni ser vivo que me pueda derrotar! ¡¡Soy el mismo diablo!!».
T/N: No creo que tenga límite... pero qué tal si...
El mexicano agarró la cabeza de Kamcia y la acercó para verla a los ojos.
T/N: ¿Oye, Kamcia, puedes crear un portal hacia mi casa?
El caballo negó con la cabeza. El mexicano resopló, encorvándose un poco.
T/N: Oh, chales...
Joven: ¿Eh? Pero si la he visto crear portales hacia muchas partes...
El mexicano meneó la boca.
T/N: Jmm... ¿Kamcia, puedes crear un portal hacia la casa de María?
El caballo asintió y se paró en dos patas y golpeó el aire. Un portal rojo se abrió ante ellos, sorprendiéndolos. El mexicano hizo un sonido de desaprobación con la boca.
T/N: Mchtl, caballo cabrón, ya ni porque soy tu dueño...
El mexicano tomó unos billetes y se los entregó a María.
María: ¿Eh? Pero dijimos que no lo necesitamos...
T/N: Tal vez no para irse, pero ¿qué pasa con tus padres? Al menos deben tener una pequeña recompensa después de años de pesar.
María sonrió cálidamente.
María: Sí... tal vez sea cierto, pero dudo que todo el dinero del mundo recompense estos años de soledad para ellos.
El mexicano asintió, haciendo una mueca.
T/N: Seh... ¡O no se sabe!
Exclamó el mexicano, confundiendo a María.
María: ¿A qué te refieres?
T/N: Oh, nada. Pero no se sorprendan si, al llegar, tengan nuevos hermanitos.
El mexicano sonrió con malicia y movió las cejas. María dejó escapar una risa y le golpeó el hombro al mexicano.
María: Tonto... Fue bonito estos tiempos contigo y fue agradable volverte a ver. Te agradezco por todo.
El mexicano abrió los brazos y se acercó para abrazarla. Ella correspondió el abrazo.
T/N: Simón, gracias a ti también; fuiste de gran ayuda en el castillo, de veras.
María: Gracias. Espero que sigas protegiendo esa academia de brujas y, de paso, al mundo entero.
El mexicano acarició su espalda.
T/N: Eso tenlo por seguro. Tal vez me dedique a ser un héroe anónimo.
María: ¿Es por eso que no querías que supieran de ti esos agentes mundiales?
El mexicano se separó del abrazo, sonriendo entre dientes.
T/N: Búrlate, canija, búrlate. Ya sabes por qué no quiero que sepan de mí.
María rio.
T/N: Qué lástima que no me pude despedir de Elizabeth, pero ahí le dices que le agradezco la ayuda por si la vuelves a ver.
María asintió. El mexicano se giró hacia su primo y el español.
T/N: Ahí nos vidrios, primo.
Primo: Ahí nos vemos en el espejo, enano.
Los dos se estrecharon la mano y se jalaron para darse un abrazo varonil de primos.
T/N: Le dices a mi familia que ando bien. Los iré a visitar cuando tenga tiempo.
Primo: Sí, primo. Les diré que te encuentras muy bien y con novia privilegiada.
T/N: ¡Primo!
El primo soltó una carcajada y ambos se separaron del abrazo.
Primo: Hazte, hazte. No me digas que no te gusta ella.
T/N: Mmm...
El mexicano evitó contacto visual, avergonzado.
Primo: ¿Eh?
T/N: Mmm...
Primo: ¿Eh?
T/N: Mmmmm...
Primo: ¿Eh?
T/N: Mmmmmmm...
Primo: ¿Eh?
T/N: Mmmmmmmmm...
Primo: ¿Eh?
T/N: ¡Ya, ya, ya! ¡Eso es confidencial!
Exclamó el mexicano, con la cara roja.
Primo: ¡Sabía que te gustaban las güeritas que hablan inglés!
T/N: ¡Yaaaaa!
El mexicano gruñó. Él intentó ignorar las burlas de su primo y fue con el español, todavía con la cara roja.
T/N: Arre, compa, cuídate mucho. Usa ese dinero con sabiduría.
Español: Anda, si ya sé qué hacer con la pasta.
T/N: ¿Ah, sí?
Español: Abriré un restaurante de comida española aquí en Inglaterra, o tal vez en Italia, o tal vez en Rusia. Jo, qué lío...
Primo: Pensé que querías ir a México.
Español: Quería, pero ya tengo la llave al éxito con el dinero que me dio el panoli.
T/N: Bueno, entonces me queda desearte suerte con tu negocio.
Español: ¡Gracias! ¡Venga, un abrazo!
T/N: ¡¿Q-qué-?! ¡Ah!
El español atrapó al mexicano en un abrazo fuerte, dejando al mexicano sin aliento, no por la fuerza del abrazo, sino porque se aguantó la respiración ante el aroma que desprendía del europeo.
T/N: ¡S-suéltame! ¡¡S-suéltame, te digo!!
Exclamó en voz baja el mexicano, por la poca falta de aire en sus pulmones.
El español lo soltó, unos segundos después.
Español: ¡Ahora tienes el aroma de la civilización!
T/N: Q_Q
El mexicano caminó, tieso, hacia el joven sobre el caballo.
T/N: Q_Q Hola. Si no te molesta, de lejitos porque no te quiero civilizar.
El joven y María rieron.
Joven: ¡Hola! Este... "T/N", ¿no? ¿Así te llamas?
T/N: Así merito. T/N T/A, para servirle-
El joven se bajó de Kamcia y abrazó al mexicano. Este abrazo también fue fuerte, pero lleno de gratitud de igual manera, mucha más que la del español.
Joven: Gracias... En serio deseo ser como tú...
El mexicano sonrió cálidamente y abrazó al joven chico. El mexicano sabía que él lo decía por lo que hizo allá en el castillo, pero no pudo evitar recordar lo que solía hacer antes.
T/N: Sí... Entonces esfuérzate demasiado; recuerda dormir bien, ejercitarse y comer sano.
Joven: ¿Eso haces tú?
T/N: Pues tenía pensado comenzar la semana que viene.
Respondió el mexicano, a modo de broma y haciéndole una cara burlesca a María. Ella rio.
Los dos se separaron.
T/N: Cuídate mucho, ehm...
El mexicano pensó.
T/N: Oye, jamás me dijiste tu nombre.
Joven: ¡¿En serio?! Ay, qué descuidado... aunque tampoco es que me acuerde de él.
T/N: ¿Ah?
Joven: No recuerdo mi nombre...
María: Yo sí me acuerdo.
Dijo María, metiéndose en la plática.
María: Hasta donde yo recuerdo, tu nombre es... "Lisander", y ambos nos apellidamos "Renard"
Lisander: Guau... ¡Ese es mi nombre!
T/N: Orales... E-esperaba algo como "Pepe" o "Pancho" o "Toño"...
Primo: Esos son diminutivos.
T/N: Como sea, fue un gusto conocerte... ¿Cilantro?
Lisander: 'Lisander'.
T/N: ¡Lisander! Lisander... Eso dije.
Lisander: ¡Ah, casi lo olvido!
El joven fue hacia el caballo y buscó algo en la bolsa de su silla: era algo envuelto en una manta.
Lisander: Lo estaba guardando para el momento cuando te volviera a ver.
El joven extendió el objeto envuelto hacia el mexicano, sorprendiéndolo. El mexicano tomó eso y lo desenvolvió. La sorpresa se plasmó en su rostro al ver su machete.
T/N: ¡Ah, no manches! P-pensé que ya lo había perdido para siempre. Me olvidé que te lo había dado.
Lisander: Espero que lo sigas usando; te será útil.
El mexicano miró la hoja y sonrió.
T/N: Tenía pensado regalártelo ahorita, pero creo que sí lo necesitaré machín. De todos modos, te dejaré mi caballo para que, con él, ayudes a mucha gente.
Los ojos del joven brillaron.
Lisander: ¡¿De verdad?!
T/N: Sep. Aunque... tengo una duda.
El mexicano envolvió nuevamente el machete y se acercó a Kamcia
T/N: Oye, Kamcia, ¿puedes, de algún modo, darme ese poder o habilidad de crear portales? Digo, creo que me serán de mucha ayuda. A-además, no lo pido todo, sólo que lo compartas o que me regales un poco. Ya sabes, para ir de un lugar a otro de manera fácil y sin caminar demasiado o gastar mucho dinero.
El caballo guardó silencio por unos momentos antes de asentir. El mexicano sonrió ampliamente y volteó hacia atrás para ver a su primo y al español.
T/N: ¡Oooooh! ¡Tendré un poder nuevo para ir a lugares más rápido!
El caballo se dio la vuelta.
Primo: ¡Sí, señor!
T/N: ¡Podré- Podré hacer portales! ¡Y también- Y también teletransportarme de un lugar a otro!
Kamcia se paró sobre sus dos patas adelanteras, preparándose.
Español: Y parece que lo vais a estrenar justo ahorita.
T/N: ¿Tú crees?
Cuando el mexicano se volvió hacia el caballo.
PAM
T/N: ¡¡AAAAAAAAAAAAAAaaajajajaaaaaaaaa...
El caballo le dio una muy, pero muy, pero MUUUUUY poderosísima patada con sus dos patas traseras, en el pecho y rostro del mexicano, mandándolo a volar lejos, hacia la dirección de la torre Ley Line.
Primo: ¡¡Primooo!! ¡¡Nos vemos, primooo!!
Español: ¡¡Se va, se va y se fue!!
Lisander: 0_0 Ouch...
María: Dios mío, otra herida y aún no ha comenzado su labor...
Ahora ellos quedaban en el lugar. Se despidieron entre ellos y María y su hermano, junto a Kamcia, entraron en el portal.
El primo y el español entraron en la estación de trenes y cada uno pidió un boleto hacia la ciudad más cercana al aereopuerto. Después de ahí, pidieron boletos distintos y cada uno se fue hacia donde el destino y ellos quieran.
≈
Finnelan: Ya se tardó un poco...
Holbrooke: Déjalo, debe ser difícil despedirse de su familiar. Pero no es para siempre; ellos se volverán a ver después, estoy segura.
Las dos mujeres estaban en la entrada de la academia, esperando al mexicano. Aún era tarde, pero todavía había luz del sol, así que no se preocupaban mucho.
Finnelan: Sí... Espero que esto no le afecte mucho.
Holbrooke: Ya te lo dije, Anne, tranquila. Él estará bien. Él-
¿?:...aaaaaaaaaaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAAAAAA-!! ¡¡Puf!!
PAM
La conversación de las dos mujeres fue interrumpida por un grito y un golpe seco proveniente de un poco más arriba de la entrada de la torre. Ellas salieron para inspeccionar y lo vieron ahí, al mexicano pegado como mosca en la pared.
Finnelan: ¡¿Eh?!
El mexicano se quejó, con la voz amortiguada en la pared.
T/N: Au...
Holbrooke: ¡Joven Tenochtitlan!
Después, como una calcomanía, se despegó del muro y cayó de espaldas al suelo, levandando el polvo.
T/N: Q_Q Ay, ay, ay...
Finnelan: ¡Joven Tenochtitlán, ¿qué sucede?!
El mexicano levantó un poco la cabeza y respondió, con un hilo de sangre saliendo de su nariz, con la cara un poco hinchada y con la marca de una pezuña.
T/N: Q_Q Teletransportación, mayestra... teletransportación...
Y después se volvió a desplomar al suelo, esperando ayuda.
La profesora Finnelan volteó lentamente hacia la directora.
Finnelan: ¿Qué me decías hace rato, directora?
Holbrooke: Oh, él está bien.
El mexicano volvió a levantar la cabeza.
T/N: Q_Q No, no lo estoy.
Y volvió a dejar caer su cabeza.
La directora suspiró, en rendición.
Holbrooke: Te llevaremos a la enfermería.
Fin del capítulo 57.
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Bueno, eso sería todo.
¡¡He vuelto!!
Sip, extrañé este lugar. Aunque he de admitir que he estado escribiendo algunos capítulos tiempo después desde que anuncié mi retiro temporal.
Un ejemplo es este capítulo que lo acabé hace días, pero hoy es, cuando escribo este mensaje: sábado 30 de noviembre de 2024.
Nunca los he dejado y he estado atento a sus comentarios.
Me despido deseándoles lo mejor de lo mejor.
¡¡Nos vemos!!
¡¡¡¡TIMOITASE!!!!
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