Capítulo 53: Insistencia y violencia.

Capítulo 53: Insistencia y violencia.

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[Quinto día después de lo de Drácula]

Ubicación: Cuartel Mágico de la Prisión Mágica (CMPM).

En una de las oficinas del cuartel, estaba el Jefe de las fuerzas armadas mundial de la magia. Él es un gran militar destacado, pues supo llegar al rango más alto sin depender mucho de la magia, no porque no sepa usarla, sino que quiere demostrar que él puede ser superior a eso.

Este hombre frío y calculador estaba mirando hacia una pared donde varias fotos y artículos recordados de periódicos estaban pegados, todos conectados por un hilo rojo. El protagonista de este tablero era el mexicano, némesis del Jefe supremo, según él.

El Jefe: Error... ¿Dónde te encuentras?...

Desde el día en donde se enteró que T/A no había muerto como habían informado hace años los noticieros, él no ha parado de buscar y buscar.

Cada segundo que pasaba, sentía que iba a estallar de ira, pues estaba respirando el mismo aire que, a sus palabras, era contaminado por el mexicano.

No ha podido localizarlo en la ciudad donde lo acorralaron: Blytonbury.

No sabe cómo sacarlo de su escondite. Odia la idea de que un genocida como él haya escogido una ciudad de su país de origen para vivir tranquilamente.

El Jefe: Infeliz...

TOC TOC TOC TOC

Los pensamientos del jefe se vieron interrumpidos cuando alguien tocó la puerta. Él suspiró y volvió a su escritorio al mismo tiempo que dijo:

El Jefe: Adelante.

Entró a la habitación un señor no mayor, pero sí más joven que el jefe. Él es Bryan, la mano derecha del jefe con quien ha estado trabajando por años y, ahora, llevando a cabo el caso de T/N T/A.

Bryan: Buenos días, jefe.

El Jefe: Ah, Bryan. ¿Has sabido algo de El Error?

Bryan: No, por ahora. Pero nos han solicitado a una reunión con los líderes del mundo.

El jefe suspiró.

El Jefe: Otra reunión innecesaria...

Bryan: No es innecesaria, señor. Se trata sobre algo inesperado. Resulta que encontraron a muchas de las mujeres desaparecidas.

El Jefe: ¿Ah, sí?

Preguntó el jefe, sin interés mientras veía otra foto del mexicano en su escritorio.

Bryan: Todas se encuentran ahora en la academia de magia de Luna Nova.

El Jefe: ¿La escuela supervacánea que inevitablemente desaparecerá?

Bryan: Sí... Hace exactamente cinco días, el personal de esa escuela fue atacada por un grupo de monstruos.

El Jefe: Ah. ¿Acaso quieren que enviemos refuerzos?

Bryan: No.

Contestó Bryan, confundiendo levemente al jefe quien no esperó esa respuesta.

Bryan: Ellas ya fueron rescatadas la misma noche en que sucedió el suceso.

El Jefe: Entiendo. Fueron las fuerzas Americanas al rescate, ¿no? Esos siempre esperan el momento perfecto y la excusa adecuada para meterse en asuntos ajenos.

Bryan: No fueron ellos los que rescataron a las mujeres, jefe.

El jefe se mostró más confundido.

El Jefe: ¿No? Hmph, qué raro. ¿Entonces qué ejército fue el que ayudó? ¿El ejército ruso? ¿Árabe? ¿Chino?

Bryan: No fue el ejército de nadie. Fue un solo hombre el que las rescató.

El Jefe: ¿Un hombre?

Cuestionó el jefe, incrédulo.

El Jefe: ¿Me estás tomando el pelo, Bryan?

Bryan: No, jefe, estoy hablando en serio. Esto es real. O eso veremos mañana. Representantes de las naciones del mundo serán enviados para tomar cartas en el asunto y ofrecer la ayuda necesaria. Ya se están instalando varios centros de rehabilitación donde serán eviadas todas las mujeres exprisioneras.

El jefe se levantó de su asiento, con rudeza.

El Jefe: Eso no me importa. ¿Quién fue el que las rescató?

Bryan conocía bien a su jefe. Sabe que él no ayuda a menos que vea ganancia en ello, siendo la Organización Mundial de la Magia la única quien puede mandar sobre él y nadie más.

Bryan sabía cuánto odio le tiene ese señor a la nación mexicana por darle a luz al mexicano que tanto odió. Él creyó que, para que el mexicano, en sus años joven, no fuera más poderoso, bloqueó la magia a esa nación, siendo una de las pocas a las que se le prohibió el uso y conocimiento de la magia entre las personas que no provengan de un linaje de brujas o magos. Logró convencer a la Organización Mundial de la Magia de esa desición, siendo una de las muy controvertidas entre brujas y magos quienes objetaron que la magia debería ser para todos.

Sin embargo, no les hicieron caso.

Bryan sabía uno que otro dato del hombre que rescató a las mujeres, temiendo lo que el jefe planee después.

El Jefe: ¡¿Quién fue?! ¡Responde!

Bryan:... Fue... un mexicano.

~

Desde lo anterior, el jefe no pudo controlarse. Le gritó a la cara a Bryan que cómo es posible que un cochino mexicano de sangre sucia y salvaje pudo ser capaz de haber hecho tal acto heróico.

El jefe sospechó que ese supuesto héroe era el villano que tanto ha estado buscando.

"¡¿Cómo es posible que un simple mexicano haya hecho tal acción?!" era una de las preguntas que hizo.

Por un momento, creyó que el fin del mundo se acercaba.

Después de la reunión para decidir a quién enviar, él llamó a su hermano quien comparte el mismo odio.

Su plan era ir a investigar sobre aquel mexicano que, sospechosamente, decidió guardar su identidad. Si no era el mexicano que buscan, no harían nada, pero, si ese no era el caso y era el mexicano genocida... estaba claro la misión.

"¡¡Quiero que lo tragias, vivo o muerto!!"

El jefe le entregó un cuchillo a su hermano.

"Si descubres su identidad, reclámalo. Si lo tienes de frente... mátalo"

[Sexto día después de lo de Drácula]

Pánfilocrasio: Se ve genial, ¿no?

Un nuevo día es en Luna Nova, y esto comienza en el lugar donde duermen las criaturas mágicas. Ahí se hospedan ahora el Español, el primo y el joven quienes se despertaron por un ruido chillante y fastidioso, casi como el de un carro a nada de ir a la chatarrería.

Cuando despertaron, vieron a unas criaturas mágicas metiendo un cañón azul con ruedas enorme y muy tecnológido. Ellos se sorprendieron y rápidamente preguntaron por el artefacto.

Pánfilocrasio: Es el arma más poderosa que pudimos construir en poco tiempo. Era el plan B en caso de que más monstruos llegasen.

Joven: Se ve muy peligrosa.

Primo: Sí cierto, sí cierto. Se ve que es de alto pedorraje.

Español: ¿Qué te crees tú? ¿Que soy tonto? Anda, que esa ya me la han colado antes.

Pánfilocrasio: ¿No me crees que nosotros la construimos?

Español: Si no hay material necesario aquí, pulga.

Pánfilocrasio: ¿Cómo no? Sólo tuvimos que desmantelar una estufa, usar un microondas y usar mucha cinta adhesiva.

Primo: ¿Y cómo funciona eso? ¿Ocupa gasolina o cómo?

Pánfilocrasio: Ah, sí. Sobre eso, no tenemos el combustible.

Español: ¿Entonces no sirve?

Pánfilocrasio: Nop, pero sirve para espantar.

Joven: No creo que eso sea algo bueno.

Primo: Te equivocas. Es totalmente justificable. Así, ni un ladrón te roba el foco de la casa.

Español: ¿Cómo?

~

Holbrooke: Gracias por haber venido. No saben qué tan agradecidas estamos.

Desde otra parte de Luna Nova, en la entrada para autos, estaba la directora junto a Finnelan y Elizabeth para recibir a los representantes de las naciones para ver con sus propios ojos lo que se contó en la reunión.

La directora los guió hacia donde duermen las mujeres y niñas. Pero entre los representantes, había uno de gafas oscuras, ciertamente sosprechoso.

Este hombre pasó a unos de los representantes para estar cerca de la directora. Él empujó con rudeza a todos, pero ni siquiera se inmutaron. Es como si el hombre fuera invisible para ellos.

Hombre de gafas oscuras: Disculpe, señora directora.

La directora lo volteó a ver.

Holbrooke: ¿Qué deseas, muchacho?

Hombre de gafas oscuras: Oh, nada. Simplemente quería recordarle que es un placer ayudarles. Créeme que no hay mayor honor que aportar en una causa como esta.

La directora sonrió cálidamente.

Holbrooke: Y nosotras en serio estamos agradecidas. No hay palabras que lo describan ni regalo que lo demuestre, pero lo sentimos en el muy fondo de nuestros corazones.

El hombre asintió, sonriendo entre dientes.

Hombre de gafas oscuras: Sí, pero la mayor parte del agradecimiento la tiene ese mexicano que las ayudó. Ehm... ¿Cómo se llama?

Antes de que alguien pudiera responder, Elizabeth se adelantó, sin mirarlo a él, solo al frente.

Elizabeth: Es un secreto. Él ya está muy ocupado como para tener a muchos reporteros haciéndole muchas preguntas.

El hombre volteó hacia ella, confundido.

"¡¿Qué-?! ¡¿Cómo...?!", se preguntaba él.

La directora asintió por lo que dijo Elizabeth.

Holbrooke: Lo siento, pero esa fue su decisión. No podemos revelar nada de él hasta que se recupere.

El hombre hizo una mueca de disgusto.

Hombre de gafas oscuras: Hmf, como quieran.

Todos lograron reunirse con las mujeres, y rápidamente los representantes se sorprendieron, pues eras demasiadas. Durante estos días, ellas se bañaron y se alimentaron bien, pero en sus ojos se podía ver todavía el miedo, el terror traumático.

Los representantes fueron con ellas para hacerles preguntas sobre su bienestar y salud. Por otro lado, el hombre de gafas fue a hacer otro tipo de pregunta con quien pudo de ellas.

El hombre se acercó a una niña junto a su madre.

Hombre de gafas oscuras: Hola, pequeña. Debes estar feliz por haber sido salvada, ¿no?

La niña se ocultó detras de su madre, asomándose un poco. Ella asintió.

Hombre de gafas oscuras: Debe ser muy fuerte el que las salvó a todas ustedes, ¿no?

La niña asintió, mostrando un poco de felicidad.

Hombre de gafas oscuras: ¿Podrías decirme su nombre? Quiero conocerlo un poco.

La niña no lo pensó. Ella rápidamente negó con la cabeza, para la molestia del hombre.

Este gruñó y rápido se olvidó de la niña para ir a la siguiente.

Todos sus intentos de obtener al menos la mínima información del mexicano era la misma: "No puedo decirle su nombre", "Se lo prometimos", "¿Que quién es él? Él es nuestro héroe", "Vaya a preguntarle a su abuela", "¿Eres policía o por qué tanta pregunta?", "Se llama Quetim, y se apellida Porta... Quetim-Porta, metiche".

Ese hombre no consiguió nada. Ni siquiera él se lo creía.

"¡Miserables mujeres! ¡No les cuesta nada decir su nombre! ¡Él no sabrá que lo delataron!", pensaba él.

Pero, a la distancia, miró a las alumnas de Luna Nova en un pequeño curso con María. Ella les estaba enseñando técnicas de defensa y ataque, cosa que ellas replicaban... Al menos iban aprendiendo, pues lo hacían fatal. Aunque hay excepciones como Rita, Hilda, Chloé, Sarah, Elfriede, Verochka,  y, ¿cómo no?, Diana Cavendish.

Además, una que resaltó también era la estudiante Atsuko Kagari, sorprendiendo a todas. Nadie se imaginó que ella sabía de karate, y demasiado.

El hombre sonrió entre dientes. Él iba a voltear hacia donde los demás para asegurarse, pero la directora justamente se paró a su lado, asustándolo.

Holbrooke: Te llamó la atención sus clases, ¿no?

El señor se ajustó las gafas.

Hombre de gafas oscuras: E-ehm... S-sí... Sí, lo hizo.

Holbrooke: Después de lo que pasó, ninguna quiere pasar por lo mismo, otra vez. Estamos trabajando para agregar clases de defensa para evitar más catástrofes y, además, darle al mundo algunas defensoras.

El hombre asintió, teniendo las ganas de decirle: "No se lo pregunté".

Holbrooke: Más tarde, haremos un banquete para todos ustedes. Es nuestra muestra de agradecimiento. Estará lista cuando terminen su trabajo. Ahí, puede preguntarle sus dudas a las alumnas. Se ve que tiene interés.

El hombre sonrió para sus adentros. Claro que tiene interés, y esto le viene como anillo al dedo. El señor se llevó la mano a la bolsa de su pantalón, sintiendo el cuchillo que le dio su hermano.

Hombre de gafas oscuras: Oh, como no tienes idea...

La tarde llegó, y  todos se sentaron en una silla para degustar la comida preparada. Al ver la calidad de la deliciosa comida, se podría decir que pudieron restaurar la cocina más de la mitad.

Los representantes agradecieron por la comida, y ellos, junto las mujeres, niñas, alumnas y maestras se dispusieron a comer.

El hombre de gafas comía de su comida, valga la redundancia, pensando cómo acercarse a una alumna y hacerle una pregunta.

Pensó y pensó, y no se dio cuenta que el banquete estaba a punto de terminar. Se dio cuenta cuando todos se levantaron, a gustos y satisfechos.

"¡¿Qué?! ¡¿Tan rápido?!", se preguntó a sí mismo.

El sol ya se iba a ocultar, y los invitados ya tenían toda la información que buscaban. El tipo se desesperó, y fue con una maestra al azar, siendo esta Lukić.

Hombre de gafas oscuras: Oiga, señora. Yo-

Lukić: Señora tu madre.

El hombre suspiró.

Hombre de gafas oscuras: Disculpa, profesora. Quisiera ver al joven que salvó a todas las mujeres. Quiero hacerle unas preguntas.

Lukić: Me temo que no se podrá.

Hombre de gafas oscuras: ¿Por qué?

Lukić: Se encuentra en tratamientos especiales. Además que...

La profesora se acercó al oído del hombre y susurró:

Lukić:... 'Está en coma...'

Él hombre se emocionó al oír eso. Él y su hermano sabían de lo que es capaz ese chico, así que le viene bien que esté en ese estado, pues no podrá defenderse.

Hombre de gafas oscuras: Comprendo...

El hombre se alejó, pero Lukić lo tomó como sospechoso.

El hombre se alejó un poco y se acercó a una estudiante que estaba con sus amigas.

Hombre de gafas oscuras: ¿Oigan, saben dónde queda la enfermería? Piso y salón.

Carmen: ¿Por qué quieres saberlo?

Hombre de gafas oscuras: Escuché que ahí está el tipo que las salvó. ¿Cómo se llamaba?

Entre ellas se miraron.

Maria: Creo que habla de México.

"¡¡Es él!!", pensó el hombre. Él reconoció ese molesto apodo que usa para ocultarse.

El hombre se vio ancioso.

Hombre de gafas oscuras: ¡S-sí! ¡Él! ¿Dónde queda la enfermería? Tengo algo que darle.

Katya: Se encuentra en el tercer piso. Reconocerás la puerta en cuanto la veas.

El hombre intentó ocultar su sádica sonrisa, pero no pudo. Las tres estudiantes sintieron escalofríos al verlo tan extaciado.

Hombre de gafas oscuras: Gracias... por su cooperación..., chicas.

El hombre se dio la media vuelta y caminó, perdiéndose entre los representantes.

Maria:... Ay, no. Siento que algo malo pasará...

~

Holbrooke: Agradezco que nos dieran de su tiempo.

Un representante: No hay qué agradecer. Es nuestro deber el mantener la paz entre todos.

La luna se levantó ante el territorio de Luna Nova, y el sol se ocultó entre el horizonte. Todos ya se estaban preparando para ir, y se estaban despidiendo de todas.

Todo iba bien, pero la directora pudo notar la ausencia de uno de ellos.

Holbrooke: ¿No se olvidan de uno?

Preguntó ella, confundiendo a todos quienes se miraron para ver si faltaba alguien.

Representante: No, no lo creo. Venimos un total de personas, y nadie falta.

Holbrooke: Yo estoy segura que falta uno, uno con lentes de sol

Representante: ¿Con lentes de sol? Nadie de nosotros venía con algo así.

La directora tuvo un mal presentimiento. Giró para ver la academia y dijo:

Holbrooke: Oh, no...

"¡Oh, sí!", exclamó en sus pensamientos el hombre quien corría a toda velocidad por los pasillos de Luna nova.

Tan pronto como todos los representantes salieron de la academia, él se escabulló para ir directo a la enfermería.

"¡Ja, ja, ja! ¡Asombroso! ¡Nadie puede notarme mientras tenga estas gafas puestas! ¡La tecnología y la magia van bien de la mano!"

El hombre pasó entre alumna y criatura mágica, y nadie lo notó a pesar de que sentía el viento cuando él pasaba a su lado.

Ese hombre llegó a su destino, parándose frente la puerta. Sonrió y entró, mirando algunas profesoras preparándose para dormir, pero no al mexicano.

"¡¿M-me mintieron?!..."

Pero él notó otra puerta cerrada. Él pasó por ahí, llegó y la abrió, asomando la cabeza. Él sonrió cuando lo vio ahí, durmiendo sentado mientras todo su cuerpo estaba conectado a muchos aparatos.

Él entró,y bloqueó la puerta con seguro y le puso una silla que estaba ahí. La enfermera estaba recargada en su escritorio, bebiendo café mientras tenía una expresión que decía: "Pronto se despertará, pronto se despertará, pronto se despertará, pronto se despertará, ¡pronto se despertará!..."

La enfermera le iba a dar otro sorbo a su café. El señor la miró de arriba a abajo, y de abajo hacia arriba. Él sonrió, y se acercó.

Hombre de gafas oscuras: Qué lástima que sea casado...

Acercó su cara para verla mejor, pero la enfermera estornudó justo en ese momento, salpicando el café y su mucosidad.

Hombre de gafas oscuras: ¡Agh, cúbrete o mira a otro lado, perra!

Enfermera: ¿Eh?

El hombre cometió un error.

En efecto, mientras el usuario posee unas gafas como las que tiene este tipo, pasará de desapercivido ante todos. Nadie lo veerá, nadie lo sentirá, nadie lo escuchará. Pero, si el usuario se dirige hacia alguien, esta persona podrá verlo a menos que lo pierda de vista.

Este hombre, al momento que se dirigió groceramente hacia la enfermera, ella lo miró aparecer de la nada, oyendo lo que dijo.

Enfermera: ¡¿Oye, tú quién eres?!

El hombre se paralizó. Era tonto pensar que tal vez no era a él a quien se dirige la enfermera.

Este se limpió, y después miró a la enfermera. Ella lo veía seriamente molesta.

Enfermera: Te pregunté que quién eres.

"Fui descubierto", fue la conclusión del hombre. Él llevó su mano a su bolsa, y después se lanzó hacia la enfermera, sacando un cuchillo.

Enfermera: ¡Hya!

La enfermera logró esquivarlo, y le arrojó lo que le quedaba de café, quemándole la espalda.

Hombre sin gafas oscuras: ¡¡Aaaaaaaargh!! ¡¡Perraaaaaaa!!

~

Las maestras afuera de la puerta escucharon un escándalo raro. Todas se miraron entre sí y algunas se acercaron a la puerta. La tocaron.

Badcock: ¿Te encuentras bien, Gaia?

La profesora intentó abrir la puerta, pero se llevó la sorpresa de que estaba bloqueada.

Badcock: ¿Pero qué? ¿Está cerrada?

Las maestras se preocuparon severamente.

~

El hombre, furioso, comenzó a atacar sin técnica por la frustración que sentía. La enfermera evadió cualquier ataque, y de paso le dio uno que otro golpe en el rostro.

La enfermera sacó un bolígrafo de su bolsillo frontal y se lo encajó en el ojo.

Hombre sin gafas: ¡¡Mi ojoooooooooooo!!

Él retrocedió mientras se tapaba el ojo sangrante. El dolor que sentía lo hizo enfurecer más.

El hombre, harto de ella, le escupió en la cara como recurso desesperado.

Enfermera: ¡Agh, puerco!

El hombre no esperó y se acercó peligrosamente a la enfermera, apuñalándola en el estómago.

Enfermera: ¡Hm!...

La enfermera llevó su mano a su estómago, y después la alzó, revelando sangre en ella.

El hombre era como su hermano, casi gemelos si hablamos de moral. Este hombre sacó el cuchillo y lo volvió a meter varias veces en diferentes puntos del estómago de la enfermera.

El sonido era horrible, y la sangre cayendo al suelo daba escalofríos.

La enfermera, con sus últimas fuerzas, agarró al hombre del brazo, metió su pie detrás del hombre y lo arrojó hacia una estantería, rompiéndola.

La enfermera se sintió débil. Ella retrocedió, topándose con la pared detrás de ella. Poco a poco fue cayendo al suelo, sentada. Su respiración comenzó a agitarse y su vista a nublarse; sus ojos... cerrarse.

La enfermera, jadeando, soltó:

Enfermera: Perdón, chico... No te protegí... como tú lo hiciste... con nosotras...

La enfermera miró su mano con la que intentaba retener la sangre.

Enfermera: Perdón... por no sanarte... como debí hacerlo...

Pero notó que el hombre volvió a levantarse después de que el mueble le haya caído encima, rompiendo la mayoría de las pociones, pero unas se salvaron al tenerlo a él como amortiguador.

Hombre sin gafas: ¡¡Eres una estúpida!!

El hombre agarró varias pociones y se las arrojó a la enfermera, golpeándola como si fueran pedradas. La enfermera ya no podía esquivarlas, estaba muy débil para hacerlo. Su cabeza estaba baja, caída. Estaba inmóvil.

Cuando el hombre vació su ira en ella, miró al mexicano.

Hombre sin gafas: Ahora sigues tú, T/N...

El hombre recogió su cuchillo y se acercó al mexicano. Del otro lado de la puerta, se oían los golpes para intentar abrir la puerta. Ya no solamente era la cerradura, sino la silla que la bloqueaba.

Abriendo un poco los ojos, su visión era borrosa. Oía los golpes, ahogados. Mirando hacia un lado, miró las pociones que le fueron arrojadas. Ella, la enfermera, era la experta, y reconoció las pociones.

Enfermera: Tú... eres... el... estúpido...

Ella acercó su mano lentamente para agarrarlas. Las tomó débilmente, abrió una y la bebió. Abrió otra y se la derramó encima.

Mientras hacía eso, miró lo que el hombre iba a hacer.

Con el cuchillo en alto, sonrió. Después, lo bajó a toda velocidad al mismo tiempo que gritó:

Hombre sin gafas: ¡¡Muereeeeeeeeeee!!

PAM

Pero fue detenido.

El mexicano, aún inconciente, logró atrapar la mano del hombre, desconcertándolo.

Hombre muerto: ¡¿Q-qué?!

De repente, miró que la sala se puso completamente oscura, siendo los únicos ahí él y el mexicano, este último flotando con la postura en la que estaba.

Después, el mexicano abrió los ojos, teniendo la esclerótica completamente negra y sus pupilas brillando de color rojo sangre.

El mexicano giró lentamente su cabeza para ver al hombre, causándole terror al conectar sus miradas

"Hay mejores formas para pedir la muerte..."

Habló la voz que salió de la boca del mexicano, una voz profunda y siniestra.

Hombre muerto: ¡¿Q-qué eres tú?! ¡Tu no eres normal!

El mexicano movió sus pies para tocar el suelo invisible de ese lugar oscuro.

"No lo soy..."

El mexicano soltó al hombre, pero este sentía que algo lo seguía agarrando, dejándolo inmóvil y sin escapatoria.

"Yo soy un mexicano..."

Lo último que vio el hombre fue un millón de puños volando hacia él, con claras intenciones asesinas.

Hombre sin huevos ni vida: ¡¡Piedaaaaaaaaaaad!!"

Enfermera: Tú... eres... el... estúpido...

Ella las tomó débilmente, abrió una y la bebió. Abrió otra y se la derramó encima.

Mientras hacía eso, miró lo que el hombre iba a hacer.

Con el cuchillo en alto, sonrió. Después, lo bajó a toda velocidad.

Hombre sin gafas: ¡¡Muereeeeeeeeeee!!

Cuando el cuchillo iba a hacer contacto con el mexicano, la enfermera alcanzó a ver, antes de desmayarse por la pérdida de sangre, que el hombre salió disparado hacia la pared, explotando y dejando la pared llena de su sangre y tripas, dejándolo definitivamente irreconocible al no quedar nada de su ser.

Enfermera: ¿Q-qué...?

Pero hasta ahí llegó ella. Ella se desmayó.

Justo cuando ella se desmayó, la puerta fue derribada de una patada por Ursula quien tomó vuelo para realizar eso. Cuando todas entraron, se aterrorizaron al ver mucha sangre y tripas. Algunas se regresaron para no vomitar, pues llegó el olor intenso a sangre.

Ursula: ¡¿Qué pasó aquí?!

Ursula miró a la enfermera, ensangrentada y desmayada.

Ursula: ¡Gaia!

Finnelan entró cuando Ursula fue por la enfermera.

Finnelan: ¡Por las Nueve Brujas Ancestrales, ¿qué sucedió aquí?!

Finnelan dio un vistazo rápido a la habitación. Miró al mexicano intacto, una pared llena de porquería, y a la enfermera intentando ser despertada por Ursula.

Ursula: ¡Ella está gravemente herida! ¡Se desmayó!

Finnelan se quedó sin palabras. Las dudas perdurarán por un tiempo. No se ve ningún culpable, hasta ahora, y el casi sospechoso sería el mexicano, pero eso es algo imposible.

Holbrooke: ¡Señorita Finnelan!

Hasta que la directora llegó corriendo a la enfermería. Se veía notablemente cansada. A su lado, acompañándola, estaba Diana quien se enteró de la situación cuando se topó con la directora algo apresurada. Diana decidió seguirla una vez que la directora le contó la nueva situación.

Ellas dos entraron, y vieron algo que deseaban no haber visto. El olor a sangre llegó a ellas, asqueándolas.

Diana: Por el amor de Beatrix...

Finnelan: Directora, señorita Cavendish, no sabemos qué ocurrió aquí. F-fue todo tan de repente, se los juro.

Holbrooke: Lo sé, Anne. Descuida...

Dijo la directora, todavía recuperando el aliento.

Holbrooke: Creo que tiene que ver con alguien que se infiltró entre los representantes que vinieron hoy.

Finnelan: ¿Un infiltrado?

Holbrooke: Recuerdo que un hombre con lentes de sol preguntó insistivamente por el joven Tenochtitlan. No pensé que fuera alguien malo...

Diana miró hacia el joven mexicano. Este parecía estar tranquilo, pero algo no le cuadraba a ella.

"¿Por qué tanta gente se esmera por matarlo? ¿Qué tiene de especial? O, mejor dicho... ¿qué hizo él para merecer esto?...", se preguntaba a sí misma la señorita Cavendish. Ella se comprometió a llegar al fondo del asunto. Por el bien de todos.

Ursula: Ay, no... Gaia...

Lukić: Tranquila, hija.

La profesora de pociones se acercó a Ursula quien ya se estaba lamentando por la enfermera.

Lukić: Mira sus manos.

Las maestras vieron hacia donde dijo la profesora, y notaron dos opciones vacías, pero con un poco de líquido.

La profesora Lukić tomó una, la inclinó y vertió un poco en su mano. Después, se bebió el líquido. Ella supo qué poción era.

Lukić: Ella se tomó dos opciones curativas. Las últimas, al parecer. Ella está gravemente herida, pero se recuperará. Solo necesitamos cuidarla hasta ese entonces.

Todas se impresionaron. Ursula levantó la ropa que tenía puesta la enfermera para ver su estómago. Las heridas estaban ahí, pero el sangrado se detuvo, y poco a poco se iban cerrando.

Lukić: Si tanto les preocupa, límpienla y póngale vendas. Al menos así aumentará su recuperación.

Todas se le quedaron viendo a la profesora, incrédulas.

Lukić:... ¿Qué? Su abuela y yo éramos amigas y rivales. Jamás supimos quién era mejor de las dos... Aunque me atrevo a decir que yo soy la mejor.

Ursula: ¿Después de que falleciera ella?

Bonk

La profesora Lukić golpeó a Ursula en la cabeza, con un bastón.

Lukić: ¡Hmf! ¡Grosera! ¡Insultas mi conocimiento!

De repente, alguien más llegó a la enfermería, tapando la entrada con un cañón gigante.

Pánfilocrasio: ¡¡Tranquilo, amigo, hemos venido a rescatarte!!

Primo/Español/Joven: ¡¡Primoooo!!/¡¡Panoliiiiii!!/¡¡Maestroooo!!

Todos guardaron silencio cuando vieron la escena. Las profesoras se sorprendieron por el artefacto que estos cargaban, pero los varones miraban la escena. Miraron a la enfermera llena de sangre y después a la pared, y después a la enfermera, otra vez.

Primo: Uy...

Español: ¿Qué pasó?

Primo: Llegó Andrés.

Joven: ¿Quién es Andrés?

Ubicación: Cuartel Mágico de la Prisión Mágica (CMPM).

El Jefe: ¿Por qué tardas tanto?...

En la oficina del jefe, este señor estaba esperando a su hermano quien fue en la misión de matar al mexicano, pero nomás no llegaba este hermano suyo.

El jefe gruñó, frustrado.

El Jefe: ¿Habrá fallado? ¡¿Lo habrá logrado?! ¡¿Dónde estás, hermano?!

De repente, la puerta fue tocada. El jefe se tranquilizó un poco al pensar que se trata de su hermano. Él sonrió, exhalando y suspirando.

El Jefe: ¡Adelante!

Pero de la puerta entró Bryan, borrándole la sonrisa al jefe.

El Jefe: Agh... ¿Qué quieres?

Bryan: Jefe, se nos ha informado que alguien sospechoso se infiltró con los representantes. Dicen que atacó parte del personal de la escuela. Ya fue denunciado y lo están buscando.

El jefe cerró los ojos y gruñó, llevando sus dedos a su frente y dándose un masaje. Bryan suspiró.

Bryan: Tuviste algo que ver, ¿verdad?

El Jefe: Tenía que confirmar si era el mexicano que buscamos.

Bryan: No es justificación. Esa persona que envío casi mata a una mujer inocente.

El Jefe: Daño colateral.

Bryan: Si se enteran, tu carrera correrá peligro. Debes de ser menos extremista con tus ideologías-

El Jefe: ¡Yo sé lo que hago! ¡Yo soy el jefe! ¡Tú te callas y me obedeces!

Bryan: Ser un jefe es ser un líder, no un dictador aluciando.

El jefe bufó, furioso como siempre.

El Jefe: Si es todo lo que me tenías que decir, te puedes ir.

El jefe miró la foto del mexicano.

El Jefe: Creo que Luna Nova no es una escuela inservible como creí.

Bryan: ¿A qué se refiere?

El Jefe: A que esa escuela ya tiene prisionero a nuestro prófugo de la justicia... Solo es cuestión de reclamar nuestra presa.

Bryan: Tratarlo como animal no es muy justo ni moral.

El Jefe: ¿Por qué?

Cuestionó el jefe, levantándose de su asiento.

El Jefe: Él asesinó a miles, comunidades enteras, la mayoría inocentes. ¿Por qué perdonarle la vida? ¿No es esa una razón justa para atraparlo? ¿No es eso moral? El que peca es castigado.

Bryan: El que peca es castigado por Dios, no por nosotros. No está en nuestro poder.

El Jefe: Sí lo está; en mi mundo perfecto, donde yo seré el que mande por encima de todos. No habrá piedad para el que cometa delitos, sean chicos o grandes. Una utopía, donde el inocente no temerá día con día de la maldad constante. Donde yo veré el movimiento de todos y castigaré el que no cumpla las reglas.

Bryan: Eso no es una utopía ni un mundo ideal, pues se prohibe de la libertad.

El Jefe: ¿Dices que está bien asesinar a inocentes?

Bryan: Digo que no está bien controlar a todos por tu ideología radical, señor. La justicia existe, y llega cuando sea necesario.

El Jefe: ¿Y por qué esperar si podemos hacerlo nosotros mismos?

Bryan: Pero...

Bryan se detuvo y suspiró. Jamás pudo ganarle a su jefe por más que lo ha intentado. Jamás pudo hacerle cambiar de opinión.

Bryan: Bien, entonces me retiro.

El jefe sonrió.

El Jefe: No te preocupes, Bryan. Cuando gobierne sobre todos, verás los resultados positivos.

"Lo dudo", pensó Bryan, antes de cerrar la puerta detrás de él.

Una vez a solas, el jefe escribió en una hoja algo. Después, se dirigió hacia su tablero donde tenía la información del mexicano y pegó la nueva hoja, revelando el nombre de cierta escuela.

El Jefe: Tal ves vaya a darte una visita después de que te recuperes... Luna Nova.

Fin del capítulo 53.

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Bueno, eso sería todo xd.

Uff, vaya cosas las de este capítulo, ¿no?

Siento que ando volviendo a mis orígenes como escritor, escribiendo con algo en mente y agregando más cosas mediante escribo.

Se siente... bien.

Además, como ya dije (creo), publicare capítulos miércoles y domingos, para así tener un orden al menos.

Además, este capítulo se subió hoy, el 2 de octubre. Ese día jamás se olvida.

En fin, espero que les haya gustado este capítulo.

Si es así, qué bien.

Y si no, también xd

Me despido.

Adiós y que Dios los bendiga a todos ustedes y sus seres queridos (sean creyentes o no)

¡¡Nos vemos!!

¡¡¡¡TIMOITASE!!!!

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