3.- Explorando la Universidad (1/2)


Ante mí se alzó una enorme entrada. Comenzaba por unas anchas escaleras de piedra que conducían a un enorme patio frontal en donde se hallaba un gran camino de piedra dividido en dos por una cuneta central. Tanto en los lados como en la cuneta había hileras perfectas de árboles de bellas flores rosas que contrastaban con las hojas azules. El camino continuaba por más de 150 metros directo hacia la entrada del primer edificio, donde un portón doble de grueso vidrio reflejó mi cara mientras me acercaba.

El portón se abrió automáticamente al pararme enfrente. Entré a una sala de recepción, donde la recepcionista digitaba algo en un computador. No parecía haber nadie más.

Me acerqué a ella, o él, ya no sé con los vole. Pero poco me importaba su sexo, estaba nervioso por llegar al fin.

—Hola. Soy un alumno nuevo— me presenté.

Ella, voy a asumir que era mujer, me miró hacia arriba con una sonrisa de bienvenida.

—Buenas noches, caballero ¿Me podría indicar sus datos?

—Me llamo Arturo Gavlem, vengo recomendado por el escuadrón de magia del imperio noni.

La señora escribió en un computador escondido detrás del mostrador.

—Aquí está. Usted está inscrito para comenzar las clases este semestre. Su matrícula está pagada, y... ¡Oh! Veo que ya es un mago, un Novaorbis, más encima.

—¿Un qué?— salté.

—Un novaorbis. Es una separación que usamos para diferenciar a las clases de magos. Nova alude al primer tramo, y Orbis es el tipo de magia: Magiorbis. Usted domina sólidos y líquidos, por lo que se encuentra en el primer tramo de la Magiorbis.

—¿Tramos?

—Suena complicado, pero dentro de nada se le hará fácil entender. Se usa mucho para presentar a los magos formalmente. Pero usted debe estar cansado de su viaje, permítame entregarle la llave de su habitación.

Me pidió la mano. Yo se la di, y ella la dio vuelta para apuntarme con lo que parecía un puntero láser conectado al mostrador.

—La puerta se abrirá solo cuando usted gire la manilla— me explicó— su habitación es el número 402.

Justo en ese momento apareció otra señorita uniformada desde un pasillo y se nos acercó.

—Lleva al mago Gavlem a su habitación, por favor— le pidió la recepcionista.

—De inmediato— contestó en un tono suave. Luego me miró a mí— permítame, por favor.

Tomó mis maletas y se marchó por el pasillo. Yo agradecí a la recepcionista y me apresuré a alcanzar a la asistente.

—Usted es alumno nuevo ¿Verdad?— preguntó ella.

—Sí.

—Y aun así es un mago. No recibimos muchos alumnos así.

Me miró unos segundos bien fijo a la cara. Yo desvié la mirada, tímido. Los vole en general tenían algo que los hacía bastante atractivos. Creo que eran las facciones de su cara. A los humanos nos gustan los ojos grandes. Esos colmillos no estaban nada mal, tampoco.

—Las clases comenzarán dentro de dos semanas. Normalmente la matrícula incluye los gastos de alojamiento y comida durante el período de clases, pero en su caso pagaron estas dos semanas de estadía previa, también. Mañana puede solicitar un recorrido por la universidad, así como un manual con las reglas de estudiantes. Como es un mago, sugiero que también busque el reglamento civil de magos del Directorio de Magia. Este documento le servirá para conocer las normas que deben seguir los magos dentro de Luscus.

—Tiene sentido— comenté.

Caminamos por unos pasillos y salimos del primer edificio a través de una puerta trasera, menos ominosa que la entrada principal, pero igual de elegante y bien presentada. Desde ahí entramos al cuerpo del campus; con varios edificios grandes, caminos amplios y bonitos donde un montón de gente podía desplazarse a la vez, y áreas verdes de descanso con asientos por doquier para todos los estudiantes que quisieran tomarse un momento entre clases.

Nosotros nos desviamos hacia la izquierda, hacia uno de los edificios más grandes; los dormitorios. El camino de piedra por donde pasamos estaba tan bien cuidado como el de la entrada, solo que las flores de los árboles eran violeta. También noté un letrero con un mapa holográfico, con un botón que decía "Pulse para saber su ubicación". Había otras personas por ahí además de nosotros; un par de jóvenes en un banco, un chico leyendo un libro como si su vida dependiera de ello, incluso vi un mago anciano, desplazándose sobre una plataforma que flotaba unos centímetros en el aire. A nadie le llamó la atención más que a mí.

Pronto no hubo nadie cerca. Entonces me atreví a preguntar algo que había estado en mi cabeza desde antes de llegar.

—Disculpa, de camino aquí vi a una maga que hizo unos anuncios en el centro, y me preguntaba...

—Ah, los polímatas— la reconoció la asistente— usted es nuevo en Luscus ¿Verdad? Permítame aconsejarle evitar hacer caso de declaraciones de criminales como ella. Después de todo, ella misma ha matado a mucha gente.

—¿Oh? ¿En serio? ¿Entonces lo que dijo sobre el director era mentira?

—Completamente infundado. Nuestro director nunca haría algo tan vil. Lo entenderá cuando lo conozca.

—Ah... entiendo.

No me había esperado esa opinión, pero me imaginé que la situación debía ser más complicada de lo que podía ver a simple vista. Tenía que averiguar sobre esa maga, por lo menos entender qué clase de magia había usado para volar tan libremente. No había usado el viento para levantarse, porque habría sentido la corriente del aire y el silbido que produce. Tampoco se había elevado usando plataformas sólidas en sus zapatos, porque se habría notado que se apoyaba en sus pies. No podía esperar a entenderla.

Finalmente llegamos a los dormitorios, donde nos encontramos con uno de los supervisores que cuidaban el lugar. Este me llevó a mi habitación y me explicó algunas de las reglas básicas; no hacer ruidos molestos después de las 20:00, nada de magia ni sustancias peligrosas, no ingresar ninguna clase de mascota, y nada de drogas ni alcohol.

La asistente me llevó a mi habitación y se despidió en la puerta. Al entrar, me encontré con una pieza más grande de lo que esperaba; tenía espacio para una cama de plaza y media, un escritorio, un sillón con una mesita de centro y hasta un baño propio, y aun así podía moverme con normalidad.

—Esta no es la pieza de un estudiante— pensé.

Me había imaginado que en un destino tan popular como la universidad de Luscus no tendría tanto espacio para darles a sus alumnos. Quizás subestimaba la calidad de vida del país.

Estaba cansado, así que me limité a dejar mi maleta en el suelo, ir al baño y me acosté en la cama. Era suave, sentía como que me derretía.

No podía creer que estaba en la universidad de magos. Quería aprender todos los tipos de magia YA, quería ir a la biblioteca y leer todos los libros, recorrer todos los rincones de ese enorme lugar. Pero mi cansancio terminó ganando y me quedé dormido de un momento a otro.

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Al día siguiente fui de inmediato a solicitar una visita guiada de los recintos, pero al dirigirme a recepción, se me acercaron de inmediato dos vole con trajes formales que no había visto antes. Además, la recepcionista de turno era una persona distinta.

—Buenos días, mago Gavlem. Es un gusto conocerlo— me saludó una de las vole.

Ambas se presentaron, pero sus nombres se me olvidaron de inmediato.

—Venimos del ministerio de interior. Nuestros registros indican que usted es un novaorbis y venimos a completar los datos para declararlo un mago oficial del imperio vole.

—¿Ah? ¿Un registro?— repetí exaltado— no sabía que debía registrarme.

—A la mayoría de los magos les toca ir y hacer el trámite ellos mismos, pero de cuando en cuando surgen casos excepcionales como el suyo. No se preocupe, es nuestro trabajo. Este registro sirve para darle los beneficios correspondientes a cada mago del imperio, sobre todo de Luscus— explicó la volir— además, si llegara a tener un accidente o necesidad de un trámite legal, le será más fácil haberse registrado en vez de tener que hacerlo en el momento.

—Ah... bueno.

No entendía muy bien cómo operaría mi condición de mago en una demanda o un accidente, pero no pretendía enemistarme con el estado de Luscus. Un registro no debería hacer mucho mal.

—Para el registro solo necesitamos una pequeña demostración de los tipos de magia que domina. En este caso hemos traído dos muestras.

La otra volir me mostró una botella de agua y un cubo de metal del tamaño de una moneda.

—Oh, claro.

Levanté el cubo hasta el techo y saqué toda el agua de la botella para formar un remolino sobre nuestras cabezas. Luego regresé el cubo y el agua hacia las manos de la volir del gobierno, mientras la otra marcó dos cuadrados en un holograma.

—Excelente, un novaorbis de segundo grado, entonces. Muchas gracias por su cooperación, mago Gavlem. Por favor, acepte este regalo por las molestias.

La asistente volir me pasó una barra de chocolate. Yo abrí los ojos de par en par mientras una explosión de felicidad se apoderó de mi cuerpo.

—¡¿Para mí?!— exclamé.

—¡Por supuesto! ¡Bienvenido a Luscus!— me espetó la señora.

Tomé la barra de chocolate y me la metí entera a la boca. Ambas vole del gobierno se despidieron y se marcharon, y yo las despedí con una sonrisa cubierta de chocolate baboso, hasta que me di cuenta que debía verme ridículo y cerré la boca.

Luego me dirigí a recepción para pedir un tour por la universidad, y esta me dijo que se realizaban una vez a la semana los sábados, y recién era martes. No estaba seguro de si aguantaría todo ese tiempo, pero decidí inscribirme de todas maneras. Podía explorar por mí mismo y luego ir al tour de todas maneras por si se me había pasado algo.

Por mientras, mi destino estaba claro.

—¡Hacia el comedor!— exclamé en mi mente.

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Tuve que preguntar un poco y mirar letreros, pero después de un rato encontré el comedor general, donde servían desayuno todos los días ¡Todos los días! ¡Me daban comida gratis todos los días!

El comedor era impresionantemente grande, como suelen ser los lugares en Nudo en general. Solo que en ese momento había poca gente, quizás porque quedaban todavía dos semanas para que las clases comenzaran. Aun así, había comida más que suficiente esperando en uno de los seis puestos que se encontraban distribuidos alrededor.

—¡¿Un buffet?!— exclamé en mi mente.

De inmediato fui, tomé un plato y me dirigí a la mesa con comida. Estaba algo nervioso por ser nuevo. Miré alrededor y noté a cocineros trabajando en la cocina. Los miré un rato, esperando hacer contacto visual para que alguien me confirmara que no había problema en que sacara comida de ahí, pero nadie se fijó en mí.

Bajé la vista a mi plato, luego miré a los lados por si estaba haciendo esperar a alguien su turno, pero no había nadie; yo era el único parado, fuera de los cocineros. Tímido, me serví un poco de todo lo que vi, o eso intenté, porque mi plato se llenó antes de lo que creía. Cuando ya no pude servirme más comida, miré una mesa donde se habían reunido casi todos los comensales ahí; conversaban amenamente y se veía que la pasaban bien. Sentía algo familiar proveniente de ellos... entonces me di cuenta que algunos debían ser magos. Sentía sus extremidades mentales. Solo que a esa distancia, y como estaban juntos, no podía identificar a los que eran magos de los que no eran. Quizás había uno, quizás eran todos magos. Me pareció curioso, nunca había tenido ese problema, aunque bien, nunca había intentado identificar a un mago desde un grupo. Luego noté a un chico similar a mí, sentado solo en otra mesa, comiendo por su cuenta. Al verlo, supe que yo no era el único chico solitario, y eso me dio un respiro de alivio.

Fui y me senté en otra mesa para comer por mi cuenta. La comida estaba espectacular; había legumbres bañadas en salsa espesa, carbohidratos esponjosos con saborizantes salados, carne de tres animales distintos, verduras, grasas, frutas y todo lo que pudiera imaginarme. Sentía que hacía mucho tiempo que no comía un desayuno tan bueno como ese.

Al terminar, pensé en repetirme para probar lo que no había alcanzado a ponerme en el plato, pero me di cuenta que estaba satisfecho. Es una sensación muy rara, volver a estar satisfecho. Casi no podía creerlo, pero no quería más comida.

Así que me levanté, dejé mi plato en el estante de platos usados, y me retiré. Parecía un sueño hecho realidad.

Tenía ganas de ir a la biblioteca de inmediato para devorar todos los libros que tuvieran, pero la comida me había dejado soñoliento y no quería quedarme dormido sobre un libro cuando podía estar leyendo, así que decidí adelantar mi recorrido por la universidad. De todas maneras necesitaba explorarla para ubicar la biblioteca.

Salí del comedor hacia un pasillo amplio, desde el cual me puse a recorrer el edificio. Descubrí un baño y un par de salas de conferencias en el primer piso. Luego subí por unas anchas escaleras alfombradas y me encontré con salas de oficinas. Las puertas estaban abiertas a la mitad, pero adentro noté gente trabajando, por lo que no me atreví a entrar. Algunos de estos también eran magos, pero como con los comensales del casino, no pude identificar bien a los que eran de los que no eran. Me pregunté si la facilidad con que un mago percibe a otro tiene algún coeficiente determinado o simplemente se mide subjetivamente, como las escalas de dolor.

Mientras más me perdía dentro del edificio, más fascinante me parecía. Me encontré con salas instaladas como anfiteatros, miré desde una ventana patios para deportes, incluso me topé con un área de cine y otra separada para juegos. Lo malo de esas salas es que siempre están ocupadas, como en ese momento, que tenía a cuatro sujetos concentrados en un juego de... me asomé a ver. Era un juego de deportes.

Malditos casuales— pensé.

Rápidamente me alejé de esa sala antes de que me vieran y continué mi camino.

Deambulé un buen rato, fascinado. Para sorpresa de nadie, la mayoría de las salas que encontré eran salas de clases, casi todas con el mismo diseño o algo similar. También había unos cuantos laboratorios, un gimnasio, un puñado de plazas interiores para descansar entre un edificio y otro. Después de unos minutos de caminar, me encontré al fin con la biblioteca.

Se encontraba detrás de puertas con grabados llenos de símbolos y barnizadas de forma distinta que otras puertas. Al abrirlas y cruzar el umbral, noté el olor a libros y el ambiente saturado de las bibliotecas. Advertí el puesto de recepción a un lado y decenas de pasillos con estantes llenos de libros. Arriba, recorriendo el perímetro por dentro, se erguían anchos pasillos de madera. Armaban un segundo, un tercer y hasta un cuarto piso, con puentes de vidrio que unían cuatro lados cada uno. El ambiente estaba bien iluminado y tenía colores suaves para leer en paz.

—Hola, no lo he visto por aquí— escuché una voz a un lado.

Al girarme noté a alguien detrás del mostrador, quizás la bibliotecaria, una sirivi tan flaca que parecía un asta, con arrugas en la cara y pelo canoso.

—Hola, sí, soy nuevo— me presenté.

—Era un broma, muchacho. Tus datos me llegaron por sistema interno— me espetó— mago Gavlem ¿verdad?

—Ah, sí.

Abrió un cajón y me entregó una pulsera electrónica. Yo la examiné, pero el diseño era liso y de una capa externa de goma, sin ranuras más que una fina línea en la zona superior.

—¿Qué es esto?

—Los libros de la biblioteca— indicó— necesito que firmes aquí, por favor.

Me entregó lo que parecía un aparato plano.

—¿Qué? ¿Los libros?— salté— ¿A qué se refiere?

—¿Qué cree? Le hago entrega de los libros de la biblioteca. Eso es una holoteca, una biblioteca holográfica, sirve para almacenar libros. Tiene todos los libros de la biblioteca.

—¡¿Qué?!— salté.

—Guarde silencio, por favor— me pidió ella.

—Ah, claro. Disculpe— dije bajando la voz— ¿Pero esto tiene todos los libros de la biblioteca?

—Sí, señor ¿Es la primera vez que ve una biblioteca holográfica?

Examiné de nuevo la pulsera que me había entregado.

—Pase la mano por la ranura para encender el holograma. Desde ahí puede acceder a todos los libros que quiera. Tiene un comando de voz, pero no se activará en este lugar.

Hice lo que me decía y de inmediato me rodeó un holograma en forma de un tercio de circunferencia. La interfaz me mostraba títulos sugeridos en primera plana, y escondidos en una barra de tareas encontré el menú principal, por donde comencé a buscar títulos. Podía organizarlos por fecha, tema, autor, incluso por orden de clases, o sea, por el orden de libros que me pedirían leer para cada clase que impartirían en la universidad. También podía buscar títulos específicos y hacer notas en mis copias de libros.

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