26.- Más te Vale Perder


Poco a poco se acercaba la fecha para el torneo de magia. Había varias categorías, dado que era un evento grande de toda Luscus, organizado y celebrado en un estadio de eventos deportivos perteneciente a la universidad. La ciudad entera estaba expectante de los atletas y las competencias.

Yo me había inscrito en dos competencias que me parecieron suficientes para medir mis progresos, pero no lo suficientemente competitivas para volverse desagradables; Puntería y Empuje.

La prueba de puntería consistía en tiro al arco, pero sin arco, solo con magia. Se podía usar cualquier tipo de magia mientras los magos atletas pudieran arrojar objetos y apuntarlos contra dianas. Obviamente, la mayoría de los participantes eran magos que controlaban los sólidos como yo, pero también sabía de unos cuantos que manejaban líquidos, gaseosos, incluso uno de electricidad.

La prueba de empuje consistía únicamente en empujar cosas grandes contra otro mago. El que pasaba todos los bloques al lado del otro, ganaba. Tan simple como eso, y sin embargo, era justo lo que necesitaba para probar la fuerza de mis extensiones. Sabía que habían aumentado gracias al entrenamiento de Prípori, pero necesitaba saber cuánto. Aún recordaba aquella vez en que nos enfrentamos al Encadenador y este me impidió mover un centímetro cúbico de cualquiera de los sólidos alrededor. En mi entrenamiento había afrontado esta debilidad, pero hasta que me probara contra otro mago, no sabía cuánto había progresado en realidad.

Finalmente, el torneo libre era un simple torneo de luchas de magia, similares a combates de gladiadores. Había equipos médicos y reglas muy estrictas para evitar que nadie muriera, pero aun así me parecía una competencia bárbara, inútil e insensible. Aun así, no tenía de otra que ir a inscribirme. Sin embargo, para cuando fui a las oficinas y lo solicité, la asistente del evento me dijo que yo ya estaba en la lista de participantes. No me sorprendía.

------------------------

Apenas tuve la oportunidad, le comenté a Prípori lo que había ocurrido. Ella y el resto de los polímatas me oyeron con atención.

—Hiciste bien— repuso Prípori, una vez terminé— ese Balurto ciertamente es un problema.

—¡Vamos a quemar su mansión!— apremió Marisa.

—Droguémoslo y abandonémoslo en medio de la nada— propuso Aversa.

—¡Owo!— dijo Otoor.

—Ya, tranquila, Otoor. No hay necesidad de exagerar— le reprochó Aconte.

Prípori suspiró.

—Nosotros nos encargaremos de este Balurto. Pero me temo que no podremos hacer algo antes del torneo. Al menos hasta que termine, intenta seguirle el juego ¿Estás bien con eso, Arturo?

—¿No está mal que me ayuden?— pregunté para estar seguro— se siente... sucio.

—Ayudar nunca está mal— replicó Prípori— Además, en términos fríos, esto es una inversión de los polímatas. No te he estado entrenando para que vayas y le sirvas a un tirano capitalista; te necesitamos aquí, ayudando como los demás, así que descuida.

Sentí que me quitaba un poco de la presión que oprimía mi pecho. Aunque solo fuera un cambio de perspectiva, era suficiente.

—Gracias.

—Solo recuerda nuestra regla de oro: los polímatas no matan a menos que sea en defensa personal. Por mucho que te chantajee, por muy feo que se ponga todo, no puedes quitar una vida que no amenaza directamente la de alguien más.

Yo asentí.

—Lo recuerdo bien— le aseguré.

—¡Bien! Chicos, doy inicio a la operación: salvar a Arturo y sus amigos.

—¡Sí!— exclamaron los demás.

—Arturo, suspenderemos las prácticas hasta después del torneo. Te necesitamos en plena forma para vencer a ese miserable— me ordenó Prípori.

—¡Muy bien!

------------------------

Cuando le contamos a Jrotta lo que había ocurrido, no se mostró muy sorprendida.

—Era de esperarse que la familia Balurto intentara algo, luego de los rumores que surgen sobre el hijo menor y usted.

—¿Los rumores?— repetí, extrañado.

—Sí... ¿No los había oído?

Mas Coni negó con la cabeza.

—Sí ha escuchado algo, es solo que le entra por una oreja y le sale por la otra— alegó.

—¿Qué? ¿En serio me perdí rumores sobre mí mismo?— salté.

—Corren rumores más o menos cada vez que se encuentran Jonás Balurto y usted— indicó Jrotta— algo sobre una confrontación en la sala, otra de que usted lo salvó en una clase de química.

—Y que lo enfrentaste por Zaralla, y el más reciente: que lo dejaste en ridículo cuando trató de acusarte falsamente— continuó Coni— este último debió ser la gota que rebalsó el vaso. Me imagino que por eso se metió Aurelio.

—Ya veo. Concuerda con lo que nos mencionó él— recordé— Jrotta ¿Tú lo conoces?

—Solo he intercambiado un par de palabras con él, lo he visto en uno que otro evento, pero es difícil para una noble de tan baja alcurnia como yo acercarme a alguien tan importante— aclaró.

—Es un mago de luz ¿Verdad?

Jrotta asintió.

—También creo que usaba magia de atributos.

Atributos: la magia que podía aumentar las características físicas de uno mismo, como fuerza, resistencia o velocidad. Era justo como lo sospechaba; de esa manera pudo arrojarme tan lejos y con tanta facilidad. Sin contar eso, su control sobre la luz debía ser bastante avanzado si podía concentrarla en rayos láser que penetraran carne.

------------------------

Los pocos días que quedaban para el torneo se esfumaron rápidamente. Me sentía nervioso de no poder entrenar. Ya no había nada que pudiera hacer para prepararme, tampoco sabía sobre los planes de Prípori; me había dicho que ella me contactaría cuando fuera el momento indicado.

El día anterior intenté relajarme, ni siquiera quise estudiar o ejercitar la mente, solo leí un par de libros de ficción que tenía pendientes y jugué con mis amigos. Las ansias me carcomían por dentro, pero no las de pelear contra Aurelio, sino las de pararme en medio de un estadio lleno de gente mirándome; quizás hasta me paralizara en el lugar. Intenté no pensar mucho en ello.

Esa misma tarde fuimos a cenar al casino como cualquier día, cuando de pronto noté una figura parada a un lado en nuestra mesa. Para mi sorpresa, se trataba de Jonás.

—¿Qué quieres?— inquirí.

Me preparé para lo peor en cuanto lo vi, pero luego de examinarlo unos segundos, me di cuenta que no parecía querer una pelea; tenía los hombros relajados, estaba solo y miraba alrededor como buscando a alguien.

—Ven a la plaza central cuando puedas. Tenemos que hablar— me espetó— es sobre mi hermano.

Sin decir más, se marchó. Coni, Jrotta y yo nos lo quedamos mirando, extrañados.

—¿Qué quiere ahora?— inquirió Coni.

—Nada bueno. Debe ser una trampa. No vaya, Arturo.

Me llevé una mano al mentón, pensativo. Jonás actuaba demasiado raro para dejarlo pasar.

—Al menos veamos qué es lo que quiere— propuse.

—¿Qué clase de trampa se te ocurre?— le preguntó Coni a Jrotta.

—No lo sé ¿Quizás una especie de veneno? ¿O intente herirlo de alguna manera antes del torneo?

—¿Crees que se atrevería a hacerlo en medio de la universidad?— saltó Coni.

—Es... es posible— musitó Jrotta.

—Si no voy, estaré toda la noche preguntándome qué quería y no podré dormir. Prefiero una emboscada a eso— alegué.

Dicho y hecho, apenas terminamos de comer fuimos a la plaza central para ver qué quería. Para mi sorpresa, andaba solo. Miré a ambos lados, pero sus amigos no se hallaban por ningún lado, al menos no a la vista. Me detuve a dos metros de él, por si acaso.

—¿Qué quieres?— quise saber.

Jonás miró a mis amigos, pero no dijo nada sobre ellos.

—Mañana, contra mi hermano, deberías perder— me espetó.

—No me digas— bramó Coni— ¡Arturo le ganará sin problemas al brabucón de tu hermano!

—¡No me refiero a eso!— alegó— Aurelio es más fuerte que tú, de eso no hay duda, pero sé que existe una ínfima posibilidad de que lo derrotes. Si se presenta la oportunidad, creo que deberías evitarlo. Si llegaras a vencerlo en el torneo, te hará la vida imposible. Ni siquiera retirándote a tu estúpido mundo incivilizado conseguirás salvarte de él.

Yo me crucé de brazos, no muy convencido. Quise hablar, pero Coni tomó la palabra de nuevo.

—¡Nadie se cree tus mentiras!— exclamó sin miedo.

—¡No me hables así, plebeyo desubicado!— contestó un enfadado Jonás.

—Si vas a insultar a mis amigos, no veo razón para seguir escuchándote— le espeté.

—¡Está bien! Está bien, no le diré nada— se apresuró a decir— solo... tenlo presente. Lo digo en serio; si él perdiera contra ti, yo también estaría en problemas.

—¿Por qué?— inquirí— si él pierde, es cosa suya. Más encima, tú te verías mejor ¿No? "No fue solo uno de los hermanos Balurto que no pudo hacer nada contra Arturo, sino dos". Compartirán la culpa entre ambos,

—La gente no es tan simple, imbé... no es tan simple. Si Aurelio te gana, se burlará de mí por no poder hacer lo que él sí, y dejará el tema hasta ahí. El resto de la familia hará lo mismo. En cambio, si pierde, me culpará a mí por haberme metido en un problema tan grande yo solo. Sé que puedo parecer alguien exitoso frente a plebeyos como tú, pero en realidad mi vida no es tan envidiable: mi padre ya desconfía suficiente de mí, no puedo dejar que Aurelio destroce mi reputación aun más.

Me pasé una mano por la cabeza, sin muchas ganas de escuchar su trágica historia de niño rico.

—Ya veo. Repetir un año en la universidad debió ser duro. Si cayeras con una falta grave más, no sabes si podrías recuperarte.

—¡Yo nunca te dije que repetí!— alegó Jonás.

—¿Era secreto?— inquirí.

Él miró al suelo, frustrado.

—No... no pensé que tú lo supieras ¿Quién te lo dijo?

Miró a Coni con el ceño fruncido.

—Llegaste aquí un año antes que yo, pero estamos en el mismo curso de introducción ¿Cómo esperabas que no me diera cuenta?— alegué— nadie me dijo algo tan obvio.

Jonás chasqueó la lengua, cada vez más frustrado.

—Tenías que ser la estrella del curso— rezongó— en fin, eso es todo. Ni se te ocurra intentar ganarle, mucho menos haciendo trampa. Al menos es improbable que lo hagas.

Suspiré, contemplativo. Nunca pensé que Jonás fuera y me pidiera un favor.

—Te escuché— le dije— no prometo nada, y mucho menos a ti. La manera en que te trate tu papá no es asunto mío.

—¡Nunca dije que lo fuera!— alegó— ¡Argh! ¡¿Para qué me preocupo?! ¡Vas a perder de todas maneras! Espero que mi hermano te haga trizas mañana, tonto.

Sin decir más, dio media vuelta y se marchó.

—¡Arturo le va a ganar!— exclamó Coni a la distancia.

Jonás no se giró ni desaceleró. A mí me pareció raro; si tenía tanta confianza en su hermano, no habría tenido razón para ir a hablar conmigo tan misterioso. Me pregunté si habría querido decirme algo entre líneas, o quizás tenía una razón secreta para intentar evitar que Aurelio perdiera. Fuera cual fuera, no se me ocurrió nada, ni tampoco me importaba. Pensaba darle una lección a ese bobalicón por haber amenazado a mis amigos de la manera en que lo hizo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top