21.- El Secreto de la Magivita (2/2)


Después de la clase, fuimos a la biblioteca con mis amigos. Me tocó ayudar a Coni un poco con sus estudios. Mientras él resolvía problemas de física, tomé los libros de mutación que había dejado pendientes en mi holoteca y comencé a hojearlos.

—¿Te dio curiosidad lo de mutación?— inquirió Coni.

—Me interesan todos los tipos de magia— le espeté.

—¿Quieres ver cuál es tu animal espiritual?— preguntó.

Me giré a él, sorprendido. Era como si me hubiera leído la mente. Coni me miraba con media sonrisa asomándosele, listo para burlarse. Yo hice como que lo empujaba para decirle que dejara de molestar.

—¡¿Quiere dominar la mutación, Arturo?!— saltó Jrotta, repentinamente emocionada.

—Bueno... sí, está bien. Me gustaría poder transformarme en un animal— admití.

No lo decía solo por eso, pero no quería apresurarme a sacar conclusiones.

Busqué en cuatro libros sobre el tema; todos decían lo mismo sobre las extensiones mentales: que se ven debilitadas dada la nueva forma del cerebro, pero no dejan de estar ahí, alrededor del mago. Como consecuencia, el mago mutado no podía usar otro tipo de magia que el hechizo de mutación en reversa para volver a su forma original, mientras que otros magos podrían percibirlo por sus extensiones latentes.

Sin embargo, el último tenía un poco más de información: "si bien el mago mutado no puede usar magia libremente, puede entrenar su mente y fortalecer sus extensiones para usar algo de magia como normalmente haría".

Me quedé perplejo por lo que leía. Busqué más información en el mismo libro, pero ese párrafo era el último del capítulo. Después se ponía a hablar sobre hechizos de mutación, cómo desarrollarlos y practicarlos. Rápidamente me dirigí a la bibliografía y comencé a buscar en los libros que aparecían ahí. Me llevó a textos más avanzados sobre mutación, cosas que aún no entendía para nada, pero entre todo eso, me encontré con algo peculiar: un capítulo entero sobre "desarrollar extensiones mentales dentro de la mutación". Lo leí de principio a fin ahí mismo. Lamentablemente, estaba lleno de palabras técnicas que aún se me escapaban. Al menos era una confirmación de dos verdades: primero, que el profesor Hista no nos iba a decir exactamente la verdad, sino lo que necesitábamos escuchar para la etapa de introducción a la magia en la que estábamos. Segundo, que un mago mutado podía usar magia aun en su estado especial, solo necesitaba práctica.

Con eso me daba por satisfecho por el día. Sin embargo, mientras terminaba el capítulo, algo llamó mi atención.

"Es de esta forma que el Magivita experto en mutación podrá realizar hechizos de estas cinco otras áreas aun estando en forma de animal".

No tenía mucho sentido que dijera "el magivita". Al principio pensé que habían escrito por error "pentavita", siendo este el mayor rango de los magos dentro de la magivita, aquellos que han dominado las cinco áreas que la componían. Pero el libro también se había equivocado al decir "podrá realizar hechizos de estas cinco otras áreas". Por "cinco otras" se refería a mutación y cinco otras áreas de la magivita, pero eso era un error, puesto que eran cinco en total. Cada uno de esos errores por sí solo no habría sido nada, pero dos faltas así en el mismo párrafo era raro, casi como si los autores lo hubieran dicho a propósito.

Me daba para pensar.

—Oigan ¿Cuántas áreas de la magivita existen?— pregunté para confirmar.

Ambos me miraron extrañados.

—Cinco— dijeron a la vez.

—¿Por qué lo preguntas? Hasta yo lo sé— dijo Coni.

—¿Han escuchado que un mago tenga el rango de magivita?— continué.

—¿Un mago?— repitió Jrotta, insegura— ¿De qué habla, Arturo? "Magivita" no es un rango.

—No me digas que se te olvidaron— me espetó Coni— pensé que ya te los sabías.

—No, sí, me los sé, pero aquí hay algo que no encaja— dije de vuelta— no importa, buscaré en otros libros.

Continué mi cacería. Busqué tomos sobre rangos de magos, con todo tipo de nombres complicados. Los cinco rangos de magivita consistían en un prefijo de numeración, seguidos por el sufijo "vita". De menor a mayor, dependiendo de la cantidad de áreas de la magivita que dominaban, había Denivita, Viravita, Trinivita, Tetravita y Pentavita. También había distintas variaciones dependiendo de la región en que se usaba y de la universidad en la que el mago se había formado, pero las más aceptadas eran tres por área: novato, o aquel que recién había abierto su mente a dicha área; avanzado, o aquel que maneja con facilidad los hechizos básicos y algunos hechizos complicados; y Denivita, o aquel que ha dominado el área. El prefijo del nivel novato era "nova" y el prefijo del nivel avanzado era "ali". Por ejemplo, yo era un novato en magia de sanación, por lo que mi título era Novaorbis Novavita. Jrotta era avanzada en magia de sanación y control, por lo que su título era Vira-ali-vita o Viralivita. Mi pregunta era: ¿A quién le correspondería el título de "magivita"?

Era como si alguien se apoderara de toda la magivita, como si la dominara por completo, algo más allá de la pentavita. Busqué en varios libros de títulos, pero solo me daban información inútil, como la historia de los títulos, la etiqueta de los títulos o en qué regiones se usan qué títulos. Tontos títulos, no los habría investigado si en ese momento no hubieran sido mi única pista. Aun con la ayuda de Scire estuve varias horas en eso.

Hasta que al final lo conseguí. En un libro de hacía cien años, un pequeño párrafo escondido en un capítulo dedicado a Sabios, aquellos que dominaban todos los campos de la magiorbis. Decía: "Al contrario de lo que muchos magos piensan, el equivalente a Sabio en magivita no es Pentavita, sino Magivita, o aquel que domina la totalidad de las seis áreas de la magivita".

Y no decía más.

Leí todo el capítulo varias veces para asegurarme, leí el próximo por si retomaban el tema, leí el libro entero. No estaba. No decía cuál era esa sexta área de la magivita.

Golpeé la mesa con furia.

—¡No me jodas!— exclamé.

—Bueno, lo siento, es mi trabajo— contestó una señora.

Me giré. A mi lado estaba la bibliotecaria. Mis amigos se habían parado de la mesa y estaban a su lado.

—¿Qué? ¿Qué pasó?— pregunté.

—¡Por fin reaccionas!— alegó Coni— ¡Ya nos tenemos que ir!

—Estaba a punto de llamar a los guardias— comentó la bibliotecaria, aparentemente molesta.

—Ah... ¿Nos pasamos del tiempo?

—Unos diez minutos— comentó Jrotta.

—¡Ah, disculpe!— le pedí a la bibliotecaria.

Me retiré junto con mis amigos. Estos quisieron saber qué me había tenido tan concentrado toda la tarde y yo les expliqué en resumidas cuentas mi biblioaventura.

—¿Un área escondida de la magivita?— se sorprendió Coni— ¿Estás seguro?

—Lo único que tengo es lo que decía el libro— admití— pero debe ser por algo.

—Nunca había escuchado algo así— indicó Jrotta— pero si alguien va a descubrir ese misterio, creo que será usted, Arturo.

—Sí. Dinos si te podemos ayudar en algo, aunque dudo que podamos aportar— ofreció Coni.

—Gracias, a los dos. Por ahora... creo que preguntaré por ahí. Se me ocurren un par de personas que tengan más información.

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La mañana siguiente fui a preguntarle al profesor Hista. Le expliqué en resumidas cuentas lo que había averiguado la tarde anterior, aunque él solo rio con gracia.

—Lo siento, Arturo, pero no hay una sexta área de la magivita— me aseguró— aunque creo recordar que hay algunos magos que les gusta decir que el poder sentir a otros magos alrededor es, en sí, una "sexta área". Quizás los libros que leíste se referían a este sentido.

Sus palabras me quitaron los ánimos como un pez al que arrancan del agua con una caña: fuerte y rápido. De pronto todo mi esfuerzo y curiosidad del día anterior se encontraron con la aburrida realidad.

—Oh...— fue todo lo que pude decir.

El profesor me dio unas palmaditas en la espalda y se retiró a su clase, que ya comenzaba. Creo que me despedí de él con un gesto de la mano, no sé, no podía concentrarme bien.

En mi mundo, la información no solía estar oculta de esa manera. De niño podía ir a bibliotecas, laboratorios y centros de investigación y pedir todos los documentos que quisiera. Generalmente me los entregaban sin hacer preguntas. Bueno, un par de veces me preguntaron "¿Qué hace un niño de ocho años en un laboratorio de física nuclear?", pero no me dieron problemas. Había sido raro tener que descubrir todo eso, tener que luchar por llegar a esa información, y había sido un poco emocionante.

Pasé el resto del día pensando en eso. Quería quitármelo de la cabeza para concentrarme en las clases y lo poco que me enseñaban, en lo que me decía Coni, en lo que hablamos con Jrotta durante el almuerzo, pero no se me iba.

Por la tarde fui a entrenar con los polímatas. No me habían dado problemas por faltar a un par de sesiones, pero tenía que retomar de todas maneras. Practicamos como siempre. Esta vez Silvina fue a entrenar conmigo; Prípori nos puso a imitar lo que hacía el otro y un poco más para ir mejorando nuestra precisión y capacidad de observación en medio de una batalla. Se me hacía un poco difícil seguirle el paso, dado que ella podía controlar más masa a la vez. Aun así, yo estaba más acostumbrado a improvisar y responder a las acciones de otros al momento, algo en lo que ella trastabilló un tanto. En general, me pareció que estábamos más o menos igualados.

Cuando regresábamos a la casona, se me ocurrió plantear mi duda a Prípori, nada más para confirmar lo que me había dicho el profesor Hista y olvidarme del tema de una vez por todas.

—Maestra— la llamé— leí en un par de libros algo que me llamó la atención. Hablaban sobre un título llamado "magivita", es decir, un mago con el título de magivita. También hablaban sobre una sexta área de la magivita ¿Por casualidad has escuchado algo al respecto?

—¿Mmm? Claro. La magivita tiene seis áreas.

Me paré en seco. Me pregunté si la había escuchado mal.

—¿Qué?

Ella se detuvo también y se giró a mí.

—En la universidad no les dicen todo, porque quieren magos obedientes. Acostúmbrate a ir encontrando secretos.

—¿Sexta área?— repitió Silvina— ¿Cuál es la sexta? ¿Es mutación?

Prípori le pidió un momento con un gesto de la mano. Dio otro paso a mí. Ahora nos separaba metro y medio.

—¿Cuál es tu animal favorito?— preguntó.

Esta pregunta me tomó por sorpresa. No se me ocurrió qué pensar, no tenía ningún animal favorito, había muchos candidatos. Aunque había uno en el que había estado pensando últimamente.

—¡Woah! ¡¿Puede dar vuelta su cabeza?! ¡Qué pájaro más raro!— exclamó Prípori.

Abrí los ojos de par en par, anonadado.

—¿Qué...

—Piensa en su nombre— me espetó.

—"Lechuza"— pensé, muy confundido.

—¿Lechuga? No, Lechuza ¿Es lechuza?— preguntó.

Di un paso atrás.

—¡¿Cómo hiciste eso?! ¡¿Sabías sobre las lechuzas?!

—No tenía idea que existían— aseguró.

—¿Un pájaro que puede dar vuelta la cabeza?— inquirió Silvina— ¡Ay, me encantaría verlo!

—Quizás lo hagas. Arturo quiere aprender mutación para transformarse en uno— aseguró Prípori.

—¡¿Cómo supiste eso?!— alegué.

Pero entonces me cayó la teja.

—¡No! ¡No puede ser!

Prípori me contestó con una sonrisa. Intenté descubrir el truco que había usado. Quizás había investigado sobre mi mundo, quizás había descubierto de alguna manera que yo quería aprender mutación próximamente. Aun así, no cabía posibilidad de que supiera tanto.

—Percepción es el área que te permite controlar tu propia... percepción. Es la más difícil de aprender y la última área de la magivita, dado que usa tus extensiones mentales para sentir en vez de modificar algo. Con ella puedes percibir las propiedades de lo que tienes alrededor, como presión del aire, humedad, dureza y cosas por el estilo. Algunos de sus hechizos avanzados involucran percibir los sentimientos de la gente y las intenciones entre las formas de comunicación de los animales. Entre los hechizos de nivel experto está, bueno...

—¿Leer mentes?— pensé.

—Sí, eso.

Me llevé las manos a la cabeza, nervioso. Intenté recordar todo lo que había pensado estando junto a ella.

—Tranquilo, no suelo invadir las cabezas de otros— aseguró Prípori— además, es agotador. Ya dejé de leer tu mente, por si acaso.

—Ah, eso. Sí, es odioso cuando lo haces— concordó Silvina.

—¡Ya me he disculpado mil veces!— alegó Prípori.

—¡Aaaah! ¡De solo recordarlo me da rabia!

Silvina continuó caminando. Prípori hizo rodar sus ojos.

—Pensé que ella y su papá me iban a jugar una broma, así que vi un poco y... me enteré de cosas que no debí haber visto— explicó.

—¡No vayas contándole a todo el mundo lo que pasó!— alegó Silvina.

—¡Ya, ya, era para no dejarlo con nada!— reclamó Prípori de vuelta.

Yo no podía creer que había algo tan genial como leer mentes. Me di cuenta que llegar a la universidad no había sido más que el inicio de una larga carrera de aprendizaje en el mundo de la magia.

—En fin. Cuando un mago aprende todas las áreas de la magivita, su título pasa a Magivita. Es raro encontrar uno, pero deben existir por ahí.

—¿Tú eres una magivita?— inquirí.

Prípori rio. No contestó, pero ella misma había dicho que Percepción es la más difícil y la última que se aprende. Si ella la dominaba, entonces significaba que dominaba toda la magivita. Ella ERA una Magivita.

En la casona me dio un libro sobre Percepción, uno que dudaba que tuviéramos en la universidad.

—No lo vayas mostrando por ahí, no me gustaría que te lo requisen— me espetó— el libro me da lo mismo, es por lo que te pueden hacer a ti si te encuentran hojeándolo.

—Gracias— le espeté.

—Y es solo para saciar tus dudas, no para que comiences a practicar. Aún te falta mucho para desarrollar tus extensiones al nivel que te exige Percepción— indicó.

—Oh. Está bien.

—Así que por mientras, practicaremos mutación.

—¡¿En serio?!— exclamé.

—Sí...— forzó los labios hacia un lado mientras pensaba— si consigues mutar en un ave como tu primer animal, quizás eso te dé una nueva perspectiva con los gases.

—¡¿Eso crees?!— exclamé emocionado.

—Solo es una posibilidad, no te formes muchas esperanzas.

Pero yo ya me había hecho todas las esperanzas posibles.

—¡Gracias, maestra!

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