X.- Vientre.
Los sentimientos de Minho eran de desesperación, realmente quería un mundo donde los dos pudieran estar juntos, pero era tan lejano. Sostuvo el cuerpo de su amado por un par de horas.
-Es hora que te vayas, el sol está saliendo, no es bueno para ti -dijo el lobo tomando la barbilla de su amado para besar sus labios suavemente -Necesito que te cuides, la cacería comenzará.
-Haré todo para estar a salvo, si tú me prometes que harás lo mismo -musitó el vampiro.
-Lo haré -beso de nuevo sus labios -prometo cumplir mis promesas
-Lo único que quiero es que vuelvas a mi lado -se sostuvo uno momentos del cuerpo del contrario, sin deseos de separarse.
-Espérame que volveré a tu lado. -se incorporó para tomar la mano de su amado.
Ambos se miraron por un instante, antes que el lobo llevara a su amado a las orillas del bosque de vuelta a su territorio, en una agonizante despedida. Cuando lo vio desaparecer de su vista, empuño su mano y golpeo un árbol, rompiéndolo en pedazos.
-Comenzaron una guerra, les dará el infierno mismo. -gruñó
Habían transcurrido dos meses desde aquel encuentro entre Felix y Minho. La ciudad comenzaba a oscurecer más temprano, los jóvenes puros y los convertidos, jugaban al gato y ratón con los humanos. Pero en aquella neblina oscura, algo los acechaba, mientras en su torpeza y su ego, creían fielmente que tenían todo ganado, dejaron de practicar, de escuchar a los acianos y la muerte era eminente.
El sonido de un aullido los puso alerta, eso ojos rojos se asomaron junto a un gruñido, sacaron sus garras para pelear, pero, aunque era fuertes lo que los estaba cazando era más peligroso de lo que esperaban. Eran 8, dieron un paso atrás y el sonido de una piedra les puso el pelo de punta y entonces un ataque se produjo.
Grandes lobos aparecieron, quienes le cortaban la cabeza con una sola mordida, su altura en 4 patas era de casi 2 metros, sus fauces eran enormes y sus colmillos afilados como navajas.
Los vampiros golpearon algún que otro lobo, pero sus fuerzas eran torpes, habían escogido el peor momento para atacar, era noche de luna llena.
La sangre comenzó a recorrer el suelo como un río rojo oscuro, con tintes negros, el olor era a muerte la cual impregnaba el lugar.
Los humanos habían dejado de salir, ya no donaban sangre a los bancos, ahora el mundo se dividía en dos, no en tres, los pocos sobrevivientes a los ataques se fueron al territorio de los lobos, aquellos pocos sobrevivientes forjaron a los cazadores de vampiros.
Un silbido sonó antes de que el sol saliera, los lobos se reunieron.
El líder había llamado.
Como todos los cuentos de los libros de fantasías, los hombres lobos son personas con la capacidad de volverse un lobo, y así es, el problema que, en este cuento, no puedo hacerlo más de dos horas, porque su cuerpo no lo soporta, una de dos, o se queda en esa figura para siempre, perdiendo poco a poco el razonamiento humano o sigue el horario acordado para que su cuerpo no tenga consecuencias.
En estos meses de ataques, los lobos que usan su poder han comenzado agotarse, la pelea ha sido casi de día y noche, los puros desean gobernar, pelean por la sangre que, si bien se pueden alimentar entre ellos, la fuerza que les da la sangre humana es superior a la que podría darle un propio vampiro.
En aquellos días habían capturado a un cierto número de humanos para tenerlos como ganado, adsorbiendo y absorbiendo su sangre, cuando una persona muere, lo desechan tal basura, eso ha puesto a los humanos en ese nivel de odio que restablecer un perdón seria casi imposible, por lo cual humanos se han entrenado para obtener fuerzas contra aquellos vampiros.
Durante ese tiempo Minho no ha sabido de Felix, lo cual hacía de sus noches una agonía.
El sonido de unas botas en el frío suelo húmedo de un laberinto subterráneo es escuchado, una puerta de madera se abre para que así poder entrar, un grupo reducido de vampiros lo reciben.
-Hermano -pronunció Han Jisung al verlo entrar -¿Cómo está todo?
-Han encerrado a los líderes, es un caos, se comenzando una cacería de vampiros que están en contra de aquello, así que, por ahora, aquí es el mejor lugar, he encontrado un grupo de humanos que han decidido donar sangre y he traído un poco repartirla, iré a mi habitación.
La que alguna vez fue la casa de los Han ahora es un refugio para los vampiros que no quieren pelear, pequeñas familias que no desean más guerra, solo su vida de vuelta, arriba esta un castillo abandonado, pero abajo es un laberinto de cuartos que sirve para proteger.
La luna comenzó a brillar, más de lo normal, como si favoreciera en esa guerra a los lobos.
Felix se quitó su saco dejando ver un poco su cuerpo y entonces la puerta se abre, intenta oculta su cuerpo, pero ya inevitable su hermano lo ha visto.
-Un vientre abultado, eso es lo que más escondido, ¿por eso es que no quiere beber sangre de cualquier tipo?, ¿por eso es que no me dejas abrazarte?, dime por favor que no es de ese perro -bufó molesto.
-¿Perro?, porqué osas llamarlo así, no por que aquel hombre lobo idiota y soberbio te usó, dejándote, quieras encasillar a todos en ese molde, él es diferente -defendió el vampiro
-¿Qué te lo asegura?, hermano lo que llevas dentro es una combinación de dos razas, puede que quizá no nazca, o te dañe por dentro, tú sabes bien lo que es que una vampiresa tenga un hijo, es casi al borde de la muerte, al igual que un vampiro hombre, los casos son muy contados en nuestro mundo, lo hace solo los seres superiores para prevalecer la sangre y el huevo o incubadora, muere al dar la luz, ¿por qué ahora te aferrar a esa criatura? -pronunció con tinte de preocupación y enojo el menor de los hermanos.
-Porque yo amo a su padre y quiero creer en sus palabras, quiero creer que algún día todas las razas volveremos a vivir en paz -toco su pequeño vientre.
-No está mal soñar, pero la realidad es otra, a fuera se vive una masacre, entre razas, nosotros quien no peleamos somos los débiles de esa pelea, porque si los humanos no nos dan la sangre algún día desapareceremos y si ganamos la soberbia de los vampiros nos hará ir a la extinción, así que...
-Nadie tocara a mi hijo, porque sé que a fuera esta su padre peleando por su futuro y si he de morir dándole vida, lo haré -interrumpió molesto.
-Es una locura, pero como quieras. -salió de aquella habitación con pasos pesados.
El vampiro se miró al espejo para ver aquel pequeño vientre, si bien solo había pasado dos meses, al ser un bebé mitad vampiro y mitad lobo, su desarrollo era un enigma al igual que muy diferente a cualquiera, por lo cual ahora pareciera que tuviera dos meses más.
-No te preocupes bebé yo te protegeré del mundo entero hasta que tu padre venga a nosotros...
Y por ti quiero creer en el futuro...
Gracias por leer esta adaptación.
Makishi Konue
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