VI.- Odio.
Minho llegó con su manada, su hermano mayor lo ataco con una patada y luego otra, luego otra, pero este lo esquivaba. Entonces agacho su cuerpo y en un giro con la patada estirada pateo a su hermano quien lo esquivo, pero Minho uso su mano poniéndola en el suelo para dar otra patada que su hermano detuvo con sus manos para luego caer. En una pelea entre lobos.
—¡Que carajos te pasa! —Gruño Minho
—¡Soy yo el que debería preguntar eso!, Te pierdes en un maldito día, mientras fuimos atacados por vampiros que supieron que los hombres lobos estábamos débiles, mataron a uno de nuestra manada, pero fueron asesinados, esas muertes fueron adjudicadas a nosotros, cuando la forma en la murieron es muy difícil que uno de nosotros fuéramos, los cortes fueron limpios, pero a las grandes casas de vampiros no les importa, si no hay una solución habrá una guerra, mientras tú te revuelcas con un vampiro, hueles a ellos... —bufó enseñando sus colmillos de lobos.
—Lo que haga yo con mi polla, es mi problema, yo la meteré donde quiera, que no se te olvide que yo soy tu líder hermanito, sin importa que seas mayor —gruño con fuerzas.
La fuerza de Minho se había recuperado y era tan imponente que su hermano tuvo que agachar la cabeza. Ante el alfa líder.
—Ahora mismo iré con los ancianos, necesito saber que está pasando, si es necesario iré a ver de nuevo a esas grandes casas. —camino a lado de su hermano y lo tomo del hombro. —Sin importar mis más grandes deseos carnales o emocionales, para mí, la manada es lo más importante, nunca olvides eso, que antes de ser humano soy el alfa líder.
Después del baño Felix salió de su habitación donde avanzo por los grandes pasillos de aquella gran mansión, llegando a la puerta de madera tallada en oro, donde se encontraban los grandes ancianos. Soberbios y orgullos de sí mismos. Abrió la puerta para adentrarse dentro de la gran habitación.
—Durante más de 100 años ha habido una pelea sin razonamiento, muerte tras muerte, los vampiros consumimos a los humanos, nuestra fuente de alimento, si no hubieran llegado los hombres lobos, no tendríamos un tratado de paz, ¿y qué pasaría con nuestro alimento?, nuestra sed insaciable nos hubiera llevado a la extinción. —pronunció para colocarse frente a ellos.
—Eso está claro —respondió uno de ellos.
—Los jóvenes puros están creando vampiros sin razonamiento, haciendo que ataquen a los humanos y hombres lobos, lo que hace que al defender maten a los nuestros, debe haber un control —indicó con firmeza mirando a los ancianos.
—Se supone que tú como uno de los lideres debes proteger a los nuestros, no defendiendo a esas cosas —pronunció otro con arrogancia.
—¡Y eso hago!, —bufó molesto —si no tenemos control los nuestros serán eliminados por los lobos, al igual que los hombres han comenzado a defenderse, organizando a cazadores, no podemos romper el tratado de paz, o habrá una guerra
—¿Y entonces dices que seremos vencidos por ellos? —se mofo otro con una sonrisa amarga.
—No señoría, pero creo que no estamos en una buena posición para estar perdiendo a los nuestros —respondió irritado.
—Bien, como líder de los jóvenes, tienes que comenzar a vigilarlos más, como encontrar una manera de que no se acerque a los lobos, al igual que dar el ejemplo —haciendo énfasis en lo último.
—Nos han contado que te has visto con un hombre lobo —pronunció otro con las manos entre lazadas mirando el joven vampiro frente a él.
—Señoría, el hombre lobo es el líder, el alfa, por supuesto que tengo que reunirme con él, ya que debemos encontrar una manera para evitar más encuentros letales —respondió con franqueza.
—Está bien, tienes la libertad de ocuparte esto, pero si un puro vuelve a morir, no podremos contener a las casas —indicaron.
—Si señoría.
Se giro para salir de aquella habitación sin antes dar un vistazo aquellos vampiros, hizo una mueca de disgusto antes de salir de aquel sofocante lugar. Comenzó a caminar por los pasillos aflojándose la pañoleta del cuello, llegando a la salida donde su carruaje lo esperaba, se subió en este para ir hacía la ciudad neutral, donde licántropos, vampiros y humanos pueden estar.
Al llegar la ciudad pudo notar que todo parecía estar tranquilo, aquel lugar era el único sitio donde podría ver a licántropos, humanos y vampiros juntos sin problemas. Avanzó entra las pobladas calles hasta que sintió una gran mano, la cual pareciera quemar su piel con el tacto, estremeciéndose, se giró para mirarlo.
—Fue muy cruel de tu parte dejarme solo en aquella gran cama —pronunció Minho sosteniendo su muñeca.
—¿Y qué esperabas?, ¿Qué me durmiera contigo? —cuestionó estoico el mayor.
—Solo esperaba por lo menos un adiós —indicó el lobo.
—Debemos hablar —ordenó el mayor, soltándose de su agarre para comenzar a caminar.
—Lo que quieras —respondió el menor avanzando detrás de él.
Los dos caminaron hasta llegar a la orilla de aquella calle, se sentaron frente un gran muelle.
—Desde mañana tendré que vigilar más a los vampiros jóvenes, para evitar que ataquen, no puede morir otro puro o se desatará la guerra —indicó Felix con seriedad
—Ustedes se van muy por su instinto y soberbia, eso hará que sangre se derrame —respondió el alfa.
—Lo sé, pero desde que conocí a la familia Han, quienes hicieron el tratado de paz para una convivienda estable, me he dedicado a controlarlo todo, pero cada vez es más difícil —dijo pasando su mano por su cabello.
—La familia Han, ¿fueron esa familia de vampiros que fueron asesinado por sus mismos aliados? —preguntó el menor mirando al mayor
—¿No recuerdas a la familia Han? —cuestionó con el ceño fruncido.
—A los 8 años... mi madre fue asesinada por vampiros... frente a mis ojos, aquel día perdí el razonamiento asiendo que cuando despertara no supiera nada... solo el odio profundo a los vampiros y tiempo después mi padre desapareció.
—¿El odio? —lo miró
—Claro los odio... claro más que a nada en el mundo... llegará el día que el serán asesinados cada uno ellos por mis propias manos —apretó su mano con fuerza.
Los ojos de Minho era como de un cazador, el corazón de Felix sintió un dolor profundo como un miedo, nunca había visto alguien con esos ojos. Jamás habia sentido miedo.
—Pero eso no quiere decir mi querido, que mis deseos carnales por ti no sean fuertes. —sonrió para tomar la mano de Felix y colocarla sobre su polla erecta bajo sus pantalones.
Felix se soltó para marcharse del lugar rápidamente. Molesto y dolido.
Licántropo, soltó el aire de sus pulmones en un profundo suspiro para prender un cigarro y mirar el cielo.
—Lo siento... no quiero que sientas algo por mí, no hasta que pueda encontrar una manera en que nuestros mundos puedan estar juntos... lo recuerdo todo... mi amor... aquella noche en el bosque, el olor de tu piel, tus ojos y mirada, hicieron que mi alfa sintiera aquel deseo de unirse alguien, incluso cuando apenas era un niño, desde ese día supe que serias mi lazo... mi ser predestinado. Maldito y estúpido destino.
Felix llegó aquel hogar que compartía con su hermano en el centro de las casas ducales de los vampiros. En su mente estaba una mezcla de sentimientos que lo atormentaban de una manera sin igual, tenía miedo, pero igual un calor fluir por su cuerpo. Entro a su habitación donde se despojó de sus ropas y se paró frente a su espejo mirando su reflejo.
—¿Qué es este sentimiento de miedo y dolor?... jamás había sentido aquello, era como si fuera a ser devorado, cuando ese lobo siempre es rescatado por mí, es como su verdadera fuerza estuviera escondida... —y entonces su cuerpo vibro, entendiendo que quería ser devorado.
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