V.- Nostalgia.
Felix sintió el agarre que lo tenía sometido comenzaba a aflojarse, se dio la vuelta para ver como ante sus ojos Minho perdía la conciencia tras los golpes y la pérdida de sangre, lo tomó en sus brazos y lo llevó consigo, hasta un lugar apartado, en un departamento adornado de forma victoriana y de lujo. Lo acostó en la cama, desabrocho su ropa y le quitó todo lo que estaba manchado, dejando ver su buen formado cuerpo, el cual tenía marcas y heridas por todos lados. Caminó para tomar un bol el cual lleno con agua tibia y con una toalla limpio su cuerpo de forma delicada. Después tomo una sábana, lo tapo, dejándole descansar.
Miró su rostro y su hermoso cabello, acomodó el cabello que cubría este para colocarlo detrás de su oreja. Observó cada parte de su rostro y susurro.
—No me recuerdas, pero tu fuiste quien me salvó primero y por lo cual te debo la vida, jamás permitiría que algo te pasara... —beso sus labios suavemente.
Han Felix.
Antes de ser alguien de renombre y de importancia para los vampiros, fui en un tiempo un vampiro débil, habían matado a mis padres y yo vivía en la calle. Odiaba matar humanos y cada vez me volvía más débil.
Una noche de invierno el frío hizo que la poca energía que tenía me dejara al borde de la muerte, además no había bebido sangre en semanas, aferrándome a la idea que mis padres siempre me inculcaron, nunca tomar sangre de una persona la cual no te la ha ofrecido.
Camine entre un extenso bosque y pise mal para caer al suelo, estaba perdiendo todas las energías. Fue cuando sentí el olor a hombre lobo, pensé que sería destrozado por ellos.
Pero apareciste tú, solo tenías 8 años en aquella fría época.
—¿Eres un vampiro? —preguntaste con inocencia.
—¡Si!, ¡aléjate de mí o morirás! —tu olor entraba en mis fosas nasales volviéndome loco.
—¿Tienes sed? —tus preguntas me torturaban.
—¿Qué demonios te importa? —no quería lastimarte.
—Toma. —Me disté tu muñeca, sin siquiera pensarlo, vi claramente como tus venas fluían con esa cálida sangre.
—Podre matarte —pronuncié con la voz quebrada por la sed.
—No lo creo. —confíaste en mí, aunque fuéramos de distintos mundos.
Como un animal moribundo tome tu pequeña mano y mordí tu muñeca, tu hiciste un gesto de dolor, pero aun así pude saborear por primera vez ese cálido elixir que me hizo sentirme de una manera, que describirlo sería como la mejor droga del mundo.
Después de unos minutos me detuve y me sentí de la mejor manera, mientras tu parecías más débil, sonreíste, podría haberte comido, pero no pude.
—Ten, camina este sendero encontrarás un palacio, ahí vive la familia Han, es un grupo de vampiros importantes —me diste una tarjeta —dile que vienes del clan Lee
—¿Cómo sabes todo eso?, eres un niño —pregunté sorprendido por la manera de hablar tan formal como si de un adulto se tratase.
—Soy el futuro alfa de los hombres lobos, y esa familia ha estado cooperando con nosotros para crear un mundo donde todas las razas puedan convivir en paz —tu manera de expresarte me sorprendió de muchas maneras.
Supe entonces que no todos los lobos eran malos, aunque solo quería protegerte a ti, no solo por haberme salvado la vida, si no que, aquello fue una extraña conexión que no entendí en ese momento.
Llegue aquel lugar donde me habías indicado, en aquel sitio vivían una familia de vampiros conformadas por un hombre, una mujer y dos niños que se volvieron mis hermanos.
Pero alguien tenía otros planes y mataron a esa familia tiempo después, dejándome solo con mi hermana mayor y mi hermano menor.
Por lo que tuve que irme de aquel sitió huyendo de los vampiros que cazaban a las familias que se negaban tomar a los humanos como presas. Pensando así que jamás te vería, pero fue cuando 8 años después te encontré ahí siendo atacado, algo que no permitiría por ningún modo.
Jamás pensé que mi corazón sería cautivado por ti, tu aroma, tu sabor y tu sonrisa.
Lee Minho... serás mi perdición.
Minho despertó de golpe para ver a su alrededor, buscando a Felix el cual no se encontraba, en un lado estaba una bandeja con café, pan tostado y huevo, junto a estos unos medicamentos y una nota.
"Me tengo que marchar, come y toma los medicamentos cuando te sientas mejor, marcharte Estas en el área de vampiros Es peligroso, ya no te expongas. H. F."
Minho guardo la nota con mucha delicadeza, comió un poco de todo, se tomó los medicamentos, miro a su alrededor para encontrar ropa en una silla cerca de la cama, se levantó para vestirse y mirarse al espejo por un instante, saliendo de aquel lugar.
Prendió un cigarro y camino por las calles llenas de vampiros, soberbios y seguro de sí mismos. Oculto su olor para avanzar entre ellos, hasta salir de la ciudad e ir hacia a su manada.
Felix se encontraba en su gran habitación dentro de la casa principal, mirando por la ventana. La puerta de su cuarto se abrió para dejar entrar a un joven chico.
—¿Dónde estabas?, —cuestionó molesto —todos están buscándote, además, —hizo un gesto de desagrado —hueles a perro
—¿Cuál es alboroto? —preguntó ignorando el comentario anterior.
—Han matado a tres jóvenes vampiros, el problema es que uno de ellos era un puro, de una gran familia —respondió molesto.
—¿Dónde fueron asesinados? —cuestionó
—En las orillas —respondió sentándose en la cama de su hermano mayor.
—Fue como si se metieran a la boca del lobo —se giró para mirarlo.
—Si, pero el problema es que las casas se alteraron y quieren venganza —suspiro.
—Hace mucho tiempo, los vampiros esclavizaron a los humanos, usándolos como objetos, fue cuando llegaron los hombres lobos a pelear por ellos, ahora lo que desean aquellos ancianos es que su gran época vuelva y nos les importa si se corre sangre innecesaria, los está cegado su roto orgullo —pronunció para girar de nuevo su rostro para mirar por la ventana.
—Felix, eres uno de los lideres —bufó molesto el joven vampiro.
—¿Recuerdas por qué llegamos hasta aquí? Han Jisung —preguntó sin mirarlo.
—Para cumplir los sueños de nuestros padres —musitó
—Así es, tomaré un baño e iré con los líderes —indicó sin muchas ganas.
—De acuerdo hermano. —el menor de los vampiros se levantó para salir de aquella gran habitación.
—¿Y Olivia? —de detuvo en el marco la puerta ante la pregunta.
—Esta con su esposo y su hijo, lejos del territorio —pronunció —está lejos del conflicto.
—Bien no quiero que ella esté envuelta en esos asuntos —ordenó
—Lo sé.
Jisung salió de la habitación para dejar a Felix quien miraba nostálgicamente por la ventana la nieve caer —sin importar que raza seamos el cielo que nos cubre es el mismo, por lo cual lucharé para que podamos mirarlo juntos.
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