Capitulo 2.

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Rosas.
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Dato: Las rosas rosadas simbolizan la bondad, la simpatía, la gratitud y la belleza de una persona. Es un gesto de cariño, generosidad, respeto, ternura y admiración. También indican gratitud y la ausencia de malos sentimientos e intenciones.


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Narrador Pov.

— ¡Regreso! —Chillo la ninfa agitando al árbol en su costado—¡Sabía! ¡Sabía que volviera tarde o temprano!— Dice celebrando la llegada de su amado.

El árbol se sacude y toma una forma femenina para alejar a su amiga con una mueca de pena en su rostro.

— Ay, cariño… — Baja las manos de su amiga—¿Aún sigues con eso?

La fémina seguía sonriendo con una alergia infinita. Saltando y chillando, haciendo que las flores a su alrededor brotarán del suelo y pétalos salieran de su larga cabecera roja cereza.

— ¡Es el chico más inteligente, y grandioso y…!— Su voz sé aguda se trabó por la emoción—¡Tan guapo!

— ¿Guapo?— La ninfa del agua apartó su larga cabellera para mirar mejor al moreno, luego se giró hacia su amiga con el ceño fruncido—¿Hablamos del mismo héroe?— Le cuestionó.

— ¡Y también es un gran héroe!—Agrega la ninfa —Es perfecto. — Dice en un suspiro lleno de anhelo.

Ambas ninfas se miraron, y luego miraron a la ingenua Dalia.

— Dalia algo está mal con tus ojos— Opino la ninfa del agua, abriendo uno de los ojos de la pelirroja cereza para observar si había algo en sus ojos—Creo que debes visitar a Asclepio.

Dalia apartó a su amiga a manotazos, está se deshizo en un charco y volvió a formarse retomando su figura casi humana con la piel llenas de escamas y manos palmeadas para nadar mejor.

— ¿Por qué siempre me juzgan tan duramente? — Les cuestionó la joven ninfa estresada. Las señala con dedos acusadores— ¡A ustedes les gustaba luke y yo nunca las juzgue…! ¡Mmm!

Ambas ninfas volvieron a mirarse y luego a la joven e ingenua Dalia.

— Cariño, Luke era atractivo.— Exclamo coral de brazos cruzados.

— También un genocida de su propia gente.— Contraatacó Dalia.

—Pero era lindo.— Afirmó Cordelia.

Dalia puso los ojos en blanco.

—Por los dioses.— Bufa.

— ¿Nos harás esperar aquí hasta que salga? —Le cuestiona Coral.

La joven ninfa las miro mal.

— ¡Yo las acompañé a ambas cuando fueron a esa fiesta clandestina con los centauros juerguistas!— Exclamó la Ninfa estresada por las críticas de sus amigas, cruzándose de brazos—¡Y no me quejé cuando derramaron cerveza sobre mí…!— Bufo amargada.

Las Ninfas resoplaron.

Estuvieron horas sentadas en el suelo esperando al semidiós, escondidas los arbustos frente al búnker escuchando los desvaríos de Dalia sobre el hijo de Hefesto. Por supuesto que ella estaba en las nubes con la idea de verlo, pero las otras ninfas no encontraban dicha actividad demasiado emocionante.

La ninfa chillaba y hacía florecer todas las plantas a su alrededor.

— Sabes Luke no era tan malo— Alarga Cordelia jugando de forma distraída con unas piedras—Era alto, rubio… Músculos para morirse, cara perfecta. El estereotipo de héroe.— Le señala—Tu chico Leo— Respira hondo y niega con la cabeza.— Es pequeño, delgado y bueno… Tiene salud.

Dalia alza una ceja y la mira mal.

— ¡Él es atractivo! ¡Y su cara me gusta!— Sisea la Ninfa de las flores.

Coral hace brotar una pequeña fuente y luego la aplasta con su dedo.

— Dalia, cariño.—Dice dulcemente —Eres una ninfa de las flores y él tiene manos de fuego que podrían matarte.— Le recalca con voz sarcástica.

— ¡Pero eso no importa cuando hay amor…!— Exclamó Dalia.

— De… ¿Pero de qué amor estás hablando?— Le cuestiona Cordelia con confusión—Nunca has hablado con él. Nunca.— Le señala la ninfa.

Dalia las ignora de forma olímpica y empieza a dar saltitos al ver las puertas del búnker abriéndose.

— ¡Miren! ¡Miren…!— Susurra emocionada —¡Ya está saliendo!

El moreno salió del búnker con un cigarro entre sus labios. Se apoyó en la pared y echo la cabeza hacia atrás, abrió su boca dejando salir el humo en sus pulmones en forma de aros.

Dalia hizo una pequeña mueca de confusión y giró la cabeza levemente, pues no recordaba que Leo fumara el verano pasado. Claro que no lo hacía, y si fuera así ella lo sabría. Seguro.

— Bueno, bueno, bueno…— Siseo Cordelia, interesada —Parece que tu héroe creció bastante.— Opino.

Leo se había quitado la parte superior de su overol de trabajo lleno de aceite y polvo, dejando que este colgará de forma despreocupada de sus caderas.

Solo traía una simple musculosa de color blanco que dejaba en evidencia su pecho fuerte y brazos torneados. El cabello peinado hacia atrás sostenido por sus lentes o goggles de protección para sus ojos cuando soldaba. Era un tipo delgado y esbelto, quizás por el arduo trabajo que toma crear armas.

Se veía tan atractivo y hermosos que podría morir en ese momento. Quería suspirar y golpear la tierra, fascinada.

Pero allí estaban sus amigas más íntimas luciendo como dos perros hambrientos viendo carroña.

Leo era carroña de la buena, quizás de gran alce o de un oso negro.

— ¡Dejen de mirarlo así! ¡Hasta hace un segundo no te gustaba!— Chillo la ninfa una voz susurrante. Furiosa.

— Solo estábamos admirando, Dalia…— Coral presiona suavemente su dedo índice en el mentón de Dalia y dirige su rostro hacia Leo.—Parece que al fin trabajar en el taller dejo sus frutos. No está mal, aunque sigue siendo un poco bajo.— Mencionó la Ninfa del agua.

— Pues no necesito que mida 1,90.— Bufa— Yo creo que así es perfecto.

— Genial.— Opinó Cordelia—¿Por qué no vas a hablarle?— Pregunta.

Dalia se queda callada unos segundos y luego niega con la cabeza.

— ¿Hablarle? Yo no, no podrá hacer tal cosa…— Balbucea Dalia jugando con su cabello de forma distraída—Es decir, ¿Qué podría decirle? Él es... Un semidiós muy inteligente y astuto.—Su voz se llenó de admiración— Debe tener muchos temas de conversación, y no creo ser tan diligente.— Resopla.

Cordelia y Coral miraron a su amiga con total incredulidad y extrañeza para luego mirarse mutuamente.

— Cariño, no creo que lo que quieras sea hablar con él.— Le indica Coral— Dudo que hablen en absoluto.

Dalia parpadeó varias veces confusa, batiendo sus largas pestañas.

— ¿Y entonces qué haríamos?

— ¿Acabas de salir de un capullo?— Le cuestionó Cordelia—Verás, cuando una persona del sexo masculino y otra del femenino se encuentran, pues ya sabes, mínimamente atractivos… — Bufa la Ninfa y trata de encontrar las palabras correctas—Una abeja, y una flor.— Comienza y es interrumpida.

— ¿Hablas de sexo?— Le cuestionó Dalia un poco confundida y ambas Ninfas suspiraron llenas de alivio.

— Oh, si sabes lo que es el sexo. Eso me sorprende.— Dice Coral llevando una mano a su pecho—Bien, cuando dos personas cumplen los requisitos mínimos para hacerlo, el hombre se inserta dentro y…— Dalia hizo una mueca que alentó sus palabras.

— ¿Insertar dentro?— Le cuestionó —¿Insertar dentro de qué?

Así que conocía la palabra «sexo» pero no sabía lo que implicaba.

No les sorprendía, por qué desde que surgió había estado rechazando todo tipo de acercamiento romántico en nombre de su gran amor por Leo.

— Carajo, Dalia.— Se quejó Coral—Voy a necesitar papel y lápiz, no soy la mejor dibujando, pero haré el intento.

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— Bien. — Se levanta y sacude sus manos viendo su creación —Eso es todo.— Exclamó para sí mismo.

Leo escucho un toqueteo en la puerta de metal del búnker y se acercó para abrirla encontrándose con Argos, el tipo lleno de ojos, alguien que siendo sincero le ponía la piel de gallina.

— Argos.—Exclamo el semidiós fingiendo no estar incómodo—Es bueno verte, eres tan inquietante y fascinante como siempre.— Dijo el moreno entre dientes, extrañado.

El vigilante le entrego una pequeña nota. No tenía boca, así que se utiliza notas para comunicarse con los niños del campamento mestizo. Leo la tomo evitando tocar uno de sus ojos.

“Tengo órdenes estrictas de no dejarte permanecer en el búnker más de 10 horas. Sal por tu cuenta o te sacaré”

— Claro, claro…— Dice al leer la nota y se la devuelve— Tengo que recoger algunas cosas y me tomara un tiempo —Le explico el moreno y lo miro en silencio esperando que se fuera—No tienes que quedarte para vigilar que lo haga, ya estoy mayorcito…

Algunos de los ojos del vigilante parpadearon haciendo que Leo apretara los labios, incómodo.

—…

Argos llevó sus dedos índice y medio a la altura de un par de sus ojos. Un par del montón que tenía en la cara, claro y luego los giró hacia él. Fue algo así cómo una especie de advertencia.

— ¿Me estarás vigilando? ¿Tendrás un ojo sobre mí?—Dice entre risas— Qué raro…— Argos entrecerró algunos de sus ojos y se alejó por el bosque—Ve con cuidado, no te vayas a perder.

Al moreno le toma una media hora en dejar todo lo suficientemente estable para que nada en ese lugar explotará.

Termino todo y decidió salir del búnker en dirección a su cabaña.

Estaba caminando por el pequeño camino iluminado que él había hecho el verano pasado cuando le pareció escuchar pasos detrás de él, hojas y ramas rompiéndose a su paso. Leo se detuvo y se giró hacia atrás.

No logro ver a nadie, pero le pareció ver movimiento por el rabillo de ojo.

— ¿Hola? ¿Hay alguien allí?— Pregunto Leo en voz alta.

Al no recibir ninguna respuesta más que el sonido de la naturaleza un raro sentimiento inquietante se instaló en su pecho. Leo soltó una pequeña risa de nerviosismo y retomo su camino.

— Debí dejar que Argos me escoltara— Murmuro para sí mismo.

Dalia siguió persiguiéndolo entre las sombras, buscando una entrada para poder iniciar una conversación. Leo caminaba muy rápido, y sus propias dudas no la dejaban acercarse a él.

Puede que eso haya asustado un poco a Leo, por qué empezó a correr, este se tropezó con una roca y se cayó.

Dalia vio esto como una oportunidad y se acercó para ayudarlo.

Se acercó con pasos ligeros y lo pico con un palo para asegurarse de que se había desmayado, pero en cuanto este se levantó por sí mismo maldiciendo su torpeza, la ninfa se asustó mucho y lo golpeó en la cabeza con el palo.

Definitivamente, ese golpe le hizo perder la conciencia, si es que antes no estaba totalmente inconsciente.

Ahora lo estaba.

— ¡Oh! ¡Dioses!— Grito Dalia entrando en pánico.—¿Lo mate?— Estiró su rostro hacia abajo y las plantas empezaron a morir a su alrededor —Oh, no, oh, no, no…

Las tres hermosas ninfas bajaron la cabeza y se inclinaron, formando un círculo alrededor del cuerpo del hijo de Hefesto para evaluar la gravedad de sus lesiones; Si estaba tieso o no.

— ¿Ustedes qué creen?— Pregunta Dalia mordiéndose los dedos.

— De cerca no se ve tan mal.— Opina Cordelia, alzando una ceja.

— Eso no.— Gruñe y le da un empujón —¿Creen que esté bien?

Coral se agacha y le aparta el cabello que le cubre la frente, mojándolo en el proceso por accidente. Dalia gimoteó y se cubrió los ojos al ver el chichón.

— Bueno, tiene un chichón gigante en la frente— Aclaro Coral —Pero sigue respirando.— Exclamó positiva.

— Sí, eso ya es algo.— Opino Cordelia y le quitó el palo a Dalia de las manos.

— ¿Y qué hago?— Les cuestionó.

— No puedes llevarlo al búnker, no sabes la contraseña.— Empezó Coral —Y tampoco a su cabaña, es tarde y las Arpías están al acecho y no creo sus hermanos no se lo tomen bien.

—¿Entonces qué hago?

— Cuídalo hasta que amanezca y después le explicas lo que pasó.—Le indica Cordelia dándole palmaditas en la espalda en forma de consuelo.

— Pero evita la parte de la historia en la que tú fuiste quien lo noqueó.— Le aconseja Coral de forma amable.

— ¡Es que entre en pánico!— Se excusa la menor de las Ninfas.


— Haber… Déjame ver si lo entendí — Dionisio se echó el cabello hacia atrás —¿Tuviste una alucinación con una hermosa chica de flores?— Pregunta.

Leo asintió con la cabeza.

— ¡Tengo pruebas!— Levanta su flequillo y muestra su chichón — ¡Ves…! ¡Esto no estaba antes!

Dionisio entrecerró los ojos.

— ¿Estuviste bebiendo?

— ¡No…!— Exclamó de nuevo.

Leo tomo la rosa que se apoyaba en su oreja de un bonito color rosado para mostrarla como evidencia al dios.

— ¡Mira! ¡El campo estaba lleno de estás rosas cuando desperté!

El dios da un suspiro.

— Bien, digamos que no fue un sueño. Una ninfa te encontró desmayado y te cuido, no sería tan raro— Parloteo el dios del vino—¿Qué tiene que ver con tus problemas?— Le cuestionó serio.

Leo se quedó callado unos segundos. Parpadeó y sacudió su cabeza.

— ¡Dijiste que podíamos hablar de lo que quiera en las terapias!— Se queja.— Debo encontrar esa chi— Dionisio lo interrumpe rápidamente.

— No creo que involucrarte con otra mujer mitológica sea lo mejor.— Dijo Dionisio, luciendo poco convencido.— Mejor ocupa tu tiempo haciendo otra cosa, como… Hacer manualidades.— Le sugirió de forma tranquila.

— ¿Manualidades? ¿Quieres que pase estás semanas haciendo collares?

Dionisio asintió con la cabeza.

Y eso hizo, por qué Argos tenía todos sus espeluznantes ojos en él. Así que hizo collares. Puso cuenta tras cuenta mientras pensaba en un malvado plan para encontrar a esa misteriosa chica de las flores que lo abandonó en un claro lleno de flores en el bosque.


Hola chicas y chicos.

Espero que les haya gustado mucho el capitulo de hoy. Voten y dejen sus comentarios para saber cómo quieren que continúe la historia.

Por cierto, aún no se que tipo de apariencia ponerle a Dalia y por eso el capítulo está desde el punto de vista del narrador.

Dejen sus sugerencias.

Dalia: nombre que significa “rama”, aunque también está relacionado con la flor.

Memes;

Bye bye.

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