Tinta de colores
Konohagakure
Una semana antes de la cena en la casa Yamanaka
La Fuente
Primeras horas de la tarde.
Narra Sasuke:
Shisui-nii es genial, no tan genial como nii-san, pero lo es. Me trajo a casa de Naruto y me enseñó un jutsu de fuego, pero me dijo que no puedo usarlo todavía porque necesito más control.
Narrador externo:
En el hogar del Sannin de los Sapos, apodado La Fuente por Shisui, los dos niños estaban sentados juntos, aprendiendo: técnicas básicas de control de chakra por la mañana, caligrafía y lectura después del almuerzo.
Naruto estaba aprendiendo de forma ligeramente diferente a Sasuke, pues Jiraiya había marcado con tinta de diferentes colores el sencillo cuento con el que estaba aprendiendo a leer palabras más complejas.
—¿Por qué tantos colores?—Le preguntó Sasuke a Naruto cuando lo vió—
—Ayuda.—respondió simplemente el rubio, totalmente concentrado en su tarea.
Jiraiya se rió entre dientes —«Igual a Minato cuando se concentra.»—pensó con cariño.
—¿Cómo?—preguntó entonces Sasuke—
—Naruto se distrae fácilmente con la repetición, el color rompe con esa repetición.—respondió Jiraiya, al ver la cabeza inclinada en confusión del otro niño, intentó simplificar aún más —Un color lo aburre, varios colores, pues no.—
—Oh.—respondió Sasuke—¡Yo también quiero colores!—exclamó después de un momento —...por favor —añadió en un murmullo avergonzado cuando se dió cuenta que le gritó a un adulto—
—No hay problema, niño. ¿Cuál quieres?—Le dijo Jiraiya, haciendo un gesto con la mano para espantar, y luego acercando la caja de madera en la cual estaban los frascos de tinta de colores—
—Hmp.—Frunció adorablemente el ceño, en un obvio intento de imitar a Itachi, mientras pensaba cuál elegir—¿Puedo tener azul, por favor?
—Claro. Vas a pasar suavemente el pincel debajo de cada palabra nueva, ¿de acuerdo?—Al ver el asentimiento del niño de cabello negro, extendió los materiales de trabajo. En pocos segundos, los dos niños estaban concentrados en su tarea, no muy limpios gracias a la tinta a medio derramar, pero concentrados y aprendiendo.
Fin de la octava parte.
¡Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas!
Comencé a escribir éste capítulo mientras estaba en el trabajo, lo terminé cuando llegué a casa y finalmente lo publico estando en la peluquería. Hay que aprovechar los momentos de inspiración clara y precisa.
¡Travesura realizada! ¡Ave semidioses!
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