Es hora de un hogar estable

Konohagakure no Sato
(Aldea oculta entre las Hojas)
Puerta de entrada. Al rededor de las 4 am.

Cinco años después

Narra Kakashi:

No puedo creer que ya hayan pasado cinco años desde que Jiraiya-sensei viniera por Naruto y por mí. Hemos ido con él a pueblos y aldeas grandes y pequeñas en todo el continente.

—Venga renacuajo, entremos.—A pesar de todo, sigue siendo molesto que nos llame así, si no es “renacuajos” es “mocosos”. Pero, puedo distinguir el afecto en su voz cada vez.

Nos acercamos más a la entrada de la aldea, y por extraño que parezca, los guardias de la entrada están profundamente dormidos. No por eso está desprotegida la entrada, puedo percibir algunos ANBU patrullando, cuando entramos, alzo la mirada y apenas por un instante pude distinguir a uno de ellos, llevaba máscara en forma de cuervo, o eso me pareció.

Narra Cuervo:

Era mi turno de patrulla en la entrada de la aldea, en plena madrugada, cuando ví acercarse a dos sujetos. Casi me caigo cuando noté que eran Jiraiya de los Sannin y Sharingan no Kakashi, y en la espalda del Sannin venía el Jinchuriki del Kyubi no Kitsune (Zorro de las nueve colas). Miré más atentamente a las tres personas, y no dos como creí al principio.

Jiraiya-sama traía un haori verde oscuro que cubría el resto de su ropa, pero su largo cabello blanco atado en una cola era inconfundible, al igual que el protector con cuernos con el kanji para "aceite" grabado en él.

El niño en sus hombros casi no se distinguía pero pude notar las mangas oscuras de una chaqueta, y un alborotado cabello rubio. Ese niño no se merece el odio que va a recibir de parte de los aldeanos cuando se enteren.

Pero el que me dejó sin aliento fue Hatake Kakashi. Lo primero que noté fue que llevaba el protector cubriendo su ojo Sharingan, y una máscara de tela cubriendo la mitad inferior de su rostro, igual que hace cinco años, la diferencia era el resto de su ropa: una musculosa negra, sin brazos, ceñida al cuerpo, dejando ver ese par de brazos, así como su torso, tonificados por el entrenamiento. Su cabello plateado era más largo que antes, y si bien el flequillo se alzaba contra la gravedad, el resto le enmarcaba el rostro. Cuando volteó en mi dirección casi me caigo otra vez, así que me alejé de allí con un Sunshin.

Por suerte para mí ya era el fin de mi turno, así que volví a la base de ANBU, y tras darme una rápida ducha regresé al Complejo Uchiha. Una vez allí me permití enloquecer por ver a Hatake, y lo guapo que está.

Estupidas hormonas adolescentes—masculle contra la almohada—

Narra Kakashi:

Me quedé pensando brevemente en el ANBU con máscara de cuervo, recordando a quienes estaban en ANBU conmigo hace cinco años, y el otro shinobi que se me ocurre es Uchiha Shisui, también conocido como Shisui del Cuerpo parpadeante o Shisui El Veloz, por su increíble uso del Sunshin.

Salí de mis pensamientos cuando llegamos a la Torre del Hokage, quien no es de extrañar que esté a ésta hora impía de la madrugada, ahogado en papeleo.

—Oye, sensei. Volvimos.—dijo Jiraiya-sensei escuetamente, haciendo sobresaltar al Sandaime Hokage.

—¿Por cuánto tiempo?—preguntó, demasiado cansado para darnos la bienvenida adecuadamente—

—¿Quién sabe? Unos años, tal vez. O toda la vida.—Le respondió despreocupado, encogiéndose de hombros con cuidado de no despertar a Naruto, que seguía aferrándose a él mientras dormía. Yo por mi parte voltee a verlo, sorprendido, pues no me esperaba eso.

¿Podré llamar a Konoha mi hogar una vez más? ¿Y Naruto, podrá hacerlo?

Narra Jiraiya:

Observé atento a Hiruzen, sin descuidar tampoco la reacción de Kakashi. No es de extrañar que ambos estén sorprendidos, pues soy conocido como Sapo Ermitaño porque nunca permanezco demasiado tiempo en un mismo lugar. Pero es hora de tener un hogar, un lugar permanente al cuál volver, y los medios para obtenerlo se lo debo al niño en mis hombros y a sus difuntos padres.

—No te preocupes por los gastos de construcción, Viejo. Tengo lo que necesito aquí —Palmee uno de mis bolsillos, en el que tenía el pergamino con lo encontrado tanto en el Complejo Namikaze como en Uzushio este año. —Tú sólo danos el terreno, que yo me encargo del resto—Añadí con una sonrisa.

Terrenos sin reclamar. 6 am.

Empezaba a amanecer cuando por fin pude adquirir los terrenos, sólo tenía que desenrollar los pergaminos y poner a trabajar los sellos. Me detuve lo suficiente para bajar a Naruto de mi espalda cuando comenzó a despertar.

Aún me sorprende ver lo mucho que se parece a sus padres, especialmente a Minato ahora que lleva el cabello rubio un poco largo. Los brillantes colores de Uzumaki conseguimos equilibrarlos entre Kakashi y yo, con ayuda de los más sobrios colores Namikaze, pero por supuesto que el niño va a escoger las combinaciones que hacen doler los ojos, como el añil de su chaqueta con el naranja brillante de la camisa que lleva debajo, todo a juego, obviamente, con las manchas de tinta en manos, barbilla y ropa.

—¿Huh? ¿La casa?—preguntó Naruto, adormilado todavía, tallandose los ojos y esparciendo más las manchas de tinta sobre su rostro.

—Sí, Naruto. La casa. —respondí, y por “casa”, este niño se refiere a un Fuinjutsu Uzumaki de nivel 10 que permitirá "crear" una casa desde cero, mientras se tenga lo necesario para ello. —Vamos a necesitar que pongas un poco de chakra en él, Naruto —instruí, mientras gentilmente lo ponía en medio de la matriz—¿Sabes cómo funciona, verdad?—Le pregunté para ayudarlo a concentrar—

—Algo. La casa ya está hecha dentro del sello, ¿verdad? Yo sólo la tengo que hacer salir.—dijo, mirándome con sus brillantes ojitos azules, a lo que yo respondí asintiendo, era un poco más complicado que eso, pero esa es la maravilla de Uzumaki y los sellos, para ellos es tan sencillo como respirar. —Bien. —dicho esto, impulsó una poca cantidad de chakra en el sello, aunque "poco chakra" es relativo cuando hablamos de Uzumaki y Jinchurikis.

En unos minutos tuvimos una Casa Principal de Clan pequeña, apenas dos pisos, con el estilo de construcción de Uzumaki combinado con el de Namikaze y algunos detalles del estilo Hatake: puertas corredizas, ventanales amplios, paneles de madera giratorios, en un surtido de colores pastel, neón y tonos oscuros que hacian daño al mirar directamente, pero que hicieron sonreir con suficiencia al niño, como si él mismo hubiera diseñado cada detalle.

No era mucho, pero era nuestro, y lo haríamos un hogar.

Fin de la segunda parte

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top