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El ambiente cambia por completo y mi interior se encuentra ardiendo, ese  fuego se hace mucho más fuerte a medida que mi boca se une y acaricia la de Noah.

—¡¿Qué estoy haciendo?! —gritamos al mismo tiempo mirando al otro, un poco de saliva salpica en mi rostro y aparto su cara de mí ya que Noah en algún momento me dejó bajo su cuerpo. A pesar que quiero echarlo a patadas de mi departamento mis manos se fijan en su cintura para impedir que se aleje—. ¡Es el lazo! —volvemos a hablar al mismo tiempo.

—Ya suéltame —gruñe entrecerrando los ojos, sólo está a unos centímetros de mi rostro y su aliento chocan contra el mío.

—Tú tampoco haces nada para alejarme —hablo frunciendo el ceño. Noah cierra los ojos con fuerza y baja la mirada, sus manos se mueven desde mi pecho hacia mi cabeza. Sus dedos se enredan en mi cabello, lo que pensé que era una caricia termina resultando unos dolorosos jalones de cabello.

—¡Ah! Basta —me quejo tomando sus muñecas para detenerlo. Él baja la mirada pero continúa forcejeando conmigo para que suelte sus manos. Eso hago y mis dedos bajan por su cuello hacia la mordida, el color rojo y ensangrentado que poseía ha desaparecido un poco. Siento que debo seguir lamiendo la herida pero...

—¡Ya, me rindo! —exclamo acercando mi rostro a la mordida, Noah se estremece cuando siente mi lengua nuevamente acariciar la herida con cuidado. No puedo seguir luchando contra el lazo, es frustrante y no llegamos a nada. Siempre dependeremos del otro y me rindo.

—¿Cómo que te rindes? —él arquea una ceja y golpea mi hombro con su puño. Yo no puedo evitarlo y muerdo suavemente su piel, volviendo a reabrir la marca—. ¡Ay! ¡¿Qué te pasa?! Sólo pasó un día desde que estamos enlazados y ya no puedes con ello. —Noah trata de alejarme pero mis brazos parecer estar ensañados en no permitir que nuestros cuerpos se despeguen.

—Lo dice el que se está frotando contra mí —comento y es cierto, desde hace un momento las caderas de Noah parecen tener vida propia y se mueven creando fricción entre nosotros. Lo peor de todo es que lo estoy disfrutando.

—¡¿Eh?! —él se espanta y se retuerce con más desesperación para liberarse de mí pero no se da cuenta que me provoca aún más con esos movimiento, hasta termino jadeando de placer con los ojos cerrados. De repente siento que Noah se detiene por completo haciendo que yo separe los párpados para observarlo, él se ve agitado y me mira con los ojos bien abiertos.

—¿Qué? Dije que me rendía —respondo en mi defensa, la mordida llama mi atención ya que un poco de sangre se encuentra brotando de ella. Ahora yo giro sobre la cama y dejo a Noah sobre el colchón, ambos estamos agitados por la pelea y la excitación que recorre nuestros cuerpos, hasta puedo sentir el placer de Noah como si fuera mío mientras regreso a la marcar. Al dar las primeras lamidas el sabor de su sangre hacen que mis papilas gustativas quieran mucho más. Es la mejor cosa que he probado en mi vida junto con su piel.

—Y-Yo... yo también me rindo —suspira para luego soltar un gemido, ese sonido hace que mi corazón palpite más rápido. Entonces sus manos, un poco frías, se adentran en mi camisa mientras los botones van cediendo. Las yemas de sus dedos acarician mi pecho lentamente mientras que yo me ocupo de succionar su piel, dejo varias marcas para luego dirigirme a su boca, nuestras lenguas se encuentran pero Noah muerde la mía haciendo que me separe bruscamente.

—No muerdas —digo sintiendo un fuerte dolor en la lengua.

—Te estoy hablando y no me escuchas Izan —gruñe sentándose en la cama, mi camisa se encuentra en el suelo junto con su ropa, sólo falta deshacernos de nuestros pantalones pero Noah me hace una pregunta que me deja sorprendido—. ¿Y ahora qué? ¿Cómo lo haremos?

—Creí que tú sabias como —respondo teniendo los ojos en la nada.

—¡Yo te estaba siguiendo a ti! —alza la voz para luego cubrir su entrepierna con las manos al encontrarse los primeros botones de sus pantalones abiertos.

—Mmm... Alguien está muy feliz —hablo haciendo que su cara se ponga muy roja.

—Dije que me rendía —contesta sin mirarme, sus manos se mueven hacia mis pantalones y baja el cierre encontrándose con mi erección atrapada en mis boxers—. Tú estás en el mismo estado así que no te burles —su mano derecha acaricia mi bulto haciéndome suspirar con pesadez.

—Llamaré a Luka, él tiene a un beta como pareja y sabrá darme indicaciones —hablo entre jadeos roncos mientras busco mi celular en los cajones de la mesa de noche.

—¿Indicaciones? —de repente la mano de Noah se cierra con fuerza a mi alrededor, eso duele e intento quitar su mano—. ¡¿Estás loco?! Sólo a ti se te ocurre pedir indicaciones para esto —dice aflojando su agarre, así me deja hablar cuando el dolor desaparece un poco.

—Pero-

—Vamos a probar, no podemos decirle a nadie sobre esto porque la vergüenza sería muy grande. —Noah se ve realmente preocupado pero también excitado así que dejo el celular a un lado y deslizo sus pantalones haciendo que quede con la boca abierta. De inmediato sus manos tratan de cubrir su miembro ya que también le quité la ropa interior.

—¿Tienes vergüenza? Tú lo estás pidiendo —digo acercándome para unir nuestros labios una vez más. Sus manos, con un poco de duda, comienzan a quitar las prendas que aún tengo hasta que ambos quedamos completamente desnudos, Noah levanta un poco las caderas y crea fricción entre nosotros.

—¿Qué haces? —él rompe el beso para mirarme mal, yo no entiendo su actitud hasta que veo que mis dedos acarician su entrada sin que yo lo hubiera notado—. S-Supongo así es como se hace pero... —murmura cerrando los ojos por un momento pero luego detiene mi mano.

—Pero te gusta —respondo tomando sus labios y los muerdo un poco mientras que mis dedos continúan haciendo círculos a su alrededor.

—Okey, ya hazlo. No aguanto más —suplica y no puedo evitar sonreír, me burlaría de él pero en lugar de eso me ubico entre sus piernas.

—Me estorban —digo tratando de encontrar la mejor posición, nuestras piernas parecen estar enredadas entre sí.

—No puedo arrancarme las piernas, Izan —responde haciendo una mueca de placer cuando la punta de mi miembro toca su centro. Sus ojos se cierran con fuerza mientras trato de acomodarnos mejor pero él no me ayuda en nada.

—Ábrete un poco más —murmuro sintiendo aún más dolorosa mi erección, Noah no es el único que tiene prisa. Y es por esto que quería pedir indicaciones.

—Tampoco soy un contorsionista —se queja, entonces no tengo más opción que subir sus talones hasta mis hombros, así su entrada queda más cerca de mí y podré entrar en él—. Vamos, date prisa. —Toma mis caderas haciendo que esas partes tan sensibles de nuestro cuerpo se toquen entre sí. No quiero hacerlo esperar así que me muevo hacia adelante, haciendo que todo mi miembro entre en él hasta que choco contra su cuerpo. Eso hace que pierda la respiración por un momento al sentir lo cálido y apretado que se encuentra pero vuelvo a la realidad cuando escucho un grito de Noah.

—¡Ay, ay! —él se sacude diciendo que salga, de repente recibo una patada en el rostro de su parte que me arroja de la cama hacia el suelo.

20:29, en el hospital más cercano:
—No sé olviden de tomar las pastillas para el dolor en el horario que el doctor indicó —nos recuerda la enfermera omega que nos acompaña a la salida, ella empuja la silla de ruedas en donde se encuentran Noah mientras que yo sostengo la bolsa con hielo sobre mi ojo hinchado.

—Muchas gracias —respondo estrechándole la mano como un saludo, su olor a lavanda queda en mí al tocarla y eso hace que Noah aclare la garganta. ¿Está celoso?

—No hubiéramos terminado aquí de no ser por él —habla mirándome con una cara de asesino serial.

—Oh... la próxima vez intenten pedir consejos antes de hacerlo. Los betas, a no ser que sean sumisos, no lubrican y deben hacer una preparación previa para no lastimarse —dice ella sin quitar esa tierna y un poco perturbadora sonrisa de su rostro—. Bueno, buenas noches y no olviden lo que les dije —se despide y se lleva la silla de ruedas. Y como Noah aún no puede caminar yo lo alzo en mis brazos.

—Que miedo —murmuro quedando paralizado.

—¿Preparación? Nada me hubiera preparado para eso —se queja sacudiéndose y casi pierdo el equilibrio.

—Cálmate, yo también resulté herido —hablo caminando hacia el auto, debo darme prisa porque él es realmente pesado y no quiero arrojarlo sin querer.

—Un ojo morado no es nada. ¡Yo no puedo caminar! —exclama haciéndome cerrar los ojos, creo que rompió mis tímpanos. Yo abro la puerta trasera y estoy a punto de sentarlo pero se queja hasta el punto de soltar unas cuantas lágrimas, entonces lo coloco boca abajo diciéndole que todo estará bien. Incluso yo puedo sentir su dolor y angustia a causa del lazo. Quiero abrazarlo y besar sus mejillas sonrojadas, pero terminaría con el otro ojo morado.

—Primero me marcas, luego siento como si fuera a morir cuanto te alejas de mí a causa del lazo. Después las rosas y ahora esto... siempre me lastimas —habla sin mirarme mientras yo lo miro por el espejo retrovisor, no respondo a eso porque la verdad es que él también me golpeó varias veces. Pero no quiero pelear y verlo así, en ese estado, hace que me sienta muy mal. Al llegar a casa le haré esa preparación de la que nos habló la enfermera.

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