4#
Luego de una discusión interminable que tuve con Noah yo le grité que se callara y fui a mi habitación en busca de ropa más presentable. Este día no tengo trabajo pero debo ir al invernadero como todos los fin de semana. Termino de colocarme unas zapatillas un poco viejas y me miro al espejo, todo está bien. En ese momento siento la presencia de ese imbécil a mis espadas.
—¿Y eso? ¿A dónde vas? —me pregunta haciendo que agache la mirada y cierre los ojos con fuerza. Debo pensar en algo para que él se quede aquí y no me estorbe mientras cultivo, antes de que pueda contestar Noah chasquea la lengua mientras se arroja sobre la cama—. De todos modos no me importa, es domingo y me quedaré tirado aquí. —Él esconde su rostro en la almohada.
—Haz lo que quieras —contesto llevando mi cabello hacia atrás pero los cabellos castaños claros soy muy rebeldes. Al final me doy por vencido y tomo las llaves de mi coche, no es muy lujoso ni eso pero al menos tengo un auto.
Abro la puesta estando dispuesto a salir pero siento algo raro dentro de mí, mi pecho se oprime y apenas puedo respirar. ¡Maldito lazo!
Maldigo en voz baja mientras hago un gran esfuerzo para cerrar la puerta, no voy a ceder por un simple lazo. Claro que no.
—Hey. —Cuando espero que las puertas del ascensor se abran una chica corre hacia mi dirección, no la había visto antes en el edificio—. Que suerte, alcance el ascensor —dice agitada.
—Si, eso creo —contesto jalando un poco el cuello de mi camiseta, de pronto comencé a sentir una especie de sudor frío.
—Hola, soy Marina —se presenta extendiendo su mano hacia mí, hago un gran esfuerzo para sonreírle y estrecho su mano. Ella parece muy amigable y es beta como yo pero no puedo dejar de sentir que me falta el aire a causa del lazo, además estoy sudando demasiado.
—Es un gusto —contesto y a medida que el ascensor continúa bajando la presión de mi pecho aumenta.
—¿Estás bien? Te ves un poco... —Ella extiende su mano hacia mí para tocar mi frente, luego pone una cara de espanto—. ¡Estás ardiendo! —chilla y al fin las puertas se abren en el estacionamiento del edificio pero apenas puedo mantenerme, todo mi cuerpo tiembla, estoy sudando y siento frío, mucho frío.
—N-No vo-voy a... a doblegarme —digo dando unos pesados pasos hacia mi auto pero todo parece empeorar y Marina me grita que debería ir a un hospital—. Ya... c-casi. —Acerco la lleve al cerrojo de la puerta pero las llaves se terminan por caer a mis pies.
—¡Izan! —Mi cuerpo voltea de inmediato, por una especie de fuerza mis piernas se mueven con rapidez hasta que me encuentro corriendo hacia Noah.
—¡No, no, espera! —grita al ver que no puedo detenerme y termino derribándolo, el frío poco a poco desaparece cuando siento el agradable calor de su cuerpo y los temblores le dan una tregua a mi cuerpo—. Me aplastas —dice malhumorado pero él no hace nada para alejarme. Ambos nos encontramos en el suelo, yo estoy abrazando su cintura al mismo tiempo que Noah tiene sus dedos entre mi cabello, mi cabeza está justo a la altura de su pecho y puedo escuchar como su agitada respiración se calma. Pero su corazón sigue latiendo muy rápido.
—Ya entiendo —murmura Marina haciéndome recordar que sigue allí y que vio todo. Siento todo mi rostro caliente de la vergüenza mientras me separo de Noah dando un salto hacia atrás.
—¡Puedo explicarlo! —él se adelanta a hablar y está igual o más rojo que yo.
—¡Yo no quería, el lazo me obligó! —exclamo haciendo reír Marina y Noah me mira mal. Cuando ella para de reír nos mira a ambos y nos sonríe.
—Son una muy linda pareja —comenta haciendo que Noah y yo nos miremos con un poco de asco y desagrado para luego estallar de risa. ¡Ese fue el mejor chiste que oí en mi vida!
Ambos reímos y la sonrisa de Marina se borra poco a poco, en eso él para de reír para tomar aire y preguntar: —¿Dejarías que Izan te marque?
Yo lo miro con la boca abierta porque ni siquiera conoce a esa chica y se atreve a decirle eso. Está dando una muy mala impresión de nosotros.
—No, no habla en serio —intento llevar a Noah al auto pero él insiste.
—Por favor, si lo haces seré tu mejor amigo y te deberé un favor grande. Por favor —suplica y termina abrazando las piernas de la chica haciendo que sienta un poco de celos. ¡Odio el lazo!
—Ya basta —digo tomándolo de las piernas para que la suelte. Logro apartarlo de Marina y Noah me saca la lengua como si fuera un niño.
—Son una pareja con un lazo reciente —comenta ella llamando nuestra atención—. ¿Hace cuánto formaron el lazo? —parece muy interesada en saber y le respondo que sólo un día. En ese momento ella se echa a reír.
—No es gracioso. —Noah mira a un lado cruzando sus brazos—. Yo no quería ser marcado y este pervertido vino a morderme. Y se decía llamar mi mejor amigo —le explica en un tono trágico como si yo estuviera viviendo el sueño. Tampoco es agradable haberte reclamado imbécil.
—Oh, es por eso que me pediste que me deje marcar —piensa en voz alta y por un momento pude ver la gran sonrisa de victoria de Noah pero la misma se esfuma al escuchar las palabras de Marina—. No quiero ser marcada por nadie y volverme tan dependiente de esa persona, no gracias. —Ella nos sonríe y se aleja en busca de su coche mientras que Noah maldice entredientes.
—Estuvo cerca —suspiro aliviado, no es que me guste tener el lazo pero tampoco quiero marcar a cualquiera, yo quiero que esa persona sea especial para mí y luego poder unir nuestras vidas para siempre. Lo sé, es imposible de encontrar.
—Di la verdad... si querías hacerlo —me dice Noah abriendo una de las puertas traseras de mi coche.
—¿Qué? —pregunto tomando el volante, supongo que debo llevarlo conmigo al vivero. Enciendo el coche y con cuidado salimos del estacionamiento. En poco tiempo ya estamos en las calles de la cuidad.
—Cuando me derribaste —indica apoyando su mentón sobre mi hombro, eso hace que todo mi cuerpo sufra un estremecimiento—. Si querías hacerlo —agrega sonriendo, no sé a qué se debe esa sonrisa hasta que veo mi reflejo en el espejo, estoy muy rojo.
—Tú gritaste mi nombre —contraataco, lo oí muy bien, su voz se escuchó quebrada, débil.
—Era la única forma de llamar tu atención, estabas muy ocupado con esa chica —comenta alzando la voz y luego se cubre la boca con sus manos. Ahora él es el sonrojado y una sonrisa maliciosa crece en mi rostro.
—¿Estás celoso? —pregunto haciendo que sus ojos reflejen rabia, de inmediato me arrepiento de haber dicho eso—. Cálmate, sólo bromeaba —digo al sentir como sus puños se cierran con fuerza mientras sostiene la manga de mi abrigo.
—¡¿Quién te celaría a ti?! —alza la voz dándome unos empujones, eso hace que detenga el auto de golpe y, desgraciadamente, Noah termina de cabeza en la guantera. Eso le pasa por no colocarse el cinturón.
—Semáforo en rojo —digo en mi defensa haciendo que gruña.
9:00, en el vivero de la ciudad:
—¿Qué hacemos aquí? —me interroga Noah estando a unos pasos detrás de mí, a nuestro alrededor hay flores de todo tipo y sus aromas son muy reconfortantes. En eso siento un inconfundible aroma a jazmín, no se tratan de las flores sino que es la señora Claudia, una omega y dueña del lugar.
—Buenos días —saludo llamando su atención, ella deja la regadera de lado y enfoca su atención en mí.
—Izan, buenos días —responde sonriendo—. Te daría un abrazo pero ya sabes como es mi esposo —ella roda los ojos y ambos reímos. Pero nos detenemos cuando Noah aclara su garganta llamado la atención, creo que está celoso de nuevo.
—¿Quién es este joven? —me pregunta Claudia para luego levantar ambas cejas por la sorpresa—. No me digas que-
—Es un placer conocerla, soy Noah, el asistente de Izan y debo acompañarlo en todo momento —interrumpe él presentándose.
—Oh, yo creí que eras su pareja —ella suena desilusionada por alguna razón—. Pero antes él no tenía ningún asistente —comenta ladeando la cabeza.
—¿No le comentó? Fue ascendido —agrega Noah haciendo chillar a Claudia.
—Esa es una maravillosa noticia, debemos festejar —sugiere haciéndome palidecer, yo miro a Noah y se encuentra en el mismo estado.
—¡No! —exclamamos al mismo tiempo asustando a la omega.
—Quiero decir... no hace falta —murmuro bajando la mirada, el festejo resultó un desastre y tengo a Noah recordándome lo terrible que fue—. Sólo vine a ayudar como todos los fines de semana —agrego viendo como mi acompañante quedó muy interesado viendo un ramillete de claveles blancos.
—Esta bien Izan, hoy toca las rosas pero ten mucho cuidado —me encarga a lo que yo asiento rápidamente, yo tomo unos guantes y camino hacia donde se encuentran las plantas de rosas, aquí, Claudia cultiva todo tipo de plantas y cuando florecen las vende a las florería.
—¿Por qué no esperas? Casi me pierdo —cuestiona Noah cuando al fin me alcanza, su respiración está irregular y su cabello negro se encuentra lleno de flores pequeñas y de diferentes colores—. ¿Qué harás? —estoy más concentrado en observarlo que en contestar su pregunta, doy unos pasos hacia él mientras que retrocede al mismo tiempo. Su cara de espanto no tiene precio.
—Sólo te miro, no te asustes —hablo haciendo que gruña, ya no puede seguir retrocediendo porque choca contra una mesa la cual tiene muchas masetas sobre ella.
—¿Por qué d-debería estar asustado? —contesta desviando la mirada, logré ponerlo nervioso—. No te acerques —alza la voz pero no llega a gritarme, y todo porque sólo estoy acercando mi mano hacia él. Noah mantiene la cabeza agachada y yo revuelvo su cabello para quitar todas las flores y hojas que tenía sobre sí.
—¿En qué estabas pensando? —me burlo ganándome un golpe en la mejilla, al menos no es tan fuerte como la paliza que me dio al principio pero de todos modos duele.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top