Primer contacto
A la mañana siguiente, tras el fracaso de asesinar al samurai mercenario, Ishikawa Goemon XIII. La asesina GHOST fue más cautelosa esta vez. Debido a la llegada inesperada del Inspector Zenigata, ella optó por retirarse, sin olvidar de dejarles un regalito escondido en el abrigo de aquel molesto inspector.
Lo que ella no sabía es que Goemon se percató del dispositivo. Entre él y el inspector idearon un plan sin que la joven asesina se enterase. Aquí, la razón por la que llamaron a Lupin para comunicarles la situación y reuniéndose en el punto acordado, situado en los Estados Unidos de América.
Sin duda, un plan para atraerla. Si no fuera porque ella va un paso por delante de ellos. Pues, ella ya se encontraba en el avión con destino a Nueva York. Según sus informantes, ellos no cogerían el avión hasta esta tarde. Lo que significa que ella tendría tiempo de inspeccionar la zona y de buscar la guarida de Lupin.
Después de pasar varias horas tranquilas en el avión, por fin llegué al Aeropuerto Internacional John F. Kennedy, que se encuentra entre la zona de Brooklyn y Queens. Al salir del aeropuerto, un hombre trajeado nos estaba esperando para entregarle a Zero un coche. Me senté en el asiento del copiloto y Zero arrancó el coche, marchándonos al hotel designado en la zona del Hell's Kitchen. Ya instalados, salí con Zero con ropa de paisanos, para no llamar la atención e inspeccionamos las zonas más alejadas y menos transitadas para localizar su punto de reunión.
Encontré varios almacenes vacíos, en las zonas de puertos de embarque, que hay alrededor de la isla de Manhattan, pero nada sospechoso. Supongo que no podré localizarlo hasta encontrarme con uno de ellos.
Como si del mismo destino se tratase, mientras paseaba por las calles transitadas de Nueva York junto con Zero, pude ver a lo lejos a una mujer de cabello moreno, vestida con una gabardina de color marrón claro. Podía divisar que lleva puesto un pantalón del mismo color con unos botines de tacón negros y lleva puesto unas gafas de sol. A pesar de llevar esa ropa, podía apreciar claramente, que aquella mujer es Mine Fujiko. Sin duda, esto podría considerarlo como un golpe de buena suerte o a una apestosa trampa.
Dí un leve toque con mi dedo a la mano de Zero, pues desde que salimos a investigar, para no llamar las apariencias, le agarraba la mano como si de su hija se tratase. Éste al notarlo, dirigí mi mirada hacia la mujer y captó el mensaje en seguida.
Seguí la pista de ella hasta detenerse en un cafetería. Nos dirigimos a la cafetería cogiendo otra dirección. Cuando llegamos, nos sentamos a dos mesas de ellas, pero lo suficiente para poder espiarla. Una camarera se acercó a nosotros para tomar la comanda, Zero iba a negarse, pero esta vez fuí rápida.
- Un café solo y un zumo de manzana. - Tras apuntarlo, se marchó.
Zero me miró con mala cara y le respondí en voz baja. - Sería muy sospechoso, quedarnos en la cafetería sin pedir nada. - Dije con una falsa dulce sonrisa.
A los 5 minutos, la camarera trajo lo que pedí y justo en ese momento, entraron en la cafetería dos hombres. ¡Bingo! Un hombre con traje azul y el otro de color negro con un sombrero, que le tapa sus ojos. Sin duda, ellos son Lupin III y Jigen Daisuke. Sin duda, ahora se iba a poner más interesante.
Mientras me tomaba mi zumo, me concentré en su conversación, olvidándome de todo lo demás.
- Fujiko, ¿te han seguido? - preguntó en voz baja Lupin.
- No, he sido muy cautelosa. - Contestó al momento que se quitaba las gafas.
- ¿Estás segura? - dudó Jigen.
- ¡Dudas de mí! - Se quejó ella y luego, giró su cabeza a un lado - Por supuesto que no.
- Muy bien, ¿si hemos terminado? - dijo Lupin a modo de eliminar aquella tensión, que los dos habían creado. - Sabemos que Goemon y papaito Zenigata ya están aquí en Nueva York, así que hemos cambiado los planes y reunirnos esta noche en el almacén 12, que hay cerca de aquí.
Esto me llamó la atención, pues habían cambiado su plan de reunión de mañana para esta noche, además de que aquellos dos, que llegarían más tarde, han llegado más temprano. Sin duda, no confíes en tus fuentes. Zero se sobresaltó al verme, pues mi mirada reflejaba mi completo enojo, pues está claro que ellos estaban jugando conmigo y, por lo tanto, saben que estoy aquí. - Pues juguemos, pero en esta partida. Yo ganaré y vosotros moriréis.
No me dí cuenta de que hace un buen rato me había terminado el zumo y Zero había pagado ya la cuenta. Nos íbamos a marchar, cuando noté algo acercándose en mi pie. Bajé mi mirada y era un bolígrafo, lo cogí y cuando subí mi mirada, me topé con los ojos negros de mi objetivo.
- Hola - saludó alegremente - Gracias por recoger el bolígrafo, se me había caído y no sabía donde se había caído hasta que lo ví en tus manos, ¿me lo devuelves, por favor?
Forcé la sonrisa más amable que pude como si de una dulce niña se tratase - Claro, aquí tiene señor. - Puse una voz infantil y le devolví el bolígrafo, notando como nuestras manos se rozaban al instante. - Mierda.
Inmediatamente, aparté mi mano de él, pero ya era demasiado tarde. Aquel hombre ya sabía quien era con solo tocarme la mano, debido a los callos que tengo por los duros entrenamientos. Pero aun así, seguía como si nada. - Gracias, señorita. - Antes de volver a su asiento, levantó la mano. Acercándose lentamente a mi cabeza. Al verlo, mi corazón se aceleró e imaginé de manera inconsciente, uno de los golpes del Sr. Drake. Cerré los ojos y me quedé estática, sin llegar a sentir ningún roce o "golpe", por parte de él.
- Vámonos, Alice. - Dijo Zero cogiéndome de la mano y abriendo, rápidamente mis ojos, mientras salíamos apresurados de la cafetería. Dejando al grupo de ladrones, desconcertados por lo que acababa de suceder.
- No sé qué demonios acaba de suceder allí dentro, pero más te vale eliminarlos esta noche. - Dijo enfadado mientras me agarraba fuertemente la mano.
Mientras tanto, en la cafetería. Lupin seguía mirando la mano que iba a usar para acariciar su cabello, pero se detuvo al ver su reacción. Una reacción, que sin duda, en un niño no era normal. ¿A menos que?
- Lupin. - Llamó Jigen, despertándole del trance. - ¿Es...........ella?
Con una gota de sudor, resbalando en su frente. Se dirigió a sus compañeros, se sentó en su asiento, se tomó su café y de una forma tranquila, dijo - Sí, es ella.
- Es mona, a pesar de llevar un disfraz. - Dijo Fujiko mientras seguía tomando su café con tranquilidad.
- Entonces, no es un niño, sino una niña - dijo Jigen -y muy peligrosa, porque a la vista de todos, la confundirían como una niña normal.
- Sí, pero esa reacción. - Se quedó pensativo, Lupin.
- ¿En qué piensas Lupin? - preguntó su compañero.
- En el plan para esta noche. - Con una sonrisa, se levanta. Deja el dinero en la mesa y se marcha, junto con Jigen y Fujiko, quienes al salir ven a lo lejos de la avenida a Goemon y Zenigata.
Ya por la noche, me encontraba delante del almacén. Nadie me vió llegar por la zona, lo que significa que ni Goemon ni ese inspector me han visto seguirles. Después de verles entrar por el almacén. Me coloqué la máscara, cogí mi pistola con garfio y disparé al techo para luego, ser impulsada por este hacia arriba. Llegando al techo, sin hacer ningún ruido. Es evidente, que esto es una trampa, pero yo no voy a caer tan fácilmente. Abrí la escotilla, que se encontraba cerca de donde caí, y me adentré en el interior del almacén, posicionándome en las vigas de metal, que forman la estructura del techo del almacén.
Horas antes, obtuvimos los planos del almacén, donde se celebraría la reunión. Pude estudiar el plano para conocer las entradas, posibles salidas y el circuito eléctrico del almacén.
Me moví sigilosamente sin que ellos me vieran hasta quedarme encima de ellos. Saqué un dispositivo, que al activarlo provocó un apagón, dejándolo todo a oscuras.
Ellos al ver que se habían apagados las luces, se pusieron alerta, pues sabían que ella empezarían a atacar. Pero, lo que no sabían es que atacaría al instante, ya que, al momento de apagar las luces. Escucharon a Fujiko gritar.
Bajé de la viga, silenciosa y rápida, con ayuda del garfio de la pistola y cuando estuve a 4 metros del suelo, bajé y fui directa a atacar a Fujiko, pero fuí bloqueada por la katana del samurai. Por suerte, pude hacerme frente a él y con un rápido movimiento, saqué su katana de su mano y asestarle un corte profundo en su abdomen. Con el samurai, fuera de combate. Rápidamente, me fui a la posición de Fujiko, mientras esquivaba las balas, que son disparadas por Lupin, Jigen y Zenigata; llegándola a hacerle un corte profundo en su pierna. Dos menos.
Mi siguiente objetivo iba a ser Lupin, pero de pronto las luces volvieron a encenderse, dejándome sin visión, debido a que llevaba la máscara con la visión nocturna puesta y sintiendo una enorme presión en la frente, al mismo tiempo que escuché el sonido de un disparo.
Aquel disparo impactó en mi máscara, destruyéndola en varios trozos. No fue un disparo potente para atravesar la máscara y mi frente, pero sí para destrozarla y hacerme un rasguño. Me tambalee sin llegar a caerme al suelo y cuando mi visión se adaptó a la luz, pude visualizar que la persona que me disparó, sin lugar a dudas, fue Jigen. A lo lejos, visualicé al inspector con el dispositivo, que usé en sus manos.
¿Cuándo? - Entonces, dirigí mi mirada en la mujer que se encontraba en el suelo, sonriéndome de manera pícara, mientras se retorcía de dolor, debido al veneno que está impregnado en mi cuchillo. Sin duda, esa mujer es muy ágil a la hora de robar. Tan ágil que ni siquiera te das cuenta de que te han robado hasta que es demasiado tarde.
Todos sabían cómo era, excepto Goemon y Zenigata, que aún no se lo creían que fuese una niña.
Rápidamente, saqué una pistola. Jigen dió el primer disparo, que esquivé ágilmente y al momento disparé, directo a la pierna del inspector. - Mierda. - Se quejó Zenigata al caer al suelo con la pierna sangrando por el disparo.
Sigue la lluvia de disparos entre GHOST, Jigen, Lupin y Zenigata. Hasta llegar a un punto donde ambos bandos se quedan detrás de unas cajas, para cargar mas municiones a sus pistolas. Por desgracia, en el lado de Lupin, no lo llevan bien, pues el veneno que contenía el cuchillo, se estaba esparciendo rápidamente por las heridas de Goemon y Fujiko, mientras que Zenigata y Lupin estaban sentados en el suelo con heridas de bala en sus piernas.
- Joder con la mocosa. Menuda puntería tiene. - Se quejó Lupin.
- Menudos desgraciados al convertirla en una asesina. Me las va a pagar y bien además. - Cogía un pañuelo suyo y se lo puso en la herida para retener la hemorragia, pues le disparó cerca de la arteria femoral.
- Je, lo llevamos crudo. - Dijo Jigen. - Vosotros tenéis un disparo en la pierna, Goemon tiene una enorme herida en el abdomen y Fujiko no puede moverse por ese corte feo en la pierna. Sin olvidar que sus cortes están envenenados. Más vale que tengais un plan para retenerla, porque no pienso llevaros a todos vosotros en un ataúd.
Ambos se quedaron pensando hasta que el inspector se acercó lo suficiente al final de la caja y empezó a hablar. - No sé quien te ha enviado y por qué nos quieren ver muertos, pero más te vale que vuelvas con tus padres y te olvides de esta vida llena de sangre.
Escuché lo que dijo el inspector. - Ja, padres. Yo no tengo padres, no tengo familia. Yo siempre he vivido en aquel laboratorio, donde me entrenaban y me experimentaban, desde que tengo memoria, es decir, desde los cinco años..........Un momento, ¿por qué no recuerdo antes? - De repente, me empezó a dolerme la cabeza y a sentirme mareada. - ¡Qué extraño! Hace unas horas no me sentía mal. - Todo me daba vueltas, me empezó a dolerme por todo el cuerpo, solté mi arma, dejándola caer al suelo con un sonido estrepitoso, que llamaron la atención de estos.
- ¿Qué ha sido ese ruido? - preguntó alerta el inspector.
- Juraría que era el sonido de una pistola al caer. - Dijo Lupin dudoso.
- Voy a ver qué pasa, vosotros quedaos aquí. - Sin más dilación, Jigen se marchó a la posición de la joven asesina.
- ¿Qué está pasando? - preguntó de forma débil, Fujiko debido al veneno paralizante.
- Algo no anda bien. - Dijo Goemon, dolorido.
- ¿A qué te refieres? - preguntó nerviosa.
Jigen se acercó poco a poco hasta llegar a dónde se encuentra la joven asesina, pero lo que vió lo dejó completamente descorazonado.
Cada vez me sentía más mareada y mi cuerpo me dolía cada vez más y más, como si sintiera los efectos secundarios de aquellos experimentos. Pero, ¿por qué ahora? ¿por qué no antes? Sentí cómo un líquido caliente y agrio recorría por mi garganta hasta liberarlo todo por mi boca. No sabía qué me estaba pasando, pero sea lo que sea, debe ser cosa de las inyecciones que me daban. - ¿Qué demonios contienen esas malditas inyecciones? - No paraba de vomitar y cuando lo dejé, pude ver rastros de sangre en él. - ¿Qué demonios? - Si pensaba que había terminado todo, me equivoqué cuando comencé a sentir al mayor dolor de mi vida, que circulaba por todo mi cuerpo cómo si me bañase en la propia lava de un volcán o, incluso en ácido. Aquel dolor era tan insoportable, que no pude contenerlo más.
Grité con todas mis fuerzas. Llamando la atención de mis objetivos. Antes de perder el conocimiento, ví como Jigen se acercaba e intentaba ¿auxiliarme? Pero, ¿qué más da? Lo que me ocurriera. Ahora, lo único que veía era negro.
- ¡Jigen! ¿Qué demonios ha pasado? - dijo Lupin apresurado al acercarse allí junto con un Zenigata cabreado.
- ¡Desgraciado! ¿Cómo le hayas hecho algo a la niña? - dijo enfadado.
- Yo no he hecho nada. - se defendió Jigen mientras sostenía entre sus brazos a la niña inconsciente, quien se veía muy pálida y con los mofletes enrojecidos. - De todas formas, la niña necesita un médico urgentemente.
- Je, pues tú dirás cómo. Esa niña no ha venido sola aquí y si la llevamos al hospital, es obvio que esa gente se la llevaran y nuestro plan de "secuestrarla", se irá al traste. - Dijo Zenigata molesto.
- Calma, calma. Ya pensaremos en algo. - Dijo Lupin para calmarlo. - Por cierto Jigen, ¿has encontrado algo de antídoto para Fujiko y Goemon? - preguntó preocupado por su Fujiko.
- A ver que mire. - Inspeccionó en el traje de la pequeña asesina y encontró un botecito con antídoto, suficiente para los dos. - Tienes suerte, aquí hay uno que es el que necesitamos.
- Bien. Inyéctaselo, inmediatamente a ellos, yo y Zenigata nos encargamos de ella.
- De acuerdo, pero mantente alerta. No vaya a ser que traiga refuerzos. - Tras ello, se marchó a dónde se encuentran Fujiko y Goemon, dejándolos solos con la pequeña, quien se encuentra en brazos de Lupin.
- No tiene buen aspecto y está ardiendo. - Dijo Lupin al observarla detenidamente.
- ¿Qué le habrá podido pasar para que esté en estas condiciones? - objetó el inspector preocupado.
- Posiblemente sean los efectos secundarios de los experimentos que estén haciendo en ella, ya que, a diferencia de los otros. Ella aún es muy joven y no habrán terminado con ella. - Dedujo Lupin.
- Juro que cuando todo esto haya terminado, me la llevaré conmigo y vivirá una vida, completamente normal. - Dijo decidido el inspector.
- Eso va a ser muy difícil.
- ¿Por qué?
- ¿Cómo vas a cuidarla y atraparme al mismo tiempo? - dijo sonriente, provocando que se enoje el inspector, mientras Lupin suspira. - Sin duda, pobrecilla si a a ser cuidada por tí.
-Insinúas que tú la cuidarías mejor que yo. - Soltó Zenigata con un tono sarcástico.
- ¡Por favor! Soy un ladrón, no un niñero. - Contestó Lupin. - Y sí, la cuidaría mejor que tú.
- Pero, serás.
Zenigata iba a contestarle a Lupin, pero fue interrumpido por Jigen con un Goemon herido y una Fujiko debilitada.
- Por lo que veo os estáis divirtiendo mucho entre los dos. - Dijo Fujiko echando leña al fuego.
- No nos estamos divirtiendo. - Se quejaron al unísono.
- Panda de idiotas que la vais a despertar. - Regañó Jigen a los dos. La joven, en cambio, se removió, pero solo un poco. Tenía demasiado fiebre para despertarse. Jigen puso al día a los dos, mientras le inyectaban el antídoto y vendaban sus heridas.
- Vayámonos de aquí antes de que este lugar se infecte de enemigos indeseados. - Dijo Goemon.
- Estoy de acuerdo con él. - Dijo Fujiko. - Además, ese veneno me ha dejado exhausta y quiero marcharme ya al hotel a descansar.
- Muy bien, nos reuniremos mañana en mi guarida. Nos vemos. - Con todo dicho, salieron del almacén y se dirigieron en sus respectivos vehículos. Fujiko en su moto y Lupin, Jigen, Goemon, Zenigata y GHOST en su Fiat 500 del 57.
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