La asesina fantasma vs el samurai errante
Para que no hubiera ninguna sospecha en el viaje a Japón por avión. Me acompañó uno de los agentes de la agencia, mientras que yo me disfracé de manera que pareciese una niña normal, es decir, un vestido (espantosamente) mono de color azul con encajes blancos, calcetines altos con encaje del mismo color del encaje del vestido con unos zapatos azules. Debido a mi peinado enmarañado, tuve que ponerme una peluca rubia con dos coletas, recogidas con unos pequeños listones azules con encaje blanco a juego con el vestido, y maquillarme para tapar las profundas ojeras provocadas por los dolorosos experimentos, además de mi falta de sueño.
La verdad, odiaba vestirme de este modo, pero no me quedaba otra si no quería llamar la atención, pues en Japón se encuentra aquel inspector, quien está obsesionado por capturar a Lupin.
Mucha suerte. Porque lo vas a necesitar.
Decidí que mi primer objetivo fuese el samurai, Goemon. Pues, fue quien derrotó al bruto de Hawk. Para derrotarle, debe de tener una gran habilidad para poder derrotar sus grandes hachas. Según me explicó Hawk, Goemon logró en pocos meses predecir los movimientos de sus adversarios como si de ver el futuro se tratase.
Que una persona haya logrado adquirir esa habilidad es de admirar y por eso, no debo subestimarle, pues de mis objetivos, él es uno de los más peligrosos del grupo. Si debo considerarles como un grupo.
Está claro, que estas personas estaban destinadas en conocerse.
No me dí cuenta de que había llegado a Japón hasta que observé la ciudad de Tokyo por la ventanilla.
...
Habíamos llegado a un lujoso hotel, que se encuentra en el centro de Tokyo y lo primero que hice fue quitarme el ridículo disfraz y ponerme mi traje de asesina, pues según mis informantes, Goemon se encuentra en el distrito rojo de Kabukichou, trabajando para un jefe yakuza, que ahora mismo se encuentran cenando en un restaurante de la zona. Después de ponerme el traje, me puse una chaqueta con capucha y guardé mi máscara de kitsune en el bolsillo interno de la chaqueta. Este es lo suficientemente grande para que nadie sospeche que llevo armas encima. Salí de la habitación con mi acompañante como si de una niña jugando se tratase y cuando llegamos a un callejón de la zona, me desvanecí como si de un fantasma se tratase.
Corría y saltaba por los edificios ágilmente. Seguía con la chaqueta puesta, salvo que ya tenía puesta mi máscara. El lugar donde se localizaba es muy fácil de ir, sólo tenía que ir todo recto, con algunas desviaciones. Nadie se percataba de mi presencia, a pesar de saltar en edificio en edificio y, a veces, ir por los postes de luz. Ventajas de ser una ciudad muy transitada, incluso de noche.
Por fin llegué al distrito rojo, ahora sólo tenía que localizar el restaurante y esperar a que salga mi presa. Usé mi máscara, que llevaba equipado una visión infrarroja y nocturna, para encontrarlo. No sería muy difícil, ya que sería el único vestido de samurai. Inspeccioné desde el tejado, todos los locales de restaurante entre todos los locales de club nocturno hasta encontrarlo, junto con un grupo de personas, quienes serían los yakuzas que el trabaja ahora.
Me moví del lugar hasta llegar al edificio que se encuentra cerca del restaurante y de un edificio en construcción. Continué vigilándoles con mi visión infrarroja, cuando mi objetivo comenzó a moverse en dirección mía.
Je, sin duda es bueno.
Me quité la chaqueta y me dirigí al edificio en construcción, al mismo tiempo que vigilaba a mi presa, quien me seguía. Entonces, de un movimiento me puse detrás de una columna agachada y sentí una ráfaga de viento, que pasó por todo el edificio. Dirigí mi mirada en la columna, que se encuentra ahora partida por la mitad sin llegar a destruirse.
¿Con que ese es el poder de la Zantetsuken?
Sabía que está delante de mí, un movimiento en falso y estaría acabada.
Desconecté el visor infrarrojo, agudicé mis sentidos y en el momento que escuché su movimiento de pie para preparar su ataque, me moví rápidamente hasta quedar detrás de él sin que me notase y le asesté un buen corte en la pierna. Habría logrado cortarla, de no ser por su repentino bloqueo con su katana.
Fue cuando nos quedamos cara a cara. Al descubrirme, se sorprendió al verme. No se esperaba que su contrincante fuese un crío.
- No sé quien eres, pero vete a casa mocoso. - Me avisó el joven samurai empuñando su poderosa katana.
No dije nada, seguí moviéndome ágil y velozmente para asestarle varios cortes en su cuerpo, mientras él se defendía con su katana, quien poco a poco se debilitaba sin ninguna razón.
- ¿Pero qué? - el samurai se arrodillo al suelo, dejando caer su katana como si su mano dejara de responder.
Al ver que ya no se movía, fue el momento perfecto para dar el golpe de gracia.
Iba a cortarle el cuello, cuando escuché un disparo cercano y perdí el equilibrio, cayendome al suelo, debido a que él me cogió del tobillo y me tiró. Le había subestimado, a él y aquel hombre.
Aquel hombre se acercó a nosotros, mientras apuntaba con su arma, pero antes de que se acercara más, me deshice del agarre de mi presa cortándole con mi kunai envenenado y lancé una bomba de humo para escapar de aquel hombre, quien sería una gran molestia para mi misión de matar al grupo de Lupin y, por tanto, provocando mi primer fracaso, desde que empecé a aniquilar gente desde los siete años.
¡Maldición!
Huí de la zona sin que me detectasen los policias, que había en la zona. Por suerte, aquel hombre que me acompañó, me estaba esperando cerca de la zona con la chaqueta que había tirado. Salté cerca del callejón, donde se encontraba y me quité la máscara, al mismo tiempo que le daba un toque a su brazo para decir que estaba a su lado, este gesto provocó que se sobresaltase el hombre trajeado.
No me llaman GHOST por nada.
Me dió la chaqueta, me la puse y nos marchamos de vuelta al hotel, donde recibiría mi primer castigo por fracasar en eliminar al samurai, Goemon Ishikawa XIII.
...
- ¡Vaya! Goemon, no te veía desde que ayudaste a Lupin y Jigen a escapar, después de derrotar al asesino, Hawk. - Dijo el inspector Zenigata, quien vestía con su típica gabardina y sombrero de color marrón, bajo un traje con corbata del mismo color. - ¿Se puede saber qué te ha pasado? - intentó levantarlo, pero no podía moverse debido al veneno.
- Ese pequeño asesino, no solo me ha derrotado, me ha envenenado con un veneno paralizante. - Dijo molesto, pues había sido derrotado de nuevo.
- ¿Pequeño asesino? - preguntó el inspector sorprendido.
- Asi es, ha aparecido un nuevo asesino y esta vez es un mocoso. Un mocoso bastante peligroso. - De repente, el inspector coge a Goemon de modo que sostiene su cuerpo sobre su hombro y coje con la mano libre su katana.
- ¡¿Qué haces?! - preguntó molesto el samurai.
- Lo primero, llevarte al hospital y segundo, cuando te hayas recuperado me llevarás a donde está Lupin.
- Je, ¿por qué debería ayudarte?
- Porque si ese MOCOSO asesino iba a matarte, lo más probable es que también tenga como objetivo a Lupin, Jigen y Fujiko; y no voy a permitir que nadie mate a Lupin, sin antes capturarle. -Decía molesto al samurai.
El samurai se quedó pensativo hasta que tomó su decisión. - Esta bien, te ayudaré. Por suerte, Lupin me dió un número de teléfono para contactar con él, en caso de emergencia y esto es una emergencia.
El inspector no dijo nada. Siguió caminando hasta llegar a su coche y metió al samurai dentro de este, en el asiento trasero, mientras dejaba la katana en el asiento del copiloto. Arrancó el coche y se dirigió al hospital más cercano sin decir una palabra, mientras se maldecía a él mismo al saber que una organización criminal, adiestraban niños con el objetivo de usarlos como armas. Sólo de pensarlo, le hervía la mente, mientras agarraba el volante fuertemente hasta sangrarle las manos, debido a que sus uñas se clavaban en la palma de sus manos.
...
En la habitación del hotel, más concreto, en el baño.
Me encontraba en el suelo inconsciente, con restos de lágrimas en los ojos, espuma saliendo de mi boca y mocos saliendo de mi nariz, y mi cuello enrojecido, debido a la descarga que me han dado por castigo, al fracasar en matar a Goemon.
El hombre, quien me acompañó, sostenía el teléfono, quien detrás de la llamada, hablaba aquel hombre, quien la adiestró durante todos estos años.
- Espero que hayas aprendido la lección, GHOST. No quiero ningún fracaso para esta misión, entendido. Ya ha habido demasiados fracasos para aniquilarlos y nuestro líder no quiere ningún fallo, y menos viniendo de tí. ¡ENTENDIDO! - El hombre que estaba detrás de la llamada, alzó con el pulgar arriba, al mimso tiempo que sostenía un detonador. Como si estuviese delante de ella. La pequeña volvió en sí, se levantó de manera pesada, se limpió la cara y dijo lo que tenía que decir siempre:
- ¡ENTENDIDO! Sr. Drake.
- Buena chica. Zero, dale de comer. - Ordenó al agente antes de colgar la llamada.
Aquel hombre se marchó para luego volver con una bolsa llena de frutas y de una bandeja precocinada, que había comprado en un convini cercano del lugar.
Cogí la bolsa y me fuí al salón a comermelo, mientras el agente se marchaba a cenar en el restaurante lujoso del hotel.
Ellos confiaban en dejarme sola en la habitación, comiendo mi triste cena, mientras que ellos se iban a comer sus lujosos y deliciosos platos. Pues, ¿sabeís qué?
Espero que os atragante la comida.
Desde que estoy con ellos, nunca he probado un plato decente o casero. Solo frutas o comidas precocinadas o enlatadas. Incluso, en ocasiones, tenía que cazar mi propia comida y hacerla yo misma.
Sin duda, la ley del más fuerte o la ley de la supervivencia.
Pero esta es mi vida y no puede ser cambiada.
Seré siempre una asesina y siempre estaré sola.
Miraba mi bandeja de comida, en silencio sin derramar ni una sola gota de mis lágrimas, pues había gastado suficientes por hoy.
...
Lupin, Jigen y Fujiko disfrutaban bebiendo en una habitación del hotel, después de haber arrasado en el casino, cuando comenzó a sonar el teléfono.
Nadie lo cogía hasta que Jigen se hartó.
- Joder, ¿qué alguien coja el maldito teléfono?
- Ya, ya. - Se levantó del sofá, tambaleándose por el camino, debido a que había bebido demasiado, Lupin y descolgó el teléfono. - ¿Quién demonios me está molestando en mi fiesta con Fujiko?
- Lupin soy yo, Goemon.
- Goemon ¡¿Cuánto tiempo?! ¿Cómo es que me has llamado? - dijo feliz con una sonrisa de oreja a oreja.
- Lupin, escucha atentamente. Han venido a matarme y es muy posible, que vaya también a por vosotros.
La cara de felicidad de Lupin se desvaneció y cambió su tono de voz a una seria. - ¿Sabes quién es?
- No, lo único que sé de ese asesino es que es un experto en el uso del veneno, es muy ágil y muy veloz, de modo que es capaz de eliminar su rastro como si de un fantasma se tratase y.....
- Y, ¿qué más Goemon? - Aquel silencio incómodo, provocó que se tensase el ambiente. Jigen y Fujiko escucharon toda la conversación, justo en el momento en que Lupin cambio su tono de voz.
- Y es un niño.
- ¿Qué? - dijo atónito, sin poder creerlo.
- Que es un niño. - Volvió a repetirlo por si no lo hubiese escuchado.
- Ya te he escuchado. ¡¿Cómo que es un niño?! - dijo molesto. Fujiko y Jigen se levantaron de sus asientos al escuchar que el asesino es un niño, como si de una broma se tratase.
- Lupin, me he enfrentado a él. Me he fijado en sus proporciones y te aseguro que es un niño, no un adulto enano. ¿Dónde quedamos?
Lupin se quedó pensando sobre toda la información que le acaba de dar. - Nos veremos en Nueva York, pasado mañana.
- Entendido, por cierto Zenigata viene conmigo.
- Vale, espera. ¡¿QUÉ?! - Se sobresaltó cuando de pronto escuchó a papaito Zenigata.
- ¡¡LUPIN!! Ni se te ocurra escapar de mí. - Gritó a través del teléfono, escuchándole al resto del grupo.
- ¿Se puede saber por qué vienes tú tambien? - preguntó al inspector.
- Uno: para capturarte y dos: para salvar a ese niño de su vida como asesino. - Esto se sorprendió al escucharlo.
- ¿Papaito? Muy bien, puedes venir pero no me captures hasta que hayamos resuelto este problema, ¿de acuerdo?
- De acuerdo.
Con el trato hecho, colgamos la llamada al mismo tiempo y nos preparamos a ir a Nueva York.
- No me puedo creer que esa organización también adiestre a niños.- Dijo Fujiko molesta.
- Lo que no me sorprendería es que la persona que le haya enviado a matarnos, sea la misma persona que nos ordenaron a matarnos, cuando nos topamos con Hawk...-dijo Jigen.
- Y que sea la misma persona que envió a aniquilar al Sr. Godfrey y sus hombres, para que no nos revelaran a la persona que apoyaban en la producción de asesinos sobrehumanos. - Continuó Lupin.
- Ju. Está claro que somos una amenaza para ellos. - Dijo Fujiko.
- Si, desde que robamos aquel cuaderno.
- Dirás, que YO robé el cuaderno. -Se quejó Fujiko.
- Sí, pero luego te lo robé. - Dijo orgulloso.
- Claro, al mismo tiempo que manoseabas mis pechos. - Se quejó ella.
- Reconócelo, Fujiko-chan. Te gustó. - Sonrió de forma ladina al acercarse a ella, cuando fué golpeado fuertemente por ella.
- Ya estamos. - Se quejó Jigen al ver a su compañero noqueado en el suelo.
- Por cierto, ¿qué hicisteis con el cuaderno? - preguntó curiosa, Fujiko.
- Lupin lo quemó.
- ¡¿Qué?! - Fujiko se dirigió a Lupin para levantarlo y zarandearlo. - ¿Eres consciente, la cantidad de dinero que habría ganado si hubiera vendido el cuaderno en el mercado negro, idiota?
Lupin se despertó y la contestó:
- Sí y el mundo estaría en peligro, pero quien soy yo para juzgarlo. - Dijo despreocupado.
- ¿Lupin? - Fujiko se sorprendió al escucharlo.
- Solo soy un ladrón, que se divierte robando. - Dijo finalmente con una sonrisa y una mirada seria, pero llena de diversión. - Y estar con la mujer más guapa del mundo. - Cambió su rostro por una pervertida, cuando agarró a Fujiko por la cintura, pero fue noqueado de nuevo por ella.
- Idiota. - Dijo Fujiko, marchándose al cuarto de baño. Mientras, su compañero Jigen le observaba molesto.
- Desde luego, tú no aprendes. - Dijo Jigen, yéndose al sofá, dejándo a Lupin en el suelo.
Hasta aquí el primer capítulo, espero que lo disfruteis los que esteis leyendo.
Si os gusta esta historia, no olvideis darle un like y dejar algún comentario.
Nos vemos.
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