Cap 24

Ben aún estaba acostado en el sofá sentía como su cadera aun le dolía o más bien no podía distinguir si le dolía la cadera la espalda lo único que si podía saber era que le dolía como los mil demonios, ni siquiera podía dormir ya que el dolor era insoportable, pensaba si así era como se sentía su abuelo en ese verano cuando tenía que correr o saltar, por otra parte, el camper estaba estacionado ya que cualquier movimiento que se haga ben se quejaba o empezaba a gritar lo cual a algunas les empezaba a fastidiar

-Mina, no puedes construir algo para que pueda caminar o para que deje de quejarse-

-Podría hacerlo si tuviera algo con que trabajar y no esta chatarra-

Esto lo dijo alzando los brazos dejando en claro que se refería al camper lo cual hizo que ben soltase una risa combinada con un quejido a lo cual este le dice a Liz

-Liz-

- ¿Sí? -

-Ve al refrigerador y en lo más profundo veras una cantimplora tráemela por favor-

Liz como un rayo va al refrigerador y al abrirlo busca en el fondo donde encontró la cantimplora y al tomarla rápidamente ya al lado de ben

-Aquí esta-

-Gracias hija-

Este la toma y al abrirla procede a beberlo, pero cuando no sintió el líquido y la cantimplora en su mano abre los ojos y al ver su mano ve que no tenía la cantimplora

- ¿Pero qué? -

-Qué crees que estás haciendo-

Este claramente con dolor levanta un poco la cabeza y ve a Depsi la cual tenía su cantimplora en mano y esta al darle un sorbo rápidamente lo escupe lo cual hizo que algunas de las chicas fueran hacia donde esta ella

-Esto sabe horrible-

-Déjame probar-

Liv se lo quita de la mano y rápidamente le da un sorbo el cual también escupe y con claro asco hace una mueca y les dice

-Que rayos es esto, sabe demasiado fuerte y asqueroso y eso que lo digo yo-

A lo que ben riéndose con claras mesclas de quejidos les dice

-Cierto, olvide que ustedes nunca probaron el alcohol-

-Espera, ¿porque quisieras beber algo que huele y sabe demasiado fuerte y asqueroso? -

-Bueno Liv hay muchas razones para eso una de ellas es que no se si me duele la cadera o la espalda y quiero algo para no sentir tan fuerte el dolor-

- ¿Alguna otra razón? -

-Por hora esa es una de las tantas razónes para que me des esa cantimplora-

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Las chicas estaban afuera en medio de la carretera algunas estaban estirando las piernas u otras estaban simplemente observando alrededor los pinos, arboles combinados con la carretera con grietas y los escombros de roca

-Este lugar esta todo destruido-

-Para serte sincera no me interesa tanto el que sucedió-

-Vamos hadria no lo puedes decir enserio-

-No bromeó liv, la verdad es que no me interesa el cómo termino la tierra-

-Eres fría hadria-

-Pasando a otro tema, mina cuanto falta para llegar-

-7 días, pero con ben quejándose tal vez 9-

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En otro lado se ve como el peli negro iba conduciendo su auto color azul metálico sin rumbo fijo se preguntaba que le depararía el camino o que sorpresas se encontraría, este simplemente piso el acelerador hasta el fondo mientras gritaba por el cómo se sentía la velocidad del vehículo, aunque al cabo de un rato este empezó a disminuir la velocidad y al ver como este empezó a entrar a una ciudad entre comillas reconstruida vio como muchas personas estaban allí sin ningún hibrido o alienígena, este se estaciona y sale del auto para después sacar la inmensa cruz y ponerla en su espalda para después caminar no sin antes ponerse sus lentes de sol color negro.

Mientras caminaba veía como muchos soldados y tanques caminaban por las carreteras mientras que las personas pareciesen evitarlos y evitar contacto visual con estos

—Parece que los caballeros eternos siguen con esas armaduras aunque comparado con las que tenían antes es un gran avance—

En eso vio como unos niños pasaron corriendo lo que provocó que retrocediera un poco y al voltear a verlos vio como la sonrisa de esos niños era genuina aunque estaban en esta ciudad en ruinas y por lo que parece ser en una dictadura esos niños de verdad se veían felices como si lo que pasara a su alrededor no existiera, este se da media vuelta pero al escuchar como un niño grito se da de nuevo la vuelta y ve como uno de esos niños estaba en el suelo mientras que un soldado de los caballeros eternos le apuntaba con su arma diciendo estupideces sobre que el es un caballero y que tenían que morir por molestarlo

-De verdad le está apuntando a un niño por chocar con el ni siquiera en el proyector los prisioneros eran tan estúpidos para enojarse por algo como eso-

Este se hacerca asia el caballero eterno y este al darse cuenta de la presencia del sujeto deja de apuntar al niño y le apunta a este diciéndole que no diese un paso más a lo cual el pelinegro deja caer su cruz y levanta ambas manos mientras que con una sonrisa le dice que se tranquilizace ya que no venia a causar problemas ni un escándalo a plena luz del día, el niño aprovechando que estaba distraído empieza a correr a lo cual el caballero al ver esto se da la vuelta y le apunta pero el peli negro siendo mas rapido agarra su cruz y le golpea en la cabeza al caballero dejandolo inconsciente para despues volver a poner la cruz en su espalda y empezar a caminar como si no hubiese pasado nada

-Por suerte el idiota se quedó solo mientras que los otros siguieron avanzando-

Esto fue de gran alivio para el pelinegro ya que pudo evitar un conflicto mayor además de que salvó la vida de un niño de un idiota egocentrico con delirios de grandeza aunque eso último lo pensó para si mismo

Mientras el pelinegro seguía avanzando por la ciudad, notó cómo las miradas de las personas se clavaban en él, llenas de miedo y curiosidad. Era claro que su acto no había pasado desapercibido, pero nadie se atrevía a decir algo. Se ajustó los lentes de sol y siguió su camino con calma, aunque en el fondo sabía que pronto tendría problemas. Después de todo, golpear a un caballero eterno, aunque fuera un idiota, no era algo que pasara sin consecuencias.

Tras caminar unas cuadras, llegó a una plaza central donde los restos de lo que alguna vez fue una fuente ahora solo eran un montón de escombros. Allí, un pequeño grupo de personas se reunía alrededor de un camión donde distribuían comida. El pelinegro se detuvo a observar, notando cómo cada ración era apenas suficiente para sobrevivir.

“Así que esta es la gran reconstrucción de la humanidad… Miseria controlada por tiranos con armaduras brillantes”, pensó con amargura mientras se cruzaba de brazos.

De repente, una mujer se acercó a él con cautela. Era delgada, con el rostro marcado por las penurias, pero había algo en su mirada que denotaba valentía.

—Oye… Tú… —dijo en voz baja, mirando a ambos lados como si temiera que alguien la escuchara—. Gracias por lo que hiciste con ese caballero. Pero deberías irte antes de que vengan a buscarte.

El pelinegro ladeó una sonrisa, divertida pero sombría.

—¿Y dejarme perder la fiesta? No es mi estilo.

La mujer negó con la cabeza, claramente preocupada.

—No entiendes… Aquí no es como en otros lugares. Los caballeros eternos no dejan pasar nada. Si te encuentran, será el fin. Y no solo para ti… —Miró hacia la gente de la plaza—. Ellos siempre encuentran una manera de castigar a todos.

El pelinegro se quedó en silencio por un momento, observando a las personas a su alrededor. Podía ver el miedo en sus ojos, incluso mientras trataban de fingir que todo estaba bien. Sabía que ella tenía razón. Si se quedaba mucho tiempo, su presencia pondría a todos en peligro. Pero irse así, sin más, no era algo que pudiera aceptar.

—¿Tienes un lugar donde esconderte? —preguntó él finalmente.

La mujer parpadeó, confundida.

—¿Qué?—

—Si las cosas se complican, ¿tú y estas personas tienen un lugar donde puedan estar a salvo?

Ella vaciló antes de responder.

—Hay túneles… Antiguas alcantarillas bajo la ciudad. Pero no son seguras. Están infestadas de criaturas… Y de cosas peores.

El pelinegro asintió, como si la respuesta fuera justo lo que esperaba. Se quitó los lentes de sol, revelando unos ojos llenos de determinación.

—Entonces vamos a asegurarnos de que no tengan que usarlas. Dime, ¿hay alguna forma de contactar a esos caballeros? Quiero tener una pequeña charla con ellos—

La mujer retrocedió, aterrada.

—¿Estás loco? ¡Eso es un suicidio!

—Tal vez —respondió él con una sonrisa que no alcanzó a sus ojos—. Pero créeme, no sería la primera vez.

Antes de que la mujer pudiera protestar, un ruido de motores llenó el aire. Un convoy de vehículos militares se acercaba rápidamente por la calle principal. Las personas en la plaza comenzaron a dispersarse, tratando de esconderse, mientras el pelinegro se giraba para enfrentarlos, su mano descansando sobre la cruz que llevaba en la espalda.

—“Bueno, parece que la fiesta llegó antes de lo esperado”—pensó, preparándose para lo que estaba por venir

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