Capítulo 20

Maratón 3/(ya decidí que serán 4 jaja)

El cap 21 tardará unas horas más porque estoy ultimando detalles.

Con este cap anuncio que oficialmente nos quedan al rededor de 7 capítulos para que la historia termine 🙈🙈

Espero les guste este cap y no lloren como yo(?

*huye*

_____________

AGUSTÍN

Despierto y la confusión de no sentir el peso de Therine a mi lado me hace entrar en pánico, pero me tranquilizo cuando miro una nota en su almohada.

"Nos vemos en unas hora, tu desayuno esta en el microondas para que Caballero no se lo comiera".

Al final hay algo tachado y a un lado una carita feliz.

Sonrío como idiota al papel pero luego siento que el ánimo no es tan bueno como lo esperaba.

Excelente, me ha dejado solo en mi cumpleaños. Pero, ¿de qué me quejo? Ella no tenía idea de eso, para empezar. Seguro fue con su familia o a hacer algo más importante que quedarse conmigo. Ya lo dejó claro, ella no parece tener ninguna clase de sentimientos por mí si asume que otra mujer tendrá el lugar que yo le tengo a ella.

Claro esta que ni siquiera se lo he ofrecido porque soy un cobarde de lo peor.

Me levanto para ir por mi desayuno al microondas. Me emociono como un niño al ver que me hizo desde hotcakes hasta huevos con tocino y pan tostado, todo en un varios toppers que a saber cómo logró que entraran todos en el microondas.

Caliento las cosas mientras verifico que Caballero esté quieto en su cama, pero lo descubro comiendo su rebosante plato. También acaba de despertar, supongo.

Hoy no tengo trabajos importantes, así que no salgo más que para recibir el periódico y me siento muy feliz de ver otro episodio del cómic de Therine. No tenía idea qué justo hoy saldría una tira, pero me siento como si ella hubiera hecho esto como regalo de cumpleaños para mí y hasta disfruto recortarlo con cuidado como la primera vez que lo hice con la idea de enmarcarlo para verlo todos los días.

Me doy un baño mientras analizo cuándo fue la última vez que me sentía contento en mi cumpleaños. Papá se ha empeñado en demostrar que lo único que quiere en la vida es joder la de los demás así que reunirme con ellos este día ha estado pospuesto en los últimos cinco años. Últimamente he pasado mis cumpleaños viviendo Whisky mientras veo la televisión. No sé por qué hoy me siento tan ansioso de estar acompañado, pero lo único que sé es que, rutinariamente, mamá vendrá en un par de horas a darme un abrazo y a darme un regalo. La única compañía que tendré es a Therine durmiendo a mi lado, creo que no quiero pedir nada más que eso.

Aunque ya casi sean las cinco de la tarde y ella aun no haya vuelto desde que se fue esta mañana.

—¿Agustín? —Al salir de la ducha, escucho la voz de Therine que parece haber vuelto al fin. Yo justo estoy saliendo del baño cuando ella entra a la habitación.

—Hola. —La palabra sale como un gesto de sorpresa. Trae puesta una gabardina café y su cabello suelto, también noto unos tacones rojos que por un momento me hacen preocuparme de lo altos que son, puede caerse. Está maquillada y sus labios de rojo intenso son un deleite, se me acaba de antoja probarlos así.

Los brazos los lleva atrás, como si ocultara algo.

—Hola —Me sonríe de un modo que asocio con tristeza pero que trata de no demostrar cuando aprieta bien la gabardina antes de acercarse a mí—. Feliz cumpleaños.

Me muestra que justo tras de ella trae una caja de regalo y mi corazón se emociona porque late como un loco.

—Oh, Dios, gracias. —Me emociono tanto que la abrazo—. Sé que te dije en la playa que cumpliría años pronto, pero no el día.

—Bueno, tu madre me lo dijo, además me ayudó con tu segundo regalo. —Nos separamos y me guía a sentarnos en la cama.

—¿Y qué es?

—Primero abre ese —Se ríe—. El otro dependerá de tu reacción ante ese.

No parece convencida, como que eso se lo acaba de inventar, yo achico los ojos, pero decido no preguntar y mejor abrir el regalo.

—Un no tan amargo principe —Leo lo que dice el papel y me cuesta un poco deducir que hay más hojas además de esa—. Es... ¿Es un guión?

Ella parece feliz de mi reacción, yo no sé qué cara he puesto pero siento que voy a llorar.

—Dijiste que no sabías qué historia contar, así que creí que, mi mejor regalo para ti, era escribirte una para que la dibujes.

—No puede ser. ¡Es el mejor regalo de todos! —decir eso no me parece suficiente así que me recargo en su hombro para que al menos vea que esto de verdad me encantó tanto—. Dios, ¿por eso no querías que viera nada?

—En realidad no quería que vieras ninguno de mis guiones —confiesa, apenada—. Ese lo imprimí la semana pasada, pero los demás eran sobre el final del cómic, y no quería que lo leyeras sino hasta que fueran publicados, ¿leíste el de esta mañana? Siento pena admitir que presioné un poco a Gerardo para que dibujara rápido y se pudiera entregar antes de la fecha acordada.

—¿Entonces ese era mi segundo regalo de cumpleaños? ¡Dios,Therine, no te merezco! ¿Cómo superaré esto para tu cumpleaños?

Escuchar eso la hace ponerse algo nerviosa, pero trata de distraerme con otra cosa cuando se levanta y se me pone en frente.

—Bueno, mi segundo regalo digamos que es ese, conté mal entonces, son tres —Desata lentamente el nudo de la gabardina y entiendo qué es lo que va a hacer. Mi cuerpo se acelera—. Feliz cumpleaños, Agustín Margo.

Abre por completo la gabardina y se la quita, dejándome ver que de bajo lleva lencería roja que convina con sus tacones. Sus pezones se trazlucen por la tela transparentada pero parece como si tuviera pequeños corazones que tratan de que no se le noten demasiado. Hay muchas tiras, no me importan ninguna de ellas, solo sé que ahora siento la necesidad de arrancárselas para verla desnuda.

—¿Entonces tú eres mi regalo de cumpleaños? —Pregunto, mordiéndome el labio.

—Tu mamá me dio la idea. —Se inclina un poco para quitar la toalla de mi cintura. Yo claro que me dejo hacer y me levanto un poco—. Aunque le dije que para seguir su consejo, tenía que arruinar una de tus sorpresas.

Me empuja para que me acueste, yo sigo dejando que ella mande y haga lo que se le dé la gana conmigo.

—En un par de horas debemos ir a tu fiesta de cumpleaños, la preparamos entre tu madre, Dylan y yo.

Que diga eso me sorprende pero no me abruma, de hecho, la felicidad que siento ahora es arrebatadora tanto como la excitación que comienza a apoderarse de mi ser.

—Por ahora. —Quita una clase de cadenas en su cintura que por supuesto no había notado y deja caer todo de esa parte—. Soy toda tuya.

Teniendome a su merced, comienza a besarme desde las piernas y yo no sé qué hacer porque va subiendo sus besos. Cuando llega a mi pene, siento que me va a dar un infarto cuando lo toma con una de sus manos y comienza a darme placer con la boca.

No es la primera vez que lo hace, pero sí la primera vez que yo siento que voy a venirme más pronto de lo usual.

—¿Te gusta tu regalo? —Pregunta seductora y yo juro que me voy a derretir.

—Caray, ¡sí!

Luego sube sus besos más arriba y lentamente se va subiendo encima de mí. Pero, una vez que se monta por completo, simplemente hace que la penetre, provocando un gemido de ambos que hace una clase de eco en la habitación.

—¿De verdad eres mi regalo de cumpleaños? —Gimo cuando comienza a moverse y yo quiero meter mis manos para ayudar—. ¿En serio eres mía, mi amor?

La atraigo para que nos besemos por fin.

—Sí, tuya —dice en mi boca, aunque las palabras no se entienden muy bien porque todo está mezclado con el sonido de nuestros besos y nuestros gemido—. Oh, sí, amor.

Amor.

Por amor de Dios, ¿en serio ella acaba de llamarme "amor"? Creo que estoy alucinando solo porque yo también me atreví a decírselo, pero... No, en serio eso acaba de salir de su boca.

Cuando la separo un poco para buscar que lo vuelva a decir, me doy cuenta que está llorando pero al mismo tiempo está entregada a lo que hacemos, intenta desviarme de su cara pero yo la hago mirarme. Le limpio las lágrimas.

—Agustín. —Gime pero más bien parece estar buscando decirme algo.

—¿Sí, campanita mía?

Une su frente con la mía y pronto siento que tendremos un orgasmo compartido lo que me hace acelerar mis movimientos y hasta me inclino para que esto nos resulte más placentero.

—Te amo —dice justo al momento en el que nos liberamos.

Ella hace que salga de su interior casi al instante y se acuesta a mi lado, pero lejos de mí. Nuestra respiración hace mucho ruido, pero no el suficiente para saber que está llorando.

—Therine, ¿te hice algún daño?

Niega rápido.

—Pero...

—No digas nada. —Me pide e intenta levantarse pero yo se lo impido, haciendo que me vea, parece aterrada—. No digas nada, por favor.

—Yo también te amo. —La atraigo a mí y le beso la boca al tiempo en el que busco cómo quitarle el brassier para seguir en un segundo encuentro—. Te amo, Therine, y estaba preocupado de que tú no me amaras. Escucharte es...

—El trato se termina hoy —dice de repente e intenta separarse—. Déjame, déjame.

Me separo, sin entender qué pasa. Ella toma las sábanas y se las enreda antes de entrar al baño y encerrarse a llorar desconsolada.

—Estoy enamorada de ti —dice, y solloza—. Y ese no era el plan, no lo era para ninguno de los dos. No quiero amarte.

—¿Por qué no? —Me levanto y me paro frente a la puerta. Compruebo que le puso seguro—. Therine, yo también estoy enamorado de ti, abre, hablemos bien esto.

—No era el plan, Agustín, se suponía que tú le dirías a tu padre que no querías la vicepresidencia y que se la diera a tu hermano, y yo le diría a mis padres que quería ser madre soltera. El plan era enfrentar a nuestros padres, no enamorarnos.

—Pero nos amamos ahora, no hay necesidad de que le digas a tus padres de la inseminación, yo quiero criar contigo a ese bebé, amor.

—No me llames así. —Solloza otra vez—. Le dirás a tu padre la verdad y yo hablaré con mis padres, no quiero arruinar tu fiesta de cumpleaños, pero le dirás a tu madre que nuestro compromiso se rompió.

—No tenemos que hacer esto, campanita, solo...

—No quiero, tengo miedo, no quiero un matrimonio como el de mis padres.

—No temas, yo estaré contigo, no seremos como ellos. —Intento abrir de nuevo la puerta como si eso cambiara en algo el resultado—. No llores más, por favor,  cálmate, por el bebé, la doctora dijo que no te estresaras, no solo te hace daño a ti ponerte mal, ábreme la puerta.

Ella solo quita el seguro, dejando que yo sea el que abra la puerta. Está sentada en el inodoro con la sábana cubriendo de sus pechos para abajo. Parece que mis palabras la calmaron un poco y trata de respirar con normalidad.

—Therine...

—La reparación de las tuberías del condominio terminó hace dos semanas. —Me interrumpe—. Te mentí porque me gustaba estar aquí, pero creo que lo mejor es que vuelva.

—Amor...

—No soy capaz, ¿bien? —Hace un puchero para no llorar—. Me aterra esto, no quiero que un día despertemos y me digas que no me amas, por eso no quiero continuar con esto.

—Therine, no me hagas esto.

—Tú no lo hagas —Alza la mano, deteniendo mi intención de acercarme a ella—. No hagamos esto tan difícil, ¿sí? No eres tú, soy yo, sé que es una pendejada muy cliché pero es verdad, me aterra que cambiemos lo que hemos sido estos meses, y prefiero terminarlo aquí antes de sufrir consecuencias que no planeé desde que acepté ser tu prometida falsa.

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