Capítulo 2

AGUSTÍN

El de la recepción parece genuinamente avergonzado. Incluso limpia constantemente el sudor de su cara. Creo que este asunto definitivamente es tan grave como lo es desde que entramos a la habitación, desde que respondió mi llamada, su actitud lo dice todo.

—¿Y bien? —Exijo, tratando de guardar compostura.

—Hubo un error que, lamentablemente, no se puede solucionar de una manera que le agrade hasta dentro de dos semanas.

—Señor —habla Therine, pacientemente. Esta mujer tiene eso de sobra, qué envidia—. Mis vacaciones justo duran eso, ¿cuál es exactamente el problema y por qué no se puede solucionar ahora mismo?

—El señor Margo rentó el penthouse el mismo día que se registró su nombre como ganadora del mismo. Es decir, la habitación, técnicamente, es de los dos durante dos semanas... bueno, el señor Margo pagó un mes. Así que esto podrá solucionarse hasta que usted se vaya.

—¿Qué tontería es esa? Quiero mi dinero. —Vuelvo a exigir—. Que la señorita se quede con el penthouse, ella lo gañó limpiamente.

Therine se ríe de mi uso de palabras y yo hago lo posible por no quejarme de su burla.

—Ahí tenemos otro problema, señor Margo. No hay reembolso, lo lamento, políticas del hotel.

—Bueno, entonces dele otro penthouse —sugiere ella y yo lo apruebo—. O a mí, ese ya está ambientado a como lo pidió el señor Margo.

Pero el de recepción de nuevo limpia su sudor y le echa miradas a las chicas a su lado que solo se encojen de hombros.

—Es temporada de vacaciones, el hotel está lleno... y no creo que haya ninguno vacío justo hoy.

Suelto un suspiro, preparándome para comenzar a hacer un escándalo. No obstante, siento un empujón en mi brazo que me aleja unos metros, evitando cualquier cosa mientras le dice al de recepción que nos dé un minuto.

—Maltratar al señor ya vimos que no va a servir —dice bajito, aun mirando al señor, después me mira a mí—. Mire, acabo de pensar en algo.

—No me diga, ¿hay que compartir la habitación y ser amigos? ¿Armar pijamadas lo que le duren las vacaciones? ¿Jugar a "yo nunca" mientras bebemos margaritas? —Pregunto con sarcasmo, haciendo que ella ponga los ojos en blanco.

—Qué mamón es, en serio.

Hace una mueca.

—Me quedaré solo una semana —suspira, como si el plan le causara pesar—. Traje dinero para sobrevivir aquí dos semanas... creo. Pero tengo que ir al médico, lo que me reduce el presupuesto a una semana.

—¿No decía el periódico que la comida era gratis y venía con el premio?

—Sospecho firmemente que seré quisquillosa con la comida. —Muestra una sonrisa avergonzada, pero con un dejo de emoción que trata de aplacar poniéndose seria—. Solo déjeme dormir en el penthouse durante estos días, es más, puedo dormir en el sillón de la sala, ese lugar puede hospedar a toda mi familia, no creo que yo sola le cause algún problema, ¿puede? Tampoco pretendo que se nos arruinen las vacaciones. Además se me hace injusto porque usted pagó una cantidad alta, yo lo gané como premio y sí, digamos que compré muchos periódicos, pero mi inversión no supera la tuya.

Lo analizo por unos segundos.

—¿Solo dormir? —Intento, de algún modo, pensar en que podría funcionar—. ¿No llevará invitados indeseables? ¿Alguno que quiera usar el sillón por el que pagué?

—Ay, no. —Hace otra mueca—. No soy fanática de acostarme con desconocidos. Solo dormiré ahí, pasaré el día, no sé, en algún lado, supongo que divirtiéndome.

Trato de encontrar algún indicio de que me esté mintiendo pero no aparece. Más bien, creo que está siendo demasiado sincera.

—Bien, pero pongamos reglas. Primero hablemos con el de recepción, tiene que recompensar de algún modo esto.

***

Volvemos a la habitación unos minutos después. El hombre de recepción nos ofreció unos estúpidos cupones que Therine aceptó con emoción y se adelantó a ir al ascensor. Yo les dejé dicho que tendrán que hacer más para compensarnos, porque esto era una completa incompetencia y que me parecía una bajeza que me hicieran esto a mí que soy huésped frecuente.

—No voy a molestar mucho —dice de repente, mientras deja los cupones en un bolso que al final termina aventando a los pies del sofá donde promete que va a dormir. Todo su contenido se esparce y ella se sienta, tranquila.

Dios... es una desordenada.

—Buscaré más tarde alguna casa en renta, te dejaré la habitación. —Me cruzo de brazos y la veo incuso explayarse en el sofá—. En el ascensor busqué algunas casas en internet y pueda que haya alguna disponible, así que no tenemos que compartir el penthouse.

—Pero pagaste una fortuna, es una injusticia. Es una reverenda estupidez. —Hace una mueca de asco y, tal como ocurrió en el avión, va corriendo al baño a vomitar.

Hago yo otra mueca al escuchar sus arcadas y prefiero irme a la habitación a desempacar. Mi maleta la dejé justo al lado de la cama cuando fuimos a hablar con los de recepción, por lo que, una vez que lo acomodo todo perfectamente doblado en los guardarropa de palmas, me acuesto mirando al espejo en el techo.

Huir esta vez no me salió tan bien como quería. Creo que es como un balde de agua fría esta situación, o algo así. Yo solo quería venir a distraerme sin problemas al único lugar feliz que tengo. Aunque bueno, al menos en este lugar no voy a tener a mi padre queriendo obligarme a casarme con Vera, la mujer que ni conozco que es hija del más importante de sus socios.

"El matrimonio no solo mantendrá firme la unión de las empresas, sino que vas a sentar cabeza al fin" recuerdo que esas fueron sus palabras antes de reírse y dejarme solo en la oficina con Vera, quien está más que conforme con el trato.

Luego me disculpé con ella para ir al baño y lo que hice fue regresar a casa, empacar lo necesario y venir aquí.

—Oiga. —Levanto la mirada. Therine está en la puerta, tiene una expresión de cansancio que no había notado hace un momento—. ¿Sabe de algún hospital cerca de aquí?

—Hay uno, no es cercano, pero tampoco está lejos. —Me incorporo para verla mejor. Está hasta sudando e hiperventilando—. ¿Se siente mal?

—No... no sé. —Suelta una risita antes de simplemente desmayarse.

—Ay, no, lo que me faltaba. ¡Despierta, no te puedes desmayar aquí!

Actúo por mero instinto y me cercioro primero de que siga respirando, después llamo a recepción de nuevo para que llamen a una ambulancia o a un doctor.

Sin embargo, me desespero rápido así que la tomo en brazos y me voy con ella al ascensor a bajar los once pisos.

Al llegar abajo, los paramédicos están ahí. No sé ni qué dice uno de ellos pero le grito que se desmayó, y él me termina guiando hasta la ambulancia donde me hace colocarla en una camilla. Y no tengo ni tiempo de nada cuando ya estoy encerrado en la ambulancia rumbo al hospital con una mujer que acabo de conocer.

No parece ser mi día de suerte, me cae.

***

—No tenía por qué llamar a la ambulancia. —Se nota genuinamente avergonzada cuando regresamos en taxi al hotel una hora después—. Tampoco pagar el tiempo que estuve ahí.

—No sé por qué se desmayó, cualquiera entraría en pánico, mal agradecida. Y sigo sin saber por qué. Me dijeron que como no soy su familiar no me podían decir nada. ¿Al menos no se va a morir?

—Qué idiota eres, claro que no. —Comienza a tutearme de la nada. Pasa una de sus manos por su cabeza—. ¿Cuánto fue? Te lo pagaré cuando lleguemos.

—No me tienes que pagar nada, si te callas me conformo.

Suelto un bufido, me duele ya la cabeza. Creo que necesito un trago.

—Eres bien bipolar, oye, ¿no lo has notado? —Ella también suelta un bufido—. No me gusta abusar de gente que no conozco, cuando lleguemos, te pagaré.

No pasa mucho tiempo cuando llegamos al hotel. Therine arma un ademán al verme pagar también el taxi y repite que me lo va a pagar nada más entremos a la habitación.

Nos metemos al ascensor, ella viene renegando sobre no sé qué porque el dolor de cabeza se intensifica con cada sonido.

Al llegar a la habitación, ella entra y lo primero que hace es ir hacia el sofá a buscar su cartera en el suelo.

—¿Cuánto fue?

—Un sueño profundo y sin ruido. Gracias. —Me siento en el sofá, alejado de ella y me cubro la cara—. Solo quiero dormir, he tenido el día más largo de todos, y una suerte bien perra hoy, solo no te comportes como en el avión ahora.

—¿Quinientos? ¿Seiscientos? —Decide ignorarme mientras barajea lo que calculo unos tres mil pesos en billetes de cien. Eso no le va a durar ni una semana.

Para que deje el tema, me quito las manos de la cara y la miro, mostrándole una cara de falsa preocupación.

—Therine... fueron diez mil, ¿de verdad traes eso ahora mismo?

Su cara sufre muchos gestos de horror.

—¿Por qué tanto? ¿Qué me dieron en el suero? ¿Oro? ¿El sudor de las Kardashians? ¿Cómo que diez mil?

Cuando parece que va a llorar, me siento culpable y también que no debí bromear con eso.

—Estoy bromeando. —Me levanto para irme a la habitación, lo mejor será dormirme—. Fueron ciento noventa y cinco, no tienes que pagármelo.

Volviendo a ignorarme, vuelve a buscar en su cartera unas monedas y billetes más chicos. Me da netos los ciento noventa y cinco y sin decir una palabra se va hacia el baño.

Ha de ser muy orgullosa, porque todo su lenguaje corporal me indica que se ha ofendido.

***

Me despierto con el sonido de mi celular. Es una llamada de mi padre que por supuesto ignoro.

El dolor de cabeza se ha ido. ¿Fue un sueño?

No, el olor a comida me confirma que por supuesto hay alguien más en la sala, supongo que Therine pidió servicio.

Me levanto, dispuesto a ir con ella. Ya es de noche, y definitivamente tengo hambre.

No obstante, lo que me encuentro es con Therine durmiendo en el sofá muy cómoda. Sí hay comida en la mesita, pero debió darle sueño. Ya es de noche, así que despertarla no es una opción. Aunque todo el camino me desquició con su humor absurdo, creo que ya estoy lo suficientemente calmado como para vengarme.

Hay mucho desorden. Esta mujer en serio parece ser un desastre andante, aunque si algo he de aplaudirle, es que no se preocupa por nada. Duerme plácidamente y parece llevar mucha paz. La miro a detalle.

Es morena y su cabello es castaño, lo tiene hasta los hombros pero trae una media coleta con un moño.

Tiene los pechos... No.

Niego con la cabeza y decido juntar todo el desastre. Junto primero los platos ahora vacíos y después me voy por sus cosas. La maleta la tiene semi abierta y solo así analizo que trae otra ropa, se bañó, supongo.

Miro que aún están las cosas de su bolso regados y hago una mueca antes de hincarme para recogerlo.

Cuando meto su cartera, su celular, algunos dulces y su cargador, noto un objeto extraño en la pata del sofá. Al principio pienso que es su cepillo de dientes pero pronto me doy cuenta de lo que es. Al tomarlo, el resultado plasmado me lo confirma.

Embarazada de dos semanas.

Interesante, entonces por eso vomitó y se desmayó.

Excelente, ahora no solo tengo que huir de mi padre y del compromiso con Vera, sino también tengo que lidiar con una mujer insoportable y embarazada que está en mi misma habitación de hotel.

Algo hice mal en mi otra vida a esta edad, porque todo empeora cada que lo analizo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top