Capítulo 11

Holi ❤️ espero les guste el cap qjfjsja, el próximo estará caótico.

Gracias por leer, les tqm❤️

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THERINE

Dylan se va unas horas después. Comimos los tres juntos mientras él me hacía preguntas básicas para saber de mí. Me cayó muy bien, es tan divertido y carismático, por un momento, sentí que estaba junto a mi hermano y ese accidente jamás había pasado, luego, cuando Agustín le preguntó si no tenía nada que hacer que lo estuviéramos frenando y Dylan decidió irse, me sentí tonta.

Él no es Tadeo, y por un momento pensé que lo era.

—Creo que debo irme yo también —hablo cuando Dylan cierra la puerta luego de despedirse—. Iré a ponerme otra ropa y a revisar que todo en mi casa esté bien.

—¿Quieres que te acompañe? —Pregunta. Por alguna extraña razón, pensé que me diria que me quedara, ha estado un poco raro desde que salimos del hotel—. Puedo llevarte si quieres.

Asiento porque, para empezar, me siento cansada y caminar desde su casa hasta la mía sería agotador. En este lado de la ciudad es difícil encontrar un camión correcto que me lleve a mi ruta.

Durante el camino, me dedico a ver por la ventana del auto. Apenas está oscureciendo y siento que traigo demasiado sueño por lo que no me doy cuenta de que me quedé dormida hasta que Agustín me menea un poco. Estamos en un lugar que no conozco y ya es muy oscuro.

—¿Qué pasa? —Confundida, miro a ver si conozco algo.

—Te quedaste dormida... y no sé donde vives. —Se ríe nervioso—. Además no quería despertarte, sé que las embarazadas tienen mucho sueño, así que lo necesitabas.

Siento un extraño piquete en el pecho, pero prefiero ignorarlo y darle mi dirección, no pasa ni media hora cuando llegamos al condominio. Le pido que me deje en la entrada de este y no en mi casa. Aun así, le digo qué número es.

—Muchas gracias por traerme, nos vemos mañana —digo, pero no abro la puerta, siento que aún me faltan cosas por decir, por aclarar, pero ni siquiera sé si importen o cuál elegir primero—. ¿Me das tu número?

Soltarlo me provoca una pena ridícula.

—Sí, y tú dame el tuyo. —Me entrega su teléfono para anotar el mío y yo hago lo mismo. Cuando nos lo devolvemos, noto que que a ambos se nos ocurrió dejar a nuestro criterio poner el nombre de contacto.

—Te pondré "Millonario mandón". —Intento que la tensión se vaya, bromeando. Pienso que logré mi objetivo cuando nos reímos y todo parece normal.

—Vale, vale, entonces a ti te pondré... —Se me acerca de un modo muy íntimo lo que provoca que mi risa desaparezca. Pasa una mano por mi mejilla antes de hablar—. "Campanita".

Su voz, por Dios, ¿por qué hace su voz así? Tan... seductora.

—Pervertido. —Lo hago alejarse, empujando su cuerpo de vuelta a su asiento—. Ya te dije que no volveremos a tener sexo, ¿recuerdas?

—Nadie está hablando de sexo, Therine. —Se ríe fuerte—. No te alteres, ¿bien? Mañana será un día largo.

Suspiro. Vale, la pervertida fui yo entonces.

—Sí, nos vemos mañana, futuro esposo falso. —De nuevo trato de distraer mi atención.

—Paso por ti a las nueve, futura esposa falsa.

***

Me levanto a las seis de la mañana con quince minutos. Me despertaron las nauseas que han vuelto porque no tomo más los medicamentos que me recomendó la cuñada de Agustín. Debo ir al medico en tres horas, eso porque Agustín insistió que primero fuera a mi chequeo medico antes de poner bien y definitivamente nuestro plan en marcha. Iba a negarme, agradeciendo la oferta, pero Dylan me convenció con un "Primero mi sobrino y luego el plan" que me hizo sentir extraña, sin embargo, la burbuja que se formó la rompió Agustín, diciéndole que no sería su sobrino sino el de él y yo lo corregí con un "de ninguno de los dos" y nos reímos.

Me baño y me pongo una blusa holgada amarilla y un pantalón azul. Hago mi peinado rutinario a que consiste en una media coleta con un listón del color de mi blusa. Me pongo unos aros pequeños de perlas de fantasía. No suelo usar mucho maquillaje así que solo delineo mis ojos y me pinto los labios de color rojo. Ni siquiera me pongo base.

Desayuno un pan tostado con mantequilla. Quise hacerme algo más elaborado pero mis nervios y mis nauseas no me dejaron más que apuntar por lo más rápido.

Mi teléfono suena cuando estoy lavando el plato que usé. En la pantalla, por supuesto, está el "Millonario mandón" así que me río antes de responder.

—Hola, buenos días —dice él—. Sé que llego temprano, pero de todos modos, la guardia no me deja entrar.

Se escucha Carolina de fondo, diciéndole que no puede dejarlo pasar a menos que yo lo permita.

—Ya voy. —Tomo mis cosas rápido y salgo. Carolina está incluso parada frente al auto de Agustín para que no pase.

—¿Lo conoce, señorita Diaz?

—Sí, Caro, gracias por preocuparte, mira, a él lo puedes dejar entrar, pasará un tiempo por acá.

—¿Usted también? —Pregunta extrañada. Yo bajo la cabeza, avergonzada.

—Sí, Caro, estaré más seguido por acá.

Me despido de ella con la mano desde el asiento de copiloto. Ella incluso me responde la despedida con una sonrisa y me gruta que se alegra de saber que me verá más seguido en casa.

—¿No vives ahí? —Pregunta Agustín de repente.

—Qué metiche eres. —Me río pero luego suspiro—. Ya te había hablado de la casa del árbol sin terminar, ¿no? Pues...

—¿Vives en esa casa del árbol? —Parece horrorizado—. Dios mío, ¿qué te pasa? Tienes casa en un condominio exclusivo, ¿segura que tu "trabajo en el bar" da para que tu familia crea en eso?

—No trabajo en un bar, baboso —Me río otra vez—. Mira, hagamos esto, tú dejas de juzgarme por no vivir en mi condominio caro, y yo no te juzgo por tu necesidad de meterte en mi vida más alla del trato, ¿vale?

Lo toma desprevenido que diga eso, incluso noto que parece un poco ofendido, pero no reclama. Nos mantenemos callados hasta que llegamos al hospital y él habla.

—¿Puedo adivinar en qué trabajas? —Me mira desafiante.

Yo me vuelvo a reír.

—Anda, inténtalo.

Obviamente no lo adivinará.

—¿Eres dueña del bar?

—No. Sigue intentando.

—¿Cantas en el bar?

—Que no trabajo en un bar, aferrado. —Nos bajamos del auto mientras sigue pensando.

—Vale, vale... ¿Stripper del bar?

—Oye, baboso. —Le golpeo el brazo—. No trabajo en un bar, es algo muy lejos de esto, ya para, no vas a adivinar.

Hace un puchero que me hace reírme una vez más y le pido silencio cuando estamos en la sala de espera. Ayer en la tarde hice una cita y justo es en media hora así que esperaremos mucho rato. Me distraigo con el teléfono jugando un juego. Agustín parece seguir con la idea de adivinar así que me mira, pensativo.

—Deja de verme tanto, es raro.

—¿Trabajas desde tu casa?

—Vaya, eres listo, pero ya se te acabaron las oportunidades, ya no quiero que adivines.

—¿Trabajas en una Hotline?

Lo miro con los ojos bien abiertos. Miro para todos lados para ver si alguien lo escuchó pero todos los pacientes parecen en su mundo así que siento un alivio. Lo miro de vuelta.

—Claro que no, por Dios.

—No te juzgaría, además sí tienes voz seductora, escucharte hablar encima de mí en el hotel fue satisfactorio y placentero, tus clientes no podrían tener eso, qué afortunado soy entonces.

Mis mejillas se ponen calientes, pero no le respondo porque justo me nombran. Me meto al consultorio y trato de calmarme mientras le respondo cada pregunta al doctor.

Cuando salgo, Agustín está muy concentrado en su teléfono hasta que nota que ya he salido y me sigue a la farmacia a recoger mis medicamentos.

Volvemos al auto en silencio. Él parece divertido con la situación mientras que yo no tengo ni idea de qué decir.

—No está mal ser una voz en la Hotline, Therine —me dice cuando arranca. Nuestro siguiente destino es la casa de mis padres, la dirección ya se la sabe porque se la di ayer.

—No trabajo en una Hotline.

—Está bien, no tienes qué justificarme con nada, yo respeto... bueno, ya casi llegamos, ¿estás lista?

—Creo —digo y agarro aire, zanjando el tema.

Vale, que crea que trabajo en una Hotline, da igual. Es más abrumador pensar en lo que estamos a punto de hacer ahora que lo que piense de mí. Ademas, sé que hacer esto me ayudará a planear mejor cómo tomar las riendas yo misma.

Bajamos del auto.

—Entonces... ¿amor?

Él sonríe ante mi pregunta.

—¿Sí, amor? —Toma mi mano.

—Hay que entrar para que conozcas a mis padres.

—Me parece perfecto. —Él es quien avanza primero y yo por un instante siento que me voy a desmayar pero él me sostiene de la cintura cuando da dos toques en la puerta—. Todo saldrá, tranquila.

—¡Ya voy! —Escucho a mamá y mi corazón se acelera más, pero nada en comparación con lo que experimento cuando abre la puerta—. Mi niña, ya estás de vuelta... ¿y él es...?

—Es... —Siento que me voy a vomitar—. Mi...

—Soy Agustín Margo —Agustín sale a mi rescate, extendiéndole la mano—. El novio, bueno, prometido de su hija.

En lugar de ponerse contenta, como lo pensé, mamá hace una mueca de confusión.

—¿El qué de quién? —Nos mira en alterno a ambos—. ¿Prometido? ¡Dios mío!

Entonces la reacción esperada llega, sonríe y se cubre la boca.

—Qué mal educada soy, pasen, pasen.

Confundida ante todo lo que está pasando y mi malestar, soy guiada por Agustín en todo momento hasta que terminamos sentados en el sofá de dos plazas.

—Perdón por mi reacción. —Habla mamá, sentándose frente a nosotros—. Pero me tomaron por sorpresa... Theri, te dije que esperaba que conocieras a alguien pero esto se me hace muy precipitado. ¿Prometido?

Aun así, llama a mi papá para contarle la noticia.

Papá sale de la cocina y tras de él lo siguen Montserrat y mis sobrinos Darien y Teodoro. La vergüenza se apodera de mi ser cuando ella nota a un extraño en la casa y primero frunce las cejas antes de sonreír.

¿Tenían que estar justo hoy de visita? Caray, ¿en dónde me meto?

—Mamá, mira, es que... —No soy capaz de decir nada, de igual modo, mamá es la que sigue con sus dudas.

—Él es el prometido de Theri, ¿pueden creerlo? ¡Se trajo a un galán de la playa! —Se ríe, creo que su reacción es más extraña de lo que pensé, aunque bueno, supongo que todos esperaban que les presentara a alguien como mi novio—. Una disculpa, Agustín, pero...

—En realidad... —habla él, aclarando su garganta, captando la atención de todos que atentos lo miramos, esperando que continúe—. Hemos estado juntos por tres años.

Todos se miran entre sí, yo me mantengo viendo a Agustín que atento espera a que mi familia reaccione. Cuando me mira un segundo a mí, me sonrie y sigue hablando.

—Manteníamos una relación secreta, ella no quería decirlo aún, pero resulta que...

—Estoy embarazada. —Por impulso de emoción, me río—. Voy a ser mamá.

Bien, ya estamos en marcha, ya no hay vuelta atrás. Lo único que sé, es que no estoy lista para el desastre.

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