Capítulo 30 - memento vivire
No me sentiría extrañado si este fic perdió totalmente el apoyo, pero da igual, este es de los pocos fanfics del Kobenji que me gusta y por desgracia lo escribo yo xd
『Schadenfreude』
(Alegría al mal ajeno)
Cómo era evidente. Seguía siendo un misterio las intenciones por las que la señorita Makima, jefa de los cazadores de Demonios y quién más que nadie movió cielo y tierra para dar con este viejo conocido del submundo criminal del que tanto se avergüenza Japón. Kazuo, un hombre de una oscura cabellera, de largas patillas, rostro avejentado, pero con un rostro mostrando cierta simpatía o más bien, diplomacia. Había pedido una botella de agua a la sirvienta. No hubo dilación en recibir su encargo mientras esperaba que la señorita frente a sus narices empezara la plática.
Rodeados de múltiples hombres, todos entre sus veinte y treinta años, miraban con desdén a la señorita que solicitó la reunión. Una desconfianza generada al revisar cómo esta mujer en ningún momento se inmutó ante tan desfavorable número. Solo era ella en contra de una multitud de perros fieles a Kazuo.
Daiki por su lado era quien más tenía una incertidumbre sobre su destino. Amenazado por una mujer, a las que siempre menospreció y utilizó tantas veces como moneda de cambio, así como objeto para su mero placer, resultó aterrado por la petición que Makima hiciera y más cuando no tenía a su jefe en un buen humor. Para organizar esta reunión soportó insultos a su persona, a su familia y golpes de parte de quien consideraba su ídolo. Kazuo mostró su verdadera faceta y Daiki se dio cuenta que solo era un esbirro más para su jefe.
—Veo que vienes a preguntar por mis muchachos. — Al igual que Makima, el jefe de la mafia se posicionó de una forma más cómoda. Descansó su pierna izquierda sobre la mesa de centro que adorna la sala. — ¿O me equivoco?
—Está en lo correcto. Aunque no es solo por una razón en específico, vengo por más información de la que posiblemente los altos mandos, mis subordinados y yo hemos estado ignorando los últimos días, hay algunas conjeturas y teorías de lo que sucedió en realidad, ni a mí me queda del todo claro el propósito del ataque.
—¿Insinúa que yo tuve algo que ver? ¡JA! Sí quisiera hacer un ataque a gran escala no lo habría hecho de esa manera, mucho menos a gente tan patética como lo son los perros de seguridad pública.
—No necesitaba esa interrupción ¿Tiene que agregar algo más? — la interrupción a Makima dejó en claro su desagrado por qué alguien tome la palabra sin su permiso.
—No. Siga, siga. Estaba simplemente jugando, nosotros no somos ese tipo de gente.
—Quizá los subordinados que tiene acá presentes. Veo que ellos están en otras funciones o simplemente te necesitan proteger como lo vi con Daiki. Continuando con lo dicho, necesito que me proporciones más información de los involucrados, algunos de las bajas del lado terrorista fueron asociados a esta familia, pero no fueron ingenuos al soltar todo el potencial que tenían, siguen habiendo involucrados, necesito sus nombres y quienes son los jefes de la operación.
—¿jefes de la operación?
—Si, hay dos mentes que orquestaron todo el asalto a mis camaradas caídos, aunque no puedo negar que puede haber más gente involucrada, gente poderosa de la que aún yo no tengo conocimiento en plenitud.
—Vaya que usted es alguien chismosa.
—Precavida, preferiría que use esa palabra. No hay nada más importante que la seguridad de nuestros ciudadanos.
—Entiendo. Aunque soltar información así de simple sería un tanto... problemático.
—En esta reunión yo dejé que ustedes pudieran tener una clara ventaja sobre mí, además, no estoy comunicando nada con la policía ni con el gobierno. Nuestras conversaciones son representando al cuerpo de seguridad pública en contra de los demonios y la Yakuza. — Makima sacó una foto de su bolsillo. En ella tenía de protagonista a la misteriosa mujer que se hacía nombrar "Señorita serpiente" acompañada de otros dos hombres. La colocó en la mesa del centro y la arrastró hacia la dirección de Kazuo.
—¿Y eso?
—Quiero saber si usted conoce algo de ella.
—¡Hmmm! Bueno, en realidad ella no está relacionada con mis muchachos así que será más sencillo compartir lo que creo yo conocer sobre ella. No es como que yo me hiciera la vista gorda, algo que ustedes sí hicieron al parecer. — Kazuo tomó la fotografía y la analizó por unos segundos. Asintió con su cabeza y rascó su barbilla. Hacía tiempo para desesperar a la jefa de los cazadores.
—¿Y bien?
—Sawatari Akane. Ese era el nombre que estuvo manejando durante su tiempo interactuando con algunas pandillas y bandas delictivas. No diré nombres, aunque con eso me deja decirte de forma clara que nosotros no somos los únicos perjudicados por sus engaños y palabrerías.
—¿Qué tipo de engaño?
—Podría decirse que una ilusión de poder y bienestar. He oído que uno de sus asociados más fuertes es aquel demonio que jodió algunas zonas de nuestro país y del mundo, ya sabes, esa crisis del '84.
—Entonces él es quien está detrás de todo esto.
—Es solo un rumor que cayó en los oídos equivocados. Puede que sí o puede que haya alguien más involucrado. El punto es que se les ofreció armas y dinero, una cantidad absurda en lo que a mí concierne, trabajando para mí pudieron conseguir poquito más que eso.
—Entiendo. Mis compañeros lamentablemente fueron víctimas de esa insolencia. — A pesar de que el tono de voz se Makima estaba reflejando dolor. Su expresión en el rostro jamás había cambiado, no titubeó.
—¿Y eso te importa de alguna manera?
—Por supuesto. Muchos de ellos eran mis subordinados.
—Sus palabras me dejan claro eso, pero hablando de sus acciones y el cómo está toda esta situación ¿Realmente está interesada en lo que sucedió con su gente? Mis subordinados darían su vida por mí y yo he hecho lo que estuviera en mis manos para responder a su lealtad.
—¿Y los ataques sufridos a algunos de sus hombres? Ya sabe, la razón por la que muchos están en la cárcel.
—Conflicto con otras familias. Tokio puede ser grande para estos horribles turistas y extranjeros, las verdaderas lacras de esta nación, pero para nosotros los Yakuza, la ciudad es muy pequeña.
—Tengo entendido que hay cinco familias que están peleando por el supuesto control de las calles.
Kazuo alzó la mano. La extendió mirando hacia la mujer hasta que su pulgar descansó en la palma, dejando claro que esa cantidad era errónea.
—Cuatro en realidad. Usted conoce esa frase, "Juntos, pero no revueltos." Estábamos asociados con la familia de un anciano, un prodigio para hacer dinero y quizá un hombre demasiado ambicioso, para su desgracia su descendencia fue escasa y solo quedan remanentes de lo que alguna vez fue la mayor familia de la capital.
—Por lo que parece le tenías estima ¿No es así?
—Podría decirse que sí. Un viejo amigo, mantenía un perfil bajo y muchas cosas de él eran un misterio. Se consideraba así mismo el mal necesario de Japón. Aunque quizá todos los somos, los Yakuza a diferencia de otro tipo de organización, procuramos en mayor medida a nuestra gente, no somos unos monstruos como los soviéticos o los chinos.
—Eso fue muy despectivo ¿No crees?
—Eso es lo que diferencia a sus países del nuestro. Intervencionismo, invasiones, tráfico, todas las mierdas que se meten a sus países, acá nosotros lo evitamos, los extranjeros al igual que los demonios deben ser controlados y repelidos, usted nos debe entender.
—Muy poco la verdad.
—¡Vamos! Les hemos hecho un favor a ustedes. Quizá gracias a nosotros no existe un demonio extranjero.
—No vine aquí para que justifiquen su forma de actuar. Vine aquí para que me digan el nombre de sus socios y del otro jefe.
—Bien sabía que los cazadores de demonios eran unos descerebrados. Unos imbéciles con correa. Indiferentes por los suyos. — Kazuo pidió un cigarro y fuego tras un chasquido de sus dedos. — Eso es lo que nos diferencia a nosotros de ustedes, nosotros al menos conservamos algo de nuestra humanidad.
Makima sonrió.
La mirada al suelo de la jefa de la cuarta división. Su expresión estoica se vio opacada ante una tenue sonrisa. La mujer tomó el paquete que llevaba consigo y lo colocó en la mesa donde descansaban los pies de Kazuo.
—Déjame adivinar ¿Con eso crees que voy a soltar más información?
—Conozco un poco sobre el honor de la Yakuza y creo que con esta plática me lo ha dejado más claro, ustedes son gente de familia.
—¡Exacto! ¡Chicos, ella creyó que me vendería!
¡HAHAHAHAHAHAHAHAHA!
El cuarto se llenó de carcajadas de todos los subordinados de Kazuo. Incluso un incómodo Daiki entonó esa melodía para los oídos de Makima. No podía esperar para la segunda parte de dicho coro. La jefa sin expresar molestia sacudió su cabeza en negativa, no era efectivo lo que tenía en su poder.
—Algo así. Supongo que en este paquete está la clara muestra que ustedes aún conservan esa dicha humanidad. — Dijo Makima.
—¿No es dinero?
—Reitero. Solo vine a hablar y negociar. Adelante, abre el paquete.
Sospechando lo peor. Kazuo mandó al propio Daiki, el eslabón más débil de su actual organización a hacer el trabajo sucio. Le gritó un par de obscenidades y forzó al hombre a dirigirse a la mesa de centro para abrir el paquete. Mientras realizaba su encomienda, la mujer siguió con su diálogo.
—De forma particular, podría decirse que yo tenía una familia conflictiva. Lo malo de ser considerada la menor de todas. — Makima cruzó los brazos mientras miraba con confianza hacia Daiki. — Creo que eso me diferencia de ustedes, hombres de familia.
Hermanos.
Abuelos.
Esposas.
Amantes.
—¿Qué estás tratando de decir? — cuestionó Kazuo. Incluso Daiki detuvo la apertura de la bolsa mientras escuchaba a Makima hablar.
Madres.
Padres.
Hijos.
Makima se complació al escuchar el grito y salto de un aterrado Daiki. Su rostro palideció, sin poder emitir una sola palabra, mientras sus ojos se humedecieron y tomó más sentido a las palabras que la señorita Makima soltó.
—¡SON OJOS! ¡ESA PUTA BOLSA TIENE OJOS DENTRO! — Gritó el mafioso que hacía la vida imposible a Higashiyama Kenji.
Kazuo incrédulo tiró su cigarrillo y verificó el contenido del paquete. Confirmando la aterradora novedad. Solo podía temblar al ver el montón de globos oculares acumulados en dicha bolsa.
—No solo me tomé el tiempo de investigar sobre su grupo y miembros que fueron encarcelados, algunos tuvieron la amabilidad de confesar quienes eran sus hombres de confianza.
—¿¡Qué hiciste, maldita perr...
—Son los Globos oculares de su gente amada, siendo sincera, pediría que ustedes no vayan a hacerle algo a esa bolsa, siguen intactos y conozco a una persona que es capaz de colocarlos en su lugar solo y cuando ustedes...
¡HIJA DE PUTA!
Uno de los hombres que custodiaba la pared a la derecha de Makima se intentó abalanzarse contra ella. Makima no hizo mayor esfuerzo que mirar directo hacia esa minúscula amenaza. El hombre se detuvo y se arrodilló mientras sentía como su nariz, su boca y cuencas oculares derramaban sangre.
—¡¿Es una puta broma?! ¡Eh! ¡¡RESPONDE!! — Kazuo perdía los estribos mientras observaba a una inexpresiva oponente.
—Negativo. Para confirmar que no hay un solo engaño. — Emulando a cierto demonio dueña de la vida de la desdichada protagonista. Makima chasqueó los dedos justo antes de que múltiples timbres y vibraciones salieran de los celulares de todo aquel que estuviera presente en la sala. Incluso el aún sorprendido Daiki recibió una llamada.
Se escucharon gritos de los autores de las llamadas. Llanos que se intensificaron mientras más se mantenía en línea, los ojos humedecidos de todo aquel subordinado de Kazuo mientras el temor por la jefa se incrementó. Se confirmó el peor escenario, algún ser querido de cada mafioso estaba carente de sus ojos.
—No podría llamarlos a ustedes un mal necesario cuando realmente jamás velarán por el bienestar de toda una nación. Bien me lo dijiste, solo ustedes tienen lealtad a los suyos, un puñado de personas mientras que mi gente sirve a todo el país. No me vengas con una triste excusa para justificar sus delitos, cuando ustedes al igual que los demonios. Son solo un estorbo para nosotros.
—¡MALDITA PERRA! — Gritó Kazuo mientras se dirigía hacia ella. Sin embargo, desde fuera de la sala, una mujer entró, agitada y llorando inconsolablemente, dificultando el mensaje que quería transmitir a su jefe.
—M-Mi S-Señor... S-Su... ¡SU HIJO!
El jefe de la familia se había sentado nuevamente en su sitio. Observó cómo su alrededor se agitaba, lloraba y sentía temor de acercarse hacia esa amenazante mujer.
—¿Y bien, señor Kazuo? Después de todo este innecesario número...
¿Me vas a decir todo lo que necesito?
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Pocas horas habían transcurrido en la habitación de Kobeni y el motosierra. Cuando por fin estaban en el clímax de sus emociones, Denji cayó rendido del sueño.
Sus ojos lentamente se abrieron. Su vista estaba fija al techo, asimilando el rumbo que estaba tomando la noche y recordando la silueta de Kobeni, montada en él mientras intentaba contener sus impulsos por querer llegar aún más lejos con ella. Volteó su cabeza hacia la izquierda y observó a la cuarta hija, vestida y dándole la espalda, descansando después de un confuso suceso para los dos.
El chico hizo lo posible para abrigarla lo más rápido posible. Cuando se destapó, vio que únicamente portaba su calzón y para evitar otro inconveniente se levantó y recogió las prendas que tiró al suelo. Completamente vestido, tapó a Kobeni quién aún se encontraba atrapada en el quinto sueño.
El chico la observó dormir. Un rostro complacido y en paz, lo único que pudo ver en su amiga fue esa tranquilidad que siempre la acompañaba cuando la situación no era adversa para ellos dos. Sonrió y prefirió dejarle todas las cobijas a ella.
Su cabello suelto seguía siendo una sorpresa para él, acostumbrado a ver a su amiga siempre con sus pasadores y con el cabello recogido. Sin más, el chico intentó dormir un rato, al ver cómo la luz del día no había invadido el interior de sus habitaciones.
Cuando cerró los ojos e instó a dormir, sintió los movimientos de Kobeni, volteando a su dirección y dirigiendo su rostro hacia su pecho, la cuarta hija no podía descansar en su totalidad sin escuchar los latidos del hombre motosierra. Con una sonrisa hasta el final de su descanso, la cuarta hija sintió seguridad en la compañía de su amigo. Denji no pudo prever este movimiento de su pequeña amiga.
Correspondiendo a su afecto, el motosierra abrazó a Kobeni y pudo compartir su calor corporal a su compañera de trabajo. La sonrisa de ambos se hizo presente y con sus ojos entreabiertos, la cuarta hija estaba por fin consciente para hablar por un pequeño momento con su amigo. Acarició su espalda mientras aún ella estaba tan aferrada a su torso escuchando sus latidos.
—¿No crees que deberías taparte? — preguntó Kobeni.
—Nah. Yo estoy bien así.
—Si te enfermas no esperes que te cuide. No sé preparar una simple sopa sin que me sepa salada.
—Cualquier cosa es buena si me la preparas tú, hasta la leche con cereal.
—¿Y si quemo la leche?
—¿Eso es posible?
—Con la suerte que a veces tengo, yo creo que sí. Descuida, ya no te sientes tan frío.
—Supongo. — Denji intentó llevar su mano a la cintura de su amiga, por desgracia ella lo evitó atrapando su muñeca antes de tiempo. La cuarta hija llevó su mano de vuelta a su sitio y siguió descansando.
—Kobeni...
—¿Pasa algo?
—Oye, sobre lo de hace... unas horas... — El motosierra escuchó un suave shhhh mientras que, con su dedo índice, la cuarta hija evitó que los labios de su amigo siguieran articulando esa oración.
—Nosotros no hicimos nada hace rato, no tomamos ese vino que estaba ahí y tú te quedaste durmiendo con Power. Por favor, solo... que esto se quede como un secreto entre nosotros dos.
—¿Secreto?
—Si, así se debería quedar... así que ya descansa. Será un nuevo día.
La cuarta hija finalizó con su plática con el motosierra, escuchando sus latidos mientras ella seguía estando en los brazos de Denji. No podría estar más confundido que este momento, la mente del motosierra seguía preguntando tantas cosas.
"¿A ella le gustó?"
"¿Querrá ser mi novia?"
"¿Ese buffet tendrá hamburguesas?"
"¿Debería seguir intentando algo con Makima?"
Denji estaba en medio de un gran dilema, la mujer que tenía en sus brazos o la jefa con la que tenía una promesa pendiente. Se sentía afortunado, después de tanto tiempo ansiando abrazar a una chica, se le estaba haciendo costumbre. Dejó de lado sus dudas y descansó, no tiene nada de malo esperar un poco más la respuesta de Kobeni.
『Reunión』
Kishibe se encontraba alistando sus cosas para su regreso a Tokio, no tenía que cargar más que sus armas y bebidas que guardaba en tantos lugares de su abrigo. Incluso para ser un día caluroso, el cazador en ningún momento se encontraba perjudicado por el clima.
En el baño se lavó el rostro. Observó a través del espejo que tenía y se percató de todo su desgaste que tenía, su particular cicatriz que atravesó toda su mejilla izquierda. Su cabello canoso y sus arrugas, el tiempo no perdonó la vida de tan veterano cazador.
La tragedia andante y el origen de los malos hábitos.
De tan solo imaginar lo que sucedió hace unos días en la capital, en su ausencia muchas vidas se perdieron, conocidos y los que podría llamar pupilos. La baja más significativa seguía siendo la de su alumna Himeno.
Leyó el informe una y otra vez. Múltiples disparos se escucharon en el restaurante mientras aún se encontraba invadido por los terroristas y quienes orquestaron todo el acto. El hombre katana y una sospechosa mujer rubia. Los testigos del acto en su mayoría están muertos, comensales asesinados y algunos otros escaparon, los trabajadores del lugar siguieron sin ser ubicados, los compañeros de esa mujer estaban inconscientes con excepción de una.
Power. Ella lo presenció todo.
Tras la recompensa luego de una brutal masacre. Kishibe llevó a Power a comer pizza como una disculpa luego de romperle múltiples huesos. En ese lugar abordó más el tema del asesinato de Himeno. Los disparos que ella recibió que impidieron que pudiera huir, ayudó a la rubia a escapar del lugar, aún así asustada por lo que sucedía, Power no pudo ir lejos y se refugió dentro del propio restaurante, escapando de la vista de esa amenazante mujer.
Himeno a pesar de todo. Usó todo lo que le quedaba, su propio ser para salvar a la persona que amaba e indirectamente darle tiempo a Kobeni para poder salvar a Denji.
El temple tan sereno de Kishibe incluso cuando bebía mantenía esa idea ante el resto del cuerpo de cazadores que él anciano era indiferente a lo que vivieran sus pupilos, al fin de cuentas, en muchas ocasiones se terminaron pudriendo por su culpa.
Contagiando sus vicios.
Kishibe resguardó ese resentimiento hacia sí mismo. La culpa de haber ayudado a Himeno a ser tan dependiente del alcohol.
Cuando Power quedó fuera de peligro confirmó la baja de Himeno. Sin ninguna presencia de ella más que la de su ropa tirada en el suelo al lado de Aki quien estaba fuera de combate.
La historia acabó cuando la poseída se encontró a Kobeni, también confirmando la baja de Himeno con ella. Power no dio importancia a los sentimientos de la cuarta hija, simplemente mencionó como esos ojos de perro lloroso aparecían mientras ambas subían al sitio donde ocurrió todo.
Observó como Kobeni se derrumbó al piso, de rodillas mientras alcanzaba el último remanente de lo que fue su mejor amiga.
Kishibe agradeció la sinceridad de la poseída. La rubia seguía sin tomar la seriedad debida del suceso, jugando con la comida y contando lo que ella veía en la televisión, lo que hacía Nyako hasta jurando que la había visto hablar. Kishibe escuchó a su nueva alumna en ese restaurante, le dio un espacio donde dormir y fue cuando el cazador pudo darse el tiempo de ahogar sus penas.
Si tan solo hubiera estado ahí. Quizá Himeno seguiría con vida.
Queriendo dejar de ser tan mezquino con sus nuevos alumnos. Se dirigió a la habitación de Power. La poseída respondió de inmediato a su llamado mientras ella aún tenía en su mano a su Goku de plástico. Emocionada le contó un poco del trasfondo del Kamehameha y como su muñeco lo aprendió. El veterano escuchó todo lo que la rubia quería decir y le ofreció una recompensa por haber soportado el entrenamiento.
Del mismo modo preguntó por Denji. Power no tuvo reparos en decir que estaba acompañando a Kobeni en la habitación que solo estaba asignada para ella. Kishibe no mostró ninguna sorpresa y haciendo conjeturas, tenía sentido que se escuchara tanto alboroto en la noche.
Los dos cazadores estuvieron de pie mientras que el anciano no cesaba de tocar la puerta. Sin respuesta alguna de parte de la pareja de pobretones. Un breve suspiro y deteniendo sus movimientos bruscos, dejó en paz a los dos enamorados. La única invitada a la sesión de masaje fue Power quien estuvo más que dispuesta a recibir ese premio y burlarse después de sus compañeros.
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Mientras Kishibe y Power estaban disfrutando de un masaje placentero. Kobeni y denji seguían acostados disfrutando del calor corporal del otro. La primera en despertar fue Kobeni.
Aún adormilada, la pequeña procedió a levantarse mientras aún su vista se acostumbra a la luz que se filtraba a través de las cortinas. Las abrió y observó a su compañero de cuarto aún descansando. El rostro de Denji miraba al techo, dejando un rastro de baba que recorría su boca hacia la almohada que lo soportaba. Kobeni no pudo resistirse a no acercarse a él.
El rostro del durmiente motosierra era una debilidad para ella. Desde la perspectiva de Power solo contemplaría a un chico naco y estúpido que no puede guardar su baba. Sin embargo, para Kobeni, vería el rostro del chico que le estaba ayudando a salir del abismo que la circunstancia la obligaba a sumirse. Se acercó al rostro del joven y le propinó un tierno beso en la mejilla. Deseando que por fin, no tuviera que batallar en un dilema interno para formalizar algo con su amigo.
La tierna sensación de compañía despertó al motosierra. Observando como Kobeni entraba al baño mientras él se había despertado con el amigo tieso. El motosierra quería dar la imagen más decente a su amiga, no cayó ante una tentación y prefirió levantarse y también prepararse para el duro día que les tocará vivir.
Denji tendió la cama, sin saber que no era necesario al fin de cuentas llegaría la camarista en poco tiempo porque ya debían que entregar la habitación. La cuarta hija arregló su cabello como ella acostumbró y salió del baño solo para tener en frente a su amigo.
—¡Wow! Ya despertaste...
—Ajá. Sentí una agradable compañía y luego ella de repente ¡Puf! Se levantó al baño. En fin ¿Lista para lo que sigue?
—¡Otro día de entrenamiento horrible, doloroso y que me hará llorar? — Respondió Kobeni con otra pregunta.
—¡Hmmm! Quizá. El idiota de Kishibe puede ser un gran hijo de perra, pero tranquila, ahora puedo estar más seguro que le partiré su madre si vuelve a querer lastimarte.
—G-Gracias...
Denji tomó la mano de Kobeni. La entrelazó a la suya y empezó a marcar el paso hacia la salida de la habitación. Sorprendida, el rostro carente de alegría de la pequeña estaba un tanto emocionada por la iniciativa del rubio. Extrañada, preguntó la prisa que tenía su amigo.
—¡Soy el héroe de acá y como su héroe nos van a dejar comer en el buffet de este lugar totalmente gratis!
—¡Wow! ¡Nunca había comido en uno!
—¡Ni yo!
Los dos chicos caminaron rápido y se dirigieron hasta llegar a la recepción. Emocionado, Denji preguntó por su premio y pese a que su acompañante no estaba dentro de los planes del hotel, la recepcionista no tuvo de otra más que aceptar la petición del cazador. Ambos chicos sonrieron cuando la encargada les señaló el área de restaurante.
Hambrienta, Kobeni corrió más rápido que Denji e incluso le gritó "¡Espera!" tratando de alcanzarla. Ambos estaban motivados a aprovechar su oportunidad para llenarse hasta reventar.
—R-Res... Resta... ¡Restaurante!
—¡Muy bien! Ya puedes leer la palabra restaurante, me alegra mucho que estés progresando, Denji.
—Si esto me ayuda a leer los mangas y revistas que tengo en casa, por mí bien. — Denji respondió con una sonrisa a su amiga, el chico agarró la mano Kobeni y ambos se dispusieron a entrar al lugar prometido. Hasta que escucharon unos veloces pasos provenientes del pasillo del que venían. Eran Kishibe, con un rostro inexpresivo como de costumbre mientras que Power estaba aún intentando abrocharse la blusa de su uniforme.
—¡¡MAESTRO!! ¡ESPERE! — Gritaba Power mientras saltaba a un solo pie y se colocaba correctamente su tenis izquierdo en su pie derecho, su maestro se apresuró y a contrareloj, se dispuso llevar en contra de su voluntad a sus dos alumnos restantes.
«¡P-Pero si apenas íbamos a desayunar!» — Gritó internamente la cuarta mientras veía como Kishibe se acercaba a gran velocidad. — ¡Esper- ¡Ugh! ¡Bajeme! — Kobeni fue cargada como un costal de papas en el hombro derecho de Kishibe.
—¡Oh! ¡Oh! ¡NO VAS A ARRUINAR NUESTRO PUTO PREMI— Kishibe agarró del cuello a Denji y lo apretó con fuerza. — ¡Gñf!... ¡gñf!... no... por favor... uñf... Hijo... jñf... De... ah... ¡De perra!.. arg... glp...
El maestro no tuvo de otra más que apretar con más fuerza la tráquea de su alumno hasta que por fin no hizo ruido. Kobeni nuevamente se preocupó por el estado de su amigo, siendo arrastrado sin dificultad mientras el maestro mantenía un trote constante.
—Ustedes dos agarraron un vino y me lo contaron justo cuando entregué las llaves.
—¡L-Lo sentimos!
—Ahórrate las falsas disculpas. Este no es momento para niñerías como esa.
—¿Vamos a entrenar? — Preguntó la cuarta hija.
—Ya quisieran. Por fin dieron con los asesinos de Himeno... — Kishibe mantenía informando a Kobeni la situación. El lugar y parte de lo que tenía pensado hacer para que el enfrentamiento sea un éxito. La mujer lo ignoró completamente, su mente se inundó de los recuerdos que tenía de su difunta mejor amiga.
El mundo entró en un gran silencio. Veía como Power le señalaba el dedo de en medio mientras podía leer sus labios insultos y vulgaridades hacia su persona. Denji aún arrastrando sus pies y perdiendo sus tenis en el proceso. Todos entraron al vehículo y Kishibe apresuró su rumbo hacia el cuartel más cercano de Kanagawa.
『Casus Belli』
(motivo de guerra)
De solo pensar lo que se avecinaba. Kobeni no podía controlar su transpiración ni detener el temblor de ambas manos. Power se encontraba acompañando a Kishibe como copiloto, los dos mantenían una conversación críptica a sus oídos. Sólo podía pensar en su amiga. La mujer que se dispuso a conocerla y comprenderla, un acto mutuo.
Denji no necesitaba sangre, solo se encontró inconsciente. La cuarta hija solo observó la rápida transición de escenarios hasta llegar a las oficinas de la primera división de Kanagawa.
—¿Y mis tenis? — preguntó un recién despierto Denji.
—S-Se... cayeron mientras Kishibe nos arrastró hasta aquí. — Kobeni respondió cabizbaja. Aún pensativa, recordando la voz de Himeno en esa grabación.
Denji a pesar de su indiferencia al resto de personas, notó la incomodidad de la situación de Kobeni. No sabía lo que debía hacer adecuadamente, levemente acercó su brazo que estaba próximo a ella y la rodeó con él. El trance de Kobeni se había disipado.
Los ojos de la cuarta hija se abrieron, sorprendidos por el acto de Denji. El chico aún seguía adolorido por la presión que le causó el idiota de su maestro. Respiró lentamente y de la forma más seria posible, intentó consolar.a su amiga.
—Si te hace sentir mejor, yo le voy a partir en toda su madre al idiota con cara de pedófilo que mató a Himeno. Le haré pagar por quitarnos una belleza en este mundo.
Kobeni arqueó la ceja luego de escuchar lo último que dijo Denji. No quería sorprenderse por la forma de ser de su amigo, simplemente, seguía asimilando todo.
—¡Eh! ¡Y buena amiga! Dejando de lado lo borracha, loca, irrespetuosa con nuestro espacio personal y que realmente sigo sin quitarme el sabor de ese horrible beso.
Kobeni le dio un suave golpe en el hombro a Denji. El chico dejó de seguir diciendo estupideces y observó aún sin comprender lo que vivía su amiga, la cuarta hija mantenía su mirada vacía y hasta que lo vio necesario, observó el rostro de su amigo y quiso dejar algo en claro.
—Patea sus bolas. Cómo si no hubiera un mañana.
El motosierra sonrió, luego de escuchar la respuesta de su compañera. Kobeni dibujó una pequeña expresión de felicidad en su rostro y pese a seguir estando incapaz de despejar su mente, el rubio sujetó su rostro y mirándola fijamente respondió.
—¡Haré que se convierta en la mujer Katana!
Kishibe tocó el vidrio desde fuera del vehículo. Ordenó que se bajen del auto y fue ahí cuando el operativo dio inicio. Los cuarteles de la primera división de Kanagawa eran modestos comparados a los de Tokio, el tamaño del edificio era reducido y un estilo arquitectónico pasado de moda para los citadinos, era un recuerdo de una época pasada. El estacionamiento era lo único llamativo, cazadores sin expresar nerviosismo, fumando y riendo, algunos se retiraron del lugar directo al punto de encuentro que ordenó Makima.
Los tres alumnos renovaron sus uniformes. Por fin lucían de forma decente para el trabajo que ejercen. Kobeni recibió la misma pistola con la que entrenó junto con su funda para el arma y unos cuantos cargadores. Además, los tres recibieron la siempre confiable hacha de una sola mano. El maestro les habló sobre la fuerza letal y que solo en casos extremos podrían aplicarla. Menos con el hombre Katana, le ordenó a Denji que no se límite con él.
El motosierra después de tantos choques con su profesor, acató la orden.
Sin dilación los cazadores fueron transportados en un vehículo hacia el hotel que se había convertido en el refugio principal de los terroristas. Kazuo había hecho un trabajo titánico usando varias de las propiedades que tenía en su poder como meros faroles y pese a todo, Makima hizo que pudiera hablar lo suficiente para que dijera en que parte específica se ocultaron el hombre Katana y su compañera.
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Cómo era de esperarse, la atención fue acaparada por el gran grupo de uniformados, cazadores obligados a resguardar el perímetro acompañados de policías y el cuerpo de antidisturbios. Los civiles solo se quedaban mirando mientras eran obligados a alejarse debido al peligro que representaba encontrarse ahí. No se ofreció información sobre por qué el gran edificio se encontraba asediado.
Dentro de los límites permitidos. Kishibe quien apenas ingresaba a la zona fue designado como el director de orquesta para el ataque que ordenó la señorita Makima. Se presentó con sus compañeros y les explicó lo que tenía en mente.
—No hay plan. Solo haré que la cuarta división se adentre al lugar y exterminen el problema de raíz. Luego de eso todos podemos ir por una cerveza y a nuestras casas.
—¿Eh? ¡¿No cree que eso es arriesgado, señor Kishibe?! — Preguntó Furuno, el jefe de la segunda división de Kanagawa mientras su rostro no podía ocultar su incredulidad a la confianza que le tenía Kishibe a su carencia de plan.
—Negativo. Algo me dice que mis hombres son incluso una amenaza más grande que lo que esté dentro de ese edificio. No podemos confiar que escuchen todas nuestras órdenes porque algunos no son más que estúpidos.
—¿Y cuál será nuestro papel en este lugar? — preguntó Shina.
—Sencillo, ustedes serán los que rodeen y sellen las entradas del primer piso y el acceso al estacionamiento por el que van ingresar mis hombres. No podemos tomar el riesgo que uno de los hombres que yo tenga salga.
—¿Están ocupando demonios en este operativo? — Preguntó Furuno.
—Una calificación perfecta, sacó 100 puntos señor Furuno. El demonio araña, angel, violencia y sangre serán nuestro comodín en este combate. Sin embargo, el as bajo la manga será quien acabe con esta molesta gente.
—¿Quién? — preguntaron Furuno y Shina al mismo tiempo.
—Solo un maldito perro loco.
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Reposando en un sofá, el hombre Katana se encontraba jugando un videojuego sobre capturar monstruos en su Gameboy. Un regalo muy preciado que le dio su abuelo. Manteniendo la calma, al contrario de su compañera quien apuraba a los subordinados del mafioso para que tuvieran la trampa lista.
—¡¿Te vas a quedar ahí holgazaneando?! — Se quejó Akane mientras mantenía dando órdenes a través de su walkie talkie.
—¿Y tú ya tienes a todos estos deudores abajo?
—Sigh. Sí, están en el estacionamiento y resguardados en algunas habitaciones que no tardarán en abrir. Los primeros pisos están infestados de ellos ¿De dónde conseguiste tantos idiotas?
—Mi abuelo era un gran sujeto, siempre podías contar con él cuando se trataba de préstamos. Cuando el jefe atacó hace unos cuantos años, muchos imbéciles perdieron sus hogares y trabajos, recurriendo a mi familia.
—Entonces, tu abuelo les puso una alta tasa de interés e hizo que la deuda fuera impagable ¿Me equivoco?
—Una medida de seguridad para nuestros intereses, no podías esperar a que el voto de confianza de mi abuelo fuera aprovechado. La nobleza de la Yakuza puede hacer que nosotros seamos ingenuos con estos bastardos jodidos.
—Claro... «Maldito chiflado.» — Akane no podía creer la trastornada realidad que el hombre Katana creía vivir.
—¿Sabes si ese idiota vino?
—Da por hecho que te vas a enfrentar con él. Más te vale que estés preparado, dudo mucho que ese imbécil sea igual de fácil que la vez anterior. Añade que escuché que también vino ese anciano.
—Luego de que lo mates y les saques el corazón al motosierra, me encargaré del resto. Mantén preparadas todas las rutas de escape, seguro que una vez entren no nos volveremos a ver hasta que se calmen las cosas.
Los dos socios caminaron por los pasillos, cada uno en dirección a sus posiciones. Sawatari debía funcionar como carnada. Consciente de su situación, apenas tenía oportunidad de utilizar su contrato con el demonio serpiente, reservando un auxiliar para esta misión. El hombre Katana mantendría su serenidad mientras esperaba que el idiota motosierra llegue a su territorio.
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Llegando al lugar de los hechos. Kobeni y compañía bajaron del vehículo que los transportó, observaron con asombro el edificio al que tenían que adentrarse y se maravillaron por lo grande que era. La cuarta hija estaba asustada por lo que veía, no podía concebir la idea de enfrentarse a los terroristas y mucho menos soportar la idea de volver a ver el rostro de la gente que acabó con su amiga.
—C-Creo que quiero v-vomitar... — La cuarta hija no podía contener su nerviosismo, buscando un lugar solitario para poder hacer su necesidad.
—Asquerosa. — Power miró con desagrado a la nerviosa Kobeni mientras se apoyaba en el hombro de Denji. El rubio también estaba pensativo, no por preocupación, se preguntaba a dónde llevar a su amiga una vez este caos acabe. — Oye bellaco, deja de pensar en tonterías y mejor ayuda a tu novia.
—¡Ah! ¡No es mi novia!... o al menos no lo digas tan alto. — Gritó Denji a Power, para luego dirigir su mirada a Kobeni quien se encontraba agitada por todo lo que sucedía.
El motosierra se acercó a la cuarta, apoyó su mano a la espalda. Kobeni agradeció el intento de apoyarla.
—Gracias Denji.... Solo... S-Solo quiero volver a casa y no pensar en nada de esto.
—Tranquila. Yo te voy a cuidar y si te sirve de algo, una vez le rompa las bolas a ese sujeto, yo te llevaré a tu casa.
Los dos chicos se sonrieron. La pequeña se reconfortó y pese a todo, sabía que podía contar con el chico motosierra. Los dos cazadores se dirigieron a acompañar a Power hasta que por fin coincidieron con una cara conocida.
A las espaldas de ambos chicos, una voz varonil y calmada se hizo presente.
—Veo que por fin este idiota ha sido de ayuda ¿No es así, Kobeni?
Insultado, Denji se volteó enojado dispuesto a golpear a la persona que lo mencionó mientras que la pequeña también quiso saber quién era el autor de esa inesperada interrupción. Kobeni por fin pudo ver a su superior.
—S-Superior Hayakawa... ¡M-Me alegra mucho que se haya recuperado!
—Gracias. Aunque por favor solo llámame por mi nombre. No es necesario que seamos tan formales ahora. — Aki se encontraba finalizando su cigarrillo y a punto de comenzar otro.
Al igual que Kobeni, Aki se encontraba nervioso.
Kobeni sostuvo la mano de Denji quien aún se mostraba molesto por el comentario de Aki, ella miró a su chico y pese a no decir ni una sola palabra, entendió lo que ella quería. Kobeni quería que por fin los dos se llevasen bien, al final de cuentas, ambos estarían durmiendo bajo un mismo techo nuevamente. Denji asintió y dirigió su visión hacia el chico de la coleta.
—¿Y tú quién eras? — con un tono burlón, Denji fingió desconocer al cazador que le dio un hogar, lo que terminó causando que en respuesta le lance su cigarro hacia el rostro del motosierra. —¡TÚ MALDITO HIJO DE PU- ¡AGH! — A punto de hacer una pelea innecesaria, Denji recibió un pellizco en su espalda de parte de la cuarta hija. Tenía que admitirlo, no lo esperaba y eso hizo que le doliera aún más.
—¡Lo sentimos mucho, Aki! Aún tenemos mucho que mejorar... ¿Cierto, Denji? — Agarrando el antebrazo del rubio, la cuarta hija hizo una reverencia como forma de disculpa hacia su superior, a regañadientes, el motosierra hizo lo mismo y pidió disculpas.
—Lo siento mucho... «Idiota»
—Disculpa aceptada. — Aki señaló la entrada cerrada del estacionamiento. Dijo ahí sería la zona de ingreso para la cuarta división, a través de la radio estaría en comunicación con Kishibe quien comandará a los miembros humanos de la cuarta división. Muchos por desgracia siendo nuevo ingreso, contrario a Aki y Kobeni quienes tenían más experiencia.
—¿N-No cree que eso es peligroso? Estamos involucrando gente que no tiene nada que ver con ellos...
—También a mí me parece una muy mala idea. Sin embargo, este es un asunto del que Tokio se debe encargar y Kanagawa solo prestará a sus hombres para rodear el lugar, no para adentrarse en él. Descuida, no voy a alejarme de ti.
La cuarta hija asintió. Tanto ella como Aki estaban dispuestos a cuidarse las espaldas. Power y Denji en cambio podían valerse por sí mismos. Los cazadores se dirigieron rumbo a la entrada que se encontraba cerrada por culpa de una cortina metálica. Los hombres de Kanagawa sugirieron unos explosivos. Denji sugirió que lo ideal sería cortar esa cortina usando sus motosierras, idea que fue descartada por Aki pidiéndole que no malgaste su sangre. Sin embargo, Kishibe ordenó que todos se alejen de la cortina y mandó al poseído de la violencia.
—¡Claro que yo me encargo! — Violencia aceptó la orden del jefe de la operación. Haciendo un saludo militar y corriendo rumbo a la cortina mientras que Denji y Kobeni veían asombrados que tenían un nuevo compañero enmascarado. Power le dio gracia verlo animado y Aki simplemente esperó que el poseído finalice su obligación.
—¿Es nuevo? — preguntó Denji.
—Si. Es un nuevo poseído asignado a nuestra división, de momento no ha sido un problema, pero yo me encargaré de él si decide salirse de control.
—Qué frío. — Respondió el motosierra. — ¿No has pensado en conseguir novia?
—No me hagas golpearte. — Finalizó Aki.
El resto de cazadores, policías y antidisturbios observaron con expectantes como El poseído de la violencia levantaba aún con cierta dificultad, la cortina que bloqueaba el acceso. No fue hasta que una vez llegó la apertura a la altura de las rodillas que forzó el sistema de bloqueó y lo rompió, permitiendo que la cortina se abriera en su totalidad.
—¡LISTO! — Gritó el poseído hacia su jefe quien aprobó el resultado. Kishibe observó como múltiples sujetos detrás de violencia se dirigían torpemente hacía el demonio.
Gnnnnnn...
Mmmmmrrrrrrrr...
Uuurgggggghh...
A las espaldas del poseído se escucharon gemidos, murmullos y gruñidos, cuerpos torpes que avanzaron lentamente en dirección a la luz que los guiaba directo a esa carne viva que tanto deseaban devorar. Violencia volteó rápidamente y presenció decenas de muertos vivientes, retrocedió unos cuantos pasos hasta que escuchó el mensaje de su jefe de operación proveniente del radio que se le proporcionó.
—Ya sabes que hacer, Chico. Despeja el área para que mis otros muchachos sigan avanzando, en unos instantes Beam y Ángel estarán ahí para apoyarte. — Se comunicó Kishibe mientras ordenaba la liberación de los dos demonios que faltaban por presentarse.
—¿¡Seguro que no les dolerá?!
—Ya están muertos, hazles un favor y deja que por fin descansen en paz.
—¡Seguro! — Violencia saltó directo al estacionamiento y rodeado de esos cuerpos tambaleantes y grotescos, empezó el combate, golpeando los pútridos torsos y mandíbulas, algunas de ellas volando después de recibir el impacto. — ¡AAAH! ¿EN SERIO NO LES DUELE?
¡RRRAAAAUUUGH!
Uno de esos muertos vivientes se lanzó directo hacia el cuello del poseído. Distraído al ser sobrepasado en número frente a sus narices, el poseído quedaría vulnerable de no ser que Kishibe ya lo tenía todo medido.
¡Krrchompf!
Una gran cabeza con forma de tiburón hizo acto de aparición. Devorando en su totalidad la cabeza y parte del tórax del zombie que estaba a punto de atacar a violencia.
—¡ZOOOMBIEEEEES! ¡SON DELICIOSOS!
—¿En serio? Yo la verdad veo que son muy fibrosos.
—¡UUUUUUH! ¡¿SEÑOR VIOLENCIA, GUSTA PROBAR?! — Gritando, el poseído del tiburón ofreció un brazo desmembrado de un zombie que acababa de matar. Violencia amablemente lo rechazó y ambos continuaron con sus labores.
—¡Gracias, Beam! Fue un lindo gesto tuyo.... ¿Beam?
El poseído tiburón tiene una gran facilidad para nadar en una gran variedad de superficies, mostrándose estar en tiempos prolongados sumergido entre el concreto, aunque para él la sensación era totalmente idéntica a estar rodeado de agua. Sensación que le complacía y mantenía su cuerpo prácticamente al borde de la desnudez, sólo dejando un bañador que no permitía mucho a la imaginación. Pese a su carencia se ojos, el hocico y aleta de tiburón lo ayudaban a guiarse.
Ahora se encontraba nadando y devorando a los zombies que se encontraba en su camino. Mientras violencia los destrozaba con sus golpes, Beam dejaba incompletos los cadáveres sólo dejando la silueta de sus letales mordidas.
El entorpecido paso de los cadáveres era fácil de distinguir y su movimiento tambaleante delataba cuando había algo que no encajaba con el resto del escenario. El poseído de la violencia observó cómo una mujer se encontraba de pie en medio de un grupo numeroso de muertos vivientes.
—¡Señorita! ¿Está bien? — Violencia se intentó aproximar a la mujer empujando al resto de cuerpos destrozados. — No tema, ya casi estoy ahí para ayudarte...
El sonido de cortes y cráneos caerse fue lo que escuchó y presenció mientras veía como esa mujer de aspecto común mostraba su verdadera naturaleza demoníaca. Prinz había entrado en escena y se encontraba neutralizando múltiples muertos vivientes.
—Wow. Entonces no eres una civil.
Prinz negó con la cabeza. Al igual que su jefa, no podía delatarse que tipo de emociones sentía, continuó matando a los zombies mientras respondió a la pregunta de su nuevo compañero de división.
—Negativo. Soy Prinz, tú compañera y Makima me ordenó que los apoye.
—¡Oh! Te mandó la señorita Makima. Me alegra mucho. ¡Bien! Es hora de seguir trabajando... — Violencia tronó sus nudillos hasta que observó al último de sus compañeros.
Un sujeto de baja estatura y de apariencia que a primera vista podría confundirse con el de una chica. Sus facciones andróginas, su larga cabellera de un color castaño rojizo y apariencia humana podría fácilmente hacerlo confundir con una persona común y corriente, hasta llegar a su espalda, dotado de unas alas y un halo luminoso que se suspendía sobre su cabeza.
El demonio se mantuvo sereno ante la batalla que los demás demonios libraron. Observó al resto de sus compañeros ocupados en sus propios asuntos y luego observó al resto de cuerpos putrefactos dirigirse a los demonios que más se mantenían en movimiento. Ángel era ignorado por sus enemigos y para él eso estaba bien, odiaba la idea de siquiera esforzarse para defenderse.
Luego de atravesar el cráneo de un zombie con un potente golpe, violencia se dirigió hacia su nuevo compañero y preguntó por su estado, al ver su inactividad.
—¿Estás bien... eh... amigo o amiga?
—¿Y mi estado te tiene que importar por... ?
—Eh. No es un gran asunto, somos compañeros y creo que deberíamos ayudarnos.
—No creo que esto sea de nuestra incumbencia. No es como que los humanos nos consideren sus compañeros, para ellos solo somos sus juguetes, mirá a tu alrededor, nos mandaron a hacer el trabajo sucio.
—Bueno... Si, pero nosotros podemos sobrevivir a un ataque de estos muertos y no creo que un humano lo pueda lograr.
—Deberían venir y hacer el trabajo ellos mismos. Yo voy a descansar. — Ángel se dirigió a la pared más cercana que encontró y descansó su espalda ahí, observando como el resto de sus compañeros demoníacos se encargaban de la infestación de zombies.
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—¿¡Z-Zo-Zombies?! — Preguntó una incrédula Kobeni al ver cómo los muertos vivientes empezaban a movilizarse a las afueras del edificio que se suponía que debían invadir. La cuarta hija no podía creerlo con sus propios ojos hasta que recordó haberlo escuchado de una de las historias de Denji.
—Ah sí. Esas jodidas molestias, aunque descuida, esos cadáveres de mierda no son más torpes que Power.
—¡Oye maldito bellaco! Estoy segura de que esos malditos zombies huelen mejor que tú.
—¡Y yo apuesto que ellos huelen mejor que cuando usas el baño!
—¡¿SE PUEDEN CALLAR USTEDES PAR DE ESTÚPIDOS!? — gritó Aki. La dinámica donde los dos demonios lo sacaban de quicio y el joven cazador explotaba había vuelto. Kobeni solo podía observar cómo se debía trabajar demasiado en la dinámica de los tres. Para si quiera que se pudieran llevar bien.
Los chicos dejaron el ridículo de lado luego de un regaño de parte de Kishibe. Todo el mundo lo escuchó y tanto los demonios como Aki y Kobeni eran agrupados como una bola de imbéciles que debía meterse de una buena vez en ese edificio.
—Si eso me permite destruir cosas, por mi bien ¡Alcánzame bellaco! — Power retó a Denji, procedió a correr y esperó una respuesta del chico.
Reto que fue correspondido y ambos chicos rubios ahora estaban dispuestos a hacerle daño a todo lo que vieran a su paso. Kobeni y Aki se quedaron observando cómo los dos idiotas se metían en la boca del lobo sin medir los riesgos. Ya daba igual, los dos habían sido humillados públicamente por Kishibe.
—¿Cree que salgamos de esta? — preguntó Kobeni, aun temblando del miedo y no pudiendo sostener firmemente su arma.
—No lo sé. No puedo garantizar que yo sobreviva en esta misión, pero trataré de que tú salgas con vida.
—Superior Aki. Hagamos lo posible por sobrevivir y... despedirnos propiamente de Himeno. — Kobeni no sabía mucho cómo mantener una promesa con alguien como Aki, solo extendió su brazo con el puño cerrado y esperó la respuesta de su superior.
—Si. Le debemos muchas flores. — Aki chocó el puño de Kobeni y ambos se dispusieron a iniciar su papel en la misión.
『Deudas』
Dentro del estacionamiento, la tenue iluminación daba por hecho que los cazadores humanos debían mantener su guardia en alta, un error y podían acabar igual que el resto de no muertos acechando por carne fresca. Aki desenvainó su espada y preparado para cualquier amenaza, guió el rumbo que la pequeña Higashiyama debía tomar. La cuarta hija, temerosa como de costumbre, tenía en su poder el hacha que le asignaron, al igual que la pistola con la que tanto tiempo llevaba entrenando.
—Veo que ahora estás portando un arma de fuego. — Habló Aki, mencionando un detalle que no pasó por alto mientras decapitaba a un zombie. — ¿Sabes cómo usarla?
—¡Eeh! Sí... Kishibe me enseñó a usar esta pistola y otras dos más. Jaja... espero no usarla...
—Seh. Descuida, haremos lo posible para que no estés obligado a usarla.
—¿Y usted también lleva una?
—No. Jamás en la vida.
En cada frente llegaban más muertos vivientes. Kobeni hacia lo posible para decapitar a los cadáveres reactivados, sin embargo, la carencia de reacción de parte de sus enemigos la intimidaba, no podía considerar si hacia un buen trabajo al intentar matarlos. Hayakawa Aki hacia lo posible para que su escudera no fuera mordida por ninguno de estos monstruos.
—¡Oye coleta! — Gritó Power acompañada de Denji. Ambos chicos también se encontraban destrozando a los zombies de su alrededor. Incluso Denji era más arriesgado y los golpeaba a puño limpio.
—¡Ha! Toma hijo de perra, muerto de hambre. — Denji miraba sonriente como un zombie se intentaba levantar hasta que el motosierra colocó su pie sobre la cabeza y la fue aplastando. — Y creí que ya me había librado de todos los zombies.
—¿Qué quieren? — cuestionó Aki quien se aproximó a los dos chicos y detrás de él se encontraba Kobeni, cubriendo al superior mientras hablaba con los demonios.
—Encontramos a una chica. Quizá te ayude a qué no te sientas tan jodidamente solo y amargado. — Denji señaló al demonio Ángel.
Aki miró con decepción a los dos rubios mientras Denji se acercaba al demonio quien aún se encontraba descansando pegado a la pared. Ángel advirtió a Denji con no tocarlo si es que le tenía un poco de aprecio a su vida.
—¿Y por qué no podría hacer eso? — preguntó Denji con una pizca de curiosidad mientras Power también estaba queriendo saber si la chica o chico era un peligro.
—Un breve contacto con mi piel es suficiente para que tú expectativa de vida se reduzca de forma considerable. A menos que seas un suicida, en ese caso sería un placer ayudarte. — Angel extendió su mano a la espera que el rubio se acobarde y lo deje en paz.
Denji observó a Power, ambos prefirieron ignorar el peligro que significaban los zombies, les sonaba más entretenido lo que era capaz el demonio que tenían próximos. Los dos imbéciles jugador piedra, papel o tijera y el victorioso salió Denji. Kobeni y Aki seguían metidos en el asunto de neutralizar a los muertos vivientes que ignoraron la estupidez que quería realizar el motosierra.
—¿Y bien, te quieres morir o no? — preguntó Ángel.
—Hoy me siento con suerte. — Denji extendió su mano y la estrechó con la de Ángel. Denji pudo sentir la suave palma del demonio quien estaba viendo a su compañero de profesión, fue ahí cuando el demonio alado se percató de la verdadera naturaleza del rubio.
—T-Tú... ¿Qué eres?
—Uh. Solo un chico que se muere de hambre. — Denji levantó la mano que tenía libre y gritó llamando la atención de su chica. — ¡Kobeni! ¡Mira esto, no estoy muerto! ¡Esta chica me dijo que si la tocaba me moriría y aquí sigo!
«Imbécil» — pensó Ángel.
—¿Podrías dejar trabajar a ese demonio, maldito pendejo? — Con molestia, Aki estaba dispuesto a regañar a su compañero motosierra, sin embargo el chico quería ver si de pura casualidad sentiría algo.
—¿Ya me voy a morir?
—Nope. Suéltame.
—¡D-Denji! — Kobeni alzó la voz. La chica ignoró el resto del entorno para enfocarse en su amigo. — Déjala tranquila.
—No soy mujer.
—¡A-Ay! Perdón...
El chico aceptó la orden de Kobeni. Respiró hondo y pidió disculpas al demonio que molestó. Ángel no tuvo más remedio que aceptar las disculpas mientras observaba como sus compañeros humanos seguían matando a los muertos vivientes, todos se sorprendían por el número en aumento aunque para el demonio alado no había un problema serio. Incluso vio como un cráneo decapitado cayó directo a sus pies.
Ángel se dispuso a levantarlo y comer un poco de él. Su sabor era terrible, pero para los estándares de los demonios llegaba a ser una comida lo suficientemente apetitosa. El chico mordió el hueso parietal derecho mientras escuchaba los gemidos de esfuerzo de sus demás compañeros.
—¿Alguno de ustedes tiene un pañuelo? — preguntó Ángel mientras aún continuaba comiendo el cadáver.
—Sigh. — Aki sacó de su bolsillo un pañuelo de tela, se lo ofreció al demonio y pese a dejarlo que lo tome, el demonio castaño le advirtió sobre el contacto físico.
—No sé lo que haya pasado con tu compañero, incluso un poseído tiene problemas al más simple roce, pero tú luces más humano que ese idiota rubio. No seas tan imbécil y aprecia tu insignificante vida.
—Ya.... ¿Y eso afecta incluso si la tela se interpone?
—Por suerte para ti, no te hará daño. — Ángel tomó el pañuelo. Agradeció el gesto, pero fue ignorado por Aki quien se mantenía limpiando el lugar hasta que todo el grupo observó cómo una de las puertas del interior se abría, dejando ver a las unidades humanas que servían al hombre katana.
Dos hombres apuntando con sus pistolas en dirección de los cazadores. Los zombies arruinaban la precisión en su puntería y mientras avanzaban se dieron a la tarea de eliminar a unos cuantos en el proceso. Aki y el resto de cazadores ya estaban preparados para responder.
—¡Arriba las manos! — Gritó uno de los hombres del hombre Katana. — Hagamos las cosas sencillas, ustedes nos entregan al chico que quiere el jefe y los demás se largan por dónde vinieron. — Esperaba una negociación con un final trágico, dispuesto a disparar a traición una vez les entreguen al chico.
—Agh. Ese idiota si que sigue desesperado por la siguiente ronda. — Dijo Denji mientras levantaba la mirada y estaba cerca de entregarse para que lo lleven de inmediato con él. — Sip. Soy yo.
—Andando.
Aki y Kobeni observaron a su compañero levantar sus brazos en forma de rendición y con el segundo hombre colocando la boquilla de la pistola directo en su espalda. Ninguno de ellos estaba desprevenido, pero el fuego a traición se había accionado.
¡BANG!
—¡Espera, ya me entregué! — gritó Denji preocupado de que Kobeni pudiera recibir un disparo.
Proyectiles que fueron repelidos por las alas de Ángel. Evitando que Aki y Power recibieran el impacto.
—Auch. — se quejó Ángel.
—¡Mierda! — el autor de los disparos siguió apuntando y preparado para matar a sus enemigos.
Kobeni por su parte rodeó el espacio que Beam había creado luego de comer a múltiples zombies. La pequeña corrió alrededor sin ser escuchada mientras Aki y Power estaban listos para pelear.
—¡Suficiente de este ridículo! — gritó Denji quien volteó y a punto de soltar un golpe a su supuesto captor. Observó cómo Kobeni saltó lo suficiente para propinar un rodillazo directo a la mandíbula del criminal. — ¡A la verga!
Denji se impresionó al ver a su amiga dejar noqueado a uno de los dos criminales. El acompañante escuchó el impacto del sujeto caerse y al voltear observó como Kobeni se aseguró que siguiera respirando, suponía haberse desmedido con la fuerza. La chica estaba preparada para también sacar su pistola y defender al motosierra. El rubio por su lado estaba preparado para partirle la madre al criminal restante.
—¡Mierda! ¡Maldita basura! — el hombre no pudo continuar sus insultos al ser atrapado por Aki. El cazador oprimió su cuello el suficiente tiempo hasta dejarlo inconsciente.
—¡Wow! ¿En serio tú podías hacer eso? — Denji le preguntó a Aki.
—No me agrada mucho la idea de que mi enemigo sea otro humano, pero sí está comprometiendo la vida de Kobeni o la de un inocente, creo que puedo hacer una excepción. — Aki guardó su espada.
A punto de comandar a su interior. El primero en recibir órdenes fue Ángel.
—Demonio. Saca a estos sujetos del lugar y entregalos con la policía.
—Ahora todos son capaces de darme órdenes.
—No creo que estés en posición de desobedecer. — El cazador apuntó a la cabeza del demonio alado con su espada. Ángel no mostraba ningún tipo de preocupación.
—¿Y tú sabes quién hizo esa espada que empuñas? — Aki quedó parcialmente desconcertado. — Para nuestra desgracia, tú estás obligado a usar mis armas y yo estoy obligado a crearlas. Hazme un favor y déjame en paz.
El cazador retiró su arma de la vista de Ángel y siguió en sus asuntos.
—Tú, la pequeña de ahí. — Angel se refirió a Kobeni y pidió que se acerque. — Sigh. Esa hacha no durará mucho tiempo contigo y creo necesitarás una nueva arma dentro de poco.
—¿En serio? — Kobeni observó su hacha y a pesar del poco tiempo que la llevaba consigo, se veía desgastada.
Ángel se agachó cercano a la cabeza del hombre que Aki dejó a su cuidado.
—¿Qué tipo de arma vas a querer? — preguntó el demonio de facciones andróginas. Dirigiendo su mano al rostro del criminal.
—E-Eh... no me vendría mall... U-Un cuchillo.
—Bueno. Es más fácil de hacer que otras cosas. — Angel usando únicamente su dedo índice tocó la sien de su víctima y pronunció lo siguiente.
"Uso un año de vida. Cuchillo."
De la mano de Ángel dio origen el arma que ella solicitó. Mientras el demonio lo sostenía de la hoja, la pequeña pudo tomarlo del mango. La cuarta hija quedó impresionada por la ligereza del arma, pareciendo que realmente no tenía nada consigo. Observó el filo y el propio demonio le sugirió probarlo con los pocos zombies que aún quedaban.
Kobeni aceptó y aunque quería darle las gracias al demonio. El chico se quedaba mirando al criminal, sin apartarse de él y únicamente decirle "Lo siento."
Intrigado por la habilidad del demonio y por la ayuda que le proporcionó a Kobeni, Aki interrogó de inmediato a Ángel.
—¿Por qué estás siendo cooperativo ahora?
—No lo hago porque quiero. Ya era una orden que había recibido de Makima. Ni tampoco te molestes por robarle un año a este humano, estaba dispuesto a matarte y la jefa me dio permiso de usar la expectativa de vida de alguno de estos criminales.
Ángel se retiró con los criminales que le ordenó Aki llevar. El cazador continúo dando órdenes a Prinz, Violencia y Beam limpiar el estacionamiento y los primeros pisos del edificio. El plan era sencillo para los demás, Power y Denji buscarían al hombre Katana.
—¿¡Y por qué yo debo ir con ella y no con Kobeni?! — Reclamó el motosierra.
—A mí no me mires. Si puedo destrozar más zombies, hasta puedo ir sola. — Respondió Power.
—Estás en búsqueda del Hombre Katana. No puedes tomarte a la ligera esta misión ni tampoco arriesgar que Kobeni sea una carga en tu enfrentamiento. — La cuarta hija sintió un golpe en su orgullo. Aki continúo con la respuesta. — A lo que me refiero es que no podemos dejar que ese hombre pueda arriesgar la vida de ella. Sé útil por primera vez en tu vida y capturalo.
—¿Y tú, andarás de inútil mientras hago todo el trabajo? — Denji estaba cuestionando a su superior.
Aki sacó de su bolsillo el pedazo de carne del demonio pistola que habían obtenido en el hotel Morin. Sintiéndose atraído en dirección contraria a la que Aki mandó al par de rubios.
—Al parecer estamos más cerca de ese demonio y no podemos dejar pasar esta oportunidad. Pero sí tanto te preocupa, protegeré a Kobeni con mi vida.
En la mente de Denji, tenía las palabras exactas para una respuesta brutal. Sin embargo las lecciones de su pequeña amiga volvieron a resonar en su mente y su carencia de empatía hacia Aki estaba siendo neutralizada por la que tenía por Kobeni. Le dio la espalda a Aki y se dirigió a su destino en compañía de Power.
—Estoy seguro que no volverás a cometer el mismo error y descuida, Kobeni es una chica dura. Estoy seguro que ella te cuidará más a ti.
Aki respondió con un "No falles." y también siguió su camino. Los dos cazadores separaron rumbos hasta que Kobeni quien aún seguía en el mismo lugar, llamó a su amigo.
—¡Denji! — La cuarta hija alzó un poco la voz. Hasta que vio como el rubio dirigió su vista hacia a ella. La cuarta hija pese al miedo que vivía, intentó animar al motosierra en su nueva misión. — Dale una buena patada.
La cuarta hija pateó al aire, cosa hizo sonreír al motosierra y el chico respondió con la misma patada. Emocionado, se despidió de ella y corrió junto a Power en búsqueda de algún lugar donde pudieran subir.
—Veo que ahora te llevas de maravilla con él.
—Es un buen chico. Me ayudó cuando lo necesitaba y no me ha dejado... sola.
Aki bajó la guardia y dirigió su palma a la cabeza de Kobeni. Aliviado que ella pudiera sobrellevar la pérdida de una buena amiga. Aki le ordenó que debían continuar y los dos también corrieron en búsqueda del lugar donde la carne del demonio pistola se encontraba resguardada.
Los pasillos del edificio eran laberinticos. Kobeni haciendo uso de su velocidad se adelantó a Aki y verificaba la seguridad de cada esquina a la que se topaban. Los dos cazadores debían inspeccionar el lugar, no solo por su misión principal, algo les decía que podía haber víctimas metidas en un asunto ajeno.
—¿Encuentras algo fuera de lugar? — Aki inspeccionaba las puertas en búsqueda de carne del demonio.
—No. Realmente todo está solitario.
Frase que se pudo haber ahorrado la cuarta hija. Al ver cómo el factor de la fortuna Higashiyama se activó de último momento al escuchar una serie de pisadas. A diferencia de las torpes provenientes de los zombies, podía escuchar como todas estaban coordinadas y aproximándose a su posición. La cuarta hija derramó unas cuantas gotas de sudor en su frente. Su jefe por su parte desenfundo su espada. Ordenando a su subordinada quedarse atrás de él hasta que el neutralizar el peligro.
—¡Deben estar por aquí! — Expresó confiado un hombre de kazuo quién acompañado de otros dos sujetos, estaban en búsqueda de los cazadores restantes.
—¿Todo bien? — Susurrando, Aki preguntó el estado de Kobeni.
La cuarta hija asintió con la cabeza asegurando que el ambiente no fuera perturbado por su miedo.
Escondidos en una esquina del pasillo. Los dos cazadores esperaron el avance del trío de criminales. La cuarta hija sin deseos de usar su arma estaba preparada para equiparse con ella hasta que fue detenida por su superior, negando que su nueva compañera cargue con esa responsabilidad.
A menos de un metro de distancia, el grupo coincidió su camino con el pasillo donde se ubicaron ambos compañeros. Queriendo evitar conflicto innecesario Aki planeaba esperar la ida de sus oponentes. Plan que hubiera valido la pena de algo hasta que se escuchó de forma incomoda y bruta como la cuarta hija se tropezó al intentar retroceder.
—¡A-A-Auch! — La cuarta hija preocupada por su acción de inmediato tapó su boca, sin éxito al ver cómo los terroristas estaban a punto de disparar.
—¡Tienes que estar bromeando! — Aki apresuró el combate y usando su cuerpo empujó a uno de ellos derribando al suelo al más delgado.
—¡No hay tiempo que perder, Jin!
—¡P-Podrian ayudarme! — Jin intentó levantarse.
Kobeni observó como Aki se encontraba forcejeando con el segundo criminal. Evitando el uso de su arma mientras quería aún propinar una patada en la cara a Jin. Quedó estática hasta ver cómo el hombre que quedó libre estaba a punto de disparar directo al rostro de su compañero.
La cuarta hija no perdió el tiempo y cumpliendo su promesa, estrenó su nuevo juguete lanzandolo directo al arma del sujeto.
—¡AAAHGHH! — La cuarta hija falló en su intento de lastimar al hombre. El filo de su cuchillo era tal que estaba atravesando la palma de su oponente.
La cuarta hija no podía quedarse quieta más tiempo y corrió directo al hombre que atacó. Tackleó directo a las piernas y cuando el hombre perdió el equilibrio, la cuarta hija se levantó y le dio una patada en la cabeza al pobre tipo. Sacó el cuchillo de las manos y nuevamente se aseguró de haber dejado con vida al hombre. Se despabiló y observó como Aki ya tenía agarrado del cuello al segundo hombre, intentando dejarlo inconciente mientras dejaba libre a Jin.
Jin se levantaba del suelo y preparado para irse en contra de Aki. La cuarta hija se interpuso rápidamente entre él y su compañera, armada con su cuchillo y apuntando al hombre. La cuarta hija pese a su inofensivo aspecto y rostro lleno de miedo, seguía dispuesta a defender hasta las últimas consecuencias al chico que Himeno amaba.
—¡A-Alejate de él! ¡Y-Y lárgate, no es algo que te incumbe!
—Si siquiera me ofrecieras algo para que me interese para dejarlos libres. — El hombre apunto con su pistola directo al pecho de Kobeni. La cuarta hija sabía que las posibilidades estaban cerca del cero para poder esquivar a tiempo esa bala. Había mucho en juego, su hermano, su secreto y la vida de Aki. Solo pudo recordar lo que le enseñó ese idiota cascarrabias que se hacía pasar por su maestro.
"Enfócate en la boquilla de la pistola. Relaja el brazo. Cuando veas que esté a punto de disparar es cuando tú tienes que jugar a ser Dios y mandar a la mierda la lógica."
«Ay... ¡Esto es horrible!» — La cuarta hija solo podía recordar ese dicho de parte de su maestro cuando le intentó enseñar esa extraña habilidad.
Observó la boquilla. Preparada con su arma en mano, ligera como una pluma y tan dura como el cráneo del hombre motosierra. La cuarta hija rezaba por tener éxito en su segundo intento.
¡BANG!
La cuarta hija a medio acto de desviar la bala. Solo pudo pensar en su vida y como cada intento por hacer mejorarla han sido una serie de constantes fallos. Sin éxitos más que haber conocido a unos pobres diablos en su lugar de trabajo.
¡CLANK!
La bala se dirigió al techo. Incluso Kobeni quien sentía su alma irse de su cuerpo se sorprendió. Su agresor quedando boquiabierto no se podía explicar como algo irracional y arriesgado había funcionado.
—¿¡Pe-P-Pero que mierda fue eso?!
La cuarta hija salió de su trance también apreciando el agujero en el techo al punto que casi podía llorar por su hazaña. Ninguno de los dos se podía explicar el por qué Kobeni salió bien parada después de un disparo tan cercano.
—¡Bien! «Veamos si puedes hacerlo otra vez» — El agresor preparado para disparar apuntó a la cuarta hija mientras que ella intentó replicar su posición.
Aki habiendo neutralizado a sus enemigos, el cazador lanzó su espada viendo el lado de la empuñadura directo al rostro del oponente de la cuarta hija. El golpe fue directo al ojo dejando tirado en el suelo al criminal.
—¿Qué fue eso que hiciste?
—¡E-eh! Y-Yo n-no lo c-creo saber... fue algo que me enseñó Kishibe. No sabía que realmente funcionara. — Luego de su declaración Kobeni soltó una risa nerviosa.
—Fue muy imprudente de tu parte. — El cazador estaba temeroso de perder a su compañera. — Vámonos de aquí, debemos seguir buscando la carne de ese demonio.
Kobeni asintió. El camino fue silencioso, los dos cazadores no podían tomarse un descanso al escuchar los gemidos de los muertos vivientes cada vez más cercano a sus posiciones. El cazador más experimentado le preguntó a Kobeni si preferiría retirarse y buscar un lugar seguro. La cuarta se negó, manteniendo en primer lugar la seguridad de Hayakawa.
Habiendo encontrado unas escaleras. Ambos cazadores descendieron a los pisos subterráneos.
—¿Por qué un edificio como este tendría estos pisos? — La cuarta hija preguntó, asustada por cualquier respuesta que le diera su superior.
—No estoy seguro de lo que investigó Makima, antes de venir aquí se nos informó que este edificio era propiedad de un chivo expiatorio que servía a un jefe de la Yakuza. Es muy probable que lo que parecía ser un hotel era realmente una fachada y sus verdaderos negocios se encuentren justo acá.
La cuarta hija solo pudo observar como la calidad de la iluminación disminuye, mientras en la planta baja como los pisos superiores la iluminación cubría toda el área. Algunos focos se encontraban fundidos y otros cuantos solo emitían una luz tenue. Cómo en su contraparte legal, un gran número de puertas se encontraban repartidos en el pasillo. Produciendo sonidos que perturbaban la poca paz que aún le quedaba a Kobeni.
Gemidos y gruñidos, golpes cada vez más fuertes y voces que poco a poco empezaban a desaparecer, la cuarta hija no podría describir si era imaginación suya o el ambiente en el que ella se metió los producía. Aki marcando el camino y solicitando la atención de su subordinada, a partir de aquí, si la situación llegase a estar fuera del control del jefe, la cuarta hija tenía toda la autorización de escapar.
Kobeni espero no hacerlo. Aunque, por otro lado, la compañera y dueña de su destino tenía otros planes. Observando el desarrollo de la trama y viendo cómo llegaron a un momento de tranquilidad. Algo que le estaba hartando y no podía esperar para ver más acción.
—He sido muy paciente contigo, Kobeni. Tus jodidos llantos en tu hogar, tu horripilante romance con el hombre motosierra y ahora tú formación en un trabajo tan efímero como el de un cazador. Patético.
El demonio de la muerte se encontraba caminando justo detrás de la cuarta hija, siendo ignorada mientras los dos cazadores avanzaban. La pequeña sabía que su secreto debía mantenerse oculto y con solo un gesto de sus manos, le pidió que se detuviera.
—¿Y no vas a entretenerme? Por fin estamos en un lugar donde te puedes desatar, demuestra quién realmente eres y destroza a estos sujetos, después de todo ¿No fueron ellos los que te arrebataron a tu amiga?
Kobeni se detuvo. Dejando intrigado al chico de la coleta al ver cómo la cuarta hija no avanzaba. Aki no podía describir lo que veía con claridad, siempre había visto a su subordinada con rostros fáciles de entender, miedo, inseguridad, a veces unas cuantas sonrisas y tristeza. Su ceño fruncido como la fuerza que ejercía apretando sus labios, la cuarta hija estaba harta. Harta de escuchar a Haka pedirle cosas que siempre la ponían en riesgo. Después de todo, si seguía en el trabajo era por culpa de su socia.
—¿Todo bien?
—Si. Sólo... creí haber escuchado algo.
Haka observó como su propiedad y su acompañante se alejaban de ella. Convencida que sí su máquina de entretenimiento no buscaría su diversión. Entonces ella misma la traería hacía ella. Un solo chasquido fue suficiente para cambiar la tranquilidad del primer piso subterráneo en una pesadilla digna de una película de terror. Múltiples brazos aparecieron cerca de cada manija para abrir las puertas.
—Abran todo. Espero que sea una lección para esta perra desobediente.
El sonido de las bisagras en movimiento. Solo fue opacado por como el peso de cuerpos que parecían ser inertes caían miserablemente mientras por fin salían de sus habitaciones.
Los gruñidos se hicieron más fuertes. Las caídas de cuerpos putrefactos empezaron a producirse una vez nada se interponía de la salida de sus distintas habitaciones. Lo que alguna vez fueron personas, hombres, mujeres y niños deshaciéndose a cada paso que daban, mostrando signos de traumas físicos causados por sus victimarios.
Los nervios de Kobeni se hicieron presentes e internamente solo podía gritar maldiciendo a Haka. Una fría sensación en la espalda del cazador lo recorría mientras escuchaba el avance de un pequeño muerto viviente. Carente de brazo izquierdo, pero con ambas piernas lo suficientemente completas para correr en dirección a la cuarta hija.
Sin poder actuar con facilidad al notar lo que alguna vez fue un inocente infante. Kobeni solo intentó retroceder hasta caerse. Su compañero decapitó la cabeza del niño no muerto mientras su cordura empezaba a deteriorarse.
Había decapitado a un niño.
Podía sentirlo. Culpa. El cazador de demonios no sentía más que esa horrible sensación y sus ojos evidenciaban el horror. Había más pequeños, mujeres que alguna vez estuvieron embarazadas, adolescentes con sus uniformes estudiantiles.
—S-Son... Son unos monstruos. — Aki estaba perplejo al ver a tantas víctimas inocentes convertidas en monstruos devoradores de carne humana.
Kobeni no sabía cómo interpretarlo. Más que pensar que su jefe se había aterrado igual que ella de ver a no muertos por decenas en un espacio tan reducido.
—K-Ko... K-Kobeni ¿¡Estás bien, puedes caminar?! — Mientras la ayudaba a levantarse el jefe estaba retrocediendo.
—Si... ¿C-Cuál es el plan?
—Ninguno. Solo acabemos con esta aberración. — Aki preparó su arma y de solo un tajo rebanó la cabeza de otros tres no muertos.
Kobeni hizo lo mismo. Atacando directo a extremidades evitando ser agarrada por ellos.
La cuarta hija se concentró tanto en no ser mordida mientras Haka se regocijó verla esforzarse tanto por sobrevivir. Al igual que el superior de su socia, ella también podía sentir una presencia que le molestaba, más allá del demonio pistola sólo podía notar que otro demonio se encontraba presente, uno que no le molestaría arrebatarle su libertad.
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—¿¡Estás en tu posición, idiota?!
—Sabes, no estás en un buen lugar para ponerte así, yo soy a quien le rinden cuentas, quién consiguió que nos refugiemos en este lugar, conseguir a los no muertos y llamar a los deudores de mi abuelo.
—Y yo soy la del plan. La que te garantiza que tú venganza sea un éxito y la que necesita que ese corazón esté intacto. Ahora dime ¿¡Estás en tu posición?! — Irritada y nerviosa, Sawatari se ubicó en el último piso subterráneo en caso de que el motosierra tome un rumbo distinto.
—Maldita vieja mal cogida. — El hombre Katana había apagado su radio luego de su queja mientras dos de sus hombres lo cubrían. Uno de ellos no pudo ocultar su risa. — Claro. Si el motosierra escoge subir entonces yo seré su oponente. Hemos jodido las escaleras y ahora solo podrá usar el elevador.
—¿Lo modificaste?
—Seh. Acá la única incompetente fuiste tú la vez pasada, voy a arreglar tu cagada.
—Mas te vale usar las rutas de escape.
El hombre Katana ignoró a su compañera. Esperando su momento de volver a tener una pelea con el asesino de su abuelo y por fin destruirlo. Contrario a Sawatari, él deseaba acabar con todo su ser incluso si eso llevaba perjudicar el corazón que tanto se solicitaba.
La mujer rubia de sudadera roja se encontraba en un negocio rápido con el demonio que tenía de asociado.
—¿Aún me puedes seguir ayudando?
—Solo si me dices que me das a cambio.
—Sigh. No te puedo ofrecer otro órgano del que pueda prescindir, estoy lidiando vivir ahora con solo un riñón. Pero los jefes han sido generosos con nosotros y nos dieron autorización para que comas algo de la carne de ese demonio. Una vez tengamos éxito.
—Tenemos un trato. Recuerda que puedes llamar a ese demonio molesto que me tragué.
—Si. No importa hacia dónde vaya ese corazón. Será nuestro.
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La cuarta hija se encontraba gritando por el esfuerzo. Habiendo clavado su cuchillo en la cuenca ocular de una mujer que lucía avejentada en vida. Sacó el cuchillo y lo clavó constantemente en la garganta mientras veía como brotaba un líquido negro y putrefacto que alguna vez se pudo haber considerado sangre.
Su superior no corría con la mejor suerte, habiendo hecho un corte en diagonal a una pobre estudiante de secundaria. El rostro de Aki seguía evidenciando su arrepentimiento de dicho acto.
Impregnados de un maloliente olor. Manchados de la putrefacta sangre y otros líquidos. Aturdidos por los débiles gruñidos que empezaban a desaparecer.
La cuarta hija y el cazador habían destruido a cada uno de los zombies que se interponen en su camino. Los restos de esas personas quedaron poco identificables. Revueltos en un festín para animales carroñeros. Ambos chicos quedaron exhaustos mientras Haka se encontraba aplaudiendo y elogiando a Kobeni por su supervivencia.
—¡Nada mal! Me hubiera encantado que te hubieran mordido, una verdadera lástima que ese anciano te esté enseñando bien. Ojalá estuviera él aquí, seguro que no sería igual de patético que el maldito idiota que tienes de compañero.
—¡¿Puedes callarte?! Casi nos matas. — Usando únicamente el movimiento de sus labios, la cuarta hija recriminó la acción imprudente de su asociada, el cazador se dirigía hacia los escalones que guiaban a otro piso subterráneo.
—¡Mira el lado bueno! ¡Ay pobres! Esa gente que a la que mataste les diste ese descanso que tanto merecían, quizá incluso cuando mueras te los vuelvas a encontrar y por fin te dirán el bien que les hiciste por terminar su tormento.
—¡Haka! ¿¡De qué rayos hablas?!
El demonio de la muerte alzó el cráneo del pequeño niño que fue decapitado. Mientras la cuarta hija se queda observando como su dueña estaba mostrando lo poco reconocible de ese niño. Aki le pedía que avancen.
Kobeni se hizo de oídos sordos ante las órdenes de superior.
—Kobayashi Sato. Un pequeño niño cuyos padres terminaron endeudados tras emprender un negocio que fracasó. Los mafiosos dieron un plazo tan corto de tiempo que resultó impagable para la familia. — El demonio de la muerte volteó el rostro cadavérico del niño a su dirección. Mientras silbó, fingiendo asombro. — Pobre niño. Solo puedo ver cómo su casa fue invadida por esos mismos hombres que le prestaron dinero a su familia, ejecutaron a su padre en la sala y violaron a su madre en presencia de este pequeñito inocente.
Kobeni no quería seguir escuchando más, de solo pensar lo que le ocurrió al pequeño Sato solo podía imaginarse a sus hermanos en ese mismo lugar.
—Su madre debe estar cerca, ambos fueron secuestrados y como ya no servía de nada hacer que paguen, pudieron darle un mejor uso a estos pobres diablos. ¡Ja! Veamos qué más hay.
La cuarta hija solo observó como los distintos brazos lanzaban trozos reconocibles de algunos cadáveres.
—Deuda. Deuda. Este era algún jefe de un pequeño grupo delictivo. Prisionero político. Deuda. Deuda. Otra deuda. ¡Interesante! Ah no, más deuda.
—Haka... ya basta.
—No lo estás notando ¿verdad? Gran parte de esta gente fue alguna vez como tú y tu familia.
—Nosotros sí pagamos nuestras deudas.
—¿Y cuánto tiempo crees que tendrán hasta que ustedes dejen de ser una fuente de dinero que les interese? En algún momento te pueden prostituir, a tus hermanitos, pueden forzar a tu hermano mayor ser otro delincuente más o un simple chivo expiatorio. Sigue pensando que tienes un código moral, pero ambas sabemos que tus intenciones no son buenas cuando te encuentras a toda esa mierda de gente.
Mirando al suelo. La cuarta hija solo pudo observar el pasillo repleto de cadáveres incompletos, apenas reconocibles y de los que ella fue totalmente responsable ejecutar.
Sólo podía ver una cosa mientras observaba a los inertes cuerpos de las pobres víctimas que consideró monstruos. A sus hermanos. Tirados miserablemente en el suelo, destruidos y convertidos en pobres criaturas en contra de su voluntad. La cuarta hija solo pudo observar sus dos manos, mirando las manchas de sangre aumentando sus ganas de vomitar.
—¡Kobeni! ¿Qué sucede? — sin darse cuenta, Aki se encontraba al lado de la pequeña, intentando ver el rostro y apoyando su mano en su espalda. El chico inspeccionó los brazos y rostro de su compañera con el temor de haber sido mordida.
Tras verificar su estado. Volvió a preguntar qué le sucedía a la pequeña.
—Mi familia... tiene muchas deudas.
El cazador no podía llegar a una conclusión luego de escuchar la primera declaración de Kobeni. Al borde del llanto, la cuarta hija le siguió explicando lo que tanto la estaba atormentando.
—Los monstruos que matamos, no eran monstruos... eran como yo. También le debían mucho dinero a la Yakuza.
—Tranquila... yo... — Aki no sabía qué decir.
—¿Tú crees que mis hermanos y yo pudimos terminar igual que ellos? — preguntó mientras observó el cráneo de lo que alguna vez fue el pequeño Kobayashi Sato.
El cazador y su compañera quedaron en medio de un silencio incómodo. La cuarta hija solo podía observar el mismo escenario que tenía en su mente mientras que Aki no podía sentirse más culpable por haber acabado con la existencia de víctimas incluso si ya era irreversible su efecto.
—¿Quieres retirarte?
Kobeni se encontraba resignada. Negó con la cabeza y pidió que continúen. Ambos chicos estaban atormentados por lo que vivieron.
『Easy Revenge』
Habiendo enfrentado el reto moral de haber acabado con la existencia de unas pobres víctimas hechas no muertos. Los dos cazadores descendieron mientras observaron con cuidado cada detalle en caso de otro inminente peligro. Haka seguía irritada por la presencia de un demonio.
Los dos chicos avanzaron. Encontraron más muertos vivientes y pese a su arrepentimiento, ambos coincidieron que lo mejor era acabar con el sufrimiento. Los gruñidos eran molestos, pero más molesta era la culpa que ambos sufrían ahora.
El avance no fue fructífero. Podían notar muchas cosas salidas de una película criminal, maletines vacíos, algunas pequeñas bolsas de plástico que evidentemente contenían cocaína y algunos condones. Se encontraban en el piso donde los hombres de Kazuo y del hombre Katana podían desatar sus deseos más hedonistas.
Tanto Kobeni como Aki sintieron repulsión. La protagonista no podía imaginarse el problema que sufriría Denji en caso de toparse con el mismo dilema que ella. Solo podía desear que estuviera seguro mientras ella también procuraba salir con vida.
Aki sabía que se encontraban cerca. Detrás de una puerta de color rojo se encontraba el pedazo de carne que él portaba enloquecido y moviéndose en su dirección solo retenido por el collar improvisado qué el mismo hizo.
—Supongo que ya es innecesario decirlo, pero creo que no habrá vuelta atrás. Puedes irte.
La cuarta hija también miró la entrada. Sabía que detrás de ella se encontraría algo de lo que se arrepentiría enfrentar. Aun así hizo caso omiso a su compañero. Si se encontraban juntos era para protegerse mutuamente. La pequeña agarró la manija y la abrió.
—Vamos. — Dijo la cuarta hija. El primero en entrar fue Aki seguido de su compañero.
La cuarta hija sacó su pistola pidiéndole a quién sea no tener que usarla. Ambos chicos en medio de un pasillo vacío en su contenido, unas gigantes paredes guiaban el camino a un destino incierto. Ambos chicos bajaron las escaleras mientras asombrados, querían buscar alguna idea de la existencia de este sitio.
Carente de ruido. Lo único que se podía escuchar eran sus propias pisadas mientras continuaron caminando hacia el otro extremo.
—Detente. — Ordenó el demonio de la muerte. — Felicidades, has llegado a tu destino.
Descansando en la pared izquierda, Haka cruzó los brazos y miró hacía el lugar donde se dirigían los dos cazadores. Kobeni no tuvo de otra más que obedecer y pedirle a su compañero que también se detuviera. El superior no tenía que pedir explicaciones, al igual que la jinete, también tenía un mal presentimiento de lo que se avecinaba.
Un suave y torpe paso proveniente del otro extremo del pasillo empezó a sonar más prominente. No hacía falta esperar una introducción cuando Kobeni había reconocido de quién se trataba.
—¿Y el hombre motosierra? — Akane Sawatari fue la primera en preguntar en esta breve charla. Los dos cazadores no ocultaron sus hostiles intenciones, tanto la cuarta hija como su superior estaban mostrando sus dientes.
—Esto no se trata de él, sabemos lo que hiciste y podemos negociar solo si nos dices donde se encuentra la carne del demonio pistola. — buscando el resultado menos sangriento, Hayakawa estaba dispuesto a negociar.
—Me temo que yo solo estaba dispuesta a darle la bienvenida al hombre motosierra. No a un par de cazadores sin suerte.
Señalando a los cazadores. El cerebro de la organización curvó sus dedos índice y medio simulando a los colmillos de una serpiente.
"Libera a fantasma"
Sin poder salir ilesa de eso. Akane empezó a derramar sangre de sus fosas nasales mientras los dos cazadores retrocedieron sus posiciones. Al escuchar un extraño cuerpo caer al suelo e interponerse en su camino para atrapar a la primera jefa. Formándose enteramente y dar entrada al demonio fantasma.
Kobeni no era capaz de contener su nerviosismo mientras que Aki no podría estar más enojado al ver al demonio que alguna vez cooperó con Himeno.
—¡¿Pero qué mierda?! — Gritó el cazador.
Luego de limpiarse la sangre que se le escapó, Sawatari observó a sus futuras víctimas impactadas por la presencia del demonio. Era lo que necesitaba, que sus oponentes empezarán a temer y finalmente dar su orden.
"Mátalos"
El demonio fantasma observó a sus dos víctimas, impresionados al ver cómo la figura sobrenatural cada vez se volvía más imponente alcanzando una mayor altura mientras mostraba sus brazos, un centenar de ellos a punto de abalanzarse en contra de los dos únicos miembros de los cazadores de demonios presentes.
Aterrado. Hayakawa Aki vio cómo de forma rápida y frenética se acercaban cada extremidad hacia su posición.
Aprovechando su nuevo contrato. Tenía que esperar y ser preciso para conectar cada corte en el sitio indicado. Percibir como cada mano extendida se dirigía hacia su cabeza dispuesta a estamparlo contra la pared. La intención del fantasma de agarrarlo y desmembrarlo. Cómo rápidamente todos se dirigían a su torso en búsqueda de atravesar su cuerpo y matarlo al instante.
Todos los futuros posibles donde su muerte sería cruel y despiadada, Aki pudo verlos. Cómo su cadáver se repartía en toda la habitación, en distintas posiciones y asesinado de forma distintas mientras que cercenaba a cada uno de los brazos que fantasma poseía.
Algo en vano. Esquivar y cortar brazos se que regeneraban al instante mientras el chico seguía presionado de esquivar y presenciar cómo en otro futuro él moría de una manera despiadada.
—¡K-Kobeni! ¡HUYE! — Gritó Hayakawa mientras continuaba su bestial combate en contra del demonio fantasma.
—Veo que por fin dejaste de ser lento. — Dijo Sawatari mientras le daba la espalda al combate. — No dejes el trabajo inconcluso.
La rubia emprendió su escape mientras que era observada por la cuarta hija. La protagonista debía jurar que se encontraba aterrada, estaba viviendo demasiadas cosas en tan poco tiempo y sin embargo, el demonio que estaba haciendo la vida imposible a Hayakawa Aki no le prestaba atención.
Estaba enfrente de ese horrible ser. Incluso pudo observar su rostro, el rostro de un demonio con los párpados y boca cocidas.
Ella misma se preguntaba porque su vida no era puesta en juego. Mientras que su compañero luchaba para que ella no fuera alcanzada. Volvió a ver qué Sawatari se había ido y recordó la fechoría que ella cometió. Con la mayor presión que pudo, agarró firmemente su brazo y se dignó a actuar.
Corrió en dirección del demonio. Se acercó tanto a su rango que algunos brazos que se dirigían a Aki terminaron de volverse hostiles con la pequeña. Al igual que Hayakawa, la pequeña hizo un gran esfuerzo por cortar cada extremidad que se ponía en su camino.
—¿¡Qué mierdas haces?! — gritó Aki mientras cada vez se mostraba más exhausto en su combate. Los brazos continuaron acercándose a él y uno de ellos lo golpeó directo en el abdomen. — ¡GHHH!
La cuarta hija siguió su camino ignorando el estado de Hayakawa Aki. Solo tenía una sola tarea y no estaba dispuesta a perder su oportunidad. El demonio de la muerte sonrió al ver cómo su compañera por fin se dignó en obedecerla.
El cazador quería alcanzar a su subordinada e impedir que ella muriera. Sin embargo por fin sus fuerzas habían acabado. Un simple golpe bastó para demostrar que no era más que un simple humano, un ser vulnerable y finito mientras era sujetado del cuello por el demonio fantasma.
Hayakawa Aki podía sentir la presión ejercida en una simple mano del demonio. Agarró la muñeca, trató de defenderse pateando hacia el resto de la extremidad y sólo vio cómo su esfuerzo era en vano.
Hayakawa Aki estaba cerca de morir.
Al borde de la muerte como era costumbre en este negocio. Sin dejar nada atrás más que una promesa así mismo. Promesa que se quedaría a la mitad. Su respiración cada vez se detenía. Recordando el dolor. Las desgracias. Su soledad.
"¿Y bien, te vas a quedar ahí parado sin darme la mano?"
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Inicio
Tras la ida repentina de Kishibe. Un joven e inexperto cazador Hayakawa Aki se encontraba escoltando a su nueva maestra asignada. Su compañera de trabajo nuevamente se agachó acomodando las flores en la tumba de un difunto cazador. El joven no pudo darle más importancia ni presentar su respeto en medio de un cementerio. Indiferente a la vida de los demás cazadores, solo quería una sola cosa en su vida y lo que sabía que le daba sentido a su miserable existencia. Matar al demonio pistola.
Himeno se levantó. Físicamente destruida, en su última misión había recibido graves heridas. Su brazo derecho se encontraba inmovilizado con una férula, su abdomen, pierna izquierda y su cabeza también estaban vendadas. La cazadora apenas soportaba el dolor de su cuerpo, pero en su corazón y mente, vivía un infierno.
—¿De dónde vienes? — sin ningún interés, la cazadora inició una conversación breve. La chica del parche se retiró de la tumba que había visitado y partió rumbo al vehículo que ella misma se llevó sin autorización.
—Hokkaido.
—¿Qué haces tan lejos de tu hogar? Digo, allá también está la organización.
—Apenas me pude librar del orfanato. Solicité trabajo aquí y pedí que se me transfirieran a Tokio, escuché que muchos cazadores han muerto. Así que les hará falta personal.
—Personal capacitado. No a un puto niño inútil. — Himeno sacó de su bolsillo una caja de cigarros. Aki solo podía ver con desagrado como su maestra tenía ese mal hábito. La cazadora había prendido el cigarro mientras era observada por su pupilo. — Supongo que fue grosero de mi parte.
—Mucho.
—Está bien ¿Quieres uno? — la cazadora de un solo ojo le ofreció un cigarro a su nuevo compañero. Aki sin darle importancia al gesto lo rechazó.
—Tú te lo pierdes.
Cuando los dos cazadores alcanzaron el vehículo; que fue tomado por la imprudencia de la cazadora, Himeno preguntó a Aki si sabía conducir, tras la negativa del novato la maestra no tuvo más remedio que conducir tras algunas quejas. El camino fue largo, las vueltas que daba Himeno directo a un restaurante y tras comer, dieron como resultado que ambos de inmediato se dieran cuenta que no podían llevarse bien. Aki le desagradó Himeno y a Himeno no estaba interesada en cuidar a Aki.
En el vehículo nuevamente, tras haberse conocido no había otra discusión más que la de Himeno queriendo que Aki deje de ser un idiota y renuncie a ese trabajo. Hayakawa mostró ser un necio de primera y tras resignarse a tener un nuevo compañero, la jefa quiso empezar de nuevo su relación profesional con él.
—Supongo que los idiotas están resignados a querer morir por una causa perdida y solo para aclarar no esperes que seamos amigos.
—Por mí bien. Simplemente no seas un estorbo. — el novato estaba seguro de no formar ninguna clase de vínculo con su nueva maestra.
Himeno solo podía observar con desdén a Aki. De igual forma tras haber salido del vehículo, los dos cazadores estaban enfrente uno del otro, la cazadora extendió su mano sana y esperó que Aki sea capaz de tener un poco de amabilidad. Tras una pequeña espera sin respuesta de su alumno, Himeno preguntó.
—¿Y bien, te vas a quedar ahí parado sin darme la mano?
Aki respondió estrechando la mano con la maestra. El inicio de un vínculo que ninguno de los dos sospecharía que cambiaría su vida tal como la conocían.
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Que comodidad
Tras una larga noche. El cazador se encontraba lidiando con una ligera resaca sin poder dar detalles de cómo llegó a dicho punto. Acostado en un sofá y teniendo un cómodo soporte en su cabeza, Hayakawa Aki apenas pudo identificar en donde se encontraba, el hogar de su maestra.
Aki no podría describir a su jefa como alguien ordenada, la sala estaba hecha un desastre, viendo como múltiples botellas, latas y más basura lo rodeaba mientras él intentaba poder levantarse, sin fuerza, apenas escuchando su alrededor mientras sentía una leve molestia en su cabeza.
Molestia que se fue disipando al sentir la delicadeza de una extraña mano que se encontraba recorriendo su cabellera, recortada tratas haber usado su contrato con el demonio zorro. El cazador apenas estaba procesando todo, sabía que no estaba descansando en las piernas de otra mujer más que las de su maestra.
—Eres molesto. — Dijo Himeno mientras aún continuaba acariciando la cabellera y algunas partes del rostro de su alumno. — No puedo creer que te las hagas de un chico duro y solo seas un maldito bebé llorón. — Luego de esto soltó una ligera risa.
Sin darse cuenta de que Aki también se encontraba despierto. Sin aclarar porque ambos estaban así y mucho menos, sin ninguna clase de preocupación de lo que diga.
—Cuando yo me uní a los cazadores, también me sentía igual como tú, quizá no sentía que yo cargaba el mundo sobre mis hombros, pero quería que mi papá estuviera bien y haría lo posible para que mi hermana se libre de esta mierda de vida.
Aki escuchó un poco del pasado de su compañera.
—Quizá he cometido muchos errores. Demasiado diría yo, mi hermana ya no quiere verme y no creo que sea capaz de ver la cara de mis padres sin tratar de contener mis lágrimas. Mi maestro está muerto por mi culpa ni tampoco me permitieron ir a su funeral.
Hayakawa Aki solo pudo escuchar como la voz de Himeno se quebraba. El rostro de Himeno se encontraba mirando hacia abajo, directo a la vista lateral de la cabeza de Aki. No podía darse cuenta que ambos estaban conscientes de este íntimo momento.
—Mis compañeros están muertos. — Himeno trató de retener su escurrimiento nasal. Sus lágrimas empezaron a brotar y algunas se cayeron directo hacia Aki. — P-Perdón.
Habían pasado unos cuantos meses que recién se conocían, Aki solo conocía esa faceta frívola y amargada de su maestra, malhablada y a la espera de la renuncia de Hayakawa. Sin embargo, también se había dado cuenta que nunca lo había dejado solo.
Himeno quiso dejar descansar a su compañero y por fin irse a dormir, luego de una noche de tragos con su compañía. Los demonios internos de Himeno eran notables, su adicción a la bebida los llevó a ese momento.
Pensativo. Aki no pudo permitir que ella se retirara. Respiró hondo y luego de escucharla, alzó su mano y alcanzó a la de su maestra. Aki no esperaba ser de gran ayuda para su maestra, sin embargo, ella aceptó el acompañamiento de su alumno.
En medio del dolor, dos personas lastimadas se dieron un breve consuelo y fortalecieron su vínculo acompañado de la primera vez que entrelazaron sus manos.
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¡MIERDA! ¡MIERDA! ¡MIERDA!
Los gritos provenientes de la maestra eran cada vez más fuertes en los oídos de un apenas consciente Hayakawa Aki. En su desesperación, la cazadora del parche usó lo que le quedaba de fuerzas mientras se volvía el soporte de Aki, quien se encontraba herido y apenas se le podía hacer posible caminar.
Ambos se encontraban en un edificio abandonado. Emboscaron a un demonio que resultó ser difícil de eliminar, terminaron heridos en el proceso. Himeno se las apañó para confundir al demonio entre los pisos del lugar. Ocultando a Aki, incapaz de moverse por su cuenta y arriesgado su propio pellejo para mantener con vida a su compañero.
Una vez desorientado al demonio. La cazadora regresó donde se encontraba Aki. Lo sujetó e hizo que su brazo estuviera sobre sus hombros. Avanzaron lentamente mientras usando al fantasma aventó botellas y cosas que pudieran hacer ruido lejos de su posición para poder seguir distrayendo al demonio.
—H-Huye... S-Soy peso muerto para ti.
—¡Cállate! ¡No digas ni una sola palabra y ahorra tus energías! Saldremos de esta y me pagarás todas mis bebidas.
Con múltiples heridas y apenas consciente, el cazador aceptó sólo si ambos sobreviven mientras escuchaban como el demonio al que apenas Aki podía recordar su apariencia los había localizado. Su grito ensordecedor dejaba en claro a los dos que no podrían escapar del lugar enteros, el chico volvió a sugerir ser abandonado y que su compañera escape, Himeno volvió a negarse a esa idea y se esforzó por hacer que ambos pudieran salir con vida.
—Supongo que no queda de otra. — Dijo Aki.
—¡No te atrevas a hacerlo!
Aki se soltó de Himeno. Cayendo miserablemente mientras por su cuenta se intentó levantar. La mujer de un solo ojo gritó su nombre y con apenas fuerzas intentó arrastrar a Hayakawa. El chico apuntó su objetivo y emulando a la cabeza de un canino, el cazador gritó desesperadamente "¡Kon!"
El demonio zorro se había engullido al demonio enemigo.
—Hayakawa Aki, estás totalmente destrozado, pero da gracias que aún mantienes tu lindo rostro intacto. Me volveré a llevar tu coleta.
Fuera de peligro. Ambos chicos se acostaron en el suelo, respirando de forma agitada mientras que Himeno grito "¡WOOOOOOOW ESO FUE EXTREMO!"
—¿No estabas desesperada?
—Eso fue en el pasado, ahora bien, alguien me debe pagar todas mis bebidas.
—Maldita sea. — Dijo Aki mientras ocultaba su rostro con su antebrazo. — Bien, ayúdame a levantarme.
—¡A la orden mi capitán!
—Tú aún eres la que manda.
—Nuh-Uh. Ya no eres mi alumno y me gusta más la idea que alguien me de órdenes. Y más viniendo de alguien sexy como tú. — Himeno guiñó el ojo de forma pícara, pero Aki sólo vio un pestañeo normal.
—Ridicula.
—¡Ah! ¡Tú te ves más ridículo con tu coleta toda fea!
—Esa coleta nos salvó la vida. — Hayakawa Aki luego de usar al demonio zorro, la extensión de su cabello volvió a la forma tal como Himeno y él se conocieron.
—Touché. Aunque sabes el lado bueno, te ves muchísimo mejor así ¿No has pensado en dejarte así el cabello?
—No. Necesito una alternativa antes de que Zorro vuelva a pedirme mi piel.
—Bueeeenooo. Esperemos que eso no ocurra, aunque el cabello corto se ve bien ¿Tu crees que se vería bien en mí? — Himeno en ese entonces tenía el cabello largo y Aki desde siempre la había conocido así.
—Nah. Yo creo que estás bien así.
El cazador volvió a ser ayudado por su ex-maestra. Ambos se dirigieron a la salida, durante el camino Aki le pidió un cigarro a su compañera, ella se lo colocó en sus labios y le ayudó a encenderlo.
A mitad del cigarro. Himeno quiso también fumar.
—Yo también quiero ¿Me lo prestas?
—Consigue el tuyo. — dijo el joven cazador.
Himeno agarró el cigarro de su compañero y empezó a fumar también. La chica le soltó una sonrisa a Aki y él no tuvo más remedio que aceptarlo. A pesar de siempre estar serio, cuando se encontraba acompañado de Himeno, podía darse la libertad de sonreír.
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Un estadio vacío.
No faltaba mucho para que el primer y único partido de baseball de la historia de la cuarta división diera lugar. Tal como los niños, Aki y Takeshi tuvieron que escoger a sus integrantes para su equipo, algunos de ellos ya tenían experiencia en el deporte con excepción de Himeno, quien jamás había sido fanática del baseball. Ella ignoraba a los deportistas de su escuela y prefería hacer desastres o cuidar a su hermana que llegaba a ser molestada por los bravucones.
Con el permiso especial de las autoridades correspondientes, Aki consiguió durante la noche que le presten las instalaciones de un pequeño estadio de baseball utilizado para las competencias locales. Himeno no podía estar más asombrada, se dirigió a las gradas y gritó.
—¡VAMOS AKI! ¡TU PUEDES! ¡DESTROZALOS!
Grito que quedó atrapado en un silencio y pese a no ser escuchado por nadie, Aki quedó un poco avergonzado por la forma de ser su amiga.
—¡ERES GRANDE, AKI! ¡AQUÍ TE VA UN REGALO! — Himeno quien estaba vistiendo una ligera blusa debajo de su chamarra abierta. La intentó abrir para enseñar su gran par de tetas.
—¡No te atrevas! ¡Acá hay cámaras!
Himeno recuperó su pudor. Avergonzada al ver qué en efecto, había cámaras volvió a abrocharse la blusa y bajar de las gradas con la cabeza agachada tal como si hubiera sido regañada.
—Eso fue muy imprudente, además este lugar es usado por niños, no puedes hacer algo así.
Himeno se agarró del antebrazo de su amigo. Pidió disculpas y ocultó su rostro. Aki suspiró y luego dijo quizá y solo quizá, acepte ese regalo llegando a casa, mientras se podía observar un notable rubor, pese a su forma tan seria de ser. Himeno se alegró y se alejó de su compañero, se dirigió directo a Home.
—¿Entonces aquí es donde tú tienes que batear?
Aki asintió. Le enseñó las partes del campo de baseball, a lo lejos estaba el outfield, pero lo que quería darle importancia a su compañera era que se familiarizara con el cuadro interior. Cada división estaba marcada con un plato, las bases. Himeno afirmaba que entendía cada cosa que Aki le dijera, pese a solo distraerse con el sonido de su voz.
—¿Me entendiste?
—¡Eh! ¡Yo creo que sí!
—Bien. — Aki tenía consigo una mochila donde se encontraba lo que necesitaban para poder practicar un poco antes del partido. No sé confiaba mucho de las habilidades de Himeno y por poco su espíritu competitivo había resurgido. Ella estaba observando a su chico sacar el equipo. Aki primero le enseñó la manopla de baseball, le pidió su mano y se la colocó. El chico conservó una vieja manopla y esperaba que su tamaño se adecúe a la mano de Himeno.
Aki instruyó la forma que se tenía que lanzar la pelota. Pidió que lo hiciera en dirección a Home y pese a que sus primeros intentos eran muy torpes, la cazadora poco a poco se iba acostumbrando a lanzar con más precisión.
Aki se colocó un casco y agarró su bat de baseball. Se paró sobre Home y esperó que Himeno se prepare para lanzar.
—¡Ah! Pero si bateas muy fuerte tendré que ir por la pelota.
—En la mochila hay más, luego las recogemos.
Himeno aceptó y se preparó para una pequeña broma a su amigo. Hizo que el brazo fantasma agarre la pelota mientras ella fingía que la lanzaba.
—¡Esta va con todo mi amor! — Dijo Himeno segundos antes de lanzar la bola rápida más agresiva a la que se haya enfrentado Aki.
Incluso con el swing preciso que hizo Aki, la velocidad de su bateo no se comparó a la pelota lanzada por el demonio. Solo pudo escuchar las carcajadas de su acompañante, quien se encontraba tirada en el suelo y girando en su posición.
—¡Hahahahahaha! Debiste ver tu cara, Dios, no puedo ¡Hahahahaha!
—¡Himeno! ¡Esto es serio!
—¡Hahaha! Pero si solo será un juego, el objetivo es divertirnos.
El rostro de Aki no se animó luego de estas palabras. Incluso pese a todo lo que vivió, algunas cosas no cambiaron para Hayakawa y su aversión a perder en su deporte era una característica que mantuvo incluso como adulto.
La cazadora se levantó y se acercó a su compañera, lo abrazó y con la manopla aún puesta, la puso en el rostro de Aki. Ella volvió a reír mientras alejaba su mano de la cara.
—¡Mira! Tengo tu nariz. — dijo felizmente Himeno mientras seguía viendo el serio rostro de Aki. — Bueno ya, dame tu mano.
Aki cedió a la petición. Extendió su mano y Himeno aprovechó para tenerla en su poder, se quitó la manopla y sujetó con delicadeza la mano de su compañero, la juntó con la suya y entrelazó sus dedos. La cazadora de un solo ojo estaba sonriente de estar sujeta de esta manera con él. Después de tanto, Aki por fin le devolvía la sonrisa y ella se alegró.
—¡Aquí tienes! — Himeno abrió su mano y ofreció la nariz invisible de Aki.
Aki tomó su nariz y siguiendo el juego, la colocó en su lugar.
—¿Y si esta vez yo soy quien golpea a la pelota? — propuso Himeno.
—Si, supongo que es bueno que también aprendas a batear. Ven, te explico cómo se hace.
Nuevamente el joven cazador instruyó a la que alguna vez fue su maestra para que aprendiera a golpear con éxito la pelota. Asombrada y ruborizada, se sintió cómoda estar en frente de su compañero, Aki le enseñó la postura que debía tomar y cómo golpear correctamente con el bat. Himeno no podía ocultar su alegría.
—Sigue mejorando tu swing. Yo iré por las pelotas. — Una vez Aki las recogió. Se paró sobre la lomita y pese a no tener una manopla de su tamaño, continuó con la enseñanza.
Se preparó para lanzar una bola curva, para devolver la broma que le hizo su compañera. Himeno no tuvo oportunidad de golpearla y Aki dio justo en el área.
—Bueno ese fue tu primer Strike.
—¡No es justo!
—Tampoco fue justo usar al demonio fantasma, tramposa. Si veo que lo vuelves a utilizar te saco del equipo.
—¡Aw! ¡No seas así de malo conmigo! En serio que me esfuerzo por aprender. — Himeno hizo un puchero. Aki no se conmovió y se posicionó para lanzar de nuevo.
Aki lanzó una bola rápida. Himeno no fue capaz de golpearla y recibió su segundo Strike.
—¡Sé más suave! Estoy segura de que si fuera otra chica estarías teniendo más compasión.
—Eres la chica más importante en mi vida y no me compadezco de ti ¿Que te hace pensar que lo haría con alguien más? — Aki abrió enteramente sus ojos y se arrepintió de sus palabras. Solo pudo ver a Himeno roja tan avergonzada como conmovida.
—¿Lo dices en serio?
—No. Falsa alarma, era solo para desorientarte.
—En serio que eres aburrido. — Himeno se preparó para batear. — ¡Estoy lista!
Aki realizó su tercer lanzamiento. Una bola rápidamente y contra todo pronóstico escuchó un fuerte golpe. La pelota había conectado al bat de Himeno y se salía del diamante, alcanzando a las gradas del jardín izquierdo.
Himeno se emocionó y gritó.
—¡Aki! ¡AKI! ¡HICE UN TOUCHDOWN! — mientras corría hacia él.
—Te equivocaste de deporte. ¡Ooof! — Aki fue tacleado por Himeno y ahora se encontraba boca arriba mientras ella descansaba cómodamente sobre él.
—¿Qué tal lo hice?
—Mal. Debiste recorrer todas las bases y volver a home. Perdimos y eso que solo era una práctica.
—En serio que nunca dejas de ser todo un personaje. — Himeno silenció a Aki con un tierno beso en los labios. El cazador no detuvo la acción de su compañera, sujetó su cintura con la mano derecha mientras que la izquierda del cazador buscaba la mano de su amiga.
Era una sensación tan familiar. Sujetar la mano de la persona que más quería mientras daban de sí una escena tierna. Himeno a duras penas pudo despegarse de los labios de Aki. Su cabello empezó a caerse y estorbar su visión del rostro de su amigo. La cazadora lo recogió y al ver a Aki avergonzado, no pudo parar de sonreír, sintiendo sus mejillas y volver a besarlo.
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Te tengo
En la parcial penumbra que invadió la habitación de Hayakawa Aki. Los dos cazadores habían finalizado otro intenso beso, uno largo y que para ambos se había vuelto una tarea normal, era una acción automática cuando nadie más los veía.
Cubiertos de sudor y tan cercanos como se podía, el rostro de Hayakawa Aki se desprendió del de Himeno. Mujer a la que el chico consideró abandonar para emprender su búsqueda en contra del demonio pistola y sin embargo, por cuenta propia había pausado su encrucijada para poder seguir al lado de su amada.
No necesitaba de la iluminación de un simple foco para saber que debajo de sus narices se encontraba presenciando la belleza de su mujer, escuchó una pequeña risa y su nombre dicho de una forma tan tierna que no podía negar que se había vuelto a estremecer.
—¿Quieres terminar por hoy? — preguntó Himeno al ver cómo su compañero se encontraba estático mientras él solo se limitó a sentir el rostro de la chica del parche.
—Aún no.
Últimas palabras antes de continuar con la acción. El miembro del cazador no dio descanso a la intimidad de la mujer que alguna vez llamó maestra. El cazador fue embistiendo con cada vez más rapidez a su compañera mientras sus labios no podían alejarse del cuello de Himeno. Dejándola marcada mientras ella gemía el nombre de su amado.
Por un breve momento no había mayor sensación placentera para Aki que escuchar la voz temblorosa de Himeno mientras invadía constantemente su interior. Fue hasta llegar al orgasmo donde ambos cazadores dieron descanso y fin a su euforia. Himeno no permitió que Aki se aparte de ella lo abrazó y pese tener que soportar un peso extra sobre ella, la mujer quería seguir abrazando a su chico. Pidió la mano de su pareja y de forma responsiva, Aki obedeció.
—Jaja. Te tengo.
Aki asintió. Mientras que Himeno como ya era habitual, sostenía la mano del chico poco antes de que ambos cayeran dormidos.
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¿¡Por qué?! ¿¡Por qué lo hiciste?!
La cuarta división se encontraba en medio de un pequeño escándalo. La pareja que se negaba a confesar que era una pareja se encontraba dando una escena dramática.
Himeno no podía despegar su rostro del torso de Aki. Quién extrañado solo podía consolarla devolviendo el doloroso abrazo que ella le dio. Sin saber más que los compañeros. Takeshi, Fushi o Kei se quedaron extrañados ante el comportamiento de su compañera de división.
Para Aki su alrededor no existía. Ignoró al resto de gente, conocidos y desconocidos fueron eliminados de su foco de atención mientras en la única persona que se pudo concentrar fue en Himeno, llorando sin hallar consuelo. Temblando y cada vez preguntando con menos fuerza en su voz "¿Por qué lo hiciste?"
En su confusión. El cazador intentó consolar a Himeno, colocando su mano izquierda sobre la espalda de la chica, solo para sentir su respiración alterada. El chico mantuvo su desconcierto mientras que ella, en un ataque de pánico, alzó su puño y tratando de ser lo más débil posible, golpeó el hombro de Aki. Continuó golpeándolo y volvió a preguntar "¿Por qué lo hiciste?"
Kei se acercó al lugar donde la pareja se encontraba armando una escena. Intentó ayudar a Aki a separarse de Himeno, pero él la detuvo antes de que pudiera decir algo. La chica castaña se alejó lentamente de ellos y pese a querer retirarse, se quedó en el sitio para poder acompañar a Himeno después.
—¿P-Por qué h-hiciste ese contrato con ese maldito d-demonio?
El rostro de Himeno se escondía a la vista de Aki. En su dolor, Himeno no quería volver a ver a otro compañero ser víctima de un demonio tan ruin como lo era maldición. No podía soportar presenciar eso y mucho menos que la persona que ahora rinde cuentas a ese perverso ser era a la que más amaba.
—Lo necesitaba... Necesito toda la ayuda que me fuera disponible para poder enfrentar a ese demonio y Makima me dijo que...
—¡¿Por qué le hiciste caso a ella?
—Se lo debía. Ella me salvó la vida.
—¡Maldito idiota! ¡Maldito idiota! ¡M-Maldito...
Himeno no pudo más. No volvió a pronunciar otra palabra y continuó su llanto, abrazó con fuerza a Aki, a pesar de que sabía que esto sería el inicio del fin del cazador que tanto amó.
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¡Grrraaaagh!
Cansado de repetir en muchas ocasiones esta misma tarea. Aki asistió a su compañera de desventuras quién no paraba de vomitar una vez había ingerido más alcohol de lo que podía soportar. El chico la llevó corriendo al baño y ayudó a recoger el cabello antes de que ella sea capaz de ensuciarlo.
—Volviste a hacerlo. — dijo el cazador, cansado de ver lo miserable que era su compañera. — Sigh. ¿No has pensado en dejar de beber? Siquiera alguna vez desde que nos conocemos.
No hubo respuesta de parte de Himeno. Quien aún estaba asqueada y en breves ocasiones presentó arcadas. Aki dejó las preguntas y propuestas para después. Nuevamente se había decepcionado de su amiga. Incapaz de mantener respeto por su cuerpo para dar un límite o un fin a su consumo de bebidas alcohólicas.
Himeno se había vuelto en un desastre que ni el propio Aki estaba seguro de poder controlar. Pensaba en los errores de ella, pero también en los suyos. Seguían siendo compañeros y los mayores confidentes uno del otro, habían pactado acuerdos, así como romperlos. Mantenían esa cercanía que los volvía buenos camaradas, pero en unos pésimos amantes.
La relación de ambos se había fragmentado y, sin embargo, Aki continuaba acompañando a Himeno. Quería su bienestar pese a que ella estaba en un círculo vicioso del que era incapaz de salir.
—L-Lo Siento... L-Lo siento mucho, Aki.
Himeno volvió a pronunciar algunas palabras antes de volver a vomitar. El chico dejó el cabello recogido a su amiga y se limitó a ser su compañía. El cazador ayudó a su compañera a asearse antes de finalizar su día.
Después de asegurarse de no volver a tener esa sensación de vómito. Hayakawa Aki ayudó a su tambaleante amiga hasta llevarla a su habitación. La chica como de costumbre, estaba en prendas menores mientras sentía la seguridad de hallarse en su hogar.
Fue puesta en su cama una vez Aki había hecho una pequeña muralla con sus almohadas para que no se acueste boca arriba. La chica se encontraba mirando a la pared para evitar que se ahogue con su propio vómito en caso de hacerlo de nuevo. Aki le deseó buenas noches y se dispuso a marcharse.
Aunque fue detenido por su compañera. Sujetando su mano débilmente. El cazador suspiró y se sentó al borde de la cama.
—N-No... ¿No q-quieresh pasar la noshe acá?
Aki no respondió antes la propuesta. Soltó la mano de Himeno. El chico ya había hecho un veredicto y mantuvo al margen a su amiga.
—Vamos... cómo lo hacíamos antes.
La cazadora abrió sus sábanas y le dio un espacio para que Aki se pudiera acostar. El chico simplemente observó a su compañera, decepcionado y triste. No estaba dispuesto a volver a ser débil aun cuando no tenía tiempo de sobra.
—No. De hecho, creo que ya me voy. Descansa Himeno.
La chica volvió a cubrirse. Nuevamente rechazada en su intento de volver a ser algo más que solo su compañera de trabajo. Aceptó la negativa de Aki y sabía que se lo merecía.
Los dos cazadores se despidieron. Himeno a pesar de estar cansada una vez su acompañante dejara la habitación, derramó unas cuantas lágrimas mientras que el chico observó la sala de la mujer que alguna vez casi lograba sacarlo del juego. Aki lo había aceptado, esa vida sin riesgos y normal no era lo suyo.
Cuando salió del edificio donde se encontraba la residencia de Himeno. El chico no hizo más que continuar con su paseo hasta llegar a casa, la noche era larga y no se sentía cansado. Sacó un cigarro de su cajetilla y cuando se dispuso a encenderlo. Vio con detalle el encendedor que tenía en su posesión.
Un regalo de su amiga. Un presente que parecía ridículo para el resto de gente.
Para Aki, servía para rememorar los momentos que pasó con ella y solo valorar esos momentos que le dieron significado a su vida.
Un significado que iba más allá de ser el posible verdugo o una víctima más del demonio pistola. Una vida llena de tormentos donde al menos, una breve luz de esperanza estuvo frente a sus ojos.
Ahora con la sensación de incertidumbre, Aki no esperaba otro golpe de suerte lo suficientemente grande y valioso para darle nuevamente alegría a su vida.
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Te salvaré.
Habiendo asesinado a otro demonio. Los dos cazadores se encontraban descansando en el suelo mirando el cielo parcialmente despejado.
—¡Uuuuf! Por poco y no la contábamos ¿No crees que es tiempo de retirarse y vivir lo que nos queda en Hawaii?
—¿Podrías quedarte en silencio por solo una vez, Himeno?
—Ya estuvimos en silencio por mucho tiempo. Ahora es tiempo de gritar. ¡AAAAAAAAAAHH!
—¡YA CÁLLATE!
—¡MIRA! ¡EL CHICO EMO POR FIN ESTÁ HABLANDO FUERTE! ¡HAHAHA!
—¡En serio que no puedo pasar un tiempo tranquilo cuando estoy contigo!
—¿Y quién necesita tranquilidad? Soy un cúmulo de sorpresas.
—Muchas de ellas bajo el efecto del alcohol.
—Ja-Ja. Muy divertido Aki. — la mujer se quedó en silencio mientras ambos se encontraban aun mirando el cielo. Las nubes tomaron un poco de territorio y la luz del sol se quedó cubierta. — ¿No crees que es bueno esto?
—¿Mirar el cielo? Supongo que sí.
—¡Si! Pero no hablaba sobre eso, hablaba sobre que estamos de nuevo en una misión juntos, arriesgando nuestras vidas y saliendo vivitos y coleando, tal como en un manga de acción.
—En un manga de acción no creo que hagan algo tan cruel como matar a los papás del protagonista y que su amiga sea una mujer desesperante.
—Creo que casi no lees mangas, son divertidos, deberías hacer una colección de algunos.
—Paso. Prefiero leer el periódico.
—Eres un anciano y eso que yo soy mayor que tú.
—Soy más maduro que tú.
—Si lo fueras, te darías cuenta que Makima solo te está utilizando y te hubieras retirado de ser cazador hace tiempo... ¡Conmigo!
—Otra vez con eso. Puedes salirte en cualquier momento que quieras, pero no te voy a acompañar. Prueba éxito en otro lado, vuelve a la escuela o busca algún hobby.
—Quizá. Sería una buena idea a no ser que ya tenga un objetivo pendiente.
—¿Romper tu récord de cuántas latas eres capaz de terminar en una hora?
—¡No! En ese asunto ya me di por vencida. — Himeno se intentó levantar y pese a estar derrotada como malherida. Gateó hasta llegar a Aki. Himeno se colocó sobre el pecho de su amigo y cerró sus ojos mientras Aki le reclamaba que se levantara. — ¡Ah! Es un lugar muy cómodo... cómo lo extrañaba.
—¡Himeno! ¡Deja ya tus tonterías!
—No son tonterías. Y hablo en serio, supongo que aún me queda una tarea pendiente antes de mandar todo a la mierda.
—¿Y cuál es esa tarea?
—Prometes no burlarte de mí.
—Okey. No lo iba a hacer de todos modos.
—Quiero salvarte. A como dé lugar.
Aki quería forzar alguna risa hasta que escuchó el deseo de Himeno. El chico sintió algo pesado en su pecho, una presión y que le costó asimilar a la primera. El joven cazador solo escuchó la palabra resonar en su mente una y otra vez.
Himeno seguía reposando su cabeza sobre el pecho de su compañera, su visión descansó y buscó la mano de Aki. Había pasado un tiempo desde la última vez que ambos chicos se habían entrelazado. Para suerte de Aki y para la mala fortuna de Himeno, ella no se pudo percatar del rubor que el chico tenía, pero sí pudo sentir el latido de su corazón, tan acelerado que bastó para hacer sonreír a la chica del parche.
—Se que tus intenciones son nobles, no quieres que nadie más vuelva a pasar por lo que tú también sufriste, pero ¿No has pensado que también estás lastimando a las personas que te quieren?
—Si solo hubiera alguien así.
—Ja... supongo que tienes razón, no tengo derecho a decir que te quiero, pero tampoco deseo que sigas con esto. Vamos, deberías pensar en otra salida, quizá volverte policía o bombero, ayudarías al mundo aunque en una menor escala.
—Eso ya no es para mí. Tengo los días contados y me basta con seguir aquí.
—Supongo que sigues siendo el mismo chico necio como el día que nos conocimos.
—Y tú sigues siendo la misma mujer que no para de molestar con que renuncie. Tal como el primer día.
Ambos chicos se quedaron en silencio. El chico no lo admitió, pero sentía una gran nostalgia por estar de esta forma al lado de la que alguna vez consideró su amada. Himeno se repitió así misma y a Aki un pequeño mantra hasta quedar dormida.
"Te salvaré. A como dé lugar, yo te salvaré"
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A nada de perder la vida. El cazador sintió como el brazo del demonio fantasma perdía fuerza al presionar el cuello de su víctima.
Hayakawa Aki recuperó la conciencia, los breves recuerdos que tuvo no eran más que un recorrido de su corta vida, donde al fin de cuentas, se percató que Himeno a pesar de todo, lo acompañó hasta donde pudo.
La mano perdió toda su fuerza al presionar el cuello de Aki dejando caer con fuerza al pobre cazador. Volviendo a tener una respiración normal y pese a sus molestias, vio como el demonio fantasma dejó de ser hostil ante él. Congelado en su mismo sitio y pareciendo que observaba al cazador, el fantasma apartó su gran cúmulo de brazos en dos hileras mientras que en medio de la gran oscuridad, un solitario brazo se acercaba lentamente a Aki.
El cazador volvió a levantarse y sostener su espada. Preparado para continuar con la pelea, sin embargo, al ver cómo el puño del demonio se encontraba cerrado y acercándose lentamente sin intenciones violentas, el chico ocultó su espada a la espera de una segunda intención. Quiso ver su futuro, pero no caía muerto como se le hacía costumbre.
Hasta que vio como la mano del demonio se extendía y en medio de su palma, se ocultaba el último regalo que su difunta amada dejó.
Un cigarro. Un solitario cigarro de la marca que ambos chicos acostumbraron a fumar. La mano quedó estática y esperando a que el propio cazador tomara su obsequio. Aki lo observó detenidamente. Al querer guardarlo se percató de un pequeño grabado con la letra de Himeno.
"Easy revenge"
(Venganza sencilla)
El camino que había tomado el cazador estaba repleto de errores, dolor y algunos arrepentimientos. Cegado por un camino que él también conocía que solo lo llevaría a la muerte. Ignorando su bienestar porque al fin de cuentas, ya no tenía nada que perder.
El cazador observó al demonio fantasma, inmóvil y aparentemente desorientado. Aki no necesitaba otra explicación más que lo que ya sabía del demonio que por tanto tiempo fue compañero de Himeno.
"Miedo"
Aki había recordado la forma en la que el fantasma podía localizar a sus víctimas. Un demonio incapaz de guiarse hasta su víctima hasta que empiece a sentir temor. Pero el cazador no podía decir seguía temiendo a dicho ser.
Solo podía recordar el rostro de Himeno. Las distintas facetas que conoció de ella, su alegría, su dolor, sus risas, su llanto. Todo lo que ambos vivieron, más allá de lo bueno y malo, no había un punto de retorno.
No sentía temor alguno. Aki sacó su espada y caminó hacia la espalda del demonio. Ascendió a como pudiera, mal herido después de haber recibido los golpes de tan miserable ser. Aún con torpeza, el cazador logró ascender hasta dar con el cuello del demonio que parecía estar paralizado.
Observó por última vez su objetivo y desenfundando su espada, preparó el último corte con el que acabaría de una vez por todas este episodio trágico. Ya no estaba Himeno para hacerle compañía, no existían más esos malos chistes, ni esas invitaciones al retiro, solo un amargo recordatorio de una preciada vida que el cazador no pudo salvar.
"¿Qué fue lo que hiciste? Himeno..."
Aki había cortado la cabeza del demonio fantasma. Cayendo al suelo junto con el ahora inerte cuerpo del demonio que alguna vez fue socio de Himeno. Observó la patética forma en la que quedó el cadáver y trató de recuperar el aliento.
Para Aki sería ridículo concluir que la única razón por la que logró derrotar al demonio sea algo tan banal como un sentimiento positivo, uno que únicamente había experimentado con esa difunta persona. Miró el cigarrillo y no hizo más que soltar un suspiro.
"¿Amor?"
No podía darse el lujo de pensar en sus sentimientos. Guardó el cigarrillo en el bolsillo de su camisa y alzando la voz preguntó por Kobeni. Sin respuestas, el cazador se preparó para los siguientes problemas y estando alerta, caminó en dirección donde escapó Sawatari.
—¡SUÉLTAME MALDITA PERRA!
Se había producido un grito que alertó al cazador y que terminó obligándolo a correr a pesar de aún no recuperar el aliento del todo.
『Maldita serpiente』
Arriesgando la vida de su superior. La pequeña Higashiyama no dudó en ningún momento de por fin enfrentar lo que tanto se había pospuesto. Cara a cara con una de las personas que había puesto fin a la vida de su mejor amiga.
Claramente para la pequeña no había explicación de porque ella no había recibido los mismos ataques que recibió Aki por parte del demonio fantasma, pero Haka no le era difícil saber que su origen no era más que los verdaderos sentimientos de su socia saliendo a la luz.
Aki temió al ver al demonio que estaba relacionado con Himeno. Se enfocó en él mientras que Kobeni no le había apartado la mirada a Sawatari. No existía miedo, porque había una emoción que predominó en la pequeña.
"Odio"
La cuarta hija siguió el mismo camino que Sawatari hizo en la ruta de escape, impresionada por la velocidad de la rubia y lastimosamente no podía darse el lujo de ceder ante esa ventaja. Higashiyama avanzó hasta que por fin pudo encontrarse a Sawatari, quién conteniendo el dolor en su abdomen, escupió sangre hasta que por fin miró a lo lejos quien se encontraba al otro extremo del pasillo.
—Otra vez tú... — Sawatari observó a una inmóvil Kobeni mientras retrocedía lentamente para poder acercarse a la puerta que le daría el escape. — Creo qué estás viendo que no estoy en condiciones para pelear.
Higashiyama empezó a caminar directo a su enemiga. Miraba con rabia a Sawatari y la rubia podía percibir ese peligro mortal si Kobeni se acercaba lo suficiente. Desesperadamente alzó uno de sus brazos y pidió que se detenga.
—¿¡Qué quieres?! ¿Dinero? ¿Protección? ¿Otro trabajo? No creo que sea lo indicado pelear. Solo hablemos y negociemos como personas civilizadas.
—¿Fuiste a negociar de forma civilizada en ese restaurante? Dónde estaba mi amiga ¿Eh? ¿Fuiste civilizada con ella?
—Eso fue culpa de mi compañero. Verás, yo quería el mínimo de bajas y...
—¡ESO NO JUSTIFICA NADA!
—¡ESTAMOS ARRIESGANDO A TODO JAPÓN Y AL MUNDO SI NO TERMINO ESTE TRABAJO!
—¡TÚ MATASTE A HIMENO!
—¡Y TÚ VAS A PROVOCAR LA MUERTE DE MILLONES SI NO ME DEJAS IR!
Kobeni no tuvo más que negociar. Corrió directo a Sawatari quién no tuvo las mejores intenciones, sacó su pistola y disparó.
Higashiyama Kobeni se estaba acomodando mejor a su nueva arma y logró repeler los disparos que se dirigían a ella. Golpeó a Sawatari en el rostro y la pelea había dado inicio. La rubia se defendió, golpeando directamente en las costillas a Kobeni.
La pequeña Higashiyama resintió el golpe y se alejó unos pasos de ella hasta que ambas recuperaron la postura. Sawatari volvió a toser sangre mientras que Higashiyama seguía enfocada en devolverle todo el daño que Akane había hecho.
El intercambio de golpes había vuelto. Sawatari no mostró ningún punto débil a comparación de su primer encuentro. La rubia incluso tras el uso de serpiente estaba mejor preparada para combatir. Golpeó directo al rostro de Kobeni, derribando al suelo a la cazadora e inmovilizadola, luego de su primer golpe ella le preguntó.
—¿¡QUÉ GANAS CON ARRUINAR MI PLAN!? ¿¡POR QUÉ NO ENTIENDES QUE ESTO ES MÁS GRANDE QUE TÚ Y QUE YO?! TE ESTOY SALVANDO ASÍ COMO A TODO EL PUTO MUNDO.
Sawatari soltó su siguiente golpe. Golpe que fue esquivado por Kobeni y que dio la oportunidad de la chica se atrapar su brazo para luego propinar una parada en el abdomen de la rubia. Se liberó y pateó el rostro de la terrorista.
Kobeni se había levantado y nuevamente pateó a Sawatari. La pequeña Higashiyama no se detuvo hasta ver que su oponente se retorcía del dolor.
—¿¡Y ESO VA HACER QUE TE PERDONE POR MATAR A MATAR A KEI?! — Higashiyama se cayó de rodillas y directo al rostro de Sawatari había dado un golpe lo suficientemente fuerte para aturdir a la rubia. — ¡Tú arruinaste sus planes! ¡Ella ya tenía una vida hecha con Madoka y la mataste!
—Deten...
—¡¿Qué hay de Arai?! Era mi amigo... yo tuve que ver cómo era asesinado. ¡YO TUVE QUE ASESINAR A UNA POBRE ANCIANA!
—(...) — Akane seguía recibiendo golpe tras golpe.
—¡Himeno quería ser mejor persona! ¿¡Que me dices de ella! ¡TAMBIÉN ARRUINASTE SUS PLANES!
—SUELT... — Higashiyama la volvió a golpear.
—¡TÚ ME OBLIGASTE A HACER ESTO! ¡TÚ ERES LA CULPABLE, NO YO! ¡TÚ ME HICISTE MATAR A OTRAS PERSONAS! ¡TÚ ERES EL DEMONIO AQUÍ!
Sawatari en sus desesperación agarró levantó sus manos y se dirigió al rostro de Kobeni. Rasguñó su cara y dejó sin indefensa a Kobeni el suficiente tiempo para que ella pudiera volver a levantarse.
Sawatari agarró a Kobeni del cuello y la empezó a estrangular. Batallando para sobrevivir la pequeña Higashiyama hizo lo posible para debilitar los antebrazos de su enemiga, pero Sawatari ya lo tenía personal contra sella, libró una de sus manos y golp
eó en el pómulo de Kobeni. La cuarta hija se desorientó.
Con todas las fuerzas que podía disponer. La terrorista cargó a Kobeni y corrió hacía la puerta de su ruta de escape. El poco mantenimiento del lugar hizo que las bisagras no pudieran resistir la fuerza del impacto. Las dos mujeres se habían caído y con ellas el acceso había sido vulnerado.
La cuarta hija apenas podía moverse. Estaba batallando para no quedarse noqueada, soportando el dolor que en su rostro, en su torso y su espalda habían recibido. Sawatari estaba igual malherida, era una lucha por ver quién se podía levantar primero.
La chica serpiente se arrastró directo al pasillo donde sucedió todo el enfrentamiento. Dejando a Kobeni aún en la ruta de escape. Sawatari escupió sangre y un diente. Otro más que la cuarta hija le había arrebatado.
Harta de ver a su oponente librarse. De que estar arriesgando tanto por tan pobres resultados. Akane se cegó por el enojo. Dispuesta a perder otras uñas y lo que hiciera falta. Curvó sus dedos. A duras penas estaba pensando en las consecuencias.
Su temple frío había sido perturbado por culpa de una mujer necesitada de empleo. Kobeni intentó seguir a Akane mientras a duras penas gateaba. Sawatari se disponía a cometer un grave error por culpa de la rabia.
—¡Maldita sea! ¡Pudiste haber hecho esto por las buenas, pero eres igual de idiota que tú amiga! ¡Mira el lado bueno, por fin podrás volver a verla y decirle que eras una puta fracasada!
Kobeni había caído por culpa de su peso. La pequeña escuchó esas palabras y las hizo eco.
"Fracasada" "Fracasada."
"Fracasada"
Y lo aceptó. Jamás sería una mujer que se rija por valores heroicos ni una mujer que pudiera considerarse mínimamente exitosa. Era una rezagada social al igual que su familia, dependiente de préstamos y de vivir con lo mínimo indispensable. Fue infeliz durante casi toda su vida. Con un trabajo miserable y un futuro desalentador.
Y a pesar de ello. Había conocido a una mujer que le estrechó la mano y la miró con calidez. Había conocido a una persona que se quiso tomar la molestia de volverse su primera amiga. La chica que le hizo conocer nuevas personas. La chica que quiso ayudar a enderezar su vida a pesar de sus graves errores. La chica qué murió protegiendo lo que más amaba.
"Devorala."
Kobeni pronunció el nombre del demonio de la muerte y pidió ayuda. Sin embargo, solo pudo escuchar el eco de su voz en el pasillo.
"Eres solo entretenimiento para mí. No esperes que yo te ayude para siempre. Sé capaz de sobrevivir por ti misma."
El silencio no duró mucho. Cuando escuchó como el demonio serpiente se aproximaba rápidamente hacia ella. Higashiyama Kobeni de forma desesperada utilizó lo poco que le quedaba de fuerzas y a pesar del estado de sus piernas dio un salto que la adentró nuevamente al pasillo.
Serpiente no pudo mantener su cuerpo por más tiempo. Kobeni seguía tirada en el suelo mientras hacía el esfuerzo por respirar. Su suerte seguía permitiéndole vivir.
La cuarta hija se arrastró, gateó, se levantó, empezó a caminar y cuando más necesitaba de sus piernas, respondieron para correr directo a Sawatari quién se había quedado sin balas en su pistola.
Higashiyama la derribó. Golpeó sin misericordia a la rubia y sujetando su cuello con sus manos, empezó a responder de la misma forma que ella lo hizo con anterioridad. Empezó a estrangular a su rival.
—¡BASTA!
Higashiyama se negaba a escuchar. Kobeni estaba dispuesta a abandonar su límite moral una vez más. Su miedo estaba presente y a pesar de ello, solo podía ver con dolor y odio a su enemiga quien se retorcía por liberarse.
—¡SUÉLTAME MALDITA PERRA!
Kobeni respondió al insulto con otro golpe. La cuarta hija quería acabar con su enemiga y sacó su pistola. La que disparó la primera bala que impactó en Himeno. Apuntó hacia el rostro de Sawatari mientras Kobeni no expresaba ninguna emoción. Ambas están malheridas, hechas mierda y Higashiyama había aceptado ensuciar sus manos otra vez.
Cuando estaba a punto de jalar el gatillo. Escuchó una voz que apenas recuperaba el aliento.
—No la mates.
Aki había llegado. Apenas siendo capaz de volver a hablar, resentia la presión que le ocasionó el demonio fantasma en el cuello. Así como el golpe que recibió. Observó a su compañera y vio el desastre que ambas habían ocasionado.
—No dispares, Kobeni.
—¡Ella mató a Himeno!
—Y matarla no nos hará sentir mejor. — Aki se acercó a Higashiyama. El chico le pidió que se aparte a la cuarta hija y volteó a Sawatari quién apenas estaba consciente. Usando unas esposas que le fueron otorgadas en caso de toparse a alguien de valor, neutralizó a Sawatari.
Aki inspeccionó a Kobeni. Le pidió que se quite el saco y cuando lo tenía en su poder, limpió el rostro ensangrentado y sucio de la cuarta hija, Sawatari había abierto la mejilla y un poco la ceja de Kobeni. Múltiples moretones y aún escupía algo de sangre.
El chico le tomó prestado el saco a Kobeni y ella aceptó, extrañada. Hayakawa agarró una de las mangas y empezó a rasgar la ropa hasta separarla en dos piezas, cosa que asustó a Kobeni.
—No te preocupes. Te darán otra. — Aki amordazó a Sawatari de forma provincial. La levantó y pese apenas estar consciente, la terrorista sabía que no se podía hacer nada más. Perdió la lucha y su misión habría fracasado.
Hayakawa usó su radio para notificar su éxito en la captura de Sawatari. Kobeni había encontrado un maletín y cuando lo abrió, Aki por fin dio por terminada su misión. Había encontrado carne del demonio pistola, felicitó a Kobeni y ambos tuvieron que salir del lugar por dónde vinieron.
—Te pudiste haber metido en muchos problemas, Higashiyama.
—¿Eh? L-Lo siento... yo... perdón por abandonarlo...
—Descuida. Te entiendo completamente. — Aki observó a Sawatari nuevamente. — Pero matarla no es la solución. No nos devolverá a Himeno y menos por cómo casi lo hacías.
—¿A qué se refiere?
—El miedo al demonio pistola sigue vigente y usar libremente las armas de fuego no hará más que fortalecer el temor de la gente hacia él. Cuando uno quiera usar el arma, deberá primero pedir permiso a su superior antes de cualquier cosa.
—¡Eh! ¿En serio, no es peligroso eso?
—Así es cómo se está reformando el permiso que el gobierno le concedió a Seguridad Pública para el uso de armas de fuego ¿Kishibe no te lo dijo?
—Eh...
—Sigue siendo igual de imprudente cómo Himeno. Andando, tenemos que salir de aquí.
Ambos cazadores escoltando a Sawatari se dirigieron a la salida. Su camino les devolvió la sensación de incomodidad y culpa.
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Aquí debería estar la parte donde Denji hace brum brum y se chinga Katanaman, pero me dio weba, así que la subiré después. Si a sus amigos les gusta la basura, compártanles este fic.
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