Capitulo 25 - Días de entrenamiento
No estaba muerto, andaba de parranda. Ah se crean, tuve problemas creativos y la historia de las 4 que quería más quería contar, fue pospuesta, así que hasta que lo vea apropiada lo subiré. Este es el capítulo más largo que he escrito, de hecho, casi duplica al anterior que tenía ese récord y prometo (o al menos espero) que será la última vez que hago un capítulo tan extenso. Es un capricho mío, así que no pido perdón, solo que me entiendan.
La intención fue basarme en la película día de entrenamiento donde aparece Denzel Washington, pero esto se volvió su propia cosa, aun así, mantuve el titulo porque el tema es el aprendizaje. Tengan lindo día y espero regresar pronto con otro capítulo.
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«•» Primer Acto: Kishibe «•»
『Examen』
Las nubes empezaron a reinar en el cielo y con ello la belleza del día se había esfumado. La expresión nerviosa en el rostro de la cuarta Higashiyama no se hizo esperar, el sudor en su frente y pequeños balbuceos se pronunciaban entre sus labios. Retrocedió unos cuantos pasos, tenía la intención de huir, el maestro que les fue asignados a los tres novatos no inspiraba la más mínima confianza y el aura que emanaba alrededor de él era muy similar al de la señorita Makima, mientras más estabas cerca suyo podían percibir esa mezcla de dominio y peligro inminente, no importaría cómo respondas, el resultado de enfrentar al anciano era el mismo, la muerte.
La cuarta hija fue apartada de los dos demonios con los que había llegado. Momento preciso que quiso aprovechar para alejarse lo más que se podía del anciano, sin embargo, el demonio de la muerte no tenía la misma idea que ella. El cuerpo femenino de Haka incluso con una apariencia delicada, era lo suficiente para intimidar a múltiples demonios y los humanos no eran un caso distinto, el retroceso de Kobeni hizo que ella chocara con su dueña.
—Eres una jodida cobarde, enana de mierda. Tú aceptaste venir al entrenamiento, en esta ocasión no fue decisión mía, así que espera tu turno o de lo contrario... Bueno, tu familia ya sabe a dónde pertenece.
Los ojos de Kobeni se humedecieron y no tuvo de otra que contener su llanto mordiendo su labio, necesitaba otra sensación para que la tristeza no invadiera el rostro de la chica. Sabía que este acto no iba ser del agrado de su socia, aun así lo intentó y como de costumbre fracasó. No quedó de otra más que observar cómo se desarrollaba la primera clase del anciano. Veía la confusión en los rostros de Denji y de Power, ambos nunca habían aplicado un examen en su vida, tenían nociones gracias a las caricaturas y programas educativos.
El rubio se terminó distrayendo tras la pausa que hizo el anciano, el veterano sacó de su atuendo una licorera y procedió a beber de ella. En lo que eso sucedía, Denji desvió la mirada hacia Kobeni, quien solo le dedicó una sonrisa. La cuarta hija respondió con el mismo gesto. Los dos chicos seguían con ganas de volver a casa y continuar con lo que debían finalizar, ninguno de ellos apartó la mirada.
—¿Quién te dio permiso para que mires a otro lado, demonio? — preguntó el anciano, había finalizado su consumo de alcohol y ahora le tocaba divertirse.
—¿¡Cómo chingados me dijiste?! Sigo viéndome como un humano, Idiota de mierda.
—Da igual. Se me informó que dos de ustedes eran unos alumnos un tanto distintos a los que estoy acostumbrado a entrenar. Pero antes necesito hacer una pequeña evaluación, este negocio no te pide pensar, pero soy de una generación distinta a la suya.
—Ajá, nos importa una mierda, apúrate anciano decrépito, necesito volver a ver a Nyako. — Respondió Power.
—Más respeto a tus mayores. En fin, solo respondan a estas 3 preguntas.
"¿Qué pensaron cuando sus colegas murieron?"
El primero en responder fue el motosierra.
—Pues... Quitando de lado a la loca de Himeno, pues realmente nada, solo recuerdo a idiotas y a una castaña linda.
—Exacto. Había imbéciles que necesitaban que se les arreglara la cara a golpes, esos zopencos murieron por estúpidos.
—Hasta que por fin estamos de acuerdo en algo, pendeja.
—¡TU ERES EL PENDEJO, BELLACO!
—Silencio. Continuemos con la siguiente pregunta.
"¿Quieren vengarse de sus enemigos?"
—Nah, no me sirve de nada vengarme por gente que no me importa. Himeno tenía bonitas tetas, pero no lo veo un buen motivo para pelearme contra otro idiota con cara de pedófilo.
—Lo mismo, vengarse es algo de gatos, los demonios como yo somos más listos y eso no me permitiría ganar un premio nobel.
—Jamás tendrás uno.
—Vete a la mierda, bellaco estúpido. Tú quieres tocar tetas y la pendeja enana de allá está más plana que este puto cementerio.
El insulto llegó a oídos de Kobeni y se sintió como si un disparo llegara en forma de palabras. Haka concordó con Power, aunque le dijo desperdicio de demonio, pensó que ella tenía razón, para el demonio de la muerte lo único destacable de Kobeni era su velocidad, todo lo demás no valía la pena.
—El puto traje no le hace justicia, deberías sentirlas cuando está en pijam... digo ¿A quién carajos le importa el tamaño de las tetas... ¡Mierda!
—Te estás arruinando tu solo, estúpido Denji. — respondió Power.
—Déjense de idioteces. Sigamos con la última pregunta y la más importante. — el anciano interrumpió el desvío del tema.
—Como sea — Los dos rubios dijeron al unísono.
"¿Se consideran aliados de los demonios o de los humanos?"
La pregunta dejó pensativos a los dos, realmente tanto a Denji como a Power le daba igual el resto de la población mientras no interfieran en sus fines más triviales. Denji estaba complacido con la vida que tenía realmente, había comida, techo, una cama cómoda, incluso materiales para su ocio, le faltaba conseguir la chica con la que tener relaciones sexuales, pero ya tenía candidata fija. Power por su lado le daba igual incluso el techo o la comida, no le era difícil conseguir alimentos, aunque sus métodos sean del todo menos ortodoxos, Nyako era la única compañía que necesitaba, el resto de la gente que conocía era prescindible.
—Mmmm Kobeni ¿Tú cuál lado escogerías? — El rubio desvió su mirada hacia la cuarta hija, cosa que hizo que el anciano levantara una ceja por la duda en la toma de decisiones de Denji.
Kobeni tenía sus dudas al respecto, comenzó con un pequeño balbuceo pues no tenía las palabras correctas, ella era consciente que sus objetivos no eran nobles a comparación de otros cazadores o personas en general, solo quería el dinero para pagar deudas y para sus gastos.
—D-del... qué me pague un m-mejor sueldo...
—¡Ese bando! Si Kobeni quiere dinero, entonces yo también.
El cazador veterano miró de forma inexpresiva a Denji y luego dirigió su mirada a Kobeni, la ausencia de expresión en su rostro intimidó a la pequeña.
—No estaba hablando contigo, señorita. No es tu turno para responder. — El anciano regresó la mirada a Denji. — Responde bajo tus propias palabras ¿A cuál bando perteneces?
El rubio quedó pensativo, si esa respuesta no convenció al maestro, entonces respondería algo más acorde a su propia filosofía.
—Al que mejor me trate, estoy harto de que me miren como basura.
—Porque lo eres, bellaco.
—Vete a la mierda, Power.
—¿Y tú, niña? — preguntó el anciano.
—El lado ganador, yo nunca pierdo.
Luego de las tres preguntas, el anciano solo se quedó mirando al suelo, levantó los brazos e hizo un pequeño estirón. Dirigió su mirada a los dos alumnos que tenía y los felicitó.
—Me impresionan ustedes dos, sacaron un 100.
—¡Eh! — Los cuatro presentes, incluso Haka quedaron sorprendidos de la puntuación tan alta que sacaron los dos rubios. El demonio de la muerte quedó a la expectativa de lo que haría el anciano.
El viejo se acercó a ambos demonios. Aunque ambos desconfiaron en el anciano, estaban seguros de que si él intentaba pasarse de listo era fácil de repeler. El anciano solo decía que encontrar gente como ellos era raro y le encantaría ser su maestro.
El viejo cazador abrazó y sostuvo los cuellos de Denji y Power, ambos quedaron sorprendidos por tal muestra de afecto.
—No hay nadie como ustedes dos. Saben, hay tres cosas que me gustan en este horrible mundo, el alcohol...
—¡Ya lo notamos! — Dijeron los dos chicos, al tener tan cerca al viejo, el fuerte aroma del licor que bebía estaba llegando a la nariz de ambos.
—Prohibido interrumpirme cuando su maestro les habla. Llámenme así y olvidemos este acto de insolencia.
—¡Maldita sea ya suéltanos!
—También amo a las mujeres, pero hay una sola cosa que supera mi gusto por lo anterior. — El anciano mientras continuaba con su plática estaba oprimiendo los cuellos de ambos novatos.
—¡M-me... put.. m-madr...dre, no puedo r-respir... — Decía Denji mientras cada vez quedaba más azul por la falta de aire.
Haka estaba complacida por lo que veía, como el maestro de la nada convirtió este pequeño examen en una tortura para ambos demonios. Mientras que Kobeni estaba mirando con horror, incluso sin ser amiga de Power, no quería verla de esta manera, pero peor la pasó al ver a Denji, quién estaba a la merced del veterano.
Odiaba ver sufrir a Denji y quiso detenerlo. Su miedo por ella misma, paso a ser un miedo a lo que pasara a su amigo, tal acto fue evitado por Haka, quién la mantuvo en su lugar presionando sus hombros con sus frías manos.
—No seas una aguafiestas, estamos en un hermoso lugar con entretenimiento de primera. Disfruta conmigo este espectáculo que nos está dando tu novio.
Denji estaba dando patadas al aire, ambos chicos estaban siendo elevados, Power intentó activar su habilidad, pero se le hizo imposible, cada vez el oxígeno estaba llegando menos a su cabeza, si ella estuviera pensando en algo, se arrepentiría de poseer el cuerpo de un débil humano y esa necesidad fisiológica de respirar a través de tan ineficiente sistema.
Dos fuertes "crack" sonaron después de unos simples instantes. El anciano no veía más razón de seguir cargando los cuerpos de ambos chicos quienes dejaron de expresar desesperación en su rostro y empezaron a gesticular sorpresa.
Ambos no sentían nada del cuello para abajo. Sus extremidades quedaron estáticas y escuálidas. El anciano no tuvo ninguna delicadeza en bajarlos de su posición, los tiró a ambos al suelo. Los dos aprendices estaban más cerca de ser unos simples cadáveres que potenciales cazadores.
—No hay nada que ame más en este mundo que matar demonios.
Kobeni solo ahogó su grito, creyó en definitiva que los había matado. El día comenzó tan bien y en este preciso instante, su interés amoroso estaba tirado en el suelo sin la posibilidad de moverse. Ella quería acercarse y socorrerlo, pero Haka sostuvo su cabeza e hizo que apreciara el escenario.
—Ni creas que irás a sanar a ese motosierra de mierda.
—D-déjame ir a a-ayudarlo. — Susurró Kobeni para que el resto no la escuche.
—Me niego.
Por su parte, el anciano observaba a sus dos potenciales alumnos. No podían retorcerse del dolor, el veterano se tomó la delicada tarea de romperles el cuello y comprobar la resistencia de ambos. Ambos volvieron a respirar con dificultad y las quejas comenzaron.
—AAGH. ¡NO ME PUEDO MOVER, BELLACO!
—¡Cállate estúpida! Estoy igual que tú. —El rubio no podía moverse ni visualizar a su amiga, así que solo gritó al cielo. — ¡Kobeni! ¿Me das una mano?
—Y-ya... Voy. — La pequeña quería ir a ayudar a su amigo, pero las frías y duras manos de Haka impedían avanzar.
El anciano no hizo más que apartar la mirada de sus dos alumnos. Ambos lo empezaron a insultar y decirle que los ayude de una vez, palabras vacías para el experimentado cazador. La mirada la dirigió hacia la pequeña Higashiyama, cuyos nervios se hicieron evidentes, volviendo a sudar con más intensidad al ver lo que les hizo a Power y Denji.
—Higashiyama Kobeni, la última alumna de Himeno ¿O me equivoco?
—E-está en lo correcto, Señor...
—Kishibe. Solo dime así.
—Eh... ¿Kishibe? Entonces usted fue...
—El maestro de Himeno. Fue un honor trabajar con ella, incluso mientras yo estaba fuera tu maestra llegó a hablarme de ti.
—Ella fue muy buena conmigo. Señor Kishibe.
—Basta de rodeos. También tienes que aplicar el examen como los dos idiotas de allá atrás.
—¡Ya te oímos pendejo! — Gritaron ambos demonios.
Era una clara prueba de dominio, prueba que Kobeni estaba reprobando, no podía dirigir tanto tiempo la mirada hacia Kishibe, los ojos de este hombre cansado seguían siendo amenazante y te hacían ver cómo la presa. La gentil mirada de Kobeni no hacía más que ser digna de una presa fácil para el veterano.
—¿Comenzamos?
Una ligera pausa entre esa pregunta y la respuesta se hizo presente. Las dudas de Kobeni seguían estando a flote, pero ya había llegado demasiado lejos, mató gente y a uno que otro demonio, Himeno había sido su ayuda y quizá eso era suficiente para hacer que Kishibe la entrene. No era un demonio como los otros dos, por lo que ella presentía que él sería más delicado con ella.
—S-sí. Comencemos.
"¿Consideras que la vida de un demonio puede ser perdonada?"
La primera pregunta dejó perpleja a Kobeni, esperaba algo similar a lo que le preguntó a Denji y a Power, pero acá esto sería desde la perspectiva de un humano. Sabía que había demonios que merecían morir y no regresar a la tierra, pero conoció a un demonio que estuvo dispuesto a ayudarla, mismo demonio que era el corazón que mantenía con vida al chico por el que sentía algo.
—Yo creo... que, podemos hacer unas cuantas excepciones, hay ciertos demonios que no buscan... hacer el mal. Solo quieren una vida tranquila, comer algo delicioso y tener amigos.
La respuesta fue escuchada por ambos chicos con el cuello roto, Denji esperaba una respuesta así, ya conocía un poco más a Kobeni y el hecho que ella lo trataba como un humano más. Power quedó en duda, quería ver acción, pero no negaba que una vida tranquila tampoco se escuchaba mal incluso ¿Amigos? En la mente de la rubia pensaba si era capaz de conseguir amigos además de Nyako.
"¿El objetivo de un cazador es...?"
—Y-yo creo, que nosotros los cazadores debemos proteger a los civiles sin importar qué, ellos no merecen morir de formas crueles, hay... un caso que sigo recordando un demonio quiso matar a mi familia, no quiero que otras personas vivan eso.
Incluso Haka quedó sorprendida por la respuesta de Kobeni. El miedo de la pequeña se estaba disipando poco a poco, tenía un poco más de valor para seguir contestando, responder a estas preguntas la estaba reconfortando.
—Interesante forma de pensar. Continuemos.
"¿Cuánto aprecio tienes por tu vida?"
—Yo... no sé, siento que esta vida no me pertenece, por eso haría lo que fuera por seguir con vida, mi hermano me dijo que, bajo cualquier circunstancia, yo debía sobrevivir a lo que sea. No quiero hacerle daño a nadie, pero tampoco quiero morir de una forma cruel. Yo lo único que quiero es ayudar a mi familia y si puedo, poder cumplir mi sueño de ir a la universidad.
—¡Recuerda que no tienes permitido morir! — Gritó Denji a su amiga.
—¡Tú tampoco! — respondió Kobeni.
—Eres una chica peculiar, Kobeni. Tal como dijo Himeno en sus cartas.
Kishibe del otro lado de su atuendo sacó una licorera extra, la bebió y se tomó su tiempo para darle la calificación a su potencial alumna.
—Bien, tu calificación es un 0. Fue un gusto conocerte, pide algún vehículo de la organización y diles que te despedí.
—¡Qué! — Tanto Denji, Haka y Kobeni exclamaron por la sorpresa.
—Lo que oíste. Ahora sí me permites, debo darles una lección a estos dos idiotas.
—¿P-pero y qué voy a hacer?
—Busca otro empleo y no desperdicies tu vida. A diferencia de los otros dos de ahí, tú si puedes escoger en qué trabajar.
El hecho de que Kishibe haya despedido a Kobeni no era del agrado del demonio de la muerte. Un pequeño toque a la cabeza de Kobeni y veía como poco a poco la magnitud del destino de la pequeña iba disminuyendo. Haka acostumbró a Kobeni a descansar su cabeza en uno de sus hombros solo para susurrarle.
—Te recuerdo que tú tampoco tienes opción, pequeña idiota. Haz que ese saco de huesos se coma sus palabras.
Kobeni al igual que Denji o Power no era más que un simple peón en un jodido tablero de ajedrez, era consciente que era una herramienta más para Haka así como su amigo lo era para Makima.
La pequeña Higashiyama estaba temerosa de la reacción de Kishibe, quién ya estaba dirigiéndose a los cuerpos casi inertes de los demonios, pero la frágil voz de Kobeni lo detuvo. La cuarta hija no quería irse sin más, varias cosas estaban en juegos, sus deudas, la universidad de su hermano, la promesa que le hizo a su difunta mejor amiga y por, sobre todo, la vida de toda su familia.
—Se lo suplico, por favor deme otra oportunidad. — Kobeni intentó no titubear en su petición, se paró firme y aún con miedo, hizo que Kishibe la volteara a ver.
—No. Solo existe un tipo de cazador que se mantiene vive tanto tiempo...
—L-los locos son los únicos que pueden enfrentar a los Demonios. — Kobeni completó la frase de Kishibe. — Himeno me lo dijo muchas veces, pero ella no era una loca.
«Kobeni, nos intentó violar a los dos en su habitación» — Pensó Denji
«Esa imbécil disfrutaba de golpearme, aunque no niego que sus regalos eran geniales» — pensó Power.
—Sigh. ¿Y dónde está ella ahora?
—Eh... y-yo... eso no importa.
—Claro que importa. Soportó una carga a la que no estaba obligada, conociste a una diferente Himeno, pero ella era una persona...
—Lo sé, sé el tipo de persona que ella era porque me lo dijo, ella siempre se arrepintió de muchas cosas, era una chica terca, atormentada y sé que usted la llevó al alcoholismo.
—Yo más que nadie comprendo el dolor qué sentía Himeno.
—¿Y por qué no la apoyó? Ella necesitaba ayuda.
—En este negocio, no hay tiempo para eso. Puedes salir cuando tú quieras, fue su decisión quedarse.
—Ella necesitaba salvar a alguien.
—¿Al chico Hayakawa?
—¿Usted cómo lo sabe?
—No tengas prejuicios de cómo era mi relación con Himeno. Estaba al tanto de eso, pero no voy a intervenir de más en las decisiones de otros cazadores, ustedes son libres de hacer lo que quieran y a mí no me puede importar lo más mínimo.
—Ella quería que él estuviera a salvo.
—Eso es lo que ella quería ¿Y tú qué quieres?
Kobeni quedó sin palabras a la pregunta de Kishibe, la chica pocas veces ha tenido autonomía en su vida, todas sus acciones han sido guiadas por otras personas y sus momentos de libertad era cuando comía o dibujaba. El deseo de cuidar de Aki siempre fue de Himeno, pero Kobeni se había comprometido a continuar con lo que su maestra se propuso.
—Y-yo vo-voy a c-cuidar de Aki.
—Reprobada por segunda ocasión.
—¡Qué! — Nuevamente Kobeni, Haka y Denji exclamaron con sorpresa, Kobeni no llenaba el ojo a Kishibe.
Ya no era por las amenazas del demonio de la muerte que seguía reclamando a Kobeni que mantuviera su trabajo, el hecho que Kishibe no mostrara empatía por lo que le sucedió a Himeno en todo este tiempo hizo que se molestara. Aun así no podía evidenciar su enojo, solo quiso mantener su trabajo.
—Necesito otra oportunidad, este trabajo es el único donde he durado más de un día. En serio se lo suplico, necesito el dinero. — Kobeni se tiró de rodillas. — ¿Puedo volver a intentar el examen?
—Me niego. La última vez que le di otra oportunidad a alguien para continuar siendo cazador terminó mal. Hazte un favor y olvídate de todo esto.
—¿Qué necesito hacer para probar que valgo la pena como cazadora?
—Niña. Ni se te ocurra algo estúpido, solo ve por tu despido, te darán tú indemnización.
—No me interesa eso ahora, le prometí a Himeno que yo cuidaría de Aki. Esa fue su voluntad y me niego a olvidarla tan fácil.
El rostro inexpresivo de Kishibe se contraponía a la naciente determinación de Kobeni, Denji y Power solo podían escuchar sin poder ver a los otros dos.
—¡Sí, pon en su lugar a ese idiota!
—Mátala, anciano.
—Vete a la mierda Power. Deberían matarte a ti, por estúpida.
—Después de la enana. — Decía en tono burlón la poseída.
Kishibe mantuvo la calma, cerró los ojos y estaba pensando en cuál era la ruta más sensata para hacer que Kobeni renuncie a este trabajo.
—Bien. Odio dar segundas oportunidades a la gente, siempre sale algo más después de esto, pero hagamos una última excepción.
—¡Gracias, señor Kish... — Kobeni estaba a punto de hacer una reverencia al veterano, pero fue interrumpida.
—Aún no has aprobado el examen. Este no será teórico, será práctico.
—¿Qué quiere decir, señor Kishibe?
—No has demostrado tu valía como cazadora con tu palabra, demuéstralo con tus actos.
—Pero... ¿Qué se supone que debo hacer?
—Simple. Consigue golpearme una sola vez, si lo logras pasarás el examen y prometo que te entrenaré. De lo contrario, sigues estando despedida y puedes recibir tu indemnización. Recuerda, ganas más con lo segundo que con lo primero.
—¡¿No lo dice en serio?!
—No estoy jugando. Acabemos con esto rápido. No te contengas, porque yo no tendré piedad contigo.
Las últimas palabras que recitó el veterano llegaron a los oídos del rubio, preocupado por lo que le llegase a pasar a su amiga gritó.
—¡Renuncia, Kobeni! Que se vaya a la verga este examen estúpido, buscaremos otra cosa para tí.
—¡Cállate bellaco! ¡Lucha, lucha, lucha! — Power se encontraba emocionada por lo que estaba escuchando.
Kobeni no tuvo de otra, su cuerpo estaba temblando. La mirada de Kishibe no desviaba ni un solo milímetro a su objetivo, no se preparó para el combate, solo siguió bebiendo hasta acabar el contenido de su licorera. Sabía que lo que estaba a punto de ocurrir, sería algo que no quisiera recordar.
—¿Qué estás esperando, niña?
Kobeni empezó a correr, temerosa de cómo pudiera reaccionar el veterano. Ya había practicado combate directo con Himeno y esperaba que algo de lo que ella le enseñó fuera de utilidad.
『Aprendiz vs. Maestro』
El combate comenzó, Kishibe no mostraba hostilidad a Kobeni quien empezó a golpear y patear sin éxito al maestro. La velocidad de la pequeña Higashiyama era un punto fuerte que ella había estado desarrollando durante su primer mes como cazadora y con todo ese esfuerzo, un avejentado Kishibe los esquivaba sin ningún problema.
Entre los golpes que esquivaba el viejo, uno de ellos logró atrapar su brazo derecho, Kobeni estaba lista para golpear esa extremidad hasta que una parada en el abdomen la terminó alejando. Dicho movimiento del maestro dejó sin aire a Kobeni y la terminó derribando.
—¡Kobeni! Hijo de perra, detente si no quieres que te mate. — Denji escuchó el impacto y la queja de su amiga.
—HAHAHAHAHA — Power por su lado se reía.
«D-duele...» — Kobeni volvía a respirar con dificultad, era evidente que la patada le había dolido. Unas cuantas lágrimas empezaron a salir de sus ojos, pero aun así intentaría golpear a Kishibe.
—¿Quieres ayuda? — preguntó Haka, quien estaba expectante de lo que Kobeni quería hacer. Aun así, perder el tiempo no era una opción y lo mejor era hacer que Kobeni revele su verdadero potencial.
Kobeni negó con su cabeza, así solo el demonio de la muerte sabría que la negativa de su socia a su oferta. Era obvio que habría letras pequeñas en ese contrato. La cuarta hija puso una guardia alta y se aproximó temerosamente al cazador.
Varios ataques frontales se dirigían al tórax y abdomen del oponente, todos los golpes eran repelidos por el cazador quien no mostraba esfuerzo alguno por evitarlos. Kobeni entraba en desesperación, al ver que no representaba un reto para su rival. Una patada baja de Kobeni intentó golpear la pierna izquierda de Kishibe, misma que fue repelida y provocó la pérdida del equilibrio de la chica. Momento que Kishibe uso para replicar el mismo movimiento y derribar al suelo a Kobeni. El pequeño rostro de la cuarta hija impacto con el suelo.
«No... no puedo, no puedo olvidar nuestra promesa Himeno. En serio, perdóname por lo que estoy haciendo.» — Kobeni intentó darse fuerzas, intentando recordar por quien peleaba.
—Estoy seguro de que Himeno estaría decepcionada. Última vez que te lo pido, renuncia.
—No puedo hacerlo, ella no era solo mi maestra, fue mi primera amiga. No puedo dejar de lado lo que prometí.
—Promesas como estas llevan a la tumba gente con potencial.
El combate continuó, cada vez más Kobeni se cansaba mientras que Kishibe no mostraba ningún punto débil ni abertura para la pequeña, la distancia tampoco ayudaba, la estatura de la cazadora era un punto débil. Cuando Kishibe por fin se había cansado de su oponente, pasó de estar en guardia a proceder al ataque.
El anciano adoraba a las mujeres por lo que esto era un acto despreciable para él, pero no quería volver a ver a Kobeni vistiendo el uniforme. Tres golpes conectaron a las costillas de la cuarta hija y un último en su abdomen, todos no significaban ningún esfuerzo, pero para Kobeni esto dolería como un infierno. Las quejas de la chica llegaban a los oídos de Denji, quien no podía moverse y poco a poco entraba en desesperación.
La cuarta hija se encontraba derribada, a punto de vomitar su desayuno. Respirar era un reto, ni los golpes de los poseídos o los demonios que se había enfrentado eran iguales a los precisos impactos que causaban los puños de Kishibe. Ella sabía, lo sabía muy bien que el anciano se contenía. Haka observaba a su socia siendo apaleada sin que su oponente la vea como una amenaza. Tanto el demonio como Kishibe hablaron hacia Kobeni.
—¿Te rindes? No es necesario ser tan violentos. — Kishibe odiaba esto, pero era la forma en que Kobeni quería que esto sucediera.
—¿Sigues sin querer mi ayuda? Un minuto, solo te daré un minuto y puedes hacer mierda las veces que quieras a este imbécil. Solo ofréceme su cuerpo.
—N-n, n-no lo h-a-haré. — Kobeni respondió a los dos con dificultad. Se levantaba y buscaba recuperar energías.
—¡Puta madre Kobeni! Nos hicimos una promesa, no morir, entiéndelo. Renuncia y yo buscaré la forma de conseguir más dinero.
—¡CALLATE, EL SHOW DEBE CONTINUAR! — Power quería seguir escuchando la paliza que Kobeni recibía.
Kobeni lanzó un grito, los golpes que lanzó a Kishibe fueron más rápidos que la vez pasada. Eran múltiples y más elaborados, implementó patadas, codazos y rodillazos. Para su desgracia seguían siendo esquivados por Kishibe o eran atrapados con sus duras y curtidas palmas. El veterano respondió con múltiples golpes nuevamente hacia el abdomen de la chica.
Kobeni retrocedió e incluso una patada recta que se dirigía a ella pudo ser interceptada y detenida con sus manos, el dolor era menor al que podía sentir en su abdomen, pero no negaba que ahora sus palmas se sentían como él mismo infierno. Kishibe sin dificultades quitó su pierna de las manos de su oponente y respondió contra patada directo hacia sus pies, dejándola tirada. Kobeni no detuvo el baile.
De la misma forma que Kishibe lo hizo, ella imitó su movimiento, con el objetivo de desequilibrar al maestro. Ataque que fue esquivado con un pequeño salto, para evitar estar tan vulnerable, la pequeña se puso de pie rapidamente y volvió a la pelea. Kishibe veía como su rival iba de menos a más. Sus esfuerzos por repelerla e interceptar sus golpes eran mayores.
—Nada mal. Himeno no perdió el tiempo contigo.
—¡No digas su nombre!
Kobeni intentó golpear el abdomen de Kishibe, golpe que fue atrapado por el anciano y realizó una llave que la dejó inmóvil. El grito de dolor de la pequeña no se hizo esperar, sentía como su brazo salía de su lugar y como cualquier error la incapacitaría. Nuevamente la pequeña empezó a soltar lágrimas.
—¡SUÉLTALA HIJO DE PUTA! ¡TE VOY A MATAR, TE VOY A MATAR!
—¡Hey, anciano de mierda, ya basta! — Power incluso no soportaba el grito que lanzó Kobeni. Si antes le daba risa la situación, ahora la estaba incomodando.
—¡Puta madre, Power, ayúdame, necesitamos matar a este hijo de perra.
—¿¡Y qué quieres que haga?! No me puedo mover, pendejo.
—¡Usa tu puta sangre, saca algo de la boca y ayúdame a jalar la cadena!
—¿¡Qué gano con eso?!
—¡Me vale verga lo que ganes, debo ayudar a Kobeni!
—Me niego entonces.
—¡TE DARÉ LA PUTA SANGRE DE ESE IDIOTA!
Ambos demonios intentaron solucionar su situación, no podían moverse y seguían escuchando los gritos y quejas que lanzaba Kobeni, el sufrimiento de la joven era algo nuevo en los oídos de Denji y no lo soportaba.
—¡D-detente! ¡AAAGHH! — Kobeni sentía cada vez más dolor en su brazo, intentaba lanzar patadas, pero ninguna llegaba a su rival. La inexpresividad de Kishibe le daba terror ¿Esto era el infierno que vivía Himeno con él?
—¡RESISTE KOBENI! — Denji gritaba desesperadamente.
—¿Quieres acabar con este circo? — Preguntó Haka.
—La única forma en la que te puedo soltar es que renuncies a ser cazadora. — Dijo Kishibe.
—¡NO QUIERO! — Lanzó un grito Kobeni quien seguía en su terquedad de respetar la voluntad de Himeno.
Kishibe soltó a la pequeña, no sin antes lanzar un golpe directo a su cabeza con la esperanza de dejarla inconsciente. Golpe que fue esquivado y aprovechando el momento, Kobeni trepó con éxito la espalda de Kishibe con el objetivo de golpear rápidamente al anciano, un acto que terminó elogiando el cazador, pero que no sería suficiente.
Cuando por fin iba a conectar el golpe que tanto necesitaba la pequeña, el brazo de Kobeni fue detenido por el anciano, acto que la tomó por sorpresa y desprevenida al siguiente movimiento que haría el cazador.
El cazador rápidamente visualizó las cruces que estaban en su alrededor y buscó la que tenía más imperfecciones, cuando la encontró decidió usarla como parte de la pelea. Arrojando a Kobeni hacia ella.
—¡No esper-AAAAAAH! — El grito de Kobeni fue ignorado por Kishibe, quién no tuvo piedad en arrojar a la pequeña Higashiyama a esa estructura.
Kobeni fue usada como proyectil impactando su espalda en contra de la cruz en estado deplorable, destruyéndola. Si antes Kobeni se mostraba adolorida por los golpes que recibía del anciano, ahora estaba destruida, era un dolor indescriptible para ella, no podía contener sus gritos, dolía y en ningún momento tuvo bajo su control la pelea.
—¡HIJO DE PUTA! MALDITA SEA POWER, LAVARÉ EL BAÑO TODO UN MES, PASEARÉ A NYAKO, LO QUE SEA ¡PERO AYÚDAME A MATAR A ESE BASTARDO!
—¿¡Y QUÉ CREES QUE ESTOY HACIENDO?! HEY TU PENDEJO ANCIANO, YA FUE SUFICIENTE CON LA ENANA. — Power intentaba crear cualquier cosa con su sangre, pero no podía controlar la forma de su herramienta ni mucho menos manipularla.
—¡¿Estás bien, Kobeni?!
Ninguna palabra fue pronunciada de parte de Kobeni, la pequeña Higashiyama estaba luchando por respirar, el impacto no solo con la cruz si no con el suelo hizo que ella perdiera el aire. Batallaba para siquiera introducir el oxígeno a sus pulmones, quería que Denji le ayude, pero no podía decirle nada.
La cuarta hija solo podía ver a Haka, quién de rodillas le volvía a ofrecer su ayuda, el alma de ese anciano por solo un minuto donde ella se pudiera divertir. Incluso en esa condición, Kobeni se negó. La cuarta hija agarraba su cuello, se quitó la corbata y desabrochó su blusa. Poco a poco ella recuperaba el aire, pero el dolor seguía siendo insoportable, ahora su cabeza parecía que quería explotar. En la mente de Kobeni, le pedía perdón a su difunta amiga por ser tan débil.
Kishibe observó detenidamente a Kobeni, el día comenzó con una pequeña mujer con apariencia delicada y una cierta belleza, pero en este momento no era vista por lo que era, el anciano la percibía como la presa, una mujer que se negaba a retirarse de un trabajo que él sabía que la mataría.
—Tu amiga no deseó esto para ti. Estoy seguro que ella quería que estuvieras en otro sitio, preocupándote por temas más banales, lo que sea que las chicas de tu generación les preocupe. Pero aquí estamos, comprobando porque no vales la pena como cazadora.
—Y-yo... N-no me puedo i-ir... d-debo, golpearte, señor k-kishibe...— Balbuceaba Kobeni, quién cada vez estaba más cerca de perder el conocimiento, ella misma se intentó abofetear para no perder el conocimiento.
La pequeña Higashiyama se encontraba boca arriba, lentamente se intentaba incorporar, cambió de posición boca abajo, poco a poco con la fuerza que recuperaba se intentaba levantar, estaba desesperada. Gateaba lentamente hacia adelante, para alejarse de Kishibe quién estaba caminando lentamente hacia la posición de Kobeni.
Sus esfuerzos fueron en vano, cuando Kishibe la alcanzó, puso uno de sus pies sobre la espalda de la chica, derribándola y dejándola nuevamente en el suelo.
—Eres interesante, Kobeni. Has durado más de lo que yo esperé y por eso te tengo una cierta admiración, pero no puedo permitir que busques arruinar tu vida de este modo.
—Y-yo no tengo opción... no puedo renunciar a este trabajo, mi familia y Himeno... no puedo defraudarlos...
—No lo estás dejando fácil, niña. Deberías usar la cabeza para pensar en otras cosas, chicos o la comida. No en algo tan absurdo como cazar demonios.
—Y-yo... no m-me merezco un trabajo normal, N-no sirvo para eso, m-me da m-más miedo ser prostituta que matar demonios...
—Entiendo. Hay caminos más nefastos que estos y puedes odiarme tanto como te dé la gana, pero no lo tomes personal.
La piedad de Kishibe era algo extraña en su naturaleza, matar era algo a lo que estaba acostumbrado, siempre escuchando los gritos de los demonios y poseídos, algunos con cierto grado de consciencia para implorar por su vida. No estaba acostumbrado a hacer sufrir por tanto tiempo a una persona, mucho menos a una mujer. Pero está medida la veía necesaria para que la cuarta hija por fin renuncie.
Kobeni tenía dificultades para levantarse, uno de sus brazos dolía demasiado y era casi inutilizable, sentía un dolor agonizante en su espalda, no ayudó en nada el pisotón que Kishibe le dio después de arrojarla a una de las cruces, su cuerpo cada vez estaba más adolorido y cansado. Aun así, Kobeni intentó levantarse y pelear contra Kishibe.
—Y-yo... Sé que no soy buena en nada, siempre lo arruino, no importa cuánto me esfuerce y-yo... siempre soy despedida, n-nunca tuve amigas, no tengo unos padres que me quieran, yo lo sé, sé qué no les importo en lo más mínimo, mis hermanos son los únicos lindos conmigo, p-pero también están pasando por su propio infierno, tenemos muchas deudas y no contamos con mucho dinero... déjame seguir trabajando en esto. T-te lo suplico.
—Me recuerdas a cierta chica que tenía la motivación de ayudar a su familia, un padre enfermo y una hermana en la universidad. Supongo que ya sabes a quien me refiero, pero no, no puedo permitir que alguien como tú siga en un sitio como este. No buscaré tu perdón, me conformo con que tengas un día más de vida.
Kishibe volvió a derribar a una debilitada Kobeni, la pequeña nuevamente quedó boca abajo y su rostro estaba casi besando la tierra del cementerio. Denji le gritaba a Kishibe que ya era suficiente, así como también a Kobeni que renuncie de una puta vez. Power había creado un pequeño palo de sangre, pero no era capaz de moverlo con facilidad hacia la cadena del rubio.
El veterano realizó un acto tan bajo que finalizando el día consumió grandes cantidades de alcohol para olvidarlo. La pequeña Higashiyama se encontraba más inconsciente que consciente, sus esfuerzos por levantarse eran monumentales y aún así no podía hacer frente a su rival. Era distinto, él podía leer todos sus movimientos, incluso los demonios y poseídos se les dificultaban predecir a Kobeni.
Cuando Kishibe estaba parado a unos centímetros de Kobeni, no emitió ningún solo sonido, ni una palabra, mucho menos un gesto de su rostro. Miró al cielo y decidió ignorar todo lo que él llegase a escuchar. Colocó una de sus suelas sobre la cabeza de Kobeni y empezó a presionar hacia el piso.
—¡AAAAAAAAAHG! — El grito de Kobeni la terminó despertando, sentía la presión que ejercía Kishibe sobre ella, su cabeza estaba adolorida y con cada segundo empeoraba la sensación.
—¿¡QUÉ LE ESTÁS HACIENDO HIJO DE PUTA!?— Denji intentaba moverse, pero era en vano, quería ayudar a su amiga y lo único que podía hacer era escuchar sus gritos ensordecedores.
—¡DETENTE, ESTÚPIDO ANCIANO! — Incluso Power empezó a sentir lástima por Kobeni, ya no era nada divertido lo que escuchaba, era una tortura y su colega era la víctima.
—¡DENJI, POR FAVOR AYÚDAME! — gritaba con desesperación Kobeni, quién después de esas palabras volvió a gritar y llorar por el dolor.
Kobeni intentó moverse, pero era en vano, su cuerpo no respondía, nadie le había hecho tanto daño como lo estaba haciendo Kishibe. El anciano seguía mirando hacia el cielo, solo esperando la renuncia de la chica, pero Kobeni no lo hacía, Haka la tenía amenazada y eso le impedía rendirse.
—Agh. Eres una idiota, pero, en fin, estoy segura de que sin mi ayuda vas a terminar muerta.
Lo único que podía sentir Kobeni era dolor, sus gritos eran más fuertes y Denji estaba desesperado por ayudarla, intentaba poder controlar su cuerpo a voluntad, pero jodido anciano sabía que dejarlo libre sería una molestia en caso de que algo así sucediera. Kishibe cerró sus ojos mientras seguía ejerciendo presión en la cabeza de Kobeni. Haka por su lado estaba molesta por los gritos que emitía su socia. Así que tendría un acto de cortesía con ella.
—Muy bien estúpida niña, no tenemos ningún contrato.
Luego de esta frase, Haka se dirigió nuevamente al cerebro de Kobeni, el dolor que sentía la cuarta hija hizo que ella ignorara el hecho que había alguien manipulándola. Encontró la amígdala cerebral y también cortó varias terminales sensoriales de su socia. Borró su miedo y también su dolor.
『Sin temores ni dolor』
La tortura se volvió silenciosa, incluso el anciano creyó que se había sobrepasado de más. Abrió los ojos y dejó el cuerpo de Kobeni que parecía inerte, el anciano poco a poco miraba la figura inmóvil de la cuarta hija y se preguntaba porque se habría desmayado si a duras penas ejerció su fuerza contra ella. Veía que aún respiraba así que dejó de preocuparse.
Con su teléfono personal solicitó al cuartel uno de los vehículos para uso privado. La solicitud fue aceptada, pero debido a las pocas unidades que aún seguían intactas y en servicio, probablemente tarden en mandar alguna unidad a su localización. Kishibe aceptó y colgó.
—Supongo que tendrás que quedarte aquí, espero que no me guardes rencor, esto no fue del todo una decisión mía.
—Solo un minuto, un minuto para hacer que esté idiota se calle de una buena vez. Nunca hablemos de este acto de generosidad. — Susurró Haka a Kobeni
60 segundos
Las últimas palabras del demonio despertaron de inmediato a la cuarta hija, odiaba que la perra de Haka se metiera donde no le era pertinente. Pero sabía que no podía nombrarla, de lo contrario Kishibe no sería el único de sus problemas.
La pequeña Higashiyama se puso boca arriba y de un impulso con su único brazo bueno, se incorporó. Un sorprendido Kishibe veía como su rival aún soportaba el dolor. Guardó su bebida y continuó con el enfrentamiento.
Los movimientos de Kobeni se aceleraron, por fin pudo hacer uso de su velocidad sin miedo a las repercusiones de lo que pudiera hacer su rival. Fue un ataque frontal a Kishibe quién ya estaba listo para responder. Fue una finta, cuando Kobeni se había levantado llevaba consigo una piedra que lanzó hacia el cazador. El anciano la atrapó sorprendido de esa nueva estrategia y Kobeni se había escapado de su vista.
Por atrás llegó ella, quién estaba lista dar un golpe con la misma fuerza con la que masacró al hombre katana. Kishibe percibió su presencia y logró interceptar dicho golpe, lo que terminó evocando en un intercambio de patadas y el brazo bueno de Kobeni. El anciano se mostraba sorprendido, incluso respondió con otra patada en el abdomen y aunque vio molestia en su rostro, la pequeña continuó sin expresar ruido alguno.
Los movimientos eran escuchados por los dos rubios que se preguntaban por qué rayos Kobeni dejó de quejarse. Hasta que vieron como ella terminó siendo arrojada hacia ellos dos. Afortunadamente para la cuarta hija, el cuerpo de Power sirvió como amortiguador.
—¡PUTA MADRE, ENANA! ¡QUÍTATE DE ENCIMA!
—¡No! Esto es Perfecto, rápido Kobeni ayúdame a jalar la cadena de mi pecho y acabemos con este pendejo.
Kobeni ignoró las palabras de Denji. El enfrentamiento era entre ella y Kishibe por lo que solo agarró el palo que había hecho Power y se retiró.
45 segundos
—¿Pero qué mierda haces?
—Te dije Bellaco, esa enana le contagiaste lo estúpida.
—¡NO ES CIERTO!
Los dos demonios empezaron a discutir mientras que Kobeni y Kishibe continuaron con su pelea. La experiencia en combate seguía siendo un problema para la cazadora, quién usó el palo de sangre como un distractor arrojándolo, el viejo cazador no tuvo problemas en atraparlo.
Las distancias se habían reducido y la desesperación en el rostro de Kobeni era el único enfoque de Kishibe, aprovechando su condición no había manera más que otro intercambio de golpes. Kobeni usó lo que tenía en su entorno como piedras tanto para golpear como arrojar.
30 segundos
Un golpe en el costado derecho en el abdomen hizo que Kobeni aprovechara y atrapara el brazo de su rival, a punto de dar una simple patata a la extremidad de Kishibe, ella nuevamente fue levantada y arrojada contra el suelo. Solo alcanzó a cubrirse la nuca, pero su espalda nuevamente recibió todo el castigo, sin que ella pudiera responder.
El tiempo restante que Haka le otorgó había finalizado, sin que Kobeni tuviera éxito. En un principio la pequeña se mostraba solo con la molestia de no poder levantarse, desde el segundo 0 hasta este preciso momento, las quejas no se hicieron esperar y...
『 ¡AAAAAAAAAAHHHHHHH! 』
No había otra cosa que no hiciera Kobeni más que gritar de dolor, acostada y boca arriba, veía el nublado cielo mientras se retorcía, su espalda la estaba matando, su respiración era cada vez más agitada y no podía pedir ayuda, su amigo seguía batallando desesperadamente para salvarla y Power intentaba algo similar.
Kishibe estaba reflexionando de lo que acababa de hacer. Era la primera vez que llevaba a alguien que ni siquiera era su alumno a soportar más castigo de lo que el umbral de dolor les permitía. Solo observaba como Kobeni batallaba para poder levantarse mientras sus lágrimas brotaban de sus ojos.
Mientras Kobeni batallaba por seguir en la pelea. Kishibe reposó en una de las cruces y continuó bebiendo. De la misma forma, Kobeni se apoyó en una cruz, manchando la pureza del blanco con sus manos ensangrentadas. La pequeña batallaba para seguir de pie, solo lloraba.
—¡Eres una jodida decepción! Creí que verdaderamente tenías potencial asesinando a mafiosos de mierda, pero me enseñaste que solo eran unos incompetentes. — Haka reclamaba a su socia.
—¡Esto es una mierda, renuncia de una puta vez! — Gritaba Denji quién seguía incapaz de levantarse.
—¡Enana, esto no es como con los demonios, este hijo de perra ya sabe que no tienes muchos trucos, ríndete!
—¡Tus hermanos van a morir por tu puta culpa, empezaré por los pequeños y tú escucharás los jodidos gritos de auxilio!
—¡Es mejor trabajar en un jodido McDonald's que en esta mierda! Por dios, tú al menos puedes escoger. — gritaba Denji
—¡No se te olvide que me sigues debiendo cosas para Nyako! Incluso si renuncias me las debes comprar.
—Supongo que nos quedamos así ¿Verdad, Kobeni? En cualquier momento deberá llegar tu transporte. Me despido y pide tu renuncia, di que fue por culpa de un demonio y ayudaste a este viejo de mierda, te aseguro que te darán un bono. — Kishibe quería finalizar.
—(...) Tu hermana de mierda, la mayor será abusada por todos los brazos que tengo ¿Sabes, pequeña idiota? Muchos de ellos eran de violadores. Tú estarás en primera fila y en ningún momento podrás cerrar tus ojos.
—¡Vuelve con tus hermanos! Es más, obliga al idiota de cara amargada que te mantenga, es su puto deber.
—No sirves para nada. Eres una inútil de mierda, tu jodida idiotez te hizo creer que algo como esto sería simple ¿un romance con un imbécil que no sabe ni leer? Te aprovechas de su situación como la mujer del cabello rojo. Niégalo las veces que quieras, pero no eres tan distinta a la gente de mierda a la que tanto le tienes miedo.
Kobeni escuchaba de todos a su alrededor frases que la lastimaban, su ego y autoestima estaban por el suelo. Solo escuchaba como Haka la insultaba, Kishibe dio por terminado su encuentro, Denji le pedía que renunciara y Power seguía exigiendo cosas. Las palabras de apoyo de Kei o de Himeno no las volvería a escuchar, no existía ningún consuelo.
La pequeña batallaba cada segundo para estar de pie. Llorando mientras la distancia con el rostro de Haka era poca, sus gritos la herían, como iba a torturar a su familia si ella no continuaba con la pelea. Incluso su inconformidad con la situación la hacía pensar en acabar con la vida de todos los presentes en este entrenamiento, dejando vivo a Denji para hacer lo que a ella le plazca en esta situación.
—N-no lo hagas, a él no lo toques...
—¿¡Me vas a dar alguna clase de amenaza, estúpida?! En tu situación mejor súplica para que mantenga a tu familia respirando una vez más.
—Y-yo sé lo que me merezco... y-yo soy culpable de tener un contrato contigo, pero él no tiene la culpa de su contrato, no tiene la culpa de nada.
—No me importa, el demonio que posee tiene la culpa de todo, de todo lo que está sucediendo y todo lo que sucederá, pero no será únicamente por él, tú también tendrás esa carga, llevarás al rubio imbécil al abismo contigo.
—¡N-no es ve-verdad! Yo no haría algo como eso.
—Claro. Pero no importa, solo me quedaré observando hasta que te canses de seguir en pie, esa será la señal para que los mate a todos. Incluyendo a tu familia. Recuerda, tu novio solo será mi juguete.
—¡YA CÁLLATE! — Gritó Kobeni en dirección a la posición de Haka, pero en esa dirección también estaban Denji y Power. Kishibe desvió su mirada en la bebida y volvió a enfocarse en Kobeni.
—¿Me lo dirá a mí? — Se preguntó Denji, quién en todo este tiempo seguía pidiendo que renunciara a su amiga.
—¡Claro bellaco! Tu voz es horrible y yo también estaba cansada de ella.
—¡Kobeni, solo pide tu renuncia y vete de esta mierda!
A Kobeni le importó una mierda lo que su amigo decía, solo se enfocó en el viejo maestro. Estaba cansada de todo esto, su día había empezado bien intercambiando besos con Denji y ahora intercambió golpes con Kishibe, su cuerpo estaba lleno de moretones, cortaduras y laceraciones, las manos de la pequeña también tenían heridas abiertas.
Su brazo lastimado volvió a doler como el jodido infierno, limitado en movimiento y sus piernas no estaban tan alejadas de ese daño, solo podía cojear lentamente. La pequeña se separó de la cruz. Intentando caminar en dirección al maestro que estaba a 6 metros de distancia.
—¡¿Por qué?! ¿¡Por qué siempre me tiene que pasar esto?!
—¡Eh! — Quedaban dudosos los dos rubios. El anciano no expresó ningún ruido, pero su rostro hizo un gesto de duda.
—¡Maldición! Sé que soy una inútil, sé que no sirvo para ningún maldito empleo, siempre me despiden, hago cualquier cosa menos lo que yo quiero. Estoy obligada a trabajar en este horrible negocio, tengo que pagar deudas de dinero que nunca he visto ¿Tú crees que no me han pedido que me vuelva prostituta? que use mi cuerpo para conseguir trabajo, he escuchado las mismas horribles palabras de cada enfermo pidiéndome sexo. La última vez que vi a mi padre casi me ordenó a qué lo hiciera con un maldito extraño.
Denji quedó boquiabierto con lo que estaba escuchando. Él quería tener algo íntimo con Kobeni, pero escuchando su contexto, era evidente porque ella llegó a sonar amenazante la vez que el trajo condones.
Incluso Power observó el rostro de Denji, le preguntó por qué esa cara de imbécil, pero no hubo respuesta.
—Nunca tuve amigas, siempre fui una maldita bicho raro para todos los demás, nunca me invitaban a sus casas a jugar, a hablar, rumoreaban cosas de mí, ya sé que soy pobre, no hace falta que me lo repitan. Y cuando por fin la gente era amable conmigo, yo no sabía qué hacer.
Kishibe observó a Kobeni como ella se intentaba acercar a él, pero en cada ocasión que daba un paso ella estaba a punto de caer. La cuarta hija hacía todo lo posible para no hacerlo, veía a Haka con sus dedos preparados para un simple chasquido y terminar con todo.
—Tú la conoces bien, Himeno. Ella no era perfecta, no era tan buena persona en su pasado, pero al menos quería cambiar, ser alguien más que una simple borracha y yo pensé lo mismo de mí, podría ser más valiente, más capaz y cumplir con mi deber de acabar toda esta basura de mi familia. Mis hermanos y ella son lo que me da fuerza. Sí, ella está muerta y no podré hacer nada para cambiarlo.
Kishibe se distanció otro metro de ella. No quería seguir haciéndolo daño, solo escucharía lo que ella tendría que decir y luego dejaría que ella misma se desplome.
—Lo sabes, ¿no? E-es obvio que lo sabes, casi pierdo a toda mi familia por un maldito demonio, yo sé que los demonios son lo peor que pueden existir, lo he vivido en carne propia, son horribles seres que se benefician a costa de nosotros. Pero hay demonios que no buscan lastimarte, demonios que solo quieren una vida tranquila con amigos, no necesito que alguien me lo diga porque yo lo sé.
—Kobeni ya basta. — Denji sabía a lo que ella se refería, pero fue ignorado.
—Mi vida no vale la pena en lo más mínimo, no vale nada. Pero si muero sé que hay peores cosas que podrían ocurrir, no quiero que Kenji u otro hermano pague las consecuencias. Pero esto es normal, siempre me suceden cosas malas y nunca se me permite vivir tranquila.
—¿Acabaste? — Preguntó Kishibe.
—N-no... sé que es una basura, pero en este trabajo conocí a gente que no era mala conmigo, Himeno, Kei o Arai. Lo sabes bien, es imposible que alguien como tú no lo sepa. Todos murieron por culpa de unos criminales. Tuve que hacer cosas de las que me arrepiento, nunca quise asesinar y ahora mis manos están manchadas.
—Lo sé, conozco todos los reportes, de decesos y desapariciones, sé de las pérdidas monetarias, de infraestructura y humanas que vivimos ese día.
—¡¿Y por qué rayos no estuviste ahí?! En vez de hacer lo que estuvieras haciendo ¿Por qué no viniste a ayudarnos?
—Es clasificado.
—Tuve que dejar a mis amigos morir, ¿sabes lo horrible ver cómo sufrían sin que ellos tuvieran la culpa? Arai quería ayudar a su mamá, Kei quería mudarse a Hokkaido con Madoka, vi como una anciana intentó salvar a su nieto, como niños lloraban por sus papás que fueron asesinados y Himeno...
—Se qué fue duro, pero...
—¡No lo sabes, no sabes ni una sola mierda!
—¿Kobeni puede decir groserías? — Denji y Power se preguntaron, fue la primera vez que la escuchaban decir algo así.
—Himeno era mi mejor amiga, maté de formas horribles para poder ir a salvarla y cuando llegué no quedaba nada de ella ¿No te sientes mal? Era tú alumna, ella quería cambiar, debió haberlo dicho en alguna carta.
—Si, lo sabía.
Hubo un silencio luego de eso. Kobeni no sabía cómo reaccionar luego de esa pequeña frase. Había enojo y tristeza mezclada. Quería aproximarse lo más rápido a Kishibe, para poder darle un golpe. Pero casi se tropieza.
—¡Agh, maldición!... — Kobeni intentó mantener su equilibrio. — Yo solo quería ir a la universidad, estudiar artes y vivir tranquila, pero siempre hago lo que otros me ordenan y no hago más que obedecer, pero con Himeno creí que eso iba a cambiar, por fin había escogido algo por mí misma, quiero cumplir la promesa que ambas nos hicimos. Pero... ¿Por qué? ¿Por qué nunca me dejan hacer lo que yo quiero? Por fin me propongo algo y mi recompensa es una maldita paliza.
—Niña. Ya basta, deberías descansar, no es necesario que cumplas tu promesa, vuelve a casa y mantente segura.
—N-no quiero, no voy a dejar que ella sea olvidada, ella no se pudo reconciliar con su hermana o empezar una nueva vida. Ella quería salvar a Aki y yo buscaré la forma en que se retire.
—¿Tú sabes lo de Hayakawa? No creo que sea sensato luchar tanto para que el chico se retire.
—¿Lo de su búsqueda contra el pistola? Sí, lo sé muy bien.
—No... a eso no me refiero.
—Da igual. Se lo prometí a Himeno y es lo único de lo que no me quiero arrepentir.
Kishibe veía como le faltaba poco a Kobeni para colapsar por su propio peso, sus piernas temblaban y su mirada estaba perdida. Ganó la pelea... O eso creían todos. Kishibe regresó a su antigua posición. Se puso en guardia y le dijo a Kobeni.
—Más te vale que no te retractes.
Kishibe esperó cualquier ataque de Kobeni, Denji preocupado por lo que escuchó le gritó a su amiga que no lo hiciera, pero fue ignorado, escuchó como ella intentaba aumentar su paso, el anciano seguía marcando distancia y Kobeni seguía quejándose. El chico pensó en algo que siempre lo ayudaba cuando se sentía amenazado contra otros tipos.
Era una técnica infalible y que lo ayudaba a escapar de situaciones que lo sobrepasaban incluso con Pochita a su lado. No quedó de otra más que sugerir a su amiga, pero para que sea infalible, se lo diría en clave.
—¡Las putas calles, Kobeni! Recuerda, las jodidas calles te ayudan para combatir imbéciles como él.
—¿Qué? — Kobeni estaba dudosa.
—¡Las calles, puta madre, las calles! ¡Recuérdalo!
«Ay dios, ¿No lo dirás en serio Denji?» — Pensó Kobeni, luego volteó hacia Kishibe y vio como estaba desprotegido en esa área.
—Ya entendí. — respondió la cuarta hija.
Kishibe pensó en que Kobeni usaría algo, alguna herramienta o ir directo a su cara. De cualquier forma, ya había castigado lo suficiente a la pequeña, por lo que no le vendría mal recibir su merecido.
Con lo poco que le quedaba a la pequeña, corrió a su propio ritmo, era lenta y torpe, parecía que iba a golpear a Kishibe y el no haría más que fingir estar en guardia, haría parecer que él no podría predecir lo que ella tenía planeado.
Kobeni lanzó un débil grito de batalla, llegó donde se encontraba Kishibe y cuando parecía que iba a dar un golpe en su pecho y acabar de una vez por todas, mientras que el anciano hacía ver qué no podía escapar de ese puñetazo. Sin perder el equilibrio conectó el verdadero golpe que ella quería lanzar.
Una patada de la pequeña había conectado a las bolas del anciano.
Incluso parecía haber escuchado algo romperse, tanto Denji como Power quedaron sorprendidos, escucharon como un cuerpo cayó al piso. Se temían lo peor, pero si Kobeni ya no podía continuar, era lo mejor para ella.
—¡¿Lo hice?!
Tras la incredulidad de Kobeni, ver cómo Kishibe estaba en posición fetal aún sin gritar o expresar algún sonido de dolor. Solo estaba tirado en el suelo.
—B-bien... hecho, pequeña. Pasaste la prueba. — Fue lo único que dijo Kishibe.
『Perros locos』
—¡SABÍA QUE PODÍAS KOBENI! — Denji gritó eufórico a Kobeni.
—Le dijiste que se rindiera, estúpido bellaco.
—¿Y? Prefiero eso antes de verla a qué la golpeen.
—Buen punto. Quizá no eres tan idiota, bellaco.
—Cállate, Power. Tú si en definitiva eres inútil.
—¡Vete a la mierda, pendejo!
Kobeni caminaba en dirección a ellos dos. Kishibe aún seguía tirado en el suelo y no parecía cambiar de momento. Haka acompañaba en el camino a su socia, había bajado el brazo y no chasquearía los dedos.
—Felicidades, Kobeni. Tengo que admitirlo, quizá tú hermano no es el único con determinación en tu horrible familia.
—Y-yo... solo quiero que ellos vivan tranquilos...
—Lo que sea. Me iré a pasear a otro sitio, avísame cuando te vuelvan a golpear, quiero estar ahí. Salúdame a tu novio.
—No es mi... «¿A quién quiero engañar? Supongo que... lo único que debo hacer es no lastimarlo.» — Pensó Kobeni.
Cuando Kobeni llegó hacia los dos rubios quienes se seguían insultando. Se arrodilló, el chico cambio su enfoque de Power a la chica, no podía ver del todo bien a Kobeni pero veía como ella había sufrido tanto en poco tiempo.
La pequeña tenía algunas heridas en sus brazos y manos, sólo las puso sobre la boca de Denji y esperó que cayeran para sanar. Al poco tiempo de dejar caer su sangre hacia su amigo, el chico se terminó regenerando.
Denji se intentó reincorporar, quería acabar con Kishibe, pero fue detenido por Kobeni con un abrazo. El chico se sonrojó y respondió de igual manera. Power los miraba con asco, así que volteó mientras veía como donde debería estar el anciano, ahora no había nadie. La rubia empezó a sudar y a ponerse nerviosa.
—Gracias, Denji por... tu consejo. Al parecer el demonio de las bolas regresó a atacar.
—Ese hijo de puta siempre ataca cuando menos lo esperan. — el chico sonrió.
—Tienes razón, es un gran hijo de put...
—Nah, a ti no te sale decir groserías, déjamelo a mí.
—Está bien, solo si me ayudas a levantarme, creo que mis piernas ya no pueden más.
—Ah... sí claro, yo te ayudo con eso.
Denji se levantó y cargó como si fuera una princesa a Kobeni. Ella le pedía que fuera delicado, realmente todo le dolía y creía que tenía una costilla rota.
—Deberíamos ir al médico, supongo.
—En el cuartel, sería lo mejor. No tengo dinero para pagar uno privado.
—Vale. — Denji volteó a Power quién aún seguía tirada en el suelo, veía su cara de miedo, pero pensaba que era por otra cosa. Power estaba asustada, pero Denji prefirió burlarse de ella. — Que los cuervos te ayuden pendeja loca, tengo que llevar a Kobeni a qué se recupere.
La chica pelinegra pensó que la prueba había terminado para los tres así que no habría problema en irse, aunque sea caminando. Cerró los ojos y descansó un momento, se sentía segura en los brazos de su amigo.
—¡Esperen imbéciles!
—Ya cállate, Power. Nos vemos mañana.
—¡No idiotas! El anciano de mierda, el anciano de mierda ya no está.
—¡¿QUÉ?! — Denji quedó sorprendido y Kobeni abrió por completo sus ojos.
Seguido de esto se escuchó como si carne fuera cortada, Power gritó por la sorpresa y Kobeni con esfuerzo quiso hablarle a Denji, solo para darse cuenta que ya no había nada en donde antes estaba su cabeza.
El cuerpo de Denji perdió el equilibrio y estaba por tirar a la cuarta hija, pero fue rescatada por el anciano, quién la cargó y la dejó descansar en una de las tantas cruces. El anciano mientras observaba a su nueva alumna, dejó en claro algo.
—Te dije que más te vale no te retractes. Tendrás que esperar tu turno, siguen los idiotas de tus amigos.
Kobeni lo miró con el terror más absoluto, Kishibe era la segunda cosa viviente que más le daba miedo a la protagonista solo por detrás de Haka. Nunca se sintió su presencia y cuando por fin se dio a notar, el anciano había asesinado al Motosierra.
El maestro se aproximó a la cabeza decapitada del rubio, veía como este chico estaba sorprendido. Lo agarró como si fuera una pelota y lo aventó hacia donde estaba el resto del cadáver.
Fue hacia donde se encontraba inicialmente, la tumba era de un viejo socio y al lado de su cruz se encontraba un maletín, con algunas bolsas de sangre.
Primero fue en dirección a Power, quién quería escapar sin éxito. Al igual que con Kobeni, la cabeza de Power fue pisada y tuvo que soportar el peso de Kishibe, al ser una poseída no recibiría la piedad que tuvo con Kobeni.
—¿Prometes estar tranquila, demonio?
—¡LO PROMETO, YA DÉJAME! ¡AAAAGH!
Kishibe quitó su pie de la cabeza de Power y regó sangre hacia la boca de la poseída. Ella se regeneró rápidamente, pero por temor no se movió.
Seguido fue hacia Denji. Junto la cabeza del motosierra con el resto de su cuerpo usando únicamente pequeñas patadas y vertió la sangre hacia su boca.
—¡ANCIANO DE MIERDA!
Aunque cuando Denji quería defenderse, Kishibe de la nada sacó un cuchillo en dirección hacia su rostro.
—Tengo permiso de hacer lo que yo quiera con ustedes dos. Un movimiento en falso y conoceremos cuanta es su tolerancia al dolor.
—Tch. No creas que dejaré de lado como trataste a Kobeni.
—Ella pasó la prueba y puede descansar. Ustedes par de flojos tuvieron su descanso.
Power y Denji terminaron juntándose de nuevo. Ambos estaban a la defensiva, temían lo que Kishibe pudiera hacerles a ambos.
—¿Qué estás esperando? Jala tu maldita cadena.
—¡¿No viste lo rápido que se movió?! Ese jodido anciano todo este tiempo jugó con nosotros.
—Me alegro de que lo hayas notado. Vamos a dejarlo claro. Desde pequeño he sido una persona muy fuerte, mis juguetes siempre los rompía con facilidad, no deseaba más que tener juguetes que sean irrompibles. Ahora tengo como aprendices a un idiota inmortal y a una estúpida casi inmortal.
—¡Yo soy imposible de matar! — Gritó Power.
—¿Quieres que hagamos la prueba?
—N-no...
—Ustedes dos son fundamentales para atrapar al jodido idiota de las katanas. Así que los volveré en los perros más locos de la cuarta división. Incluso permitiré que tiren a matar, el demonio que tenga los suficientes huevos para matarme será considerado el más fuerte de todos.
—¿Y cuándo podremos ir a comer? — preguntó Denji alzando la mano.
—Una vez acabe el entrenamiento.
—Que bien, debo llevar a Kobeni a su casa.
—Ninguno de ustedes tres ha acabado. Si no hay más dudas, comencemos.
Power lanzó al aire un hacha de sangre en dirección a Denji. El rubio la atrapó y luego ella hizo una espada del mismo material.
—Ni creas que esto lo hago por ser amable. Una vez logremos matar a este hijo de perra, me deberás comprar algo por mi regalo.
—Lo que digas.
Ambos rubios fueron en contra de Kishibe. Quién ya también estaba preparado para entrenarlos.
Los ataques de Power eran rápidos, su espalda era lo suficientemente ligera para lanzar estocadas y ataques laterales consecutivamente, pero Kishibe no parecía flaquear ante sus ataques, los esquivaba o desviaba gracias al pequeño cuchillo que el llevaba.
Denji aprovechó la distracción de Power para atacar por detrás a Kishibe, pero una simple patada hacia su rostro lo dejó noqueado, no podían descansar lo más mínimo mientras entrenan así que con otra patada hacia su cabeza lo despertó.
—¡Agh! Eso duele.
Los dos rubios continuaron con sus ataques, Power generó una lanza y sabía que solo le quedaba un arma por hacer antes de quedarse anémica.
Con su puntería y la fuerza que le quedaba la arrojó en dirección a Kishibe. Por desgracia el cazador pudo con ese ataque, esquivando la lanza y atraparla en el aire. La rompió con su rodilla. La parte puntiaguda la lanzó hacia Power de vuelta y la clavó en su pecho. Dejándola fuera de combate.
Denji sorprendido intentó atacar al anciano. Fue de frente y usando el hacha lanzó distintos ataques e incluso la arrojó hacia la cabeza de Kishibe. El anciano atrapó la hoja usando sus dos palmas antes de siquiera tocar su rostro.
El rubio intento aprovechar estoy empujar la culata para dañar de gravedad al maestro. El intento quedó en fracaso, Kishibe podía sentir sin problema la presencia de Denji, esquivó su ataque y cortó su antebrazo. El chico gritó de dolor, pero el viejo cazador no tenía límites con el joven.
Lanzó el hacha hacia el rostro de Denji y la dejó tan incrustada que se dificultaba quitársela. Lo había asesinado nuevamente. Sin ninguna expresión desde el mango del hacha continuaba arrastrando el inerte cuerpo de Denji hacia donde se encontraba Power.
La chica luchaba por continuar respirando. Kishibe le quitó la lanza que tenía en el pecho. Power gritaba de dolor, al igual que con ella, el anciano le quitó el hacha a Denji, el corte era tan profundo que se podía ver parte de su cerebro y otras estructuras. Les vertió sangre hacia sus bocas y solo habló para decir...
—De nuevo.
Los dos chicos estaban obligados a combatir y poco a poco sus movimientos se hacían más rápidos y precisos. Suficientes para matar a un mafioso cualquiera, pero seguían sin poner un reto a Kishibe.
—De nuevo. — Kishibe los había asesinado de nuevo.
Kobeni intentaba no dormir, aunque ya se sentía muy cansada y sus párpados le pesaban. Escuchaba repetidamente "De nuevo". Pasaban las horas y el cielo nublado de tono azul pasó a uno dorado y despejado, se aproximaba la puesta de sol.
『De Regreso a casa』
Kobeni cayó al suelo, había más moretones y sus manos estaban completamente rojas, había distintas tonalidades de ese color, desde uno muy vivo por las nuevas heridas abiertas que tenía hasta las oscuras, sangre que llevaba tiempo que se había oxidado.
El pantalón, así como la blusa de la pequeña tenían rasgaduras repartidas en distintas zonas.
—Con eso termina el entrenamiento para ti. Realmente preferiría que renuncies, pero si quieres hundir tu vida, ese ya no es mi problema. Yo me pongo en contacto contigo.
Kobeni débilmente asintió.
—¿Quieres que te ayude?
—N-no, así está bien. Yo puedo sola.
—Bien. Ten un obsequio. — Kishibe le regaló una licorera llena. — Haz lo que te venga en gana con ella, puedes tirarla o beberla, considéralo un regalo de bienvenida.
Kobeni la observó y recordó el rostro de Himeno. Solo dio las gracias, había un vehículo de la organización esperando su ingreso. Kishibe dijo al chófer que la llevara al hospital y él asintió. El coche arrancó y empezó su trayectoria a la ciudad.
Habían salido del cementerio, Kobeni aún se encontraba adormilada, su rostro estaba manchado de sangre, incluso había sangre que no era de ella, en uno de los combates que tuvo Denji con el anciano, estuvo muy cerca de su amiga y múltiples puñaladas con un cuchillo abrieron al Motosierra, la sangre salió volando hacia la pequeña que terminó asustada de ver nuevamente a su amigo morir frente a sus ojos.
—¿Podría dejarme en mi casa?
—Señorita, no creo que sea apropiado que vaya a su casa en ese estado.
—S-solo, déjame en mi casa. No quiero ir a otro lugar. — decía Kobeni quién se acostó y decidió descansar un rato.
—Solo dígame su dirección.
—Está bien.
El viaje continuó tranquilo. Denji y Power se quedaron aún entrenando con Kishibe. El anciano los destrozó una y otra vez, incluso quisieron escapar de sus violentos métodos sin éxito. Kobeni veía las luces de la ciudad, Tokio seguía siendo una ciudad que nunca dormía, sin que ella se diera cuenta, había cada vez más propaganda para unirse a los Cazadores de demonio.
Poco a poco las luces se fueron distanciando y la oscuridad de los suburbios se hizo presente, cruzaron distintas calles hasta llegar al edificio departamental de Kobeni. El chófer salió del vehículo y abrió, despertó a la pequeña Higashiyama.
Ella le dio las gracias y le dijo que se podía retirar. Aunque el chófer se ofreció a ayudarla, ella se negó. No le quedó de otra al chófer más que desearle una buena noche y que se recupere, de cualquier manera, el reportaría que la novata estaba en su hogar.
Se despidieron, Kobeni lentamente tenía que subir hasta el cuarto piso, era doloroso cada movimiento que ella hacía. Le dolía sostenerse del soporte y subir cada escalón era un martirio. Ella continuó subiendo sin detener su lento paso.
Llegando al tercer piso se desplomó al suelo. Sus piernas no ayudaban, incluso escupió un poco de sangre al suelo.
—L-lo l-limpiaré mañana...
Ella gateaba para subir a cada escalón hasta dar con su puerta. Abrió su entrada y siguió su camino. Empezó a lagrimear y sus brazos temblaban hasta que no podía más, su rostro se estampó contra el suelo. La pequeña Higashiyama no podía recibir el confort de Denji, mientras ella estaba tirada en el suelo, el chico junto con Power fueron abandonados en medio de la nada.
En este frágil momento, Kobeni extrañaba el cariño que le proporcionaba el rubio. No tuvo de otra más que volverse a levantar, no tenía hambre, pero aún así se dirigió hacia el refrigerador mientras se tambaleaba. Cuando lo abrió, no había cosas de interés, más que un par de cervezas que Kenji dejó luego de su visita con sus otros hermanos.
Ella agarró ambas y se dirigió a su sofá. Cuando se sentó, por fin sintió un momento de calma, pero sabía que todo era una mierda, todo lo que la rodeaba le decía y le incitaba a decir que era una absoluta mierda.
Observó la licorera que llevaba consigo y además sus dos cervezas. Recordó a su amiga y el sufrimiento que pasó por caer en la bebida. Kobeni había perdido su lucha física contra Kishibe, su lucha mental en contra de Haka y estaba perdiendo ahora su lucha emocional por los recuerdos que tenía con su difunta mejor amiga.
Un pequeño pop sonó en medio de la vacía sala de Kobeni. Una de las latas se había abierto y ella comenzó a beber. Se despegó de la lata y le dijo a la nada.
—¿Esto vale la pena, Himeno?
Ella siguió con su bebida hasta finalizarla y continuó con la segunda, se tranquilizó un poco pero continuaba desmotivada. Por más preguntas que lance al aire, ella no recibiría ninguna respuesta de su amiga.
—Todo es una basura, todo es una completa basura. Maldita mierda de día, solo quiero que se acabe.
La voz de Kobeni era cada vez más suave, no estaba ebria, pero el alcohol empezó a hacer su efecto, haciendo que llore, sus lágrimas le ardían mientras recorrían su rostro.
—Fue una mierda para ti. Pero para mí fue un día grandioso. Ver morir múltiples veces al hijo de perra del Motosierra, me doy por bien servida.
—¿Por qué?
—¿Por qué "qué"? — preguntó Haka.
—¿Por qué le deseas tanto mal a Denji? Él no te hizo nada malo.
—Él no me importa. Por mí haz lo que te venga en gana con él. Pero el Motosierra, ese hijo de perra se merece cualquier desgracia.
—¿Pochita? El... era un demonio pequeño, un pequeño perrito naranja.
—Ya veo. Eso explica varias dudas. Bien, la noche es larga ¿Quieres que te cuente por qué no lo soporto?
—L-la verdad, no... solo quiero descansar.
—Ya veo, en fin, esto es como un banquete para mí y lo pagaron ustedes tres. Me sorprende mucho que ese idiota quiso sacarte de ahí.
—Es un buen chico.
—Da lo mismo. Tarde o temprano lo harás sufrir.
—N-no es cierto, no soy como tú, yo no quiero hacerle daño.
—Hay cosas que no son necesarias ver en visiones para saber cómo terminarán. Marca tu espacio con ese chico si no quieres llevarlo al mismo abismo que tú.
—Pero es mi amigo.
—Sé muy bien lo que quieres con él, no eres tan distinta a lo que pudo hacer la zorra del parche o esa pelirroja que lo obliga a ladrar.
—¡No! Jamás lo lastimaría.
—Pero lo estás usando para tu propio beneficio. Tarde o temprano veremos quién tiene razón y sé a dónde arrastrarás a tu novio.
—N-no... y-yo... sí, sé lo que quiero con él, pero no quiero dañarlo.
—Bien. Haz lo que te plazca, solo no renuncies y nosotras seguiremos en paz.
—Está bien, pero prométeme que no le harás daño a Denji.
—¿Qué me das a cambio? — preguntó Haka con una sonrisa.
Kobeni quedó pensativa, no pudo más que quedarse en un completo silencio sin saber que ofrecer al demonio de la muerte.
—Da igual. Por el momento, tú novio no es de mi interés, hace falta ver más cosas hasta que yo dé mi veredicto.
—¿Por qué te estás quedando conmigo está vez?
—Tú sabes cuánto odio que tú y ese estúpido rubio se pongan cariñosos, me dan asco, pero verte miserable es algo que alegra mis días.
—¿Y tú cementerio?
—Hoy dejé que discutan entre ellas. Quizá algún día las encuentre.
—¿A quiénes?
—No es de tú incumbencia.
Ambas se quedaron calladas. Kobeni continuó bebiendo su cerveza y siguió con un pequeño sorbo del licor que le regaló Kishibe. Se sentía culpable de ceder al mismo veneno que arruinó la vida de su amiga, pero ahora comprendía ese dolor, no solo era físico, Kobeni fue herida en todo aspecto.
La pequeña le pidió perdón a su mejor amiga donde sea que esté, se acostó en el resto del sofá ahora vacío. Durmió plácidamente y tuvo un sueño. Uno donde no existían los demonios y estaba sujeta de la mano con alguien. Una bonita fantasía para escapar de su horrible realidad.
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«•» Segundo Acto: Kenji «•»
『Heridas de ayer』
La vida de Kobeni estaba rodeada de múltiples problemas, tanto de ella como unos que no le corresponden. Desde aquel contrato sabía que tarde o temprano llegaría a conocer las consecuencias de ser propiedad del demonio de la Muerte.
La luz de un nuevo día invadía el interior del hogar de la cuarta hija. En la sala se encontraba Kobeni, aun descansando en su sofá luego de un miserable día donde recibió la paliza de su vida. Debajo del mueble estaban tiradas dos latas de cerveza y la presencia de unas pequeñas manchas de sangre proveniente de la pequeña. Kobeni estaba metida en sus sueños, adoraba tener un espacio donde nadie la hiciera daño y su vida sea idílica.
Viviendo aventuras más calmadas con sus hermanos en restaurantes, salidas a lugares que a ella le interesaban y conociendo a un chico interesante con quién tuvo una conexión desde el primer momento. Ella sentía la calidez de su mano mientras ambos hablaban de cosas triviales y amorosas, poco a poco la voz del chico se fue agudizando, el sonido de su voz se fue elevando, dejando de lado las palabras por un tono musical.
Sonido que despertó a la pequeña. Abrió los ojos y se dió cuenta que ese tono no era proveniente de su sueño, visualizó su teléfono en la mesa y con mucho esfuerzo se levantó para contestar.
Las piernas de Kobeni la estaban matando, sentía como su rodilla izquierda en cualquier momento se podía salir de lugar, uno de sus brazos la estaba atormentando y la limitaba en movimiento. Su espalda tampoco estaba exenta de dolor, mantener una postura erguida por tanto tiempo la lastimaba. Lentamente caminó hasta llegar al teléfono y contestar.
—¿H-hola?
—Hola Kobe, ya estoy aquí afuera esperándote ¿Quieres que suba a verte? — Saludó Kenji, con un tono un poco desanimado.
—A-ah... — Kobeni desde la entrada hasta su sofá tenía algunas manchas de sangre, cerveza tirada y una licorera cuyo contenido fue derramado. — N-no, y-yo... apenas me desperté y no me he preparado, si quieres puedes esperarme.
—Está bien, tómate tu tiempo, hoy tengo todo el tiempo del mundo.
—Q-qué bien... enseguida voy.
La llamada finalizó. La pequeña estuvo cabizbaja unos cuantos segundos, se sentía mal por todo lo que vivió el día de ayer, ahora su hermano mayor la vería en este estado y debía pensar en alguna coartada. Caminó a su habitación, preparó un cambio de ropa casual. Así se podría deshacer de los trapos sucios que llevaba puesto que anteriormente era un impecable uniforme.
Durante el camino hacia su baño se desnudó y dejó repartida la ropa en el suelo, entró y configuró su ducha para que el agua saliera tibia. Poco a poco la suciedad por culpa de la tierra, el lodo y sangre se iba desprendiendo de ella. Algunas partes de su cuerpo le ardían por estar en contacto con la caída del agua, en distintas zonas de su cuerpo tenía moretones, cortaduras, algunos movimientos de la pequeña y dejar humedecida la zona hizo que se volvieran a abrir sus heridas.
El gentil rostro de Kobeni tampoco estaba libre de estas marcas. Ella aceptó en lo que se había metido, lloró un poco y dejó que sus lágrimas se mezclen con las gotas que caían en su cuerpo. Cuando finalizó, se secó lo mejor que pudo y se dirigió a su habitación, dónde se cambió.
A diferencia de otros días, su hermano mayor se encontraba en un vehículo distinto, una amiga de su trabajo le prestó un Honda City del 91. El auto que llevaba consigo fue robado.
Kenji al igual que Kobeni fue víctima de un mal día, ayer tuvo una de sus tantas reuniones con una de las contadas pandillas a las que su familia les debía dinero. Salió de una sola pieza, pero regresó a su casa humillado y buscando la forma de escapar de Japón junto con sus hermanos, no quería espantar a Kobeni ni al resto de sus hermanos, pero en cualquier momento una bomba de tiempo podría explotarle a la familia Higashiyama.
Kobeni yacía en su cama, ya se encontraba vestida pero solo faltaba secar y peinarse como ella siempre estaba acostumbrada. Sacó de su mesa de noche unos nuevos pasadores de color blanco, se peinó y se los colocó. No sabía si Kenji tenía hambre, pero ella estaba hambrienta y no quería que su hermano mayor viera el desastre que era su casa.
Sacó un poco de sus ahorros, se puso su pequeña mochila cuyo interior llevaba una pequeña libreta de dibujo y unos cuantos lápices, así como su grabadora, regalo de Kenta.
La pequeña Higashiyama tenía una constante duda "¿Dónde está Denji?" La última vez que lo vio estaba tirado en el suelo, inerte y con múltiples heridas provocadas por el maestro que les fue asignado, incluso había perdido la cuenta de cuántas veces le había ocurrido eso a su amigo.
Para no extrañarlo mucho, sacó de su cajón el dibujo que él le hizo donde ellos dos se encontraban agarrados de la mano, lo puso en mochila con suma precaución. Estaba preocupada por él, pero sabía lo difícil que era tratar con alguien como él. Ni los zombies, locos con katanas o un hotel maldito pudieron acabar con su vida, ese era el único consuelo que encontraba la pequeña Higashiyama.
Cojeando salió de su casa. Lentamente fue descendiendo por las escaleras, cada paso dolía pero al menos podía mantenerse en equilibrio contrario a su regreso el día de ayer. La cuarta hija observó una mancha de sangre que estaba en el piso, sabía que era de ella y aún así continuó caminando. Por su parte, Kenji estaba sujetando de forma nerviosa el volante del auto, tenía miedo de que Kobeni lo mirara tan lastimado y se pregunte qué estaba pasando.
La mirada perdida de Kenji y no saber cómo excusarse al tener vendajes cubriendo su frente y múltiples moretones que no pudo esconder. A Kobeni le quedaba un piso por bajar, dio cada paso con sumo cuidado con el miedo de poder caerse. Ambos se habían comprometido a esto y no querían defraudarse.
Kenji vio a su hermana menor bajando del escalón, apenado por como ella lo encontraría se escondió mirando hacía el piso del vehículo. La pequeña Higashiyama quería saludar a su hermano, pero parecía que él busca a algo, lentamente se fue aproximando a la puerta del copiloto hasta tocar el vidrio.
—E-está abierto, puedes entrar Kobe.
La pequeña Higashiyama tenía sus dudas, no reconoció el auto ni tampoco porque Kenji estaba buscando algo.
—¿S-sucede algo?... Eh ¿Quieres que te ayude a buscar?
—No, no es eso. Simplemente... —Lentamente Kenji desviaba su mirada del suelo y quiso dirigirse a su hermana. — Yo... y-yo... y-yo...
Poco a poco Kenji empezó a balbucear y quebrar su voz. Observó el rostro de su hermana, con la misma expresión de pena en sus ojos, pero intentando realizar una sonrisa genuina. El mayor de los Higashiyama empezaba a romperse por dentro, observó el gentil rostro de su hermanita con múltiples moretones y algunas cortaduras que no parecían llevar mucho tiempo que estaban abiertas.
Las lágrimas en el rostro de Kenji empezaron a brotar. Conocía la naturaleza de su hermana, una chica que pocas ocasiones podrías ver su sonrisa, pero cuando lo hacía era la sonrisa más bonita que alguien llegase a apreciar. Verla intentando gesticular esa expresión acompañada de sus heridas solo lastimaba más al mayor.
—¿S-sucede algo? Eh... ¿Quieres que vaya por pañuelos?
Kenji solo continuaba su leve llanto, intentaba mantenerse fuerte y no continuar con este golpe emocional, llevaba puesta una chamarra y con sus mangas se secaba las lágrimas. Kobeni veía cómo su hermano ocultaba su rostro, pero sus pequeños temblores y el sonido de su moqueo evidenciaba la tristeza de Kenji.
«¿Por qué? ¡¿Por qué?! ¡¿POR QUÉ?! Dios, dioses, quién quiera que seas tú el jodido idiota que nos tortura siempre ¡¿Por qué le hiciste esto a mi hermana?!» — Kenji se lamentaba en sus pensamientos.
El primer Higashiyama apretó con furia el vehículo, sus brazos temblaban del coraje y aún con los ojos llorosos miró a Kobeni, la pequeña vio el herido rostro de su hermano, vio sus moretones y sus vendajes, veía como esa tristeza cada vez se volvía en enojo y preguntó.
—¿Quién te lo hizo, Kobeni? Dímelo, ¿Fue ese estúpido rubio? ¿El imbécil se sobrepasó contigo?
El nerviosismo de Kobeni empezó a salir a la luz, su sudor estaba brotando por toda su piel, sintió un intenso frío en su espalda y sus labios no podían formular ninguna palabra.
—¿Fue él? Ese idiota. — Kenji accionó el vehículo. Poco a poco el Honda salió del barrio donde vivía Kobeni. — Quise dudar, pensar que el imbécil era un buen tipo... el pendejo de mierda...
—No fue él... — Kobeni por fin pudo hablar. Sus brazos descansan sobre sus muslos y su mirada se dirigía a sus pies. — Denji... no me haría nada malo. Él es un buen chico, me quiso salvar, yo solo no le hice caso.
—No es necesario que lo defiendas. Si el idiota te hizo algo dímelo, estás segura acá, iré a la policía, a tu puto trabajo o yo mismo lo voy a buscar y lo voy a matar.
—¡Él no me haría daño! — Por primera vez, Kobeni le alzó la voz a su hermano, dejando sorprendido al mayor.
—¿No fue él?
—No... fue... Agh, un entrenamiento salió mal.
Kobeni no quería contarle detalles puntuales de lo que sucedió en su primer entrenamiento oficial como cazadora. Ella fue destrozada de múltiples formas en poco tiempo, pero tampoco quería que Kenji tuviera una mala percepción de su amigo... e interés amoroso.
—Fue una práctica de campo, nos hicieron enfrentar a un demonio algo fuerte para que pusiéramos en práctica cosas aprendidas.
—¿Y por qué harían algo así? No se supone que en tu trabajo no hay personal, en toda la jodida ciudad están buscando nuevos reclutas.
—S-si... lo he visto en la tele, apareció mi jefa de hecho. Y-yo... nos piden ser más hábiles, ahora los demonios no son nuestro único problema...
—Deberíamos hablar seriamente de esto Kobeni. Por ahora cuéntame ¿Cómo te sientes?
—F-feliz... de poder volver a estar contigo, hermano.
—Gracias. Pero no me refiero a eso, físicamente ¿Dónde te duele? Te voy a llevar al hospital.
—N-no... hace falta... N-no... creo que sea necesario que vayamos a... a-a-a al tomar medidas tan innecesarias.
Kobeni tenía ideas combinadas, le seguía dando miedo la idea de visitar al médico y también, no quería que la inhabilitaran, tenía el presentimiento que una acción así solo causaría su despido o que Kenji se preocupe tanto que el mismo la obligue a renunciar.
Kenji siguió su objetivo de llevarla a un lugar donde la revisen. Ese miedo de ver a su hermana lastimada se hizo realidad y en su mente solo podía imaginarse que seguir en ese trabajo solo la mataría. Pensaba en cómo convencerla para hacerla renunciar.
—¿Por qué... estás así, Kenji? ¿Tenemos problemas? — Preguntó Kobeni, ella tampoco quería quedarse con dudas.
El primer hijo no apartaba la mirada del camino. Seguía los señalamientos y en una parada preguntó por un hospital, ignorando la incógnita de su hermana. Ella volvió a cuestionar el estado de su hermano y a qué se debía.
—E-estoy bien, un... accidente del trabajo.
—¿Y tú auto?
—En reparación. Es todo. Este auto me lo prestó una amiga para que practiques, pero no estás en condición para hacerlo.
—Claro que lo estoy.
—Estira los brazos.
—¿Qué?
—Estira. Los. Brazos.
Kobeni acató la orden de su hermano, al intentar hacerlo la sospecha de Kenji fue acertada y no podía hacerlo libremente, sus movimientos eran temblorosos y lentos, acompañado de quejidos de parte de la menor. Un pequeño toque de parte Kenji impactó en el hombro y como respuesta Kobeni gritó un "Auch".
—¿Qué te hizo ese demonio? Si puedo saber, claro.
—Solo... me aventó en contra de una pared y me arrastró de un lado para el otro.
—¿Y el imbécil?
—N-no... le digas así. Él, me intentó ayudar, estaba atrapado junto con otra compañera de trabajo, ella es... un poco rara, pero le gustan los gatos.
—Ajá, continúa.
—El me decía que debía escapar y yo solo lo ignoraba, pero me dio un consejo bastante útil y lo puse en práctica, me salvó y pude ayudarle a el... por fin pude ayudarlo y casi cumplimos con todo.
—¿Casi?
—S-si... luego de eso nos ordenaron hacer más ejercicios y cosas así, me caí muchas veces contra el suelo e hice esfuerzo con mis brazos, por eso me siento cansada y adolorida.
—Ya veo. Entonces el idiot... Denji no te hizo nada malo y prefirió ayudarte, aunque sea por consejo.
—Si, eso pasó.
—Es mejor que nada ¿No te ha hecho nada raro o pedido cosas extrañas?
—N-no... en serio créeme cuando te digo que es un buen chico, ha tenido una vida difícil, como nosotros.
—Lo sé, al menos... supongo que si se acuerda de esa promesa.
—¿Te prometió algo?
—Algo así. Creo que le gustas a ese idiota, pero... Agh, olvídalo.
Kobeni se sorprendió por lo que escuchó. Kenji bajó la velocidad y vio a su hermana cuya mirada se perdió y su rubor se hizo muy notorio. La pequeña Higashiyama solo tartamudeo.
Kenji preguntó nuevamente por el estado de Kobeni, ella nuevamente dijo estar bien. No se sentía mal y solo le hacía falta calentar para estar bien. La mirada de Kenji seguía sería y se detuvo en una zona permitida. Miró fijamente a Kobeni con unos ojos que la intimidaron, pese a ser el mayor e intentar ayudar a sus hermanos, el chico siempre tuvo una actitud ciertamente sería y en algunos casos temperamental, a comparación del resto de sus hermanos quienes eran más alegres, tranquilos o como Kobeni cuya naturaleza dócil la hacía víctima de malos tratos.
—Bien... supongo que podríamos ir a desayunar si no te sientes tan mal.
—¡Si! Tengo hambre.
—Yo también, no puedo dejar que te mueras de hambre. Kaori me mataría o... ¿Tú sigues en crecimiento?
—N-no te burles...
—Te ves adorable así. — Kenji le expresó una sonrisa que solo duró unos milisegundos. — Además, eres la más rápida de nosotros ¿No te acuerdas? Jaja.
Kenji y Kobeni empezaron a recordar viejas anécdotas de su infancia y adolescencia. Kobeni siempre demostró ser una mujer tranquila a comparación de Kenji que era más desastroso, un chico más problemático por su actitud tan reactiva. Sus últimos años de escuela se encontraba viviendo más de forma independiente que con sus padres. Luego de su graduación ni sus padres o él le veían sentido en buscar llegar a la universidad. Kenji no se sentía capaz de dar el ancho en la educación superior y prefirió buscar trabajo en otras cosas.
Pese a todo, quería diferenciarse de sus padres siendo alguien productivo, nunca incumpliendo en sus promesas o viviendo a costa de otra persona. Lo que lo hacía siempre vivir a fin de mes, con una salud demacrada y con la duda de poder cumplir su objetivo. Pero se sentía algo bien consigo mismo, era el ejemplo de que los Higashiyama eran gente de bien.
Kobeni había respondido a base de mentiras lo sucedido con sus heridas, ella no recibía respuesta a la razón de porque su hermano se veía tan herido, era incluso extraño para ella verlo llorar tan repentinamente, lo que la hizo preocuparse. Nuevamente fue ignorada y Kenji solo se limitó a invitarla a un lugar donde a Kenta le gustó comer.
『Kazuo te manda saludos』
La suerte de Kenji no era tan distinta al resto de su familia. Intentar ser un hombre de bien nunca lo recompensó aun cuando hacía todo el esfuerzo por ser el ejemplo masculino que Kenta o Keiji necesitaban. Desde el ataque con el demonio oso llegó a ese punto de inflexión de consentir a sus hermanos, juguetes para los pequeños y a veces pasar el tiempo con los mayores.
Años atrás
Higashiyama Hiroshi, el padre y cabeza de familia nunca daba la cara por sus deudas acumuladas. Tarde o temprano había aceptado que se lo cargasen, incluso buscaría formas de escapar de ello. Lastimosamente su estado de salud antes del demonio oso y posteriormente la entrada de Kenta a la universidad, le hicieron pensar que si podía sacar mucho más provecho de sus hijos.
Solo Kenta le servía. Los menores tenían potencial. Los otros tres eran prescindibles.
Pero incluso su cinismo era superado por su cobardía, evadiendo la responsabilidad de los pagos y ocultándose junto con su esposa. Dejando a su suerte a los hijos, fue ahí cuando la desdicha de Kenji dio comienzo. El único Higashiyama localizable era el, un chico desinteresado en su futuro, pero con el respeto a la vida lo suficientemente fuerte como para no causar daños.
La primera reunión fue tranquila, incluso le dieron opciones poco ortodoxas, pero que lo beneficiaban. Ser un matón y con la suficiente experiencia que consiga volverse un sicario personal del jefe. Lo veían competente y con potencial para ese objetivo, poco a poco iría pagando su deuda hasta no quedar nada.
Kenji sabía que ese cuento era una mentira. Además, era consciente que la pandilla que lo citó no era la única ni la más peligrosa con la que su familia tenía deudas. Cualquier paso en falso solo lo llevaría a la muerte y más desprotegidos al resto de sus hermanos.
El representante al ver la negativa del joven no hizo más que aumentar la oferta, algunos contactos le ayudarán a tener herramientas de trabajo que lo harían sentir más seguro y se marcharía menos las manos.
—Las pistolas están prohibidas para los civiles. — Solo dijo un joven Kenji.
—Veo que eres alguien difícil de convencer... ¿Pero y sí convencemos a alguien más de tu familia?
La mirada de Kenji se volvía más seria y penetraba en el alma del representante de esa pandilla. El Yakuza había capturado la atención de su presa. Mencionó el nombre de sus hermanos, en orden de nacimiento y una descripción vaga. Una pequeña señal, un chasquido y esta pacífica plática acabaría.
—¿Qué me dices de Kenta? Es un chico listo, muy bueno en la escuela. Quizá nos ayude para la logística, a veces hay vacantes... — el representante miró hacia otro lado mientras juntaba las yemas de ambas manos. — Solo necesita no equivocarse. No nos gusta la gente que se equivoca, siempre tenemos que jubilarlos antes de tiempo.
Kenji se negó, alguien como Kenta merecía un futuro más brillante que solo ser usado para la venta ilícita de droga y otros productos que comercie esa pandilla.
—¿Y qué me dices de tus hermanas? Ambas chicas son bonitas, en especial la mayor, se está desarrollando tan bien y esas curvas la están haciendo tan llamativa.
—Ni te atrevas a hablar así de mi hermana.
—¡Hey! ¡Hey! Tómalo como un halago. Unos pechos así enloquecen a cualquier hombre ¿Es virgen? Alguien así de hermosa y sin usar sería excelente para poner en venta su virginidad, con eso pagarían gran parte de su deuda.
Kenji solo lo miró fríamente, no quería caer bajo provocación con lo que escuchaba. Pero las ganas de propinar una golpiza a ese enfermo no le faltaban.
—La otra pequeña, es linda, cara inocente y seguro daría unos buenos gemidos. De ella no tengo dudas de que sea una virgen ¿Qué tal eso? No te preocupes por los detalles, uno que otro idiota de su escuela trabaja con nosotros, fingen un romance, tienen una cita en algún motel y solo el que verdaderamente le corresponde penetrarla hace su trabajo y paga por su virgen y estrecha vagina.
—Enfermo. Si tocan a mis hermanas...
—¿Qué harías? Si conocemos incluso por donde caminan... ¿Cómo se llama? — El representante fingía no recordar y hacer creer que tenía el nombre en la punta de la lengua. — ¡Ah si! Kobeni, lindo nombre. A veces la hacen ir sola por cualquier producto que haga falta, sería una pena que no regrese.
—Ni creas que tocarán un mísero cabello de alguna de ellas.
—Tenemos muchas alternativas, pero a ti no te queda mucho tiempo. Estábamos pensando, tienes muchos hermanos, muchas bocas que alimentar ¡Diablos! Deberías pensar en una forma de deshacerte siquiera de uno. Uno de los niños, son sanos y libres de cualquier defecto, cualquier político de esos países tropicales pagaría por un niño o niña japonés. Son raros de encontrar.
—Vete a la mierda.
—¡O todo a la vez! Y no solo eso, usar a tus hermanas como prostitutas luego de haber vendido su virginidad... ¿Te parece? Yo creo que a tus padres no les vendría mal tener a mujeres trabajadoras en la casa y alimentar menos bocas si llevamos a uno de tus hermanos a... ¿Te gustaría Tailandia?
—¡Una jodida palabra más o...
—¿O qué? — expresó una sonrisa burlona. La amenaza de Kenji se vio minúscula a la que los pandilleros representaban para su integridad. Tres de ellos se acercaron y simplemente lo tenían en la mira para hacer cualquier cosa con el.
—N-nada. — Kenji miró hacia el piso, asustado e impotente, sus hermanos eran lo único bueno de su vida y ser vistos como una herramienta le daba terror.
—¿Cuál es tu propuesta? Mi familia y yo somos gente que le gusta escuchar. Dinos una buena idea y te aseguro que tus hermanitos estarán fuera de nuestro alcance.
—Ustedes... ¿Entrenan?
—A veces, no es necesario cuando hay armas blancas, las pistolas son difíciles de conseguir desde que apareció ese jodido demonio, hasta eso fui generoso contigo ofreciéndote una.
—Yo puedo... ayudarlos... si nos atrasamos con los pagos... quizá los pueda ayudar en Boxeo o karate, lo que sea que ustedes hagan.
—¿Sabes combatir algo de eso?
—Un poco... Puedo ayudar con... reclutas. Otros chicos, pero ni Kenta o yo estaremos involucrados con ustedes, ni mis hermanas o los niños serán usados para cualquier cosa enferma.
—Meh. Me convenciste con lo de entrenar me perdiste con lo de enseñar. Pero supongo que hay un trato, nuestras condiciones son estas. — Finalizando su respuesta, el representante chasqueó los dedos.
Los pandilleros que rodeaban a Kenji empezaron su diversión golpeándolo, no importaba la dirección del golpe o lugar, el mayor de los hermanos recibió golpe tras golpe, comenzando desde su rostro y cuando una vez lo dejaron tirado continuaron diversión dándole patadas.
Varias de ellas daban en su abdomen, dejando al pobre Kenji sin poder recuperar el aliento. Su espalda también fue víctima de las continuas patadas que sus agresores daban, no había compasión ni mesura en su fuerza, dejaron ir todo ese impulso por destrozar algo en Kenji. El primer hijo gritaba con que se detuvieran, poco a poco las lágrimas por culpa del dolor brotaban mientras pisaban una de sus manos. Suplicaba por piedad.
El representante le dio su única patada en dirección a su tórax.
—Entonces.... ¿Prostitutas, trafico infantil, logística, ser un sicario... o todo lo anterior? Tu decides.
—N-na-nada... — Kenji escupió sangre. — Nadie... ninguno de mis h-herma-manos será usado para t-tu diversión...
—¿Cuál diversión? Tampoco disfruto de esto... bueno un poco, sobre todo golpear a idiotas que se creen listos. Solo por eso darme un regalo como este, que esa sea tu condición. Un atraso con nosotros y será mejor que no mueras "nuestro saco de boxeo".
—S-si... q-qué mejor sea eso... — La voz de Kenji cada vez era más débil y su tono era más sumiso.
—La negociación iba a ser con tu padre, pero resulté sorprendido, es increíble que un cobarde como el haya tenido de hijo a un cabrón con huevos como tú. Bueno, eso sería todo.
—...
—Tu silencio dijo más que tus palabras sin sentido. En fin, espero que no se atrasen nuevamente y recuerda, Kazuo te manda saludos.
Kenji fue cargado y aventado del lugar donde se reunieron, el chico tenía la fuerza suficiente para continuar caminando hasta llegar a un pequeño banco, donde pudo acostarse. Ensangrentado, golpeado y humillado, fue su primera reunión con gente peligrosa y todo salió mal para él.
No le quedó de otra más que llorar. Estaba aterrado por cualquier cosa que le sucediera a sus hermanos. Todos corrían peligro latente y aunque el quisiera evitar cosas como que Kobeni ande sola o incluso sospechar de cualquier hombre que se les acerque, llegó su paranoia a tan temprana edad. Sumido en una tristeza absoluta.
—¡Son unas mierdas, todos son mierdas! ¡TODOS! ¡MALDICIÓN! ¿Por qué nadie nos ayuda?
Kenji regresó a su casa, provocando un escándalo entre sus hermanos que lo vieron tan malherido. Sus padres reclamaron que dejaba manchas de sangre en el piso, Kenji solo se excusó con sus hermanos que se metió en una pelea con varios tipos y que al menos el fue el que mejor salió parado.
Todos, sobre todo Kaori lo regañaron por algo tan estúpido y aun así intentaron consolarlo y ayudarlos con vendajes, aunque estaban mal hechos. Querían llevarlo al médico, pero ninguno de las cabezas de familia se ofreció a pagarlo.
—Vaya mierda. — Solo expresó Kenji. Pensaba en distintas maneras para deshacerse de la situación en la que estaba metido, pero nada tenía solución clara, ni servicios infantiles que posiblemente separen a los hermanos o incluso la policía, que al igual que los cazadores ignoran su área.
No quedó de otra más que buscar distintas fuentes de ingreso, desgastando su físico, Kaori cuestionó su obsesión personal con el dinero, era consiente de las deudas pero no lo que Kenji llegó a sufrir por ello. No dio detalles de lo que esa gente tenía planeado con sus hermanas, pero si mencionó la paliza que recibió y cada vez estaban cerca de tiempo límite.
Kaori tomó la difícil decisión de hacer lo mismo que Kenji, iniciando una vida de adulta y ganándose la vida trabajando. Kenji nunca perdía contacto con ella, quería siempre saber dónde estaba por el temor que a ella le hicieran algo, al final de cuentas eran básicamente sus propios mejores amigos.
Tras la muerte de la familia Higashiyama por el demonio oso, Haka no pudo restaurar del todo bien la columna de Kenji, aun así la reconstrucción fue lo suficientemente eficaz como para renovar el cuerpo de un maltratado hermano mayor. Las palizas siguientes las soportaría de mejor manera. Una gran ironía para el demonio de la muerte.
Un día antes a la reunión de Kenji y Kobeni
Un auto con un historial de batalla estaba estacionado en una calle poco transitada. El mayor de los Higashiyama se había puesto en contacto con su querida hermana Kobeni para enseñarle a manejar al día siguiente. Fumó tranquilamente dentro de su vehículo, se lo compró a un viejo amigo para ayudarle a migrar al extranjero y encontrar un nuevo estilo de vida en occidente.
Puso la radio, fanático del City pop disfrutó de la música mientras poco a poco consumía uno de los dos cigarros que tenía planeado fumar.
Su momento de paz se vio interrumpida cuando la ventana de su lado recibió unos leves golpeteos.
—Lo siento joven, pero en esta calle no se tiene permitido fumar.
—Descuide señor, solo estaba pasando el rato, pero si quiere paso a retirarm... Ay mierda.
El mismo representante de Kazuo llegó acompañado de otros tres guardaespaldas. Con una cínica sonrisa le pidió a Kenji que bajara del vehículo, necesitaban hablar sobre la renegociación de su deuda con ellos. Kenji tuvo una mirada vacía y sabía que pronto ocurriría lo peor, apagó el cigarro y salió.
—¿Y ahora qué quieres, Daiki?
—Que amable de tu parte por recordar mi nombre. Aunque debido a ciertas políticas con los jefes de mi jefe, esa información es clasificada y te pediría amablemente que nunca compartas el resto de mi nombre.
—Como si me importara. Solo dime ¿Cuánto?
—¡Hey! ¡Hey! No es con respecto a cuánto dinero nos debes pagar, es con respecto a cuando. Eres un ratón difícil de localizar ¿No es así?
—Me la paso trabajando de forma honrada al menos. Algo que tú y los pendejos que llevas contigo no conocen.
—Otra falta de respeto y le diré a uno de estos perros que te una lección de humildad. Solo digo, como amigos ¿Cómo está Kaori?
—Sigh. Te importa una mierda.
—Te recuerdo que ella sigue siendo del interés de uno que otro socio nuestro. Sigue igual de hermosa que cuando era una estudiante.
—Asqueroso. Solo dime ¿Me atrasé con algún pago o qué? Lo que menos quiero es ver tu horrible cara.
—Una semana. Una semana donde no hemos visto nuestro puto dinero, pero tranquilo estoy seguro de que debes tenerlo dentro de tu chatarra.
—Sigh. Solo te podré dar la mitad, aún no me pagan el resto de mi... — Un golpe del representante impactó al rostro de Kenji.
—¡Yo no vine personalmente para que me des la mitad del puto dinero!
—Viniste para golpearme. Solo eso.
—Me conoces bien, pendejo hocicón. — Seguido de esto, Daiki intentó conectar un golpe nuevamente a su rostro, la reacción de Kenji fue más rápida y lo esquivó sin problema.
—Mira, no te puedo dar la otra mitad del dinero pronto. Mi hermana... Sigh, pronto le van a pagar lo de su salario y de ahí te pagaremos. Solo ten paciencia.
—Kazuo no es un hombre paciente con gente como tú y yo mucho menos ¿Kobeni es la cazadora, no?
Kenji no respondió a la pregunta. Prefirió mirar con seriedad a los ojos del representante.
—Tu silencio lo dijo todo. Me sorprende mucho que haya sobrevivido a esa mierda, la familia un viejo asociado de Kazuo tuvo que ver con ese ataque terrorista, pero todo se fue a la mierda, escuché que cierta mujer de baja estatura estuvo haciendo un desastre cada vez que veía a un cabrón armado.
—No sé a lo que te refieras.
—Tenemos ojos en muchas partes, pero básicamente hay un pequeño rumor sin confirmar que cierta chica hizo lo que quiso con los hombres que mataron a los cazadores. Hacía estupideces, destrozar cráneos, cortar extremidades o disparar a quemaropa. Salvó la vida de unos niños, una total heroína.
—Eso no me interesa. Debes estar hablando de alguna otra mujer.
—Solo digo, no hay muchas chicas con vida por ahora en la organización hasta donde tengo entendido y una de las que sobrevivió fue tu hermana.
La mirada entre los dos sujetos quedó fija, ninguno cedió a la presión del otro. Pero Kenji siempre tiene las de perder, pensar en el hecho de que su hermana haya hecho algo tan atroz como matar a otro ser humano era inimaginable, pero el sabía que le dijo estrictamente que hiciera todo por sobrevivir. Le daba pánico la simple posibilidad de que su hermana sea una asesina, incluso en defensa propia. Esa distracción fue lo que echó a perder todo.
Un golpe de uno de los acompañantes de Daiki dejó tirado en el suelo a Kenji. Las risas del representante empezaron a irritar los oídos del primer hijo. Solo volvió en sí cuando una patada en su pecho impactó en el, Daiki disfrutaba castigar físicamente a Kenji e incitó que los otros dos lo hicieran, la paliza se distribuyó en cada parte del mayor. Solo que el goce de escuchar las quejas de Kenji desapareció, el mayor ya no expresaba ningún ruido ni pedía que se detuvieran, solo esperaba que se aburrieran.
La espera no fue pronta como creyó, se notaba que querían escuchar algún hueso crujir, pero nada sucedía, simplemente soportó el daño. Aun así, lo dejaron sangrando.
—Jefe ¿Y si lo matamos y vamos por sus hermanas? — preguntó uno de los perros de Daiki.
—¿Y dejar que este pendejo ya no sufra? Olvídalo, además el idiota siempre paga, solo que se atrasa y el permite que le hagamos este tipo de cosas. — Daiki se agachó para estar cerca de Kenji que estaba tirado en el suelo, ensangrentado y sin posibilidades de caminar por un rato. — Descuida, la perra de tu hermana la cazadora estará segura, no queremos darnos el lujo de actuar sin antes investigar y salir mal parados, pero Kaori es una historia distinta, está apartada y solo es cuestión de tiempo para que la reclamen. Un atraso más y ella será la moneda de cambio esta vez.
—H-hijo de p-pe-perra...
—Chicos. Este imbécil ya no nos sirve por el día de hoy, llévense su auto.
—¡No! El auto... llevenselo otro día, pero hoy no.
—¿Y por qué debería hacerle caso a una puta rata como tú? En fin, llevémoslo y considera el mes pagado, nos vemos pendejo.
Nuevamente Kenji se encontró tirado en el suelo. Sin la posibilidad de defenderse, tenían en la mira a su hermana Kaori, pero sentía alivio porque Kobeni se encontraba a salvo. Solo se le hacía extraño eso que mencionó, pero sentía seguridad que su hermana menor no sería capaz de eso.
Kenji sacó su celular. Llamó a una amiga que lo terminó recogiendo y vendó lo que pudo, la chica lo regañó por ser tan desprevenido. El primer hijo odiaba nunca tener un rato de paz para el solo, pero si esto hacía que ninguno de sus hermanos sufriera de forma innecesaria, estaba dispuesto a hacer el sacrificio.
—Oye... Rin ¿Me puedes hacer un favor?
—Sigh. No te puedo dar de comer ni tampoco puedes dormir acá, el casero no permite que los extraños pasen la noche...
—No es eso. Dinero aún me queda, un poco, aunque sea... pero necesito un favor particular.
『Café』
Presente
—¿Kenji?
—¡Ah! — Perdón, me perdí en mis pensamientos.
Los dos hermanos continuaron su trayecto. Entre los edificios de la imponente capital de japón llegaron a un barrio más calmado, repleto de negocios, hogares y máquinas expendedoras. Apenas había gente caminando por la acera, todos se encontraban en sus trabajos o los jóvenes en sus clases.
—¿Sabes dónde es? — Preguntó Kobeni.
—Es una cafetería, debemos estar cerca. — Kenji buscaba algún lugar para estacionarse. Su hermana no podía esperar para ya comer.
Solo encontró un pequeño espacio a cuatro cuadras del lugar que tanto recomendaba Kenta. El tercer hijo por lo mientras se encontraba en una de sus tantas clases del día.
Tanto Kenji como Kobeni bajaron del vehículo, mientras aún hablaban de sus trivialidades como hermanos. Recordaban esos incidentes vergonzosos que le sucedían a la cuarta hija. Kenji disfrutaba convivir con su hermana, aunque hubiera preferido verla intacta.
Seguían su camino hasta que sonó el celular de Kenji. Los dos hermanos se detuvieron y Kobeni esperó paciente, el mayor vio que era de parte de su hermana Kaori y contesto.
—Kaori, buenos días.
—¿¡CÓMO QUÉ BUENOS DÍAS?!
El grito de la segunda hija tomó por sorpresa al mayor quien dio un pequeño salto y soltó su celular. Fue un pequeño malabar hasta que Kobeni lo atrapó.
—¿Kaori?
—¡AH! Beni ¡Buenos días! ¿Qué estás haciendo con Kenji? Es más, devuelve su celular a ese idiota que no contestó ninguna de mis llamadas.
—C-claro...
Kenji recibió el celular y nuevamente recibió regaños de parte de su hermana. El mayor no hizo nada más que aceptar los regaños y mirar para otro lado, Kaori estaba dejando en vergüenza al primer hijo en frente de Kobeni. La cuarta hija no hizo más que reír sin hacerlo parecer tan obvio.
—¡Eres un... ¡Agh! Un tonto, olvidadizo y dormilón.
—Eso dolió. Más por qué no he dormido bien estos últimos días.
—Pues porque se te olvida, tonto. Sigh. ¿Dónde estabas o qué hacías? Me tenías preocupada, me dijiste que saldrías y no volviste a hablarme.
—V-vi... — Kenji volteó a ver a Kobeni quién observaba las calles, la cuarta hija creía que se iban a tardar por lo que decidió sacar sus cosas para dibujar y trazar una flor que se encontró. — Vi a unos amigos y hablamos un rato. Fue divertido, creo que tomé un poco de más y me terminé accidentando.
—¡¿Tomaste?! ¿Qué te he dicho? No debes beber cuando conduces, podría ser peligroso.
—Si... yo creo que eso no será ningún problema... «En especial porque ya no tengo auto» — Finalizó Kenji con un pensamiento.
—No tomes en frente de Beni, ella será mayor de edad, pero sigue siendo una niña.
—Estoy seguro de que ella le molestaría si le dices eso en persona. Mira, terminé en casa de Rin...
—Uyyyy... ¿Tú compañera de trabajo? Eres todo un galán. Maldita sea, tú con Rin y Kobeni con Denj...
—No... No. ¡No! ¡NO! Ese idiota no se meterá con mi hermana.
Eso último lo escuchó Kobeni, quién parecía que la conversación se volvió un poquito tensa. Sabía bien que las conversaciones entre Kaori y Kenji eran un tanto así y a veces la mayor sacaba de quicio al primer hijo.
—¡Aw! vamos. Tú y yo bien sabemos que ese niño tonto quiere a Kobeni.
—¡Qué no! Ella solo debe concentrarse en ella misma.
—Pero también se tiene que distraer un rato. Tú la oíste, ella perdió a sus amigas y ahora solo le queda el rubio tonto. Yo creo que sí deberías darle una oportunidad a Denji, eres lo más cercano a un suegro... creo, te ves viejo.
—¡Cansado! Solo estoy cansado, maldita tonta.
—Lo dices porque yo siempre me veo mejor que tú. Jaja. En fin ¿Por qué no me llevaste contigo?
—Ni siquiera me dejaste acabar, tonta. Me fui de casa de Rin y volví a la mía, ya tenía prometido a Kobeni que la ayudaría a aprender a conducir y acá estamos, primero vamos a desayunar y luego la llevaré a un lugar que conozco donde pueda aprender.
—Sabes, pudiste matar a dos pájaros de un tiro si me enseñabas a mí también.
Kenji estaba desesperado por acabar la plática, Kaori muchas veces se desviaba de la conversación. El chico no hacía más que mirar hacia arriba pidiendo que ya se calle, la amaba, pero a veces lo sacaba de quicio.
—¿Y por qué no te quedaste con Rin? En serio siento una total envidia por ustedes dos, quizá hasta Kenta o incluso Keiji ya estén conociendo alguien y yo aquí trabajando.
—¡¿Espera?! ¿Estás en el trabajo?
—Sip. Les dije que iría al baño y aquí estoy, así que no mentí, pero me tenías preocupada. En fin, don Juan, no seas muy duro con Kobeni y es más, dile que la quiero mucho, cuando la visite nuevamente le haré de comer. Incluso que invite a Denji, tengo el presentimiento que esos dos ya tuvieron algo.
—¿Y por qué dirías algo así?
—Mi sexto sentido es poderoso. Además de la caja de... — Por poco casi se le escapaba la palabra "condones" — Cereal, viste como lo bajó y se terminaron sonriendo, esos dos son tan adorables.
—Carajo Kaori, deberías apoyarme y no al idiota.
—Pero yo también creo en el amor y tú deberías hacerlo, quizá así serías más feliz.
—Como digas. Debo colgar, Kobeni está hambrienta y yo la verdad también estoy empezando a tener hambre.
—Bye bye. — Kaori colgó la llamada y volvió a su trabajo como personal de limpieza. La regañaron por tardar en el baño y ella solo le quedó aceptar, aunque fue lindo poder hablar con Kenji por muy amargado que a veces sea.
Kenji vio como su hermana estaba concentrada en la flor, la dejó seguir con su dibujo hasta que ella acabase. Cuando terminó, la pequeña dejó de estar en su momento zen y habló con el mayor.
—¿Qué te dijo Kaori?
—Te manda saludos, quiere hacerte de comer y... — Kenji quería no decir lo último.
—¿Y...?
—Que odia mucho a Denji y que no lo vuelvas a invitar.
—¿¡Qué?!
—Si, yo le dije que quizá no deberíamos ser tan duros con él, pero ella insistió que su sexto sentido le decía que él era peligroso para ti, así que deberías dejar de verlo.
—¿Estás seguro? Suena más a ti.
—Para nada. Ya conoces a Kaori, muy impulsiva a veces.
—Él es mi amigo, el único que me queda así que quizá deba desobedecer a Kaori en esta ocasión. Además, el...
—¿Eh?
Kobeni empezó a ponerse roja. Kenji empezó a sacar conjeturas y no quería escuchar la peor de todas las opciones.
—Él me gus...
—¡Mira! Es por ahí, el lugar del que hablaba kenta. — Kenji señaló la cafetería donde iban a desayunar y también para ignorar lo que Kobeni tanto batalló por expresar. A Kenji no le gustaba la idea de que alguien sea novio de Kobeni y sea capaz de hacerle daño.
La fachada de la cafetería era un tanto sencilla pero agradable a la vista, un gran ventanal permitía entrar la luz del día en su interior, acompañado de unas cuantas macetas con flores coloridas y un anuncio con una promoción "en la compra de un pastel se regalaba un café". Al primer hijo le llamó la atención el cartel donde se ofrecía un puesto como mesera.
Entraron a la cafetería. Había unas cuantas mesas ocupadas, familias desayunando. Si en algún momento tuvieron envidia tanto Kenji como Kobeni, fue ver a esos niños felices con sus padres en un pequeño momento familiar.
Kobeni sintió un ambiente acogedor, seguía sin acostumbrarse a este estilo de vida, pero le agradaba experimentar nuevos sabores. Llegó la camarera, tomó la orden con los desayunos y ambos aplicaron la promoción. Kenji le dijo a Kobeni que no tuviera pena y que pidiera lo que ella quisiese comer.
La plática entre ambos hermanos siguió ¿Cuál era el futuro para todos ellos? Ese era su tema de conversación, algo incómodo para Kobeni porque ella no sabía qué hacer si existía un futuro feliz.
El trato que tenía con Haka seguía sin cumplirse. Sólo queda ser paciente y esperar lo mejor, ella dijo que una vez consiguiera el dinero suficiente quizá también se vaya a la universidad. Kenji sonrió al ver qué ella mantenía su sueño vigente.
—¿Y por qué no renuncias desde hoy?
—E-eh... N-no, yo creo que debería seguir trabajando, nos sigue faltando dinero y ni siquiera te he devuelto lo que me has dado.
—Ese asunto olvídalo. Fue más un regalo que un préstamo, además no me importaría mucho si renuncias, sería hasta lo mejor para todos, así estarías más segura.
—¿Lo sigues diciendo por Denji? Sabes, en serio créeme cuando te digo que...
—No soy tan infantil, hablaba de tu seguridad. Hubo unos idiotas, pendejos que no es necesario que conozcas que me dijeron algo estúpido que hasta me dio risa.
—¿Algún chiste?
—Supongo, cuando fue lo de... ya sabes, eso con respecto al ataque.
—¿Q-qué con eso? — A Kobeni no le gustaba a dónde iba Kenji.
—Hay un rumor sobre una persona que mató brutalmente a esos locos. Dijeron que estaba vestida con el uniforme de cazador.
—¿V-vestida, t-te re-refieres a una mujer? Jaja e-eso d-de-debe ser m-muy t-tonto...
—Estoy de acuerdo. Muy tonto, pero la verdad no me arriesgaría a tener a mi hermana a trabajar con algún psicópata. Solo quiero que tengas una vida tranquila.
Kobeni se quedó mirando a los ojos de su hermano, se veía triste y cansado, añadiendo sus heridas notaba que todo era el resultado de una horrible vida que él escogió para que los demás no sufran. Su culpa poco a poco brotaba, sabía bien a quien se refería y se sorprendió que ahora hablaran por las atrocidades que cometió.
—Sabes Kenji... y-yo... Creo qué sé... «de quién hablan...» — Kobeni perdía esa seguridad para revelar lo que en verdad pasó en el día del ataque. Fue interrumpida por la mesera, su orden fue entregada.
—¡Disfruten de su comida! — dijo con emoción la mesera, luego se quedó mirando a Kenji, el devolvió la mirada y solo vio como la mesera le guiñó el ojo.
El mayor le enseñó una leve sonrisa. "Háblame para cualquier cosa que necesites" lo leyó en sus labios y se marchó la mesera. Kenji no se inmutó y dirigió su mirada a la comida y su café. Su hermana menor se sorprendió por lo que vio, intentaron ligar a su hermano mayor en frente de ella.
—V-veo... qué le interesas a alguien.
—Estamos comiendo. Come o se va a enfriar tu comida. — Kenji mantuvo su actitud seria y continuó con su comida.
Los dos hermanos pasaron un momento tranquilo. El sabor del café era algo que necesitaban para esta mañana, Kobeni le agradeció la comida a su hermano, siempre amaba los sabores deliciosos.
—¿Le vas a dar tu teléfono a la chica? — Kobeni siguió con su café y después de un sorbo continuó con su duda. — La chica no ha dejado de mirarte.
—No.
—¿Y por qué no? — Kobeni preguntó con una ligera sorpresa.
—Me concentro en lo que realmente importa. Ustedes y largarnos de esta basura de lugar, quizá Hokkaido sería un buen lugar para iniciar de cero.
—He escuchado que Toyooka es lindo.
—Solo he visto fotos del lugar, pero quizá sí. Solo un poco más de dinero, primero comenzaré con un auto nuevo.
—¿Y el otro?
—E-eh... Estoy en pláticas para venderlo. «Aunque ya se lo llevaron.»
—Que bien, si quieres te puedo ayudar a comprar el que más te guste, he visto que estoy cerca de conseguir un bono... Además de mi sueldo.
—No hace falta, pero de hecho si he encontrado uno que me llamó la atención. — Kenji sacó de su ropa una pequeña hoja de periódico.
—¿Guardas basura en tu bolsillo? — preguntó Kobeni.
—No es eso. Mira este auto te puede gustar, es bonito de hecho. Es italiano.
Ambos miraron el auto que deseaba el primer hijo, un Fiat 500. A Kobeni le gustó el color del vehículo y hasta se le hacía tierno pensar que su hermano lo conduciría, no parecía su estilo. Kenji se avergonzó un poco, se excusó diciendo que solo lo encontró en amarillo.
—Ya no podrías aparentar ser el chico malo.
—Nunca lo fui. Trato de ser una buena influencia para ustedes y que... estén libres de toda esa basura que hay en las calles.
—Hiciste un buen trabajo hermano y por eso... —Kobeni sacó su folder donde guardaba sus dibujos. — ¡Te ganaste una flor!
Kenji le sonrió, su sonrisa duró más tiempo y tomó el dibujo, lo apreció unos segundos. Veía como su hermana le ponía empeño en algo que le gustaba.
—Está muy bonito. Gracias Kobeni.
Kobeni le pidió disculpas a su hermano, iría al baño. Kenji esperó pacientemente a su hermana, aunque tenía curiosidad por sus demás dibujos así que mientras ella estaba ausente decidió ojear el resto de su folder.
Hoja por hoja veía algunos dibujos recientes de su hermana. Una práctica de perspectiva de su propia sala, algunos animales, flores y paisajes. Kobeni sacaba provecho de lo que Madoka le regaló. Pese a las cosas malas que vivía y la constante incertidumbre de un mañana próspero, ver los trabajos de su hermana lo terminaron consolando.
Hasta que llegó a tres dibujos que no le gustaron. Kobeni dibujó el rostro de Denji dormido y hurgándose la nariz, le pareció molesto ver nuevamente al cara de pendejo aunque sea en papel.
El segundo dibujo era uno que no llevaba mucho avance, se veía que estaba trabajando en otro dibujo para Denji sosteniendo una motosierra, el rubio se encontraba feliz. Caso contrario a Kenji que lo miraba con seriedad y hasta con ganas de tirar las hojas a la basura. Se contuvo y evitó hacer una locura.
El tercer dibujo era obvio que no lo había hecho ella, más bien parecía de un niño de cinco años con una nula práctica con los lápices. Visualizó a dos muñecos agarrándose de la mano y una pelota, Kenji ya se daba una idea de quién era el autor.
Organizó de nuevo las hojas y cuando estuvo a punto de ponerlas en su folder, llegó su hermana, apenada por lo que vio.
—P-puedo... explicarlo.
—Dibujas bonito y eso es todo.
—Si pero...
—¿En serio quieres hablarlo? Creo que Kaori es mejor en eso que yo.
Kobeni poco a poco se iba coloreando de rojo en su rostro, intentó no guardar lo que sentía en su corazón y poder afirmar con creces esa idea de que...
—M-me g-gu-gusta Denji...
La mirada de Kenji intentó no expresar lo que realmente sentía. Una profunda ira por saber que alguien estaba ocupando espacio en el corazón de su hermana y no lo conocía del todo bien, sabía que había otra mujer que también le interesaba y hasta Kenji aconsejó esa opción.
—¿No tenía 17? — Miró seriamente Kenji. Cada vez se estaba más resignando a los gustos de su hermana.
—S-si... pero, no sé... — Kobeni estaba avergonzada, confundida y lo único que entendía era que le atraía el chico.
—Denji será algo idiota y tuvimos una mala primera impresión de el. Sigh. Pero podríamos intentar conocerlo más, no me gusta la idea que tengas novio si te soy sincero.
Kobeni solo le sonrió a Kenji.
—No creas que mis planes han cambiado, intentaremos salir de esta y viviremos tranquilos. Cuando te des cuenta estarás solo descansando y llevando de paseo a nuestros hermanos.
—Has crecido mucho Kobeni, lo decía Kaori, pero para mí aún sigues siendo alguien a quien debo proteger... sigo sin perdonarme no haberte ayudado cuando sucedió lo de... — Kobeni tapó su boca con su mano.
—C-creo que lo mejor fue... que no estuvieras ahí, todo fue horrible y aún sigo procesando lo que viví, en serio perdón.
—Te entiendo, pero...
Kobeni solo negaba con su cabeza, su mirada denotaba la tristeza y melancolía, seguía extrañando a Himeno, Kei y a Arai. Kenji comprendió que no era momento para hablar del tema, pidió la cuenta y la mesera rápidamente llegó a su llamado. Pagó y recibió su cambio además de un regalo que no esperaba.
Una servilleta llevaba consigo el nombre y teléfono de la chica. Kenji siguió sin reaccionar ni emocionarse por lo sucedido, incluso aunque la mesera sea atractiva, no le interesaba ni la idea de una noche con ella. Su mente era invadida de pensamientos que lo ponían tenso y en momentos espontáneos lo hacían quedar en trance.
—Veo que alguien quiere conocerte. — Kobeni sonrió a su hermano.
—Supongo. Eh. Lo guardaré para preguntar si hay promociones.
—No seas grosero. Cuando estés libre, intenta llamarla y quedar con ella, quizá termine siendo tu novia.
—Ahora suenas igual a Kaori. Solo espérame, iré a preguntar por unas cosas.
«¡Wow! ¿Tan rápido y le pedirá una cita!» — Kobeni se sorprendió.
Kenji se dirigió hacia la barra donde el dueño del lugar se encontraba preparando unas tazas de café. El señor estaba en los principios de sus cincuenta, con energías de mantener con vida su local y amablemente atendió al primer hijo.
—¿Se le ofrece algo, señor? — Dijo el dueño.
—No, muchas gracias por la comida... estuvo deliciosa.
—¡Es un honor escuchar que disfruta de nuestros platillos! Esperamos con ansia su regreso.
—Si. Yo también espero volver... bueno, a lo que vine es que afuera del local está diciendo que se solicita empleada y tengo una hermana que podría trabajar para usted... — Kenji señaló con su cabeza la mesa donde se encontraba Kobeni.
Ella se encontraba haciendo trucos con uno de sus lápices de dibujo pero se cayó con el que estaba jugando, se agachó para recogerlo del piso y cuando se intentó levantar se golpeó su cabeza con la mesa del lugar. Kenji se sorprendió al ver a su hermana cayéndose al piso mientras se sobaba. El dueño estaba un tanto preocupado por el estado de la chica.
—¿Se accidentaron apenas?
—Si... Nos gusta pasear en bicicletas y nos caímos, pero estamos bien.
—¿Ella estudia? Porque...
—¡Eso es lo mejor! De momento no está estudiando, así que ella estaría disponible la jornada completa. Es muy amable y atenta con la gente, a veces se traba, pero se acostumbrará.
—Agradezco su oferta, de hecho, el anuncio es solo un farol para una de mis trabajadoras. No tiene mucho que se mudó y se está adaptando a su nueva escuela. A veces bromeo con ella de que estoy buscando otra trabajadora para que ella llegue más temprano.
—Oh... Pero si estudia es de medio tiempo, con mi hermana no tendrías problema de eso.
—En serio lo tendré en cuenta. De momento su hermana creo que necesita mejor ir con un doctor, creo que se cayó muy fuerte.
Kobeni seguía sobándose la cabeza mientras los dos hablaban. Mientras ella estaba distraída con su dolor, una figura femenina pasó por el ventanal que daba a la calle. Entró a la cafetería y solamente le dijo al dueño "¡Hola! Por fin llegué temprano."
El dueño la miró con seriedad. Sacó del interior de la barra un libro de matemáticas cuya dueña se aproximaba al señor y también a Kenji.
—Debes ser más precavida con tus cosas.
—¡En serio lo siento! Juro que lo tenía en mi mochila y... ¡Se me olvidó! — Un pequeño golpeteo a su cabeza junto con un tono burlón acompañó su respuesta.
La sonrisa de la chica molestaba un poco al dueño. Le advirtió que si volvía a faltar a clase ella estaría en problemas y se vería obligado a despedirla.
Nuevamente la chica de cabello oscuro con tonalidad morada pidió otra oportunidad. El dueño cedió y la chica saltó de alegría. Se llevó su libro y dijo antes de irse que no volvería a suceder.
—¡Y ponte tu uniforme! ¿Tienes al menos el permiso para faltar? Van a buscarte como locos en tu escuela y llamarán a la policía.
—¡POR ESO ME APURO! — La chica corrió y cuando estaba llegando a la salida del lugar, visualizó a Kobeni quién aún seguía batallando para levantarse.
Antes de irse del lugar, la chica peli-morada se acercó a la cuarta hija y ofreció su ayuda. Aunque Kobeni intentó negarse a la oferta, terminó aceptando y la desconocida hizo su buena acción del día.
Estando una a la altura de la otra, se visualizaba como la estudiante era ligeramente más alta que la cazadora. Kobeni recibió ayuda para sentarse y luego recibió una sonrisa de parte de la mujer que la ayudó.
—M-muchas g-gracias... Eh...
—Reze. Descuida, no fue ningún problema.
—S-si... solo que no me gusta molestar. — Kobeni visualizó a la chica, tenía un rostro sereno y alegre, su cabello, aunque recogido tenía un mechón que cubría su rostro. Los ojos verdes de la chica también entraron en contacto con los de Kobeni.
—¿Tengo algo? — Reze intentó inspeccionar su rostro pensando que había algo raro.
—N-no... vi que también tienes una gargantilla... yo también tengo una, te queda bien.
—Aww gracias. Es un regalo de mi madre, le prometí usarla siempre y le compraré una cuando ella salga del hospital, así las dos pareceremos gemelas.
—La mía me la regaló mi hermana. A veces creen que ella es mi gemela... aunque es más alta que yo.
—Jaja, te queda bien tu altura, compacta y eso. Muy bien fue un gusto... — Reze hacía unos ademanes con las manos.
—Kobeni.
—¡Fue un placer Kobeni! Vuelve pronto, acá trabajo, por cierto.
Kobeni asintió y se despidió de Reze que salió del lugar. Kenji hizo lo propio, se despidió del dueño y se dirigió a su hermana. Le pidió una disculpa por no ir a ayudarla y luego se retiraron del lugar. La mesera en turno volteó a ver a Kenji y él simplemente le dijo entre labios "Te llamaré más tarde". Mensaje que fue captado y respondido con una sonrisa.
Ambos se dirigían al auto. Siguieron sus conversaciones triviales, Kobeni le expresó a Kenji que la música en inglés cada vez le gustaba más gracias a su difunta amiga Himeno. El mayor decía que había buenas bandas y cantantes, pero le gustaba más la música nacional.
—¿Crees que yo pueda escoger la radio mientras me llevas?
—Mi auto, mi música.
—P-pero no es tu auto.
—... — Kenji recordó que tiene un auto prestado y no sabía que responder. — Sigh. Vale, tu escoges la música.
Kobeni se emocionó y quiso escuchar la estación que le gustaba a su difunta amiga. Antes de subirse al auto, Kobeni visualizó una pequeña librería y le llamó la atención.
『Libros para tontos』
La cuarta hija se adentró a la pequeña librería que se encontraba al otro lado de la calle. Kenji tuvo que seguirla, aunque estaba confundido ya que ella no le avisó. La cuarta hija parecía estar atraída por los libros que se encontraban ahí.
Una señorita en sus treinta les dio la bienvenida. Preguntó por cuál libro les interesaba, aunque Kobeni en medio de su timidez y tartamudeo solo pudo responder que estaba viendo. La encargada al ver al mayor pensó que algo malo les había pasado y preguntó por sus heridas.
—M-mi hermano y-yo nos caímos cuando íbamos paseando en bicicleta, p-pero es su día libre y queríamos pasar el día juntos.
—Oh, ya comprendo. — Respondió la encargada.
La cuarta hija empezó a recorrer minuciosamente cada estante que alberga una variedad de novelas y libros que parecían ser interesantes. A Kobeni le resultaba fascinante ver algunas portadas, le interesaba ver el detalle de los dibujos de las novelas de ficción y fantasía.
Sacó de un estante el libro de un niño huérfano y el cómo llegó a una escuela de magia. El niño parecía un nerd total con esos lentes y el peinado, pero le parecían lindos los colores, además de la premisa.
Lo devolvió y siguió con su recorrido. Veía otro tipo de géneros, romance. A diferencia de Kaori, Kobeni no era una amante de ese género ni le interesaba, toda su vida pensó que viviría en soltería y hasta se le hacía lo más sensato, le daba miedo que algún chico le hiciera daño. Ahora le da un poco de risa la situación.
En varias portadas aparecían las parejas perfectas, hermosas y con diseños elegantes, no sabía el contexto de ninguna y tampoco le interesaba leerlas. Era un poco extraño pensar que ella no se enamoró del chico refinado y de la alta sociedad. Tampoco ella podía jactarse como algunas protagonistas, posiblemente de la realeza, herederas de fortuna y siempre cortejadas por hombres de buena familia.
Denji y Kobeni representaban una antítesis a eso. El chico sin hogar, sin educación y con pocos valores más que los que su propia naturaleza le ordena. La chica con problemas económicos, con sueños truncados y con el temor de ser lastimada o asesinada en cualquier momento.
Kobeni veía las portadas y le gustaba pensar que ambos podían estar así. Una pequeña fantasía inocente. Incluso si ambos no eran privilegiados, cuando estaban juntos sentían una seguridad que no podía repetirse con otra persona. Estos pensamientos la hicieron extrañarlo, quería oír sus latidos y sentir sus brazos protegiéndola.
La cuarta hija siguió explorando los estantes. A la vista del siguiente pasillo se apreciaba el despacho de la encargada, observó sin hacer ningún movimiento sospechoso como la señorita y Kenji estaban conversando. La cuarta hija se sorprendía el hecho que nuevamente alguien intentara ligar con su hermano, lo veía en la expresión nerviosa de la mujer y sus movimientos, pero también vio como Kenji ni se inmutaba, solo continuaba con la conversación.
La pequeña Higashiyama continuó con su exploración, veía libros educativos, de varios temas, geografía, historia o biología. Kobeni sentía que podía sacarles provecho a estos libros, dibujar otro tipo de cosas. Seguía viendo las portadas y a cada una le llamaba la atención su estilo.
Llegando a la pequeña sección de mangas, Kobeni le impresionó no solo las portadas de cada tomo sino también el dinamismo en peleas o como querían expresar cada panel a su gusto. A Kobeni le estaba interesando hacer algo similar. Caminó a otra sección, los libros de enseñanza para ver si había alguno donde ella pudiera aprender a hacer manga, en su búsqueda encontró algo que le parecía mejor y no únicamente para ella.
Lo tomó y pensó que sería más útil. Un pequeño comienzo y demostraría a Haka que ella no era capaz de hacerle daño a la persona que le gustaba. Se emocionó y pensó en un pequeño escenario donde Denji aceptaría con gusto que Kobeni sea su maestra, terminen el libro y un Denji más inteligente le pide a la cuarta hija que sea su novia.
La fantasía de Kobeni hizo que ella se enrojeciera. Cosa que vieron tanto Kenji como la encargada.
—Debe estar ojeando alguna de las novelas eróticas que hay, no es la primera vez que hacen una cara así.
—Oh... No sabía que a mi hermana le gustaban ese tipo de cosas.
—¿Y a ti qué cosas te gustan? — preguntó la encargada, interesada en el primer hijo.
Kenji estaba cansado y quería irse de la librería. Mantuvo amablemente la plática, pero él ya estaba ansioso por irse y solo quedaba esperar a que Kobeni comprara algún libro.
La cuarta hija colocó el libro que quería en frente de la encargada, ella le dijo el precio y Kobeni se percató que no le alcanzaba. Kenji la miraba con extrañeza pues no era el libro que pensaba que compraría, alguna novela o sobre artes, pero esto era de idiomas.
—¿En serio quieres este libro?
—S-si... — Kobeni estaba apenada, agarró el libro y lo puso en frente de ella evitando que Kenji pudiera ver su avergonzado rostro.
—¿Kobeni?
—¿M-me lo compras? — Preguntó Kobeni de forma inocente mientras veía como su hermana agitaba el libro como si bailara. Kenji miró a la encargada como le conmovía esta escena fraternal.
—Sigh. Está bien.
Kobeni se puso feliz, esperó que su hermano pagara el libro y ambos se retiraron. La encargada se despidió y aunque quería preguntar por su número, Kenji se hizo de los oídos sordos y se fue.
—¿Y de qué hablaban? — Preguntó Kobeni
—Sobre... Novelas y libros que nos gustan, supongo. Bien, ya vámonos que se está haciendo cada vez más tarde y no te he enseñado nada.
『Conducción y confesión』
Kenji encendió la radio y puso su estación favorita, reproducían música de los 80's. El camino fue tranquilo, Kobeni necesitaba envolver el libro como un regalo, se imaginaba la situación y no podía parar de sonreír. Momento que le parecía confuso al hermano mayor, pero si con eso hacía feliz a su hermana, lo podía pasar por alto.
El escenario pasó de ser urbano a uno un tanto más rural, Kenji sentía una paz reconfortante, por mucho que Tokio tuviera todo tipo de entretenimiento y lugares hermosos, a Kenji le gustaba más el verde y lo tranquilo.
—Agh. Tendré que pagar el tanque a Rin. — Kenji se imaginó la situación donde su amiga lo regañaba por consumir todo su combustible.
—¿Quieres que te ayude a pagarlo? Te daré algo de mi dinero cuando lleguemos a casa.
—No hace falta. De todos modos, es una amiga y no una desconocida una vez acabemos yo pago todo.
Estacionados en un camino relativamente solitario, Kenji vio que era el momento ideal para intercambiar lugares con su hermana. La pequeña Kobeni cada vez podía moverse mejor y ahora tenía más libertad con sus brazos.
Una vez dentro del vehículo los dos hermanos. Kenji señaló el protocolo que debía hacer Kobeni antes de accionar su auto. Los retrovisores en posiciones que ella se sienta cómoda, el asiento a su altura fue gracioso para Kenji ver cómo la distancia entre el pie de Kobeni y los pedales se acercó de golpe.
—¡Qué no te burles!
—Perdón jaja. Estás muy pequeña.
Luego de las risas. Kenji señaló como debía ser la posición de las manos en el volante. Qué función tenía cada palanca y botón, para qué servía y cuándo usarlo. Las instrucciones de Kenji eran claras, pero Kobeni poco a poco empezó a transpirar con más intensidad, pensaba que no iba a ser tan complejo ya que Kenji conducía sin mucha dificultad.
—¿Y aquí es cuando lo enciendo? — Decía Kobeni.
—Falta todavía. Primero debes familiarizarte con el vehículo.
—Yo ya me siento cómoda.
—Ah... sí, pero hablaba de la palanca de cambios. Tienes que observar a dónde va cada cambio y luego podremos empezar.
—Okey... voy entendiendo.
—¿No has entendido, verdad?
Kobeni negó con la cabeza. Kenji paso por paso le explicó a su hermana como funcionaba el cambio de velocidades, le mencionó que para eso debía usar el tercer pedal, es decir el embrague. Poco a poco Kobeni intentaba comprender el vehículo que estaba a punto de conducir.
—No hay tanto problema para dirigir el auto, es como... ¡Las bicicletas!
—Jaja tú también me enseñaste a andar en una.
—Y te caíste muchas veces, aunque saliste aprendiendo. Solo no vayas a chocar el auto, es prestado y si eso pasa me van a matar.
—¿Tu amiga es agresiva?
—Un poco. Es de carácter fuerte, pero tiene un buen corazón, como escuchó que era para enseñarle a una de mis hermanas a conducir me prestó sin problema su auto. De lo contrario me mandaba a la mierda.
—Oh... bueno, intentemos aprender.
Kobeni sentía muchos nervios a la hora de empezar a manejar. Encendió el vehículo, quitó el freno de emergencia y empezó a pisar el freno junto con el embrague. Intentó hacer su primer cambio de velocidad. Avanzando lentamente y Kobeni sujetando fuertemente el volante.
—Okey. Ahora poco a poco vas soltando el embrague. — dijo Kenji.
El nerviosismo de Kobeni hizo que acatara la orden de su hermano pero no como el quería, quitó de forma brusca su pie del embrague lo que provocó que el auto se apague.
—Bueno, se me olvidó ese detalle. Cada cambio de velocidad debe ser hecho con calma una vez lo hayas hecho, lentamente asciendes el pedal y lo dejas, si lo haces brusco... Ya viste que sucede.
—S-si... perdón.
—No te disculpes, estamos aquí para que aprendas, hermana.
Esas palabras necesitaba escuchar Kobeni, sentía un poco las de seguridad y siguió las instrucciones de Kobeni. Poco a poco se estaba familiarizando con sus pedales.
—¿Cómo lo hago hermano? — Preguntó Kobeni mirando a su hermano.
—N-no dejes de ver el camino. — Dijo Kenji con nerviosismo.
—Perdón.
Kobeni avanzó sus primeros 500 metros como conductora. La ventaja del lugar es que había un retorno que le permitía a Kobeni regresar y dar vueltas. Kenji le decía que para dar vuelta debía usar las direccionales, solitas se apagan.
—Oye... esto no está tan difícil.
—S-si... solo mantén está velocidad mientras aprendes. — A Kenji le daba miedo que su hermana le llegase a emocionar y aumentar la velocidad que no podía controlar.
Kobeni intentó cambiar nuevamente la velocidad y por la emoción se le olvidó hacerlo suave nuevamente, el auto se apagó y eso hizo que Kenji se aliviara.
—Bien, continuemos así, poco a poco debes empezar a familiarizarte y así irás más preparada para conseguir tu licencia para conducir, no lo haces nada mal Kobeni.
—Claro... Quiero aprender para nunca más llegar tarde.
—¿Llegas tarde a tu trabajo?
—No... a cosas más importantes que mi trabajo. — La actitud de Kobeni se fue apagando.
—Entiendo... creo.
Kenji aprovechó para poner la radio y escuchar música. El mayor le era rutina ser el conductor, pero ahora era un tripulante más mientras que su hermana tomaba las riendas del camino. Kenji vio el paisaje que tenía a su lado y quedó tranquilizado, Kobeni por el momento sentía una seguridad que antes no sentía, ella dirigía el camino y le gustó.
—Solo baja un poco de tu velocidad, vas a dar una vuelta, asegurate de no estar tan pegada a nada para que puedas maniobrar.
—S-si... creo que le estoy empezando a entender.
Por unas cuantas horas, los dos hermanos se la pasaban tranquilos mientras Kenji le seguía explicando como debía ser el protocolo para cada cosa mientras ella conducía. Kobeni se sentía abrumada por la información, pero sabía que a Kenji le preocupaba mucho que ella aprendiera y era importante para el que ella pudiera retener casi toda la información.
—¿Y como te sientes ahora?
—Pues ya no me duele el cuerpo como antes, aún me sigue doliendo la cabeza por el golpe que me di...
—Descuida. Al menos estás bien, pero yo me refería a emocionalmente o como se diga, estás aprendiendo a conducir, es un verdadero logro para mucha gente.
—E-es cierto. Aunque yo creo que es lo mínimo que yo deba saber, no quiero ser lenta nunca más.
—¿Te gusta la velocidad?
—A veces me da miedo... pero cuando fue el ataque terrorista me di cuenta que correr o saber conducir bicicletas no bastaba.
—Cierto, los criminales son rápidos. Kobeni, descuida, eso ya pasó y muchos de ellos ya no nos pueden hacer daño.
«Porque algunos los maté» — La culpa de Kobeni la estaba enterrando viva. No solo por asesinar criminales, también por dejar morir amigos y no poder llegar a tiempo a un rescate. Ese día seguía dejando secuelas. Secuelas que ignoraba gracias a Denji, pero en su ausencia solo recordaba el dolor.
Kenji pidió cambio de turno. Ahora tenían que regresar a la casa de Kobeni aunque antes iban a comer unas hamburguesas en McDonald's, aunque a la cuarta hija le daba pena admitirlo, le gustaba la comida de ahí. Ambos comieron tranquilos, la compañía que se daban era algo que necesitaban. Kobeni le gustaba que su hermano siempre quisiera cuidar de ella, pero también aceptó que es una adulta y tenía que valerse por sí misma.
—Kobe... Sabes, sigo con la idea de que deberías buscar otro trabajo.
—Cuando paguemos las deudas y la universidad de Kenta, podré preocuparme de conseguir algo más, Kenji.
—Supongo que no hay otra forma para convencerte ¿Verdad?
—De momento no, este trabajo nos ayudará por un rato y luego renun...
La sensación fría de Haka llegó desde la parte de atrás. Recordó que cualquier señal de salir de los cazadores era una alerta para el demonio, lo que la hizo sudar y sentir nuevamente peligro por su propia vida.
—¿Tan rápido quieres ver morir a tu hermano? — Decía Haka mientras estaba a punto de chasquear sus dedos.
—Sigh. Seguiré trabajando, Kenji. No sé si hay una salida de esto, pero supongo que es lo que me merezco.
Las amenazas de Haka aterraban a Kobeni, pero ella debía actuar con naturaleza, de lo contrario una sospecha haría que el demonio no tenga piedad. Aún así está respuesta no le gusta para nada a su hermano mayor.
—¿¡Qué te lo mereces?! Kobeni, tu deberías estar estudiando o mínimo tener un trabajo tranquila, no debes arriesgar tu vida cada día, sé que este es nuestro secreto pero en serio me preocupa que te pase algo. Yo... No sé que haría si me faltas, cualquiera, solo... Quiero que todos estén bien.
El enojo repentino de Kenji pasó a ser uno triste. El ha vivido mucho dolor y preocupación, Kobeni no era la única que guardaba un oscuro secreto y estaba preocupado por la seguridad de su familia. Solo sus padres se podían ir a la mierda, pero no tenía el tiempo ni las fuerzas para cuidar a los menores, se lamentaba todos los días no ser capaz de generar más dinero.
—Kobeni... tengo algo que decirte.
—¿Qué sucede, Kenji?
Kenji sostuvo con fuerza su volante y buscaba tener seguridad en sus palabras. Sabía bien que una vez Kobeni se entere, se espantaría, solo le contará la versión que Kaori conoce.
—No fue un accidente del trabajo. Ni tampoco estuve con unos amigos. Unos mafiosos me atraparon y no tuve opción más que salir de mi auto y... recibir un mensaje, me golpearon por atrasarme con un pago y ahora no tengo auto, por eso estoy buscando uno nuevo.
Kobeni se asustó por lo que escuchó. Se dio cuenta que toda esa pena que sentía Kenji cuando apenas se reunieron era por eso.
—¿Pero no sé volverá a repetir, verdad?
—Papá y mamá tenían una pequeña fortuna gracias a los Higashiyama, se gastaron el dinero que le correspondía a nuestro padre y por eso recurrió a tanto imbécil mafioso que encontró. La familia de Kazuo es una de las tantas pandillas que nos tiene en la mira, Kobeni. Desde que vivía con ustedes, fue cuando empezó el problema, estaremos en más problemas si nos atrasamos una vez más.
—¿Desde que vivías con nosotros? Un momento... Todas las veces que llegabas herido a casa fueron por...
—Sí. Por eso mismo, hay un pequeño trato que tuvimos. No les hacen nada a nuestros padres ni tampoco a ustedes, yo por lo mientras solo debo resistir las palizas.
—¿Y por qué no te defendías?
—Estoy advertido de hacerlo. Si lo hago no cumplirían su parte de no lastimarlas.
Kobeni sentía un agujero en su interior, escuchar la confesión de Kenji y cómo soportaba ese dolor él solo, era algo que no sabía cómo procesarlo. Sabía que su hermano le confiaba esto, pero recordar cada vez que su hermano llegaba herido a casa, ensangrentado, sin poder caminar, querían llevarlo al hospital o llamar a la policía por tantos problemas en los que se metía, pero el chico se negaba, no quería ser separado de sus hermanos y que sean potenciales víctimas de cualquier mafioso porque ya estaban en la mira.
Los hermanos por fin llegaron a las afueras del edificio donde vive Kobeni. Los dos chicos estaban preparados para despedirse. La pequeña le agradeció a su hermano por enseñarle a conducir aunque sea un poco, Kenji la felicito porque nunca chocó ni se puso tan nerviosa como para perder el control.
—Hermano... ¿Eso fue todo con respecto a las deudas?
—¿De qué?
—Tu sabes ¿no hay algo más que deba saber o preocuparme?
—Nada. Te conté todo. Solo sube y descansa, mañana te hablaré para ver cómo sigues.
Cuando Kobeni estuvo a punto de salirse del vehículo, fue detenida por Kenji. El chico aún tenía la duda de una sola cosa.
—¿Tú sabes de quién se podría tratar lo de la mujer que mató a esos mafiosos? Era de tu trabajo jaja
—E-eh... y-yo...
—Si, quizá nos ayude o algo.
—N-no... sigo siendo nueva... y...
Kenji se quedó mirando a Kobeni, esperanzado que ella no sea la asesina de esas personas. Kobeni respondió a la mirada de su hermano, la culpa era expresada en su rostro, no sabía cómo responder al mayor y se quedó estática. Pausa que Kenji notó, poco a poco esa esperanza se iba borrando de su rostro.
Kobeni volvió a adentrarse en el vehículo y abrazó a su hermano. Kenji respondió a su abrazo y cerró los ojos. La falta de respuesta de Kobeni lo estaba dejando con dudas, la pequeña soltó una única lágrima y le pidió perdón a su hermano.
—¿Por qué te disculpas?
—Y-yo... Y-yo... Y-yo...
—Kobeni... ¿Sucede algo?
—Yo solo cumplí con lo que tú me pediste, sobreviví sin importar qué... no dejé que Tokio me devore.
Los ojos de Kenji se abrieron. Incluso aunque tuviera la intención de confrontar o consolar a su hermana, su boca no dejaba de solo temblar sin encontrar palabra alguna. La mirada de Kenji no era de negativa u orgullosa, estaba confundido. Su hermana nunca haría algo así, él la conocía muy bien, su hermana era linda, buena y jamás dañaría a alguien.
—Lo siento. Hermano.
Kobeni se llevó su libro, cerró la puerta del auto y se dirigió hacia su departamento. Kenji observaba a su hermana yéndose, no volteó ni se despidió. El mayor estaba paralizado, su hermana dijo poco y aún así contó todo. Ella era la asesina, ella mató a los mafiosos de formas crueles, ella no tenía heridas cuando la fue a ver, su pequeña hermana hizo lo necesario para sobrevivir, sabía que lo hizo en defensa propia, pero no podía procesarlo correctamente.
¿Cómo podía soportar el saber que su hermana hizo todo eso por seguir sus propias palabras? Kenji intentaba aceptarlo o negarlo, sabía que Kobeni no iba a regresar y el valor de confrontarla se había ido. Solo le quedó llorar al mayor mientras se retiraba del sitio, necesitaba ver a Rin y entregar su auto. Kenji se sentía devastado por el secreto que le compartió su hermana.
Un secreto que guardaría para sí mismo y nadie más. Kenji confrontaría a su hermana en otra ocasión, la amaba, pero no sabía cómo fueron las circunstancias ni los motivos, pero cada vez se sentía peor por haber dejado que ella se uniera a los cazadores.
Kobeni veía desde su ventana que ya no estaba su hermano. Se sentía mal por confesarlo de esa forma sin decir nada más, pero ninguno de los dos estaba listo para esa conversación. Los dos Higashiyama comenzaron y terminaron el día lastimados.
La cuarta hija intentaba reflexionar lo ocurrido. Amaba a sus hermanos e hizo todo lo posible para mantenerse con vida y salvar a su mejor amiga. Todo lo que recuerda del día del ataque es una pesadilla, no hay momento que la haga sentir bien... hasta el final.
La pequeña Higashiyama usó unas cuantas hojas blancas que tenía y envolvió el libro. Como una pequeña manualidad se tomó el tiempo de hacer tiras de papel y hacer un pequeño moño. Kobeni despejaba su mente haciendo otras cosas. Escribió una pequeña nota donde le expresaba cariño a su amigo. Nota que sabía que él no podía leer pero con su ayuda, llegaría a hacerlo.
Casi terminando el día, la cuarta hija decidió comer algo sencillo como lo era su cereal con leche y posterior a eso limpió su casa, le costaba moverse todavía, pero no fue inconveniente para dejar como nueva una vez más su propiedad.
Kobeni tenía la intención de llamar a su superior. Hayakawa no la contactó ni tampoco Kishibe. La pequeña estaba mirando su teléfono hasta tener la seguridad suficiente para hacer la llamada. Quería hablarle sobre cierta grabación y no quería postergarlo. Para bien o para mal, ese plan seguiría atrasandose.
El timbre de su hogar empezó a sonar como loco. Unos golpes a la puerta sonaron con un ritmo lento y cada vez más débil. La pequeña Higashiyama se espantó, un brinco desde el primer sonido y un pequeño grito parecía hacer ver qué ella estaba en una película de terror.
—¿¡Quién anda ahí?! — Decía Kobeni mientras sacaba un cuchillo afilado en uno de sus cajones de la cocina. No hubo respuesta.
¡TOC! ¡TOC! ¡TOC!
Lentos y aterradores eran los golpes que Kobeni escuchaba, seguía repitiendo por quién hacía esos ruidos, el cuchillo lo tenía en su espalda. Preguntó por Haka y ella no hizo acto de presencia. Preparada para un ataque en defensa propia la pequeña Higashiyama abrió lentamente la puerta, no hubo un empujón ni alguien entró con violencia.
Solo un cuerpo tambaleante, moribundo y ensangrentado que hizo lo posible para llegar hasta su lugar.
—¡Por Dios! ¿Quién te hizo esto?
Un golpe en seco se escuchó en los pies de la cuarta hija.
≫ ── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ── ≪
«•» Tercer acto: Kobeni «•»
『Visita』
La pequeña Higashiyama veía como el cuerpo de una persona moribunda avanzaba lentamente hasta entrar en su casa y caer en seco al piso.
Era Denji. Ensangrentado, con múltiples heridas expuestas y un brazo pérdido. El rubio colapsó en frente de los pies de la cuarta hija lo que provocó que ella se preguntara quién le hizo esto. Kobeni corrió hacia el exterior intentando cubrirse para no ser vista, no había presencia de nada. La frecuencia cardíaca de la cuarta hija estaba acelerada.
La cazadora regresó a su casa, cerró las cortinas y analizó a su amigo. El uniforme, aunque maltratado no era el mismo que llevaba consigo cuando fueron al cementerio. El abdomen parecía que en cualquier momento podía abrirse, su ojo derecho fue removido y el brazo izquierdo había sido cortado con poca delicadeza, sus huesos estaban expuestos con cortes irregulares.
El pasillo que conducía a la sala de la pequeña estaba manchado de sangre. Con el mismo cuchillo que tenía en su posesión hizo un pequeño corte en su antebrazo y regó su sangre en la boca de su amigo. Ya lo había visto morir en el entrenamiento y sabía que inevitablemente volvería a estar en pie.
—¡AAH! E-ESTE P-PENDEJO... — Luego de aquí fueron únicamente balbuceos.
El cuerpo de Denji de inmediato empezó a recuperarse, lo único que no parecía estar recuperándose del todo era su habla. El rubio se agito y terminó por intentar levantarse y fracasando, fue asistido por su amiga hasta llegar al sofá.
—¿Qué te sucedió? — le preguntaba Kobeni a su amigo.
Denji no respondía, miraba sus manos y como estaban recuperadas. A falta de respuesta Kobeni se levantó y buscó la ropa que llevaba consigo el rubio cuando se quedó con ella. La recogió y se la entregó.
Dio la vuelta para no ver a su amigo cambiarse. Escuchaba como tiraba el pantalón, los trozos de camisa que le quedaban y como se colocaba todo.
—¿Y-ya puedo voltear?
Seguía sin recibir respuesta. Denji se encontraba vestido y aunque manchaba su ropa con sangre, ya no había ninguna herida abierta. La cuarta hija vendó su herida en brazo y regresó con su amigo. El chico miraba al suelo y con un poco de remordimiento.
—¿Y Power? — Preguntó Kobeni
Denji miró directamente a su amiga, levantó sus hombros e hizo un gesto que no sabía. Kobeni tampoco podía extrañar mucho a Power, así que lo dejó pasar. La falta de habla de Denji le preocupaba, algo debió haber pasado en su cerebro para evitar que pudiera hablar.
—¿Por qué no puedes hablar? — preguntó la cuarta hija.
Pregunta que dejó al chico recordando la forma en cómo recuperó la conciencia la noche anterior. Se dirigió a una pared, la golpeó unas pocas veces para verificar si está dura, preparó el impacto y golpeó su cráneo contra ella. Golpe que dejó una mancha de sangre tanto en la pared como en su frente. Kobeni se aterró por ver tal escena más por lo idiota que fue Denji que por preocuparse de su estado.
—¡AAAGH! ¡PUTA MADRE, ESO DOLIÓ! — había recuperado la capacidad de hablar.
—¡¿P-pero que rayos fue eso?! — Preguntó Kobeni asustada por lo que vio.
—A veces mi cerebro no funciona bien y tengo que ordenar todo, gracias por tener una pared tan dura Kobeni.
—¡Acabas de dejar una mancha de sangre en mi pared!
—Lo siento, fue...
—Y en el sofá, en el piso. Ay justo apenas acabo de limpiar.
—Kobeni yo... lo sien... — El chico intentaba explicar lo que sucedió, pero fue interrumpido por un abrazo.
—Lo importante es que estás bien.
—Si... supongo que estoy bien.
Ambos chicos respondieron su abrazo. Kobeni evitó enseñar su rostro a su amigo, estaba un poco enojada. Denji poco a poco se iba ruborizando, no esperaba esta reacción de parte de su amiga y más que le reclamó por su casa ahora con manchas de sangre.
Kobeni se apartó y solo tomó la mano de su amigo. La cuarta hija no tenía problema de seguir así, pero tampoco lo quería incomodar, sus heridas probablemente eran por culpa de Kishibe.
Denji se disculpó por dejar sucia su casa. No sabía a dónde ir, bueno tenía la opción de también ir a la casa de Aki pero en sus palabras "Ese pendejo me terminaría de matar luego de ver cómo Power dejó la casa".
—¿Tienes hambre? — Preguntó Kobeni
—Me muero por comer cualquier cosa, incluso si está podrida.
—Solo hay cereal y leche. No tengo más ahora que lo pienso.
—Con eso me basta.
Kobeni le sirvió su tazón de leche y dejó que Denji le pusiera el cereal. La cuarta hija se quedó observando a su amigo. Poco a poco la cuarta hija iba cerrando sus ojos, el sueño la estaba superando. Denji observó a su amiga y se apresuró a tomar su tazón de leche. Cuando el brazo de Kobeni donde se apoyaba su cabeza no podía soportar más el equilibrio, Denji la detuvo.
—Ya vete a dormir.
—Lo haría, pero ahorita mis piernas me están matando, solo déjame descansar aquí. — Decía una adormilada Kobeni.
—¿Aún te duele lo que te hizo ese imbécil?
—Sí, pero menos que en la mañana.
—Supongo que no hay de otra.
Denji se levantó de su asiento y se paró en frente de ella. La pequeña estaba confusa por como la veía su amigo, el chico dio la vuelta y se agachó.
—Súbete. Te llevo a tu cama.
La pequeña aceptó y con ayuda de Denji se subió a su espalda. Sintió paz estando ahí y si hubiera tenido más tiempo, se habría dormido en ese instante. Los dos amigos se dirigieron a la cama de Kobeni.
Denji dejó preparada la cama para que Kobeni se acostara. Con delicadeza el chico dejó que la pequeña se pudiera sentar y acomodar como ella quisiera en su cama. Fue arropada y cerró sus ojos, Denji pensó que lo mejor era irse y no causarle más problemas, tarde o temprano sería localizado.
Una vez se quiso apartar de la cama, su brazo fue atrapado por la pequeña y con firmeza evitó que se fuera su amigo. Ambos hicieron contacto visual, ella no quería que Denji se marchara.
—¿Ya te tienes que ir?
—Uhm... Sí, supongo. Descuida solo vine de visita.
Kobeni se destapó y le señaló a Denji donde quería que él estuviera. El chico estaba dudoso de seguir la petición de su amiga, pero cuando se dio cuenta ya estaba dentro de las cobijas y estaba recibiendo un fuerte abrazo de ella.
Los latidos del motosierra poco a poco se iban acelerando, el rubor de su rostro era más evidente y se despegaba de su amiga por temor a alguna visita inoportuna, aunque esto último le era difícil, Kobeni no ayudaba mucho y solo quería estar aferrada a él.
—Te extrañé mucho.
Kobeni mantuvo firme su abrazo a Denji, el Motosierra poco a poco cedía al poder de su pequeña amiga, el abrazo que ella le daba fue correspondido. El chico no tuvo un buen día, pero sentía que al final se recompensó al estar en la misma cama con una linda mujer. Pochita debía estar feliz de ver a Denji cumpliendo sus sueños.
—Sabes Kobeni, yo... no pude ayudarte cuando el anciano ese te golpeó, solo quería discul...
—Ya pasó, no fue tu culpa. Yo elegí también ir a entrenar con él. — Kobeni interrumpió a Denji.
Poco a poco el Motosierra era más cooperativo, acariciando la frente y el cabello de la pequeña. Kobeni hizo lo propio, paseando su mano en la espalda de su amigo. Kobeni disfrutaba oír los latidos del corazón de Denji, aunque después de un rato ella empezó a hacer una sutil risa.
—Apestas jaja
—Es difícil oler bien cuando un anciano loco te persigue y te logra matar constantemente.
—Ou... Descuida, en la mañana te dejo ducharte en mi baño.
—Gracias... ¿Y todo bien?
—Supongo que no, acabo de hacer algo de lo que me arrepiento.
—Eh... ¿Y qué se hace en estos casos? Tenemos que hablarlo o...
—No es necesario si no quieres.
Denji sentía los temblores de su amiga, como ella intentaba contener el escurrimiento de sus mocos. Pese a todo, su vida fue reducida a sobrevivir y abrazar a Pochita, no había espacio para llorar o sufrir por cosas que él no había cometido, era lo que le había tocado. Pero su amiga era distinta, era un cúmulo de emociones que tarde o temprano estallaría como lo hizo en el hotel.
—¿De qué te arrepientes? — preguntó el rubio.
—De todo. Siempre que elijo algo y pienso que estoy haciendo lo correcto, pero el mundo me responde que lo hice mal, siempre soy castigada no importa lo que yo haga o diga.
—¿En serio... te arrepientes de todo?
—Este trabajo, lo que hice con los terroristas, capaz de venirme a vivir aquí, siempre todo lo que sucede alrededor me dice que lo hice mal.
—Yo... no creo que haya cosas de qué arrepentirse. Cuando yo conocí a Pochita fue el mismo día que enterré a mi papá, el imbécil bueno para nada solo me dejó deudas y el mafioso con cara de enfermo me obligó a pagar su deuda. Todo era una mierda, una auténtica porquería, pero ahí conocí a mi mejor amigo.
—¿Y... qué sucedió después?
—Supongo que no le agrade, siempre recuerdo ese gruñido. Quería que me alejara, pero tenía una herida lo bastante grave como para no moverse. Así que le pedí que se volviera mi amigo por contrato, me sacó sangre y a partir de ahí nunca quisimos separarnos.
—Entiendo, supongo.
—Hay mucha mierda en todo esto, comida podrida, señores con cara de idiotas que te gritan y amenazan por tomar algo que venden, niños que están igual que tú pero que no quieren ser tus amigos. Pero aquí estoy, en una cama abrazando a una hermosa chica.
—¿Qué fue eso último?
—N-nada... solo que al final Pochita se quedó a mi lado y ahora es... mi corazón, no sé si eso siga siendo bueno o malo.
—Sigues vivo... yo creo que eso es bueno.
—¿Y te arrepientes de algo más?
—A veces me pregunto qué hubiera pasado si no conocía a Himeno. Ella quizá esté viva aún, si no la hubiera convencido de dejar de tomar...
—Ni puta idea si eso hiciera que siga con vida. Pero seguramente disfrutó de tenerte como amiga.
—Supongo. Ahora solo me quedas tú.
—¿Y te arrepientes de algo conmigo?
—No... bueno sí, quizá conocernos de otra forma.
—Hey. Que me hayas pedido dinero es una buena forma de presentarte.
—¡Yo no te pedí dinero! Es más, ni sabía que eras tú.
—Jaja. Solo lo hago para molestarte. Además, Pochita siempre fue así, le interesaba ayudar y no dudó de ayudarte a ti.
—Fue un buen amigo. Pero hablaba de la vez del hotel. No quería hacerte daño, solo quería volver a ver a mis hermanos... perdón por eso.
—Supongo que eso está bien, tus hermanos te vinieron a ver y te abrazaron, debe ser lindo tener una familia.
—Es lindo. Pero siempre estamos cortos de dinero y hoy quise comprar algo, Kenji tuvo que pagarlo.
—¿Un cereal nuevo?
—De hecho, es un regalo. Para ti.
—¡¿En serio?! Vamos a abrirlo.
—No, hay que descansar y mañana lo abrimos. — Kobeni se levantó de su posición y le dio un beso en la mejilla al rubio. Se volvió a acomodar para escuchar sus latidos y durmió.
Denji no podía descansar de todo. Estaba confirmando más su gusto por ella, incluso era lindo un detalle como un regalo. Le intrigaba saber que era.
«¿Será comida? No, no tendría sentido si dijo que no había comida. ¿Algún manga? Mierda no sé leer. ¿Qué tal una revista para adultos? No, ella no haría eso.»
La duda lo comía, pero sólo hasta que sintió a su amiga acomodarse y nuevamente pegarse a el, fue que dejó de lado eso.
«Supongo que me podría acostumbrar a esto, Pochita. ¿Qué dices? Si tú la escogiste debió ser por algo. Gracias, amigo.»
El rubio también descansó y abrazó delicadamente a su amiga. Tuvo un horrible día que terminó de la mejor manera.
『Estudiosos y cariñosos』
A la mañana siguiente ambos seguían en la misma posición. Disfrutaron de un merecido descanso y se vieron a los ojos.
Kobeni le pidió a Denji que se tomará una ducha. Disfrutaba estar con él, pero ahora sí necesitaba asearse. La pequeña Higashiyama se puso manos a la obra y empezó a limpiar el desastre que Denji dejó en el interior de su casa, fue un poco difícil quitar las manchas de sangre.
Poco a poco su hogar retomaba su impecable aspecto. Aunque incómoda por lo que vería a continuación, intentó hacer limpieza en las escaleras de su edificio, algo le decía que su amigo hizo un desastre afuera. Salió de su propiedad y en efecto, había un rastro de sangre que guiaba hasta su casa.
La cuarta hija suspiró y también empezó a limpiar el desastre, cada escalón fue tallado lo suficiente para que pareciera como nuevo. El rojo oscuro dejaba formar parte del color del suelo. Algunos vecinos le pidieron silencio, Kobeni con miedo a que salieran y vieran la sangre dijo que se sentía mal del estómago y vomitó, lo estaba limpiando. A algunos les dio asco y prefirieron seguir en sus casas.
La evidencia de sangre había desaparecido y en cambio las escaleras estaban relucientes. Regresó a su casa para ver si Denji estaba preparado. El tonto no se colocó toalla y cuando salió, Kobeni vio al rubio como Dios lo trajo al mundo.
—¡Tonto! Te di una toalla para que te la pongas. — decía Kobeni mientras se cubría los ojos y volteaba a otro lado.
Denji miró hacia su amigo y se cubrió.
—¡V-vístete! — Gritó una apenada Kobeni. Ella en algún momento llegó a ver a su amigo desnudo en el departamento de Himeno, pero era una experiencia incómoda.
Denji tuvo que repetir la vestimenta del día anterior, aunque al menos Kobeni aceptó que ahora olía mejor. Ambos salieron a comprar cosas para comer y regresaron, la cuarta hija intentó imitar alguna de las tantas recetas que hacía su hermana, aunque para ella la Sopa de Miso no le gustó, pero para Denji era una total exquisitez.
Los dos chicos desayunaron y se quedaron tranquilos en la mesa, Denji aceptaba que esto era una buena vida, incluso si el pendejo de Kishibe lo atrapaba, valió la pena escaparse.
—¿Escapaste?
—Sip. Era molesto seguir peleando con él, no nos dejó comer casi todo el día.
—¿Y Power se quedó con él?
—Eso creo. Ahí seguía parada la pendeja.
—Ou... bueno... — Kobeni intentó reflexionar si esto era peligroso para Denji, escapar no estaba permitido para él. — Supongo que ella estará bien.
—Una lástima si se murió, me empezaba a caer bien.
—¿Ya son amigos? — preguntó Kobeni con una sonrisa.
—Supongo, no es tan idiota una vez te dan muchas palizas a su lado.
—Me alegra. Y porque ahora son amigos, te ganaste... — Kobeni ya tenía en sus espaldas el regalo. — ¡Un regalo sorpresa!
Denji sonrió y lo tomó delicadamente de las manos de Kobeni, no parecía ser alguna figura de acción, pero posiblemente sí sea un manga por la forma. Vio la nota que dejó su amiga y le preguntó que decía.
—Es algo debes averiguarlo tú mismo.
—¿Eh? Pero yo no sé leer, si a lo mucho una que otra grosería, pero...
—Ábrelo, te ayudará.
La envoltura del regalo fue removida por Denji y dejó ver su contenido. Era un libro para niños para comenzar a leer y escribir en japonés. La emoción del rubio poco a poco iba disminuyendo.
—¿Q-qué es esto, Kobeni?
—¡Sorpresa! Es un libro con el que te ayudaré a leer, p-podrás leer tus mangas o leer los menús.
—¡Oh! Gracias, entonces... ¿Tú serás mi maestra?
—E-eh... sí, no creo que Aki te ayude jaja
—Seh, ese imbécil solo sirve para hacer la comida.
—¿Sabes cómo se encuentra?
—Ni idea. Tampoco es como que me importe. En fin, supongo que ya no hay nada que hacer.
Kobeni abrió el libro. Desde temprano no había recibido ninguna llamada, aunque tampoco quería contactar a Kishibe tan pronto. Sentó a Denji y ambos ojearon un poco de lo que debía hacer. Incluso Kobeni se abrumó de las actividades que Denji le tocaba realizar.
La pequeña observó a su amigo, se veía cansado y aburrido, cada hoja que pasaban parecía más pesada que la anterior. La cabeza de Denji azotó a la mesa y susurró "Agh, la escuela es aburrida incluso en casa, maldita sea nunca aprenderé a leer"
Esto dejó pensativa a Kobeni, lamentablemente no era como ella esperaba, Denji no se veía convencido de querer estudiar y aprender a leer. Así que decidió hacer uno de una táctica que aprendió de Himeno, si no puedes motivarlos con la cabeza de arriba, usa la de abajo.
—Oye Denji...
—¿Qué pasa, Kobeni?— decía Denji mientras aún su cabeza estaba sobre la mesa.
—Qué tal... s-si acabamos una lección... t-te doy un b-beso en la mejilla...
—2 besos y una lección. — Denji decidió negociar.
—2 besos en las mejillas y 2 lecciones. C-cada mejilla será besada.
—Tentador. Pero... No me convence del todo...
—¿Y si te doy un beso en la frente y acabamos una lección más? 3 besos y 3 lecciones, Y-yo lo veo un t-trato justo. — Cada vez Kobeni se encontraba más nerviosa.
—¡Déjame aumentar la oferta! Yo aumentaré una lección más, 4 lecciones y 4 besos. Es tu número favorito después de todos.
—S-su-supongo que está bien... ¿Comenzamos?
—Espera un momento, el cuarto beso debe ser en los labios. No se puede cambiar de lugar.
—¿E-en... los labios?
—Sipe. Yo lo veo justo, avanzamos mucho y además me ayudarías a... p-practicar.
—Y-ya veo. — Kobeni se estaba poniendo roja de la vergüenza. — S-si... tienes razón, es un trato justo.
Los dos amigos abrieron su libro. Comenzaron viendo la introducción, Kobeni en un inicio leía cada parte que Denji necesitaba saber. El Rubio veía complicado todo y se arrepentía de haber aceptado, pero con tal de recibir unos besos de su amiga, estaría dispuesto a seguir.
—¿¡Quién mierda hizo que tuviéramos que aprender tres sistemas de escritura?! Maldita sea, ¿Por qué no podemos escribir con las mismas letras que el McDonald's usa?
Kobeni intentó responder a su pregunta, pero ella tampoco sabía. Era una secuencia donde ella abría la boca para intentar explicar algo, luego analizaba más la pregunta y la volvía a cerrar. La cuarta hija quedó un tanto confundida, pero decidió seguir.
—Japón es un país poderoso en el mundo, supongo que es porque... ¡Somos más inteligentes gracias a nuestro idioma! — Respondió Kobeni.
—No lleva tanto tiempo que mi única comida eran cosas podridas de la basura. ¡Poderosos mis huevos!
—Okey, tienes razón, pero esto es una oportunidad para que no dependas de nadie más, así irás a cualquier restaurante y pedirás el platillo que más te convenza ¿No te parece mejor?
—Un poco, solo si comes conmigo entonces acepto. Te invitaré, así la comida tendrá un mejor sabor.
—Es un trato. — Los dos chicos estrecharon sus manos como promesa.
Continuaron con el aprendizaje. En la primera lección el rubio se encontraba motivado, aunque apenas llegaron a la segunda y el sueño lo estaba matando.
Kobeni le ofreció un dulce que tenía guardado y se lo dio. Continuaron las lecciones hasta llegar a la tercera. Ninguno de los dos podía más. Se sentían un tanto decepcionados por no haber llegado a la cuarta.
—Agh, rayos. Yo realmente quería acabar las cuatro lecciones.
—jajaja ¿Tantas ganas tienes de un beso en los labios?
—Huh. N-no... eh. Sí, quiero practicar y eso. Me gustaría ser mejor besando para que M-Makima lo disfrute.
—Supongo que te sigue gustando Makima. — Decía Kobeni mientras miraba al libro que le compró a Denji.
—¡Pero! Nunca hay que decir que algo es seguro... incluso si no es Makima podría ser... alguien especial a quien quiera besar, como una amiga.
—Los besos son para alguien que te guste, no deberías tomarlos tan a la ligera.
—Y-yo... — Denji se ponía rojo. Miraba el rostro de Kobeni — Kobeni, t-tu...
La cuarta hija para evitar un momento vergonzoso agarró una hoja de papel y sacó un lápiz.
—E-en... un momento continuamos con esto. Claro que te pagaré, pero es necesario que aprendas algo muy importante.
—¿Además de leer?
—¡Si! Escribir, pero me refiero a escribir tu nombre.
—¿Y para qué querría hacer eso?
—Mmmm. Imagina que Makima va a recibir un regalo y el que se lo enviará serás tú, ella debe saber quién se lo manda de lo contrario...
—¡Creerá que se lo mandó el pendejo de Aki!
—Eh. — Kobeni quedó sorprendida por esa respuesta. — Si, creo que ella pensaría eso.
—¡Tenemos que evitarlo! Enséñame a escribir mi nombre.
—¡C-claro!
Kobeni llegó a investigar en algún momento los caracteres en Kanji que podrían dar forma a su nombre. La pequeña con un poco de calma escribió dos únicos caracteres que representaban lo energético y atrayente que a veces podía ser su amigo.
『電磁』
(Kanjis de las palabras electricidad y magnetismo)
(Den - Ji)
Denji miró de forma incrédula a Kobeni. No creía que fuese bastante complicado escribir su propio nombre, después de todo necesitaba 29 trazos para hacerlo de la forma correcta.
—¿En serio crees que voy a poder escribir eso?
—Eh... Está bien, tienes razón. Creo que aún sigue siendo muy avanzado... ¡Qué tal si lo intentamos de esta forma para que aprendas a hacerlo bien!
—Ajá. — Denji estaba incrédulo de lo que podría hacer Kobeni para simplificar su nombre.
Acompañado de los dos caracteres en Kanji que formaban el nombre de Denji, se encontraba su pronunciación fonética usando el katakana. Una manera más informal, pero adecuada de que Denji pudiera recordar y escribir su propio nombre.
『デンジ』
(Pronunciación de Denji)
—¡WOW! Esto fácilmente puedo hacerlo.
Denji le pidió prestado su lápiz a Kobeni y empezó a escribir su propio nombre, la caligrafía de Denji era para llorar, pero Kobeni se sentía feliz de ver emocionado a su amigo. Poco a poco dejó de ver las manos del chico trazando una y otra vez su nombre y se dirigió a su rostro. Quizá el rubio no le daba seriedad a los Kanji, pero Kobeni pensó que en algún momento sus papás creían que el chico sería alguien especial.
Ella desconocía que fue lo que les ocurrió realmente ¿por qué Denji acabó atrapado en una situación tan horrible? Incluso no sabía cuál sería su apellido para que escribiera correctamente su nombre. Su amigo nunca dudó sobre ello y cuando la pequeña se lo preguntaba él no tenía otra respuesta más que "No me acuerdo"
Kobeni le pidió prestado el lápiz a su amigo, el chico aceptó y ella empezó a borrar 4 pequeños trazos de su nombre en katakana. Luego le pidió que lo leyera en voz alta. Ella cuando lo estaba leyendo pudo relacionar la pronunciación con otra palabra que sonaba parecido a su nombre.
『テンシ』
(Su pronunciación da lugar a la palabra Ángel)
—¿Puedes leerlo en voz alta?
—T-Te... — Denji miraba fijamente a las letras, aunque era similar a su nombre katakana, veía cierta diferencia. — Te-Tenshi.
—¿Y? Ya deberías saber que significa. — Decía sonriente su amiga.
—¿Un ángel?
—¡Correcto! — Kobeni le dio una cálida sonrisa a su amigo. — Para ser un sujeto que buena parte de su vida se ha enfrentado a demonios... tu nombre se acerca a algo más bonito, hasta angelical. Eres muy peculiar Denji.
—Huh. Supongo. Pero esas cosas no sé si sean interesantes de recordar.
—Mira el lado bueno. Ahora te ayudaré a qué recuerdes mi nombre.
『東山』
(Higashiyama)
—Tu apellido es más fácil de recordar que mi nombre en esta forma. Es... bonito.
—Si, supongo que podría considerarse que antes nuestra gente tenía un mayor renombre, ahora el legado familiar es...
—¿Basura?
—S-si... supongo.
—Mira el lado bueno, cuando seas artista harás que la gente se acuerde del apellido Higashiyama, haz que se les quede en la puta cabeza eso.
—Jaja. Tienes razón y ahora mi nombre.
『コベニ』
(Kobeni)
Los dos amigos empezaron a escribir el nombre del otro. Kobeni escribía con una caligrafía impecable el nombre de Denji mientras que el chico aún con una pésima caligrafía se esforzaba por memorizar el nombre de su amiga.
La cuarta hija dejó de lado su lápiz. No le interesaba continuar con su pequeña actividad. Poco a poco se fue acercando al rostro de su amigo y le dio el primer beso que ella le prometió. Su mejilla derecha fue besada.
Los dos amigos se miraron frente a frente. El rostro de ambos estaba teñido del rojo más vivo, ella dijo que no le gustaba estar en deuda con Denji y que cumpliría su promesa.
La pequeña se acercó a su otra mejilla y la besó. Denji apretó su puño, la emoción lo estaba comiendo vivo, quería besarla en los labios, pero sabía que no quería incomodar a su amiga. Él estaba dispuesto a que nuevamente ella tome la iniciativa y vaya que lo estaba disfrutando.
Kobeni tardó en despegarse de su mejilla izquierda. Se levantó de su asiento y se acercó a la frente de su amigo, la pequeña dio el tercer beso y con ello cumpliría su promesa.
Ambos continuaron viéndose fijamente, Denji ganaba terreno y a diferencia de su amiga, la vergüenza no lo devoraba, caso contrario a Kobeni que terminó desviando en más de una ocasión su mirada. El chico intentó mantener que Kobeni no se apartara de él, agarró su cintura con delicadeza para que ella se sintiera en confianza de seguir.
La chica empezó a ser más cooperativa, llevando sus brazos a los hombros y acercando sus manos a su cuello.
—¿Sabes? Esto es peligroso. — Dijo Kobeni
—¿E-en qué s-sentido? — Preguntó algo inseguro su amigo.
—Sé lo que quiero hacer, pero no sé si está bien.
—Está bien, no creo que esto nos meta en problemas... somos... Amigos, después de todo.
—¿P-puedo? — Con esa simple pregunta, Kobeni pedía el consentimiento de su último amigo para cometer su fechoría más grande.
—Sí... Puedes.
La mano izquierda de Kobeni recorrió el cuello del rubio y se fue aproximando a la mejilla de su amigo, la frotaba suavemente mientras se iba acercando su rostro con el de él. Sus frentes entraron en contacto, ambos podían sentir el calor que emanaba. Ninguno podía negar la emoción de cometer algo así de incorrecto, a Kobeni le gustaba Denji pero seguía pensando que Makima era prioridad para su amigo. La pequeña Higashiyama creía que este sería su verdadero gran crimen, robarle el pretendiente a otra mujer.
No había remordimiento, dejó de importarle la diferencia de edad y solo siguió acercando sus labios con los del chico. Denji estaba emocionado, por fin daría su primer beso con su consentimiento y con alguien con quién realmente deseaba esta experiencia sin ninguna gota de alcohol en su cuerpo. Era idílico, si Pochita lo pudiera oír, le diría que estaba a punto de cumplir otro sueño.
—El cuatro sigue siendo el mejor número ¿Verdad? — Dijo Denji
—Si, lo sigue siendo.
Ambos cerraron fuertemente sus ojos. Aproximaron lo suficiente sus labios para entrar en contacto, la falta de alcohol en esta ocasión prácticamente lo hacía un reinicio, volvieron al mismo punto que cuando se conocieron. Los dos chicos solo empujaban sus labios contra los del otro, ambos se separaron, rojos y con mucha pena para verse frente a frente.
Kobeni mirando al piso y Denji a una pared. Los dos amigos querían repetirlo y hacerlo correctamente. Fue ahí cuando Denji en esta ocasión repitió la frase que escuchó en el departamento de su difunta amiga.
—"Puedo darte uno mejor" — Imitando la forma que habló Himeno en esa ocasión.
La cuarta hija empezó a reír. Recordó la escena del sofá y entonces fue ahí cuando ella dijo.
—Está bien. — Luego de eso se puso en frente de Denji y cerró sus ojos, preparó sus labios y esperó está vez que su amigo fuera quien tomara las riendas del beso.
Denji se iba acercando mientras lentamente sus ojos se cerraban. Era lo que quería, ser quien tomara el mando para un beso, ambos estaban listos para lo que sucediera. No sabían que podría cambiar en su relación, pero lo que estaban haciendo ahora les encantaba.
¡TOC! ¡TOC! ¡TOC!
Unos golpes en la puerta de la entrada confundieron a la pareja. Voltearon a ver la entrada por si alguien continuaba tocando, pero el sonido se detuvo, Denji le dijo a Kobeni que quizá se confundieron de casa y que no se levantara para revisar.
La chica seguía roja y estaba emocionada por el siguiente beso, hasta le hizo caso a Denji ignorando el sonido de la puerta ambos estaban dispuestos a ignorar su alrededor para continuar haciendo lo que a ellos les daba placer.
A milímetros del contacto para su segundo beso. Un fuerte Crack sonó desde la entrada, hizo que los dos se despegaron y se vieran preocupados, no sabían de quién se trataba.
Su pequeño momento romántico se vio arruinado. Cuando Kobeni por fin entró en uso de razón vio un agujero de gran calibre en su puerta. Volteó a ver a Denji y se dio cuenta que ya no estaba. Lo buscó y lo encontró de la peor forma que quería ver a su compañero.
La cabeza había sido atravesada con una lanza de color rojo, dejando al motosierra inconsciente y Kobeni no pudo reaccionar más que para tapar su grito con sus propias manos. Veía como la cabeza de su amigo y dueño de sus besos esparcía la sangre en el piso.
El crujir de la madera de la puerta y sus escombros salieron volando de la entrada gracias a los impactos de un hacha rojiza, asustando a la pequeña al punto que se creó un gran agujero en la parte superior donde apareció la silueta de una mujer con picudos cuernos en su cabeza.
—¡AQUÍ ESTÁ POWER! — Gritó mientras se asomaba. Pateó la puerta dejando inservible la cerradura y provocando que una de las bisagras saliera de su lugar.
—¡MI PUERTA! — Gritó Kobeni.
Las risas de la poseída hicieron que Kobeni volviera a sentir terror de su socia. No aparentaba tener heridas y su ropa era distinta, era un conjunto informal pero que hacía ver bonita a la rubia.
—¡Bellaco de mierda! ¿¡Cómo te atreves a abandonar a la grandiosa Power?! Imbécil ¡Papanatas! ¡Zopenco! ¡GRANUJA!
Denji no respondía más que con balbuceos. La lanza había penetrado bien en zonas claves del cerebro de Denji, tal como Power esperaba. Sabía que se estaría dando besitos con la enana y en el momento preciso solo bastaba llamar su atención para que el tiro sea certero.
La rubia agarró a su socio de su pierna y lo arrastró hacia la salida de la casa. Kobeni se quedó paralizada, no sabía que hacer, era una forma que no esperaba de encontrarse con Power y más pensando que Denji dijo que se habían empezado a llevar bien. Estaba preocupada por él, pero su puerta, tenía que mandar a repararla y no sabía cuánto le costaría.
Kobeni se levantó y vio el demacrado estado de su puerta. Estaba triste por el gasto extra.
—Veo que aquí vives.
—¡Eh!
Lentamente subía Kishibe a su piso. El anciano estaba quejumbroso y le preguntó a Kobeni porque había escogido un piso tan alto, era problema para él subir tantas escaleras. Kobeni se quedó callada y siguió en lo suyo.
—Veo que te sientes mejor. Andando, tu siguiente entrenamiento comienza hoy.
—¡Qué! Pero si acaban de destruir mi puerta.
—Solo es cuestión de reparación, hasta Denji podría hacerlo.
—P-pe-pero yo... la quiero como antes.
Kishibe la miró con frialdad. Kobeni estaba al borde de las lágrimas. Nuevamente lo que había detrás de una puerta solo le llevaba desgracia y ahora, hasta la puerta fue dañada.
El cazador sacó de su traje un celular. Hizo una llamada y contactó con un contratista que se enfoca en las reparaciones que a veces los cazadores hacían en propiedades ajenas. La conversación fue corta pero cordial, el anciano le preguntó la dirección a la cuarta hija y después mencionó que esto corría por la cuenta del veterano. Se escuchó un "Siempre generoso con los novatos ¿Qué fue está vez?"
—Nada. Te veo en tres días para nuestro juego. — Kishibe colgó la llamada y se dirigió a su alumna. — Bien. Cómo oíste, yo pagaré las reparaciones, después de todo Power me dijo que acá podría encontrar al motosierra.
Kobeni miraba al suelo, nuevamente había sangre en el piso y con su mano izquierda agarró su antebrazo derecho en señal de vergüenza. La pequeña solo pidió un momento, no tenía un saco de su uniforme en condiciones, pero se puso el resto de las prendas. Solo agarró una pequeña chamarra si hacía frío y se retiró de su hogar.
Intentó aparentar que la puerta estaba cerrada y tapó el agujero que dejó Power con unas hojas de papel, sabía que nadie caería en esto. La pequeña solo pensaba que tarde o temprano la iban a correr de su casa porque todos los desastres estaban involucrados con ella.
Suspiró y descendió de las escaleras. Esperando que fuese lo que Kishibe tenía preparado para ella.
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Y el capítulo finalizó. Creo que los temas de Katana Man van a repercutir demasiado después de esto. Sobre todo, porque tengo ganas de hacer a Makima un poco más influyente en la política y en los medios, solo esto último si es canónico.
No esperen capitulo pronto, pero como dije este de lejos es el capítulo más largo, son cerca de 30k palabras, así que dejé suficiente para rato. Aun así, esperen la historia que aún no logré subir y lo que sigue, cada vez estamos más cerca de que Makima se acerque a los mafiosos. Y Aki con lo de futuro, habrá unos cambios con respecto a lo que el cazador podrá ver.
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