capítulo 3


Justo un año antes, en 1809, el gobernador Velazco había tomado otras decisiones como la selección del diputado José Gaspar Rodríguez de Francia, quién representaría a Paraguay en España, sin embargo, eso no se llevó a cabo por los acontecimientos políticos ocurridos en Buenos Aires, en ese entonces. Aparentemente todo marchaba bien por Asunción, hasta la llegada de esa nota.

— Señor, esta petición lo manda Vicente Ignacio Iturbe. Ya fue aprobado por Don Rodríguez de Francia, solo se necesita su firma y del señor Caballero —, mencionaba el secretario tras las últimas noticias sobre acontecimientos políticos. Había interrumpido las labores del Dr. Fernando de la mora quien se disponía a salir del Cabildo para dirigirse a su hogar.

— ¿Es urgente la petición? — preguntó, pues había quedado con su familia para tomar la merienda y conocer al pretendiente de su hermana, quién quería pedir formalmente como esposa a Rosa Isabel.

— Perdone usté, señor, pero es importante —, dijo el secretario agachando la cabeza a modo de disculpas.

— De acuerdo, leeré la nota, y luego te la firmaré —. Fernando tomó la nota, se acercó a su escritorio nuevamente, leyó la nota con detenimiento para posteriormente firmarla. Esa nota predecía algo de lo vivirían más adelante.

Fernando ya se encontraba en su hogar, había tenido la oportunidad de conocer a Mariano Martínez Viana, un abogado, de familia con una reputación no tan aceptable para la sociedad hipócrita que los rodeaba. Pues muchos señalaban situaciones que probablemente no fuesen tan pecaminosas como las que vivían, esas mismas personas que señalaban. Sinceramente era lo que menos le preocupaba por el momento, en vista a que ese hombre que decía querer a su hermana se había mostrado ante ellos, como alguien honesto, trabajador y educado.

Eran casi la una de la madrugada cuando Fernando escuchó algo extraño, eso lo despertó, observó hacia su ventana abierta y le pareció ver como si un tabaco encendido levitara en medio de la oscuridad. Curioso de saber que ocurría afuera, frente a su ventana, se levantó y se dirigió hacia el corredor que daba al patio. Se dio cuenta de que Kunumi, estaba despierto y, sentado en la hamaca en la que solía dormir, se acercó a él y le preguntó si había visto lo mismo.

— ¿Qué le pasa Kunumi? ¿Tampoco puede dormir? ¿Ha visto ese tabaco encendido como si volara entre la oscuridad de la noche? — se apoyó sobre uno de los pilares del corredor y cruzó sus brazos ante la brisa de la noche, iluminados por la luz de la luna—. Un ruido fue lo que me despertó y luego vi eso hacia mi ventana, el tabaco parecía ir en dirección a los establos como si alguien lo estuviera fumando.

Pea hae Karai Pyhare, señor, no tenés que hacerle caso, sino se puede enojar. Mejor déjale tranquilo nomas, le gusta el tabaco y la caña, con eso ya está feliz el Pombero — respondió el indio colocando sus pies descalzos sobre al suelo frío, ya estaba acostumbrado a pasar por eso, algunas noches— Casi se enojó porque no le puse el tabaco esta noche, me olvidé, pero cuando casi me echa de la hamaca, fui a buscar uno para ofrecerle. Por eso lo que hizo ruido, patrón. No hay que tenerle miedo.

— A lo que le tengo miedo realmente, es a la ira de mi madre si le traigo un nieto antes de casarme —, respondió Fernando mientras reían juntos con kunumi. Pues en varias ocasiones doña Ana solía repetirle a todos sus hijos, que no quería ningún nieto fuera del casamiento.

Esa madrugada ya no pudo conciliar el sueño, y junto con su servidor, esperaron en calma para apreciar el amanecer. Ese cielo paraguayo encantaba a todo aquel que pisaba esas tierras. Aguardaron a que Joaquina les ayudara a preparar el mate, tomaron mientras seguían conversando aún con el humo del agua hirviente que quemaba las bocas.

Los días pasaron y las cosas cada vez empeoraban más, las negaciones ante las peticiones de bonaerenses eran constantes, demostrando lealtad a la corona, cuyo gobierno ya había caducado en Paraguay. Esto era como estar atado de manos y pies, en constante peligro de perder más territorios, y llegar a estar bajo el mando de una provincia que los había traicionado.

Con la caída del gobierno español el 25 de mayo en 1810, año en el que Fernando ya ejercía su profesión, la junta bonaerense, con el objetivo de mantener su hegemonía en el Virreinato del Rio de la Plata envió emisarios a Asunción, para pedir que el Cabildo paraguayo se adhiera a la gesta porteña y que se mantuviera dentro del área de influencia de Buenos Aires, pretendiendo retener intacta, bajo su poder la estructura del Virreinato de del Rio de la Plata.

Para algunos esto aparentemente era favorable, para muchos otros no.  Y este asunto fue el eje central de Rodríguez de Francia, quién creía que, De la Mora, por tener una formación y algunas costumbres bonaerense, por haber vivido muchos años en la provincia de Buenos Aires, estaría de acuerdo con la petición del Virreinato. Pese a que De la Mora había demostrado hasta entonces, que era gran hombre, uno de los mejores defensores que tenían, patriota, leal, y honorable.

Y ya en octubre de 1810, el doctor Francia donde ahora era el Acalde del Primer Voto, realizaba estrategias en Asunción para demostrar la capacidad de Paraguay, y que podía aislarse del yugo de los españoles, pero que, a consecuencias de las políticas en Buenos Aires, ponen en jaque la individualidad de los paraguayos.

La situación secomplicaba, y nada era como se habían imaginado en los primeros meses de eseaño. Y a finales de ese 1810, los bonaerenses nombraron al general Belgranopara dirigir la campaña militar contra la Provincia del Paraguay. Porque en Buenos Aires querían demostrar que ellos eran capaces de gobernar a todas lasprovincias que conformaban el Virreinato del Rio de la Plata. Sin embargo, estodespertó en Rodríguez de Francia el deseo revolucionario de forjar un Paraguaycompletamente independiente.  Deseo quetambién compartían sus pares patriotas, que no se dejarían vencer.

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