Prólogo
Chiara
Otra vez llegué tarde al trabajo, como se estaba haciendo costumbre en estos últimos días; a pesar de que prometí que estaría temprano hoy, puesto que un famoso pintor oriundo de Atlanta exhibirá sus cuadros, en la galería de arte donde trabajo. Este es el trabajo donde he durado más tiempo, aunque presiento que mi suerte está pendiendo de un hilo. Con este pensamiento claro nadando en mi turbulenta mente, me quito los tacones y echo a correr, necesitando llegar a tiempo al ascensor antes de que cierre las puertas y, en consecuencia, deba esperar segundos que no tengo.
Pasé por la recepción, donde Raúl explotaba en carcajadas al ver mi desgracia. Como lo bien portada que soy le saque el dedo medio, mientras me repetía constantemente, que ese malnacido muy pronto me las pagará. Cuando llegué al ascensor suspire aliviada, cuando el buen hombre de Thomas, detuvo las puertas antes de que se cerrasen por completo, para que pudiera entrar.
—¡Muchas gracias, Thomas! —muy sonriente le expreso mi agradecimiento, a lo que él responde con un asentimiento de cabeza.
Tan solo me queda cruzar los dedos, y esperar que mi jefa no haya notado mi ausencia, aunque es prácticamente imposible, puesto que soy la asistente de la galerista de arte más exigente del lugar. Antes de llegar al séptimo piso del edificio, me coloco mis tacones e intento arreglar mi muy desarreglado uniforme. Una vez que siento que estoy presentable, cuadro mis hombros y práctico la sonrisa diplomática, porque reconozco que hoy no es un día agradable para estar sonriendo genuinamente, cuando mi mejor amiga se encuentra en una cama de un hospital luchando por su vida.
Cuando por fin se abren las puertas, salgo del ascensor y suspiro antes de girar a la derecha, para seguir la alfombra de burdeos que se encuentra en el pasillo que lleva hacia la galería. Por la gran puerta de cristal, puedo ver a una enojada Margarita, que está que echa humos por la nariz. Alberto, el guardia de seguridad, me abre la puerta y me desea suerte.
Como una mansa oveja me acerco hacia mi jefa, quien una vez nota mi presencia, solo me dirige una mirada cargada de significado y me señala una esquina apartada de las personas, que se encuentran desperdigada por el salón. Una vez llegamos al lugar previsto me da el frente para darme su reprimenda.
—¿Dónde rayos estabas Chiara? ¿Crees que estas son horas de llegar? Tienes varios días que estás llegando tarde, antes eras la más puntual—me cuestiona con gran temperamento.
—Lo siento, es que el hospital queda muy lejos de mi casa y anoche me quedé a velar por mi mejor amiga, para que su madre...
—Chiara, sé que lo que te voy a decir en estos momentos, puede sonar duro y poco sensible. Pero debes entender, que al final del día, no nos importa que hagas fuera de estas cuatro paredes, siempre y cuando no interfieran con la galería. Si tienes que reducir tu tiempo en el hospital, solo hazlo; pero no quiero que esto se vuelva a repetir o, de lo contrario, la próxima vez encontrarás una carta de despedida. La cual ya la tengo redactada. Al final lo que importa son los negocios.
Asentí de mala gana, para ella podría darme un ataque al corazón y siempre lo más importante será la maldita galería. Aquí sólo era su asistente, y debo comportarme como tal, aunque fuera de estas cuatro paredes era su sobrina, de la cual estaba tan decepcionada por mi manera de vivir.
Chiara, por favor, recuérdame porque trabajo en este lugar. Me recrimino mentalmente, mientras sigo a mi queridísima jefa hacía la pequeña e improvisada tarima que habían colocado en una esquina, cerca de una hermosa pintura del famoso pintor de Atlanta, Zabdiel Morgan.
Aunque la mayoría de veces me vivo quejando, amo mi trabajo, sin embargo, no así quienes me rodean. Mi sueño es tener mi propia galería de arte, pero para eso tengo que tener conocimiento, experiencia y conocidos en este mundo. Por lo que esa es la razón por la que aún me encuentro en este lugar, absorbiendo todo lo que puedo.
El murmullo y un resoplido de mi jefa, me sacan de mis cavilaciones. Noto que las mujeres están fijas en un punto, por lo que me doy la vuelta y siento que todo se detiene, a la vez que las personas desaparecen de mi vista, concentrándome en el causante de tanta atención femenina y masculina, aunque estos últimos más bien lo miran con envidia y otros con celos. Hasta yo si fuese hombre tendría mi autoestima por los suelos, puesto que el más perfecto adonis hizo acto de presencia en este lugar.
Con pasos seguros y firmes fue avanzando hacia la tarima, mientras yo no podía despegar mi vista de ese hombre sacado de mi más oscura fantasía . Él cumplía con los requisitos para ser mi próximo agarre, como dice mi amiga dominicana; tenía un rostro esculpido por los dioses, perfil aguileño, labios gruesos y para rematar un cuerpo mortal, hombros anchos, que se notaba que pasaba tiempo ejercitándose y, como cereza coronando el pastel, es alto, moreno y por supuesto que todos estos ingredientes lo hacen ver atractivo a mis ojos, al igual que el de todas las féminas del lugar. Juro que si tiene los ojos color avellanas, demando a sus padres por real pecado andante.
Mi tía se percató de mi mirada de apreciación y me advirtió en voz baja.— Chiara, espero te comportes. Es nuestro cliente, acuérdate de la regla y sométete a ella. Por favor, por lo que más quieras no digas una de tus estupideces. Sé profesional.— sólo puse mis ojos en blanco, y me quedé callada para no decir algo de lo cual me voy a arrepentir. Nunca he entendido porque es tan frígida y fría; todas en esta sala babearon por ese espécimen, a excepción de ella. Juro por Dios, que aún no he comprendido como fue capaz de concebir a mi prima,es como un rompecabezas para mí, porque para alguien que no le gusta el sexo y critique tanto mi sexualidad no sé como quedó embarazada.
Cuando llegó a nuestro lado, es cuando me percaté que ese traje armani que abrazaba su cuerpo le quedaba muy bien, pero mejor debe de verse sin el puesto.
«Que calor hace en esta sala»
Demasiado para ser verdad, de seguro tiene una voz fina y chillona, como el hombre de la película "Son como niños " de Adam Sandler.
—¡Buenos días!—saludo cuando se detuvo a nuestro lado, con una voz grave y masculina que provocó que mi cuerpo temblara, y, por consecuencia, un tsunami se abalanzó entre mis piernas. Me río de mis pensamientos, de Azul estar aquí le diría que acabo de mojar mis bragas, y su mirada estupefacta recaería en mí, para después dar paso a su sonrojo. ¡Ay, Azul, te extraño tanto!
El pensar en mi mejor amiga, es esa agua fría que tanto necesitaba para apagar mi fuego interno. Mi vida sin ella no será la misma si me falta. A pesar de que mi fantasía está encarnada frente a mí, lo ignoro, porque mi mejor amiga es más importante que todos los revolcones que me pueda dar con este pintor.
Mi jefa, Margarita, me llama la atención y decido enfocarme haciendo lo que me pidió ser profesional. Será todo un desafío el estar cerca de semejante hombre y no poder hacerle lo que deseo.
Nunca había odiado tanto mi trabajo, conjuntamente con mi tía, como hoy.
***
Hola. Por fin conoceremos la historia de Chiara.
Actualizaciones: Martes y Jueves, hasta el momento estos serán los días.
El jueves tendremos el primer capítulo.
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