Capítulo 3
Nota: Pido excusa que hoy no era que correspondía, pero la otra semana tuve unos inconvenientes. Espero les gusté este capítulo.
Chiara
Mi corazón estaba latiendo con intensidad, mientras mis dedos insistentemente tamborileaban mis muslos. A pesar de tener tanta experiencia, me sentía como si fuera a tener mi primera vez. En realidad parezco una adolescente que está frente a su amor imposible y no sabe cómo comportarse.
Luego de unos largos minutos, llegamos a la que supongo es su casa. Pasamos por un portón de seguridad, y parqueo cerca de una estructura de dos niveles pintada de blanco, algo básico, pero me enamoré de esos ventanales de la segunda planta que deben de tener una vista hermosa.
Abro la puerta del coche para salir a observar más detalladamente. A pesar de lo hermosa que se veía la casa en sí, el jardín o la falta del mismo, le restaban atractivo al lugar.
Estaba tan sumergida en mi inspección, que no noté cuando Zabdiel llegó a mi lado.
—¿Qué te parece?—Lo observo antes de decir lo que pienso.
—Podrías sacarle partido al jardín, en realidad crear uno decente. Por más bonita que sea la casa, cualquiera huye cuando ve este intento de jardín.
—Sí, lo sé. Todavía no he terminado con las reformas, compré el terreno hace como cuatro años. Sin embargo, solo hace un año que se erigió la casa, tuve algunos inconvenientes y es por esta razón, que no he terminado la construcción. Me falta un ala de la segunda planta, pero no tengo prisa en ello.
—¿Al parecer ni en el jardín?—sonrío.
—Todo a su tiempo. Últimamente no tengo cabeza para nada más que pintar.—Zabdiel, levantó su rostro hacia el cielo. Acto que instintivamente seguí, encontrándome con la noche estrellada más hermosa.
Tal vez sea mi morbo, pero pienso que la luna y las estrellas quieren ser testigo de nuestra noche de pasión. Es posible que después de esto no pueda volver a ver una imagen como está sin acordarme del hombre que está removiendo mi mundo y mis pensamientos.
Cuando su mirada volvió a mi encuentro, sentí como si una corriente extraña inundara todo mi ser y mi vientre se contrajo. No obstante, no perdí en ningún momento contacto con sus ojos. Como si estuviéramos sincronizados nos acercamos hasta que no hubo espacio alguno que separara nuestros cuerpos, los cuales se fusionaron como nuestros labios lo hicieron.
Levantó su mano derecha hacia mi rostro, explorando con su yema de los dedos mis facciones. Sin mediar palabras descendió su mano para sostenerme y elevarme, de modo que mis piernas rodeaban sus caderas, mientras mis manos quedaban ancladas en sus hombros. Sus labios dejaron en libertad los míos, pero anhelando volver a ser su cautivo.
Antes siquiera de moverse, ya era conocedora de sus próximos movimientos, se encaminó hacia la puerta. Sin embargo, no desaproveche el momento, prodigue diversos roces por su rostro. Mi único propósito claro es incrementar ese fuego que está ardiendo en nuestro interior y no permitir que nos consuma.
Una vez Zabdiel traspasó el umbral de la puerta conmigo en brazos, se detuvo en la sala. Muy despacio descendí de su cuerpo, permitiendo que nos rozáramos más de lo necesario. Ya sabía que estaba jugando con fuego, pero la verdad es que muy poco me importaba, porque no temo quemarme. Por supuesto, siempre y cuando sea con el hombre que ha eclipsado todo mi ser. Fuese lo que fuese que este sucediendo con nosotros en estos momentos, me estoy entregando completamente para atesorar esta noche por lo que me reste de vida.
A pesar de encontrarse a oscuras, los rayos de la luna iluminaban la estancia, los cuales penetraban por los ventanales que se encuentran como una especie de puerta hacia el patio trasero. Gracias a esa luz no era necesario una artificial.
Sin duda es una imagen atrayente, sin embargo, al mirar sus ojos me di cuenta que no podía perder el tiempo en los detalles de la casa, el ambiente y tantas cosas que pueden distraernos de nuestro principal objetivo. Por lo que tomé la iniciativa, uniendo nuestros labios en un apasionado beso. Fiel a mi estilo, comencé a desprender los botones de su camisa para terminar dejándola caer desde sus hombros hacia el suelo. Admiré su pecho y abdominales, Zabdiel no es muy musculoso, aunque se nota que se ejercita. Tampoco posee esa tableta de chocolate que le ví a su primo Luther, ese policía desabrido que lo que tiene de atractivo lo estropea con su personalidad de ogro.
Sin embargo, Zab no tiene nada que envidiarle a sus hermanos o primos. En mi opinión es simplemente perfecto.
Una vez satisfecha en mi escrutinio, mis dedos ansiosos exploraron con parsimonia su cuerpo comenzando desde sus hombros hasta llegar a su cadera, donde con maestría lo despojé de su pantalón, mientras él se dejaba hacer.
Sostuvo mi barbilla para tener mi total atención. Una vez complacido, su boca descendió a mi cuello, mientras sus manos a tientas buscaban el cierre de mi vestido. Terminando por soltar los tirantes de mis hombros. Para poder cumplir su cometido de desnudarme continuo con mi sostén, no sin antes apreciar mis senos atrapados en ellos.
Como si tratara con una suave pluma, me levantó y se dirigió hacia un sofá solitario que se encontraba cerca del ventanal de cristal. A la vez que desprendía mis tacones, me depositó con sumo cuidado, mientras me obsequió esa mirada abrasadora que prometía muchos orgasmos, los cuales ya estaba deseosa por sentir. Pero no soy de las mujeres que esperan que un hombre haga todo, maldita sea no soy un maniquí.
Por lo que con mi picardía, me puse en pie y lo arrastré hacia el sofá, quedando a horcajadas sobre él. Haciendo uso de mis uñas, rastrille su pecho dejando unas líneas rojas para marcarlo de alguna manera como mío. Proseguí hasta su bóxer, dónde tracé la silueta de su magnífica erección. Además, me acerque a su oído derecho para susurrarle:
—Te quiero desnudo—tal como esperaba, su respiración se aceleró y no pudo contener el gemido. Me permitió quitarle la última prenda—Lo siguiente que voy a hacer es darte tanto placer, el necesario para que la bestia que hay en ti quiera ser saciado.
Lo miro con intensidad para comenzar con mi misión, me concentro en su miembro y no puedo acallar el gemido de placer que se me escapa cuando veo lo duro que está. Siento un inmenso regocijo al saber que soy la causante de su excitación.
Mis manos rozan el exterior de sus muslos antes de inclinarme para rozar mis labios contra la punta de su miembro. Lo siento estremecer, mientras el pre-semen gotea por su corona, y con suavidad muevo mi lengua lamiéndolas mientras mis manos trabajan su eje. Él gime fuerte cuando deslizo mi lengua por la parte inferior y la necesidad recorre mi columna vertebral. Continuo con el bombeo lento, para después acelerar mis movimientos. Cuando siento que lo tengo al punto, me detengo y repito el patrón, hasta que ya Zabdiel no aguanta más y se corre.
Una vez se recupera, me extiende en la alfombra que hay a los pies del sofá. Su mirada de depredador me garantiza que se dará un festín de mi cuerpo.
—Ha llegado mi turno de probar.—murmura antes de perderse entre mis piernas. Arrastra su lengua entre la costura de mis pliegues, lo que provoca que suelte un agudo gemido, mientras me arqueo a la vez que sigo recibiendo su lengua.
Cuando une sus dedos a la acción, arrastrándolo desde arriba hacia abajo por mi carne húmeda. Me retuerzo bajo su toque, una vez alcanza mi clítoris y no me queda de otra que sostener su cabello para impedir que deje mi centro de placer. Sin embargo, pierdo el sentido de la coherencia cuando su lengua hace círculos en mi clítoris.
Todavía me siento nadando en las nubes, cuando Zabdiel se aparta de mí para buscar entre su pantalón, sacando un preservativo. Observo como meticulosamente se lo coloca. Cuando se vuelve a unir a mí, conecta nuestro cuerpo, de modo que, no hay espacio que nos separe. Con un hambre indescriptible sus labios arrasan con los míos, nuestras lenguas danzando como ninguna otra y su boca desciende a mi cuello chupando de manera que puedo estar segura que mañana tendré una marca en esa área. Aunque sinceramente en estos momentos no me importa.
Continúa su destino hacia mis senos, prodigándole la atención necesaria y, cuando me tiene como me quería, vuelve a mis labios. Con su mirada clavada en la mía, se introduce en mi interior de una sola estocada que complace todas mis terminaciones.
Toma su tiempo para adaptarse, para luego comenzar el vaivén de nuestras caderas. Lo encuentro en cada empuje que realiza. Elevo mis piernas hasta su trasero para abrazarlo, mientras mis manos se dirigen a su espalda. Continua con el ritmo de impulsos cortos y rápidos, mientras captura un pezón entre sus dedos y lo pellizca, lo cual produce que gima con fuerza e incline mi cabeza hacia atrás.
De este modo, continúa acariciándome mientras sus movimientos se vuelven más duros y rápidos, lo que agradezco, además de exigirle mucho más. Mis uñas se clavan en su espalda, mientras le pido que vaya más rápido, más fuerte y me aferro a él, cuando me da lo que pedí haciendo que llegue a otro abrasador orgasmo. Unas cuantas estocadas más y él llega a la cumbre para acompañarme en el camino.
Mientras yacíamos en la alfombra, todo sudorosos y agitados solo puedo pensar que este solo es el comienzo de esta memorable noche. Aunque no sé cómo podré salir de su vida ahora que sé lo que estoy dejando atrás.
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