Capítulo 11
Chiara
—¿Chiara, estás son horas de llegar? —De esta forma me recibe mi querida madre desde que traspasé el umbral de la puerta—Saliste en la mañana y ni siquiera te dignaste a llamar, para informar que no vendrías a comer. —Con mi peculiar ceja alzada, la observo extrañada con sus palabras. Porque a ella le da igual que llegue a comer como si no. — Se supone que soy tu madre, no tu sirvienta para hacerte la comida y que no llegues...
—¡Ya basta! —espeto en voz alta para que me preste atención y deje su drama—¿No crees que ya estas rebasando los límites? —le cuestiono frustrada con esta situación —Claro que eres mi madre, pero a veces te comportas como si fueses mi enemiga. Nunca crees en lo que te digo, mucho menos en lo que hago. Tengo bien claro lo que piensas de mí, sin embargo, ya me tiene sin cuidado tu opinión.
—¡Atrevida! —me da una cachetada, lo cual no me inmuta.
—¿Atrevida por decirte la verdad? Puedes matarme a golpe si quieres, pero nada solucionaras con eso. —mantengo mi postura— Todos estos años solo vives criticándome, además de intentar imponerte sobre mí. Creo que mi error fue bajar la guardia cuando perdí mi trabajo, porque permití que creyeras que tenias la autoridad para decidir sobre mi vida. Pero ya tuve suficiente, no creas que comenzaré a obedecerte en circunstancia que nada tienes que ver.
—Chiara María, ¿te has vuelto loca? — proclama muy enojada—¿De quién crees que van a hablar? Estoy al frente del ministerio de damas de la iglesia, cuando sepan que estas embarazada me van a destituir y Felipa va a sustituirme. Me han tolerado tu promiscuidad, ahora para perder mi credibilidad por tu culpa.
—¿Todo por un maldito cargo? Este es el colmo mami. Que tienen que ver esos amargados con mis decisiones, que se metan en sus vidas.
—Chiara, te lo diré otra vez por si acaso no comprendes. Vas a abortar, hoy mismo de ser necesario—vociferó con voz firme.
—No creas que voy a...—hago silencio cuando escucho el juego de llaves de mi padre.
—¿Qué sucede aquí? —cuestiona —Sus gritos se escuchan en la calle.
Nos quedamos en silencio ante la pregunta de mi padre. El rostro de mi madre se encuentra pálido, de tan solo imaginar como va a reaccionar cuando sepa lo que ella me ordenó.
—¿Cuál es el problema de hoy? —nos mira esperando una respuesta —Habla de una vez, Chiara.
—Está bien. —decido que solo le diré que estoy embarazada. Porque no quiero que se decepcione aun más de su esposa. —Solo...
—Yo te lo diré. Chiara esta embarazada y quiere abortar. —la miró con la boquiabierta por su manera de tergiversar las cosas— Yo le estoy suplicando que no haga esa atrocidad, pero ya conoces a tu hija.
—Chiara—pronuncia con voz entrecortada y con su mirada me suplica que aclare todo.
—Papi, no es cierto—expreso mientras me acerco a él.
—¿Estas insinuando que soy una mentirosa? —cuestiona con fingida indignación—De no haber encontrado la prueba en el baño, tal vez ni me entero. Quien sabe...
—Has silencio, mujer—espeta furioso—Chiara, en estos momentos, quiero escuchar de tus labios lo que está sucediendo. —manifiesta mientras no puede dejar de pasearse en la sala. Dentro de su cabeza debe de tener miles de ideas rondándolo justo ahora.
—Por supuesto que te lo informare. Iba a esperar que regresaras para contarte todo—le comunico, segura de que él me escuchará y creerá en mi—Solo en algo tiene razón mi madre. Estoy embarazada. —él asiente permitiendo que continue—Respecto al aborto, no fui yo quien sugirió tal idea. Ella me ordenó que lo hiciera, porque de lo contrario podría perder su cargo frente al ministerio de las damas.
—Eso no es cierto—me interrumpe mi madre.
—¡Cállate, Patricia! —abro los ojos sorprendida, nunca había escuchado a mi padre decir su nombre completo. Siempre la llama Paty—¿Por qué no debo de creer en lo que dice Chiara? A ver ilumíname.
Mi madre se queda en silencio ante la pregunta de mi padre. Se sienta mientras frunce los labios en desagrado.
—No sé porque siempre le crees a Chiara.
Porque sé que ella no es capaz de mentirme. Aunque lamento no poder decir lo mismo de ti, cada año que pasa me doy cuenta que no termino de conocerte. No entiendo cuando te perdiste en la religión, en las apariencias y el que dirán de los demás.
» ¿Cómo es posible que obligaras a hacer semejante aberración a nuestra hija? —dice todo esto sin perderla de vista— Te jactas de ser correcta y religiosa, pero te recuerdo que pasamos por lo mismo. Saliste embarazada y adelantamos nuestra boda, porque tu madre te lo exigió.
—¿Cómo te atreves a dec...? —como un impetuoso rayo se puso en pie.
—En estos momentos no quiero dirigirte la palabra. —manifestó con desprecio hacia mi madre—Chiara, espero que no le hagas caso. Siempre contaras conmigo para lo que quieras. Tú eres mi más grande orgullo, y lo que más amo en este mundo. Nunca me ha importado lo que digan de ti, puesto que no soy quien para juzgarte y exigirte comportarte como yo quisiera que lo hagas. Porque entonces no serías tú. Simplemente, eres mi todo —lo abrazo con las emociones a flor de piel. ¿Como pude dudar en algún momento de mi padre?
—Lo sé, papi. También eres mi todo—declaro con emoción. Esta es la razón de que nos llamemos de esta forma, que en esta frase abarcamos todo lo que sentimos—Pero no quiero ser una carga para ti, sé que tienes una deuda y...
—¿Qué deuda hija? No tengo ninguna deuda—afirma con vehemencia—¿Quién...? Ah, tu madre te dijo eso. —al sentirse descubierta se fue a su habitación, para que no le reclamemos nadaChiara, te di todo lo que estuvo en mis manos y con gusto lo seguiré haciendo. Si tengo que criar a mi nieto, también lo haré con gusto porque mi mundo aumentará.
Para este momento, ya no pude contener mis lágrimas. Abrace a mi padre con todo el amor que le puedo externar. Se excuso conmigo para hablar seriamente con mi madre.
Hoy descubrí una nueva faceta de mi madre como manipuladora. Ella no tiene limites a la hora de convencerte, para que cumplas con su voluntad. Pero conmigo se equivoco porque voy a seguir mi propio camino. Más ahora que ella sabe que tengo el apoyo de mi padre.
°°°
Dos días después
Atlanta
No puedo creer que por fin he llegado a mi destino. Aunque más increíble es el hecho de volver a encontrarme con Zabdiel, tan solo unos segundos y una corta distancia nos separan. Cuando decidí cumplir con su derecho de saber sobre la existencia del bebe, en vez de llamarlo por celular, consideré que lo más prudente era darle la noticia en persona.
He repasado todas las posibles preguntas que me podría llegar a hacer, y obviamente he practicado las respuestas. No quiero que crea que lo obligaré a hacerse responsable. Lo único que deseo es informarle. No me quiero hacer ilusiones con cosas imposibles.
Rayos, ni siquiera se como va a reaccionar. Porque, aunque me duela admitirlo, se muy poco de Zabdiel. Además de que es pintor y de que, en mi humilde y valerosa opinión, es un experto en el sexo.
Chiara, salte de ese pensamiento.
Espero que no crea que estoy usando el embarazo para amarrarlo. No voy con expectativas de hacerle cambiar su forma de vida, porque se muy bien que es uno de esos solteros empedernidos que no sueñan con casarse. Solo deseo que sepa todo. Después de ahí, lo que él haga me tiene sin cuidado. Tengo pensado volver a España, aceptar el trabajo de Azul y ser madre soltera. Además, mi padre dijo que me va a apoyar.
Si soy sincera, ser madre justo ahora no era parte de mis sueños inmediatos. Pero ya no concibo mi vida sin mí bebe.
Me detuve a un paso de la puerta, para infundirme valor. Nunca había salido huyendo y este no iba a ser la excepción (aquella vez no cuenta) me regañé internamente. Respiré profundo y toqué el timbre. Ya no había vuelta atrás.
Como si fuese en cámara lenta, ante mí Zabdiel abrió la puerta y me observo asombrado de verme frente a él.
Yo no me quedaba atrás. Frente a mí estaba en pie, alto como siempre, con unos jeans y un polo negro que estaba un poco manchado por pintura, lo que me pareció que lo hacia lucir más guapo y sexy de lo que recordaba. Deben ser las hormonas hablando por mí.
—¿Chiara, que sorpresa verte aquí?
Inspire profundamente para mantener mi control a rayas.
—Necesito hablar algo muy importante contigo, Zabdiel. —le informe, al ver su rostro aun de asombro continue hablando —¿Podemos hablar adentro? —cuestiono llamando su atención.
—Sí, claro. Disculpa mi torpeza. Adelante.
Se hizo a un lado para que pudiera pasar. Cuando entre los recuerdos de aquella noche invadieron mi memoria. Solo su pregunta interrumpió el hilo de mis pensamientos, que desde que estoy más cerca de él, cada vez están más calenturientos.
—¿Deseas tomar algo? —Se ofrece de alguna manera para cortar el silencio que se había formado.
—Sí.
—¿Agua, zumo, café o vino?
—Un zumo estaría bien, gracias.
—Ahora te lo traigo. Puedes ponerte cómodo, ya regreso.
Asiento, mientras lo veo perderse en la cocina. A la vez que comienzo a darme fuerzas para terminar lo que vine hacer aquí.
Nota; Ahora se viene lo bueno. ¿Cómo creen que reaccionará Zab?
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