Capítulo 8
AZARIEL
Me quedo en la mesa de la cocina revisando algunos coreos que me envió Louis. También tengo algunos mensajes que contesto mientras veo a Emma terminar de servir el último plato de plástico y lo cubre con su respectiva tapa.
—Listo. —Se ve genuinamente agotada, pero intenta no demostrarlo.
—Muy bien, ya te anoté un día de trabajo —bromeo, dejando el teléfono en la mesa.
—Sería medio día, Azariel, solo hice el almuerzo.
Suelta un suspiro y después hace una mueca que finaliza en ella vomitando en el lavatrastes.
—Es día completo por hacerlo con esfuerzo a pesar de las náuseas, aguantaste mucho.
—Acepto. —Se lava la boca ahí mismo antes de volver a girar a verme—. ¿Sabes? Descubrí que gracias al embarazo comencé a odiar mi comida favorita, ¿sabes lo frustrante que es para mí no comer Cochinita Pibil?
—¿Lo siento?
Se ríe de lo que digo.
—Apuesto a que el bebé será un devorador de Cochinita Pibil, y yo sufriré para siempre no poder comerla sin sentir asco.
—Cuando des a luz, después, podrás comer de todo lo que te dio asco durante el embarazo.
—Ojalá, experimenté ese miedo luego de que me diera antojo de comer tierra hace como tres días.
—¿Qué?
Ambos nos reímos.
—Bueno, me iré a bañar —avisa y simplemente se va escaleras arriba.
Antonia aparece para contarme que ya fue mandada toda la comida y que se pondrá manos a la obra con la de nosotros. Mientras ella se pone en marcha, yo voy al auto por las cosas que compré cuando Emma entró a la consulta.
Al llegar ahí, recibo un mensaje de Isaí, son emojis de risa junto a una captura de pantalla donde tiene una conversación entre él y Danna, él le dice que le ha ganado la apuesta sobre Emma y yo, y ella, en lugar de decir algo desairado, celebra y dice que nos invite a cenar la semana que entra. Dios mío. Le regreso el mensaje, diciéndole que lo consultaré con Emma.
Soy un pendejo, de verdad. ¿Por qué lo negué si era verdad? Cuando vi a Isaí tan pegado a ella, se me aceleró el pecho, pero me contuve porque de verdad me iba a mirar bien estúpido. Si de por sí, haberlo empujado cuando estaba sosteniendo su cabello, fue una grosería que, para mi fortuna, él se tomó con humor.
Pero, genial, ahora cree que Emma y yo estamos casados. Vale, pude haber desmentido eso, pero, ¿qué quieren? De solo imaginarme siendo esposo de Emma me hizo sonreír como idiota.
Eso no pasará, no seas iluso.
Tomo aire, aceptándolo, y saco la caja para llevarla adentro.
Emma sigue en la ducha cuando he llegado a su habitación. Pongo la caja en su cama y me siento ahí a esperarla. En el proceso me llega un mensaje de Louis avisándome que Alondra quiere hablar conmigo para apelar a mi decisión. Pongo los ojos en blanco y le respondo que no estaré disponible.
—Uy, ¿a quién le haces esas caras? —Emma sale secándose el cabello con una toalla. Trae un pijama de color lila.
—Alondra quiere abogar por su puesto.
—Pobre, debe necesitar el dinero —hace una mueca.
—No es eso, yo tenía entendido que ella ahorraba y llevaba buen dinero.
Emma suelta una risita.
—Ya veo, la conoces muy bien.
Se sienta a mi lado, comenzando a inspeccionar la caja con el ceño fruncido. En su cara veo la intención de abrirla pero se detiene.
—Yo no, Alán sí, salió con ella unos meses atrás —explico, abriendo la caja yo mismo—. Es otro de mis amigos, no lo conoces... compré unas cosas neutrales para el bebé. De blanco, amarillo, aunque bueno, los colores no importan.
Me mira con los ojos bien abiertos. Saco lo primero que tengo a la mano, es un sonajero blanco con puntos amarillos, y lo pongo en la cama. Luego le muestro mordederas, chupones y biberones.
—Había muchas cosas, la verdad traje lo primero que vi para volver pronto contigo.
Toma por último ella misma un conjunto de ropa de dormir que viene en su respectivo gancho de ropa, incluso trae calcetitas. Es la primera vez que noto eso, cuando lo vi en el aparador, lo tomé rápido y lo metí a la canasta junto con las demás cosas.
—Dios. —Cubre su boca un segundo. Sus manos tiemblan al tocar cada detalle de la ropa. Yo trato de guardarme cada gesto que hace, viéndola embobado—. Se verá hermoso con esto.
—Se parecerá a ti, será hermoso con lo que se ponga.
Ella se ríe entre el llanto que comienza a aparecerle.
—¿Qué dices? Por supuesto que se va parecer a ti, es más probable que el primer hijo se parezca al papá —Al decirlo, parece sentirse avergonzada. Noto sus mejillas comenzar a enrojecer—. Gracias por comprar eso, no tenías que hacerlo, pero gracias. Creo que los dejaré en la caja por ahora, ¿sí?
Mete todo a la caja justo cuando comienza a sonar su teléfono. Cuando lo busca entre la sábanas, logra empujarlo de algún modo hacia a mí y alcanzo a ver quién la llama.
—Es... tu madre.
Tomo el teléfono y se lo muestro. Como es de esperarse, me lo arrebata y cuelga la llamada, luego apaga el teléfono.
—Vamos a comer —dice de repente, visiblemente afectada por la llamada—. Hoy sí tengo demasiada hambre.
Es la primera en salir de la habitación luego de dejar el teléfono en la cama.
¿Para qué mierdas quiere hablar con ella la desgraciada de Emilia? Es que es el colmo.
***
—Hoy te hice un caldito de papas, mija —Llego a la cocina cuando Antonia le pone enfrente el plato a Emma y esta, pese a andar realmente mal por la llamada, le agradece y habla de lo rico que huele.
—Es bueno para las náuseas, pero debes comerlo con calma —comento, sentándome a su lado. Creo que hoy comeremos aquí.
—Sabes mucho de embarazos para ser un hombre y para ser tu primer hijo —dice ella, riendo. Antonia incluso se burla de eso, secundando lo que dice al tiempo en el que deja en frente de mí mi comida.
—Bueno, me la he pasado investigando muchas cosas en internet desde ayer, no me juzguen.
Pasamos la comida tranquilos, Emma no menciona la llamada de Emilia y yo trato de guardarme lo de la cena para más tarde.
Ernesto me pide ayuda con unas cosas y paso la tarde en el granero, acomodando costales de alimento. Cuando regreso al anochecer, Antonia me cuenta que Emma cenó y se fue a dormir. Es temprano aún, por lo que entiendo que sigue igual de afectada. Ceno y también me voy a la cama. Estoy tan cansado pero igual, estado allá, me baño y eso parece quitarme el sueño.
Me preocupa demasiado que la vieja loca esa quiera continuar molestando a Emma, que le quiera seguir restregando en la cara que está con su ex o quién sabe qué cosas le quiera decir. No me da buena espina. No quiero que la dañe, no quiero que eso le haga daño a mi hijo.
—Azariel, ¿estás despierto? —Me inclino de tajo de la sorpresa. Emma está en mi puerta—. Vale, sí lo estás.
—¿Te sientes bien? —Intento levantarme pero Emma lo evita, acercándose y simplemente se mete en mi cama. Termina abrazándome.
—No, y no me hagas explicarte por qué. Solo te diré que estaba teniendo pesadillas, necesito... ¿un abrazo?
Se ríe de sus propias palabras pero no dice más.
—Está bien. —Me acomodo mejor y la abrazo también—. Si no quieres hablar de eso, te diré otra cosa... de hecho, se me había olvidado decírtelo. Danna nos invitó a cenar a su casa el próximo sábado.
—Está bien, tengo muchas ganas de verla. —Suspira, recargándose mejor en mi pecho. Me comienza a dar un cosquilleo donde justo pone su mejilla.
—¿Segura? Ellos piensan que estamos casados.
Parece que se está quedando dormida.
—Sí, vamos. —No creo quehaya procesado lo que dije, pero sé que está demasiado agotada para esperar quele explique. Ya le contaré mejor mañana.
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