Capítulo 6

AZARIEL

—Louis, te tengo que contar algo. —Una vez que termino de decirle que me quedaré unos días por acá, por fin decido sacar el tema—. Tenías razón sobre por qué estaba llamando.

—Mames, no me digas que murieron animales o algo así, y Alondra ni te pasaba las llamadas la muy hija de...

—No, Louis, sobre lo otro —Suspiro—. Emma está embarazada. Voy a ser padre.

—¿De verdad? —Suena emocionado—. No manches, así debería de pasarme cuando digo que seré millonario, ¿y qué ocurrió? ¿Por eso te quedarás?

—En parte, voy a llevarla a su primera cita médica, y cuidar que no trabaje en algo pesado, cuando llegué estaba cargando una carretilla, aferrada con alimentar a las vacas, ¿puedes creerlo?

Louis suelta una risita.

—Vale, yo me encargo de todo por acá. Cuida a mi futuro ahijado o ahijada, Azariel.

Es mi turno de reír.

—Claro... Ah, otra cosa, despide a Alondra y encárgate de su liquidación.

—Uhh, gracias por el honor, compadre. Nos vemos luego.

Una vez que cuelgo, me siento en la banca a un lado de la puerta.

—¿Cuánto te quedarás? —Giro la cabeza, encontrándome con Ernesto, parado a unos metros de la banca.

—Pues unos días. —Paso una de mis manos por mi cabello—. Solo hasta asegurarme que Emma tenga sus medicamentos de este mes y procure que les hará caso.

Ernesto se ríe abiertamente.

—Mijo, ella no le hace caso a nadie a menos que la dejes hacerte caso a su manera, sigue siendo la misma, solo que ahora es el doble por tener tantas broncas encima. Ni siquiera es por el embarazo, con ese solo ha estado sensible.

—Aquí le vamos a quitar cada una de esas broncas, Ernesto, yo sé que ahora solo está algo... Lastimada.

Ernesto asiente y luego sonríe.

—Todo eso, mientras cuidamos también de la criatura en camino. Yo sé que Emma sanará, y cuando esté en sus brazos, sabrá que todo lo malo se esfuma pronto. —Suspira y luego se pone serio—. No vuelvas a meter la pata nada más, ¿puedes? Tienes otra oportunidad, aprovéchala bien.

—No entiendo —digo y él se burla de mí.

—Sabes a qué me refiero, chamaco, no me salgas con que no entiendes.

Pues sí sé, no me atrevo a decírselo y mejor dejo que vuelva adentro, pero también tengo miedo.

Él vio cómo miré a Emma el día del funeral. Cómo me quedé sin aliento al ver entrar a esa confundida mujer morena con el cabello castaño, largo y ondulado. Yo sabía que era ella, yo sabía que era mi Emma.

Entro también a la casa, Emma no se mira por ningún lado. La busco en el patio trasero, pero Lucio rápido me confirma que no ha salido de la casa, que no me preocupe, por lo que vuelvo adentro y subo las escaleras hasta su habitación. Respiro de alivio al verla que está sentada en la orilla de su cama, comiendo una manzana. Cuando me ve, me regala una sonrisa que le devuelvo en seguida.

Entro y me siento a su lado, quedando frente a ella.

—Se me olvidó decirte algo —empiezo, recordando lo que me dijo Louis—. Es sobre el dinero que te mandé...

No deja que termine.

—No lo he tocado, ya te dije. —Alza las manos en señal de rendición—. Y, que sepas, me ofendió mucho que lo mandaras porque al principio lo sentí como que me estabas pagando por el...

Como veo que le cuesta decirlo, lo entiendo todo, pensó que la vi como una prostituta.

—Oh, Dios, no. —Pongo una mano en mi frente, avergonzado—. No fue así, no lo mandé pensando así, yo estaba cumpliendo lo que te había dicho antes. Perdóname, la cagué, no era mi intensión hacerte sentir así.

—Ernesto me hizo entenderlo, no te preocupes, igual no quiero tu dinero, ¿no te lo dijo Louis? Por cierto, también perdón por eso, fui impulsiva.

Me río.

—¿Nos la vamos a pasar disculpándonos?

Ella también se ríe.

—Vale, empecemos de nuevo y ya. —Finge que nos estamos presentando y me extiende la mano—. Emma Rentería, tu amiga de la infancia, hermanastra, y ahora seré la madre de tu hijo.

Le tomo la mano y suspiro.

—Azariel Guerras, tu amigo de la infancia, hermanastro. —Aclaro mi garganta para lo siguiente—. Tu exnovio y ahora el padre nuestro primer hijo, espero que nos volvamos a llevar bien, Emma Rentería.

Noto una clase de tensión que nos mantiene tomados de la mano. La miro a los ojos, siento que trae tantos pensamientos al mismo tiempo y, no sé cómo pasa, pero parece que va a llorar así que mi única reacción es abrir mis brazos para abrazarla y ella acepta mi gesto, poniéndose a sollozar.

—Esto es tan loco —dice entre el llanto—. Tengo mucho miedo, quisiera que papá e Inés estuvieran aquí, ellos sabrían decirme qué hacer, yo no sé nada.

—Yo también quisiera que estuvieran aquí, Emma. —Siento que se me forma un nudo en la garganta y la aclaro de nuevo—. Pero yo estoy para ti también, yo te ayudaré en todo.

—No quiero depender de ti, Azariel, tú solo tienes responsabilidad con nuestro hijo. Yo soy una carga extra.

—Emma, no eres una carga, tampoco los veo a los dos como una responsabilidad, por cierto. Ya deja de despreciarte o verte como un ser terrible, tienes que entender que lo que pasó en la ciudad con tu progenitora y tu estúpido ex, es la carga, tu carga, tírala y te vas a sentir mejor.

Parece que dije lo equivocado porque llora más fuerte, sin embargo, no me suelta, es más, me aprieta más fuerte del cuello.

—Yo me lo busqué. —Sorbe por la nariz—. Fue mi culpa, en serio, no fui buena novia

—No fue eso, Emma, entiende —digo, pero ella lo ignora.

—Mamá lo dijo, no tengo sentido del humor, soy aburrida.

—Ignora todo eso, por favor.

A quien ignora es a mí.

—No fui buena en el sexo.

—Mierda, Emma, ¿en serio me estás diciendo esto? —La separo de mí para que me vea a los ojos para lo siguiente, pero del mismo modo me vuelve a ignorar y sigue hablando.

—No soy suficiente para que alguien me ame.

No soporto más que siga halando así de ella y le cierro la boca con la mía. Al principio solo lo vi como forma de callarla, pero, cuando ella comienza a responderme, se me olvida hasta por qué quería callarla.

Pone sus manos de vuelta en mi cuello y yo en su cintura para atraerla más, tanto que de repente la estoy ayudando a ponerse a horcajadas en mí. Luego comienzo a besarle el cuello y ella suspira, moviendo con sus manos mi cabeza por los lugares de su cuello que quiere que bese.

—Eres buena novia, fuiste buena novia —prometo, intentando hacer que entienda del tiempo que estuvimos juntos—. Tienes sentido del humor, y no eres aburrida.

—Mentiroso. —De nuevo suelta un suspiro y pronto tengo sus manos ahora en mi camisa, quitando con desespero los botones.

—No miento, y tampoco eres mala para el sexo. —Le ayudo con mi camisa, viéndola a los ojos, sus pupilas están dilatadas y ya no hay rastro de lágrimas.

—¿Ah sí? —Cuando termino con el último botón, ella vuelve a involucrar sus manos para quitármela y tirarla en el suelo.

—Sí, te lo juro que sí. Me provocas mucho placer, eres buena por supuesto. —Le quito ahora su blusa—. Y tú no solo eres suficiente para que alguien te ame. Eres más que eso.

Le beso la boca antes de hablar de nuevo.

—Amarte es un privilegio, Emma Rentería.

Ojalá yo tuviera ese privilegio.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top