Capítulo 16
AZARIEL
Me pongo mis botas vaqueras, sintiéndome avergonzado de sentir que tengo demasiado tiempo sin colocarme unas. Creo que la última vez fue hace cuatro años, justo en el aniversario, pero los siguiente años, me la pasaba en traje. El plan de este año era el mismo, sin embargo, Emma y yo tuvimos una conversación en la que dijo que le gustaba cómo me veía vestido de vaquero. Y pues aquí me tienen complaciéndola.
Aunque por supuesto que debo rendirle honor a mi madre y al hombre que me crió desde que tenía uso de razón, hoy todo será tradicional como les gustaba a nuestros padres.
—Te ves muy guapo. —Emma está en la puerta de la habitación. También está lista, leva un vestido con estampado a cuadros rojos, blancos y negros, es holgado para que no apriete su vientre que se mira perfectamente moldeado. Trae puesto un sombrero vaquero café y unas botas del mismo color.
—También te ves muy hermosa. —Me acerco a ella para darle un abrazo—. ¿Estás lista?
—Sí. —Me acomoda el sombrero y me besa la nariz—. Justo venía a decirte que los invitados ya están comenzando a llegar.
—Entonces hay que ir a ser buenos anfitriones.
***
La fiesta está resultando todo un éxito. Emma ha estado saludando a los invitados, agradeciendo a todos por haber venido. Yo lo hice hace un momento, pero me vine a servir otro trago, me duelen los pies gracias a las botas, no puedo hacer mucho cotorreo.
Me pongo a tomar un poco, recargado en la mesa de regalos. Miro de lejos a Emma dejar que las esposas de los asociados le toquen su abultado vientre de cuatro meses y medio, incluso le dan su bendición y ella les agradece con un asentimiento y una gran sonrisa.
Al mirarme, me sonríe y parece decidida a acercarse a mí.
—¡Azariel! —De repente siento un par de brazos en mi cuello y un beso en la mejilla. La cara de Emma se contrae en una mueca y yo busco la mirada de la persona que traigo encima. Es Sarah—. Creí que no te iba a encontrar, ¡te ves muy guapo de vaquero! Yo estaba buscando a un tipo vestido de empresario, caray.
La zafo de mi cuello y me alejo un metro cuando noto cómo Emma camina con el ceño fruncido y sutilmente apresurada.
—¿Bailamos? —Pregunta Sarah, tratando de llevarme al tumulto de personas que ya están disfrutando de las cumbias de la música programada que contratamos.
—No se va a poder, lo siento. —Dejo el vaso en la mesa al momento en el que ella hace un puchero.
—Hola, Pina, ¿te diviertes? —Emma por fin llega hasta nosotros. Sarah antes de verla hace una mueca.
—Oh, hola, Emma, sí, gracias, ya puedes... —se queda callada al ver su vientre abultado. Le muestra una sonrisa de burla—. Oh, Dios, estás embarazada.
Emma le devuelve la sonrisa. Y después se acerca a mí para tomarme el brazo
—Sí, vamos a tener gemelos.
La cara de Sarah pierde la gracia, pero no se atreve a decir nada. Y, para acabarla de fregar, visualizo el rubio del otro día, llegando con apariencia más jodida que la última vez. Me enojo, pero ni ganas siento de golpearlo. Hasta lástima me da, no obstante cuando se nos acerca, pongo a Emma atrás de mí.
—No vengo a hacer revuelo —dice al instante en el que está enfrente de nosotros.
Sarah lo ve y noto una genuina preocupación.
—¿Qué quieres entonces? —Pregunta Emma, con un hilo de voz. La vez que vino, ella me contó que jamás lo había visto agresivo, y eso le provocó un miedo terrible, pensando que sería capaz de hacerle daño.
—Quería disculparme, lo que hice estuvo mal y me bastó que las cosas empeoraran para entenderlo. —Toma una gran bocanada de aire—. Necesitaba venir personalmente para hacerlo, ya me voy.
—¿Qué le pasó, muchacho? —Sarah de verdad se ve preocupada. Emma me mira con el ceño fruncido, pero luego hace un gesto de diversión.
—Sarah —la llama y hasta ella se sorprende de que no la llame por el nombre que la conoce—. Te presento a Fernando Valencia. Un amigo de la ciudad, ¿por qué no lo llevas a bailar? Le hace falta conocer cómo nos divertimos en el campo.
Sarah incluso se pone nerviosa cuando le pregunta.
Fernando hasta me pide a mí permiso con la mirada, debido a que ni siquiera está invitado a la fiesta. Asiento y Sarah se lo lleva a bailar.
—¿Habrá sido buena idea hacer eso? —Pregunto al verlos tan juntos, Sarah intentando que él baile a su par. Hasta el rubio va perdiendo la pena al entender cómo se baila.
—La verdad no sé. —Suspira y luego se pone frente a mí—. Pero Sarah no iba a bailar con mi novio, que baile con quien se le dé la gana, contigo no.
—¿Así que soy tu novio? —La abrazo, temblando. No esperaba que dijera eso. No hemos hablado del tema porque por mi lado no quiero presionarla en nada, hemos ido a su ritmo por supuesto. Supongo que su ritmo ya exige que nuestra relación tome este rumbo.
—Hay que ir a bailar. —Me hala del brazo y pronto nos unimos a la celebración.
Al término de la fiesta, comienzo a despedir a la gente, dándole a cada uno su regalo. Emma tuvo la idea de dar una despensa bien surtida y unos termos blancos con el logo "Campo Rentería" y "Grupo Guerras" en color verde y morado.
Emma se fue a dormir hace un rato, por lo que ya nada más tengo que agradecer de nuevo en su nombre. Papá Elías estaría feliz de ver la gran fiesta que les hicimos.
Quito sus grandes fotografías de su altar honorifico que les hicimos.
—Gracias por tanto, papá —digo a la foto de Elías. El nudo que se forma en mi garganta, es aplacado por alguien llamándome. Es Fernando junto a una ebria Sarah.
—Disculpa, ¿a dónde la llevo? —Trata de que ella no se tambalee mucho.
—A mi casa, guapo, o a la tuya. —Sarah se ríe como siempre le ha apenado reírse. Como foca epiléptica. Creo que sí está demasiado ebria.
—Vive en el campo vecino, se llama el rinconcito, lo vas a reconocer rápido.
—Gracias, Azariel —Aclara su garganta—. Antes de irme, necesito decirte algo.
Lo ayudo a meter a Sarah a su auto, mientras me comenta que pensó en decirle directamente a ella, pero que con su embarazo no creía conveniente decirle lo que quería, porque todo se trata de su madre. Al terminar de dejar a Sarah bien posicionada, empieza a llorar.
—Metí la pata hasta el fondo y mi vida se ha ido al diablo.
Yo no sé qué decirle. Hace semanas quería matarlo por encontrarlo jaloneando a Emma en plan de querer tirarla al suelo, ni siquiera debía dejarlo estar en la fiesta.
—Mi padre me obligó a firmar el divorcio, me dio dinero incluso y, a pesar de todo, lo acepté porque me echó del penhouse.
Palmeo su hombro sin saber qué más hacer.
—¿Tú amabas a Emilia?
Hago una mueca cuando asiente. Esa mujer es insoportable, me resulta increíble.
—En mi vida he querido tener hijos, pero cuando me contaron que Emilia perdió a mi hermano, sentí que había perdido a un hijo, porque era ella la que iba a tenerlo.
—¿Qué dices? —La voz de Emma me exalta tanto que la veo con los ojos bien abiertos. Está en la puerta en pijama y con un vaso de leche.
Fernando se disculpa repetidas veces.
—No quería que lo supieras así de tajo, Emma, por eso quería decírselo a él primero y que él decidiera decirte o no.
Paree marearse por lo que me acerco rápido.
—Tranquila, amor.
—Por eso ella me ha estado llamando —dice bajito—. Debe estar devastada.
Quiero decirle que yo no lo creo así, que Emilia ni corazón tiene, pero sé que ella no me hará caso.
—Azariel —Me hace verla—. Quiero ver a mi mamá, por favor, llévame con ella.
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