Rumbo a la escuela.


La ciudad de Havenhoot brillaba bajo el resplandor del amanecer. Los pájaros entonaban una alegre melodía mientras el rocío de la mañana se disipaba bajo los primeros rayos de sol. A medida que cada criatura en el pueblo comenzaba su día, el interior de una bota gigante convertida en casa resonaba con el sonido acompasado de dos jóvenes que roncaban en la sala, creando una sinfonía mañanera de silbidos y suspiros.

A la entrada, Acné, con una sonrisa traviesa y una sartén en una mano junto a un cucharón en la otra, observaba la escena con picardía. Una idea brilló en su mente mientras contenía la risa.

—Qué lindas se ven... —murmuró para sí misma, sin pizca alguna de piedad. Y, sin más preámbulos, comenzó a golpear la sartén y el cucharón como si fuera una campana—. ¡¡¡BELLAS DURMIENTES, ES HORA DEL DESAYUNO!!! —gritó con una voz resonante.

En un sobresalto, Catarina y Eira dieron un salto desde sus camas improvisadas, con el corazón en la garganta.

—¡¡¡MAMÁ!!! —reprochó Catarina, mientras intentaba cubrirse los oídos y comprender lo qué sucedía.

—¡Por los cielos! —gritó Eira, mirando alrededor, aún confundida. En su sobresalto, la piedra mágica que llevaba salió disparada de su mano hacia el techo, dejándola todavía más desorientada.

Acné estalló en carcajadas, mientras ambas chicas trataban de recuperar el aliento y entender su inesperado despertar.

Al ver que era su mamá riéndose, Catarina toma una almohada, se la lanzo en la cara, pero el impacto nunca llego, ya que Acné, a pesar de su edad, tenía buenos reflejos, mientras se dirija a la cocina.

—¡hay día que no la soporto! —gruñe la joven mientras con otra almohada se tapaba la cara y gritaba en ella.

Eira solo se reia mientras atrapa la piedra que cai del techo.

—tiene suerte... —dijo con tono sombrío— no todos los padres son tan amables... vamos, nos preparó el desayuno. —En un sobresalto, Catarina y Eira dieron un salto desde sus camas improvisadas, con el
corazón en la garganta.

—¡¡¡MAMÁ!!! —reprochó Catarina, mientras intentaba cubrirse los oídos y comprender lo
qué sucedía.

—¡Por los cielos! —gritó Eira, mirando alrededor, aún confundida. En su sobresalto, la
piedra mágica que llevaba salió disparada de su mano hacia el techo, dejándola todavía
más desorientada.

Acné estalló en carcajadas, y antes de darse cuenta, Catarina le lanzó una almohada en un intento de golpearla. Sin embargo, el impacto nunca llegó, ya que su madre, a pesar de su edad, tenía reflejos impecables y esquivó el ataque sin dificultad mientras se dirigía a la cocina.

—¡Hay días en que no la soporto! —gruñó Catarina, mientras se cubría la cara con otra almohada, soltando un grito frustrado.

Eira se rió suavemente, con una risa algo elegante, casi como si fuera de una dama de alta sociedad. Pero al recordar su vida antes de llegar a este mundo, su sonrisa se desvaneció y su voz adoptó un tono melancólico.

—Tienes suerte... —dijo con un dejo de tristeza—. No todos los padres son así de amables... Vamos, nos preparó el desayuno. —Y, al darse cuenta de lo que había dicho, Eira se levantó rápidamente y salió de la sala.

Catarina parpadeó, sorprendida, mirando el libro y luego la espalda de su nueva amiga mientras esta se alejaba. Sin entender completamente por qué, sintió una ligera tristeza, como si sus bromas hubieran tocado algo delicado.

Al llegar a la cocina, las risas alegres de Acné llenaban el ambiente, y la expresión fría de Eira se había desvanecido, reemplazada por una cálida sonrisa mientras charlaba sobre cosas triviales. Catarina suspiró y se unió a la conversación.

Luego del desayuno, Acné se acercó a la mesa y, con una sonrisa cómplice, deslizó un boleto hacia Eira era un voleo carro bus a Book End.

—Esto es un agradecimiento por reparar el refrigerador.

Eira abrió los ojos con sorpresa.

—¿Hablas en serio? Pensé que la comida era suficiente pago... Siento que ya estoy tomando más de lo que necesito...

—Si no lo quieres, me lo quedo —bromeó Acné, riéndose.

Eira vaciló y, mirando el boleto, murmuró:

—Bueno, buscaré otra forma... tal vez consiga un trabajo...

Pero Catarina la interrumpió, tomando el boleto de la mesa y entregándoselo directamente.

—No seas tan noble, Eira. Esto es un regalo, y sería genial ser parte de tu historia... Tómalo y ve.

Eira, conmovida, tomó el boleto con una sonrisa de agradecimiento. Así que esto era tener suerte, pensó, sin poder evitar sonreír como una tonta. Salió en busca de su ropa, seguida por su tableta flotante, mientras dos de las mejores personas de este nuevo mundo la observaban con esa expresión de satisfacción que uno tiene cuando sabe que ha hecho algo correcto. Simplemente hechizante.

Cuando volvió, ya estaba vestida, con una sonrisa que iluminaba su rostro, lista para emprender el viaje y cumplir su objetivo antes de que el tiempo se agotara. Según la tableta, le quedaban 56 horas desde su llegada para llegar a Book End y, de ahí, a Ever After High.

Después de algunos minutos, las tres se dirigieron juntas a la parada del autobús-carro.

—¿Y qué harás cuando llegues, jovencita? —preguntó Catarina, llena de curiosidad.

—No lo había planeado mucho... —respondió Eira, tomando la tableta y mostrándosela—. Solo me dice que debo ir allí... de ahí ya veré.

—¡Un misterio por resolver! —exclamó Catarina, entusiasmada—. Con lo que nos has contado, tu vida parece ser parte de un cuento. Enfrentarás obstáculos, crecerás como persona y te enfrentarás a un villano final... ¡Es tan emocionante!

—Sí, emociónate... —repitió Acné con cierto sarcasmo—. Pero ser parte de esos estirados no es precisamente de mi tipo.

Una pequeña discusión se desató entre madre e hija, hasta que el autobús-carro apareció en la parada. Los ocho caballos blancos, de porte orgulloso y relinchos altaneros, parecían estar presumiendo. En ese momento, la puerta se abrió, mostrando al mismo elfo de la vez anterior con su expresión de pocos amigos. Soltó un pequeño suspiro al ver a Eira.

—Bueno, eres tú... ¿Ahora tienes el boleto o el dinero?

Con una confianza desbordante, Eira levantó el boleto.

—Sí, aquí está —dijo, mostrándolo con orgullo.

El elfo marcó el boleto y señaló que subiera.

—Adelante, niña. No tengo todo el día.

Desde la ventana del autobús-carro, Eira se despidió de sus dos amigas, y en ese momento, sintió como si fuera la protagonista de una película, despidiéndose de su familia para cumplir un sueño. En realidad, solo quería entender por qué había terminado en este mundo, aunque no lograba encontrar respuestas. Todo lo que recordaba con claridad era que había sido un martes por la noche. Más allá de eso, el misterio continuaba.

Mientras el viaje continuaba, Eira miraba por la ventana de la carroza, observando cómo los árboles y los carros pasaban rápidamente a la distancia. Dio un pequeño suspiro, imaginando lo que le esperaba en Ever After High, la escuela de los hijos y las hijas de los personajes de cuentos de hadas.

Recordó el comentario de Acné, quien los había descrito como "unos estirados." Tal vez haya tenido problemas con alguien así antes, pensó, y una risa leve escapó de sus labios. Pero, como dice el dicho: no juzgues un libro por su portada. Justo entonces, casi como una señal, sus ojos se abrieron con asombro al divisar a la distancia una estructura gigantesca: un castillo imponente, con múltiples techos y torres que parecían desordenados pero que de algún modo formaban un conjunto majestuoso.

—No puede ser... —murmuró con sorpresa—. Catarina me dijo que este lugar era enorme, ¡pero no imaginé que fuera tan inmenso! —Los edificios que rodeaban la escuela parecían casas de muñecas en comparación—. ¿Y ahora qué se supone que haga allí? —preguntó al aire, aunque no obtuvo respuesta, ni siquiera de su libro-tableta.

El viaje terminó en la ciudad de Book End, donde la carroza se detuvo a pocas cuadras de su objetivo. El trayecto había durado menos de tres horas, y solo necesitaba caminar un poco más para llegar. Sin embargo, antes de dar el primer paso, un grito rompió el aire, captando su atención.

Los ojos de Eira se abrieron al escuchar el grito, su concentración en el gran edificio se desvaneció al instante. Su primera reacción, instintiva y formada en los años que pasó en su mundo, fue evitar la situación: No es mi problema, sigue caminando, pensó. Sin embargo, la curiosidad pronto la venció, y con cierta reticencia, decidió acercarse a la pequeña plaza de donde provenía el alboroto.

No había dado más de unos pasos cuando vio una multitud reunida en torno a un escenario. "¿Qué está pasando?", murmuró para sí misma, mientras sus ojos recorrían la decoración del lugar. El escenario estaba adornado con rosas rojas y altavoces de madera que parecían hechos a mano, con delicadas incrustaciones de cristales que brillaban a la luz. En el centro, una chica de cabello castaño y largo, con un moño rosa y gafas del mismo color, vestía un vestido que recordaba un capullo de rosa invertido. La joven tenía un micrófono en la mano y una sonrisa amplia.

—¡HOLA...! ¡Book Enb! ¡Listos para la mejor fiesta callejera de todas! — la multitud grito de emoción. Con esa confirmación — ¡A darle Melody Piper!

El entusiasmo de la multitud estalló en un solo grito de respuesta, y con una sonrisa de satisfacción, la DJ dio inicio a su espectáculo. Eira se dejó contagiar por la atmósfera, asintiendo y esbozando una sonrisa al ver a todos disfrutar del ritmo. Justo en ese momento, la tableta flotante en su bolso comenzó a vibrar, y cuando la sacó, un nuevo mensaje parpadeaba en la pantalla:

[Encuentra y hazte amiga de Briar Beauty, la hija de la Bella Durmiente. Tienes 5 horas para completar la misión o sufrirás una penalización: una noche de insomnio.]

—Ahora me avisas de las penalizaciones... Bueno, no parece tan grave —se rió. —¿Quién es Briar Beauty?

La misión la hizo alzar una ceja, pero en ese momento fue arrastrada por la multitud que se agolpaba en la fiesta. Intentó apartarse de un grupo de adolescentes que la empujaron accidentalmente al suelo.

—¡Malditos cromañones! —gruñó, levantándose mientras se sacudía.

En medio de su intento por alejarse, chocó de frente con la presentadora, quien la miró con una sonrisa amistosa.

—Oh, lo siento, ¡no te vi! —dijo con preocupación.

Eira se sonrojó al instante; la chica era incluso más bonita de cerca. Intentó balbucear una disculpa, mientras se esforzaba por mantener la compostura.

—¿Eres nueva? Conozco a casi todos los estudiantes y nunca te he visto en mis fiestas —comentó la joven fiestera con curiosidad, sin dejar de sonreír.

—Ah... lo siento, no quería meterme aquí, solo esos cromañones me arrastraron, pero ya me iba...

—¿Cómo que te ibas? —La chica soltó una risita, negando con la cabeza—. No puedo permitirlo; ¡es mi fiesta! Me dolería mucho que alguien se fuera sin disfrutar. Además, soy una excelente guía para nuevas amistades —dijo, guiñando un ojo—. Soy Briar Beauty, un gusto conocerte.

La tableta de Eira brilló de nuevo con un mensaje en la pantalla:

[Objetivo encontrado. Procede con la misión.]

Eira suspiró resignada mientras miraba a Briar, quien la había tomado del brazo con una sonrisa divertida.

—Bueno, supongo que no tengo escapatoria...— expreso con desgana. 


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