Las fiestas no son lo mío.

La música reinaba en medio de la pista mientras la gente bailaba y disfrutaba de la melodía, una curiosa mezcla entre pop y música clásica. El remix llenaba el aire con una energía vibrante que hacía imposible quedarse quieto... salvo para una persona: Eira Handcraft.

En teoría, debería estar bailando como el resto de los invitados en la fiesta de Briar Beauty. Sin embargo, ahí estaba, completamente inmóvil en medio del bullicio, con la mirada perdida mientras intentaba procesar el caos a su alrededor. La multitud, los gritos de entusiasmo, las luces mágicas destellando a cada ritmo... todo era demasiado para ella.

"¿Por qué no pude decir que no?" pensó con amargura, recordando que técnicamente no había tenido opción. Sus ojos buscaron a Briar, la anfitriona, quien vestía un deslumbrante vestido rojo y reía animadamente con un grupo de chicas. Eira suspiró, sin saber si sentirse aliviada o frustrada porque Briar se había olvidado de su existencia. Bueno, eso era mejor para ella. Al menos ahora tenía la oportunidad de escabullirse.

Miró su entorno, observando la muralla de gente que tendría que atravesar para salir de ahí. Dio un largo suspiro, reuniendo valor. Una frase de su vida pasada cruzó su mente: "Al mal paso, dale prisa". Decidida, comenzó a moverse a través del mar de personas, tratando de abrirse paso entre las multitudes, chocando de vez en cuando con otros invitados.

—¡Disculpa! —dijo mientras se apretaba contra alguien más.

El muchacho solo le lanzó una mirada de disgusto antes de seguir bailando. Eira apretó la tableta contra su pecho, sintiéndose pequeña y expuesta. En su vida pasada, siendo hombre y algo más alto, siempre podía moverse con confianza, devolviendo las miradas si era necesario. Pero ahora, siendo una chica más baja y con una ansiedad social que no la ayudaba, cada interacción se sentía como una amenaza.

"Esto es horrible", pensó mientras su corazón empezaba a latir con más rapidez. No ayudaba que algunas personas la miraran como si estuviera fuera de lugar. Su mente se llenó de pensamientos fatalistas, imágenes de su mejor amigo riéndose de ella si pudiera verla ahora.

El peso del ambiente comenzó a aplastarla. La música, las luces, las miradas... todo se sentía cada vez más distante, como si su visión se redujera a un túnel. Su respiración se aceleró mientras trataba de controlarse, pero era inútil. Eira odiaba estar ahí.

—¿Estás bien...? —preguntó una voz suave y calmada detrás de ella, acompañada de un ligero toque en su hombro.

Pero esa pregunta bienintencionada fue la gota que colmó el vaso. Eira saltó del susto como un gato asustado, perdiendo el equilibrio y cayendo al suelo. El golpe no fue tan fuerte como el impacto emocional. Todo a su alrededor pareció encogerse. Las risas y la música se desvanecieron, reemplazadas por el zumbido de su propia ansiedad.

Un pequeño grupo comenzó a rodearla, todos murmurando con preocupación o curiosidad. La sensación de que todos la miraban solo empeoró las cosas.

—¡Ok, todo el mundo, aléjense de ella AHORA! —gritó una voz firme y autoritaria que resonó por encima del bullicio.

Briar Beauty entró en escena como si fuera la heroína de una obra de teatro, moviendo las manos para dispersar a la multitud. Su expresión era seria, con un dejo de culpabilidad.

—Por favor, denle espacio. ¡Vamos! —ordenó mientras se agachaba junto a Eira. Briar miró a otra chica que estaba cerca—. Cedar Wood, ¿qué pasó?

La morena de cabello ondulado y ojos amables respondió mientras se arrodillaba junto a Eira.

—Creo que estaba teniendo un ataque de pánico —dijo con seguridad, aunque su tono era comprensivo—. Créeme, sé lo que se siente detestar este tipo de cosas.

Briar frunció el ceño, su voz bajando un poco al hablar.

—Puede que esto sea mi culpa... —admitió con un dejo de remordimiento—. Es una chica nueva que jamás había estado en una de mis fiestas. Supongo que no fue tan... encantador como pensaba.

Mientras tanto, Eira comenzó a recuperar la compostura. Su respiración se calmaba poco a poco mientras sentía que la música disminuía, la multitud alejándose a una distancia prudente gracias a Briar.

"Dios, qué vergüenza...", pensó Eira mientras se incorporaba lentamente, evitando la mirada de todos.

Briar le extendió una mano, su sonrisa amigable ahora teñida de preocupación.

—¿Te sientes mejor? Lo siento muchísimo. No quería que esto sucediera.

Eira, aún avergonzada, asintió ligeramente.

—Estoy... estoy bien. Solo fue... demasiado para mí.

Cedar miró a Briar, señalando con un dedo:

—Tal vez deberías tener eso en cuenta para la próxima. No todo el mundo disfruta de las fiestas, ¿sabes?

Briar suspiró, pero luego sonrió con suavidad.

—Ok, lo admito. Metí la pata. Pero puedo arreglarlo. Vamos, Eira. Te invito un poco de ponche y prometo no obligarte a bailar. Solo hablemos un rato, ¿sí?

Eira dudó por un segundo, pero luego aceptó la mano de Briar, pensando que, después de todo, no tenía muchas opciones. La tableta flotó frente a ella con un nuevo mensaje:

[Continúa tu interacción con Briar Beauty. Progreso: 50%.]

"Esto va a ser un largo día", pensó Eira mientras leía el mensaje en su MirrorPad flotante. ¿Por qué debería seguir? Antes de que pudiera tomar una decisión, las chicas frente a ella se fijaron en el dispositivo con curiosidad. Cedar Wood, movida por un acto impulsivo, extendió la mano como si quisiera inspeccionarlo más de cerca o apartarlo para verlo mejor.

La reacción de Eira fue casi automática. En un movimiento rápido, tomó la tableta y lo abrazó contra su pecho como si fuera lo más preciado del mundo.

Cedar retrocedió inmediatamente, con una mezcla de sorpresa y culpa en su rostro. Incluso Briar Beauty, siempre despreocupada, levantó una ceja al ver la repentina defensiva de la chica rubia.

—Lo-lo siento... —murmuró Cedar, con evidente nerviosismo—. No era mi intención... asustarte o algo así.

Eira suspiró y se obligó a relajar los hombros. Sabía que había reaccionado de forma exagerada.

—No, no te disculpes. —Respondió con una voz algo más suave— Sé que no fue tu intención, pero esto es... algo muy importante para mí.

Briar, tratando de aliviar la tensión, soltó una risa ligera y comentó con tono divertido:

—Bueno, después de todo, el MirrorPad es prácticamente la vida de una chica. Ahí está toda nuestra existencia social. —Sonrió y miró a Cedar con un guiño—. Prometo que no dejaré que se acerque más.

—¡Oye! —protestó Cedar, inflando los cachetes con una expresión de indignación infantil—. No quería espiar nada. Solo me dio curiosidad. Además, apuesto a que tú también te sorprendiste.

Briar se encogió de hombros con aire despreocupado y soltó un pequeño suspiro.

—No lo voy a negar. He visto muchos MirrorPads, pero ninguno que sea... ya sabes, flotante. —Sus ojos brillaron con interés mientras observaba el dispositivo mágico—. ¿Es personalizado? ¿Quién te lo hizo? ¡Quiero uno igual!

Eira tragó saliva y desvió la mirada, buscando desesperadamente una excusa. Apenas entendía cómo funcionaban las cosas en este mundo, y mucho menos cómo explicar el origen de su tableta mágica sin levantar sospechas. Finalmente, optó por una respuesta vaga.

—No lo sé... —dijo en voz baja, fingiendo melancolía—. Fue un regalo... de una tía muy cercana a mí.

El tono de tristeza en sus palabras logró apaciguar la curiosidad de las chicas. Ambas se miraron brevemente, incómodas y sintiéndose un poco culpables por haber presionado tanto. Cedar, intentando romper el silencio, ofreció una sonrisa nerviosa.

—Ehhh... ¿qué les parece si vamos por ese ponche? —propuso, dejando escapar una risa forzada.

El ambiente, aunque todavía algo pesado, comenzó a relajarse mientras las tres se dirigían a una mesa decorada con bocadillos y una gran fuente de ponche. A medida que avanzaban, Briar no podía evitar observar de reojo a Eira. La rubia seguía mirando a su alrededor con una cautela casi paranoica, como si estuviera evaluando cada rincón y cada persona en busca de algún peligro oculto. Esto provocó que Briar esbozara una sonrisa. "Eira era extraña, sí, pero había algo fascinante en su actitud".

De repente, el MirrorPad volvió a sonar y brillar con su característico tono azul, atrayendo la atención de Eira. Rápidamente, lo levantó para leer el nuevo mensaje:

[Progreso de la misión: 65%. Mantén la interacción con Briar Beauty.]

Eira parpadeó sorprendida. "¿Cómo había subido tanto el progreso de la misión con tan poco?" Apenas había intercambiado unas pocas palabras con Briar. Sus pensamientos se interrumpieron cuando Briar, con una gran sonrisa, le tendió una copa de ponche.

—Aquí tienes. —dijo Briar con un tono amable y despreocupado.

Eira sintió cómo su rostro comenzaba a calentarse. "¿Por qué se estaba sonrojando?" Tomó la copa con timidez y murmuró un suave:

—Gracias...

—Por nada. —Briar levantó su propia copa con entusiasmo—. ¡Por las nuevas amistades!

Eira, todavía un poco desconcertada, levantó también su copa y esbozó una pequeña sonrisa.

—¡Sí! —dijo Eira antes de llevar la copa de ponche a su nariz y olerla ligeramente antes de beber.

La acción no pasó desapercibida para Cedar Wood y Briar Beauty. Ambas intercambiaron una breve mirada, confundidas, aunque ninguna dijo nada. Decidieron asumir que era una costumbre peculiar de la chica o simplemente parte de su manera de degustar. Después de todo, en Ever After High habían conocido a personas con las particularidades más insólitas; su amiga Madeline Hatter era el ejemplo perfecto de eso.

El silencio entre ellas fue roto por la voz de Briar, siempre animada:


—Y bien, ¿qué te parece la fiesta? —preguntó con entusiasmo, pero antes de que la nueva alumna pudiera responder, un detalle le golpeó la mente—. ¡Ah! Lo siento mucho, ni siquiera pregunté tu nombre... ¡y para colmo te arrastré aquí sin avisar!

Cedar Wood suspiró con cansancio, cruzándose de brazos mientras miraba a Briar con ojos de reproche.


—¡Briar! —dijo con un tono suave, pero firme—. ¿Cómo es posible que no te hayas presentado antes? Deberías tener más cuidado, a veces puedes ser tan... irresponsable.

Briar levantó ambas manos con un gesto de inocencia.


—¡Es que no podía dejarla sola! —se defendió, mirando a Cedar con un pequeño puchero—. Apenas la vi y pensé: "¡Esa chica es nueva!". Quise darle una bienvenida encantadora, ya sabes, para que su primera impresión sea... positiva.

Cedar levantó una ceja, claramente dudando de la excusa de su amiga.


—¿Positiva? Arrastrarla a una fiesta gigantesca sin avisarle, sin su consentimiento, ¿contaría como algo positivo? —respondió con un tono más bajo, pero aún crítico.

—¡Lo hice con buena intención! —insistió Briar, haciendo un gesto dramático con las manos mientras sus rizos se movían con ella—. Es decir, ¡mírame! Soy un ejemplo de cómo las primeras impresiones importan.

Cedar negó con la cabeza y estaba a punto de responder, cuando la voz de Eira rompió la pequeña discusión entre ellas.

—Soy Eira HandCraft... Es un gusto conocerlas —dijo con nerviosismo, entrelazando los dedos en un gesto incómodo—. Y, bueno, siento si causé problemas... No soy muy buena para las fiestas y mucho menos con la de esta tamaño.

Ambas chicas posaron su mirada en Eira, quienes ahora notaban con más claridad su incomodidad. Su tono titubeante y el ligero rubor en sus mejillas dejaban en claro lo fuera de lugar que se sentía.

—Tampoco quería causar inconvenientes —añadió Eira—. Es que, bueno, no estoy acostumbrada a este tipo de cosas.

Cedar, mostrando un gesto más comprensivo, dio un paso adelante con una sonrisa amable. Su voz, más baja y tímida que la de Briar, contrastaba con su seguridad tranquila.


—No te preocupes, Eira. Yo tampoco soy buena para este tipo de cosas. —dijo Cedar con suavidad—. Pero a veces es bueno salir de tu zona de confort, ¿sabes? Nunca sabes lo que podrías encontrar.

Eira levantó la mirada, sorprendida por el tono calmado de Cedar. Sus palabras eran sinceras y, de alguna manera, reconfortantes. Por un momento, sintió como si la presión de estar ahí se aliviara un poco.

Briar, por su parte, sonrió ampliamente y, como siempre, agregó su toque teatral a la conversación.
—¡Exacto! —exclamó con entusiasmo—. ¿Y qué mejor manera de salir de tu zona de confort que con la ayuda de dos amigas como nosotras?

—Briar... —susurró Cedar, claramente sintiéndose un poco avergonzada por el entusiasmo de su amiga.

—¡Oh, vamos, Cedar! —dijo Briar, riendo mientras rodeaba los hombros de ambas chicas con sus brazos—. ¡Esto será divertido, lo prometo! —dijo con una amplia sonrisa.

Cedar dio un pequeño suspiro. Conocía bien a Briar y sabía que esa sonrisa solo podía significar problemas. Sin embargo, no tuvo tiempo de intervenir, porque la fiestera ya estaba arrastrándolas, tanto a Eira como a ella, hacia alguna parte de la fiesta... o más bien lejos de ella. Algo que, para variar, resultaba sorprendente.

—Lo estuve pensando un poco. Ustedes dos parecen tan parecidas que sé exactamente el lugar perfecto para que se relajen. Además, creo que yo también necesitaré un pequeño descanso —comentó Briar con un bostezo, mientras sacaba su MirrorPhones con movimientos ligeros y marcaba unas opciones—. Vayan a este lugar —indicó, señalando en la pantalla—, pero asegúrense de llegar antes de la puesta del sol —concluyó justo antes de soltar un último bostezo y desplomarse en el suelo como un saco de cemento.

Eira se quedó paralizada, sus ojos abiertos como platos. Miró a un lado y al otro, buscando qué hacer. Su mirada terminó en Cedar, quien, para su sorpresa, parecía completamente tranquila, como si esto fuera algo cotidiano.

—¡Las bebidas tenían algo! —dijo Eira, alarmada, mientras intentaba despertar a Briar—. ¡Y yo también las tomé! ¿Cuándo va a hacer efecto? ¡Alguien debe haber puesto una trampa! —añadió en pánico, mientras la piedra que llevaba en el bolsillo comenzaba a flotar a su lado. Eira adoptó una postura defensiva, como si protegiera a la desmayada Briar de cualquier peligro invisible.

Cedar, que observaba la escena, no sabía si reír o preocuparse. La chica que hasta hace un momento parecía tímida ahora estaba paranoica, pero también decidida a proteger a alguien a quien apenas conocía. Dio un suspiro y decidió tranquilizarla.

—Nadie hizo nada, Eira —dijo con voz calmada—. Briar tiene narcolepsia. Es la hija de la Bella Durmiente, después de todo. Es parte de su legado.

Eira, al escuchar esto, se detuvo. La comprensión iluminó sus ojos, y la piedra que flotaba junto a ella descendió lentamente. Tomó el objeto y lo guardó de nuevo en su bolsillo, mientras un pensamiento cruzaba por su mente: "¿Aquí también existe esa enfermedad?". Miró a Cedar con una mezcla de alivio y duda.

—Ah... —murmuró, intentando procesar lo que acababa de oír—. ¿Y qué hacemos con ella? No podemos simplemente dejarla tirada aquí.

—Eso es verdad... —respondió Cedar, mirando a su alrededor antes de señalar un banco cercano—. Ahí estará más cómoda.

Sin pensarlo mucho más, Cedar se acercó a Briar y tomó sus piernas, indicando a Eira que tomara la cabeza. La rubia parpadeó con incredulidad. ¿De verdad iban a dejarla durmiendo en una silla en medio de la ciudad? Aun así, ayudó a trasladarla, aunque no sin murmurar para sí misma que esto no le parecía nada seguro.

Una vez que acomodaron a Briar en el banco, Cedar sonrió satisfecha.

—Bien, vámonos —dijo mientras recogía los MirrorPhones de su amiga.

Eira, sin embargo, no se movió. Su expresión mostraba preocupación.

—¿Estás segura? ¿No le pasará nada?

—Sí, el lugar es muy tranquilo. Esto le pasa todo el tiempo y nunca ha tenido problemas.

Eira no estaba convencida. Su instinto protector, moldeado por un mundo menos amable, le decía que dejar a una chica desmayada sola en la calle era una locura.

—Llegamos juntas, nos vamos juntas —declaró con firmeza, extrañando incluso a Cedar, quien no esperaba ese cambio repentino de actitud—. Me quedaré. Alguien tiene que cuidarla.

—¿Espera? ¿Lo dices en serio? —dudó Cedar, sorprendida—. ¿No crees que ella se molestará por no hacerle caso?

Pero la mirada seria de Eira lo decía todo. Era una decisión tomada, y Cedar, tras un momento de reflexión, suspiró. Sin decir más, buscó otra silla y la arrastró junto a la rubia.

—Supongo que tienes razón. Es mejor cuidarla —admitió, sonriendo ligeramente mientras se sentaba a su lado.

La mirada de Eira era seria, casi como si su determinación dijera que no le importaban las circunstancias.

—Si es así, que así sea... mejor eso que permitir que algo malo le pase —declaró, con firmeza.

El asombro se reflejó claramente en los ojos de Cedar Wood. La Eira tímida de hace unos momentos parecía haber desaparecido, dejando en su lugar a alguien más aguerrido, alguien con la actitud de una verdadera protagonista de una aventura de cuentos de hadas. Cedar dejó escapar un leve suspiro antes de tomar una decisión.

—Tienes razón. Es mejor cuidarla —respondió con una sonrisa apenas perceptible, mientras se acercaba para arrastrar otra silla junto a la rubia.

Los minutos transcurrieron lentamente. La fiesta comenzaba a apagarse mientras el sol descendía por el horizonte, tiñendo el cielo de un cálido naranja mágico. Fue entonces cuando Briar, con un fuerte bostezo, despertó de su sueño.

Sus ojos, algo adormilados, recorrieron el lugar. Al darse cuenta de la situación, frunció el ceño con disgusto.

—Otra fiesta que me pierdo... —murmuró, con resignación.

—Vaya, ya despertaste —dijo Eira con una sonrisa amable, aunque algo nerviosa.

Briar miró con sorpresa a sus dos amigas. Cedar Wood levantó una mano para saludarla tímidamente.

—¿Qué están haciendo aquí? —preguntó Briar, confusa—. No están en la Torre Lejana... y, por lo que veo, se están perdiendo el atardecer. Eso no es para nada hechizante.

—Eso no importa... tú importas —respondió Eira con firmeza—. No podía dejar a alguien desmayada en el suelo. Llegamos juntas, nos vamos juntas... Es algo que aprendí en mi... ciudad natal.

Briar parpadeó un par de veces, sorprendida por esas palabras. Algo tan sencillo y directo... pero también tan nuevo para ella. Su rostro se iluminó con una sonrisa cálida y, sin previo aviso, abrazó a Eira con fuerza.

La rubia se quedó congelada, su rostro poniéndose rojo como un tomate. No esperaba esa reacción, y al parecer Cedar tampoco, pues observaba la escena con una mezcla de asombro y diversión.

—Gracias... —susurró Briar, con genuina gratitud.

—Es lo que hacen las amigas, ¿verdad? —respondió Eira, como si fuera lo más obvio del mundo.

En ese momento, la tableta flotante de Eira comenzó a emitir un sonido. Al intentar escapar de su mano, Eira la sujetó firmemente hasta que dejó de luchar. Briar, algo avergonzada por el abrazo, se apartó ligeramente, mientras su mirada se dirigía al cielo, que ya comenzaba a oscurecerse.

—Supongo que es momento de volver a los dormitorios —dijo mientras se ponía de pie—. Vamos... o nos multarán.

—¡Es verdad! —exclamó Cedar, alarmada—. ¡No quiero hilar paja como castigo!

Con todo lo que había sucedido, Eira se dio cuenta de algo importante: no tenía un lugar donde quedarse. Miró con una pizca de incomodidad a la fiestera de vestido rosa, mientras su mente recordaba que aún no había cumplido con la misión principal. Sacó la tableta para revisar su progreso.

[Felicidades, has cumplido con la misión. Tu relación con Briar Beauty es del 100%.]
[Se ha agregado a tu lista de personajes de apoyo.]
[Habilidad desbloqueada: Caminante Diurno. Puedes pasar hasta 3 días sin dormir sin que el cansancio te afecte o produzca efectos negativos.]

Eira soltó un suspiro al leer el mensaje. Qué irónico le parecía recibir una habilidad así en ese momento. Al menos aún tenía un día para llegar a Ever After High.

—¿Hey, qué esperas? —preguntó Briar al notar que Eira no se movía.

Eira inclinó ligeramente la cabeza, algo nerviosa.

—Oh, perdón, es que... bueno, no soy estudiante. No por el momento... no creo que pueda entrar. —Dijo jugando con sus manos, mientras la tableta orbitaba alrededor de ella—. Digamos que es complicado.

—¿Entonces estás en un hotel? —preguntó Cedar con curiosidad.

—Bueno... no —respondió Eira, mientras su mirada vacilante se dirigía a Briar Beauty—. No tuve tiempo de encontrar un lugar donde quedarme...

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