Pequeños inconvenientes un tanto misteriosos.
Era una mañana calurosa en la ciudad y Rey se disponía a ir a la tienda a dejar la ouija, había "jugado" Una sola vez y ya había visto el poder que poseía. Había un poco de magia en la vida, eso era seguro, además quería hablar con la mujer sobre si es posible sentir empatía por alguien que claramente no está vivo.
Hacia unos días había tenido una plática un tanto reveladora con Ben, había sido algo inusual, ya que no solía hablar de ello con nadie, ni siquiera con sus amigos y mucho menos con Tod.
//"Dejar la comida por tres minuto", decía la Caja de pollo que había comprado ése día para la cena, usualmente cocinaba la cena para Tod, ó cuando venían los chicos, pero estando ella sola, una sopa de pollo instantánea se veía tentadora en su mesa de caoba.
Ben estaba en algún lugar, después de contarle sobre su familia y todos los inconvenientes que pasó en su juventud, la habían hecho darse cuenta de que no todo lo que brilla es oro. Ella hubiese deseado que Ben fuese feliz en su infancia, todo niño lo merece. Lo poco que recuerda de sus padres es bueno.
—Provecho. —se apareció al otro lado de la puerta, y le sonrió.
—Te daría un poco, pero creo que no se podría. — aún era todo esto demasiado confuso y eso que el llevaba días en su casa.
—No me gusta el pollo. —se sentó al otro lado de la mesa.
—¿Vegano?. —le encaró. —Yo quise ser vegana en mi juventud, pero no puedo perderme de un buen asado con sus deliciosas patatas. —se imaginó eso en su mesa.
—No, no soy vegano. Simplemente que no comería de esa lata ni por todas las estrellas de la galaxia. —Rey emitió una carcajada y se encogió de hombros.
—No tengo opción. —le dio un sorbo. —si sabía mal. —Extraño a Poe.
—¿Tu novio?. —Rey emitió una carcajada aún más fuerte.
—No, es mi mejor amigo, como un hermano.
—Ya veo. Supongo que es un excelente cocinero, por eso lo extrañas.
—Un poco, —le dio otro sorbo a la sopa.
— El es un cocinero experto y como veraz a mi se me quema hasta el agua con la estufa apagada.
—Te podría enseñar. —se ofreció.
Sin decir más después de un rato estaban en la cocina, no había mucho con que prácticar, pero Ben le podría enseñar.//
Rey llegó a la tienda, seguía igual que cuando vino hace unos semanas atrás. Lo pensó, que le diría exactamente a la mujer, no podía llegar diciendo que después de haber usado la ouija se apareció un ser de otro mundo, tampoco que hablaba con el y mucho menos que se había ofrecido a llevarlo con su madre.
//Comiendo unas tostadas recién hechas por Rey con ayuda de Ben.
Había puesto una película en Netflix, que de inmediato hizo llorar a Rey, Ben se inmutó, el no era de dramas familiares, aún así no pudo negar que la película era buena.
—¿Porque es tan difícil la vida?.—recogiendo los platos del piso para lavarlos.
—Se lo preguntas a un fantasma. —la ayudó con un vaso en la esquina del sofa.
Aún era algo difícil para Rey esto de que estába muerto y se suponía que no tenía sentimientos.
—Lo siento Ben, aveces solo lo olvidó. —se disculpó yendo a la cocina, Ben fue detrás de ella. —Es que es demasiado real que estés aquí y solo seas un fantasma.
—También yo lo olvidó, casi lloró con esa película. —bromeó.
—Bueno, no se si los fantasmas lloren, pero no puedes negar que soltaste una gran carcajada cuando Charlie se corto el brazo en esa escena. —El solo lo volvió a hacer; reír.
—No, no voy a negar que Charlie fue muy tonto, y que tampoco negar que me conmovió la escena de su pelea.
—Fue horrible. —Rey siguió. — Y a eso me refiero, porque nada puede ser perfecto, digo, porque no pudieron ser felices por siempre. Tenían un hijo y una vida....
—Horrible.— término Ben. —no puedes forzar a los demás a sentir tu felicidad, es egoísta. —Tenía razón, tenía toda la maldita razón.
Por mucho tiempo Rey venía escuchando eso de todos, amigos, colegas, hasta su tía por teléfono. Pero que un fantasma te lo diga es el destino que te lo está diciendo.
Había forzado a Tod a estar con ella, sin dudar el también la forzó en innumerables ocasiones, ambos se hacían daño lentamente. El destino marco su vida y ahora una de ellos no estába más. Y al parecer el otro seguía sufriendo.
—Lo lamento Rey. —habló Ben después de unos segundos de silencio por parte de Rey.
—No, —metiendo los trastos al lavaplatos. —no tienes porque. Tienes razón, yo no fuí exactamente la mejor novia.
—¿Tan mal te hizo sentir ese tal Tod?.
Rey volvió al silenció solo para sonreírle de una manera nostálgica.
—Ambos nos hicimos daño en el pasado. No me alegro de su muerte, porque no soy tan cruel, pero yo lo presione demasiado y el por su parte tampoco me hacia feliz.
Tomó asiento frente a el.
—Fuí una huérfana desde pequeña, que casi ni siquiera recuerdo los rostros de mis padres, me crió una tía postiza, que más bien era una monja del convento a donde me mandaron después de sus muertes. La extremadamente calurosa Jakku, fue mi hogar, nunca tuve lujos o cosas así, supongo que me hice a la idea de salir de Jakku y tener una familia con mí casa y mi perro. Ni siquiera me importó quien fuera el esposo.
Ben la mirada con una especie de pena, el había hablado de alejar a su familia y ella ni siquiera tuvo una.
—Cuando entre a la Universidad conocí a Tod, el era eso que tanto anhele, un chico lindo y atentó. Todo era tan mágico con el, pero en el fondo nunca tuvo la iniciativa de nada, en eso tuvo razón, lo obligue a muchas cosas pero el también me obligó a otras. —se detuvo a lo próximo que hiba a decir, solo para que el sonido del lavaplatos.
—¿A que te obligó?. —le pidió. Pervivió ¿enojo?
—A nada, —fue rápida. —olvidalo, te ayudaré, en unos días estaremos por irnos. —cambio de tema.
—Soy un fantasma, no un insensible.
—Esta muerto. Tod esta muerto, lo extraño un poco y solo estoy diciendo tonterías.
Ben se quedó ahí esperando que le contará, dígalanlo como un sexto sentido al estilo de Bruce Willis pero intuía que algo malo pasaba con Rey, de un tiempo para acá ella se había vuelto una buena amiga, y la quería la quería como a una amiga, eso se dijo la noche que la miro dormir, no lo volvería a hacer no era un maldito pervertido.//
Entonces la mujer apareció saliendo tras la cortina, como la última vez con una sonrisa amable.
—Vengo a regresar algo. —poniendo el paquete sobre el mostrador.
La mujer lo miro con calma, después le volvió a sonreír.
—No puedes regresar este objetó. No aún. —la serenidad en la forma en que lo dijo, pero sus palabras si eran extrañas, ¿aún más?. —Puedo ofrecerte alguna otra cosa. —continuó.
Rey creyó que la mujer no entendió.
—No, gracias. Solo quiero regresar esto, es la ouija que me vendió hace unas semanas, solo se la devuelvo. No quiero un reembolso, si eso es lo que piensa.
—No es tema de dinero cariño, simplemente que la ouija aún está abierta. —de nuevo con la tranquilidad que lo decía que la ponía nerviosa.
—Emm... —no supo que más decir o preguntar.
—No tengas miedo. —tomó su mano. —tienes una encomienda en tus manos, cuando todo acabé podrás regresarla. —Rey estaba confundida.
—¿Usted sabe de el?. — lo dijo, ella asintió. —, ¿me puede ayudar?.—quizá ella podría alejarlo, no es que no quisiera ayudarlo, pero todo esto se estába tornando raro.
—Confía, sigue tus instintos. Cuando te ví aquella vez supe que estabas destinada a algo maravilloso. Tú eres la única que lo puede traer a casa.
Rey no entendió nada, nada absolutamente nada. ¿A que se refería?.
—Están destinados. —siguió. Rey la soltó. Miro con extrañes todo, de repente se mareo y quería vomitar.—No te asustes. No tengas miedo.
Rey se giró y salió hacia la puerta tan deprisa que tropezó con unas cajas y cayó al suelo, la mujer la quiso ayudar pero Rey se levantó a toda prisa y huyó del lugar, dejando a la mujer desconcertada y la ouija en el mostrador.
*
Ben leía un libro que Rey había puesto en su viejo librero. Recordó con cariño que fue un regalo de su padre, el mismo lo había hecho, en su momento lo detesto pero con el tiempo aprecio el gesto, bueno para los libros, documentos y ahora los libros de Rey.
Pensó en ella, y en que este lugar hubiera sido maravilloso para ambos, de nuevo pensado en esas cosas. No podía darse ese lujo, ya no estaba vivo para pensar en amar. Cuando tuvo la oportunidad la desprecio por la soledad, que según en aquel momento fue la mejor opción, que tonto.
Pero los bellos ojos de Rey, sus pecas que bañaban la punta de su pequeña nariz. Su cabello que olía delicioso y su sentido del humor que lo hacía reír. Además de que estaba dispuesta a ayudarlo, así sin más. Nunca en su vida había conocido a una chica como ella. No tenía nada y daría mucho por el. Como hubiese querido conocerla en algún otro momento, en alguna otra oportunidad, una donde el tuviera aire en sus pulmones. Pero debía sacarse esas ideas. Solo tenía una encomienda ella le ayudaría a hablar con su madre.
La puerta se abrió de golpe, era Rey, agitada, sudada, nerviosa. Como si algo la estuviera persiguiendo.
—¿Estas bien?. —Ya no traía el paquete.
—No te me acerques. —retrocedió.—Me estoy volviendo loca. —corrió hacia su habitación, dejando a Ben muy confundido.
Rey abrió la puerta de su habitación, solo para gritar tan fuerte que la hizó caer, Ben le dio la mano y esta lo apartó levantadose muy rápida. Hoy no era su día.
—¿Quieren volverme loca?. —lo acusó de nuevo.
Ben miro con cuidado, un extraño objeto, jamás había visto una tan de cerca. Solo en las películas y talvez en algún Museo, de esos viajes culturales a los que su madre lo llevaba contra su voluntad, por supuesto. Era una ouija.
La misma que había dejado en el local de la adivina al otro lado de la ciudad.
—La tormenta, el gato, tu y esa ouija. —se tocó el pecho, estaba realmente agitada.
—¿De que hablas?. Creí que la irías a regresarla.
—Lo hice, la deje en el lugar con esa extraña mujer. —no podía conectar los puntos, pérdida ante todo lo que estaba aconteciendo. —esto es demasiado para mí.
—¿Que te dijo?. —la interrogó, ella aún se veía mal. —¿Y como llegó eso aquí?, si según tú lo dejaste con ella.
—Tú deberías decírmelo, ella me dijo que tenía una encomienda por hacer, que estába destinada a ello y que... Y que no podría deshacerme de la ouija hasta que lo llevará a casa.—le faltaba el aire.
—¿A quien?. —Rey no podía gesticular palabra. Ben miro la escena con más calma, "llevar a casa", "encomienda". Todo eso hizo click al mismo tiempo que Rey tomaba aire para hablar.
—Creó que sabes a quién. —dijo con el semblante pálido todavía.
—Yo, soy yo, ¿no es así?. —esta vez no se veía tan seguro. Rey solo asintió.
—Ni me preguntes como lo supo. —se adelantó. —todo esto me esta dando miedo Ben.
—No tengas miedo. —la encaró con valor. —No tengas miedo, te aseguró que lo último que quiero es hacerte daño.
—Se que no me lastimarías. —le aseguró. —Solo, solo que ésto es ya demasiado.
—Quizá sea una señal.
—¿De que?. —en este punto no estaba segura de nada.
—De qué debíamos estar juntos, que eres la única que puede ayudarme. —fue firme, sabía que había visto a Rey en otro lado, era su Ángel ahora lo tenía seguro en su mente y su corazón.
—Ya lo oí antes, y créeme Ben aún así tengo miedo.
—Yo también. —En el fondo miedo de algo que crecía en su pecho. —pero no lo tengas. —tomó su mano. —ayúdame, eres la única, mi última esperanza.
Ella meditó todo, tan rápido como pudo, la mujer le dijo que estaba destinada a algo maravilloso, ¿ayudar a un fantasma? . Se dio cuenta que no tenía salida y se puso en su lugar. Ella también pediría ayuda.
—Este bien, seguiremos con lo que acordamos. —se soltó de su agarre y miro la ouija otra vez. —aunque esta noche dormiré en la sala.
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También los invitó a que chequen mi perfil, tengo más fics AU Reylo/Han×Leia.
Les amo. 💖
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