Capítulo 39 : Christian & Sara.
Unos gritos se escuchaban y luego fueron cesados por un portazo. Su padrastro no paraba de criticarla por cada decisión o acción que realizaba en su joven vida, ella tenía el derecho de vivir a su parecer, pero no se daba cuenta de algo importante; aún era joven. Tener diecisiete años le desagradaba por completo, ya quería cumplir los dieciocho años para dejar la casa de su madre desinteresada y su padrastro que se cree todo un Dios. Quería vivir con su novio Christian, un joven que le llevaba dos años, un hombre atractivo y muy perfecto para ella, su apariencia era encantadora y sus sentimientos e intenciones eran lo más bello para ella, lo curioso de eso era que el pensaba exactamente lo mismo de Sara.
Pero su padrastro no aceptaba a el joven y siempre le recordaba a su hijastra terminar con ese joven ¿Por qué? Porque simplemente lo quería, no soportaba por alguna razón desconocida verlos juntos y felices, y su madre no le interesaba nada que se relacionará con su única hija. Prefería una cerveza antes que a ella.
Ella se sentía atrapada y pensaba que sólo su novio la amaba realmente lo cual era cierto. Él simpre quiso ayudarla con su situación e incluso habló cara a cara con los padres de Sara para tener su permiso legal de que ella se mudará con él para cuidarla por ellos (algo que no hacían obviamente) pero sin explicación lo rechazaron como era de costumbre, pero a pesar de todo él jamás la abandonó, sabía muy bien que ella lo necesitaba y su amor por ella era tan grande que se quedaría a su lado incluso si jamás logra ganarse a sus padres.
Y así como él la apoyaba a ella, ella lo apoyaba a él, ya que el padre y la madrastra de Christian se encontraban totalmente decepcionados por cada decisión tomada por sí mismo en su vida y no por el hecho de que fuese un mal chico e hiciera cosas indebidas o ilegales, él siempre fue buen chico con buenas calificaciones y obediente, pero para sus padres era simplemente insuficiencia, cosa que le afectó en su niñez, pero él decidió tomar la decisión de dejar de soportar a los malos hábitos de sus padres, ser una buena persona y feliz e irse de ese lugar para vivir sólo en su propiedad pagada por él mismo.
Esa fue una de las razones por las cuales se amaban, ya que podrían entenderse el uno a el otro por vivir la misma experiencia trágica ocasionada por sus padres ya sean de sangre o no.
Ellos se habían conocido en un pequeño parque. Sara lloraba en un banco sola, mientras intentaba ocultar sus rostro y ojos llorosos del público que paseaba a su alrededor. En ese momento Christian pasó al frente de ella poco deprimido por haberse enterado que sus padres se encontraban muy felices sin él, luego notó las lágrimas cristalinas que caían por las mejillas de la chica desolada, caminó hacia ella preocupado para después preguntarle con tranquilidad en su tonto de voz el estado en el que ella se encontraba.
Ella un poco sorprendida por la inesperada pregunta levantó la mirada mientras bajaba un poco sus manos para visualizar el dueño de esa hermosa voz masculina. Christian le sonrió de lado y se sentó a su lado intentando consolarla, cosa que logró. Luego de ese pequeño encuentro, ambos tomaron la decisión de volverse a ver intercambiando números con ese propósito. Y ahí empezaron los encuentros, las palabras, la comprensión, el interés y después el amor.
Se entendían y se amaban, eran la pareja perfecta. Llevaban ya meses juntos, faltaban pocos para cumplir su aniversario de noviazgo que anunciaba su primer año juntos. Pero lo que ellos querían lograr eran poder estar juntos hasta el fin. Pero los padres de Sara lo impedían, causando más rencor y tristeza en ella al igual que en Christian.
Pero esa noche en el que ella peleó con su padre fue el colmo de esa tortura. Metió sus cosas personales y algunas topas en un bolso, se arregló y esperó a que el reloj anunciará las once AM, la hora en la que escaparía de su casa para escabullirse con su pareja, como en las películas de amor adolescentes, sólo que ésta tendría un final distinto, uno de verdadero horror.
Salió rápidamente de la casa por la ventana de su habitación. Caminó con rapidez en su andar hacia la casa de su novio la cual no se encontraba muy lejos. Al llegar tocó la puerta jadeante pero sonriente. Su novio abrió la puerta, o al menos eso creyó por un momento ya que sintió como la agarró con fuerza para ser lanzada dentro de la casa.
Al caer en el suelo levantó la mirada un tanto asustado, pero al ver a Christian en el suelo amarrado de las manos y piernas junto a un golpe que sangraba en su cabeza ese temor se elevó completamente. Quiso gritar pero fue detenida por un pañuelo que cubrió su boca ahogando sus gritos. Pero segundos después cayó a el suelo por un gran sueño que la venció por completo, causado por el cloroformo que había inhalado.
— Debo admitir que últimamente nos ha ido excelente en ésto. — Sonrió Daniel.
— Por supuesto. Es como si quisieran cooperar con nosotros. — Rió José junto a Eric.
El plan era; encargarse primero de Christian ya que vivía sólo y su captura sería más sencilla, luego vendría su novia la cual como se pudo notar les facilitó aún más el trabajo ya que si no salía a el pie de la letra, tendrían que encargarse de los padres de Sara por si los veín en plena acción en su hogar lo cual era lo más probable en suceder.
Fabián cargó a Sara para después dirigirse a el auto con su misma expresión de siempre, una totalmente seria. El resto se encargó de llevar a Christian para irse del lugar ya que habían finalizado rápidamente el trabajo. Si un adulto no se daba cuenta que un grupo de hombres lo vigilaban día y noche para saber todo lo posible de su persona para ser raptado, un adolescente menos se daría cuenta de ello.
[. . .]
Tayler observó a los presentes sorprendido, sus historias habían sido totalmente aterradoras para él, imaginarse en cada una de esas experiencias le creaba un escalofrío y a la vez un poco de vergüenza ya que sin embargo su secuestro no fue así de alarmante y tenebroso como en de las personas a su alrededor los cuales mantenían sus miradas en el suelo.
— Lamento todo los que les sucedió... Se nota que fue una experiencia totalmente horrible. — Habló Tayler con la mirada en los presentes.
— Sí, joven. Pero no hay porqué llorar por algo que ya es pasado. — Sonrió de lado el mayor.
— ¿Están contando sus historias? — Preguntó Alex de una manera muy inesperada para las víctimas.
Después de unos incómodos minutos en silencio, Williams asintió y Alex sonrió causando un ambiente de terror en los heridos. Volteó su mirada hacia su lado derecho encontrándose con Stella descansando en un colchón en su respectivo vagón. Miró nuevamente a los presentes que se encontraba sumergidos en un océano de miedo.
Se acercó a ellos para después sentarse como si nada en el suelo. Miró a cada una de las personas que se encontraban a su alrededor finalizando la observación en Tayler. Sonrió.
— Ya que hablan de esas historias... ¿Les gustaría saber la de Stella? — Preguntó Alex con una mirada penetrante en Tayler que después fue dirigida a Luis.
— ¿Cómo sabrías tú su historia? — Preguntó Luis un poco nervioso.
— ¿Sabés por qué la sé, anciano? — Sonrió de una manera orgullosa y psicópata, algo que no se veía en él. — Porque yo la traje aquí.
Nadie pudo evitar sorprenderse, no esperaban aquella respuesta y muchísimo menos de la persona más joven del grupo de los superiores, ya que se veía incapaz de realizar un secuestro por sí mismo. Nadie respondió a el ofrecimiento que realizó Alex por temor a éste y la que sería la protagonista de la historia, sin embargo Luis sentía una gran curiosidad por la historia de la hermosa pero escalofriante mujer llamada Stella, aún más porque próximamente trabajaría con ella en el show.
Por lo tanto él respondió que quería oír cómo fue el peor momento en la vida de aquélla hermosa mujer. Alex sonriente se acomodó en el suelo para sentirse más cómodo, cruzó sus piernas entre ellas posando sus manos sobre éstas. Abrió la boca para comenzar a relatar la interesante historia que todos querían saber de la persona más escalofriante del lugar, Stella.
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