Capítulo 32 : Retirada.
Ya habían pasado las semanas que Robert había contado. En el grupo se encontraban nuevamente los hermanos y su amiga Diane, quien estaba emocionada por ayudar en el famoso proyecto. Las maletas y unas que otras cajas estaban listas para ser transportadas, Robert junto a Fabián y Scott se encontraba cerca de la carretera en donde se situaba la parada de los trenes, aunque el puesto de entradas se estaba cerrada a esas horas, claramente, ya que eran más de las doce de la noche.
El grupo esperaba a que el compañero de Robert llegará con el tren que le prometió, para ser llevados a cualquier lugar que quisieran de manera privada, Scott revisó su reloj y mencionó la hora, la cual era las doce y trece, en ese momento se escuchó el tren acercarse a ellos, estacionó lentamente al estar al frente de los hombres que habían esperado por más de dies minutos en aquella oscura estación.
La puerta del conductor fue abierta casi de golpe, dejando ver a un hombre de cuarenta y dos años, piel oscura, ojos cafés, sin cabellera, estatura algo baja y robusto, suspiró y bajó completamente del tren saludando con la mano a los hombres ante él.
- ¡Hey chicos!, lamento la tardanza. - Dijo con la mano en su nuca y una leve sonrisa.
- Si, eso no importa. - Dijo Fabián con los brazos cruzados. - Debemos pasar todas las cosas e instalar a los pasajeros, ahora.
- Oh, si, si claro. Vamos. - Dijo mientras era guiado por Robert, para después ser seguidos por Scott y Fabián.
En el camino comenzaron a platicar de manera grupal, sobre el viaje, el país que recorrían primero, cuanto tardarían y especialmente los pasajeros que abordarían, Robert le recordó a el conductor el proyecto que le había mencionado hace unos pocos años, éste sabía exactamente de lo que hablaba, dándole a entender que lo llevó a cabo, incluyendo a los peculiares personajes que lo conformaban.
Ya tenía en mente que vería con sus propios ojos aquel extraño arte que provenía especialmente de Robert; por un lado se encontraba nervioso por el hecho de que fuera un tanto aterrador y repugnante, pero por el otro lado sentía emoción por presenciar él mismo la recreación de algo técnicamente imposible que fue llevado a lo posible.
Al entrar en la antigua prisión, observó como los habían renovado, admitió que en realidad habían hecho un buen trabajo, era una pena que tendrían que dejarlo en el olvido nuevamente. Les presentó a el resto de los compañeros y como todos en su primera vez se asustó al notar a Stella sonriendole, pero Robert le mencionó que era 'normal' en ella.
Luego pudo observar a los personajes del show en carne y hueso ante él, estaba sorprendido ya que siempre creyó que cualquier persona -ya sea resistente o débil- moriría ante las dolorosas transformaciones. Después cada persona llevó una caja junto a unas maletas a el tren, después llevaron por fila a los las víctimas, quienes caminaban agotados, ya que habían sido despertados en la mitad de la noche de manera brusca.
Robert fue a el primer vagón junto a el dueño del tren para manejar y guiar el mismo. Scott y Mary estaba en el segundo vagón, el cuarteto en el tercero, las víctimas en el cuarto, los hermanos y Diane en el quito, Stella y Alex en el sexto, las maletas y las cajas en los penúltimos y en el último vagón el calentador de movimiento el cual se encargaba el joven Alex.
Cuándo Robert le indicó el camino a el conductor en un mapa, el tren comenzó a dar movimiento, el cual no era rápido ni lento, sino a una velocidad estable. Todos continuaron durmiendo, ya que al final el sueño les ganó, a excepción de el conductor, Robert, Alex y Tayler, éste observaba por la ventana -de vidrio anti-balas- la noche, en especial el cielo junto a la gran luna llena, suspiró al ver como perdía de vista su vecindario, su ciudad, su estado y pronto su país.
Se acomodó en su asintiendo sin apartar la mirada del cielo oscuro que los rodeaba en ese momento, apoyó su cabeza en la ventana mientras poco a poco cerraba sus ojos intentando descansar un poco mientras veía el cielo hacerse lentamente borroso hasta quedar completamente en negro a causa de sus párpados.
Al día siguiente, Mary gritó al salir de su habitación despertando a todos los pasajeros abordo, luego sonriente se dirigió a el primer vagón donde se encontraban Robert junto a su compañero, alarmados por el inesperado grito.
- ¡Chicos, hay que comer! - Exigió Mary en el primer vagón.
- Tranquila, Mary. Ya haremos la parada para comer. - Dijo el conductor.
- Oh, gracias, George. - Agradeció para luego retirarse.
Pasó hasta el vagón de los hermanos y Diane para conversar, mientras ella recorría los siguientes vagones para llegar a su destino, en el de las víctimas, los presentes ya estaban despiertos, o mejor dicho, despertando.
Williams frotó sus ojos para despertar completamente, al lograrlo miró a su alrededor agotado, apenas eran las seis y media de la mañana. Andrés estiró sus brazos y piernas con sus ojos cerrados pero claramente despierto. Anny bostezó y miró a el resto de los presentes. Christian frotó sus ojos con el mismo propósito que Williams, luego movió con delicadeza el cabello de Sara, el cual cubría un poco su rostro, ella sonrió con los ojos entrecerrados para después apoyarse en el hombro de su pareja. Kateryn bostezó y posó su mano sobre su cuello cansada, deseaba continuar durmiendo aunque fueran unos pocos minutos. Los mellizos saludaron a los presentes con un "Buenos dís" al despertar. Luis observó por la venta el sol que empezaba a salir ofreciéndoles luz y calor. Tayler se veía un poco exaltado comparado con el resto, suspiró al darse cuenta que todo estaba bien.
- ¿Cómo durmieron? - Preguntó amablemente Luis junto a un pequeño boztezo.
La mayoría respondió que por suerte nada mal, sin embargo Kateryn y Andrés estaban un tanto desacuerdo con ello, al igual que Tayler pero éste no reprochó, simplemente asintió. Luis miró a su alrededor, al darse cuenta de que se encontraban solos en ese momento decidió conversar tranquilamente con el resto de los presentes.
- ¿Y cómo están el día de hoy?
- Pues, bien eso creo. - Respondió Anny.
- No muy bien de hecho, iremos a un lugar completamente desconocido para nosotros . - Admitió Andrés, a lo cual Williams asintió y Kateryn apoyó.
- Es verdad, tengo un poco de miedo. - Susurró Sara. Christian la abrazó.
- Pero... Intentemos no hablar de ello ¿Si?, Creo que si hablamos de otro tema sería más conveniente para olvidar por un momento todo esto del viaje. - Dijo Karla, a lo cual su hermano estuvo de acuerdo.
- ¿Qué hay de tí, Tayler? Nunca hablas con nosotros. - Dijo Williams.
El mencionado levantó su mirada sorprendido, era conciente de que lo que había dicho su compañero, Williams, era cierto. Pero no era por el hecho de que le desagradaba o la falta de confianza hacia sus compañeros, sino por el temor de decir, preguntar o mencionar algo indebido o personal para las personas que lo rodeaban.
- Es que... Soy una persona de muchas preguntas. - Admitió apartando la mirada.
- No te preocupes, puedes preguntar lo que quieras, no le veo el problema. - Dijo Luis amablemente.
- ¿Y si es algo del pasado? - Preguntó Tayler nervioso, creando contacto visual nuevamente con los presentes.
- ¿Cómo qué? - Pidió un ejemplo Kateryn, ya que empezaba a confundirse.
- Como... ¿Cómo fueron raptados? - Preguntó finalmente.
Kateryn se sorprendió, comprendió el porqué de los nervios de Tayler ante sus preguntas. Los mellizos bajaron la mirada dudosos en responder a ello. Anny miró insegura a Tayler, admitió con la mirada que era algo personal. Williams miró a el suelo un tanto nervioso por la idea de tener que contar una de sus peores experiencias de su vida. La pareja simplemente se quedó en su misma posición pero con una expresión insegura. Andrés por su parte bajó la mirada la cual expresaba su dolor en sólo recordar Luis rascó su nuca con la mirada en la ventana, después suspiró obteniendo la atención del joven Tayler.
- Está bien. Dicen que es mejor contar tus malos momentos para dejarlos ir, ya que contenerlos es para peor. - Dijo Luis. - Además nunca hemos hablado de este tema, así que todos estamos igual de dudosos que tú en ello, joven. Para empezar, iré yo primero.
Se acomodó en su asiento y miró a todos para contar la historia de cómo había llegado a las manos de Robert y sus fieles contactos. Lo que era obvio, claro e incluso común entre ellos, era que todo se llevó a cabo por un engaño de la mente maestra.
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