Capítulo 3 : Transformación.
Lo observaron de arriba a abajo. Stella se acercó a ellos haciendo señas con sus manos. El hombre y la mujer comprendieron rápidamente. Luego Stella nuevamente empujó a Tayler hacia una de las camillas del laboratorio. Soltó las cadenas dejando libre a Tayler, entre ella y el hombre lo cargaron dejándolo en la camilla mirando hacia arriba.
Tayler miró confundido a el hombre que se encontraba a un lado.
— Mary, busca la anestesia. — dijo mientras de su bata sacaba una inyectadora con un líquido en él e inyectó a Tayler en el hombro haciendo que este dejará salir un quejido de dolor.
La chica se dirigió a una puerta hecha de metal que estaba en el centro de la pared, ahí era donde guardaban toda sustancia ya sea importante o una simple.
Tayler sintió el líquido recorrer todo su cuerpo, desde su pecho hasta sus pies. No sentía ni un músculo. Sólo podía sentir sus pulmones llenarse y vaciarse repetidamente, escuchar los sonidos a su alrededor, el mover sus ojos y el poder hablar.
— Stella, Retírate. — ordenó mientras acercaba una mesa con ruedas y sobre esta había variadas herramientas.
Stella asintió, para después irse del lugar cerrando la puerta detrás de sí. El hombre agarró de la mesa una hoja de papel que contenía intrucciones escritas a mano. Leía analizando cada palabra, debía hacer su trabajo bien.
Tayler observaba el lugar, el mal presentimiento aún no se iba y eso lo alteraba. Podía controlarse por fuera, pero por dentro, temía por su vida.
Sabía que gritar no ayudaría, sólo desgarraría su garganta. Sabía que pedir súplicas no ayudaría, obviamente no lo escucharían. Sabía que descontrolarse no ayudaría, sólo lo empeoraría. Lo sabía muy bien, no porque haya pasado por una situación como esta o algo por el estilo, sino porque él ha leído mucho al respecto, como asesinatos, secuestros, violaciones y ataques, en testimonios reales, ya haya sido narrado por el sobreviviente o los detectives de un crimen.
Él simpre analizaba todos esos casos, para evitarlos en su vida y si le llegaba a pasar algo así, sabría como escapar y como actuar. Pero... nunca había visto o leído un caso así, no sabía que hacer, pero si sabía que no hacer, algo no muy útil. Además de que todo su cuerpo no reaccionaba, no podía moverse para nada, como si estuviera muerto pero a la vez consiente.
El hombre sacó de su otro bolsillo un tapa boca, se lo colocó y buscó una herramienta específica en la mesa de ruedas. Un martillo.
Tayler abrió sus ojos como platos. Sintió una gota de sudor frío caer por su frente mientras tragaba saliva.
El hombre quería terminar con el proyecto de una vez, como Mary se tardaba en encontrar la anestesia, él empezó sin ella. Agarró una tijera de gran filo de la mesa, se acercó a las piernas de Tayler y comenzó a cortar sus pantalones, desde los tobillos hasta su muslo, dejando en plena vista sus piernas con algunas heridas presentes en ellas.
Levantó el martillo estando unos pocos segundos en el aire, para después dejarlo caer con fuerza sobre la pierna de Tayler, por debajo de la rodilla.
Tayler gritó desgarradoramente al sentir ese horrible e inmenso dolor en su pierna, sentía que se había roto, lo cual era cierto. El hueso se podía visualizar por un lado incorrecto, en otras palabras fuera de lugar. No paraba de gritar, no podía soportarlo, sentía su seca garganta desgarrarse, pero el dolor de su pierna era mucho más intensa por lo cual no paró.
— ¡Maldición, callate! — Gritó molesto el científico, no tenía paciencia para soportar gritos. — ¡Mary apresurate!
Mary salió de la habitación de sustancias con una pequeña botella de vidrio con un líquido en ella y una inyectadora nueva. Se acercó a ambos hombres a paso rápido mientras metía la aguja en la botella absorviendo el líquido.
— Perdona la tardanza Scott, la anestesia se había terminado y tuve que buscar nueva. — dijo entregando la inyectadora con la sustancia a el hombre.
— Como sea, ten. — le entregó el martillo.
Mary lo agarró y se acercó a la camilla mirando a Tayler. Observó su pierna y planteó una sonrisa en su rostro.
— Está rota. — Le dijo a Tayler sonriente.— Excelente.
Tayler cerró fuertemente sus ojos los cuales dejaban caer grandes lágrimas de dolor. Mordía su labio para intentar detener sus gritos ya que su garganta empezaba a dolerle, pero fue tanta la presión que su labio comenzó a brotar sangre.
No lograba entender. ¿Esa anterior sustancia durmió por completo su cuerpo pero igualmente sentía el dolor? ¿Qué clase de droga era esa? Se preguntaba Tayler aún con inmenso dolor.
Scott se acercó a él con la inyectadora e introdujo la aguja en el mismo hombro en el que lo habían inyectado anteriormente. Obviamente definido por su peso para ser exacto.
Poco a poco Tayler comenzó a cansarse, como si el sueño lo invadiera repentinamente. Calló dormido en la camilla. Mary trajo una pequeña máquina y la conectó en el pecho de Tayler para saber como iban sus latidos por si algo salía mal.
El hombre dejó la inyectadora en la mesa y agarró nuevamente el martillo quitandosalo a Mary de sus manos. Hizo el mismo movimiento y objetivo en la pierna sana creando el rompimiento del hueso. Le entregó el martillo a Mary para que hiciera su parte.
Ella se acercó a los brazos, agarró la misma tijera con filo y cortó las mangas de la camisa que llevaba Tayler. Levantó el martillo y con fuerza golpeó por debajo del codo obteniendo el mismo resultado que sus piernas. Fue a su otro brazo y repitió la acción con el mismo resultado.
Mientras el hombre agarró un bisturí y cortó la piel de las piernas de Tayler, desde por debajo de su rodilla hasta sus tobillo dejando en visto el hueso que estaba de mala postura e hizo lo mismo con la otra pierna.
Mary agarró otro bisturí libre y realizó lo mismo que su superior en los brazos pero con mas cuidado, ya que las venas eran un problema con el que tenían que tener mucho cuidado.
— Bien. Mary, trae la hacha, la bolsa de los huesos, la piel nueva, los tornillos especializados, hilo, aguja y ahchol. — Ordenó al leer nuevamente la hoja sin tocarla ya que la mancharía con sangre.
— Enseguida. — dijo para después ir a la misma habitación que antes a buscar lo pedido.
Mike observó como iban los latidos de Tayler. Luego lo miró con completa seriedad. Estiró sus nudillos escuchado el pequeño sonido proveniente de estos.
— No pienses que morirás para terminar con esto. Prometo, que saldrás perfecto de aquí.— Sonrió de manera retorcida.
La transformación saldría excelente sin importar qué. Tayler saldría de ahí tal y como su diseño describido en el papel que estaba en la mesa. Lo prometió y lo cumpliría.
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