Capítulo 27 : Los Hermanos.

Era un día común para un par de hermanos en su pequeño vecindario. Una joven chica de veintitrés años, cabello largo de un color rubio claro casi blanco, ojos verdes oscuros y piel trigueña, agarraba de la mano a su hermano menor (por sólo un año), era un joven chico de veintidós años, cabello de un color rubio claro igual al de su hermana, ojos verdes claros y piel clara, ambos corrían rápidamente escapando de un hombre que iba tras ellos y en su rostro expresaba furia.

La chica volteó rápidamente su cabeza observando de reojo sin detenerse a el hombre que corría tras ellos. El chico tan sólo miraba al frente mientras jadeaba agotado. Habían corrido ya hace varios minutos, comenzando a preguntarse si aquel hombre era atleta o algo por el estilo.

- ¡Vamos, corre! - Exclamó la chica jadeante mientras sostenía con más fuerza la mano de su hermano sin lastimarlo.

- ¡Malditos jóvenes, Vengan acá y paguen cobardes! - Gritó el hombre con un palo de amasar en su mano.

El hombre los perseguía por el hecho de que aquellos jóvenes con el mismo ADN le habían robado. Ambos eran "negociadores" aunque la verdadera palabra para describirlos no era más ni nada menos que "ladrones" habían distraído a el hombre para que uno de ellos tomará ciertas cosas y el dinero que tenía en una caja, lo lograron, pero al salir el hombre los atrapó con las manos en la masa, por lo cual enojado los persiguió cuando estos comenzaron a correr alarmados.

La chica le seguía repitiendo que corriera más rápido aunque el chico empezaba a cansarse, correr rápidamente por varios minutos no era para nada lo suyo. La chica notó una cuadra que llevaba a otro lugar, tal vez podrían esconderse y descansar un momento, pensó.

Corrió más rápido dejando un tanto atrás a el hombre con enojo acumulado en su ser. Giraron en la cuadra y se dirigieron a donde sea que los llevase. En el camino había un chico de veintiséis años que caminaba con la mirada en el suelo pensativo, la chica miraba hacia atrás de sí prosperando a que el hombre se rindiera o se perdiera en el camino, mientras que el chico corría con los ojos entre cerrados sin prestar atención a lo que había al frente de ellos.

Sin ninguno percatarse de lo que venía al frente, chocaron bruscamente. Los hermanos cayeron a el suelo al tener contacto con el cuerpo del chico mayor, este tan sólo levantó su mirada deteniendo su paso sorprendido. Casualmente era nuestro famoso chico, Robert.

- Hey ¿Por qué corren tan apresurados? - Preguntó Robert curioso mientras les ayudaba a levantarse.

- ¡Un hombre nos persigue, es que le robamos! - Admitió completamente agotado y alarmado el menor.

Luego recibió un pequeño golpe en la nuca por parte de su hermana, creando que el chico dejará salir un quejido de dolor. La chica miró a Robert dudosa de si correr o pedirle ayuda. Robert los tomó del brazo a ambos jóvenes.

- Oigan, vayan allá estarán bie- fue interrumpido por el hombre con el palo en manos, los había encontrado.

- ¡Ahí están malditos! - Dijo con notable furia.

La chica se soltó del agarre de Robert para después empujar a su hermano tras ella para protegerlo de lo fuese a hacer el hombre ante ellos. Soltó el palo y de su traje de trabajo sacó una cuchilla. Robert lo miró sorprendido al notar que aquel hombre haría algo indebido ante un espectador inocente. El chico quiso proteger a su hermana pero ésta tan sólo lo ignoró y le obligó estar detrás de ella.

Aquel hombre se acercó enojado rápidamente a los jóvenes, Robert intentó actuar para defenderse pero, se detuvo al ver como la chica empujó a su hermano a la pared donde había cajas y una que otra bolsa de basura cayendo sobre ellas justamente cuando el hombre iba a sólo uno centímetros de la chica.

Intentó apuñalar a la menor pero ésta se movió lo más rápido que se le fue posible, sólo logrando hacerle un corte, un tanto largo cerca de su boca hasta cerca del oído. Adolorida; gritó por el dolor que le había causado la herida recién hecha dejándose de caer junto a su hermano.

Aquel hombre parecía no ver a Robert quien estaba a sólo unos pasos de la inesperada escena en la que se encontraba. Intentó terminar con lo que había empezado, la chica con su mano en su mejilla lo observó aterrada al igual que el chico quien la abrazaba con fuerza intentando protegerla. Pero Robert se acercó con rapidez, por las espaldas del hombre, lo tomó de la mano que sostenía la cuchilla, con fuerza la enterró en el ojo derecho del hombre.

Adolorido cayó a el suelo gritando. Robert aprovechó que había caído boca arriba, posó su pie en la cuchilla enterrada en su ojo clavandola por completo en su cuenca atravesado su ojo y llegando a el cerebro, llevándolo a su muerte. Suspiró y miró a los jóvenes que se abrazaban aterrados sobre las cajas y las bolsas. La chica lloraba por el inmenso dolor en su rostro, mientras que el chico la abrazaba fuertemente con su vista fija en el hombre que anteriormente los perseguía y ahora sangraba en el suelo sin vida.

- Vamos, los llevaré a una enfermería. - Dijo mientras se acercaban y cargaba al estilo princesa a la chica.

El chico asintió temeroso, ya que aceptaba la ayuda de un asesino que mató a alguien ante sus ojos en sólo unos segundos. Ambos corrieron rápidamente a una enfermería cercana a el lugar. Al llegar entran desesperados a el lugar pidiendo ayuda. Los médicos actuaron rápido, limpiaron la herida, la cosieron con cuidado y por último colocaron una venda sobre la herida para evitar infecciones. El chico pagó con el dinero que le robaron del hombre y la enfermera les preguntó cómo había sucedido ese incidente.

- Pues... Jugábamos con tijeras. - Mintió el chico.

La enfermera suspiró por la típica actitud de los jóvenes. Luego miró a Robert preguntando con la mirada quien era él.

- Soy un amigo.

- Bien, ya pueden llevársela, pero recuerden limpiar la herida frecuentemente y cambiarle simpre la venda por una nueva. Con el tiempo curará, le retiraremos los hilos y es todo, lo único es que quedará un gran cicatriz. - Explicó la enfermera con una mirada de lástima a la joven chica.

- Está bien, no es gran cosa, además, me gustan las cicatrices. - Sonrió la chica.

La enfermera asintió y luego se retiró a atender a otros pacientes que esperaban en los asientos o que acababan de llegar a el lugar. Ambos hermanos miraron a Robert sorprendidos, éste los miró fijamente.

- No le digan a nadie de esto. - Dijo con una voz seca y una su mirada fija en ellos, de manera amenazante.

- No te preocupes y... Gracias, por ayudarnos. - Agradeció la chica mientras bajaba de la camilla con cuidado.

- Oh, está bien, es un placer. - Sonrió de manera agradable.

- ¿Quién eres? - Preguntó el chico curioso.

- Mi nombre es Robert ¿y los suyos?

- Yo soy Money, y él es mi hermano menor Todd.

Robert estrechó su mano con la de ambos jóvenes. Desde ese entonces Robert los ayudó con el planeamiento de sus robos perfeccionandolos más, llevándolos a ser verdaderos negociadores, aunque no dejaban sus principios, por lo cual robaban una que otra pequeña cosa de vez en cuando. Los chicos provenían de un antiguo orfanato en el cual podían escapar fácilmente cuando quisiesen, obviamente al crecer -sin que nadie los adopte- los hechan del lugar para que empiecen sus vidas de manera independiente, lo cual no les fue muy bien a ellos, hasta que conocieron a Robert y al resto del grupo. Por alguna razón Todd adoraba molestar a Scott lo cual claramente no le agradó, llegando a sentir odio por el menor, en cambio Money era más tranquila y lista que su hermano por lo cual no hubo quejas ante ella.

Todo iba de bien a mejor.

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