Capítulo 11 : Familia.
La mujer leyó cada palabra muy sorprendida. No creí lo que describía aquella carta que sostenía en sus manos. Se acercó a el sofá en el que se había sentado anteriormente, linda se acercó y agarró la hoja con cuidado
"Hola familia, debo informales que me he mudado del país. Ahora vivo con un amigo en Perú, no se preocupen por mí estoy excelente, el lugar es hermoso y hay muchas cosas nuevas aquí. Decidí mudarme porque tome la decisión de buscar un nuevo y mejor empleo empezando prácticamente desde cero. Sé que ahora en definitivo que no podremos vernos más por lo lejano, y también que no podré enviar más cartas por el trabajo, ya que me toma día y noche el que tengo en mente, pero como dije, estoy bien y no deben de preocuparse. Espero que la pasen genial en la reunión familiar. Un saludo desde Perú."
Al finalizar, Linda miró sorprendida a Mabel quien devolvió el mismo gesto. Jessica suspiró frustrada, miró a su madre y preguntó sin interés:
— ¿Qué dijo? — Tomó un sorbo de su café.
— Se mudó. — Dijo Mabel aún sorprendida.
Jessica casi escupió el café de su boca por la impresión. Javier mordió con lentitud su bizcocho para luego tragar en seco sorprendido, pero sólo duró segundos ya que cambió su expresión por una seria nuevamente.
— ¿Tayler? ¿En serio? — Su mujer asintió.
— Madre, hehe, ¿Tay Tay se mudó? ¿A dónde iría? — dijo irónica.
— A Perú, acompañado de un amigo, dijo que no podría verlos más por la distancia y que no podrá enviar más cartas por el poco tiempo que tendrá por buscar un nuevo empleo y el que tiene en mente tomará mucho de su tiempo. —Respondió Linda. — Y supongo que otra razón de dejar de enviar cartas será lo malo que es el correo allá, oí que cuando envían cartas de allí para alguien fuera de la ciudad, la mayoría no llegan, simplemente se pierden.
— Al fin hace algo por su cuenta. — Dijo Javier.
— Javier, por el amor al cielo. — Dijo la mujer algo frustrada por la actitud de su marido.
— ¿Qué? Si es verdad.
— Sabés que es cierto, madre. — Dijo Jessica.
Mabel miró con el ceño fruncido a su hija y a su esposo. Siempre andaban hablando de los defectos y debilidades de la Tayler, sólo porque de niño era muy tímido ante todo y para decepción de su padre y su hermana mayor, no lo aceptaron
Sin embargo su madre siempre estuvo para él sin importar qué. Su tía Sonia a pesar de entender los puntos de su sobrina y cuñado estuvo al lado de su hermana junto a su sobrino. Hablando de ella, tocó con emoción la puerta. Jessica se levantó de su asiento y fue hacia la puerta abriendo la misma.
— ¿¡Qué tal familia!? — Preguntó con una gran sonrisa Sonia. — Mi Jessie. — abrazó a la chica sonriente.
Sonia era una mujer mayor de cincuenta y cinco al igual que su hermana mabel ya que habían nacido en el mismo año pero en diferentes meses. Tenía el cabello negro largo, piel trigueña, ojos de color miel y de estatura un poco pequeña, pero aún así más alta que su hermana. A pesar de su edad era una persona muy alegre y activa ante todo.
— Tía, que agradable verte. — Sonrió Jessica.
— ¿Y Tayler? ¿No vino hoy tampoco?
— No, ya han pasado cinco años desde la última vez que vino. — dijo Javier.
— Cierto, hubiera sido lindo que al menos viniera a vernos antes de irse. — Dijo Sonia mientras se sentaba en el otro sofá individual.
— ¿Ya te enteraste? — preguntó Linda.
— Sí, Lin. Leí su carta en el camino.
Jessica trajo un plato extra junto a otra taza con café. Cortó un pedazo del bizcocho, lo colocó en el plato y se lo entregó a su tía, quien agradeció el sabroso detalle. Todos comenzaron a hablar sobre como le había tratado la vida.
Jessica la habían ascendido, trabajaba como secretaria del jefe general, sus ganancias eran más elevadas y su oficina era increíble; con mucho espacio, un gran escritorio, una pequeña biblioteca, una linda alfombra morada y paredes de color rojizo. También había conocido a alguien que la había conquistado. Se habían conocido en una cafetería ya que el chico trabajaba ahí, y con el tiempo comenzaron a enamorarse, llevándolos a una estable relación. El hombre se llamaba David, de 29 años de edad, era de estatura alta, cabello negro, ojos de color marrón claro, piel trigueña, era español y hacía ejercicio todos los fines de semana. Todo excelente hasta ahora para ella.
Mabel había aprendido cosas nuevas, como recetas y nuevas técnicas de tejer, su pequeña floristería iba bastante bien, se vendían muchas flores, las rosas blancas y rojos eran el éxito por el buen cuidado que les daba. Había conocido a otras señoras como ella que tenían los mismos gustos y se reunían los sábados a hablar de sus días mientras cosian o cocinaban. Además de que empezó a leer un nuevo libro de amor hace un par días, le fascinaba la historia y la trama que creaba. Todo iba muy bien para ella.
Javier por fin se había retirado de su empleo por lo cual tenía el resto de su vida en vacaciones, para relajarse y pasarla bien. Pensaba en vender sus pinturas hechas en lienzo y óleo para no parar de obtener ganancias para su persona y para su esposa. También planeaba ir a visitar a su primo hermano llamado Mike en esa semana, ambos tenían una muy buena relación tanto de amistad como familiar, y querían verse en persona, no sólo en simples llamadas y cartas, por lo cual estaban planeando el día para el viaje y estaba feliz por ello. Estaba satisfecho.
Sonia había empezado a vivir cerca de la naturaleza, decía que era todo un amor; la tranquilidad, el aire fresco, los pequeños animeles y el gran río que no estaba lejos de su cabaña. También había adoptado a un pequeño gato macho, de color blanco, un ojo azul y el otro verde y muy peludo, se llamaba Lino. Se habían hecho muy buenos amigos desde que lo adoptó, era como un hijo para ella. Pero como no tenía jaula para el felino, tuvo que dejarlo. Pero lo dejó en manos de su esposo. Se llamaba Joel, era un hombre agradable y sólo tenía un año más que Sonia, ambos vivían en la cabaña en paz. No quiso venir ya que era una 'reunión familiar', por lo tanto no quería ser una molestia, además ¿Quién más cuidaría del gato? Estaba contenta con su vida.
Ninguno hasta ahora se quejaba. Todo iba excelente para todos. Nada iba mal para nadie. Por lo cual celebraban con un bizcocho y un café. Pero no todos estaban contentos. Tayler sufría mientras ellos reían, ni sospechaban en lo más mínimo, y lo peor de ello, es que ni siquiera se detuvieron a pesar, si realmente estaba bien como mencionaba en la carta.
A pesar de que era una completa mentira. A pesar de que fue escrita por alguien más. A pesar de que tuviera esperanzas de que lo buscasen. A pesar de el sufrimiento que ahora tenía que vivir. A su familia le iba excelente. ¿Por qué preocuparse? Pensaban. Ya dijo en la carta que le iba de bien en mejor.
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