Capítulo 1 : Tayler.
Un hombre caminaba por la cera de su vecindario con tranquilidad. Era un lindo día, el cielo azul, el agradable calor. Pasaban muy pocas personas por el lugar, pero a el chico no le importó eso.
Era de alta estatura, delgado, piel blanca, ojos oscuros, cabello largo café amarrado en cola de caballo y su nombre era Tayler. Había salido a caminar para respirar y relajarse un poco de sus trabajos. Era joven y soltero, vivía sólo en una pequeña casa, trabajaba en la mañana en una cafetería como mesero, en la tarde y en la noche en un restaurante igual de mesero. Hoy era su día libre en ambos lugares y lo aprovecharía para relajarse.
Pasó al frente del bosque.
El pueblo se encontraba rodeado de un gran bosque, pero a nadie le preocupaba. Con tranquilidad siguió su camino. Y de repente no pudo ver. Una bolsa oscura se había posado en su cabeza con rapidez, sintió que lo jalaron fuertemente de un brazo, llevándolo a el solitario bosque.
Cayó a el suelo y comenzó a sentir variados golpes en su abdomen, rostro y extremidades. Adolorido intentaba respirar, luego sintió que lo voltearon y amarraron sus muñecas. Pero el terror y el dolor no le permitieron seguir y calló rápidamente inconsiente. Cuatro hombres habían causado el ataque, uno de ellos toma a Tayler de la cintura y lo cargó como si de una bolsa de papas se tratase.
— Debemos irnos, ahora.— Dijo uno de ellos mirando a sus espaldas.
— Vale, Vamonos.
Todos comenzaron a caminar rápidamente hacía los adentros del oscuro bosque, este simplemente tenía variados árboles de colores oscuros y era de inmenso tamaño.
— Esto es increíble, al fin tenemos la última presa.
— Tienes razón, ya podrán empezar el show. — Sonrió orgulloso el que cargaba a el joven.
— Pronto abrirán sus puertas. — dijo uno de ellos con una sonrisa de oreja a oreja.
Los hombres llegaron a un lugar en el centro del bosque, había una gran casa hecha completamente de metal. Entraron a el oscuro lugar, pero fueron detenidos por otro hombre, pero a diferencia de ellos era de mayor edad y robusto.
— Al fin llegan. ¿Tienen el pedido? — pregunta con una voz profunda.
— Sí, señor. — Dice dejando a Tayler en el suelo aún inconciente.
— Llevenlo a la sala de interrogatorios inmediatamente. — ordenó el hombre mientras de su bolsillo sacaba un porro junto a un encendedor
Los hombres hicieron lo pedido. Caminaron arrastrando a el joven de cabellos café con ellos a la habitación mencionada, pasaron por un largo pasillo. En el cual; en la parte derecha había muchas habitaciones cerradas con candados con sólo una pequeña ventanilla para ver lo que se encontraba adentro, en algunas habitaciones se escuchan balbuceos, respiraciones agitadas, leves gritos y llantos completamente humanos, en la parte izquierda sólo había una gran pared de mental sin nada detrás. Los hombres no temían ante tales sonidos, ya estaban acostumbrados a los lamentos.
Al llegar a el lugar, tocaron el interruptor de luz, la encendieron pero ésta sólo era una bombilla que estaba en el centro de toda la habitación como un escalofriante sótano, y debajo de esta había una silla de madera resistente con cuerdas gruesas sobre la misma.
Sentaron a Tayler en la fría silla, uno soltó sus manos para amarrarlas detrás de la silla con las gruesas cuerdas, al igual que con sus piernas. Le quitaron la bolsa de su cabeza mostrando su rostro maltratado por los golpes que había recibido horas antes. Los hombres dejaron a Tayler solo en la habitación con la puerta cerrada y la bombilla encendida.
Pasó exactamente media hora. Tayler lentamente abrió sus ojos aún adolorido y más que nada confundido. Miró el lugar en el que se encontraba, no lo reconocía para nada, por lo cual entró en pánico.
Intentó moverse, pero sólo sintió las cuerdas apretadas en sus muñecas al igual que en sus piernas. Luego recordó lo que sucedió horas antes, sentía aún el dolor pero un poco más leve. Sentía punzadas en sus piernas, brazos, abdomen y rostro. Sentía la sangre seca que había brotado de su boca y de su nariz y su ojo izquierdo algo inchado de un color violeta.
Luego de unos segundos, la puerta fue abierta creando un eco en la fría habitación. Tayler fija su vista rápidamente hacía allí, encontrándose con un hombre de unos treinta y nueve, años algo robusto.
Aquél misterioso hombre se acercó a paso lento a Tayler creando eco en cada paso que daba. Mientras se acercaba se notaba sus características; Tenía poco cabello de color negro, piel bronceada, grandes ojeras bajo sus ojos cafés, estatura media y vestía de cuero de color negro.
Se detuvo al frente de Tayler, observando su figura física. De su bolsillo sacó una billetera de color verde lago la cual le pertenecía a Tayler. La abrió y de ella sacó una tarjeta, su identificación.
— Hola, Tayler. — Saludó el hombre con una voz profunda, leyó la identificación del ya mencionado.— ¿Veintitrés años, eh? Eres joven. — Sonrió. — Perfecto, así nos duraras más.
Dijo para después guardar la identificación en su bolsillo trasero. Se acercó lentamente a el joven, su corazón latía rápidamente con cada paso que daba aquél hombre. Al estar al frente de él tomó su mentón levantándo el maltratado rostro de Tayler, observando su rostro. Mientras él respiraba con pánico, tragó en seco e intentó calmarse aunque sea un poco.
Pero falló completamente al ver como el hombre sonrió.
— Traigan la máscara. — Ordenó con seriedad mientras observaba cada detalle del rostro de Tayler.
Una hermosa mujer entró a el lugar, pero cuando la luz llegó a ella, Tayler no pudo evitar quedar completamente en shock. Ella Tenía cuatro piernas.
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