Algo de compasión
Ya eran las seis. Nath fue a la mansión de Adrien. Al principio, estaba por no ir y dejarlo ahí esperando como una mierda, pero pensó en las consecuencias que traería eso, serían mucho peores que lo que le pudiese pasar si iba, así que finalmente optó por ir. Tocó el timbre, rezando por que no le contestase nadie.
–¿Quién eres? –no tuvo esa suerte.
–Soy Nathaniel, un compañero de clase de Adrien.
–Vale, pasa.
Y pues hizo caso y entró.
–Está en su habitación.
–Vale.
Nathaniel fue a la habitación de Adrien y al acercarse, lo escuchó hablando con alguien. Con su padre. Así que decidió no entrar hasta que la discusión terminara.
–Hijo, la actitud que estás teniendo últimamente no me está gustando nada.
–No me pasa nada, estoy perfectamente.
–¿Ah sí? ¿Y por qué tu rendimiento escolar está bajando?
–¿Eh?
–No te hagas el tonto, tu profesora me llamó esta mañana, quejándose.
Adrien resopló enfadado al escuchar eso.
–No tengo ni idea de cuál es el problema que tienes ni me interesa, pero lo que si quiero es que acabe ya.
–Qué bien que no pongas nada de interés en los problemas que tenga.
–Tienes que saber resolver tus propios problemas, no voy a ir yo resolviéndotelos.
–¡SI NUNCA ME HAS AYUDADO CON NADA!
–¡BUENO YA! ¡SE ACABÓ ESTA DISCURSIÓN! ¡SOLO QUIERO QUE TODO ESTÉ ARREGLADO Y NO QUIERO VOLVER A OÍR NINGUNA QUEJA DE TÍ POR PARTE DE NADIE MÁS! –salió de la habitación y da un portazo.
Adrien gritó muy fuerte, enojado.
Gabriel se sorprendió al ver a Nath enfrente de la puerta.
–Esto... Perdona por el escándalo armado. Buenas tardes. –tras decir eso, se fue.
Se quedó un poco impactado intentando asimilar la discusión, antes de tocar la puerta.
–¿QUIÉN ES AHORA?
–Soy yo, Nath.
–Ah sí. Pasa.
Y pues entró a la habitación.
–Al parecer hay problemas padre e hijo, ¿eh?
–Eso no te incumbe.
–No hace falta que me incumba para saber que la relación con tu padre no es muy buena.
–Cierto. En fin... Quítate la chaqueta y túmbate en la cama.
–Vale. Pero esta vez intenta no ser tan brusco. Aún tengo secuelas de la otra vez.
–¿Tanto me pasé?
–La verdad es que sí.
–Me disculpo por eso.
–No jodas, Adrien Agreste disculpándose. ¿Es esto real?
–Mira Nath, hoy no estoy para tonterías. Por tu bien será mejor que cierres la boca y no me hagas enojar más de lo que ya estoy. –dio un gran suspiro–. Venga, abre las piernas y estáte quieto.
Hizo caso a la orden y miró hacia otro lado.
–¿Qué ocurre? ¿Por qué miras hacia allá?
–M-Me da vergüenza –se sonrojó un poco, pero siguió manteniendo su expresión de molestia.
–¿El qué te da vergüenza? ¿Mirarme a mí o que te vea en esa posición?
–Ambas.
Al escuchar eso, Adrien solo hizo una sonrisa atrevida y soltó una pequeña risa burlona. Después, se levantó para ir hasta su armario y cogió un cinturón.
–Adrien... ¿Qué se supone que vas a hacer con eso?
–Ya lo verás~ –agarró sus manos y las ató al respaldo de la cama con el cinturón.
Nota: en la animación no tiene la cama el respaldo así como de barras, pero en mi historia se lo cambió.
–Ah, así que esta era la sorpresa. ¿A qué se debe esto?
–Es por si intentas escapar o apartarme.
–Tampoco podría hacerlo de todos modos. Tarde o temprano volvería a acabar aquí de nuevo.
–Veo que lo vas entendiendo –empezó a acariciar su miembro.
–Ngh~ –gimió un poco ante el toque repentino–. ¿Espera... Me estás masturbando? ¿Intentas hacer que me sienta bien? Creía que ibas a castigarme.
–No. Hoy no tengo ganas de eso. Aunque debería haberte castigado por lo ocurrido en el instituto, pero... Te lo perdono por venir.
–Genial. Aunque sinceramente, prefiero que me castigues.
–¿Por qué dices eso, tonto? –se rió un poco con eso–. ¿Temes enamorarte de mí por hacerte sentir muy bien?
Nath se empezó a reír con eso último.
–¡¿Qué?! ¡No digas tonterías, Adrien! No me voy a enamorar de ti por hacer que esto sea agradable. Es solo que preferiría que no fuese tan así... Es incómodo.
–¿Incómodo cómo? –le empezó a masturbar de otra manera?–. ¿Y así? ¿Te sientes mejor?
Volvió a gemir, pero esta vez fue más largo y provocativo.
–N-No me refería a esto. ¡Ah! –volvió a gemir de nuevo por el toque.
–Nunca te había escuchado gemir. La verdad es que tus gemidos son bastante sexys~
–C-Cállate y detén esto.
–¿Por qué? Si se ve que lo estás disfrutando~.
–N-No lo estoy disfrutando, es horrible –mintió.
–En ese caso, tendré que probar con otra cosa.
–¿Cómo?
Cogió algo que tenía escondido en el cajón de su mesita de noche.
–¿Q-Qué estás cogiendo?
–Ya lo verás~
–No me gusta esa respuesta –dijo, algo nervioso.
Le quitó el pantalón y la ropa interior. Nath lo miró con confusión.
Se echó ese algo en la mano derecha, era lubricante.
<<¿Lubricante? ¿Tan gentil va a llegar a ser?>>.
Adrien metió un dedo por su entrada y empezó a moverlo. Esto hizo gemir mucho más al pelirrojo, ya que con el lubricante no sentía dolor. Al escuchar esos gemidos, el rubio se sonrojó y se empezó a excitar.
–¿Q-Qué pasa? ¿Hay algún problema?
–No. No es nada. –siguió moviendo su dedo dentro de él hasta que encontró su punto G, provocando que hiciese un gemido distinto de los otros y más sonoro.
–Vaya~ Creo que acabo de encontrar tu lugar favorito~
Nath ni siquiera podía responder porque cuando tocaba ese lugar, gemía sin parar y su mente se nublaba. Al ver que se lo estaba pasando bien, insertó dos dedos, haciendo que el contrario llorase de placer y saliese un hilo de saliva por su boca.
–No tienes ni idea de lo sensual que te ves en estos momentos~
–¿Q-Qué? –ni siquiera escuchó lo que dijo.
–Nada~ –siguió moviendo un poco más ambos dedos hasta que finalmente insertó otro más.
–A-Adrien...
–¿Qué ocurre? ¿Acaso te duele?
–N-No...
Sacó los dedos y volvió a echar lubricante en la misma mano, derramando algo en la cama, se desabrochó el pantalón, se bajó un poco el bóxer y se frotó con aquel líquido viscoso sobre su miembro. Tras hacer eso, levantó las piernas de Nath, agarrándole la parte trasera de sus muslos y metió su miembro de una sola estocada bastante profunda. Como consecuencia de esto, Nathaniel soltó un gemido muy fuerte.
–Shh... No hagas mucho ruido. Mi padre y su asistenta podrían oírte.
Para que no le escuchase, se mordió el labio inferior. Adrien por su parte, continuó dando embestidas profundas, haciendo que temblase y echase más lágrimas por el placer. Pero no solo Nath se estaba sintiendo bien, el modelo también estaba empezando a jadear y le costaba no gemir.
–¡M-Me voy a correr!
–¡Y-Yo también!
Ambos se corrieron, Adrien dentro de Nath y Nath sobre su abdomen. Ambos estaban cansados y sudados.
–Dúchate tú primero y después me ducho yo. –le desató las manos.
–V-Vale –dijo, levantándose como plenamente podía.
Cuando Nath se terminó de duchar...
–Bueno. Creo que me voy yendo ya.
–¿Acaso te dije que te fueras?
–Adrien... Estábamos bien, no lo estropees ahora.
–¿Es que aún no te diste cuenta de que estás a mi merced? Hasta que yo no te diga que te vayas, no te vas.
–Mira Adrien. No voy a tener esto en cuenta y haré como que no me dijiste eso. Ahora me voy a ir porque mi madre no quiere que vuelva muy tarde, ¿entendido?
–¡JODER! ¡SI TE DIGO QUE TE QUEDES TE QUEDAS! ¡A MÍ NO ME VAS A ESTAR RECHISTANDO NI LLEVANDO LA CONTRA! ¡TÚ NO TE VUELVES DE AHÍ Y PUTNO!
–Vale vale, me quedo –levantó las manos–, pero cálmate.
Adrien solo resopló.
–Voy a ducharme yo. Que no se te pase por la cabeza escapar o no volverás a recibir esa amabilidad por mi parte.
–Está bien –dijo con un tono molesto a la vez que rodaba los ojos y resoplaba.
Adrien terminó de ducharse y se puso el pijama. Nath seguía sentado en su cama.
–Bien. No te has ido. Así me gusta.
–Pues no me quedó más remedio.
–Ya puedes irte.
Nath se levantó y fue hasta la puerta de la habitación.
–Adiós.
–Adiós.
Nath salió de la mansión y se dirigió a su casa. Una vez que se fue, Adrien se tumbó en su cama boca arriba.
–Vaya día que llevo hoy ...
De repente suena su móvil. Era Nino.
–¿Qué quieres?
–Hola tío, ¿estás ya mejor?
–No.
–Tronco, deberías de hablar con la chica que te rechazó y preguntarle el por qué lo hizo.
–¿Crees que se va a parar a explicármelo?
–¿Sería lo suyo al menos, ¿no?
–Yo que sé.
–Supongo que es lo mejor que puedes hacer.
–Bueno, ya veré lo que decido.
–Como quieras colega. Te dejo.
–Adiós.
Ambos colgaron.
<<Pues vete a saber cuando habrá de nuevo alguien akumatizado. Y entre que con lo de las prisas de las transformaciones y todo, no tengo apenas tiempo para decirle nada. En fin, debería ir olvidándome de ella. Será lo mejor.>>
Mientras Nath en su casa...
–Hijo... No estás comiendo apenas. ¿Qué te ocurre?
–Nada. Estoy bien.
–No, no estás bien.
–¿Y cuándo lo he estado?
Al escuchar esa respuesta, su madre se entristeció y lo abrazó para intentar consolarlo.
–Oh cielo, no digas eso...
–Son problemas del insti, nada importante.
–Pero si en tus estudios vas decentemente bien...
–Es con algunos compañeros.
–¿Quiénes? ¿A qué padres tengo que llamar?
–Si te digo los nombres, prométeme que no llamarás a sus padres ni harás nada.
–Pero... –fue interrumpida por su hijo.
–Por favor.
–Vale. Te lo prometo.
–Adrien y Chloe.
–¿LOS DOS RUBIOS CON PRESTIGIOS? !YA LO SOSPECHABA!
–Sí. Pero no hagas nada. Como dijiste, tienen mucho prestigio y por ello, nos podrían joder a ambos. Y no quiero meterte en esto.
–Lo sé. Pero no quiero que te hagan la vida imposible.
–Creo que lo mejor es no hacer nada por el momento.
–Está bien.
–Me voy a mi cuarto.
–No dejes que puedan contigo.
–Hago todo lo posible para que eso no pase.
–Eso es hijo, sé fuerte. A ver si tenemos suerte y conseguimos suficiente dinero para irnos a otro lugar en el que estemos mejor.
–Espero que sea pronto. –se fue de allí al terminar de decir eso.
Cuando se fue, Michèle se sentó y se echó las manos a la cabeza.
<<¿Por qué le tuvieron que pasar estas cosas a mi hijo? ¡Él es un buen chico y no molesta a nadie!>>.
Mientras, en la mansión de Adrien...
Nathalie tocó la puerta.
–Adelante –dijo el rubio.
–Adrien... He venido de parte de tu padre... Quiere pedirte disculpas por lo de hoy.
–¿Y por qué no viene el mismo a decírmelo? –seguía tumbado en la cama.
–Porque está demasiado ocupado y no puede.
–Claro. Siempre con la misma excusa.
–Bueno. Eso es todo. La cena está lista. Puedes bajar si quieres.
–Vale. Ahora voy.
Nathalie cerró la puerta y se fue.
<<¡Estoy harto de que siempre me haga lo mismo! ¡Cuánto odio mi vida!>>.
CONTINUARÁ...
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