Los Maitland

Dedicado a Winona Laura Horowitz

Winona Ryder como Lydia Deetz


Un gato contra un fantasma

Capítulo 2: Los Maitland


Pasaron varias semanas y mi ama estaba inmersa en la lectura del extraño manual, yo mismo perdí la cuenta de cuantas veces Lydia lo había releído de principio a fin. Sin embargo, la cantidad de información en el libro era increíble, ¡era el Grial, el Necronomicón del mundo del ocultismo!, y lo mejor de todo: ¡era autentico!. Sin embargo, por más que escuchaba a mi ama con toda la atención y concentración posible cada vez que ella releía el manual en voz alta en su habitación, yo no entendía casi nada, incluso ella con lo inteligente que era (le gustaba mucho leer), recién entendió cada aspecto del libro a la segunda lectura del mismo.

Cambio de coordenadas, latitudes y longitudes cada vez que el alma de las personas se teletransportaba de un lugar a otro o cuando traspasaban un área geográfica determinada, etc., etc. Lectura comprensible sólo para alguien dedicado a la física teórica como mi ama me dijo. Y lo más frustrante de todo: quienes fueran los que escribieron el manual, lo hicieron de tal forma que pareciese que pensasen: "escribamos un manual de qué es lo que pasa después de la muerte, pero hagámoslo lo más complicado posible", ya que el manual no parecía tener una estructura o "esqueleto" básico al momento de su redacción, faltaban pie de páginas, sumarios, índices, facts de cualquier tipo o cualquier otra ayuda básica para los lectores que se supone debería tener cualquier libro.

En un principio estaba algo inquieto por el libro, pero luego agradecí que mi ama estuviese obsesionada con el manual, ya que de seguro fue este la que la mantuvo cuerda. El ruido al reconstruir la casa era insufrible, y cuando esa labor terminó, Delia se dedicó a pleno a crear sus obras de arte, las cuales implicaban igual ruido y molestias. La mujer pensaba que ella sería el centro cultural del pueblo, pero las exposiciones de sus obras de arte eran la burla de los lugareños. Mi ama, como su insufrible madrastra, tienen un gusto macabro del arte, pero la estética artística de mi ama es gótica y elegante, en cambio el de Delia es moderna y contemporánea como dice Lydia, y para pesar de ella, fue el hazmerreír de la Escuela para Señoritas Miss Shannon (que se encontraba en la zona de clase alta del pueblo llamada Peaceful Pines) desde el primer día.

De alguna manera (sospecho mediante magia), mi ama se las había arreglado para que su cuarto no fuese decorado por Delia o por Charles y parecerse a la casita soñada de Barbie o los cariñositos. Por mi parte, luego de un par de días, sentí de nuevo la sensación de que una presencia extraña se cernía sobre la casa. Por fortuna, unas cuantas habitaciones de la casa no sufrieron la intromisión artística de Delia, entre ellas el ático (nuevamente sospecho el uso de la magia por parte de Lydia), lástima que mi ama tenía dicha habitación cerrada con llave casi todo el tiempo, por lo que tuve que recurrir a medidas extremas, baste decir, que la población local de roedores (ya nada de conejos, sólo ratones y ratas) disminuyó de forma alarmante (era eso o cargarme también aves y peces del lugar).

Esta vez la fuente de energía sobrenatural venía de la impresionante maqueta del pueblo, pero cada vez que saltaba sobre esta, la extraña presencia desaparecía, incluso utilizando mi magia Sneak, la cual me permitía caminar sobre personas o animales sin perturbar su sueño. Lo que sea que estuviera rondando la maqueta no eran los fantasmas de los anteriores dueños, no, era algo astuto y maligno. Tuve que desatender a mi ama varias horas al día y ponerme a hacer guardia en el lugar, siempre atento y con mi cola moviéndose nerviosa de lado a lado (a diferencia de los perros, nosotros los gatos movemos la cola de lado a lado cuando estamos molestos). Supongo que durante esas horas en que estuve ausente, Lydia usó magia del manual sobrenatural para proteger la privacidad de su habitación y del ático.

Lo único que pude encontrar fue un viejo volante debajo de un mueble roto, no pude leerlo, sólo vi la figura extraña de una criatura, parecía una especie de escarabajo antropomorfo.

Estaba exhausto debido a varias noches de vigilia, por lo que me dirigí a la habitación de mi ama a tomar un descanso. El decorado gótico de la habitación no era del agrado de sus padres, pero he de reconocer que se veía reconfortante a la hora asumir la contemplación personal o de cualquier otra naturaleza y luego entregarse al sueño.

Solo pude dormir unos minutos ya que me despiertan unos golpes y descubro que mi ama grita con enojo.

—¡Ya córtenla, hay niños presentes! —mi ama sostiene con decisión su cámara y sale de la habitación. Me desperezo y la sigo, lo que pasó después, resultó tan absurdo, que no pude reaccionar como es debido.

¡Fantasmas!, fantasmas emitiendo ridículos aullidos y cubriéndose con sabanas. Todos mis sentidos se desconectaron excepto la vista. Sólo cuando mi ama se acercó a los fantasmas sin mostrar miedo alguno, pude reaccionar, empecé a avanzar siseando un poco.

—¡La noche de los qué! —gritó el fantasma de un hombre, al mismo tiempo que se quitaba la sabana que lo cubría.

—Es una película de terror —le dijo mi ama, a continuación, el otro fantasma se quitó la sabana y resultó que era el fantasma de una mujer, ¿serían los fantasmas de los anteriores dueños?, como sea, ellos no emanaban un aura maligna o de lo contrario mi ama lo detectaría.

—A tu edad un fantasma me hubiera asustado —le dijo extrañada la mujer fantasma.

—¿Puedes vernos sin las sabanas? —le preguntó el fantasma.

—Sí, puedo hacerlo —dijo mi ama.

—¿Y cómo puedes hacerlo? —la volvió a interrogar el fantasma.

—Leí el Manual del Difunto Reciente, dice: "Los vivos ignoran lo raro e inusitado", yo misma soy rara e inusitada —dijo mi ama con una tranquilidad perturbadora.

Para no ser descubiertos por Delia o por Charles, decidieron subir al ático, por supuesto, los acompaño. Lydia trata de romper el hielo al alabar el trabajo que realizó el hombre fantasma con la maqueta y la buena elección de papel tapiz que hizo la mujer fantasma. Mi ama es muy lista, ella hizo una investigación acerca de los anteriores dueños de la casa y averiguó sus gustos y demás. Ambos fantasmas eran los Maitland, el hombre se llamaba Adam, y la mujer, Barbara.

Resulta que los fantasmas odiaban la manera en que Delia, destruía el decorado y remplazaba el mobiliario rural que ellos tanto amaban, aceptando con descaro que querían expulsar a los Deetz.

Charles llamó a mi ama, y ella les dijo que si querían expulsar a su familia, tendrían que pensar en algo más que cubrirse con sábanas. Se despidió con una sonrisa debido al absurdo concepto de fantasmas disfrazados con sábanas.

— Y tú, gatito, ¿también nos ayudaras? —me dijo Adam en tono de broma.

—Nunca más —dije.

Los fantasmas saltaron del susto, ya que se supone que los gatos no hablan.

—¡El gato habla! —gritó Barbara, sosteniéndose fuerte del brazo del hombre.

—¿Tú puedes entendernos? —preguntó Adam.

—Nunca jamás —respondí, divertido, tratando de torturarlos de la misma manera que El Cuervo, de Alan Poe (mi ama es fanática de Poe).

Los fantasmas siguieron tratando de comunicarse conmigo y yo les respondía de la misma forma una y otra vez. Pretendía seguir el juego hasta que se exasperaran, pero lo ridículo de la situación me ganó y no pude aguantar la risa.

—Mis costillas se van a romper, ¡dejen de poner esas caras! Me están matando...

—Oye, tú puedes hablar correctamente ,—gritó Adam entre enojado y perplejo.

Me aclaré la garganta para dejar la risa

—Claro que puedo hablar y fluido, no soy un tonto perro —les dije, mirándoles con la mirada más severa que pude darles.

—Lo sentimos —dijo Barbara—, nunca vimos a un gato hablar antes. Y ¿cuál es tu nombre?

—Querrás decir cuál es su nombre, mujer fantasma —le contesté de manera petulante.

—Oye, mi esposa tiene nombre y yo también —me recriminó Adam.

—No me interesa como se llamen, para mi tú eres hombre fantasma y ella mujer fantasma, con eso basta —les dije de forma ruda—. A mí me importan un comino Delia y Charles Deetz, pero ellos son mis humanos, me pertenecen solo a mí, no son de nadie más y no permitiré que unos fantasmas de pacotilla traten de expulsar de esta casa a los Deetz. Además, mi ama, Lydia, esta cómoda en este lugar y eso es lo único que me interesa.

Adam estaba furioso, pero Barbara trató de calmar la situación.

—¿Cómo que Lydia es tu ama y no los Deetz? —me preguntó.

—Los gatos no tienen dueño, son los humanos los que nos pertenecen, y la señorita Lydia, bueno, ella es una noble excepción a la regla, y te pediría que tú y el hombre fantasma dejasen de tutearla, ustedes deben decirle señorita Lydia o ama Lydia, a mí pueden decirme: noble guardián Percy —les ordené con una sonrisa sarcástica.

—Ya veo —dijo Barbara, frunciendo las cejas. Adelantándose a Adam, me agarró por detrás del cuello y me levantó hasta quedar a la altura de su rostro.

—¡Ahora escúchame tú, arrogante cretino! O arreglas esa actitud o te juro que... ¡ay! ¡Me rasguñó!

Al caer al suelo, arqueé mi cuerpo y comencé a sisear amenazante. Los fantasmas se asustaron, al ver que sus cuerpos podían ser heridos.

—Escuchen bien, bocadillos de ectoplasma, ahora ustedes son simples fantasmas carentes de todo derecho. O se alinean o averiguarán lo que se siente salir por mi maldito recto —les dije, con el tono de voz más amenazante posible.

Enseguida ericé todos los pelos de mi cuerpo, estos se dirigieron al techo y volvieron a caer con fuerza al piso clavándose en este como si fuesen agujas de metal lanzadas desde el techo de un edificio de más de cien pisos.

Al verse bajo esta mortal lluvia, corrieron asustados hacia una pared que se abrió y desaparecieron por allí. Puede que crean que un gato (con o sin poderes mágicos) no podría ser amenaza para dos fantasmas adultos, pero en realidad los gatos están acostumbrados a pelear y devorar a entidades malignas (boggins) que amenacen la salud psicológica de nuestros humanos. Además, recordé el pasaje que mi ama leyó en el manual y claramente decía que si gatos y fantasmas compartían la casa, el gato tenía potestad total y absoluta para decidir si los fantasmas se quedaban en la casa o no.

«Menos mal que funcionó», pensé para mí mismo. «No es bueno usar Lluvia de Agujas, ya que no sirve para nada, casi todas las "agujas" jamás le dan al objetivo, solo sirve para asustar».

Lydia se extrañó de que los fantasmas no estuvieran en la casa al día siguiente, pero no pudo hacer mucho debido a que debía ayudar a su madrastra para una cena que ella estaba preparando para unos invitados que vendrían de Nueva York.

CONTINUARÁ...

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