Mariposas, gatos, ranas y espejos

UN GATO CONTRA LA CASA DE LA BRUJA

Capítulo 7: Mariposas, gatos, ranas y espejos


Una vez que Percy volviera a asegurarles que no escuchaba nada al otro lado de la puerta, el grupo volvió a ingresar a la habitación del insectario.

Fueron al insectario del fondo y luego de abrir la tapa de cristal, tomaron a la enorme mariposa azul disecada.

―Vayamos ahora a la cava ―dijo Viola.

―Espera un poco ―dijo Lydia y fue donde el cuadro del gato blanco que estaba torcido desde que escaparon del cráneo rojo, y volvió a enderezarlo.

Cuando los chicos salieron al pasillo, notaron que la armadura medioeval había retornado.

―¿Cómo fue que la armadura retornó a su lugar? ―preguntó Percy.

―Estaba dormitando y cuando me desperté, la armadura ya había regresado ―le contestó el gato negro.

―Venga, vayamos a la cava ―volvía a insistir Viola.

El grupo ingresó a la cava, el largo corredor seguía cubierto por la niebla maligna y los chicos apresuraron el paso. Al llegar a la telaraña, Lydia tomó la mariposa con mucho cuidado para que no se rompiese la telaraña ni que esta vibrase.

A continuación colocó la mariposa azul en la telaraña y después salieron de la cava.

Los tres amigos apresuraban el paso ya que el corredor les daba mala espina cuando en eso.

PUM.

Un enorme boquete en el piso se abrió justo delante de Percy, menos mal que el chico usó sus reflejos naturales de chico gato y no cayó por la negra abertura.

―¿Estás bien? ―le preguntó preocupada, Lydia.

―Sí, no te preocupes.

―¡Deprisa, salgamos! ―les apuró Viola, y la pareja gótica no tuvo otro remedio que continuar la veloz caminata.

Los chicos llegaron al pasillo y la mariposa de color amarillo pálido, voló de las manos de Lydia.

Percy, jalado de su instinto y gracias a sus reflejos de chico gato, atrapó al insecto en pleno vuelo.

Nya, ja, ja, te tengo.

―Suelta a la mariposa ―le dijo Lydia.

―Pero se ve tan bonita ―le contestó Percy, quien hacia un puchero y miraba a la chica gótica con esos ojazos tan grandes y negros, que rivalizaban en belleza con los de su novia.

―De acuerdo, pero será tu responsabilidad ―accedió, y a continuación, Percy se puso la mariposa a un lado de su cabeza.

―Parece que tuvieses un adorno femenino para el cabello ―le decía Lydia, mientras veía como la mariposa movía sus alas al lado de una de las orejas de Percy―, creo que la mariposa decidió quedarse en tu cabello.

―Sigamos buscando pistas ―dijo ceñuda Viola, cuando en eso escucharon un sonido como el de la aldaba de una puerta destrabándose.

Los chicos fueron a la fuente del sonido y observaron a medio camino del pasillo principal, que el gato negro se había ido.

El grupo continuó su marcha y abrieron la puerta que antes se encontraba cerrada. Tras esta, encontraron un corto pasillo en forma de codo y abrieron la puerta que iba hacia arriba.

Había unas escaleras que conducían al piso superior y justo delante de estas había unos tres costales.

―Qué extraño ―dijo Lydia―, ¿qué serán estos costales?

Cuando Lydia extendió su brazo hacia uno de los costales, Percy siseó con fuerza al mismo tiempo que erizaba su cola y los cabellos de su nuca.

―¡¿Qué sucede?! ―exclamó Lydia, sorprendida de ver la reacción de Percy, quien en ese momento sacaba sus colmillos, como si se tratase de un vampiro.

―¡Confía en mí, no toques esas cosas y no las pises!

Lydia volvió a insistir en lo que le sucedía a su amigo, pero el chico gato, tozudo, solo negaba veloz con la cabeza.

―Esto es inútil ―decía Viola―, mejor hagamos caso al gato y subamos las escaleras.

―Está bien.

El grupo siguió subiendo las gradas y en el descansillo vieron otro montón de costales, muchos más y subiendo las escaleras había otros costales, tantos como en el descansillo.

Al llegar al piso superior, vieron que estaban en un corto pero ancho pasillo que no concordaba con un tercer piso. El piso estaba conformado por baldosas enormes de piedra y las paredes por piedras rectangulares.

Cerca de la esquina había un candelabro de pared de color blanco por ser de plata y detrás de este, había una gran mancha de sangre pegajosa que llegaba y cubría gran parte del suelo debajo del candelabro.

¡Hey! ―les sorprendía el gato negro, que les estaba esperando en el lugar.

―Dime... ―quería preguntarle Lydia, acerca de los costales, pero fue interrumpida por el gato negro.

―Mejor hazle caso a tu amigo, lo mejor es no saber ―le dijo mientras comenzaba a acicalarse―, por cierto, mejor apuren el paso adelante, pero no en línea recta.

El grupo fue a la puerta del frente y al abrirla descubrieron que estaban en un pasillo muy largo, mucho más largo que el pasillo de la cava abandonada. Dos candelabros de plata a ambos lados de la entrada iluminaban el lugar y por delante se extendía una larguísima alfombra roja con decorados elegantes y un marco dorado de intrincado diseño. Una alfombra persa puesta a modo de moquete ya que cubría toda la superficie del suelo.

―Esperen ―dijo Lydia quien se hallaba al frente―, mejor vamos pegados a la pared.

El grupo siguió avanzando y escucharon un ruido cortante.

FLUT.

Un cuchillo volaba a toda velocidad justo por el medio del pasillo, menos mal que los chicos se encontraban pegados a la pared.

―Apuremos el paso como nos lo dijo nuestro amigo detrás ―dijo Lydia y el grupo apuró la marcha.

FLUT, FLUT, FLUT.

Tres cuchillos iban volando hacia ellos, ¡pero por detrás!

―¡Deprisa, deprisa! ―gritaba Lydia―, ¡esquívenlos!

Menos mal que las chicas decidieron no aflojarse las faldas, que de lo contrario no lo hubiesen logrado.

Uf, lo logramos ―decía Viola.

El grupo llegó a un pasillo que se veía similar al primer pasillo del tercer piso, las baldosas enormes de piedra se extendían por el corredor y las paredes eran de piedra gris azulada.

―Chicas, miren ―señalaba Percy al largo pasillo detrás del grupo, sin embargo, el pasillo de la alfombra roja había desaparecido. Solo se veía el estrecho pasillo de la entrada y detrás de este, las escaleras que contenían los saquillos misteriosos.

―Cambió la configuración de la casa ―decía Lydia, cuando en eso vio que a sus pies se hallaba otro costal, este a diferencia de los demás, tenía una gran rasgadura a un costado y algo se asomaba por esta.

―¡Un gato muerto! ―gritó Lydia―,...es pequeño. Cada uno de los costales tiene gatos muertos en su interior.

Lydia se tapaba la boca mientras que Percy erizaba la cola. Viola por su parte, miraba el costal con el ceño fruncido.

El grupo decidió marchar adelante y vio a una entrada del pasillo un candelabro de plata junto a una mesilla con un florero, y junto a esta al gato negro, que los miraba divertido.

Hey, esta es la casa de la bruja. ¿Lo sabias, cierto?

Junto al gato había otra puerta, pero no la pudieron abrir.

―Probemos suerte con la puerta a la entrada del pasillo ―sugirió Lydia.

Al traspasar la puerta se encontraron con una fuente interior en la cual estaba descansando una rana.

―Disculpe ―decía Lydia―, ¿usted es el señor rana que vino a buscar a su hijo perdido?

―Sí, soy yo.

―Su esposa nos pidió que le buscásemos en la casa. Ella y sus hijos están muy preocupados por usted.

―¿En serio? Vaya, no me había dado cuenta de que hubiera transcurrido tanto tiempo, se está tan relajado en este lugar.

―Señor, lo mejor es si sale de la fuente ―le dijo Lydia―, me parece que el agua de la fuente nubla en alguna manera la razón.

―Ya veo, con razón estoy tan contento. Se supone que debería estar ocupado buscando a mi hijo perdido.

―Su hijo está bien, señor ―le informaba Lydia―, nos encontramos con su esposa, ella y toda su familia lo esperan en las afueras del bosque.

―Vaya, muchas gracias por decirme.

―Acompáñenos ―le invitó Lydia, y a continuación, la rana saltó feliz al hombro de Viola.

―Me gusta mucho tu cabello dorado ―le halagó la rana.

―Continuemos por el pasillo ―dijo Viola sin inmutarse y los chicos salieron de la habitación.

Al recorrer el pasillo, vieron que este desaparecía en una caída de la cual no podía verse el fondo.

―Miren, hay un cable tirante que sortea el abismo ―decía Percy―, al otro lado parece haber una palanca interruptor. Tal vez podría cruzarla.

―Recuerda que no puedes convertirte en un gato ―le recordó Lydia―, y dudo que el gato negro quiera ayudarnos.

―¿Y la rana? ―dijo Viola.

―Señor, ¿podría ayudarnos? ―le pidió Lydia.

―Por supuesto, espérenme un momento ―accedió y luego cruzó hasta el otro lado gracias al cable.

Haciendo un esfuerzo, movió la palanca y luego regresó donde el grupo.

―Tal vez la puerta ya esté abierta ―dijo Lydia y todos fueron hacia la puerta del pasillo.

La figura de Ellen apareció en el pasillo acercándose. Todos se sorprendieron, pero así como de improviso hizo su presencia la aparición, esta se desvaneció en el aire.

―¿Esa es Ellen? ―preguntó Percy.

―Sí, ella era Ellen ―le contestó Viola―, mejor vayamos hacia la puerta.

Al traspasar la entrada, vieron que llegaron a un living comedor muy grande, contaba con un piso que estaba conformado de cerámica con un diseño de imitación de parquet de patrones romboidales. El living comedor tenía en su mitad vertical dos semitabiques, que parecían dividir la habitación en dos, ya que en el lado oeste había la misma cantidad de mesas, sillas, vitrinas, vajillas, cuadros y otros que en el lado este.

Junto a la pared norte, había otro cartel.

Haz una imagen espejo.

―¿Qué querrá decir el cartel? ―preguntó Percy.

―Creo que debemos mover todos los elementos en esta habitación de modo que el lado este y el oeste pareciesen su reflejo en un espejo.

―Son muchas cosas ―decía Percy―, nos va llevar mucho tiempo.

―Entonces lo mejor es comenzar ―le interrumpió Viola.

Lydia miro con aprensión la habitación y luego se puso manos a la obra junto a los demás.

¡Qué locura de poner las cosas en su lugar! No solo eran los elementos visibles, sino también los que estaban dentro de los libreros y vitrinas. También había que poner el mismo número de rosas en cada florero y colocar un muñeco de felpa en una silla, por fortuna, el muñeco tenía la forma de una rana así que pusieron al señor rana en la silla que representaba su reflejo.

―Listo, ya está ―decía Lydia―, los interruptores ocultos en los cuadros fueron un reto, pero al fin pude poner los cuadros con la imagen que los refleja uno al otro. Ahora solo falta tomar el cartel de la pared.

CLICK.

El grupo escuchó el seguro de una puerta destrabándose y decidieron salir por la puerta este del living comedor.

―¡No se olviden de mí! ―les recordó la rana y esta fue saltando hacia Viola, quien la metió en su bolsillo.

«Ya perdimos mucho tiempo en esta habitación», pensaba Lydia. «No sé si el tiempo dentro de la casa corre de diferente manera que en el exterior».

Lydia frunció el ceño y junto con los demás, siguieron avanzando para seguir retando a la casa embrujada, la cual no deseaba dejar salir a sus huéspedes de lo más profundo de sus entrañas de ultratumba.

CONTINUARÁ...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top