La mamá y su cachorro

UN GATO CONTRA LA CASA DE LA BRUJA

Capítulo 4: La mamá y su cachorro


La neblina maligna estaba presente dentro del claro con la diferencia que aquí corría con más velocidad debido a un viento sobrenatural que aullaba como un lobo hambriento y dispuesto a saciarse con carne humana.

―Mejor enciendo la pipa de la paz ―sugirió Percy, pero fue detenido por Lydia.

―No es necesario, la niebla tenía el objetivo de desorientarnos en el bosque. Aquí en el claro pierde su objetivo.

Apenas avanzados unos pasos, Percy percibió un diminuto destello a unos cuantos metros al costado del claro.

―Mira...

―Mejor investiguemos.

Los dos jovencitos encontraron un viejo machete, estaba clavado en un tocón. Recordaba de cierta manera a la espada Excalibur.

―Déjame a mi ―dijo el chico gato y sacó el machete del duro tocón, después, las orejas de Percy se dirigieron al claro.

―¿Qué sucede, Percy?

―Viola está en el claro.

―Mejor vayamos donde ella.

Viola se veía confundida debido a que no podía salir del claro y dio un salto cuando vio a Lydia y Percy acercarse para darle encuentro.

―Lydia, Percy.

―¡¿Te encuentras bien?! ―le pregunto preocupada Lydia.

Eh, sí, solo que no puedo salir debido a las rosas.

―...Nosotros tampoco podemos salir, creo que estamos atrapados ―dijo Lydia, mientras que las orejas de Percy se voltearon hacia la dirección de su novia―. Percy tiene un machete, pero dudo que podamos usarlo para salir.

―Yendo hacia la casa ―decía Viola―, hay un pasaje que conduce hacia la casa, pero está bloqueado por otras rosas, pero no tan numerosas como el rosedal delante de nosotros.

―¿Qué podemos hacer? ―preguntó nervioso Percy.

―Creo que no queda otra opción más que dirigirnos hacia la casa, tal vez encontremos la manera de salir de aquí.

―¿Seguro que no puedes hacer nada, Lydia? ―preguntó Viola.

―Nada en absoluto ―negaba Lydia con la cabeza―, una vez aquí, descubrí que mi magia fue neutralizada. Dime, ¿crees que puedes convencer a Ellen para que nos siga hacia tu casa? Es obvio que este lugar es el responsable del deterioro de salud de tu amiga.

―No lo creo, de hecho, me parece que es Ellen quien no nos deja salir de la casa. Lo mejor será evitarla..., verás, ella se volvió loca y ahora es muy peligrosa.

―¿Pero no decías que estaba enferma? ―preguntó Percy.

―¡Ella es peligrosa, ahora me doy cuenta! ¡Debemos salir de este lugar! ―imploró Viola y se puso a llorar―, ¡solo quiero regresar con mi papá!

―Lydia...

―Lo sé, Percy. Bien, Viola tiene razón, este ambiente maligno nos esta drenando la vida, aunque nos quedemos en este lugar, acabaremos muriendo. La única salida que tenemos es entrar en la casa y obtener un medio para poder salir de aquí.

Los tres presentes asintieron con la mirada y se dirigieron hacia la casa.

A la izquierda del camino estaba un árbol muerto y a la derecha uno vivo. Las plantas que adornaban los alrededores lucían sus pétalos opacos, seguro producto del aura maldita que rodeaba todo el lugar.

Al llegar al pasaje obstruido por las rosas, los chicos se detuvieron y a una señal de Lydia, Percy cortó las rosas con el machete.

El pasaje ahora estaba desbloqueado, pero el machete se rompió en varios pedazos.

―El machete era nuestra única arma y ahora lo perdimos ―se quejaba Percy.

―Esta es una situación que no la libraremos con el uso de la fuerza ―dijo Lydia.

A continuación, los tres compañeros se dirigieron a la entrada de la casa de Ellen.

Como una mole enorme, la casa de Ellen parecía ser indiferente al viento de los alrededores.

―No es una casa estilo gótico ―evaluaba Lydia―, más bien tipo isabelino por su forma de cubo, pero sin ningún parteluz. Solo escasos ventanales pequeños.

―Lydia, esa casa me da miedo.

―¿Tu casa es igual a esta, Lydia? ―quiso saber Viola.

―Mi casa es estilo gótico, esta casa más bien es una simple casona vieja. Mejor entremos.

Los tres amigos traspasaron la puerta principal y notaron como el interior estaba mal iluminado.

―No es una casa estilo isabelino ―observaba Lydia―, el recibidor principal no es espacioso. Esto más bien parece la antesala a una cárcel, cualquiera puede entrar, pero salir ya es otra cosa.

―¿Crees que toda la casa este igual a esta habitación? ―preguntó algo aprensivo Percy mientras sus orejas se volteaban a una esquina oscura del cuarto.

―Es lo más seguro. Viola, Percy, mejor avancemos, pero antes será mejor que nos presentemos con nuestro amigo.

Nya, je, je, je, veo que me descubriste ―dijo un gato negro que emergió de las sombras de un rincón de la habitación.

―¡Un primo mío! ―exclamó Percy mientras se ponía a cuatro patas y movía feliz la cola y las orejas.

―Sí..., supongo, ¿por qué no? ―decía el gato mientras desviaba la mirada y alejaba el rostro de Percy con su pata.

―¿Quién eres? ―preguntó Lydia.

―Solo soy un gato callejero que no tiene amo ni nombre.

―¿Vienes a molestarnos? ―preguntó ceñuda Viola.

―Nada de eso ―dijo el gato negro con sorna―, ustedes se ven como un grupo muy divertido. Creo que iré con ustedes para divertirme.

―Vamos entonces ―dijo Lydia y el grupo traspasó la puerta.

La siguiente habitación era más oscura que la anterior, al menos en la anterior había alguno mobiliario y lámparas que emitían una pálida luz que iluminaba muy poco. Aquí, sin embargo, el cuarto carecía de mueble alguno y el piso era de piedra tosca.

En el muro del frente había un letrero clavado.

―¡Espera! ―gritó Viola mientras sujetaba a Lydia―, no pises esa mancha de sangre..., me da mala espina.

El grupo rodeó la mancha de sangre y leyó el letrero.

Ven a mi cuarto.

Parecía que no se podía hacer nada más en el cuarto y regresaron tras sus pasos. Sin embargo, al traspasar la puerta, vieron para su sorpresa que se encontraban en una habitación distinta al recibidor principal de la casa. Tenía mobiliario similar y las lámparas alumbraban mejor, aunque no demasiado.

―¿Qué pasó? ―preguntó Percy.

―Avanzamos un paso ―dijo Lydia―, el primero de muchos en esta cuerda floja. Tenemos que tener cuidado si no queremos caer en el abismo.

―Sí, no creo que haya red de seguridad abajo ―dijo Viola.

―Esto es divertido ―se reía el gato negro―, los seguiré de tanto en tanto para reírme.

El gato negro decidió sentarse y acicalarse mientras el grupo fue a la habitación de la izquierda. Allí había un par de enormes tijeras que estaban sujetas a una mesa de metal por medio de una delgada cadena.

―No rompas la cadena, Percy ―le pedía Lydia―, creo que la casa y Ellen nos están retando en un juego de ingenio. Si intentamos saltarnos las reglas saldremos perdiendo.

Los amigos fueron al otro lado del pasillo y encontraron otro cuarto con un oso de peluche dentro de una cesta de mimbre. Al igual que en la habitación desnuda, había otro letrero.

Pon a los osos en la cesta.

Era claro lo que se debía hacer a continuación y los tres fueron al cuarto del fondo situado al norte. Debían pasar por un estrecho corredor que era coronado en un extremo por un antiguo y elegante reloj de pared. A la derecha del reloj, había otra habitación.

―Esto parece una especie de oficina ―decía Percy, y en efecto, lucia como tal, salvo el montón de juguetes apilados en un rincón.

―Allá está el oso de peluche ―señaló Viola y luego fue a tomar al muñeco.

Percy quien curioseaba, vio un estante de madera que no podía abrirse. Mientras, Lydia leía unas notas, al parecer eran fragmento de un diario.

Estaba enferma, así que nadie jugaba conmigo.

Mi padre y mi madre no me amaban.

―Qué triste ―decía Percy mientras leía la nota por sobre el hombro de la chica gótica―, es igual a tu caso.

Viola miró fija a Lydia.

―¿En serio? ―pregunto la chica de trenzas doradas.

Mi madre murió hace mucho. Mi padre y mi madrastra tienen otros intereses que no soy yo. Ven, sigamos.

Lydia le ofrecía la mano a Viola. Esta dudo unos segundos y tomó la mano de Lydia, a continuación, se dispusieron a salir de la habitación.

PUM

Uno de los paquetes que estaba junto a los otros juguetes cayó al piso de forma muy rápida.

―Lydia..., ese paquete estaba colocado en la pila ―decía nervioso Percy―, es como si alguien lo hubiese tirado.

―Tanto tú como yo podemos ver a fantasmas. Pero la magia de la casa inhibe nuestros poderes.

―Entonces lo mejor será salir de aquí ―dijo Viola.

El sonido del reloj de pared se escuchaba más fuerte de lo habitual debido al silencio opresivo de la casa, incluso el ruido de los pasos de los chicos parecían querer pasar desapercibidos, lo mismo que el latido de corazón de todos, que amenazaba con detenerse para no perturbar el solemne silencio.

Hey, ese es un bonito osezno ―dijo el gato negro cuando vio a los chicos retornar de la oficina―, nadie en su sano juicio lastimaría a algo tan lindo.

Lydia frunció el ceño y siguió de largo.

Al llegar al otro lado de la habitación, Viola, quien tenía al oso de peluche, procedió a ponerlo en la mesa de metal y empezó a cortarle los brazos con la tijera.

Con cada corte más y más sangre brotaba, manchando las tijeras.

―¡Lydia! ―gritó Percy, pero Lydia permaneció inmóvil mientras miraba a Viola.

―Creo que con esto bastará ―dijo Viola y Lydia asintió.

SPLASH

Justo cuando estaban por salir de la habitación, la pared junto a la puerta fue cubierta por una mancha de sangre. Parecía ser la huella de la pata de un oso.

―Mejor apresuramos el paso ―sugirió Lydia.

―Veo que me equivoqué ―dijo el gato negro de forma perezosa al ver el oso sangrante.

SHUSH

Las lámparas de improviso se apagaron, haciendo que todos miraran nerviosos a los alrededores.

―Algo nos está acechando ―decía Percy―, algo grande.

―Lydia tiene razón, mejor apresuremos el paso ―dijo Viola mientras estrechaba con más fuerza el oso de peluche.

Al llegar a la habitación con la cesta de mimbre, Viola pudo poner al pequeño oso de peluche junto al otro que representaba a su madre.

SPLASH

Una mancha de sangre se estampó contra la pared, era la huella de un oso.

CLICK

Se escuchó el sonido del seguro de una puerta destrabándose.

―No nos entretengamos ―dijo Lydia y todos salieron al corredor de las lámparas recién apagadas.

STUMP

Uno de los floreros cayó al piso.

RWWWWWWR

Un gigante oso de peluche con ojos sin parpados y boca ensangrentada rebotaba con una velocidad aterradora y se dirigía hacia los niños.

No había tiempo de decir corran o siquiera gritar. Los tres se dieron media vuelta en menos de un latido de corazón y al completar este cruzaron la puerta para huir del gigante muñeco infernal.

―¡Qué demonios!, ¡¿qué diablos fue eso?! ―gritó Percy.

―Algo que no creo que veamos de nuevo ―dijo Lydia mientras señalaba la cesta de mimbre.

La cesta se hallaba en otro lugar lejos del centro del cuarto y tanto la madre como el osezno, lloraban.

―Creo que ya es seguro volver ―dijo Lydia―, el sonido que escuchamos antes fue el de la puerta de las tijeras.

La puerta ya estaba destrabada, ya podían explorar el resto de la casa.

PUM

Los brazos sangrantes del muñeco de peluche cayeron de golpe de dios sabe dónde.

―¿Se los devolveremos al juguete? ―preguntó Percy.

―No ―dijo Viola―, tal vez nos sean de utilidad.

Lydia asintió y los tres cruzaron la puerta para adentrarse en la casa embrujada.

CONTINUARÁ...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top