La cajita musical

UN GATO CONTRA LA CASA DE LA BRUJA

Capítulo 9: La cajita musical


La horrible boca pintada en la pared conectaba a un pasadizo muy estrecho y bajo. Lydia y los demás no tenían otra opción sino que ir a rastras sobre el frío piso de metal.

Los chicos llegaron al final del pasadizo, el cual se abría para formar un pequeño cuarto con el mismo piso de metal. Frente a ellos había una puerta y a su lado unas aberturas en el piso por donde salían pinchos metálicos a intervalos regulares.

―Si hubiésemos tomado otro camino ―decía Percy―, hubiésemos acabado empalados.

Los tres chicos intercambiaron miradas nerviosas ante la perspectiva y luego decidieron que no tenían otra alternativa que abrir la puerta del frente.

Justo al frente mismo de la puerta había una misteriosa nota.

Haz sonido en los cuatro cuartos.

―Otro puzle ―decía Lydia, cuando en eso, salido de las sombras de una esquina, salía Kira, el gato negro.

―Hola, este cuarto es muy silencioso.

Exceptuando la pared con los tres horribles rostros pintados, este cuarto era el más poco iluminado hasta ahora. El piso era conformado por parquet de color café oscuro y las paredes estaban tapizadas con un color azul marino, una combinación elegante, pero poco efectiva si se trataba de darle brillo natural al ambiente.

Al frente del cuarto había un pasillo un poco más estrecho y en este había cuatro lámparas de gas que por el momento estaban apagadas.

―¿Qué es eso? ―señalaba Percy a la estatua que estaba justo al lado de la puerta.

―Parece un muñeco de cascanueces, pero de tamaño natural ―le contestaba la chica gótica mientras se ponía de puntillas para poder ver mejor los ojos del cascanueces.

―¿No creerás que el muñeco trate de atacarnos cuando intentemos traspasar la puerta, verdad? ―decía nerviosa, Viola.

―No lo creo ―le contestaba Lydia―, recuerda que la casa no quiere restringirnos, sino retarnos.

Luego de tomar aire, los tres jovencitos abrieron la puerta y se encontraron con un cuarto que parecía tener el piso formado por mármol blanco. Había varias sillas elegantes contra las paredes y todas ellas dirigidas al centro del cuarto, en donde había una elegante alfombra persa de color rojo y marco dorado; y sobre este, un elegante piano de cola del color del ébano; además, junto al piano, se encontraba un jarrón muy caro con un suntuoso arreglo de flores.

―Miren, otra nota ―señalaba Lydia.

No necesitas tocar.

―Es una pena que no puedas tocar el piano ―le decía Percy―, tu sabes tocar instrumentos musicales.

―¿Sabes tocar el piano? ―le preguntó Viola.

―Entre otras cosas ―le contestaba Lydia―, en el colegio Miss Shannon quise formar una banda para el festival escolar.

―"Las novias de Frankenstein" ―recordaba Percy―, lástima que no querías ser la vocalista. Con la voz tan hermosa que tienes, es un desperdicio que no cantes.

―Me da mucha pena cantar frente a los demás. Además, las chicas no quisieron ayudarme.

―¿Cómo es eso? ―preguntó Viola.

―Bertha y Prudence, yo creí que ellas eran mis amigas, pero al final...

―Esas idiotas traicionaron a Lydia ―continuó Percy al ver que Lydia callaba―, prefirieron irse con Claire, que es una creída. Luego de ir con Lydia al cementerio de Peaceful Pines, le dijeron a Lydia que serían sus amigas, pero adivina, Claire se apareció y les dio a escoger si la preferían a ella o a Lydia.

―Dijeron que serían tus amigas ¿pero luego se fueron con esa tal Claire? ―dijo Viola y luego miró a Lydia como si la viese por primera vez.

―Me dijeron que no eran tan fuertes ―dijo Lydia con una mirada y sonrisa triste―. Bueno, no importa. En cuanto al canto, me basta cantar sólo para ti, Percy.

―Cuando salgamos de aquí, cántame la canción de la trucha ―le pedía Percy.

―Siempre te gusta escuchar esa canción cuando comes ―le contestó Lydia al mismo tiempo que acariciaba el rostro del chico gato y él, a su vez, frotaba dulce su rostro contra la mano de largos y suaves dedos níveos su novia.

―Hay un librero en una esquina ―señalaba Viola, quien volvió a fruncir el ceño―, el título del libro dice: Estudios Oculares.

La gente tiene diferentes colores de ojos.

Sabemos lo siguiente de las mujeres en esta región en particular.

El color de ojos de una mujer depende de su cabello.

Los cuatro colores de cabello son: plateado, negro, dorado y rojo. Los cuatro colores de ojos son: café, verde, azul y rojo.

Las mujeres con el cabello plateado, tienen ojos rojos, y las mujeres de ojos cafés pueden tener cabello rubio o rojo.

―Si este es un puzle, no tengo la menor idea de que hacer a continuación ―suspiró de frustración Viola, al mismo tiempo que cerraba el libro.

―La puerta del norte no puede abrirse ―decía Lydia―, lo mejor será volver y probar suerte con la puerta junto al pasillo del cascanueces.

Los chicos regresaron al pasillo y por fortuna la puerta no estaba cerrada con llave.

Al parecer ingresaron a un cuarto de reuniones. Una pequeña alfombra estaba justo al frente de la entrada y a su derecha había un tocador cuyo espejo reflejaba nítida la imagen de los tres chicos.

El suelo era de parquet, pero a diferencia del pasillo principal, este no era enorme, más bien, parquet pequeño y corriente de color café oscuro.

En una esquina del cuarto había una vitrina y cuando los chicos pasaban de largo, una imagen oscura se reflejó en el vidrio y se movió a toda velocidad hacia el otro lado.

―¿Qué fue eso? ―preguntó Lydia.

―No lo sé ―le respondió Percy―, pasó muy rápido.

Los chicos siguieron caminando por la enorme habitación y vieron que esta constaba con mobiliario tapizado de rojo, lo mismo que las paredes.

Al igual que en los otros ambientes, aquí también había una nota.

Toca la caja de música con doce.

―Allá esta la caja de música ―señalaba Viola.

―Hasta no estar seguros de lo que hay que hacer, lo mejor es no tocarla ―les advertía Lydia.

―Al otro lado hay otra puerta ―les indicaba Percy, y los chicos decidieron ir a la puerta, la cual no estaba cerrada.

Los chicos llegaron a otra habitación pequeña que al igual que el cuarto de reuniones, tenía el piso de parquet normal y las paredes tapizadas de rojo. En el lado norte, había un elegante escritorio de caoba fina, que estaba alumbrado por un candelabro de pared de color dorado.

―Otro diario ―decía Lydia al ver el fragmento del diario quemado de la bruja.

Yo... a todos los amigos que vinieron a mi casa después de eso.

Todos ellos fueron comidos por la casa. Pero no fue suficiente.

Al medio de la habitación había un taburete y sobre este, uno de esos juguetes que consistía en esos muñecos tipo resortera que salían disparados apenas uno abría la tapa.

―Es un Jack in the box ―decía Lydia―, el juguete hizo un ruido, tal vez se accionó otra parte del puzle.

Cuando los chicos salían por la puerta, el juguete giró el torso para verlos alejarse.

Los chicos ahora se dirigieron hacia la puerta que estaba junto a Kira, el gato negro, y entraron a la siguiente habitación.

La habitación tenía elegantes paredes tapizadas en azul marino y justo frente a la entrada, estaba una pequeña y exquisita elegante alfombra persa de color violeta con marco plateado. El resto del piso estaba alfombrado por una alfombra roja a modo de moquette ya que cubría toda la extensión del suelo, eso sí, la alfombra no tenía marco de ningún tipo.

A la izquierda de la puerta había un gran jarrón cerulean que tenía varias flores níveas, unos lirios y a su lado y pegada a la pared, había otro cartel.

Los ojos azules ven el marcador.

―¿Por qué hay una cabeza de calabaza tipo Halloween en este lugar? ―preguntaba Percy, al ver la anaranjada calabaza con rostro esculpido muy cerca del cartel.

―Debe ser otra parte del puzle ―dijo Viola mientras señalaba adelante ya que había otras cabezas de calabaza.

El resto del mobiliario estaba tapizado de violeta lo mismo que otra pequeña alfombra persa idéntica a su gemela de la entrada, y que estaba junto a otra puerta la cual estaba flanqueada en ambos lados por cuatro cuadros de La Mona Lisa. Las réplicas tenían diferente color de cabello y ojos.

De pronto el cuadro con la Mona Lisa rubia cayó al piso haciendo un ruido seco y asustando al grupo.

―Eso me dio una idea ―razonaba Lydia―, el sonido seco del cuadro al caer sobre la alfombra puede ser emulado por las calabazas, al fin y al cabo, estas están huecas. Percy, golpea las calabazas tratando de hacer una nota musical.

Dos de las calabazas no sonaron muy bien, pero la más cercana a los cuadros timbró de manera armoniosa de acuerdo a los golpecitos que le daba Percy.

La idea de Lydia dio frutos ya que la puerta junto a los cuadros se abrió por si sola.

Al cruzar la puerta, los chicos se encontraron con una habitación con el piso compuesto de adoquines color ocre. La habitación parecía vacía con la excepción de una silla a la derecha y una maceta con una planta a la izquierda; junto a la pared del frente había cuatro elementos: un espejo de cuerpo completo; y en el extremo opuesto un viejo reloj de péndulo en su torre; al medio de estos se encontraban dos estatuas, la de un hombre y la de una mujer.

Y justo en el medio de la pared norte se hallaba otra nota.

Yo puedo ser el sol. Yo puedo ser la tierra. Y yo puedo ser un pájaro.

¿Qué soy yo?

Yo puedo incluso ser una flor.

¿Qué soy yo?

―¿Y ahora? ―decía Viola con gesto consternado, y no era la única ya que Percy igual se veía confundido y se rascaba la cabeza.

―Por los elementos sol y tierra ―les decía Lydia―, debemos ir hacia el reloj.

La chica gótica fue al frente del reloj y le preguntó su naturaleza a lo cual el reloj le preguntó:

―¿Soy un reloj?

Lydia asintió y los elementos restantes en la habitación desaparecieron, dejando al viejo reloj como único mobiliario presente, y frente a este, se había materializado una llave reina que fue tomada por Lydia.

―¿Qué abrirá esta llave? ―preguntó Percy.

―Recuerda que las llaves no abren puerta alguna en este lugar ―decía Lydia―, lo mejor es que volvamos a leer la nota de la pared ya que junto al reloj, es lo único que no desapareció.

Sol: reloj solar; arena: reloj de arena; pájaro: reloj cucú.

―Vayamos al cuarto de reuniones ―explicaba Lydia―, la caja musical dice que debe ser tocada con doce, es decir, con la llave que nos dio el reloj.

Los chicos fueron a la habitación e insertaron la llave en la caja musical, la cual tocó una melodía gótica y la imagen de Ellen apareció por un segundo en el lugar.

A medida que los chicos salían de la habitación, una tetera y una prenda del colgador cayeron al piso, y el reflejo en el tocador mostraba el rostro de los jóvenes bañado en sangre.

CONTINUARÁ...

Notas finales del autor: "las novias de Frankenstein", era la banda death rocker, de Lydia en los cartoons; algo curioso, ya que en el guion original de la película de bettlejuice, Lydia no es una chica gótica, sino una death rocker.

Lo de la cobardía de Bertha y Prudence, viene del comic "the witch from Peaceful Pines", de Midori Mizurashi. Comic que lamentablemente nunca fue terminado...snif.

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