Olvido al 2 x 1
Antes que nada disculpen la tardanza.
Este capítulo me costo una barbaridad completarlo. Por fin quedo y espero sea de su agrado.
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19 años atrás
"La noche aparecía en el horizonte.
La tarde, irremediable fruto del rotar de la tierra moría producto de la misma, una vez más.
El viento; maligno, impensable, horrendo. Solo el cántico de las olas imperando en el absoluto silencio. Solo la naturaleza arrojada y yo.
La humedad me pudre. Pero no importa.
Al final, yo no muero.
Las estrellas vienen y van, irán y vendrán, se pasman al verme. La noche empieza a viajar desde el otro lado del horizonte. Como siempre. Como nunca. Me da igual.
Las horas parten días y semanas y yo sigo en el mismo lugar, pero no me importa, yo solo espero volverme piedra.
Espero desaparecer.
He huido de todo porque todo me hastía. Siento la muerte rondando pero no viene por mí. Se ríe de mí.
Y yo la sigo buscando, pero ya no con la misma intensidad de antes."
El sonido inconfundible de un portal se escuchó a lo lejos sin embargo, el joven aún inmerso en sí mismo, no lo percibió. Llevaba tantas semanas enmarañado en el pasar del tiempo que su mente embotada, ya no percibía sensaciones ajenas.
Tampoco percibió los tenues pasos que se acercaban al choque de la hierba y que desaparecieron cuando tocaron la blanda arena en donde, recostado desde hacía quien sabe cuánto, Steven esperaba a que llegara algo por él. Algo que no tenía nombre.
Su adormecimiento era tal que no notó que una leve entidad estaba de pie al lado de él mirándolo en una mezcla indescriptible entre amor, dolor y felicidad.
Se escuchó un suspiro, quizá un sollozo. No fue hasta que sintió un delgado cuerpo pegarse al suyo en la arena, uno leve brazo pasarle por el pecho y el calor de un ser acurrucado, que él notó su presencia. Respiro.
Abrió los ojos con lentitud saliendo del simulacro de muerte al que se había sometido varias semanas atrás. Giró las pupilas. La vio.
Cabello melocotón, mirada cerrada pero evidentemente mojada y ojerosa, cansada.
Él suspiro, pero no se movió.
-¿Por qué has huido?- preguntó una voz dolida.
-Te hemos buscado por tanto tiempo que pensamos que...habías...-
Hubo un silencio, hubo un nuevo suspiro pero no hubo respuesta.
Él volvió a ver al cielo; al fondo, el rugido incesante de las olas.
-Sé que la extrañas Steven...pero...no puedes...-
-Perla- la interrumpió él –perdónenme-
Ella levantó la mirada para verlo y lo descubrió extraño. Después de que había recuperado la juventud aquella misma tarde él simplemente desapareció. Por meses lo buscaron por cielo, tierra y mar en todos los rincones del mundo pero no pudieron encontrarlo. La angustia y desesperación era la constante en todas y día tras día, las gemas temían lo peor. El ocaso.
Para su diamante.
La tragedia era una llama cada vez más infernal hasta ese día, en que la gema blanca lo encontró casi por accidente acostado en la arena junto al mar, sucio, harapiento, pero joven.
Un punto ácido emergió del pecho de la blanca.
-Tú no nos quieres- reprochó mientas escondía su rostro a un costado del gem –todas hemos estado sufriendo, sufriendo mucho-dijo dolida.
Él la abrazó atrayéndola a sí sin dejar de ver el cielo. Ella no opuso resistencia.
-Debieron seguir con sus vidas- Perla lo observó directamente ante sus palabras, la penumbra de la naciente noche resaltaba el aspecto triste de Steven.
- Esas vidas que llevaban antes de que ella muriera- una ola rompió contra unas rocas salvajemente.
-Creo que es lo que deben de hacer- dijo antes siquiera de dar la oportunidad a la blanca de hablar.
Perla se quedó quieta, un sabor amargo corría por su garganta. –sugieres, ¿qué te olvidemos?-
Hubo un suspiro más. Las estrellas ahora eran más fuertes en el cielo azul oscuro, la luna, astro perfecto comenzaba a llenarse de ese líquido plateado que le daba su fogosidad. Cada vez más brillante. Más reluciente.
-Si- respondió él y ella se pegó más, incluso clavo sus dedos en el costado de él haciendo fuerza para pegarse a su cuerpo, como queriendo meterse en él.
-No sabes lo que dices...nunca haría eso. ¡No! Ninguna de nosotras haría nunca eso. ¡Yo nunca te olvidaría! ¿Por qué me pides eso?- y lágrimas de aquel rostro tembloroso se enjugaron en la raída playera del joven.
Entonces, en el rescoldo del pasado que iba más allá de su propia vida, Steven; en su sopor, hizo un movimiento del cual no contempló consecuencias. Su distanciamiento emocional ante todo en su mundo era demasiado, así que simplemente acarició el cabello de la hermosa gema blanca, hasta que colocó su pulgar en la gema de ella y pronunció con un leve tono siniestro en su voz.
-Olvídame-
Sobrevino un golpe chocante de luz blanca.
La gema ovalada en la frente de Perla brilló junto con sus ojos, se puso de pie con dificultad llevándose las manos a la cabeza para sacudirse como si un inmenso dolor punzara cada poro de su cuerpo. Steven se dio cuenta de lo que había hecho y después de varios meses abandonó su refugio en la arena y sintió algo que hacia muchísimo no sentía. Miedo.
Perla se convulsiono grotescamente un par de veces hasta que se fue de rodillas, su gema humeaba al igual que sus ojos. Steven no tenía idea de qué había hecho. Solo había seguido su instinto apoyado en su tristeza y deseo de soledad.
Su corazón latía asustado como el niño que ha cometido la peor de las travesuras.
Sentía la boca seca.
La había lastimado.
-¡Perla!- gritó saliendo de su sopor por primera vez en meses he intento acercarse, sin embargo, la blanca abrió los ojos y ante este hecho él se detuvo.
La gema de servicio miró para todos lados bastante descompuesta, se le notaba asustada, perdida, manifestando un dejo de confusión y terror.
-¿Dónde...? ¿Dónde estoy?- pregunto con levedad mientras se sostenía con dificultad.
-¿Qué es este lugar?- la blanca llevo ambas manos al pecho.0
Steven se encontraba desorbitado. En realidad lo que hizo, lo hizo sin pensar.
-¡Esto no es Homeworld!- gritó para luego mirar al único ser que al parecer se encontraba con ella,
-¡¿Tú quién eres?!-
Steven tartamudeo antes de poder decir algo -Pe-Perla yo...-
-¡No! ¡Aléjate!- Gritó- ¡¿Dónde están las demás?! –Nuevamente Perla miraba para todos lados buscando cosas que evidentemente no estaban allí- ¡Hoy me iban a asignar! ¡Me iban a asignar a Diamante Rosa! ¡¿Qué pasa?¡ ¡¿Dónde estoy?!- Se llevó las manos a la cabeza tratando de recordar qué había pasado pero solo consiguió un fuerte dolor.
Ella hace un segundo estaba con otras de su corte, feliz y presumiendo por ser seleccionada para tan noble labor, cuando de pronto se encontró en ese horrendo lugar,
-¿Do-dónde estoy?- dijo débilmente mientras comenzaba a temblar.
Su gema empezó a humear, ella apretó los dientes manifestando un intenso dolor que provenía de intentar recordar algo que ella sabía importante pero que simplemente no le llegaba.
Entonces sintió que unos brazos la aprisionaban levantándola. Aún con todo su dolor Perla grito.
-¡Déjame! Tú...¡lo que sea que seas! ¡Déjame!- intentaba zafarse pero le era imposible, el ser que la tenía apresada era inmensamente fuerte.
-¡Perla!- dijo Steven sintiéndose terriblemente miserable por lo que había provocado- ¡lo siento mucho! ¡Perdóname!- la apretó a sí mismo y besó sorpresivamente la gema de la blanca.
Recuérdame por favor mi Perla.
Perla sintió como algo helado le recorría el cráneo hasta que lentamente alcanzó su cuello expandiéndose por sus hombros y todo su cuerpo.
Entonces su mente se abrió.
Fue cuando el joven diamante se dio cuenta de la mirada de Perla.
Ella clavo sus ojos celestes en él y él se dio cuenta del tremendo dolor que manifestaban. El rostro de Perla se contrajo para luego bajar la mirada y escapar de los brazos de Steven que esta vez, no la retuvo.
Quedaron de pie uno al otro. Ella comenzó a sollozar.
-Tú no me quieres...nunca...creo que nunca me has querido- y levantó su blanco rostro para verlo. Steven se quiso morir al verla con el rostro tan contraído por el dolor mientras las lágrimas no dejaban de salir. Perla habló, pero casi no se le entendía del llanto.
-Tú...nun-ca ¡Nunca! me-has querido- dijo mientras inútilmente se limpiaba el rostro con las muñecas, fue entonces que corrió.
-¡Perla espera!- Steven de inmediato la siguió.
-¡Perdóname!, ¡Yo no quise...! ¡No sabía...!-
¿En realidad no sabía? El tocó la gema de Perla y murmuró que lo olvidara buscando inconscientemente ese resultado, como una prueba del "haber que pasa" pero nunca creyó a ciencia cierta que diera resultado.
Producto de su embotamiento no midió consecuencia y ahora sabía que había lastimado a una de las gemas más cercanas a él. Por imbécil.
Es verdad que sabía que su madre había hecho callar por milenios a Perla, así como evitar que Garnet hiciera preguntas; pero fue poco menos que una moneda al aire para él hacerlo en ese momento. Una estupidez imperdonable.
Por su parte Perla no sabía realmente a donde huía, solo corría desesperada. Huía de un dolor en su pecho nacido de sentirse profundamente traicionada.
-¡Perla perdóname! ¡Yo te amo y lo sabes!-
-¡Mentira! ¡Hiciste que te olvidara! ¡A ti y a tu madre! ¡Ninguno me ha querido nunca!- Y Perla sintió que se moría al decir esas palabras que sentía como la verdad más absoluta en milenios de existencia.
-¡Ambos te hemos amado! ¡Perla vuelve por favor!-
La gema blanca, asustada de sentir las garras de la confusión y dolor, deseó correr tan fuerte que su cuerpo no respondió y trastabillo dando de bruces contra la arena. Steven la alcanzó y con fuerza la llevó a su regazo. Él sentado en la arena bajo la tenue luz de la luna con una leve Perla en sus brazos.
-Suéltame- murmuro ella pero sin mucho convencimiento mirando hacia un lado.
-Nunca-le dijo el convencido- nunca hasta que me perdones por ser un estúpido. –
-¡No me quieres! ¡Te ibas a deshacer de mí de la forma más vil!-
-¡NO!- Exclamó el separándola para ver nuevamente ese rostro que sabía había lastimado.-
-Yo, ¡no sabía...! ¡No sabía que esto pasaría en realidad!, yo solo...- el chico bajo la mirada –solo perdóname. Nunca, nunca volverá a pasar-
Ella quiso perdonarlo, lo amaba por sobre todo. Pero ese ardor en su pecho del saber que por un momento lo había olvidado todo, era algo que revolvía su vientre-
-Me hiciste mucho daño. Me duele mucho- dijo llevando su mano al pecho sin voltear a verle-
Él no supo que decir.
-¿De verdad me quieres?-preguntó Perla con seriedad- ¿Alguna vez me has querido?- entonces fue que lo miró.
No hubo peor castigo que descubrir en la mirada dela blanca la sinceridad de la pregunta y Steven creyó que se moría.
Fue entonces que lloró.
-Perdóname Perla-
-No lo sé. Ya no lo sé. ¿Sabes? – Dijo ella respirando con dolor ante el peso de una vida inconcebiblemente larga.
-En esencia eres la misma gema con la que llegué a este planeta. La misma. Esta es la tercera forma que te conozco. Y ya no sé si alguna vez me amaste.-
A Steven le temblaba el labio. Entonces la abrazó hasta casi cargarla y decirle al oído toda la sinceridad que su corazón derramaba.
-No puedo hablar por Mamá, es verdad. Pero yo, ¡yo Steven Universe! te amo con toda mi alma y no deseo perderte nunca.-La abrazó con más fuerza- ¿Qué puedo hacer para que perdones mi estupidez?
Ella le abrazó lentamente del cuello y él pudo sentir la humedad en su piel.
-Solo ven con nosotras, y no nos vuelvas a abandonar nunca-
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Presente.
-De eso hace unos 19 años.- Pensaba Steven mientras saboreaba la naciente mañana que deja una noche de tormenta declarada.
Afuera, las aves dejaban salir sus cantos y chillidos típicos de costa mientras, con la atención adecuada, las olas entonaban un canto eterno.
-19 años- murmuro sin levantarse. No quería interrumpir el sueño de la gema blanca que se apostaba a él debajo de la sábana. Vio alguno de los mechones de su cabello melocotón que escapaban por la parte superior de la sabana y sonrió un tanto amargamente. Acaricio ese cabello.
Aún no se perdonaba del todo aquel incidente. Había abusado de su poder. Nunca a partir de allí, pasara lo que pasara, volvió a intentar averiguar qué tan amplia era esa habilidad. Simplemente no lo usaría con ellas. Eso era directamente para el: no amar.
-Aunque- pensó moviéndose un poco- a partir de ese incidente las cosas fueron a mejor.
Y era verdad, después eso Steven se estableció con las gemas un tiempo. Ellas hacían todo lo posible para que el estuviera cómodo pero se sentía sobre vigilado. Un día declaro que necesitaba su espacio. Ellas entendieron pero declararon su temor de que desapareciera nuevamente, por lo que se establecieron visitas...que terminaron de forma un tanto diferentes en lo que alguna vez pensó.
El gem respiró profundamente. Lo que le había dicho Perla en la madrugada le había quitado peso de encima y por primera vez en mucho tiempo pudo pensar en despertar con una gema sin sentirse basura. Esta vez podía disfrutar mejor de sus mañanas.
Una gema a la vez. Y sonrió.
Sin embargo, su sonrisa se congelo de pronto, sintió un escalofrió recorrer su espina dorsal y pegó un pequeño respingo.
Algo, algo se había movido en la cama...y no era del lado de Perla...
-Que...que...que...-dijo consternado el enorme chico cuando vio un pequeño montículo moverse debajo de la sabana del lado izquierdo.
-Que rayos...- dijo con los ojos abiertos de la sorpresa.
Entonces ¡POP¡ apareció un montón de cabello blanco debajo de la sábana para dar paso a un sonriente y somnoliento rostro purpura.
-Hola Stivi- dijo la gema- Buenosh Diaaaaaash- dijo pegando un enorme bostezo que retiro la sábana de sus hombros, dejando en claro que estaba totalmente desnuda-
-¡A-Amatista!- exclamó el joven súbitamente.
Una gema era una cosa...pero dos...
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Y estamos de vuelta con otro capitulo de esta historia.
Reitero que me costo mucho terminar este capítulo ya que sigo con dificultades creativas. Esperemos que se despeje pronto todo.
Como premisa para lo que viene quizá, y solo quia veamos alguna escenita bonita entre Opalo y Steven.
¿Que opinan? Voten y quizá se de :)
Saludos a todos los que escriben especialmente a Renny, Matías, Jules, Andrés, y Federico.
Gendou -El sin Musa- Uribe
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