Ceniza de Caoba


El capítulo de hoy para todos ustedes. Gracias por estar.

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El recinto se encontraba casi vacío. El entorno penumbroso era adornado por sombras danzantes que se proyectaban detrás de la luz de aquellos cuatro sirios; que empotrados en tubos de un metal gris viejo, enmarcaban la zona del féretro.

En el aire habitaba un silencio tan duro que robaba el aliento, mientras un hombre, con la mitad de su alma extirpada, se tragaba el dolor a grandes sorbos.

Un tiempo que lo había sido todo para él se desvanecía en nada. Un mundo que ya era neblinoso de por sí, ahora se volvía polvo.

Connie era el candado con que se amarraba a sus recuerdos terrenales. Era la última persona que le quedaba en el ramillete humano y que le recordaba su propia esencia como híbrido. Con la partida de ella, con el fin de su amor, un mundo de recuerdos se extinguía y con ello, su humanidad.

Se sacudía de pronto, sus músculos se contraían, se apretaba el cabello cuando la tensión en su mandíbula se presentaba al llegarle de pronto, algún bello recuerdo. Quería desaparecer con ella. Y mientras las manos se estrellaban en su rostro, derramando con odio aquellas mágicas lágrimas que no habían salvado a su esposa, cuenta no se dio que una a una, entraron las Gemas a la sala y de una manera solemne, formaron un semí círculo alrededor del hombre cuarzo.

Garnet al centro, Perla y Amatista a la derecha; Peridot y Lapis a la izquierda. 

Fue la gema rojinegra quien se acercó por fin y posó su mano en el tembloroso hombro del doliente.

-Steven, cariño....ya es hora- dijo con su profunda voz.

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Presente

Steven caminaba por la arena de aquella amplia costa con la gema guardián Rubí al lado.

La tarde ya se dejaba venir sobre ellos y el sol en su dorado magnifico calaba una nebulosa línea que partía el océano.

Había sido un día muy agitado; la visita de la inquieta Rubí lo había mantenido bastante ocupado desde la noche anterior.

Después de la charla a las afueras de la casa esa mañana ambos se habían metido a bañar, lo cual en algún momento se había convertido en una batalla donde se arrojaron jabón, cubetas, botes de shampoo y todo lo que hubiera a mano. Luego, ante la rendición de Steven al verse incapaz de capturar a su enemiga, fue castigado con preparar los bocadillos que llevarían en su aventura. Habían decidido ir mar adentro en una vieja y pequeña embarcación que el joven había comprado hacía algún tiempo. Se había decidido pasar el resto del día pescando mar adentro.

Cabe mencionar que Steven se repartía en actividades diversas con sus amigas cuando estas lo visitaban. Cada una tenía su forma de pasar el tiempo y de divertirse. Rubí era la que amaba las actividades emocionantes y aventuras. Ella quería atrapar una ballena.

Sin embargo la pesca fue muy aburrida de inicio, al grado que la gema roja se quedó dormida entre las piernas del joven como un gatito, olvidando por completo todo.

Hasta que de pronto, un enorme pez vela de aleta amarilla mordió el anzuelo y el escándalo se desató. 

La batalla con el pez había sido dura y larga, con un Steven halando una y otra vez y una gema pegando de gritos mientras corría por todos lados. Pero para molestia de Rubí, el gran pez había logrado escapar.

Así que, mientras caminaban a orilla del mar con la tarde en el horizonte, la pequeña gema roja parloteaba, vociferaba y manoteaba.

-Yo creo que hubiéramos atrapado a ese pez vela si me hubieras dejado hervir el agua-

-Eso es hacer trampa Rubí- Contestó el joven tranquilamente.

-Pero ¡pudo ser un gran banquete!-

-Luego tú ni comes nada-

-Pero tú si- sonrió traviesa- comes por todo un regimiento-

-Ja- ja, muy graciosa Rubí-

-¿Qué? No fue un chiste, realmente te comerías tú solo a ese pez espada-

El chico solo frunció la boca.

Rubí lo notó -Ja, ja, ja ¡hiciste un puchero!- se burló la roja.

-¡oh! ¡Cállate!- reprochó Steven.

-No-

-Que te callees...-

-Que no-

Discutieron un poco más mientras andaban, a lo lejos se divisaba la gran estatua que cada vez se veía más grande.

-Esa estatua...- pensó Steven ensimismándose. Rubí lo notó e iba a decir algo pero un grito la sacó de su intención.

-¡Rubí!- se escuchó a lo lejos.

-¡Zafiro!- Respondió la roja emocionada.

-¡Rubí! ¡Te he extrañado!- y bajando la escalera de la casa, arrancó a correr la gema vidente hacía ellos.

La roja no perdió el tiempo y corrió para encontrarse con su pequeña amante.

Se conectaron en un poderoso abrazo, besos y arrumacos mientras Steven las observaba aún a cierta distancia.

Siempre era así cuando por cualquier motivo, se separaban. Sus reencuentros eran emotivos, llenos de un derroche de amor y dulzura.

Se sintió un poco culpable al pensar que, quizá, estaba en medio de ese amor. Sin un lugar verdadero.

-Perdóname por ser tan testaruda- dijo la roja.

-Y tú a mí por no tratar de entenderte- Respondió Zafiro. Juntaron sus frentes en una sonrisa amplia por parte de ambas, luego Rubí volteó a ver a Steven para decirle adiós con una mirada nostálgica que solo profundizo más las amargas sensaciones del chico.

Rubí y Zafiro se besaron por fin, y después de un intenso brillo, se manifestó Garnet.

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20 años atrás

Steven se sostenía de Garnet quien con lágrimas en los ojos no soportaba ver a su pequeño devastado. Realmente el gran hombre se veía decrepito, como si hubiese envejecido de golpe sus 70 años. El cabello estaba totalmente gris y sus arrugas se pronunciaron cuando la caja de caoba, la última habitación de Connie, era bajada lentamente a tierra.

-No...no te vayas...no...- exclamaba un anciano destrozado mientras estiraba su temblorosa mano.

Perla se hiperventilaba, Lapislázuli se desesperaba por no saber cómo ayudar. El chico se acababa cada vez más.

-Él...él está envejeciendo- dijo con dificultad Peridot, impactada por el temor y el dolor. Fue entonces que corrió y sin pensarlo abrazó por la espalda a Steven ayudando a sostenerlo.

Y comenzaron las paladas de tierra que dan esos hombres, cuyo triste trabajo es enterrar los recuerdos de la gente doliente, Steven se encorvó.

Perla apretó de un hombro a Garnet quien la volteo a ver desesperada, y en un entendido casi psíquico, todas rodearon al anciano y lo abrazaron dándole su calor y su fuerza.

-Q-quiero...ir-me...con...ella- dijo Steven entre profunda respiraciones.

-¿Y nos vas a abandonar?- dijo alguien entre lágrimas.

-¿A-a quien voy a observar dormir mi niño?-

-¿Con quién veré películas? No te vayas por favor-

-¿Con quién recorreré la luna?-

-¿Quién me ayudara en mis experimentos?-

-Dijiste –sollozó- que estarías siempre con nosotras. ¡Siempre!-

Y ante un abrazó unido en donde sostenían entre todas a Steven, el chico pudo observar la última palada de tierra. El fin de su contacto humano. El fin de una época.

¿Serviría de algo vivir?

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Presente

La gema de guerra se estiró un poco, hizo unas flexiones, se acomodó los lentes y se dirigió a donde se encontraba el chico, quedando ambos de frente.

-Hola Steven, tiempo sin verte- dijo la Gema.

-Hola Garnet- sonrió con melancolía.

La gema rojinegra extendió su mano para acariciar la mejilla del chico. Nunca se acostumbraría a verlo hacia arriba. Era exactamente 18 centímetros más alto que ella; pero estaba convencida que siempre sería su pequeño. Su amor.

-Rubí está muy preocupada por ti- le dijo dulcemente sin soltar su mejilla – y también Zafiro...y obviamente yo- El chico bajo levemente la mirada.

Ante esa acción, Garnet procedió a desaparecer sus lentes y lo miró directamente con sus tres ojos angustiados.

-Steven, mírame-

Él, como un niño, volteó a mirarle lentamente.

-Sabes que sé lo que le dijiste a Rubí. Así que dime, de verdad consideras... ¿Qué no nos mereces?-

Steven suspiro y sus ojos sintieron la presión de las lágrimas, perdió por un segundo su vista en el cielo.

Luego regreso su mirada a ella y le dijo.

-Garnet, antes, tengo una duda.-

-Te escucho-

-Dime, ¿Cómo se siente Zafiro de que Rubí me preste tanta atención?- Steven quizá decir algo más pero no se atrevió.

La gema volvió a acariciar el rostro de Steven, el cual se sentía suave. Steven no se dejaba la barba por nada.

-Steven, claro que ella siente algo- Garnet sonrió - Siente un poco de coraje y algo de envidia.-

Steven se estremeció, sintió que le faltaba el aire.

-Pero no es por el motivo que tú crees. Ella siente envidia por que le cuesta expresar sus sentimientos y deseos contigo. Quisiera ser tan suelta como Rubí para poder decirte lo mucho que te ama. Y siente un poco de coraje por que le das más muestras de atención a Rubí que a ella.-

-Pero- intervino el chico- ¿no causo problema en su relación? –

Garnet sonrió ampliamente.

-Steven, la relación SOY YO. Y aquí estoy sin problemas de fusión-

- Soy la unión de sus gustos -continuó- capacidades, temores y deseos.-

Entonces ella se acercó hasta pegarse totalmente a él y lo abrazó del cuello colocando su cabeza en el fuerte pecho del chico gem. El instintivamente la abrazo por su estrecha cintura.

-También soy la unión del amor que ambas tienen por ti. Así que imagina mi niño, cuanto te puedo amar-

Ella lo volteó a ver y encontró sus ojos a punto de llorar, ella derramó una lágrima al verlo melancólico.

-No llores mi pequeño-

Acarició su cabello entretejiendo sus dedos, para luego guiarlo hacía ella y proporcionar un dulce beso en los labios, mientras el sol lentamente se ocultaba en el mar.

-Nosotras te curaremos cualquier dolor-

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Y bueno, aquí tienen el capítulo de hoy.

Si ya sé, tiene drama, pero como le comenté a un pajarillo de alas de luz, el primer arco de esta historia tiene que ser así. Luego será más relajado.

Un saludo a esos amigos que comentan y están aquí, sin ustedes esto sería aburrido.

Nos vemos mañana.

Gendou "El Maldito" Uribe.


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