Finalmente el cansancio venció a Hermione y se quedó profundamente dormida.
La mañana siguiente Lucius irrumpió en la Enfermería como un loco.
_ Señor Malfoy_ Gideon se levantó.
_ ¿Quien es usted?
_ Auror Gideon Prewett.
Lucius lo miró ceñudo.
_ Estoy al cuidado de la Señorita Malfoy hasta el relevo.
_ No la cuidará mas, me la llevaré de aquí. Este Colegio se ha vuelto una constante lluvia de problemas para mi hermana.
_ Señor Malfoy_ Dumbledore estaba en la puerta.
_ Me llevaré a mi hermana. No la dejaré mas en este Colegio. Tengo el permiso del Ministro de Magia y el apoyo del Wizengamot.
_ ¿Que hay de los deseos de la Señorita Malfoy?
Lucius apretó los dientes_ ella lo entenderá.
_ Lucius.
Él Rubio se giró hacia ella_ Hermione. ¿Cómo te sientes?
_ Mejor.
_ Te llevaré a casa, no te descuidaré mas dejándote aquí.
_ Lucius...
El Rubio negó_ no me pidas que te deje.
Hermione lo miró. Su rostro se e había contorcionado en una mueca extraña que solo una vez habia visto. Eso fue cuando su yo del futuro se despidió de ella.
Cerró los ojos unos segundos, el crucio que recibió solo era un recordatorio de que Voldemort se estaba haciendo presente.
_ Señorita Malfoy, si usted desea quedarse...
_ Guarde silencio Dumbledore, nadie ha pedido su opinión, esto es un asunto privado entre mi hermana y yo.
Hermione tomó el brazo de Lucius_ llévame a casa.
El rubio asintió aligerando sus facciones_ vamonos de aquí_ la ayudó a levantarse.
......
Hermione iba a dejar de jugar a la Escuelita. Fue bueno recordar sus momentos en Hogwarts siendo nuevamente una alumna, pero debía mover sus fichas.
Esa segunda oportunidad que tanto Lucius como Narcissa y Draco le habían obsequiado quería hacer que valiera la pena para cambiar el futuro.
Aunque en el proceso tuviera que dar su vida a cambio de la de las personas que amaba.
Iba a enmendar los horrores de la guerra por Harry, Ron, Draco, Lucius, Narcissa, Luna, Remus, Sirius, Neville, los Señores Weasley y todos los demás.
No le importaba que costo. Ya no.
.....
Hermione se quedó dormida en cuanto tocó el suave colchón de su cama.
Lucius se sentó en un sillón cerca de la cama.
Observó las suaves facciones de su hermana.
Tan parecida a su madre.
Su padre le repetía constantemente que una mujer era como una rosa, suave y delicada en sus pétalos, pero podía ser también fuerte como el tallo y tan áspero como sus espinas.
Suspiró recordando el Miedo que sintió la noche anterior cuando recibió la carta de Narcissa.
El miedo de perderla era tan palpable que hasta podía incluso paladear su sabor.
Un sabor tan amargo y asqueroso como la Bilis de una acromántula.
Soltó su tensión. Ahora estaba con él, a su lado.
Despertarían en la misma casa y se acompañarían mutuamente a desayunar, comer y cenar todos los días.
La llevaría a las Empresas, la llevaría de viaje, de compras, e incluso al estilista.
No la perdería de vista nunca más.
Porque temía que si lo hacía, se sentiría vacio nuevamente en aquella casa fría y oscura.
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