12

Merlina.

Vale comienza a pintar la segunda capa de esmalte en las uñas de mi mano derecha, mientras yo con la izquierda como un puñado de maní.

Esta noche es exclusiva para nosotras. Una vez al mes nos dedicamos a ponernos lindas, relajarnos mirando una película y, más que nada, contar cualquier chisme que se nos ocurra. Bastante me estoy aguantando en contarle lo que me sucedió esta tarde al volver a casa, pero quiero darle un poco más de suspenso.

—Me gustaría ir a una fiesta donde todos bailen Thriller sin ensayar —comenta ella. Estamos mirando "Si tuviera treinta", perdí la cuenta de lo mucho que vimos esta peli, pero la amamos. Yo asiento rápidamente para darle la razón.

—Sin ninguna duda, rubia, creo que sería algo espectacular —replico—. Podríamos organizar algo así, ¿no te parece?

—¿Nosotras? —cuestiona divertida y suelta una carcajada—. Mer, apenas tenemos vida social... ¡entre nosotras! A ninguna le gusta salir ni mucho menos tenemos tantos contactos como para hacer una fiesta.

—Lo peor es que tenés razón —admito riendo—. Deberíamos cambiar eso, ¿no te parece?

—Mmm... Sí —contesta dudosa—. Por lo menos, hasta lograr nuestro sueño del baile de Michael Jackson. —Sopla con suavidad las uñas ya pintadas para que sequen más rápido y luego toma mi mano izquierda para repetir el procedimiento—. Entonces... ¿hoy salimos?

—¿Hoy? ¿Pensás que entramos a algún lugar siendo tan tarde? —interrogo al ver que son la una de la madrugada. Se ríe.

—Si nos apuramos, podemos ir a un bar en que las mujeres entran gratis hasta las dos.

—Trato. —Nos quedamos en silencio por un instante y suspiro. Es ahora o nunca—. Tengo que decirte algo que me pasó hoy.

—¿Qué te pasó? ¿Algo relacionado con los Lezcano? —interroga arqueando una ceja.

—Sí, a un solo Lezcano... —Me mira interesada y espera para que continúe hablando—. Andrés.

—Oh, no... ¡No me digas que te enamoraste de él! —chilla y por la distracción me pasa el esmalte hasta la muñeca, manchándome. Chasquea la lengua y me limpia rápidamente.

—¡No! —grito en respuesta—. Por Dios, es demasiado mujeriego... Lo que pasó es que vino a mi casa, me dijo que se quiere quedar unos días conmigo porque no tiene dinero para pagarse un hotel y su hermano no lo quiere en su casa —comento. Me mira con incredulidad y hace una mueca acompañando su expresión.

—Sinceramente, no le creo. ¿Por qué no fue a lo del padre?

—Dijo que quiere que sea una sorpresa y aparecer el día de la fiesta. De todos modos, le dije que no puede, mi casa no es tan grande y no tiene dónde dormir. Aunque... —Tomo aire—, como sabía que hoy duermo acá le dije que solo por esta noche se puede quedar en mi cama.

—¿Qué? ¿Estás loca? —inquiere con los ojos desorbitados.

—Me dio lástima... —explico encogiéndome de hombros. Ella resopla y niega con la cabeza.

—Después seguimos hablando de esto. Si queremos salir, apurémonos a prepararnos, ¿está bien?

Luego de maquillarnos, Vale me presta un vestido negro bastante seductor, con escote en la espalda, brillos en el pecho y corto hasta un poco más arriba de las rodillas. Sé que a ella le queda más corto que a mí porque es más alta, pero me siento terriblemente sexy. Me guiña uno de sus ojos azules, que ahora resaltan más por el delineado, y acomoda un poco más el escote de su vestido rojo, el cual le sienta fenomenal. Debo admitir que mi amiga es una preciosura y bien podría dedicarse a ser modelo.

—Estamos hechas una bomba —comenta riendo y asintiendo con aprobación.

Saca su teléfono y me hace un gesto para que nos saquemos una foto, aunque termina haciendo como veinte y solo sube una a sus redes sociales. Obviamente, la única en la que mejor sale ella. Suelta una carcajada y me da un sonoro beso en la mejilla cuando nota que la miro con expresión enojada.

—Vos salís hermosa en todas —dice agarrando su cartera—. Vamos, el uber llega en dos minutos.

—¿No vas a manejar? —interrogo sorprendida, ella no sale a ningún lado sin su auto.

—No, quizás tomo de más y no vamos a poder volver. Mejor ser responsable.

Le doy la razón y salimos para esperar al auto. Solo a nosotras se nos ocurre salir a último momento, dejar el pijama y arreglarnos en tiempo récord. Por si las dudas, le mando un mensaje a mi mamá ni bien subimos al coche para avisarle que estamos saliendo. Lo más probable es que esté dormida, pero por lo menos me siento tranquila de que en algún momento lo va a leer.

Cuando llegamos al bar, observo su fachada con luces brillantes alrededor del nombre "Bar dragón", unas vidrieras con precios escritos y varios colgantes de madera con forma de dragones escupiendo fuego. Arqueo las cejas mientras entramos, sorprendida que el de seguridad nos deje pasar sin siquiera pedirnos identificación. El calor que hace adentro contrarresta demasiado con la temperatura de afuera y tengo que sacarme el abrigo mientras nos dirigimos a unas butacas ubicadas en la barra, pasando entre las personas amontonadas en el medio de la pista.

Mi amiga pide unas bebidas que no alcanzo a escuchar por el volumen de la música y es cuando recuerdo porqué no me gusta venir a este tipo de lugares, hay que gritar para hablar y ni siquiera se escucha lo que dice el acompañante, pero hoy no voy a quejarme, deseaba salir por alguna razón desconocida.

Distingo la copa que el barman pone frente a mí e inmediatamente me doy cuenta de que es un daikiri de frutilla, mi favorito. Le dedico una sonrisa agradecida a mi amiga que me devuelve con amabilidad. Mientras le doy un trago a mi bebida, ella mira alrededor.

—Hay mucha gente —comenta en mi oído. Asiento con la cabeza sin dejar de beber—. Pero no veo a ningún hombre lindo.

Suelto una carcajada y decido dar un vistazo por mí misma. Está en lo cierto, a pesar de que no hay hombres feos, tampoco hay nadie que se destaque. De todos modos no me interesa, vine a divertirme y pasarla bien con mi amiga, no a conquistar. Aunque debo admitir que encontrar una compañía masculina para bailar le daría un plus a la noche.

—Vamos, sé que morís de ganas de bailar —dice Valeria poniéndose de pie y estirando la mano para que se la tome. Me río, me conoce tan bien que podría decir que está dentro de mi cabeza. Termino de tomar mi trago con rapidez y nos dirijimos al centro de la pista.

Comenzamos a movernos al ritmo de una canción electrónica que no tengo ni idea del nombre, y no puedo evitar reír bastante fuerte cuando noto que a nuestro lado hay un muchacho bailando como una gallina. Y la verdad es que con ese cabello rojo no pasa desapercibido, parece una cresta del mismo animal. Me da vergüenza ajena, pero esta se incrementa aún más cuando mi amiga empieza a imitar sus movimientos. Ahora los dos están moviendo la cabeza hacia adelante y atrás y moviendo sus brazos simulando ser la pobre ave. Quiero morirme.

¡Pero esto no queda acá! Al parecer, el baile es tan divertido que a nuestro alrededor las demás personas también empiezan a moverse de ese modo y, lentamente, voy caminando hacia atrás para desaparecer de esa escena vergonzosa. Básicamente, mi amiga alcanzó su sueño. No estarán todos bailando Thriller de Michael Jackson, pero están unidos como gallinas, así que es lo mismo.

Sin dejar de mirar el espectáculo, continúo caminando de espaldas hacia la barra, hasta que me choco con un cuerpo bastante robusto.

—Ay, perdón —digo dándome vuelta de inmediato.

En cuanto veo sus ojos azules tengo ganas de que la tierra me trague. Sinceramente, no me esperaba para nada verlo en este lugar, por lo que es una absoluta sorpresa. Trago saliva y le sonrío cortésmente. Su nuez de Adán sube y baja cuando traga y se lo ve bastante tenso cuando intenta devolverme la sonrisa. Lo único que le sale es una mueca de disgusto.

Bien, así que me encontré con mi flechazo andante. Noche larga, acá vamos...

¡Hola! ¿Cómo están? Sí, sé que me tardé demasiado en subir, pero acá volví. No pienso abandonar ni pausar la historia.

Les agradezco por el apoyo que me están dando, y me alegro de que les guste. El siguiente capítulo va a ser muy bueno, en este no pasó nada de otro mundo, pero en el que viene...

Gracias por leer!!

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