P5: Día 4: Locura.

Joel se quedó observando fijamente a Maya que dormía enredada en los edredones de su cama mientras pensaba que realmente él era un monstruo. ¿En qué momento de su vida se había convertido en una persona sin sentimientos que iba por la vida humillando a los demás por pura diversión?

Lo peor del caso es que se daba cuenta en ese momento, en el mismo momento en el que no importaba lo que hiciera ya no podía remediarlo porque estaba prácticamente muerto pues lo único que lo mantenía con vida era el montón de aparatos que tenía conectados al cuerpo y una misión que si fallaba en ella entonces podía considerarse hombre muerto –todavía más de lo que técnicamente ya estaba-. ¿En qué momento Maya Ivanov había tenido la mala suerte de cruzarse en su camino?

Joel podía recordarlo.

...

—Déjame ver si te estoy entendiendo...—susurró Zabdiel.—Tú le gustas a mi prima...—murmuró el chico y Joel asintió.—Vaya, tonta—agregó.—Es decir, no es que en sí sea tonta pero en el fondo lo es por fijarse en ti, es obvio que tú no estarías con ella ni aunque te pagasen...—los ojos de Joel se posaron en él y le ofreció una enorme sonrisa—No es cierto...dime por favor que no es lo que estoy pensando...

—¿Qué tanto quieres a tu prima?—cuestionó Joel cruzándose de brazos.

—Pues es mi prima, ¿tú que crees?—murmuró su mejor amigo.

—¿Me darías tu permiso para jugarle una pequeña broma?—preguntó el muchacho sonriéndole ampliamente.

—¿Qué tipo de broma...?

—Ah, una sin mucha importancia pero que sin duda va a ser completamente divertida...—respondió Joel dejando escapar un largo suspiro.

—Joel, Maya es mi prima y aunque no lo parezca, la quiero...

—Ya lo sé, pero de verdad te prometo que no va a ser la gran cosa—explicó—Es algo así como la típica broma del patito feo de la universidad, pero vamos...todos sabemos en que terminan esos clichés...Maya ni siquiera se va a enamorar, sólo será cuestión de un par de citas y es todo, y si con eso te quedas más tranquilo, ni siquiera va a pasar nada entre nosotros—expuso pausadamente para que Zabdiel lo entendiese.

—¿Estás seguro de que esto no va a ser más que una simple broma?—cuestionó Zabdiel no tan convencido de las palabras de Joel.

—Pues claro, te lo juro por mi auto que es lo que más amo en el mundo...—susurró. Zabdiel rio en voz baja.

—De acuerdo pero te prometo que si mi prima termina llorando como una típica Magdalena y odiándome como una nenita patética tendrás que ayudarme para que no le cuente nada a mi mamá, sino...ya me veo castigado hasta que sea un anciano...—murmuró frunciendo los labios y provocando una sonora carcajada por parte de Joel.

—Nada de eso, Zabdi...Maya ni siquiera lo notará...

...

Pero no sólo Maya lo había notado. Toda la escuela también y eso definitivamente había sido la peor parte de todas.

Y ahora que la observaba minuciosamente le parecía completamente adorable y finalmente se daba cuenta que tal vez si él hubiese sido un poco inteligente, las cosas entre ellos hubiesen podido funcionar, por supuesto que de nada le servía tomarlo en cuenta en ese momento porque ya no podía hacer nada. Era un idiota, sí. Pero si todo salía bien –como él esperaba realmente- trataría de enmendar todos y cada uno de los errores que había cometido con sus compañeros de universidad.

Y es que... ¿en qué momento Joel Pimentel se había convertido en un cretino? ¿En qué momento había dejado al Joel tierno de lado? Lo único que conservaba de la vieja versión de Joel Pimentel, era la virginidad. Eso era todo. Cierto que todo el mundo quería estar con él pero él prefería no inmiscuirse con nadie de esa forma: era reservado con esa parte de su vida.

Maya se removió entre sueños y soltó un suspiro que hizo que Joel riera en voz baja. ¿Cómo iba a hacer Joel Pimentel para que Maya volviese a ser la misma chica sonriente que amaba la vida que era antes? La misma chica que él había hecho pedazos en cuestión de segundos.

¡Locura! Todo aquello era una locura y sí después todo salía bien, le contaría esa historia a sus nietos. Definitivamente lo haría. Pero por el momento tenía algo que hacer...

—Dulces sueños, Maya...—murmuró.

(...)

A Joel siempre le había gustado la habitación de Zabdiel. Las paredes blancas con tonos azul marino hacían que por las mañanas la luz matutina se hiciera todavía más intensa y le diese un toque mucho más acogedor pero definitivamente lo que más le gustaba de la habitación de Zabdiel era la pequeña colección de guitarras que él estaba armando.

¡Eran asombrosas en verdad!

Se quedó completamente quieto observándolo dormir y soltó un suspiro.

Hanael lo había estado enseñando a como desplazarse de espejo en espejo para poder ver a sus amigos siempre y cuando tuviese cuidado, aunque realmente no comprendía porque tenía que tener cuidado sin al final de cuentas la única persona que podía verlo era Maya y no se veía demasiado feliz de hacerlo.

—¿Sabes una cosa? Sé que prometí que Maya ni siquiera iba a notar la pequeña broma que le iba a hacer y que al final de cuentas ni siquiera fue tan pequeña pero...realmente no quería lastimarla. Es decir, pensé que sería divertido y no me di cuenta que le estaba haciendo demasiado daño porque lo que para mí era divertido para ella era algo completamente diferente...sé que no puedes verme y por ende tampoco puedes escucharme pero te quería contar que en los dos días, casi tres que llevo mirándola a través del espejo me he dado cuenta que es mucho más linda de lo que ella misma o el resto del mundo cree... —soltó un largo suspiro—la verdad es que creo que esta conversación sería mucho más fácil si tú pudieses hablar conmigo pero vamos...lo menos que quiero es que me veas en este momento y en este estado; y comiences a pensar que te estás volviendo loco justo como ella lo hace...—negó—Sé que me dirías que estoy loco o algo parecido pero creo, Zabdiel...creo que me gusta Maya. Uh, de hecho creo que siempre me gustó y en el fondo siempre estuve feliz de saber que yo también le gustaba a ella sólo que era un idiota que no sabía cómo manejarlo...no supe que hacer con eso porque en el fondo la quería alejar de mí, sé que no soy una buena persona y lo menos que quería es que ella estuviese con un chico como yo que va por la vida humillando al resto del mundo pero...no supe cómo actuar realmente y luego todo se salió de control...ahora Maya te odia por ser mi cómplice y yo estoy casi muerto.

Zabdiel ni si quiera se movió pero realmente eso era lo que menos le interesaba a Joel. Lo único que quería era ver a su mejor amigo y ser sincero con él incluso sabiendo que él ni siquiera lo notaría.

¿Pero así era más fácil, no? Ser sincero con las personas cuando estás a solas. Hacer confesiones cuando nadie más puede escucharte. Admirar la belleza del mundo que te rodea cuando realmente ya no puedes hacer nada más.

—Si todo sale bien, Zab...si puedo volver, quiero decir...te juro me voy a encargar de que Maya sea completamente feliz. Lo juro...

(...)

Maya contempló fijamente el espejo tratando de ver a Joel pero además de observarse a ella misma no había ni rastro del muchacho. ¿En dónde diablos se metía Joel cuando no estaba ahí? ¿A dónde iba? Se cuestionó mentalmente pero se rehusaba a llamarlo. Lo único que quería en ese momento era tratar de que todas las dudas que de repente estaban comenzando a surgir en su cabeza se fueran.

Lo menos que necesitaba era ponerse a pensar a fondo las cosas. No era así como funcionaba. Soltó un bufido y se dejó caer en su cama cubriéndose los ojos con su antebrazo.

—Creo que esa posición se está volviendo una costumbre—se sentó de golpe apenas escuchó la voz de Joel y lo encontró observándola fijamente con una sonrisa en los labios—Buenos días, Maya...¿dormiste bien?—cuestionó en voz baja mientras Maya lo observaba fijamente.

—¿Los fantasmas duermen?—preguntó ella ignorando el saludo del muchacho. La sonrisa de Joel se esfumó de inmediato y una mueca de incredulidad se hizo presente en su rostro.

—No...—susurró.—Es decir, se supone que cuando una persona se muere descansa en paz ¿no? No creo que sea necesario dormir en el cielo ¿sabes? La verdad es que no tuve demasiado tiempo de explorarlo o algo parecido...tal vez no era el cielo pero...

—¿Estuviste en el cielo?—cuestionó ella completamente anonadada.

Joel la observó con una ceja enarcada y negó un poco.—¿Debería ofenderme esa pregunta?—murmuró cruzándose de brazos.

—Si tú...—lo señaló—estuviste en el cielo ¿Qué se supone que puedo esperar del mundo de ahora en adelante? Es decir, si la peor persona sobre la faz de la Tierra, ósea tú, cuando murió subió al cielo ¿A dónde se supone que van las personas buenas?—cuestionó. Joel rio sarcásticamente y negó.

—La verdad es ya entendí tu punto, no hace falta que sigas recalcándolo, gracias—se quejó y Maya suspiró.

—Realmente esto es una locura ¿sabes? El mundo se vuelve una locura cuando te das cuenta que hasta tú puedes ir al cielo...—comentó y Joel negó de nuevo.—¿A dónde vas cuando no estás aquí...?—cuestionó mirándolo.

—Bien, en sí...de este lado no se mide la noción del tiempo ¿sabes? Sé que es la mañana sólo porque puedo ver la hora en tu despertador y porque te observé dormir como todo un bebé—comentó y las mejillas de Maya se sonrojaron de manera inmediata.—por cierto, mencionaste algo sobre un tal Dylan...no sabía que tenías novio...—agregó casualmente.

Las mejillas de Maya se sonrojaron todavía más y negó un poco—No es mi...no es mi novio...—susurró y automáticamente el fantasmagórico corazón de Joel se aceleró.

—¿No?—ella negó.

—Dylan es el amor de mi vida pero de eso no vamos a hablar ahora—masculló sin darse cuenta que el corazón de Joel se acababa de hacer añicos ante la confesión de Maya.

¿Así que así era como se sentía cuando una persona te gustaba e indirectamente te rechazaba, no? Si el tal Dylan del que hablaba Maya era el amor de su vida ¿realmente cuanta oportunidad tenía Joel de estar con ella una vez que volviese a estar vivo? ¡Ninguna!

—Ah...

—En fin, ¿Cómo se supone que puedo ayudarte?—cuestionó cambiando de tema y Joel lo agradeció más no lo dijo. Se quedó observando fijamente el cepillo de cabello de Maya que descansaba sobre la superficie del mueble del tocador y suspiró.—Joel, hace tres días no cerrabas el pico pidiéndome atención mientras yo me estaba volviendo loca tratando de asimilar que ni siquiera te has muerto y tu fantasma ya se me está apareciendo en mi espejo, lo cual ya es bastante malo y ahora que te pregunto cómo puedo ayudarte te quedas callado...¿Qué es lo que pasa contigo?

—Primero que nada, tenemos que hablar de lo que pasó entre nosotros...—anunció llevando sus ojos hasta ella y Maya se tensó.

—No—respondió simplemente.

—Maya, es necesario que lo hablemos...se supone que tienes que confiar en mi pero no podrás hacerlo si de alguna manera me guardas rencor, no espero realmente que me perdones así de la nada pero creo que al menos deberíamos sentarnos y hablarlo civilizadamente de...de fantasma a humana ¿no lo crees?—ella lo observó fijamente sintiendo como su corazón se aceleraba con anticipación.

Eso definitivamente era algo de lo que no le gustaba hablar, sin embargo, sabía que Joel tenía razón. No iba a haber manera de ayudarlo si no lo escuchaba en primer lugar. Cerró sus ojos con fuerza y dejó que el aire que estaba conteniendo en sus pulmones saliera de manera lenta—Esta bien, Joel. Hablemos de fantasma a humana...

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