1 3
— ¡¿Viste la cara que puso?!
Habían salido a dar un paseo por los jardines del hotel después de huirle a la furia de Neito, casi estaba por lanzarse a Eijiro queriéndole dar un zarpazo, cosa que fue evitada por Bakugou quien le dio un sutil golpe en forma de reprimenda por sus infantiles acciones.
El brazo del pelirrojo rodeaba el de Katsuki, su cabeza apoyada en su cuerpo demostraba la confianza que le tenía; la caminata era lenta, como si no quisieran llegar a las habitaciones y tener que separarse.
— ¡Lo sé! — soltó una risa de gozo al aire, aprovechando que donde estaban no había mucha gente transitando
— ¿Sabes lo feliz que me puso? Ya se lo quiero contar a Denki — su risita diabólica era tierna
— Y su maldita cara cuando hiciste de malabarista, tus malabares fue la mejor parte
— ¿Te gustó?
— ¡Me encantó!
— ¡Y cuando hablaste de sus brazos operados!
— Reconozco una cirugía cuando la veo — alzó los hombros sin importancia — Lo mejor es que le está poniendo una paliza a myMan ahora
— Eso es seguro
Recorrían el pasillo donde conectaban sus suites sin muchas ganas; querían seguir hablando por horas ahora que estaban en confianza fuera del horario laboral. Más allá de las historias de Bakugou y sus conquistas, más allá de los problemas de Kirishima en casa. Su plática era amena, el rubio descubrió cosas de su asistente que antes no le habían interesado en lo más mínimo y Eijiro solo confirmó sus sospechas, detrás de la cara amargada y comportamiento promiscuo de Bakugou, se escondía un corazón herido que temía amar.
— Me encanto esta noche, fue muy divertido — concluyó llegando a la puerta de su suite — Creo que es la primera vez que tú y yo hemos salido solos, nosotros dos
— Así es, y la verdad me siento mal por el de la sonrisa psicópata, ahora que saliste con alguien que no parece que le gustan los tríos con su chef personal
— Me parece adorable lo obsesionado que estás con ese tipo
— Es que no te imagino teniendo con una cita con él ¿Comprendes?
— Blasty, repite conmigo, fue solo un almuerzo, que te entre por esa dura cabezota que tienes — picoteaba su sien con desesperación — Escucha, hay una cosa que quería discutir contigo
— ¿Ahora qué pasó?
— Me ofrecieron un puesto en el hospital de Nueva York como asistente de un tal Dr. Shishikura — el corazón de Bakugou dio un vuelco al reconocer el nombre del doctor, su respiración se entrecortó y lágrimas amenazaban con salir de sus brillantes ojitos — Tal parece que su anterior asistente fue despedida pues mantenían relaciones sexuales dentro del hospital y fueron descubiertos por un paciente, que horrible
— ¿Te irás? — preguntó tartamudeando
— Sería una gran oportunidad de expandirme, no me malentiendas, amo trabajar en la clínica, pero me gustaría poner a prueba mis habilidades y escalar a doctor particular, tal cual es mi sueño, y después regresar a Japón con mi familia — notó la cara pálida de Bakugou, con una gran sonrisa y una risotada añadió — Era broma Blasty, jamás me iré de mi trabajo
— No hagas esas cosas conmigo — soltó el aire que estuvo reteniendo
— Sólo quería ver tu reacción, de todas formas, no puedes vivir sin mí, ¿Quién te haría los recados, las firmas, los pagos?
— Te encanta molestarme — golpeó sutilmente el brazo de su amigo, hasta que cayó en cuenta de algo — Acaso ¿Intentabas ponerme celoso?
— No, sólo que fue divertido ver tu cara, ¿Por qué? ¿Acaso te pusiste celoso?
— No, ¿De qué hablas? — un sonrojo, la sonrisita nerviosa y como desvió la mirada hacían dudar a Kirishima — ¿Yo, celoso? No
— Deberías sonreír más a menudo, tu sonrisa es encantadora, no sabía que tenías tantos dientes
— Lo sé, tengo unos 55 dientes
Katsuki ya no recordaba la última vez que se sentía así de nervioso cuando coqueteaba, sintiéndose como un conejo frente a un tigre, preso del miedo pensando en su próxima palabra con cuidado para no cagar el momento. Tal vez fue con Camie que de alguna forma la convenció de quedarse a su lado, pero fue ella quien realmente lo engatuso y llevo al baño. Bakugou no era bueno coqueteando a menos de que la cosa terminara en sexo ya sea en la cama o en la arena, se le hacía difícil cuando la otra persona tenía fuego en su mirada y no se dejaba llevar tan fácil, como Kirishima ahora.
— ¿Entonces no hay nada? ¿Tú y sonrisitas? ¿No hay conexión?
— Nada — contestó
— Pues fue una lástima
— ¿Qué?
— Que aquel coco se interpusiera, es una lástima ¿No lo crees? — los colores subieron al rostro de Eijiro ante esas palabras, intentó ocultarse entre sus manos para que Bakugou no fuera capaz de ver lo patético que se veía sonrojándose por pequeñeces
— Oh si, el coco — dijo recuperando la compostura, y contraatacó — Tienes suerte de que estuviera ahí, no lo habrías podido resistir
— Quizá tengas razón, aunque no lo sé, ¿Te atreverías a comprobarlo?
— Pues soy una persona curiosa
Comprendió pues, que su jefe le gustaba, le atraía y lo amaba. Que cada que su corazón empezaba a latir frenéticamente cuando lo veía entrar a la clínica con su pulcra bata y su cabello un poco alborotado, no era por la admiración que sentía hacia el graduado con honores de la mejor escuela de Japón, era una inevitable reacción acompañado de un sonrojo imperceptible ante su belleza inminente.
Que cada que le contaba sus apasionantes aventuras de media noche, su alma se estrujaba, asociándolo con la envidia de que el rubio pudiera tener esa pasión en la cama, mientras el quedaba necesitado con un pequeño consolador en la mano, deseando en varias ocasiones y sin querer, que Bakugou tomara el lugar del aparato rosado en su dilatada entrada.
Que cada que lo veía convivir con sus hijos un calorcito se le instalaba en el pecho, deseando en lo más profundo de su ser que Bakugou hubiese sido el padre de sus hijos, quitándole el título al hombre sin responsabilidad afectiva, que dejaba a un lado a su familia por trabajo y que no pareció afectado por el divorcio, ni siquiera peleó por la custodia de sus hijos; y eso en cierta manera lo agradeció.
Y que cada coqueteo, cada caricia y cada susurro eran bien recibidos, pero no llegaban a más pues el temor del pelirrojo de ser una conquista más para Katsuki era persistente, pues sabía que un doncel divorciado y con dos hijos no era atractivo a los ojos de nadie.
Esto tal vez era cierto, y Bakugou aceptaba que en principio no le atraía para nada la apariencia descuidada de su asistente, tampoco el poco estima que se tenía a sí mismo; pero la chispa seguía ahí, en cada mal chiste que lanzaba al aire esperando que alguien, aunque sea carraspeara, sus frases sarcásticas, su risa, y sus hermosos ojos brillantes cual faro en la densa niebla.
Por ello se propuso a llevarlo a la cama, siquiera una vez, corriendo el riesgo que luego su relación jefe-asistente se viera afectada por la incomodidad. Con Eijiro nunca uso su táctica infalible del anillo, por la vergüenza de que más adelante le sea recordado. Así que, después de Camie, fue la única persona con la que en sus torpes intentos intentó conquistar, sin buenos resultados.
El ardor en su piel cada que veía, de vez en cuando, el trato que le daba el inútil de su exesposo, inclusive una vez tuvo que detenerle la mano para evitar que golpeara a Kirishima; "Yo sería un mejor esposo" pensaba cuando era testigo de esas acciones impertinentes, luego zarandeaba su cabeza avergonzado por los intrusivos pensamientos.
Y, aun así, con la mierda de esposo que tenía y la responsabilidad sumado el cansancio que conllevaba criar a un par de mocosos, Eijiro siempre mantenía su hermosa sonrisa todo el día. Esa sonrisa que a diferencia de su aspecto era perfecta, que lo logró atrapar. Quizá por eso su determinación en cautivar aquel firme corazón, idiotizado por la fuerza que tenía el pelirrojo de no lanzarse a llorar lamentándose de su vida, no, el daba la cara ante los problemas que se le presentaban de frente, buscando sabiamente la mejor solución para él, pero más para sus hijos. No obstante, terminó rindiéndose en el vigésimo intento en la ocasión que el doncel le contó de su situación; que lo más importante para él eran sus hijos y con el resiente divorcio se le agregaba otro problema que lograba superarlo por mucho, pero seguía de pie, con su maldita sonrisa. Katsuki entendió pues, que sus insinuaciones resultaban un fastidio es ese momento y que debía parar.
Pero el sentimiento seguía presente, caray, y no se percató hasta ahora que no era maravilla lo que sentía, ni mucho menos pena o codicia. El amor, el sentimiento seguía vigente con el pasar del tiempo, solo que el rubio no se animaba a persistir u otra vez intentarlo con el bello hombre por su miedo a salir lastimado de nueva cuenta. Así era en el amor, un cobarde.
Aunque ahora que la respuesta era clara y positiva, no iba a desaprovechar la oportunidad de devorar los labios que siempre anhelo devorar, de tocar lo que antes estaba prohibido tocar, de fantasear lo infantaseable.
Poco a poco se iban acercando hasta que sus respiraciones chocaron, la intensa mirada del rubio inquietó al pelirrojo, obligándolo a cerrar sus ojos esperando algún movimiento del mayor. Éste, llevándose por la valentía de no ser visto, se acercaba a los labios del pequeño, teniéndose que doblar un poco para alcanzarlos pues Kirishima no se dignó a pararse de puntitas, para que no le diera un dolor de cuello.
— ¿Mami? — la puerta se abrió espantando a los dos adultos, por el umbral se asomaron los dos pequeños aún despiertos, sin indicios de sueño y con una enorme sonrisa al verlo
— ¡Hola niños! ¿Cómo están? — se acercó para abrazarlos esperando que no malentendieran la situación, aunque no había nada que malentender, estaba a punto de besarse con su jefe y eso era un hecho — ¿Por qué aún no están dormidos? ¿Natsuki, ya viste que hora es?
— Britney se fue, dijo que quería explorar las bellezas hawaianas
— Esta loca — dijo Akio llamando la atención de su madre y padre falso — ¿Cómo va a explorar de noche? Y además en bata, se va a resfriar
— Dios mío — pasaron a la suite donde la sala era un desastre, chucherías y polvo blanco esparcidos por la mesa — ¿De dónde viene ese olor?
— Debe ser la habitación de Britney, está llena de humo, pero nada se está quemando, y huele extraño
— Esa perra — soltó Eijiro con el ceño fruncido y las uñas casi enterrándose en la palma de su mano, tapando su boca de inmediato al darse cuenta de sus hijos
— Tranquilo cariño, luego le darás su merecido
Los niños ensancharon una sonrisa al escuchar lo que el rubio dijo. Akio se atrevió a preguntar con una risita: — Le dijiste "cariño", ¿Se van a casar?
— ¿Qué? No — negó rápidamente las insinuaciones del niño
— Pero le dijiste "cariño", solo los esposos se dicen "cariño"
— Pues sí, porque somos esposos de a mentiritas
— Por favor señor Blasty, sea nuestro nuevo papi — rogaba el azabache con sus palmas juntas — Yo soy un niño bueno, no digo casi groserías, prometo dormirme cuando me lo diga
— Lo pensaré, niño
— Y mientras lo piensa recuerde a mi mami, este bello doncel con su peinado de fuego y fogosos ojos rojos, con una blanca dentadura y unas curvas peligrosas, solo un idiota se perdería de esta hermosura — apoyó Natsuki la idea de su hermano
— Claro que lo tendré en cuenta, mocosa
— Suficiente niños — paró Kirishima abochornado con las palabras de sus hijos — Es hora de dormir
— Hasta mañana — se despidieron yendo a su habitación no sin antes regalarle un pulgar arriba a su madre, deseándole suerte con el hombre
— El tiempo pasa volando — suspiró recargándose en el marco de la puerta — Un día más de mentiras
— No falta nada, estamos por acabar
— Hay que ir a descansar — mentiría si dijera que no quería lanzarse a Eijiro y retomar lo que estaba a punto de pasar hace unos minutos, pero no contaba con las agallas para hacerlo, acobardándose a medio camino
— ¿Irás por Izuku? — su boca se abrió con sorpresa, se había olvidado por completo del doncel, Kirishima era como una droga que le hacía perder el conocimiento, y le encantaba, mala suerte la suya que apenas se diera cuenta de eso cuando ya estaba metido en un lio de mentiras y amores — Denki me dijo que venían en camino
— Sí, a ver qué tal le fue con el cerebro de alcornoque
— Denki no es tan tonto como crees
— Si bueno, buenas noches — le tendió la mano esperando que las estrecharan
— Buenas noches, Blasty
Después de su extraña despedida, como si estuviera programado, se dio la vuelta empezando a caminar hacia el ascensor con las manos en los bolsillos y su postura encorvada, era probable que después el pelirrojo lo regañara por su descuidado andar, pero eso significaba una excusa para volver a ver ese adorable puchero que siempre hacía de manera inconsciente cada que estaba molesto; con eso en mente solo se encorvó un poco más sintiendo la mirada acusadora en la nuca.
Eijiro solo miraba como el otro se alejaba con su espalda torcida, le recriminaría luego y de ser posible, le obligaría a usar un corsé para que no tuviera la oportunidad de agacharse si quiera. Con una sonrisa boba y un par de miradas más cerró la puerta con un suspiro desairado, deseando que la noche fuera eterna.
Un piso más abajo estaba su suite, ya llegando a la puerta de encino blanco fue cuando se detuvo sin poder hacer un movimiento más, sabiendo que si entraba por esa puerta todo se acabaría.
— Él no quiere dormir
No estaba dispuesto a perder lo que con Kirishima había construido. No importaba si salía lastimado de nuevo, imitaría al doncel y lucharía por lo que amaba. A la mierda el miedo a ser padre, ese par de mocosos eran los niños más hermosos y dulces de todo el maldito mundo.
Regresó al ascensor con entusiasmo y un deseo fervor por apresar entre sus brazos a Eijiro una vez que lo tuviera enfrente y pedirle, implorarle, rogarle, que, por favor, se casara con él. Porque no soportaba más estar así, sin nada en concreto, a Bakugou le gustaba dejar las cosas en claro.
Pulsó el botón, pero como si fuera una reacción en cadena, las puertas metálicas se abrieron dejando ver a Izuku junto a Denki riendo al recordar sus hazañas de esa noche. Se detuvo a pensar un momento, si es que la decisión tomada era la correcta o la respuesta a su felicidad estaba con el peliverde.
— ¡Hola! ¡Ahí está el señor! — el rubio parecía un poco pasado de tragos, pero lo suficiente sobrio para mantenerse de pie
— ¿A dónde ibas? — cuestionó con una sonrisa boba sin sospechar las intenciones del mayor
— A buscarte, por supuesto, no te encontré en la suite y me asusté — mentira — ¿Qué tal la cena?
— Alex le dio respiración boca a boca a una oveja y nos tomamos unos tragos — soltó una risotada, entonces Bakugou agudizando su olfato se percató del horrible olor que emanaba Izuku, una mezcla de botellas atinó
— Se estaba asfixiando así que le di primeros auxilios — dijo con asco al recordar todo lo acontecido, ni con las diez botellas que tomó pudo olvidar el sabor a baba y pasto — Luego me besé con todos, un tipo me metió la lengua y ahora me falta un calcetín, la pasé bien raro
— Hablamos de lo increíble que ha sido el viaje y lo impresionante que tú eres
— Sí, en serio, te has portado sensacional
— Y que si no te hubiéramos mantenido tan ocupado te habría dado tiempo de hacer algo que estabas pensando hacer — decía con emoción, sin embargo, el rubio no sabía de lo que estaba hablando
— Lo del anillo — soltó Kaminari señalando su anular con gracia, oh estúpido hombre
— ¿Si, le contaste sobre eso? — Kirishima tenía razón, Denki no era tan tonto como creía, su idiotez superaba su imaginación
— No necesito que me des un anillo, Bakugou, casémonos, aquí mismo
— ¿Ahora?
— ¿Por qué no? Estamos en Hawái, hagámoslo mañana — no quería apagar ese brillo en los ojitos esmeralda del chico, no sabía cómo negarse sin sonar tan duro — Sentí que esto era especial cuando te conocí, y he visto el modo en que tratas a los niños y es justo como me había imaginado a mi esposo
— Vaya... — un amargo beso fue impactado en sus labios, y no sabía si era por las bebidas que había tomado Izuku o la nula sensación que le dio, le quedaba claro que el joven doncel ya no le provocaba nada a como en principio, y aun así no sabía cómo bajarlo de las nubes sin parecer un patán
— No quiero esperar, quiero empezar mi vida contigo a mi lado — eso golpeó su moral, haciéndolo ver como el villano sin corazón
El ascensor se abrió y de éste salió Eijiro con una gran sonrisa en la cara, quien tuvo que parar abruptamente ante la escena que se le presentaba enfrente.
— Hola
— ¡Hola, a todos! — respondió con su sonrisa apagándose a cada instante, Bakugou pedía en silencio que no desapareciera, quería verla un poco más — ¡Alex, ahí estás! ¡Te estaba buscando por todas partes!
— ¿A mí?
— Si, ¿Qué esperas? Sube, ya es tarde
— Aún no nos podemos ir mi pequeño tiburón, tienes que saber que Katsuki e Izuku se van a casar mañana — el pelirrojo se quedó helado, sin saber que decir y el otro quería golpear a Kaminari contra el piso para que ya se callara por una maldita vez
— No, digo, ¿Por qué? — recibió una mala mirada del doncel a su lado — Si, nos vamos a casar, pero ¿Tú qué opinas?
— ¿De qué hablas? ¿Quieres que diga lo que creo? ¿A quién le importa lo que yo opine? — notó que se estaba excediendo, y es que estaba enojado de que hace un instante Bakugou demostró que lo amaba, pero ahora ya se estaba comprometiendo, aunque sabía que Izuku no se merecía ese odio — Creo que es fantástico
— Gracias, Neito, espero que mañana nos acompañes
— No puedo — contesto de inmediato — Es de muy mala suerte que el ex vaya a la boda, ¡Ven, Alex! ¡Vámonos!
— ¿A dónde vamos? Ellos están aquí, vamos a celebrar
— Alex — sus ojos le estaban picando y su garganta le ardía cada que hablaba, tenía unas inmensas ganas de llorar y eso Denki lo notaba, así que sin protestar más subió al ascensor abrazando por los hombros a su mejor amigo — ¡Felicidades!
Se dieron una última mirada antes de que las puertas cerraran, solo así Eijiro se permitió llorar en los brazos del rubio, lamentándose haber ido en la búsqueda del mayor, a lo mejor la noticia no le habría golpeado tan duro como ahora.
Otro capítulo más. Ya casi se acaba la historia.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top