0 9
Un nuevo día era anunciado por el sol, el cual se asomaba por la pequeña montaña que se alzaba en una isla a unos kilómetros del hotel, los pajarillos habitantes en Hawái ni siquiera se habían despertado cuando en la recepción ya se había armado un alboroto.
— Ay que horror, ¿Por qué salimos a esta hora? ¿Por qué me despertaste? — si bien Bakugou se caracterizaba por ser alguien madrugador, el cambio de horario siempre fue algo que le afectaba
Recordando la vez que había llegado a los Estados Unidos. Aún con el insomnio crónico que presentó a muy corta edad, la gran diferencia de horario entre países le empezaba a traer repercusiones. Siempre tenía una taza de café negro a la mano para combatir el sueño, se encontraba más estresado de lo normal convirtiéndose en alguien irritable tanto para sus empleados como a sus pacientes, se le dificultaba concentrarse, prestar atención y recordar algunas cosas; inclusive, y en presencia de Kirishima, llegó a desmayarse del cansancio quedando inhábil por cinco días. Madrugar en lugares ajenos a los que se ha acostumbrado siempre le fue difícil.
— Porque nos inscribí, abuelo, en una aventura de todo un día — respondió emocionado el más joven, prestando más atención a su vestimenta, Katsuki tenía miedo de descubrir el tipo de aventura en el que se podría involucrar; pues era un conjunto deportivo pegado al cuerpo y unos tenis para escalar
— ¿Qué tipo de aventura?
— Pues daremos una caminata por la selva, remaremos en kayak y nadaremos bajo cascadas
— ¿Nadaremos? Espero que lo hagamos desnudos
— Sugiero que sea con trajes, gracias — los planes de Bakugou otra vez se veían frustrados por el resto de su familia falsa
Izuku miraba nervioso la reacción de su novio, sabía que entre el pelirrojo y él había una tensión; pero enserio anhelaba tener una futura conexión con el doncel, le parecía alguien agradable y carismático a pesar de su comportamiento narcisista. Además, era la madre de sus futuros hijastros, no quería sentir rechazo por parte de ellos.
— Pero a mí me parece bien el nudismo — objetó Denki
— A ver si entiendo, ¿La pesadilla de la familia nos acompaña para convivir? —el peliverde solo asintió con una sonrisa traviesa — ¡Pero qué gran idea!
[...]
Ya estaban adentrados en la selva tropical siguiendo el sendero que el mapa señalaba. Al ser un camino angosto decidieron ir por binas, los niños enfrente, Bakugou junto a Midoriya detrás –siendo el rubio quien guiaba al grupo– con sus manos entrelazadas y por ultimo Kirishima acompañado de Denki que señalaba cada cosa emocionado por la experiencia y tonteando con su mejor amigo siendo observado de reojo por el mayor, quien ser arrepentía de haberle dado dinero para su boleto.
— ¡Esto es una hermosura! — chilló Natsuki maravillada de su entorno, pero se mantenía a raya de no ensuciar su hermoso mono corto y sus botas militares
— ¿Aquí viven los avatares azules? — preguntó inocentemente Akio abriendo bien los ojos en la búsqueda de alguno
— Sí, los avatares azules y también ese cerdo negro — apuntó Katsuki a un pequeño chanchito a unos metros, comiendo la fruta caída de los arboles
— Que tierno, es idéntico a "Babe"
De pronto el cerdito corrió hacia ellos furioso mientras gruñía colérico.
— ¡Vámonos! — la sonrisa se les esfumó, regresando por dónde venían se echaron a correr — ¡Corran! ¡Corran!
En un acto de maldad, Katsuki tomó de la playera a su no tan querido amigo rubio, jalando de ésta para retrasarlo en su huida. Plan que le salió más que bien al ver a Kaminari tirado en el suelo siendo alcanzado por el pequeño animal que solo olfateaba su ropa.
— ¡Se está comiendo mi cuerpo!
Después de ese incidente no tan accidental siguieron con la caminata ahora por caballo. Eijiro les tenía gran pavor a estos animales pues cuando Denki le había prestado su yegua, esta se alborotó en algún momento de la cabalgata, relinchando y pataleando al aire hasta que el doncel acabara en el suelo. Por ello es que iba acompañando a Izuku que tenía las riendas.
— Izuku, te ruego que por favor no hagas algo estúpido — rogó con los ojos cerrados y las manos afianzadas en la cintura del doncel
— Confía en mi Eijiro
Escalaron por las raíces expuestas de los enormes arboles; el peliverde ya casi llegaba a la cima, seguido por ambos hermanos, luego el par de amigos y al final el viejo hombre y su dolor de espalda.
— ¡Vamos Katsuki! ¡Tú puedes! — animaba su novio desde arriba
— Debe existir un milagro para que se hombre logré llegar
— ¡Te escuché idiota! ¡Estás muerto! — con una fiereza inhumana escaló más rápido y de un brincó llegó donde los demás
— ¡Más vale aquí corrió que aquí quedó!
Tomaron los kayaks empezando a remar por el extenso rio.
— Derecha, izquierda, derecha, izquierda, muy bien campeón — animaba al niño que le acompañaba en el bote, mientras veía como descaradamente la vista de Denki se posaba en el trasero de su novio
No logra explicar la satisfacción que le dio cuando Kirishima golpeó con su remo la dura cabezota del idiota que parecía ninfómano.
— No apartes la vista del río — personas como Kaminari le llegaban a dar asco, a parte, entre donceles hay que apoyarse
— Si, es que estaba viendo el cañón
Cruzaban un puente que crujía a cada paso que daban, cosa que le daba mala espina al cenizo, su concentración en no dar un paso en falso en aquella angosta tabla podrida se vio interrumpida por un hombre que les gritaba desde abajo.
— ¿Qué están haciendo? ¡Ese puente solo soporta una persona a la vez!
Entre gritos todos corrieron desesperados por alcanzar el otro lado, dejando solo al cirujano que venía de ultimo.
Con tanto movimiento y las fuertes pisadas, la tabla que sostenía el peso de Bakugou se partió a la mitad cayendo al suelo, ocasionando así mismo que el hombre golpeara sus genitales con una tabla más abajo.
En la selva se escuchó un aullido que logró espantar a los pájaros posados en los árboles más cercanos.
— ¡Santo Neito!
[...]
Habían llegado a su destino final, las cascadas ocultas que tanto mencionaba Izuku.
— Sigan caminando
— Me encanta cuando me tratas como a una princesa, papi — dijo la niña con una sonrisa al ver su cometido cuando chilló porque su "padre" la cargara lo que restaba de camino
¿Y es que, quien podría culparla? No quería manchar sus botas con el fangoso lodo a sus pies.
— ¿Te gusta? Pues a mí me estas desviando la columna — de un simple movimiento dejó caer a la fémina al suelo, que ya sea por coincidencia o mala suerte terminó de cara en un charco de lodo — Creo que Petra resbaló
— ¡Oh, padre, me encanta pasar tiempo contigo! — una vena resaltaba de su frente, con los puños apretados de la rabia limpió su cara y sacudió su ropa, se vengaría luego de aquel maldito hombre por ensuciar su lindo aspecto, juró
— ¡Dios mío! Que hermosura
Desviando algunas plantas lograron llegar al claro con las cascadas de agua cristalina corriendo desde lejos y cayendo a la laguna donde se formaba una tenue neblina.
— Es como un paraíso
— No sé ustedes, pero yo me voy a refrescar — empezó a desvestirse ante la atenta mirada de todos
— Puede que haya cerdos negros ahí —no quería que Denki contemplara los rosados pezones de Midoriya
— Estoy de acuerdo — se unió Kirishima tapando el rostro de su amigo a su lado
— Miren eso, que hermosura — su pequeño traje de baño se les ajustaba a los alzados glúteos, dejando ver un poco de nalga, su fina contextura era hipnotizaste tanto para Katsuki como para Kaminari — ¿En el hotel saben que te llevaste ese cojín?
— Le queda muy bien ese short, Blasty — dijo desairado el pelirrojo, cuanto daría por verse así
— Le quedaría mejor una botella de Ron y encima mis sábanas — expresó morboso el rubio
— ¿Quieres callarte? — los otros dos veían por la poca pureza que les quedaba a los pequeños después de escuchar las babosadas dichas por el tío Kami
El peliverde se metió de un clavado al agua siendo alabado por el resto, saliendo a la superficie para sacudir su alborotado cabello.
— ¡Dios mío! ¡Qué hermosura!
— Oye, niña fresa — llamó a Natsuki mientras ésta intentaba quitar sin resultados el fango de su cara — ¿Te molestaría saltar al agua mientras gritas "amo a papi"?
— ¿Después de que me aventaras? No gracias
— Tenemos un trato, mocosa, cúmplelo o yo no cumpliré mi parte
— Está bien — a regañadientes terminó por acercarse a la orilla
— Eso es, hazlo por mí, hazlo por papi
— ¡Amo a mi padre! — vociferó a la vez que se metía de chapuzón con su mono todavía puesto, no le importó, de todas formas, ya estaba manchado de lodo
— Le estas pagando suficiente ¿Verdad? — inquirió el doncel al ver la disposición de su hija
— Los billetes caen en sus manos — respondió entre dientes — ¡Y yo te adoro mi bella princesita!
— Campeón tú sigues, al agua pato — se dirigió hacia Akio que veía algo temeroso el agua — Inventa una frase graciosa
El pequeño se acercó tímido a su mamá pidiendo que se pusiera a su altura para luego susurrar en su oído palabras que Bakugou no fue capaz de escuchar.
— ¿Quieres hacer otro chantaje?
— No, nada de eso — dijo Kirishima
— ¿Qué pasa? ¿Qué te dijo?
— El agua está muy profunda — se excusó el pelinegro
— ¿Está muy profunda para qué?
— No sabe nadar
— ¿Qué? — los estribos del varón se perdían entre cada palabra — ¿Y entonces por qué mierda quieres nadar con delfines? ¿Crees que ellos te enseñarán a nadar?
— No lo pensé bien
— No, no lo pensaste bien — dijo con un tono más molesto — ¡Solo me hiciste tirar dinero!
— ¡Oye! — salió mamá a defender a su cría — Blasty, cálmate porque te juro que...
— Solo le estoy diciendo al niño — regresó al pequeño cabizbajo
Akio se sentía una escoria, peor que cuando era regañado por su madre, sabía que lo que hizo estaba mal, aprovecharse de un pobre ancianito desesperado por una pizca de amor iba en contra de sus morales; pero en serio le emocionaba poder nadar con un animal marino desde que vio aquel documental.
— Bueno, ¿Nadie te enseñó a nadar jamás?
— Se suponía que mi papá me iba a enseñar, pero está ocupado — habló con resentimiento en su corazoncito
— Oh claro, está ocupado siendo un idiota
Por su parte, Midoriya ya había llegado a las rocas debajo de la cascada, poniéndose debajo de una recibiendo la fresca brisa mañanera que ofrecía la naturaleza.
— ¡Tienen que venir, el agua se siente mágica!
— ¿Sabes qué? Creo que mami va a explorar las mágicas aguas — dijo decidido después de pensarlo un poco, no iba a desaprovechar la caminata — ¿Te quedarías un rato con tu padre falso?
— Claro
— ¿En serio? ¿Te vas a desvestir? ¿Qué haces?
— ¿Qué? — solo quería refrescarse un poco, divertirse junto a su hija
— ¿Traes una gorra de baño? — a la mofa se unió su mejor amigo
— Son de lo peor
— ¿Traes un traje de baño de los años 20? — ignoró aquello quitándose las bermudas — No lo hagas, no te lo quites — haciendo caso omiso a los comentarios de sus amigos terminó por quitarse la camiseta que traía puesta
Y oh sorpresa. Al contrario de lo que imaginaba Katsuki, Eijiro traía puesto un short un poco más largo que el de Izuku, pero el trasero abultado y firme que poseía hacía que se le ciñera al cuerpo. Sus gordos muslos por los que se perdía el pequeño traje, su ancha cadera y diminuta cintura eran perfectos; tenía el abdomen un poco abultado, pero nada de eso importaba cuando a cada paso que daba sus pechos rebotaban un poco. Bakugou pensaba que las batas eran engañosas, como un antifaz que no permitía reconocer un cuerpo escultural cuando lo había, o tal vez era su rápido juicio.
— Amigo, ese no es mi Eijiro — apuntó Kaminari perplejo de lo que sus ojos estaban viendo
— Oh si — el rubio estaba perdido en el movimiento de esas caderas
— Ahora vuelvo — avisó dejando solo al niño con su padre de a mentiritas
— Tengo que empezar a usar las escaleras — chifló ante esto, rascando su pansa con desgano
— Te mintió en eso, está en clases de crossfit todo el tiempo — finalmente el pelirrojo se zambulló refrescándose con el agua, su pelo en punta cayó al mismo tiempo en que el rubio idiota subía por las rocas de la cascada — ¿Qué está haciendo el tío Denki?
— ¿Qué rayos haces allá? ¡Bájate ahora! — ordenó su amigo posado desde una roca
— ¿Cuánto a que cae de boca?
— ¡No voy a caer! — refutó, pero ya era demasiado tarde, sus pies resbalaron al igual que sus manos, cayendo de espalda al agua, sonando como un golpe seco
— Gracias, Dios
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