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Un par de bolsas que parecían servir para embalaje con un contenido viscoso y de color negro eran sostenidos por Kirishima.
— ¿Qué es esto? — preguntó decepcionado inspeccionando el par de implantes mamarios
— Bolsas de bubis — contestó el repartidor con obviedad — Las mujeres se las ponen en sus pechos planos y se vuelven grandes — explicó olvidando quien era el profesional entre los dos
— Estas no son las "bolsas de bubis" que ordené — espetó el doncel — Esto igual que un contenedor de jarabe para panqueques, no sé qué carajos es esto, pero definitivamente no se parece a esto — señaló sus propios pechos algo grandes gracias al periodo de lactancia por el que paso dos veces
El repartidor aprovechándose de la situación tomó con su mano derecha el implante y acercó la izquierda a Eijiro esperando tomar en manos su pecho.
— Estoy hablando enserio — apartó su mano de un manotazo — Escuche, el doctor Bakugou jamás va a aceptar implantes con jarabe dentro, por favor tráigame lo que ordené y dígale a Omar que quiero un descuento por el inconveniente — regresó el paquete recibiendo una mueca del contrario — Gracias
La puerta de la oficina principal se abrió y de ella salió Bakugou con su uniforme de trabajo y su típico ceño fruncido que ahuyentaba a cualquiera, menos a Kirishima que pasaba por alto eso reemplazando el miedo con admiración hacía el cirujano que se graduó con honores de la mejor universidad en Japón.
— ¿Ya llegó la de las cuatro?
— Si, sala uno, Kristen Brown — le pasó el informe al rubio que lo examinó rápidamente
— Eijiro
— ¿Si, doctor?
— No te rías por favor — pidió antes de ingresar al cuarto escuchando a sus espaldas como el doncel aguantaba las carcajadas que amenazaban con salir en el momento — Buenas tardes señora Brown — el rubio casi explota de risa al ver la cara de la mujer, pero tenía que mantener la compostura frente a su paciente y ayudante — Dígame qué tenemos aquí
— Pues tuve una mala cirugía plástica, sabía que ese doctor era un fraude, su consultorio era una bodega
— Entiendo
Al fondo el pelinegro acomodaba unos frascos y herramientas con previa desinfección solo para olvidar la expresión de la paciente. Y es que ésta tenía una parálisis facial en su lado derecho de la cara, lo cual le hacía tener la ceja levantada de dicho lado, era gracioso debido a las prominentes cejas de la señora.
Sin que fuera la intención de Kristen, su ceja derecha se elevó más.
— ¿Dudas?
— No, no, solo ayúdeme doctor
— Por supuesto, normalmente es más sencillo hacerlo bien en principio, pero... — se acercó a su paciente la cual elevó aún más el entrecejo — ¿Qué? Se ve insegura
Kirishima no podía más, necesitaba tomar aire fresco si no quería carcajearse en medio consultorio, pero Bakugou no se la hacía fácil.
— Nada de eso, dicen que usted es el mejor en el estado ¡Hasta fue capaz de reconstruirle la cara a ese tal Mirio!
— No sé si soy el mejor, pero sé que podemos encontrar una solución a su problema — tomó la mejilla paralizada de la señora Brown pellizcando un poco la zona — Relájese, ¿Enserio está relajada?
La mujer tenía la expresión de estar sufriendo, sin embargo, no hacía ruido ni queja alguna.
— Déjeme estirar esto un segundo — con su pulgar puesto en la ceja la fue bajando lentamente a cómo debería estar originalmente para luego soltarla haciendo que rebotara y regresara a su posición — Y se regresó sola
Eijiro soltó una risa casi inaudible ante el hecho, quería reírse, pero su profesionalismo no se lo permitía. Recibió una mirada de Bakugou, no una de enojo, puesto que se le veía la burla en su sonrisa para nada disimulada.
— Lo siento — guardó la compostura, aunque le era imposible
— No hay que disculparse — otra vez sus cejas se alzaron sacando una risa en ambos profesionales
— ¡No puedes ser! — el pelinegro soltó todo lo que estuvo reteniendo desde que vio a la paciente en la sala de espera — Es que en serio se le levanta
— Si, está alzada — admitió el doctor Bakugou con una sonrisa sin llegar a la carcajada — Tenga cuidado señora Brown, se le puede enredar en el pelo
— Quizá debería dejarla así, parece poner feliz a la gente
— No, ya en serio — dejó la burla el pelinegro para después retomarla — Pero ¿Está disponible para la fiesta de mi hijo?
— Eso fue demasiado — terminó Katsuki
— Lo siento
— No se preocupe señora Brown, vamos a arreglar este problema y la dejaremos como si esto nunca hubiera pasado
— Perdonen tengo que atender una llamada — quería seguir con la burla, pero una llamada de sus hijos lo alarmó, bien sabían que las llamadas en su horario de trabajo eran solo por emergencias
Después de saber que la llamada era una falsa alarma y solo querían preguntar si podían ordenar pizza se puso a ordenar el papeleo de la recepción al igual que rellenar algunos cuantos formularios y agendar nuevas citas, como de rutina. Hasta que por la puerta se escuchó una particular y escandalosa risa, sabía que su mejor amigo había llegado y Bakugou se molestaría por eso.
— ¡Hola Kiri! — llegó a la recepción dándole un beso en la mejilla a su amigo como saludo
— Hola Denki
— ¿Qué hace ese bastardo aquí, Kirishima? — preguntó con enojo el doctor y el susodicho solo alzó los hombros siguiendo con el papeleo correspondiente
— ¡Oh dios! — vio a Kristen a un lado de Katsuki y no pudo evitar mofarse, después de todo era parte de su esencia, a veces Bakugou no podía imaginarse como un idiota como él había terminado siendo el confidente de su confiable mano derecha — ¡Cejas disparejas! La verdad me gusta, ¿Qué harás esta noche?
— Lo siento, estoy saliendo con cualquier otra persona
— Ya la oíste, déjala en paz ¿Quieres? — solo quería echar a la señora por la ventana de ser posible con tal de que Denki dejara sus estupideces de lado
— No sé quién sea tu pareja, pero no tiene lo que este tipo tiene abajo — dijo señalándose — ¿Entiendes?
— Denki basta — habló su mejor amigo
— De hecho, eso es cierto — afirmó Bakugou con sorna — Porque yo se lo puse
— ¿Te agrandaste el pene?
— Sí — no tuvo de otra que decir la verdad, de otra forma el de ojos rubíes lo desmentiría todo cruelmente
— ¿En serio hacen eso? Debiste tener un pene muy pequeño — la mujer rio hasta que su estómago le doliese — ¡Pito corto! ¡Nos vemos el 28 doctor Bakugou!
Se despidió saliendo del consultorio siguiendo con la mofa. Dejando a los tres en silencio, Katsuki con una sonrisa socarrona, Kirishima con diversión en la mirada viendo al par de rubios y Kaminari con un sonrojo bochornoso por la vergüenza pasada.
— Oye Bakugou, ¿Por qué le cuentas a todo el mundo de mi cirugía?
— ¿Debo ocultar algún secreto aquí? — su sonrisa solo le trajo escalofríos al rubio menor — Tú le dijiste tu idea a Eijiro, hasta estuvo en la sala cuando hice la cirugía, él sostuvo el microscopio
— Y las pinzas — recordó Kirishima sumándose a las risas
— Muy graciosos
— ¿Y ya lo estrenaste con Jirou?
— No fue con Jirou, terminamos hace poco — confesó — Una muñeca inflable está tomando su lugar
— ¡Denki! — chilló el doncel aventándole una carpeta para que se callara
— Bueno me retiro — anunció el mayor yendo a su despacho
— ¿A dónde crees que vas? — preguntó incrédulo Kaminari — ¿Solo te irás dejando a mi Eijiro con todo el trabajo?
— Fui invitado por Mirio a su mansión, organizó una fiesta para celebrar su nuevo éxito — en un rápido cambio de ropa ya tenía un traje formal rojo carmín — Y tu Eijiro puede cerrar a la hora que le plazca
[...]
La gran fiesta tenía lugar en una de las mansiones que Togata Mirio tenía esparcidas por el país y no era para más los lujos que se daba, pues era considerado uno de los mejores actores de la época, viniendo de los bajos suburbios fue recogido por un cazatalentos que lo miraba como un diamante en bruto por explotar.
Miles de estrellas de cine y del modelaje recibieron su invitación a pasar una agradable velada para festejar el éxito rotundo que obtuvo la película reciente que había protagonizado. La invitación también llegó a Bakugou ya que en el pasado hubo una ayuda mutua entre ambos rubios, aún seguía en deuda por la financiación hacía su clínica, pero Mirio estaba agradecido por las mejoras estéticas hechas a su cara después de sufrir un incidente en uno de los sets de grabación.
Ahora estaba buscando a su amigo para saludarlo e irse, no era de su agrado los espacios con mucho gentío, prefería su clínica donde solo eran tres personas dentro, o la habitación de un hotel donde solo eran él y su amante de esa noche disfrutando de la pasión carnal que detonaban una vez cerrada la puerta con pestillo. Seguro buscaría con quien pasar la noche y se lo llevaría a una de las tantas habitaciones de la enorme casa.
Su apetito sexual estaba creciendo gradualmente y de ello era consciente, no podía durar más de dos sin ponerla, era imposible para él no visitar bares con frecuencia para engatusar a alguien, el recuerdo doloroso de Camie seguía enterrado en su mente y solo se podía disipar por un momento si se concentraba en arremeter contra la persona debajo suyo; otra cosa por la cual no podía lanzar el anillo, lo necesitaba para seguir, nunca antes había atrapado a alguien sin usar el cuento de su malvada esposa y se creía incapaz de dejar de usarlo, después de todo no tenía ese encanto natural que personas como Kirishima sí tenían.
— Hola, Mirio
— ¡Bakugou! Qué bueno verte — el sonriente hombre lo saludó con un apretón de mano dejando de lado la conversación que tenía — ¿Qué tal el trabajo?
— No me han dejado de llegar solicitudes de consulta desde que dijiste en una entrevista que yo te había reconstruido la cara — dijo con molestia, tuvo que cambiar de número después de que una de sus noches fervientes se vio interrumpida por los miles de mensajes que recibía — Por cierto, ¿Qué tal vas con eso? ¿Ninguna molestia?
— Seguí tus instrucciones al pie de la letra y aquí estoy, mejor que antes, sigo sin creer que mi rostro quemado de hace unos años desapareció — expresó contento con una sonrisa de oreja a oreja — ¿Un trago?
— De hecho, yo...
— ¡Mirio! — interrumpió su plática un peli azul corriendo a toda velocidad donde el nombrado — Daiki se cortó la rodilla, y se ve horrible
— Tranquilo Tamaki, mira te presento a Bakugou Katsuki, él es quien me reconstruyo la cara — las manos temblorosas del chico fueron apresadas por las grandes y firmes de Togata — Bakugou él es Tamaki Amajiki, mi adorado esposo
— Mucho gusto
— Mirio, Daiki está sangrando — dejó el saludo de lado concentrándose más en el accidente que había sufrido el pequeño
— No se preocupe, soy médico, yo lo puedo tratar, ¿Tienen un botiquín de primeros auxilios?
Fue llevado a un baño cercano después de entregarle la pequeña caja que había pedido, le sorprendió ver muy bien equipado aquel botiquín, con jeringas nuevas sin caducar y un par de guantes de látex, cuando normalmente solo tienen un par de analgésicos. Pero la sorpresa le duró poco al recordar lo ansioso que estaba el esposo de Mirio ante el accidente.
— Así que resbalaste por las escaleras
— Si — admitió avergonzado
— ¿Te tropezaste con algo? — después de lavarse las manos quitó su anillo de su dedo anular, guardándolo en su bolsillo para no infectar la herida del menor, siempre lo pulía cada mañana, pero en esa fiesta había tanta mierda que posiblemente se le pegó algún germen o algo por el estilo
— No, estaba distraído por algo — una risita traviesa se asomó por sus labios
— ¿Qué te distrajo?
— Un doncel
— Un doncel — no sabía las razones, pero aquella palabra le recordaba a su amigo de trabajo, preguntándose inevitablemente que estaría haciendo en ese momento — Oye, debo admitir que Tamaki es atractivo, pero eso es pervertido
— ¡Mi mamá no! Y no te atrevas a decir eso de él, no eres digno de decir su nombre
— Cálmate chico, esto es lidocaína, va a hacer que no sientas nada — aunque no era una herida superficial el hombre nervioso exageraba sobre el asunto, un par de puntadas y el chico estaría listo
Le calculaba 15 años, tal vez unos 17 si era de esos jóvenes que tenían problemas con el crecimiento; a su edad era normal empezar a interesarse con las chicas y hasta donceles, experimentar con su cuerpo y hacerse la primer paja, estaba curioso por conocer a aquel doncel que le distrajo de sus pensamientos ocurriendo el gran desastre, aunque tal vez era alguien normal y solo era un desbalance en las hormonas del mocoso.
— Te advierto que va a arder un poco así que intenta pensar en otra cosa
— ¿En qué más puedo pensar si me sangra la rodilla? Auch
— Descríbeme a ese doncel, ¿Moreno, rubio, pelirrojo?
— Peliverde — ¿una persona con cabello verde? Eso es nuevo — Con pecas, bajito, excelente cuerpo, amigo su trasero
— ¿Quieres que me vaya de aquí por un rato? Ya sabes, para desahogarte — era normal a su edad eso de la masturbación así que no se le hacía raro si en ese momento el chico la tuviera parada
— Oh no, aún no hago esas cosas
Terminó con la sutura cortando el excedente de hilo y colocando una venda alrededor de la rodilla.
— Ya estás listo campeón
— ¡No pasó nada, estoy bien! — salió del baño como si nada, cojeando un poco del lado lastimado pero el rubio presentía que era para no alarmar a su papá que estaba pálido esperando afuera del baño
Bakugou estaba por irse despidiéndose de Mirio y su esposo agradeciendo por la invitación, ya había tenido suficiente por esa noche y quería ir a su casa a descansar, aunque era una pena irse solo sin acompañante nocturno.
No obstante, una figura para nada conocida atravesó el pasillo con un caminar lento y sensual haciendo que sus sedosos cabellos se movieran a su paso, vestía una camisa negra ceniza que se ajustaba a su delgada pero tonificada figura, con un chaleco verde pino el cual iba en conjunto con sus pantalones al igual que su corbata, un saco negro puro que llegaba poco menos de sus talones sujetándose en sus hombros regalándole un porte de elegancia, y zapatos Derby de igual color que su saco.
Iba en su dirección, lo podía ver en su fija mirada puesta en su persona y Katsuki se sintió como una presa cuando siempre fue el depredador. Era tal como lo describió el chico hormonal, su cabello desordenado de color verde y sus ojos eran como un par de esmeraldas que Bakugou quería robar para que solo lo mirasen a él. Era considerablemente bajito a comparación de su estatura, y tenía pecas en todo el rostro como si de salpicaduras se tratasen, el rubio estaba seguro de que podía contarlas una por una sin que se aburriese. Una sonrisa ardiente puesta en su cara y una mirada traviesa que hacía a Bakugou derretirse en su lugar. Y oh amigo, su trasero.
Empezando el año con todo 👍
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